viernes, 28 de noviembre de 2025

EDEN *SIR DAWSON*5-8

  EDÉN PERDIDO Y GANADO

 ESTUDIOS DE LA HISTORIA TEMPRANA Y EL DESTINO FINAL DEL HOMBRE SEGÚN LO ENSEÑAN EN LA NATURALEZA Y EL APOCALIPSIS

 POR SIR J. WILLIAM DAWSON LL.D., F.R.S., ETC.

NEW YORK-TORONTO

1896

EDEN *SIR DAWSON*5-8

El científico puede así reivindicar el derecho, por humilde y tentativamente que sea, de estudiar por sí mismo desde su propio punto de vista estos registros antiguos y de presentar al mundo, al menos como sugerencias de investigación, los puntos que llaman su atención en su lectura del Antiguo Testamento, por insignificantes que parezcan a juicio de los especialistas literarios.

 Como estudioso de la naturaleza y la Biblia, me propongo humildemente hacerlo.

No ignoro los males que amenazan a la humanidad debido a la evolución agnóstica, y que esta ha sido excesivamente fomentada por los científicos; pero los evolucionistas y los críticos avanzados han unido sus fuerzas desde hace mucho tiempo, y el verdadero cristianismo y la verdadera ciencia se enfrentan ahora a ambos. Sin embargo, no es necesario adoptar una visión pesimista de la situación.

La observación y el estudio de cincuenta años me han mostrado el auge y la caída de varios sistemas de filosofía y crítica, y la Palabra de Dios aún perdura y su influencia se amplía. Puede ser útil, en primer lugar, definir los términos utilizados en el encabezado de esta parte.

El término físico puede entenderse en un sentido amplio, en el sentido de lo que se denomina fisiografía, que incluye todos los hechos naturales o relacionados con cosas naturales; por lo tanto, cuestiones de geografía, características físicas y cambios físicos que pueden ocurrir en los lugares mencionados en la Biblia. Si, por ejemplo, en las narraciones del Edén, del Diluvio, del Éxodo o de las Ciudades de la Tierra, encontramos claramente referencias a condiciones naturales existentes en una época temprana que han desaparecido y han sido olvidadas, podemos obtener indicaciones de las fechas de estas narraciones. Es como si, en los anales relacionados con el sur de Italia, descubriéramos que el escritor desconocía el Vesubio, sino solo su predecesor, el círculo arbolado del Monte Somma, que había vivido antes del año 79 de la era cristiana, y que aún podría creerlo incluso si encontráramos en el escrito ciertas sustituciones de palabras obsoletas o notas interpoladas. En cuanto a la arqueología y la historia, podemos tener evidencia similar. Un acontecimiento o una persona mencionados en un solo registro pueden permanecer inciertos o aceptarse con reservas según el testimonio de un solo testigo; pero una moneda, una inscripción o un escrito de un autor independiente pueden llevar inmediatamente dicho acontecimiento o persona al terreno de la certeza y disipar un sinfín de dudas que podrían haber surgido de aparentes inconsistencias o defectos en el documento original.

En cualquier caso, no se puede negar que tal evidencia, ya sea física o histórica, merece consideración, y esto es todo lo que pediré; aunque para simplificar, puedo usar, como hipótesis de trabajo, la suposición de que el antiguo líder hebreo Moisés fue un personaje real, y que pudo haber escrito o editado libros a los que la tradición ha asociado su nombre, y de ciertas partes de los cuales, en los propios documentos, se declara explícitamente que fue su autor

EDÉN*SIR DAWSON*1-5

 EDÉN PERDIDO Y GANADO

 ESTUDIOS DE LA HISTORIA TEMPRANA Y EL DESTINO FINAL DEL HOMBRE SEGÚN LO ENSEÑAN EN LA NATURALEZA Y EL APOCALIPSIS

 POR SIR J. WILLIAM DAWSON LL.D., F.R.S., ETC.

