AUGUSTO PINOCHET RECIBE A YIYE AVILA
Mientras Conseguimos un texto mas completo acerca de esta visita, publicamos este tomado de fuente de Internet.
El ’77 volvimos a Chile. Predicamos 19 campañas, recorrimos el país de norte a sur, se convirtieron casi 39 mil personas. Pero ahí yo tuve una experiencia que no he podido olvidar jamás. Yo estaba en campaña en Talca, sentí como el espíritu habló, me dijo “Quiero que vayas al presidente de la nación y le lleves un mensaje que tengo para él”.
Yo dije amén. Escribo una carta y la mandamos al presidente general Pinochet. A los pocos días recibimos carta, y la carta decía “la audiencia está concedida, y lo estoy esperando tal día, un miércoles, en mi palacio en Viña del Mar a las 6 de la tarde”. Yo dije “Dios mío ¿pero cómo es esto? ¿a las 6?, si yo estoy predicando a las 8 aquí en Rancagua, y desde Viña del Mar son 4 horas. Me recordé de una hermanita que es capitana de carabineros y que es convertida. La llamé por teléfono y le dije “hermana, me pasa esto”. A los poco me llama y me dice, “hermano conseguí un helicóptero”. ¡Aleluya! ¡Yo dije Amén! ¡A volar en helicóptero!
«Entramos y nos quedamos solos con él. Cuando yo lo mire a la cara, como se han hablado tantas cosas malas, vi el rostro de un hombre humilde y sincero frente a mí. Yo tengo espíritu de Dios, pude verlo claro. Me saludo, me abrazo, me preguntó cómo estaban mis campañas. Hablamos, nos sentamos, le regalé una biblia que le traíamos dedicada, le regalé revistas y discos del ministerio. Le explique el beneficio de la campaña. “Mire, el beneficio de esta campaña es para su gobierno, porque nosotros predicamos lo que dice la biblia, que hay que respetar las autoridades superiores. El que se convierte jamás hará una rebelión contra usted, porque tiene que hacer y cumplir lo que dice la palabra de Dios”. Le dije “quiero decirle con todo respeto que usted se merece, que Dios me dijo que le trajera un mensaje a usted”. Él se puso muy serio, pero yo vi que en su seriedad había reverencia y temor de Dios. Me dijo «hábleme”.
“El señor me dijo que le dijera, [citando] Mateo cap. 25, le leí, dice que viene un día en que el Señor descenderá, con sus ángeles en poder, y se sentará en su trono de gloria y reinará a las naciones delante de él, y las juzgará, y Chile es una de las que juzgará. Que si usted que está al frente, que está a la cabeza de la nación, sigue respaldando el evangelio como ha hecho, respaldando a los siervos de Dios como usted está haciendo, en este día, Chile será añadido al milenio, y no será quitado y desaparecido como tantos países impíos enemigos de Dios y del evangelio. ¡Alabado sea Dios!
Y vi los ojos de aquel varón que se le nublaron. Miro muy seriamente y me abrazo y me apretó, con un cariño que parecía que lo había conocido toda la vida, y yo lo abracé, y lo apreté, y lo besé con ósculo santo. Y cuando terminamos yo dije “yo siento que debo orar por usted” me dijo “ore”. Se puso muy serio, en actitud de reverencia. Yo le puse las manos, y clamé, y sentí el poder de Dios, y sentí la autoridad de Dios como pocas veces he sentido. Y con esa autoridad dije “Señor ligo esta alma tu cuerpo, rompe el yugo del diablo sobre él […] jamás se puede perder. Y en mi corazón yo sabía que no se puede perder de ninguna manera, porque lo que yo ligo aquí con autoridad de Cristo, es ligado arriba, y a quien perdona los pecados, se acabó, fueron perdonados, los lavó en su sangre. Termino la audiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario