domingo, 13 de marzo de 2016

ÁNGELES MAGNIFICOS VISITANTES

  Actualizado el 2 de febrero de 2021
MAGNIFICOS VISITANTES 
Por Ann Wedgeworth
CAPITULO UNO
Mensajeros de Dios
—No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles." Hebreos 132
Hace algunos años una niñita se extravió y se desvió hacia la calzada, y un camión de gran tamaño y peso la atropelló y pasó sobre ella. El conductor, al darse cuenta de lo que había sucedido, se detuvo, y habiéndose juntado una multitud, llamaron a la madre al lugar del accidente. Informaron a la angustiada madre que las ruedas traseras dobles del vehículo habían pasado por sobre su hija. Sin embargo, cuando ella llegó a donde estaba la niña, quedó asombrada de que su hija no estuviera muerta. ¡En realidad, no tenía ni un rasguño!
En medio de exclamaciones de alivio, la pequeña se incorporó y dijo: —¿Pero, no vieron a ese ángel? ¡Yo vi cómo extendió la mano y levantó las ruedas cuando pasaban por sobre mí! ¡Ni siquiera sentí los neumáticos!'
Esta historia verídica fue relatada por Gladys Wolverton, misionera en Sudáfrica, que había leído el relato en un artículo periodístico. La señora de Wolverton mencionó también la asombrosa historia siguiente:
Por varios días antes de su muerte, una niña de 10 años fue visitada a diario por un ángel en el hospital. Mientras su madre la acompañaba, sentada al lado de la cama, la niña describía la presencia y belleza del ángel.
La pequeña había contraído varicela y se habían presentado complicaciones. Su corazón se había dañado, y estaba enferma de gravedad. La madre se sentía muy amargada ante la idea de perder a su hija única. Aunque la madre no podía ver al ángel, "sabía cuándo él estaba allí, por el comportamiento de su hija y por las descripciones que ella hacía de su admirable belleza". La madre trató por todos los medios posibles de "desalentar las visitas del ángel y de persuadir a su hija de que las visitaciones no eran reales".
Un día la niñita extendió los brazos y le dijo a su madre: — ¡Esta vez él ha venido para llevarme! ¡Por favor no trates de detenerme. Tengo que ir! — Un momento después se había ido.
La señora de Wolverton añadió que ella conocía a la enfermera cristiana que había cuidado a la niñita durante aquellos días antes de su muerte.
Contemplar la presencia de un ser majestuoso — un ángel — es tener el privilegio de vislumbrar algo de la gloria y del esplendor del cielo. Hoy en día hay mucha gente alrededor del mundo, que ha visto a estos magníficos visitantes. Se han reportado historias actuales de tales hermosos y extraordinarios encuentros, relatados por ministros, misioneros y obreros de varias denominaclones. El testimonio de su presencia abunda por (odas partes.

domingo, 13 de marzo de 2016

MAGNIFICOS VISITANTES Por Ann Wedgeworth-- Los ángeles de Dios en la tierra

MAGNIFICOS VISITANTES
Por Ann Wedgeworth
Los ángeles de Dios en la tierra

Norma Zimmer, estrella del popular Lawrence Welk Show por más de 18 años, fue visitada por un ángel cuando su hijo estaba muy enfermo. Así lo relata ella:
De pronto me di cuenta de un resplandor que había a mis espaldas. Miré a mi alrededor. De pie cerca de la cama estaba una hermosa joven rubia con una blusa blanca y una falda oscura ;Me sentí sobrecogida! Yo no estaba durmiendo. En realidad, estaba totalmente despierta. La contemplé atónita por lo que pareció como treinta segundos. Simplemente permaneció allí, con una radiante sonrisa en su rostro, contemplando a Ron, mi hijo. Luego desapareció. Fue una experiencia gloriosa. No sentí temor, solamente asombro. Ha sido mi convicción, desde entonces, que me fue permitido ver al ángel guardian de Ron.' El amor y la presencia de Dios nos rodean. El ha enviado sus poderosos y magníficos mensajeros a muchos individuos. La presencia electrizante de estos seres celestiales ha consolado a muchos, ha aquietado temores, y ha renovado la fe de numerosas personas en todas partes. Sus relatos están consignados a lo largo de las páginas de este libro.
  