NEW YORK-TORONTO

1896

EDÉN*SIR DAWSON*1-5

PREFACIO 

Ha llegado el momento en que la Ciencia de la Tierra y del Hombre debe tomar una postura más audaz que hasta ahora en la cuestión de la validez de la crítica literaria e histórica, que aborda con tanta libertad los primeros libros de las Escrituras Hebreas. Estos registros se presentan al estudioso de la naturaleza en aspectos especiales. Solo él puede apreciar plenamente la evidencia interna que ofrecen de su antigüedad y su concordancia con los restos y monumentos más antiguos de nuestra especie. Solo él puede medir su concordancia con los hechos físicos observables en relación con el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. El campo de investigación en estas direcciones ya es amplio y prometedor, y se amplía cada día. Y hay razones para creer que, si se dedica a una ciencia natural ilustrada y a un estudio inteligente y reverente de la Biblia, no solo podrá resistir las fuerzas agresivas de la filosofía agnóstica y la crítica destructiva, sino que también podrá aportar nuevas evidencias de la hermosa congruencia del Antiguo y el Nuevo Testamento, y de ambos con la naturaleza y la historia del hombre.

 Promover en cierta medida este objetivo, tan vital para el progreso de la civilización y los más altos intereses de la humanidad, es el propósito de los siguientes artículos, que aparecieron originalmente en el Expositor^ y ahora se recopilan con algunas adiciones y enmiendas. J.W.D

PARTE I

RESPETO A LAS PROBABILIDADES FÍSICAS E HISTÓRICAS RESPECTO A  LA AUTORÍA Y AUTORIDAD DE LOS LIBROS MOSAICOS

NUESTRO PUNTO DE VISTA

 Los estudiosos de la naturaleza, que también sean cristianos, tienen especial interés en las controversias pendientes respecto al Pentateuco.

Los métodos de análisis crítico que se aplican actualmente a esos libros, al referirse mucho más a minuciosidades de la forma lingüística externa que a la realidad sustancial, nos parecen necesariamente superficiales y poco científicos a quienes estamos acostumbrados a tratar con hechos naturales ciertos o verificables, mientras que sus resultados son, en el mejor de los casos, insatisfactorios.

 Si desacreditaran, aunque fuera por un tiempo, el testimonio de los primeros libros de nuestra Biblia, las consecuencias podrían ser graves para el progreso de la ciencia, así como para los intereses superiores de la sociedad en general. Para la ciencia, estos libros han sido de inestimable valor, al establecer en la mente popular una amplia base para el trabajo científico.

Su claro testimonio de la unidad de la naturaleza, como producto de un solo designio, de la unidad del hombre, del desarrollo progresivo de la obra creativa y de la regulación de todas las cosas por una ley invariable, ha emancipado la mente humana de las tendencias más hostiles a la verdad y al progreso.

Debido a la falta de esta influencia en épocas pasadas,//estudio, conocimiento y practica de las verdades de la Biblia= libertad, conciencia, progreso, tecnología, intelecto, libre pensamiento…// e incluso en ciertos lugares, el estudio científico de la naturaleza se ha visto obstaculizado, por un lado, por la intolerancia eclesiástica y las supersticiones paganas, y por otro, por disturbios populares y movimientos revolucionarios extremos.//Revolución Rusia 1917//

La experiencia pasada nos advierte que incluso la generación actual podría ver aniquilada toda ciencia, excepto aquella que promueve directamente la riqueza nacional o las artes de defensa y destrucción. Esto puede ocurrir a manos de una democracia imprudente o de una intolerancia brutal; pero nunca podrá ocurrir mientras la Biblia sea un libro de uso común.//conocido y practicado en sus enseñanzas para la vida diaria//

 Otro aspecto de este asunto afecta a un plano superior al de las ciencias naturales. Muchos de los críticos bíblicos más avanzados no se avergüenzan de atribuir fraude e incluso conspiración a los autores de los primeros libros de la Biblia, y sin embargo, estos críticos profesan atribuir a estos documentos falsificados cierto valor religioso. Semejante oblicuidad moral es un arma de doble filo, que ataca en todos los sentidos los intereses de la sociedad y debe tener una poderosa influencia a favor de aquellas causas de desintegración moral que la ciencia y la humanidad tienen tantos motivos para temer.

La influencia refleja de estas ideas en el cristianismo mismo es también muy grave. El Antiguo Testamento constituye el fundamento histórico del cristianismo, sobre el cual Jesús y sus discípulos construyeron todo su sistema de creencias, y de cuya autenticidad y validez dieron el testimonio más firme. Si se elimina este fundamento, la enseñanza de Cristo y los apóstoles podría llegar a ser tan poco valiosa como la de los sacerdotes y escribas que supuestamente le endosaron un Deuteronomio ficticio al buen rey Josías.

