viernes, 29 de enero de 2016

JOSE EFRAÍN RIOS MONTT, SIERVO O DICTADOR?--Joseph Anfuso y David Sczepanski

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José Efraín Ríos Montt-Imagen de libro Efraín Rios Montt SIERVO O DICTADOR?

 EFRAIN RIOS MONT

SIERVO

O

DICTADOR

La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala

 

Por

JOSEPH ANFUSO   Y   DAVID SCZEPANSKI

PROLOGO POR PAT ROBERTSON

 

SIERVO O DICTADOR

DIOS DA,…DIOS QUITA

 

 SIERVO

O

DICTADOR

_________________________

DIOS DIÓ…

DIOS QUITÓ

Job 1,21

 

RIOS MONTT


PROLOGO

 

Conocí al Presidente Ríos Montt apenas cinco días después del incruento golpe de estado dado por los oficiales jóvenes del Ejército de Guatemala que lo elevó al poder.

En un país conocido por su corrupción, opresión y violencia había ahora alegría y esperanza. Un régimen corrupto había sido depuesto y un hombre cristiano renacido, había sido nominado como Presidente de la Junta de Gobierno.

Pero, ¿quién era este nuevo líder? Encontré que era un hombre humilde, sencillo; de impecable integridad personal y con una profunda fe en Jesús. Sabía en mi corazón que Ríos ofrecía a su pueblo —e igualmente a todos los pueblos de la América Latina— una verdadera alternativa entre la opresión de oligarquías corruptas y la tiranía del totalitarismo comunista.

Sabía igualmente que sólo Dios podría sostener a su endeble gobierno, pues los recursos financieros de Guatemala habían sido agotados. La guerrilla comunista asediaba desde las montañas. El gobierno de los Estados Unidos rehusaba toda ayuda aduciendo violaciones a los derechos humanos por parte del régimen anterior. La prensa mundial frecuentemente de orientación izquierdizante estaba presentando a Ríos Montt como a un bufón piadoso.

El único recurso era la oración. Urgentemente solicitamos a millares y millares de evangélicos en todos los Estados Unidos que oraran, pidiendo a Dios concederle seguridad física y Su Bendición sobre el nuevo gobierno.

Poco a poco el milagro empezó a realizarse. El país comenzó a estabilizarse. Los procesos democráticos empezaron a tomar forma. Pero muy especialmente la tan persuasiva y perpétua "mordida" y la corrupción fueron eliminadas junto con el miedo del pueblo a los escuadrones de la muerte.

Luego vino la mañana del 8 de Agosto de 1983. Ríos Montt fue depuesto por un grupo de militares Superiores inquietos por su manera franca de expresar su fe religiosa y motivados por el deseo de recobrar el poder. El breve "experimento" de Ríos Montt había terminado.

Pero las interrogantes persistieron: ¿Quién era este General cristiano, cuyo estilo emocional y creencias religiosas habían acaparado, aunque fuera momentáneamente, la atención mundial? ¿Había él verdaderamente representado una esperanza para la gente de Guatemala y de la América Central?

La historia de Efraín Ríos Montt —General, político, candidato, embajador, director de escuela, líder nacional y cristiano fervoroso—— constituye una lectura fascinante.

Pat Robertson

Club 700 y CBN Network

 

INTRODUCCION

 

Conocimos a Efraín Ríos Montt cuando él, su esposa María Teresa y su hija Zury visitaron Eureka, California, en 1979. Su apariencia era la de un hombre no muy alto, bien vestido, con cabello y ojos negros, bigote un poco canoso y de modales corteses y gentiles. Al principio nos pareció reservado y callado, cosa normal para quien habla poco inglés, pero cuando se paró frente a la congregación de nuestra Iglesia se transformó una personalidad expresiva y animada. Saltaba a la vista que estaba acostumbrado a hablar frente al público.

El hecho de ser un General del Ejército de Guatemala era algo muy interesante, aunque en ese entonces no sabíamos qué implicaba eso en Guatemala. Tal vez lo que más nos impresionó fue saber que había sido candidato a la presidencia de su país en 1974 y que, según los informes de ese entonces, las elecciones le habían sido robadas. Sin embargo, el hecho más grato para nosotros fue saber que teníamos en él a un hermano en Cristo, de quien amigos mutuos de Guatemala se expresaban positivamente, como un hombre dedicado a servir al Señor.