domingo, 3 de abril de 2016

MAGNIFICOS VISITANTES Ann Wedgeworth- VINO UNA EXTRAÑA-Bella e inspiradora Historia

domingo, 1 de mayo de 2016

MAGNIFICOS VISITANTES- Magnifica Historia Por Ann Wedgeworth -Más que un ángel

 MAGNIFICOS VISITANTES 
Por Ann Wedgeworth

En esta otra historia, de Burton Pierce, que apareció en la revista Pentecostal Evangel, la dirección y el consejo del Señor pueden verse con toda claridad:                 
                           
  MÁS QUE UN ÁNGEL

Cuando los ángeles aparecen en la tierra, ¿se parecen a los hombres?
Permítanme contarles una experiencia que ocurrió el verano pasado (1973), y luego hagan sus propias conclusiones.
   El 15 de agosto estaba yo en Bessemer, en la península superior de Michigan. Mi madre, mi sobrina nieta y yo habíamos decidido viajar en automóvil a Duluth, Minnesota, que se encontraba a unos 160 kilómetros de distancia.
Cerca de Ashland, Wisconsin, decidimos usar una carretera estatal que corre a lo largo del lago Superior, en vez de tomar la ruta más directa.
Nos detuvimos en Bayfield para almorzar; enseguida seguimos a lo largo de la reservación india Red Cliff. Eran aproximadamente las 2 de la tarde.
Cuando pasamos un pequeño parque de al lado del camino que va al borde del lago, sentí el impulso de detenerme. Pero, debido a que todavía nos quedaba cierta distancia que recorrer, me desentendí de esa idea y continué conduciendo. Unos veinte kilómetros más adelante sentí que el Espíritu me recordaba una y otra vez que debía regresara ese parque. De modo que nos dimos vuelta y regresamos.
Reconozco que dudé del asunto cuando salí del vehículo y me senté en lá verde ladera. No había evidencia alguna de que alguien más estuviera por allí. Nosotros tres aprovechamos el momento para descansar y orar.
De pronto un hombre emergió de la otra parte del parque, y noté que estaba llorando.
Se dirigió directamente hacia mí, y después de unos momentos, me dijo: — Usted es Burt, ¿verdad?
Nos sentamos junto a una de las mesas campestres, uno frente al otro, y él desahogó su corazón. Bill era mitad indio. Me contó la trágica historia de un accidente automovilístico en el cual él se vio envuelto en Oregón. Su esposa y su única hija murieron cuando el vehículo se precipitó a un desfiladero.
Ese día que me encontré con Bill, se sentía tan sobrecogido de remordimiento y de soledad, que había planeado quitarse la vida. El Espíritu Santo me dirigió a ese hombre, de modo que pudiera ministrarle.
Así pues, exhorté a Bill para que mirara al Salvador, que podía suplir sus necesidades. Cité la Palabra de Dios y oré con él. Y Bill abrió la puerta de su corazón y pidió a Jesús que entrara a su atormentada vida.
Supe entonces, por qué sentí el fuerte impulso de regresar a ese remoto parque situado a lo largo del camino. Pero una cosa me tenía perplejo aún, por eso le pregunté a Bill: —¿Cómo sabía mi nombre?
Pensé que podía haberme escuchado hablar en alguna Confraternidad de Varones, o tal vez nos habíamos conocido en algún lugar antes.
Bill me miró extrañado. —¿Qué, no recuerda? — comenzó diciendo —. Estuvimos hablando esta mañana en la parte baja del parque.
—    Pero Bill — objeté —, yo estaba muy lejos de aquí esta mañana.
—    No, Burt, tiene que haber sido usted. Era igual que usted, excepto que tenía una camisa deportiva de otro color. Y me dijo que viniera a la parte alta del parque y que lo esperara.
Le aseguré que no pude haber sido yo de manera alguna, y le expliqué dónde había estado a esa hora. Entonces me miró y preguntó: — Bueno, ¿de dónde es usted?
—Vivo en Springfield, Missouri.
El replicó inmediatamente: —¡Usted me dijo esta mañana que era de lejos, de Missouri!
A esa altura, todos nos dimos cuenta de que la persona que Bill había encontrado esa mañana, no era un ser humano sino un mensajero angelical enviado para detener sus acciones autodestructivas, hasta que yo pudiera dirigirlo hasta Cristo.
Fue algo serio darse cuenta de cuánto me había demorado en llegar hasta el parque, y todo esto mientras Bill había estado sentado, hora tras hora, esperando al mensajero humano de parte de Dios que habría de venir.
Si en verdad había un ángel en el parque, entonces fue conmovedor que se parecía a mí. Pero más que eso, fue solemne para mí saber que el ángel fue enviado para detener los impulsos autodestructivos de Bill, hasta que un ser humano llegara al lugar adecuado, a una hora tardía, para guiar a esa alma necesitada a Cristo. Porque es a los hombres, no a los ángeles, a quienes Dios ha dado el mensaje de reconciliación.
Considere las palabras del ángel que rescató a los apóstoles cuando fueron lanzados en prisión por predicar el evangelio. Fueron desafiados a continuar esparciendo las buenas nuevas, aun cuando ellos sabían que eso podía significar otra sentencia de prisión:
Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida (Hechos 5:19,20).