 Estas consideraciones son al menos suficientes para justificar una investigación y un escrutinio minuciosos, aunque amistosos, de los resultados de la alta crítica. Cabe añadir que la Biblia es un libro repleto de referencias a hechos naturales y a problemas relacionados con la historia temprana del hombre, que pertenece al ámbito de la arqueología, y que en nuestra época, el pico y la pala del excavador, las mediciones y observaciones del topógrafo y el geólogo, las colecciones del zoólogo y el botánico, y el estudio de monumentos e inscripciones antiguas, han arrojado un torrente de luz sobre partes previamente oscuras de la Sagrada Escritura.

jueves, 27 de noviembre de 2025

II EDICION - OBJETOS CELESTIALES*Smith*i-xv

 CICLO DE OBJETOS CELESTIALES

 OBSERVADO, REDUCIDO Y DISCUTIDO

 POR EL ALMIRANTE WILLIAM HENRY SMYTH, R.N., K.S.F., D.C.L.

 REVISADO, CONDENSADO Y CONSIDERADO

 POR GEORGE F. CHAMBERS, F.R.A.S. DE INNER TEMPLE, ABOGADO. ... SEGUNDA EDICIÓN,

OXFORD

1881

II EDICION - OBJETOS CELESTIALES*Smith*i-xv

Original Dedicación, 1844

PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN.

 Las circunstancias en las que se publica esta edición son algo peculiares y requieren una breve explicación. El Ciclo de Objetos Celestes original del Almirante Smyth, publicado en dos volúmenes en el año 1844, fue un libro que alcanzó renombre mundial y, por lo tanto, se agotó a los pocos años de su publicación.

 Hacia el final de su larga y distinguida obra, el Almirante realizó diversas gestiones para la publicación de una segunda edición a cargo de un observador muy experimentado, vinculado con él por vínculos especiales. En el Sr. Isaac Fletcher, el libro habría tenido como editor a un observador experimentado cuyo nombre habría sido plenamente aceptado por el mundo astronómico.

 El Sr. Fletcher aceptó la tarea que le fue encomendada y durante varios años recopiló sistemáticamente materiales para la revisión de la obra. En sus manos, sin embargo, no hizo grandes progresos, pues en el año 1868 cambió gran parte de su carrera científica por una política al convertirse en miembro del Parlamento por Cockermouth.

Esto tuvo el efecto, nada antinatural, de obstaculizar tanto el trabajo de observación como el literario. Finalmente, su lamentada muerte en 1879 puso fin a la posibilidad de que se publicara una nueva edición del Ciclo bajo la supervisión de los familiares o amigos cercanos del autor original.

No es asunto de interés público cómo sucedió que los representantes supervivientes del almirante Smyth finalmente me encargaran la interesante pero seria responsabilidad de publicar una nueva edición del libro. Baste decir que en otoño de 1879 adquirí los derechos de autor de la obra, todas las xilografías originales y, lo que era de gran valor, todas las notas manuscritas, memorandos, cartas privadas y dibujos inéditos recopilados por el almirante Smith y el Sr. Fletcher durante un largo período de 35 años. Huelga decir que la labor de recopilar estos materiales y entrelazarlos con la impresión de la primera edición ha sido ingente. Será el público quien diga hasta qué punto se ha logrado con éxito. * Nunca me habría embarcado en el plan si no hubiera creído en la existencia de un deseo generalizado entre los astrónomos de ver publicada una nueva edición de un libro que, sin duda, estimuló poderosamente el gusto por la astronomía entre los aficionados en Inglaterra durante el cuarto de siglo posterior a su aparición. El programa que me propuse fue el siguiente: revisar, perfeccionar y ampliar el «Catálogo de Bedford» del almirante Smyth; de modo que proporcionara un Manual del Telescopista para Refractores de hasta, digamos, 8 pulgadas de apertura, y reflejara el progreso de la ciencia hasta 1880, al igual que la edición original podría haberse considerado bastante completa para hasta 5 pulgadas de apertura a 1845.  Llevar a cabo este programa implicó una doble tarea: (i) reducir aquí, ampliar allá y revisar en todas partes el material impreso del almirante Smyth. Esto se ha hecho de manera muy minuciosa. (2) Recopilar, a partir de trabajos relacionados con el hemisferio sur, un conjunto de objetos tan similares en carácter general como pudieran serlo a los que el almirante Smyth había reunido para el hemisferio norte. Esta segunda parte de mis tareas se ha llevado a cabo lo mejor que he podido, pero estoy lejos de decir que estoy satisfecho con los resultados. Las razones para ello son fáciles de encontrar. Los cielos del sur no se han explorado con la misma persistencia que los cielos del norte durante el último medio siglo, ya que los observadores en el hemisferio sur son escasos.