Tres años después, en la tarde del 23 de marzo de 1983, el teléfono de nuestra iglesia en Eureka sonó y oímos la voz de la secretaria de la iglesia en Guatemala, Mary Jo, que nos decía "Díganle a todos que oren por Efraín, Francisco y Tom. Hubo una especie de golpe de Estado esta mañana y algunos militares se comunicaron con Efraín y le pidieron que hablara con ellos. Se fue con Francisco y Tom y desde entonces no sabemos nada. Podría ser algo serio".

El 24 de Marzo muchos quedamos sorprendidos al ver en las noticias de la noche la figura de Efraín Ríos Montt frente al Palacio Nacional de Guatemala, vestido con traje militar de campaña, dirigiéndose a los corresponsales extranjeros como el portavoz de la Junta Militar que había depuesto al gobierno derechista del General Romeo Lucas García.

Estábamos estupefactos preguntándonos: "¿Qué estaba haciendo Ríos Montt ahí?"  ¿No había renunciado a la política? ¿Habría organizado él mismo el golpe?"

Nosotros no éramos los únicos que nos hacíamos esas preguntas. Puesto que los sucesos de Centro América eran de interés mundial, el golpe fue noticia importante. Los periodistas de todo el mundo especulaban sobre Ríos Montt: ¿Quién era él? ¿Cómo había llegado al poder? ¿Qué pensaba hacer? ¿Qué habría respecto a su franca postura religiosa? Y ¿podría él, como algunos decían, ofrecer una verdadera esperanza para lograr una "nueva Guatemala"?

Conforme transcurrieron los dieciséis meses del extraño y controvertido gobierno de Ríos Montt, muchas de estas preguntas parecieron cada vez más difíciles de responder.

Algunos dijeron que fue un genocida, arquitecto de una brutal campaña antiguerrilla que dejó a miles de inocentes muertos. Otros, que era un hombre bueno —tal vez actuando sólo como un caudillo sin poder manipulado por fuerzas muy poderosas. Pero había otros que creyeron que Ríos Montt y su administración fueron una oportunidad única, ahora perdida, de lograr un cambio profundo y perdurable en Guatemala.

La historia que aquí relatamos sobre este hombre y su país es el resultado de varios viajes a Guatemala, docenas de entrevistas y meses de investigación. Ofrece algunas respuestas a esas preguntas cruciales sobre Ríos Montt.  Ofrece también un breve vistazo, dentro del explosivo territorio que es la América Central y dentro de la vida de un hombre, cuyo paso por la presidencia de Guatemala sucedió en uno de los momentos más difíciles de la historia
de ese país.

Joseph Anfuso

David Sezepanski

 

  CAPITULO I

¿Un Dictador Cristiano?

 

Viniendo de El Salvador, la carretera Panamericana llega a un punto en donde desemboca en el valle de la ciudad de Guatemala. Blancas torres de apartamentos, edificios de oficinas y residencias privadas refulgen contra el marco verde de la vegetación de Guatemala, "el país de la eterna primavera". La Capital aparece rodeada de profundos barrancos bordeados de árboles. Una cadena de volcanes vigilan silenciosamente a distancia, mientras una leve neblina descansa sobre la ciudad tranquila.

Es difícil imaginar a este país fabuloso y verde, con sus derruidas iglesias coloniales, sus volcanes humeantes y sus ancestrales ruinas Mayas  como un sitio de violencia, terror y corrupción. Sin embargo, en los últimos años, los asesinatos, el terrorismo, los secuestros y el caos político han sido parte integrante de la vida de Guatemala.

"La situación de Guatemala está empeorando", escribió un corresponsal de Le Monde de París, en la edición de Marzo de 1982 del World Press Review. "En las últimas veinticuatro horas, cuando menos treinta y seis personas han sido asesinadas, víctimas de la violencia política. La explosión de un automóvil con bombas caza-bobos ocasionó siete muertos en un pueblo del interior. En la ciudad de Guatemala los grupos de extrema derecha colgaron a dos personas acusándolas de "ladrones". Una gran parte del país, incluyendo la Capital, quedó sin electricidad a causa de la actividad terrorista. . . La muerte impera en todas partes y las cifras lo corroboran: 30,000 muertes políticas desde 1954, 3,000 sólo en 1980; de 50 a 60 diariamente en las últimas semanas".

