¿TIENEN ALMA
LAS PLANTAS?
POR JAMES LINCOLN COLLIER
Condensado del "Sunday Sun", de Baltimore
¿ Que es absurdo pensarlo? Sí ; tal vez. Sin embargo
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TENGO en mi
estudio un cacto de escasa altura que mi esposa me regaló, quizá para
recordarme que la vida es un desierto y que más me vale trabajar con empeño si
no quiero que a mí y a los míos nos falte el pan. Nunca me he preocupado por el
cacto, pues pensé que, si lo dejaba en paz, él tampoco se metería conmigo. Pero
a juzgar por lo que me ocurrió recientemente con un filodendro, deberé cuidarme
mucho de lo que piense en presencia de esta planta.
Si el lector se cuenta entre las personas que siempre han tenido la sensación
de que las plantas son más "humanas" de lo que la mayoría de la gente
imagina, aceptará sin mayor reparo lo que aquí voy a relatar. Sin embargo, si
forma parte de los escépticos, como yo, sin duda se llevará una sorpresa
mayúscula.
El lance que corrí con el filodendro comenzó al visitar a un amigo mío, hombre
de muy buena mano para la horticultura. Las
jardineras de Carlitos están siempre más verdes que las de los demás; sus
tulipanes son siempre más brillantes; sus tomates, más suculentos. No hace
mucho le pregunté cuál era su secreto, y me
dijo con toda naturalidad: "Pues sabrás que yo les hablo a mis plantas. No
podría decirte por qué, pero al parecer se nota en ellas cierta diferencia
cuando uno les hace sentir que les tiene cariño".
Las burlas de que le hice blanco lo enfurecieron durante varias semanas y poco
faltó para que dejara de hablarme. Así pues, me asombró que cierta mañana
llamara a mi puerta. Llevaba un periódico en las manos temblorosas, y al verme
exclamó: "¡Mira! ¡Aquí está un tipo que ha demostrado la verdad de lo que
yo te decía!"
El tipo resultó ser Cleve Backster, hombre que anda ya por los 50 años de edad,
aficionado a la vida al aire libre y muy sensato.
Es un perito en el manejo del detector de mentiras, y, según se
decía en el periódico, tiene algunas ideas verdaderamente inquietantes.
Escéptico como ha de serlo todo periodista, no tardé en ir a la oficina de
Backster, en Nueva York, y allí me vi ante un detector de mentiras (o
"polígrafo", como Backster prefiere llamarlo) y un filodendro que
crecía modestamente en su tiesto. Backster
conectó el aparato al filodendro (a la planta, observe el lector:
no a mi persona) y me dirigió varias preguntas.
—¿En qué año nació usted?
—En 1931 —contesté.
La aguja del polígrafo empezó a bailar.
—El filodendro dice que está usted mintiendo —comentó
al momento Backster.
Confesé que así era. Y antes de que esa tarde abandonara yo el despacho de
Backster, mi
escepticismo había recibido un golpe tremendo. En efecto, de comprobarse la veracidad de algunos
experimentos practicados por él, parece ser que cualquier persona que asegure
entenderse con las plantas (y entre esas personas debo contar a mi amigo
Carlitos), muy bien puede estar en lo cierto. Backster está convencido de que
las plantas "sienten"; de que saben distinguir entre sus amigos y sus
enemigos; de que reaccionan a las amenazas . . . , y
esto a tal punto, que "se desmayan" en presencia de alguna persona
peligrosa para ellas.
Pero dejemos que el mismo Cleve Backster nos lo cuente. Un día de febrero de
1966 decidí(') regar una de sus plantas. "Al hacerlo", dice, "me
pregunté si sería posible medir la velocidad con que el agua subía de las
raíces a las hojas. El polígrafo mide, entre otras cosas, la resistencia
eléctrica,* y deduje que, al subir, el agua alteraría la resistencia de las
hojas. Por tanto, conecté el aparato a una de las hojas de la planta. Con gran
sorpresa mía, los trazos de la pluma de la máquina comenzaron a seguir la línea
característica de la respuesta que se obtiene cuando se somete a un ser humano
a algún estímulo emotivo de corta duración". En otras palabras, el
detector de mentiras reaccionaba exactamente de la
misma manera que lo habría hecho si estuviera conectado a una persona, en vez
de estarlo a una planta.