MAGNIFICOS VISITANTES
Ann Wedgeworth

 CAPITULO DOS
VINO UNA EXTRAÑA - TRECE A LA MESA

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Trece a la mesa

La mujer sobriamente vestida que llamó a la puerta de nuestro hogar en Newberg, Oregón,alrededor de las 10:30 una mañana, era totalmente extraña para mí.
Me sentía tan débil y enferma que apenas podía permanecer de pie, y me agarré de la puerta para sostenerme. Todo lo que capté de lo que ella dijo fue la palabra oración.
Supuse que había venido a pedir ayuda, y como mi esposo estaba ausente, celebrando reuniones evangelísticas en otra ciudad, aun cuando me sentía enferma y mareada, consideré que no debía despedirla.
La invité a entrar y me postré débilmente sobre mis rodillas al lado del sofá, mientras ella se quitaba un pañuelo mojado de su cabello empapado por la lluvia y dejaba su abrigo a un lado.
Al comenzar a preguntarle sobre su necesidad, ella dijo: — No vine para pedir oración. El Padre me ha enviado a ministrarte a ti, hija querida. El me ha enviado a ti a causa de tu aflicción y tu gran necesidad; llamaste con todo tu corazón y pediste en fe.
Al, decir eso me levantó en sus brazos, me acostó en el sofá, me tapó y me dijo: — Cuando clamaste a El en la noche, tu Padre celestial escuchó tu oración. Duerme ahora, hija mía, porque El cuida de ti.
Maravillada le dije: — Oh, gracias. Pero, ¿Cómo vino acá?
Como el cuervo vuela, así vine a ti — fue su extraña respuesta —. A causa del clamor de tu corazón en tu gran necesidad.
Me preguntó si podría usar el baño para lavarse. Cuando regresó, parecía una persona casi diferente. No había ni una muestra de haber estado en la lluvia; su abundante cabello castaño rojizo estaba hermosamente peinado, con trenzas suavemente enrolladas sobre la cabeza. Había un indescriptible resplandor sobre su brillante rostro, aunque era un rostro simple, de agradable aspecto.
Esto es lo último que recuerdo, porque yo, que no había podido dormir por varias noches, me dormí prontamente. Sólo Dios sabe cuánto lo necesitaba.
Habíamos pastoreado iglesias en los estados de California, Michigan y Iowa desde que nos casamos, pero sólo recientemente habíamos venido a Oregón, mi estado natal. El pastor de la Asamblea de Dios de Newberg me había pedido ayuda en la escuela dominical, en la obra entre la juventud y en la obra de visitación de casa en casa, de acuerdo a mis posibilidades de tiempo. Mi esposo estaba celebrando cultos en iglesias de los alrededores mientras esperaba una oportunidad de pastorear alguna iglesia.
Cuando fue llamado para las reuniones de avivamiento que estaba dando ahora, vaciló en dejarme sola. Después del nacimiento de nuestro nuevo hijo, el octavo, mi fuerza física no había retornado en plenitud. Sin embargo, no quise obstaculizar su ministerio. Le aseguré que podría arreglármelas de alguna forma, porque todos los niños habían sido enseñados a hacer su parte y eran magníficos para ayudarme.
Ese mismo lunes por la mañana, después de una noche de insomnio, me había quedado dormida a la hora que debíamos habernos levantado, y se me pasó la hora. Los niños y yo nos desayunamos a la carrera, pero dedicamos algún tiempo al devocional de la mañana. Durante toda nuestra vida matrimonial habíamos tratado siempre de tener una lectura de la Biblia y unos minutos de oración con todos los niños reunidos, inmediatamente después del desayuno.