Estas observaciones son suficientes para un prefacio. En la introducción se encontrarán detalles más específicos sobre los principios que me han guiado en mi revisión y sobre los materiales utilizados. Todavía no he hecho nada para preparar una nueva edición del primer volumen del almirante Smyth, al que denominó "Prolegómena". Actualmente, no sé qué hacer con ese volumen; ya he cubierto la mayor parte del tema que trata, y además, en mi propio Manual de Astronomía. Al finalizar un libro, es una grata tarea agradecer a los amigos la ayuda prestada. He recibido tanta ayuda generosa de todas partes del mundo que me resulta difícil individualizar a los que me ayudaron. Pero dos, desconocidos para mí personalmente y extranjeros, destacan por encima de todos los demás: el Sr. S. W. Burnham, de Chicago, EE. UU. M. Jedrzejewicz  de Plonsk, Polonia. El Sr. Burnham no solo me ha proporcionado un suministro casi inagotable de medidas de estrellas dobles de gran precisión y fecha reciente, sino que también ha leído todas las pruebas de imprenta y ha hecho innumerables sugerencias. Algunas de estas se conservan con cariño para una futura edición, ya que llegaron demasiado tarde para su uso en esta. El Sr. Jedrzejewicz me ha proporcionado numerosas medidas de estrellas dobles, muchas de las cuales se realizaron en fecha tan reciente como 1880 y pertenecen a objetos que los observadores suelen descuidar. Por lo tanto, me resultaron especialmente útiles, ya que me permitieron completar lagunas que, de otro modo, habrían quedado sin cubrir en esta edición. Solo quiero añadir que he hecho todo lo posible por asegurar la precisión en la impresión del libro y confío en que se hayan encontrado pocos errores de importancia. Estaré siempre encantado de recibir correcciones y sugerencias para mejorar futuras ediciones.

G.F.C-  NORTFIELD GRANGE, EAST BOURNE. SUSSEX ABRIL 1881

OBJETOS CELESTIALES -USOS NAVALES, MILITARES Y PRIVADOS*SMITH*. 1-2

 ASTRÓNOMOS NAVALES, MILITARES Y PRIVADOS.

OBSERVADO, REDUCIDO Y DISCUTIDO

POR EL CAPITÁN WILLIAM HENRY, SMYTH, R.N., K.S.F., D.C.L.

Miembro de la Junta de Visitantes del Observatorio Real; miembro de las Sociedades Real, de Anticuarios, Astronómica y Geográfica de Londres; vicepresidente de la United Service Institution; miembro correspondiente del Instituto de Francia; miembro honorario de la Real Academia Irlandesa; y de las Academias científicas de Nápoles, Palermo, Florencia, Washington y Nueva York.

VOLUME THE FIRST.

PROLEGOMENA,

LONDON :

JOHN W. PARKER, WEST STRAND.

1844

OBJETOS CELESTIALES  PARA USO DE ASTRÓNOMOS NAVALES, MILITARES Y PRIVADOS*SMITH*. 1-2

EXPLORADORES FIELES

A SIR JOHN FREDERICK WILLIAM HERSCHEL, BART., COMO TESTIMONIO DE LA MÁS ALTA ADMIRACIÓN Y ESTIMA; UN MEMORIO DE LARGA AMISTAD; Y UN AGRADECIDO RECONOCIMIENTO POR LOS IMPORTANTES CONSEJOS EN EL ESFUERZO DE LA ASTRONOMÍA PRÁCTICA; Y COMO UNA SENTIDA MUESTRA DE RESPETO A LA MEMORIA DE SU EXCELENTE PADRE, CUYO  CELO INFATIGABLEL  RECURSO ININTERRUMPIDO, PROFUNDIDAD EN LA INVESTIGACIÓN Y UNA VELOCIDAD DE CONCEPCIÓN CASI INIGUALABLE, HAN CONVERTIDO SU VIDA EN UNA ÉPOCA EN LA CIENCIA ASTRONÓMICA

ESTE CICLO DE OBJETOS CELESTIALES ESTÁ RESPETUOSAMENTE INSCRITO POR SU FIEL AMIGO. WILLIAM HENRY SMYTH

PROLEGOMENA

. CAPÍTULO I.