Afirma Backster:
"Aquellos trazos despertaron mi curiosidad, naturalmente, y a fin de
provocar nuevas reacciones en la planta resolví
prender fuego a la hoja que estaba yo sometiendo a prueba. En el preciso
instante en que tomé tal decisión, observé que los trazos seguían de
pronto una prolongada línea ascendente. No moví la planta; ni siquiera la
toqué.
*La resistencia eléctrica que opone cualquier parte del organismo humano —la
palma de la mano, por ejemplo—, cambia cuando el individuo sufre una tensión
emocional.
¿ Cómo explicar lo que acababa de ocurrir ? "
Backster está hoy seguro de que, en efecto, asustó a
la planta al decidir quemarla. Si tiene razón (y no le faltan pruebas de ello, muy interesantes),
las plantas no sólo son capaces de sentir, sino que
también pueden captar verdaderamente el pensamiento de los humanos.
Es decir, según la teoría de Backster, si nos preocupamos realmente por nuestro
jardín, ello puede contribuir en forma vital a conservarlo verde y próspero.
Posteriormente descubrió Backster que sus plantas reaccionaban a él en
especial, sin duda porque era él quien las cuidaba. Por ejemplo, comprobó que
si en su ausencia dejaba las plantas conectadas a un polígrafo, reaccionaban a
él, incluso a distancia. "Si estoy lejos de mi despacho y de pronto decido regresar, noto que la aguja del aparato
saltó en el momento en que resolví hacerlo, como he podido comprobar con ayuda
de mi cronógrafo. O bien, si me
he visto en peligro de ser arrollado por un automóvil, la gráfica del polígrafo
acusa considerables oscilaciones".
Tal vez el escéptico incurable deseche con desdén estas versiones. Pero invito
al lector a ponderar el pequeño experimento que describo a continuación:
Backster colocó dos plantas en una habitación. En seguida, seis personas que se
ofrecieron como voluntarios y a quienes se les vendaron los ojos, sacaron de un
sombrero otros tantos trozos de papel, y pasaron una por una a otro aposento,
donde desdoblaron los papeles. En uno de éstos se ordenaba a su tenedor que
diera muerte a una de las plantas; es decir, que la arrancara de cuajo, la
hiciera trizas y la aplastara con el pie. El que recibió esta orden le dio
cumplimiento, pero nadie sabía quién era el
"asesino". . . salvo la
otra planta. Luego Backster
conectó un polígrafo a la segunda planta, que había sido "testigo del
crimen", y fue presentado a la planta cada uno de los seis
voluntarios. Sin vacilar, la aguja del polígrafo
saltó cuando el "asesino" fue llevado ante la planta.
Sería fácil hacer burla de las ideas de Backster acerca de la facultad que
tienen las plantas para comunicarse con otras formas de vida, pero sucede que otros hombres de ciencia dicen que quizá Backster haya
descubierto algo importante. Entre ellos hay que citar al Dr.
Aristide Esser, siquiatra del Hospital del Estado en Rockland, de Orangeburg
(Nueva York). El Dr. Esser y sus colaboradores, Thomas Etter, físico, y Douglas
Dean, químico del Colegio de Ingeniería de Newark (Nueva Jersey), llamaron a
una señora con quíen venían haciendo experimentos. La señora llegó con un
filodendro que ella misma había plantado y al que había regado y cultivado con
solícita atención. Los científicos conectaron un polígrafo a la planta e
hicieron a la mujer una serie de preguntas, a algunas de las cuales ella
respondió con mentiras. Como en los experimentos practicados antes por
Backster, el polígrafo reaccionó como si estuviese conectado a la persona
objeto del estudio. "Desde luego,- no queremos precipitarnos a formular
conclusión científica alguna", dice Dean,
"pero la planta parece responder a la persona que la cultivó con
esmero". Esser, por su parte, añade: "Cuando oí hablar por
primera vez de los experimentos de Backster, me hicieron reír; pero he tenido que cambiar de opinión".
Muchos científicos no están de acuerdo en que Backster haya hecho un descubrimiento
importante. Insisten en que los resultados que ha obtenido con su polígrafo se
pueden explicar de otras maneras menos fantásticas. Yo, en lo personal, no sé
qué pensar. Por las dudas, sin embargo, me propongo abrir bien los ojos al ver
esos letreros que dicen: "No pise el césped". ;Cómo saber si no
estaría yo hiriendo los sentimientos de alguna criatura?
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