VIENTO SOLLOZANTE
MI CORAZÓN INQUIETO
CAPITULO VEINTINUEVE
Fl sol del verano rojo y ardiente, se ocultaba tras los cerros, mientras Don y yo tomados de la mano, contemplábamos desde las colinas rocosas, nuestra casa en tonta manera.
Los niños estaban ocupados, corriendo entre los altos pinos, jugando a la escondida.
Pequeño Antílope había crecido mucho. Era un muchachito callado, pensativo y sensible y yo sabía que nuestro primogénito nos daría siempre motivos de estar orgullosos.
Ciervo Perdido era todo risas y chistes y le hacía rabiar a su hermano pequeño hasta las lágrimas. Ciervo Perdido siempre podía hacer reír a cualquiera, incluso en sus peores días y la vida le resultaría mucho más fácil que a la mayoría de las personas.
Nube de Nieve era pequeño para su edad y a veces difícil de comprender, pero tenía la carita de un ángel y al hacerse mayor logrará grandes cosas.
Y Tormenta Primaveral es una gordita cariñosa. ¡Qué preciosa eres, hija mía y qué gozo nos das!
Tormenta Primaveral se acercó a mí y me entregó una florecita que había aplastado con su manita regordeta.
Yo la tomé, la acerqué a mis labios y la besé. ¡ Flores de verano! i Qué recuerdos me traen!
Miré a Don, mi maravilloso, fuerte y paciente esposo, mi ancla, mi roca y mi gran amor.
Se volvió, me sorprendió mirándole y me sonrió. —Creo que la próxima primavera te compraré un caballo —me dijo.
240 MI CORAZÓN INQUIETO
—¡Un caballo, voy a tener un caballo! —dije encantada. —¡ Con un caballo seré otra vez india!
—¡Viento Sollozante tú nunca has dejado de ser india! Siempre pertenecerás a la puesta de sol de hace cien años. El resto del mundo vive en el siglo veinte y habla acerca de enviar cohetes a Marte, pero tú vives en el siglo dieciocho y hablas acerca de los caballos que corren por el dilatado desierto. Tú has sido siempre india y siempre lo serás. Tu amor por los espacios abiertos es parte de nuestros hijos, lo veo en sus ojos. Las montañas, el viento, les llaman y los ponen inquietos. Míralos ahora, corriendo entre los árboles, no son solamente niños que juegan, se parecen más a los caballos salvajes que corren en estampida por el valle.
Mi esposo agregó con tristeza: —Viento Sollozante, son tus hijos y qué poca sangre mía llevan.
—Pero se parece más ti —le dije, queriendo borrar la tristeza de su voz.
—Sí, tienen la piel sonrosada y los cabellos rubios, pero en sus ojos negros se dibuja esa expresión cerril que viera yo una vez en el rostro de una doncella kielcapu en un bosque, hace tiempo. Y al decirlo, sonrió.
Durante tanto tiempo la vida me había parecido un puñado de polvo, pero cuando le entregué mi vida a Dios, él había llenado ese vacío, me había quitado el temor y había colmado de paz mi corazón.
—¡No me falta nada, absolutamente nada en el mundo —dije sonriendo.
Don me tomó de la mano, y emprendimos el regreso a casa.
Nuestros tres hijos corrían fuertes delante de nosotros, riendo y gritándonos que nos diésemos prisa, mientras Tormenta Primaveral daba pasitos inciertos a nuestro lado.
Se estaba poniendo el sol, cubriendo de arreboles cielo y tierra. "Viento Sollozante, me dije, se han cumplido tus sueños." FIN
Fl sol del verano rojo y ardiente, se ocultaba tras los cerros, mientras Don y yo tomados de la mano, contemplábamos desde las colinas rocosas, nuestra casa en tonta manera.
Los niños estaban ocupados, corriendo entre los altos pinos, jugando a la escondida.
Pequeño Antílope había crecido mucho. Era un muchachito callado, pensativo y sensible y yo sabía que nuestro primogénito nos daría siempre motivos de estar orgullosos.
Ciervo Perdido era todo risas y chistes y le hacía rabiar a su hermano pequeño hasta las lágrimas. Ciervo Perdido siempre podía hacer reír a cualquiera, incluso en sus peores días y la vida le resultaría mucho más fácil que a la mayoría de las personas.
Nube de Nieve era pequeño para su edad y a veces difícil de comprender, pero tenía la carita de un ángel y al hacerse mayor logrará grandes cosas.
Y Tormenta Primaveral es una gordita cariñosa. ¡Qué preciosa eres, hija mía y qué gozo nos das!
Tormenta Primaveral se acercó a mí y me entregó una florecita que había aplastado con su manita regordeta.
Yo la tomé, la acerqué a mis labios y la besé. ¡ Flores de verano! i Qué recuerdos me traen!
Miré a Don, mi maravilloso, fuerte y paciente esposo, mi ancla, mi roca y mi gran amor.
Se volvió, me sorprendió mirándole y me sonrió. —Creo que la próxima primavera te compraré un caballo —me dijo.
240 MI CORAZÓN INQUIETO
—¡Un caballo, voy a tener un caballo! —dije encantada. —¡ Con un caballo seré otra vez india!
—¡Viento Sollozante tú nunca has dejado de ser india! Siempre pertenecerás a la puesta de sol de hace cien años. El resto del mundo vive en el siglo veinte y habla acerca de enviar cohetes a Marte, pero tú vives en el siglo dieciocho y hablas acerca de los caballos que corren por el dilatado desierto. Tú has sido siempre india y siempre lo serás. Tu amor por los espacios abiertos es parte de nuestros hijos, lo veo en sus ojos. Las montañas, el viento, les llaman y los ponen inquietos. Míralos ahora, corriendo entre los árboles, no son solamente niños que juegan, se parecen más a los caballos salvajes que corren en estampida por el valle.
Mi esposo agregó con tristeza: —Viento Sollozante, son tus hijos y qué poca sangre mía llevan.
—Pero se parece más ti —le dije, queriendo borrar la tristeza de su voz.
—Sí, tienen la piel sonrosada y los cabellos rubios, pero en sus ojos negros se dibuja esa expresión cerril que viera yo una vez en el rostro de una doncella kielcapu en un bosque, hace tiempo. Y al decirlo, sonrió.
Durante tanto tiempo la vida me había parecido un puñado de polvo, pero cuando le entregué mi vida a Dios, él había llenado ese vacío, me había quitado el temor y había colmado de paz mi corazón.
—¡No me falta nada, absolutamente nada en el mundo —dije sonriendo.
Don me tomó de la mano, y emprendimos el regreso a casa.
Nuestros tres hijos corrían fuertes delante de nosotros, riendo y gritándonos que nos diésemos prisa, mientras Tormenta Primaveral daba pasitos inciertos a nuestro lado.
Se estaba poniendo el sol, cubriendo de arreboles cielo y tierra. "Viento Sollozante, me dije, se han cumplido tus sueños." FIN
Donde puedo conseguir estos libros de viento sollozante!
ResponderEliminarPuede decirme Donde puedo conseguir los libros de viento sollozante!! Gracias!
ResponderEliminarDónde consigo el libro
ResponderEliminarEstos 2 libros son dificiles de conseguir, te sugiero que vayas copiando en editor de word en un formato estilo libro a dos caras, luego imprimes y formas tus libros
EliminarGracias por compartir, esta novela la leí cuando tenia 10 años, y me encantó leerla de nuevo.
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