Los dos niños mayores, Loren, estudiante de primer año de secundaria, y Delta, que estaba en el octavo año de primaria, lavaban los platos por lo general; pero esa mañana los había despedido para la escuela con mucha prisa. Delta se dio cuenta de mi situación y quería ayudarme, pero pensé que ella, no debía faltar otra vez a la escuela.
Los niños siempre ordenaban sus cuartos y hacían sus camas, pero esta lluviosa mañana todo estaba revuelto porque nos había faltado tiempo. Quedamos en que después de clases todos ayudarían en poner todo en orden.
Cuando se cerró la puerta después de salir el último niño, me sentí tan agotada, que me' pareció que no podría llegar al final del día. El montón de platos sucios, las camas sin hacer, la casa desordenada, y una gran cantidad de ropa para lavar, me abrumaban.
Me desplomé sobre el sofá, con la esperanza de descansar lo suficiente como para recuperar fuerzas para bañar a los dos pequeños, pero había sido interrumpida por la mujer que llamó a la puerta.
Tres horas más tarde, cuando desperté fortalecida, me quedé mirando con aturdida incredulidad mi transformada casa. Todos los juguetes y pertenencias de los niños habían sido recogidos, . y los pisos estaban limpios. Mi bebé de tres meses, recién bañado, dormía en su cuna. La mesa del comedor estaba extendida al máximo, cubierta con mi mejor mantelería, y puesta con mi mejor vajilla, con puestos para 13 personas; además de la silla alta para nuestra hija de 16 meses.
El aspecto de la cocina era aun más sorprendente. El montón de platos usados había sido lavado y colocado en su lugar. La niña, que por lo general no estaba quieta ni por un momento, estaba limpia y tranquilamente sentada en una silla cerca de la mesa, jugando con una cuchara. ¡Ella jamás había hecho esto! Había un bizcocho recién hecho, una gran fuente de ensalada, y otra comida preparada sobre la mesa de la cocina.
Y todavía eso no era lo más asombroso. El canasto de lavado del bebé y un cesto lleno de lavado de la familia, además de la ropa de todas las camas que había sido cambiada el sábado, había sido lavado, secado, planchado'y colocado en su lugar. Mi visitante estaba justamente en el proceso de guardar la tabla de planchar.
Yo miraba llena de incredulidad. De ningún modo mi máquina de lavar era capaz de procesar las varias tandas de toda esa carga en tres horas. Yo no tenía secadora, y estaba lloviendo. ¿Cómo había secado ella toda esa ropa?
Mis tres canastos de ropa para planchar que comúnmente yo hacía a ratos en dos días y que a menudo los niños me ayudaban a terminar, cuando llegaban de la escuela, ella los había hecho sin ayuda alguna. Descubrí más tarde que la; ropa de cada niño había sido doblada y colocada en el cajón correspondiente y que todas las camas habían sido hechas.
Cuando le expresé mi agradecimiento y mi admiración por la transformación de la casa, le pregunté: — ¿Cómo pudo hacer tanto en tan corto tiempo?
No es por mi fuerza, sino por la capacitación de Dios — dijo ella.
Le pregunté dónde vivía, dónde había pasado la noche, y otras preguntas, tratando de descubrir quién era y de dónde había venido, pero sus respuestas eran extrañas e imposibles de comprender.
Finalmente le pregunté: —¿Por qué hay tanta comida preparada y por qué la mesa del comedor está puesta? Por lo general comemos en la cocina cuando mi esposo está de viaje, y además, no somos tantos en la familia.
Su respuesta me dejó casi sin habla: — Oh, hija mía, pronto tendrás invitados.
Di un gran suspiro. —Trece personas a la mesa?