UN ESBOZO INTRODUCTORIO DEL PROGRESO DE LA ASTRONOMÍA

 LOS CIELOS DECLARAN LA GLORIA DE DIOS, Y EL FIRMAMENTO ANUNCIA LA OBRA DE SUS MANOS.

Bajo este título un tanto sorprendente, el lector no se verá obligado a leer una historia detallada de la astronomía: solo pretende ofrecerle una introducción condensada a las condiciones actuales de la ciencia; de hecho, un recordatorio.

 Es en los cielos donde la Sabiduría Soberana manifiesta orden y armonía, regularidad y proporción, grandeza y majestuosidad, orden y destino, en asombrosa inmensidad; y es en los cielos donde el aficionado debe recoger los resultados prácticos de sus estudios.

Ahora bien, como el desarrollo del maravilloso mecanismo allí expuesto, aparentemente tan desconcertante, se debe al genio y la perseverancia de astrónomos tanto teóricos como prácticos, un breve resumen de sus servicios, con las fechas más precisas y determinables, puede ser un preludio adecuado a los temas y opiniones que se exponen a continuación.

 La astronomía, nombre generalmente aplicado a las leyes que regulan los movimientos de los cuerpos celestes, así como de la Tierra, es la actividad más elevada y avanzada de la mente humana, y el testimonio más noble de su perseverancia intelectual.

 El estudio de los movimientos celestes reivindica su preeminencia como ciencia de teoría y práctica, de cálculo y predicción, extrayendo leyes de lo ocurrido y aplicándolas a fenómenos que deben volver a ocurrir. De hecho, es casi la única rama del conocimiento natural en la que los efectos se subordinan completamente a las causas y las consecuencias se predicen con claridad.

Esta "jactancia de la razón" se diferencia de otras ciencias naturales en que todo su fundamento es puramente matemático y demuestra el mecanismo preciso de la materia inanimada e inerte; y su gran valor reside en que no es el mero conocimiento de una colección de hechos aislados, sino una teoría perfecta, mediante la cual esos hechos se condensan en un solo estudio. Se diferencia de muchas actividades de la sabiduría humana, ya que la observación ha dado origen, tutela y percepción a la teoría; pero quienes no pueden superar las dificultades del análisis superior deben dar muchas cosas por sentado y conformarse con la exactitud de las conclusiones, por incomprensible que parezca el método que las lleva. Basada, por así decirlo, en sus propios recursos y aumentada por las contribuciones de otras ciencias y artes, la astronomía ha alcanzado su excelencia actual. La palabra misma es un término sumamente amplio en todos sus alcances, y cuanto más se cultiva esta ciencia, más se verifica la supremacía del hombre sobre la creación bruta; pues sus más elevadas exigen una observación escrupulosa, una reducción precisa, un vigoroso ejercicio del pensamiento, un razonamiento deductivo y, de hecho, una aplicación más variada y asidua de la vista y el cerebro que cualquier otra actividad, por no hablar de ese importante «órgano de todos los órganos», la mano.

Los hombres más eminentes de todas las épocas han declarado que esta ciencia es la más sublime y superior de todas las que el genio humano puede probar, y digna de una vida de estudio.

Sin embargo, todavía hay quienes, y tememos que algunos ocupen puestos importantes, preguntan:

— "¿De qué sirve la astronomía?" —

—"¿Existen resultados materiales además de intelectuales?"—

. Aunque estas preguntas no merezcan respuesta, se puede afirmar que esta noble actividad regula los tiempos, las estaciones y las partes proporcionales del año; que con su ayuda encontramos la forma, la masa y la magnitud de los cuerpos planetarios; la figura y los detalles geográficos de nuestro propio globo, con un estándar para sus pesos y medidas; y que la navegación la reconoce como la gran y única guía precisa para guiar a los barcos por el océano sin caminos, estableciendo así una correspondencia entre naciones distantes. Esto fue bien expresado por La Caille, uno de los observadores celestes más hábiles, en estos términos: «La astronomía es árbitro de la división civil del tiempo, maestro de la cronología y de la geografía, y guía única para los navegantes»

ASTRONOMÍA MAGNÉTICA DE LA BIBLIA*SMITH*v-vii

 ASTRONOMÍA MAGNÉTICA DE LA BIBLIA

 SIETE SELLOS ABIERTOS

LA GLORIA DE DIOS REVELADA

EN EL Sol, la Luna, los Planetas y las Estrellas, mediante una Nueva Aplicación de la Fuerza y ​​el Poder Magnéticos,

POR WM. W. SMITH,

 AUTOR DE "CELESTIAL, DYNAMICS

SAN FRANCISCO

1893

ASTRONOMÍA MAGNÉTICA DE LA BIBLIA*SMITH*v-vii

PROFESOR J. A. BENTON.

El profesor Benton llegó a San Francisco, California, el mismo día que nosotros, y nuestra relación ha sido larga, y nuestra camaradería se ha fortalecido con el paso de los años. Adoptó nuestro nuevo descubrimiento científico. Y cuando escribimos una sinopsis de este libro sobre astronomía, le comentÉ: "Es bastante breve para ser entendido". Respondió: "Su prueba es suficiente, sin ninguna otra evidencia de los hechos de su descubrimiento. Rechaza la fuerza que se encuentra en toda la naturaleza". Estuvo presente en la Asociación cuando el profesor Norton impartió la conferencia. Enseñó nuestra "Visión Física" en el Seminario Teológico de Oakland, California. Me envió a sus alumnos para mi publicación sobre "Dinámica Celestial". Mientras estaba en Mount Hamilton, vino a verme, y le entregué parte de mi trabajo sobre nuestro nuevo descubrimiento para que lo leyera; lo leyó. Luego, comentamos que era bastante breve para su comprensión.

 Entonces dijo: "Sr. Smith, su prueba es suficiente, sin más, para demostrar su descubrimiento de las fuerzas repulsivas en astronomía, y su aplicación de la ciencia del magnetismo a la astronomía es de gran importancia para dicha ciencia, como nos ha enseñado el profesor Norton en sus conferencias".

PROFESOR LE CONTE

También conocimos al profesor Le Conte en la Universidad Estatal algún tiempo después de la publicación de nuestra "Dinámica Celestial", y le entregamos una copia para que la leyera. Esto fue en el año 1873 o Y en 1884 visitamos el Monte Hamilton para comprobar algunos de los hechos de nuestros hallazgos. Nos encontramos de nuevo con el profesor Le Conte en el Hotel Smith Creek, cerca del Observatorio Lick. Aprovechamos esta oportunidad para enviarle al profesor muestras de nuestros escritos, escritos por un joven que era un buen lector, y le pedí que leyera el artículo al profesor y le pidiera su opinión sobre el tema.

El joven encontró al profesor, que estaba tranquilo, y le pidió el privilegio de leerle algunos escritos de Win W. Smith, de Antioch, California.

El profesor dio su consentimiento y el joven los leyó. Al final, le preguntó al profesor:

— "¿Qué opina?".

 El profesor Le Conte respondió:

— "Todo esto es nuevo para mí. Soy como un niño que, al ver su abecedario, dice: 'No sé nada de eso'. Solo sé que el Sr. Smith escribió algo sobre las mareas hace años. Pero quiero verlo antes de que se vaya". En ese momento, él atendía a su esposa enferma, así que le entregué un manuscrito bastante extenso que tenía conmigo, enviado por el joven que había leído previamente la sinopsis de nuestros hallazgos, y le pregunté si podía llevar este documento más elaborado al profesor Le Conte y pedirle que lo leyera con calma, con la única salvedad de que lo obtendría antes de partir hacia Antioquía. El profesor recibió los papeles y nos informó que su esposa se encontraba mucho mejor. Había transcurrido una semana completa desde que volví a ver al profesor Le Conte y, por invitación suya, lo visité en los salones del Hotel Smith Creek, donde se alojaba.

LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA*HARTWIG*4-5

 LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA

 O LA UNIDAD DE LA CREACIÓN.

POR DR. G. HARTWIG

LONDRES-NEW YORK

1866

LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA*HARTWIG*4-5

Desarrollando aún más el sistema copernicano, el ilustre Kepler demostró que los planetas no se mueven en círculos, sino en elipses alrededor del Sol, y descubrió las leyes que regulan la velocidad y las proporciones de sus órbitas. Doce años después de la muerte de este gran hombre, nació nuestro inmortal Newton, quien demostró que los movimientos de todos los cuerpos celestes se derivan de la ley suprema de la gravitación universal, o la atracción mutua de los cuerpos según sus proporciones, masas y distancias. Mediante esta ley fundamental que regula los movimientos de las estrellas, así como la caída de los cuerpos terrestres, el curso de las aguas, los movimientos del péndulo y la dirección de la línea de carga, era posible resolver muchos problemas muy difíciles, que hasta entonces habían desconcertado la sagacidad de los grandes matemáticos y astrónomos; explicar la precesión de los equinoccios, determinar el peso y las masas de los diversos cuerpos del sistema solar y, finalmente, calcular las perturbaciones resultantes de las atracciones mutuas de los planetas. La palabra perturbación podría hacernos temer que, en un período, por remoto que sea, las leyes que mantienen a los planetas en su curso pudieran ser finalmente superadas por fuerzas contrarias, y la consecuencia fuera una catástrofe irreparable. Pero los cálculos de Laplace han demostrado que todas las alarmas sobre este tema son completamente infundadas, pues las perturbaciones planetarias están tan sujetas a leyes eternas como todos los demás movimientos de los cuerpos celestes; nunca superan cierto límite, se corrigen mutuamente y no pueden volverse peligrosas.

 Por un admirable mecanismo, digno del Arquitecto Supremo de los mundos, incluso las desviaciones de los planetas contribuyen a la eterna armonía de las esferas.

Cuando Herschel descubrió Urano, ese tenue planeta que recibe los tenues rayos del sol desde una distancia de 1.600.000.000  millas geográficas, se supuso que se habían alcanzado los límites máximos de nuestro sistema solar, y que más allá debían comenzar las vastas soledades que separan los dominios de nuestro sol de los de la estrella fija más cercana. Pero Urano mostró perturbaciones en su trayectoria, que no podían explicarse por la atracción de Saturno y, por lo tanto, solo podían atribuirse a un planeta desconocido.

 Los cálculos de Le Verrier determinaron la posición y la masa de este nuevo cuerpo celeste; y apenas señaló el punto donde, con toda probabilidad, debía estar girando en el espacio, el telescopio del astrónomo berlinés Galle verificó la exactitud de sus afirmaciones y descubrió a Neptuno, orbitando como una estrella de octava magnitud, a  2,800,000,000 miles,  4.500 millones de kilómetros del Sol.

Verdaderamente un espléndido triunfo de la ciencia matemática, es una magnífica victoria de la mente humana calcular así la existencia de un mundo desconocido y ver, por así decirlo, a la luz de la razón, ¡lo que ningún ojo humano jamás había contemplado! Posiblemente otros planetas aún puedan girar más allá de Neptuno, que tal vez ningún telescopio pueda detectar jamás; pero por las perturbaciones que puedan causar, su existencia será tan evidente como si pudiéramos seguirlos en su brillante trayectoria.

Además de los planetas, las lunas y los numerosos cometas, existe una gran cantidad de cuerpos planetarios más pequeños, en parte dispersos, en parte agrupados en zonas anulares, que giran en órbitas elípticas alrededor del Sol. Cuando estos pequeños cuerpos planetarios entran en la esfera de atracción de la Tierra, obedecen a su influencia y, al precipitarse, dan lugar al fenómeno de las estrellas fugaces y los meteoritos.

ENTRADA DESTACADA

EDEN *SIR DAWSON*5-8

    EDÉN PERDIDO Y GANADO   ESTUDIOS DE LA HISTORIA TEMPRANA Y EL DESTINO FINAL DEL HOMBRE SEGÚN LO ENSEÑAN EN LA NATURALEZA Y EL APOCALIP...