Sin embargo, en el contexto de la región centroamericana, herida por los movimientos revolucionarios, la situación de Guatemala en esa primavera de 1982 no era nada extraño. En Nicaragua una revolución sangrienta había derrocado al régimen de Anastasio Somoza y la presencia inmediata de Cuba y la Unión Soviética en Managua, a seguidas de la victoria Sandinista, obligó a los otros dirigentes de Centro América a tomar acciones más severas en contra de los insurgentes izquierdistas. En El Salvador, la opresión derechista y el terrorismo izquierdista ya habían llegado al punto de una devastadora guerra civil. Y en Guatemala se informaba que la guerrilla operaba sobre el 60 o/o del pais. El 22 de Marzo la revista Business Week publicó un artículo advirtiendo que "la batalla Centro América podría estarse librando en Guatemala".

La lucha contra los insurgentes izquierdistas era sólo uno de los problemas que afrontaban los líderes guatemaltecos. Estaba también el déficit monetario, de proporciones gigantescas, agravado por la fuga de capitales y la acelerada inflación mundial. El turismo, una de las principales fuentes de la economía guatemalteca, prácticamente se había extinguido, y las exportaciones agrícolas, vitales para el país, se habían reducido debido a la baja de sus precios. Y para empeorar el cuadro, la corrupción gubernamental y la violencia política iban en ascenso.

En 1982 la mordida y el soborno se habían hecho prácticas corrientes en el mundo de los negocios de Guatemala y, tristemente, sus máximos promotores se situaban en las altas esferas del gobierno. El sistema judicial de Guatemala yacía en ruinas, impartiéndose justicia sólo a aquellos que podían pagar por ella o que querían matar por ella. Cada semana, docenas de cadáveres, víctimas de torturas y del asesinato político, aparecían a lo largo de los caminos por todo el país. Los escuadrones de la muerte, sancionados por el gobierno con nombres como Ojo por Ojo y La Mano Blanca, recorrían las ciudades buscando venganza en contra de sus oponentes políticos. Los terroristas izquierdistas volaban puentes, bancos, gasolineras y negocios particulares con una regularidad que infundía miedo. Los secuestros, especialmente de hombres de negocios y de políticos importantes, se multiplicaban. Guatemala estaba al borde del desastre.

Y llegó entonces la mañana del 23 de Marzo de 1982. Un grupo de Oficiales jóvenes del Ejército amargados por una corrupción en el gobierno que llegaba hasta las más altas esferas, rodearon el Palacio Nacional en la ciudad de Guatemala conminando al Presidente, General Romeo Lucas García, a dimitir del cargo.

Al filo del medio día Lucas se había ido y Efraín Ríos Montt, un General en disponibilidad, que gozaba de reputación de honradez, fue llamado por los Oficiales golpistas para hacerse cargo de la presidencia. En ese momento los Oficiales quizás ignoraban que el General Ríos Montt era un "cristiano renacido" profundamente comprometido con su fe.

No siendo parte del golpe, Ríos Montt asombró al mundo y a los jóvenes Oficiales ese mismo día cuando mencionó a Dios en su primer discurso. "Estoy confiando en Dios mi Señor y Rey, para que El me guíe, porque sólo El dá y sólo El quita la autoridad", declaró en la conferencia de prensa la misma noche del golpe.

Aunque algunos dudaron del "fundamentalismo ferviente" de Ríos Montt, todos estuvieron de acuerdo en que las primeras semanas de su gobierno fueron diferentes por la tranquilidad general que se extendió por toda Guatemala y por la tan necesitada eliminación de los abusos gubernamentales. El Embajador de los Estados Unidos, Frederic Chapín, declaró a los pocos días del golpe: "El gobierno de Guatemala ha salido de la obscuridad a la luz. Y estamos a años luz de distancia de lo que era antes".

 EIogiado por la rápida remoción de los funcionarios públicos implicados en la anterior corrupción y en los escuadrones de la muerte, Ríos Montt parecía destinado a guiar a Guatemala por un sendero enteramente nuevo. Se sentía comprometido, declaró, de construir "la nueva Guatemala". La opinión pública respondió con entusiasmo.

La revista Time, en su edición del 19 de Abril, afirmó que "en Guatemala, el grupo de Oficiales jóvenes que depusieron el mes pasado al gobierno represivo del General Fernando Romeo Lucas García han producido un cambio dramático de ambiente. Ríos Montt parece dispuesto a cambiar a su país de la noche a la mañana".

Otro artículo en el diario Washington Post añadía lo siguiente: "Ríos Montt desafía el concepto corrupto y autoritario del General guatemalteco. Se ha lanzado a una limpieza del gobierno que tiene todas las trazas de una cruzada espiritual contra los abusos de poder y la corrupción, que desde hace tantos años tipificaban al oficialismo guatemalteco".

Por su parte, la publicación Christian Science Monitor ratificaba esos conceptos escribiendo que: . . ."Ríos Montt ha logrado, cuando menos temporalmente, el apoyo de la mayor parte de su país; en la ciudad capital, en los departamentos y en todas las áreas rurales se oye muy poca crítica en contra de este General cristiano".

Un    político    guatemalteco, entrevistadopor el Washington Post, declaró "El no es el Mago de Oz y sus maneras de explicar las cosas son algo raras, pero hasta ahora es difícil culparlo por lo que está tratando de hacer. Está tratando de limpiar el gobierno y nuestra deteriorada imagen ante el mundo: No podemos estar en contra de eso".

La revista Time también expresó un sentir similar: "Nadie está diciendo que Ríos Montt ya esté resolviendo los problemas endémicos de Guatemala como la miseria, el hambre y la guerra civil; pero ha hecho una labor excelente al ganarse la confianza del pueblo y haber restablecido el orden en la ciudad. Tiene la oposición de algunos políticos... pero hay muchos guatemaltecos que se preguntan si no sería mejor darle a este General Cristiano una oportunidad para que demuestre lo que puede hacer".

En los siguientes tres meses, de Abril a Junio, la opinión pública de Guatemala le continuaba siendo favorable. En la capital la violencia política prácticamente había desaparecido y la corrupción a niveles de gobierno se había cortado. Para Mayo, la deteriodada imagen de Guatemala parecía que estaba cambiando.

De pronto, a principios de Julio, las noticias sobre Guatemala en la prensa mundial empezaron a cambiar negativamente. De repente, Ríos Montt se convirtió en el blanco de graves y serias acusaciones.

Un artículo del Washington Post, del mes de Julio, decía lo siguiente: "Cuatro meses después de ascender al poder por medio de un golpe de Estado militar que hizo surgir la esperanza de reformas democráticas, el presidente de Guatemala, Efraín Ríos Montt se quiere perpetuar en el poder. Sus primeros discursos, salpicados con pintorescas y máximas de sus creencias protestantes fudamentalistas, dieron lugar a que  se creyera que no se le tomaría en serio como lider. .. En lugar dé ello, Ríos Montt ha orquestado su propio golpe de Estado en el Palacio, declarandose a sí mismo Presidente y forzando a los otros dos militares con quienes había llegado al poder a que se retiraran". Más adelante este mismo artículo atacaba a Ríos Montt, por haber impuesto el estado de sitio en Guatemala y "restricciones sobre las libertades personales y políticas, tan duras como bajo cualquier dictadura de América Latina".

Aun más inquietantes eran los informes sobre la brutalidad del Ejército en las áreas rurales. Este mismo diario escribió  que "en las remotas áreas del norte del país, en el Quiché y huehuetenango, vecinos entrevistados han declarado que el Ejército ataca los pueblos matando a las mujeres, niños y hombres desarmados sospechosos de colaborar con la guerrilla; estos ataques son frecuentes y no han tenido ningún cambio desde que Ríos Montt tomó el poder".

E'n el mes de Agosto un informe especial de /Amnistía Internacional, la poderosa organización que vela por los derechos humanos, acusó al Ejército de Guatemala de matar a más de 2,000 personas en el período comprendido (le] 23 de Marzo a finales de julio, en una forma nada diferente a la de los gobiernos anteriores".

En Octubre de 1982 los informes sobre la brutalidad del Ejército de Guatemala aparecían por todas partes. El diario New York Times, citando a Amnistía Internacional y basándose en entrevistas hechas a refugiados guatemaltecos en México, decía en un editorial: "Los subversivos más peligrosos en la Guatemala de Ríos Montt son los que usan el uniforme militar".

Aun Visión Mundial, la respetada agencia Cristiana de servicio, publicó un artículo en su revista mensual acusando a Ríos Montt de tener en su historia un pasado "intrincadamente involucrado en el ordenamiento de masacres de campesinos". ¿Cómo podría un Cristiano, empezaron a preguntarse algunos observadores, haber orquestado tan brutal reino de terror?

Muchos otros, sin embargo, salían a la defensa de Ríos Montt. Numerosos líderes cristianos de gran respeto, que visitaron Guatemala en los meses siguientes al golpe, hablaron públicamente en apoyo de él y de su gobierno.

Luis Palau, el renombrado evangelista latinoamericano, dijo en Guatemala, después de una cruzada evangelista a mediados de Octubre: "Encontramos que una bien concertada campaña de desinformación contra el gobierno de Guatemala está siendo financiada en los Estados Unidos por grupos que apoyan la insurgencia comunista en Guatemala. Esta es una campaña en la que se ignoran las masacres y la violación de los derechos humanos por parte de la guerrilla".

El editor de Christianity Today, señor V. Gilbert Beers, escribió así de Ríos Montt: "El no se parece mucho a sus retratos. Había visto muchos retratos de él antes de ir a Guatemala y todos lo mostraban como a un hombre fuerte y duro, carnuflageado con un uniforme del ejército. Me sorprendió mucho encontrarme con una persona cálida, agradable y sonriente, qm, asistía a su iglesia los domingos por la mañana entrando y saliendo casi desapercibido".

Aún el Presidente Reagan, después de una gira relámpago a la América Latina, a principios de Diciembre, dijo a los periodistas que Guatemala estaba teniendo un resurgimiento y que Rios Montt era un hombre "de gran integridad personal.

Luego, el 16 de enero de 1983, diez meses después del golpe de Estado que había llevado a Ríos Montt al poder, uno de los principales periódicos de los Estados Unidos, The San Francisco Chronicle, corroboró este mismo sentimiento en uno de sus editoriales al decir lo siguiente: "Tenemos que concluir reconociendo que en verdad un cambio real y para bien ha estado sucediendo en Guatemala. Este presidente guatemalteco, un cristiano nacido de nuevo, está ganando estimación en los niveles de toma de decisiones en los Estados Unidos por sus esfuerzos y progresos hacia la restauración de los derechos humanos en su país".

Sin embargo, cuando se cumplió el primer aniversario del golpe, el 23 de Marzo de 1983, otros observadores extranjeros de los sucesos en Guatemala no pudieron llegar a conclusiones definitivas. Algunos denunciaban a Ríos Montt como a un dictador brutal y derechista, responsable de asesinar a miles de personas inocentes. Otros lo elogiaban como a un hombre de gran compasión e integridad, cuyo gobierno había sacado a Guatemala de la obscuridad hacia la luz.

¿Quién estaba diciendo la verdad? ¿Qué clase de hombre era este que simultáneamente atraía admiración y amor y acusación y denuncia?

De repente, el 8 de Agosto de 1983, estas preguntas perdieron importancia. Esa mañana un grupo de Generales y Coroneles —aduciendo que "el Presidente estaba siendo manipulado por un grupo de fanáticos religiosos"— depuso a Ríos Montt con un golpe de estado que abruptamente terminó con su controvertida y enigmática manera de gobernar.

Para muchos, en ese momento, Ríos Montt dejó de ser una figura y pasó a ser sólo una mención transitoria en la turbulenta y trágica historia política de la América Latina. Un sacerdote católico, en su euforia por la caída de Ríos Montt, llegó incluso a decir que él había sido "un accidente en la historia de Guatemala".

Pero si la historia que sigue es cierta, la vida de Efraín Ríos Montt, incluyendo su desconcertante y discutida presidencia, podrán no ser sólo una "mención transitoria" o un "accidente". Al investigar tras los titulares sensacionalistas y las noticias conflictivas generalmente cargadas de ideología, encontramos la historia poco común de un hombre que sinceramente creyó que Dios le había dado la autoridad y el poder para dirigir a su país y que cuando esa autoridad y poder le fueron quitados también lo aceptó como un hecho de Dios.

Al revisar su vida, sus luchas durante su carrera militar, su súbita ascención al poder, la tormenta de controversias en torno a su breve término presidencial y su inesperado derrocamiento, encontramos que hay mucho más respecto a Rios Montt que lo que la prensa o cualquiera  de sus críticos estuvieron anuentes a reconocerle. En verdad  una  imagen dramática y diferente surge en contraste con la que la prensa creó dentro de las mentes de mucha gente.

¿Cual es entonces la verdad respecto a RiosMontt? ¿Quién es este hombre? ¿Quién le dió la seguridad de creer que Dios le dió y le quitó el poder para gobernar a Guatemala? ¿Y cuál es la verdad respecto a su breve pero controvetiido mandato?

Estas son algunas de las preguntas que surgende  la búsqueda de la verdad respecto a Efraín Rios Montt. Para tratar de responderlas debempos buscarlas en él, como persona, y en las fuerzas que lo forjaron.

Nuestra historia principia en el año de 1933, en  la ciudad de Huehuetenango, en la República de Guatemala.

Buscar la continuación en entradas de este mismo blog en  Noviembre de 2023 Hispan 1; y en entradas de blog Hispan 2.


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