Sí — repitió ella — trece personas a la mesa.
Hablamos durante un rato en la cocina. Recuerdo muy bien la extraña sensación de reverencia que experimenté mientras ella me ministraba dulcemente con palabras de fe. Me sentía totalmente confundida respecto a todo el asunto. ¡Y todavía lo estóy!, Sin embargo, sé que sus palabras nunca se borrarán de mi memoria.
Cuando los niños regresaron de la escuela, cada uno echó una mirada a mi visita y se acercó a mí. Yo pude notar que estaban extrañados. Varios de los más pequeños susurraron: ¿Quién es ella, mamá? Ella tiene algo extraño, luce tan diferente.
Un poco antes yo le había preguntado su nombre con el fin de presentarla a mi familia. Ella me respondió: —Sencillamente di que soy una amiga, o una hija de Dios que vino causa de tu oracion. __asi les dije a los niños_Esta es una maravillosa dama que Dios envió para ayudarme hoy. Como ustedes ven, mamita oró durante la noche pidiendo ayuda, y Dios envió a esta maravillosa amiga.
Cuando mi esposo regresó, inesperadamente, poco después que los niños regresaron a casa, había cinco personas más con él. Alguien había fallecido en la iglesia, y las reuniones habían sido suspendidas por algunos días. Ya que mi esposo había dejado nuestro automóvil para mi uso, el pastor, su esposa, su hija, y otra pareja habían viajado para traerlo a casa. El regresaría posteriormente para continuar las reuniones.
Nuestra visita estaba a punto de partir cuando mi esposo entró a la cocina. Yo se la presenté a él, como lo había hecho con los niños. El dijo con dulzura: — Esto es maravilloso. Así es Jesús_
A las cinco, cuando estábamos sentados alrededor de la mesa para comer, con nuestros seis hijos mayores, nosotros dos y las cinco visitas, había trece personas a la mesa, además de la pequeña en la silla alta y el bebé en su cuna.
Nuestra visita desapareció para entonces, y descubrimos que todos los utensilios de cocinar habían sido lavados.
¿Qué podría yo haber hecho, en mi débil condición, en mi desordenada casa, sin la ayuda de esta admirable visitante? Me habría sentido desconcertada hasta las lágrimas. Mi esposo y mi familia se habrían sentido avergonzados, porque normalmente manteníamos nuestras tareas domésticas al día. Los invitados no se habrían sentido bienvenidos ni cómodos. Bajo tales circunstancias, no sé qué habría podido prepararles a ellos para comer. Cualquier mujer que haya estado desconcertada por un apuro similar, puede apreciar mi inmensa gratitud a  Dios por la ayuda de esta maravillosa visitante.
No podíamos comprender lo que nuestros ojos habían visto. Nunca habíamos oído de una visitación tal. Aunque sabíamos que era total mente imposible para ser humano alguno hacer todo lo que se había hecho en tan corto tiempo, en nuestra curiosidad e incredulidad naturales consultamos a amigos y vecinos, y aun a la policía de nuestro pequeño pueblo, acerca de la extraña. Nadie había oído hablar de tal persona, ni nadie nos podía dar pista alguna de su identidad
Nuestra única explicación es que ella era un ángel ministrador "enviado para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" (Hebreos 1:14).
Nunca he podido hablar de esta experiencia sin deshacerme en lágrimas ante la inefable misericordia y la tierna benevolencia de mi Padre celestial en enviarme ayuda en mi extrema necesidad. Ha sido algo tan sagrado para mí, que no lo he compartido muy a menudo por temor que otros pudieran burlarse con incredulidad.    

 Yo afirmo, delante de Dios que es mi Juez, que esto sucedió tal como lo he relatado. Por días yo había estado sin ánimo ni fuerzas; había orado durante las noche-~—pidiendo fuerzas para seguir adelante; y Dios, que vive para siempre contestó mi oración. 
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33).
Hay un versículo que debía ser reexaminado cuidadosamente, porque a menudo es leído superficialmente sin mucha meditación: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Hebreos 132).

jueves, 17 de marzo de 2016

EL EXTRAÑO ALTO Y RUBIO Por Nelson Sousa

 EL EXTRAÑO ALTO Y RUBIO
Nelson Sousa

 Copyright Disclaimer Under Section 107 of the Copyright Act 1976, allowance is made for fair use for purposes such as criticism, comment, news reporting, teaching, scholarship, and research. Fair use is a use permitted by copyright statute that might otherwise be infringing. Non-profit, educational or personal use tips the balance in favor of fair use
 
El 19 de diciembre de 1979, mi compañero Ray y yo estábamos trabajando como buzos en la construcción de un puente cerca de Somers Point, Nueva Jersey. La nieve había comenzado a caer temprano, y para el mediodía estaba tan fuerte que tuvimos que dejar el trabajo. Mientras atravesábamos por el lote de estacionamiendo noté que e auto de mi jefe no tenía cadenas para la nieve. "Oye John", le dije: "¿Quieres que te lleve a tu casa?, creo que no llegarás con esos neumáticos".
John lo consideró por unos momentos, luego moviendo Ia cabeza me dijo: "Está bien Nelson, puede que tengas razón". Pero tan pronto como comenzó a caminar hacia mi camioneta, se detuvo y regresó hacia su auto. "Oh, casi se me olvidaba", me dijo, buscando en su maletero, "aquí tienes el traje de bucear que me prestaste el mes pasado. Al fin recordé traerlo".
 Estuve a punto de dejarlo en nuestra oficina situada en uno de los carros de remolque donde almacenamos nuestro equipo; pero como el traje tenía algunos huecos, decidí llevarlo a casa y repararlo. Lo tiré en laparte de atrás de mi camioneta. Era la primera vez en mis diez años como buzo en que yo viajaría con uno de estos trajes protectores de goma en el carro. Estos siempre se dejaban guardados en el trabajo.
El viaje hacia el norte a través de la nieve era difícil; frenando y acelerando por todo el camino. Lo que debió habernos tomado una hora, nos tomó más de tres. Pero pasamos el tiempo hablando sobre la Navidad y los juguetes que le íbamos a comprar a nuestros hijos.
 Realmente no me importaba salir de la ruta para llevar a John, y cuando llegamos al desvío que conducía hacia su casa, eran ya las tres de la tarde. Cuando dimos la vuelta, observamos un camión de bomberos que tocaba su sirena con fuerza  deteniéndose al final de la calle. Había una gran  conmoción en ese lugar.
"Oh Dios amado, no puede ser...", dijo John. delante de nosotros había una escena alarmante; una laguna pequeña congelada, con  un siniestro hueco negro en su centro. Alli se encontraban los camiones de bomberos con sus luces intermitentcs y las personas amontonándose en la orilla. una mujer daba gritos y lloraba.
Estacioné la camioneta a un lado de la carretera , me tiré de ella, tomé mi traje de buzo de la parte de atrás, me lo puse y corrí hacia la laguna. Ray me seguía a tropezones mientras yo cerraba la cremayera del traje.
Un bombero con rostro serio nos dijo que un niño seis años había salido a caminar sobre él hielo y se había caído en el agua helada. —Pero es imposible para nosotros llegar hasta allá", dijo. "el hielo está muy delgado". Dos hombres ya lo habían intentado. Tampoco una escalera puesta sobre el hielo funcionó. El agua eastaba  tan fría que cualquiera que resbalara en ella caería en un estado de inconsciencia en cuestión de minutos.
"yo lo voy a intentar', dije. Alguien ató una cuerda alrededor de mi cintura y comencé a dirigirme hacia el lugar, astillando el hielo a medida que con mucho esfuerzo adelantaba camino. Cuando llegué al hueco donde el niño había desaparecido, mis manos  estaban sangrando del esfuerzo.
El agua helada entró por los huecos que tenía el traje. Supe que sólo tenía uno o dos minutos  para sumergirme. Entonces descubrí que había dejado mi  pesado cinturón de bucear en el trabajo. Sin él sería muy difícil nadar en lo profundo con mi traje de goma flotante. Pero tenía que llegar al fondo. Todo lo que podía hacer era impulsar mi cuerpo hacia lo profundo. El agua estaba oscura. Más o menos  a seis pies, de profundidad toqué el fondo, subí como un corcho. Arriba y abajo, arriba y abajo. Una y otra vez me zambullía, moviéndome alrededor de la abertura en el hielo y palpando frenéticamente tratando de hallar un cuerpo, Pero no había nada, sólo agua helada y un fondo resbaloso y pantanoso. ¿Dónde estaba él'
Echando bocanadas de aire y tosiendo exhausto, grité con desesperación: —iEl no está aquí! No lo encuentro, ¿Dónde  está?"miré hacia arriba, al otro lado del lago, vi a un hombre rubio con un abrigo ligero, parado solitario en la nieve. Ël levantó su brazo y me señaló hacia un punto, al otro lado del hueco, opuesto a mí.
 Me dirigí hacía el lugar y me tiré hacia abajo. El agua helada cubrió mi cabeza, y luego mis pies tocaron algo

¡ El cuerpo del niño! Subí de nuevo. Ahora, con violentos movimientos de mis manos, me lancé al fondo y coloqué mis pies alrededor del cuerpo y lo levanté. Flotando sobre mi espalda, atraje  el cuerpo rigido, empapado, hasta mi pecho y lo sostuve fuertemente.

El abrigo azul del niño parecía estar pegado a él. Tiré hacia atrás la caperuza que cubría su cabeza y grité. El rostro descubierto, ¡era tan azul como el abrigo! El niño no estaba respirando. No podía continuar mirándolo más...iHalen!", grité, la cuerda se ajustó a mi alrededor, mientras los bomberos con trabajo la halaban arrastrándome hacia la orilla.John  se tiró en el  agua, tomó el cuerpo y se lo pasó a los médicos que esperaban. Yo me quedé rígido: me zafé el traje y comencé a dirigirme hacia ellos cuando dos policías me detuvieron. "Vamos', me instaron. "entra en nuestro auto patrulla y caliéntate"."Pero el niño!.... les grité. Para ese entonces las puertas de la ambulancia se habían cerrado y se alejaba velozmente, sonando la sirena. Yo me quedé moviendo la cabeza, me sentía desamparado, deseaba que hubiera podido salvarlo. John. mi jefe, me llevó a su casa donde me calenté un poco más y luego Ray y yo manejamos a casa.  Cuando entré, mi esposa Patricia, estaba  preparando la cena. Ni siquiera le di un beso, solamente me tiré en el sofá y comencé a llorar. Había sido todo en vano. Pat miró a Ray. "Nelson sacó a un niño del lago", le explicó Ray. Patricia había cocinado mi plato favorito, carne estofada, pero yo no podía ni probarla. Me senté en el sofá de la sala y sólo pensaba en el pobre pequeño y cómo se sentirían sus padres. Patricia llamó al hospital donde habían llevado al niño. Ellos le dijeron que el pequeño Michael Polukard había estado bajo el agua alrededor de diez minutos, estaba inconsciente 

¡Qué Navidad!, pensé, mirando fijamente las luces brillantes de nuestro árbol. Debajo del mismo estaba el nacimiento de Navidad; la camita del pesebre estaba vacía.Nuestra costumbre es poner al Niño Jesús dentro de ella en la víspera de Navidad. Me sentí aun peorpensando en una camita real que estaba vacía esa noche Miré con tristeza alrededor . Sobre la televisión estaban dos ángeles blancos que patricia había hecho para la decoración de la casa ese año. uno sostenía una hilera de estrellas, el otro tocaba el arpa, cuán frívolo parecía todo ahora, ¡Angeles! Recordé cómo mi abuela portuguesa de niños nos contaba sobré los ángeles que cantaron a los pastores aquella noche lejana cuando Jesús nació. Pero esta noche los ángeles y Jesús no me parecían muy reales. Y sin embargo, mi corazón lloraba por el pequeño niño. Era lo único que podía hacer. recosté mi cabeza y oré por él. Le pedí a Dios que le ayudara a vivir.

pasaron horas en las que me quedé sentado, sin moverme, mirando a la pared. patricia llevó a nuestras dos niñas pequeñas a la cama y Ray trató de  animarme. "El está aún con vida, sabes", me dijo Ray, "hay esperanza. Debieras estar agradecido por haber sabido dónde encontrarlo en esa laguna".
Lo miré. “Yo no sabía dónde éL estaba, Ray", le dije. "Fue ese hombre alto y rubio que me señaló el lugar correcto. Si no hubiese sido por él nuncá hubiera encontrado al niño".
Ray me miró extrañado.
“Eso suena muy raro Nelson. Tú sigues hablando de un hombre al otro lado del lago, pero..'", se rascó la cabeza...,..no había nadie en ese lado”,
Alrededor de las nueve sonó el teléfono. Patricia contestó , y me lo pasó a mí. “Es el padre de Michael, desea darte las gracias". con manos temblorosas tomé el teléfono. "No se preocupe por rní', le interrumpí,
“Lo único que deseo saber es cómo está su pequeño". Stand Polukard dijo que Michael estaba aún en una condición seria, pero parecía que se iba a salvar .La misma frialdad del agua, había bajado la velocidad del funcionamiento del cuerpo de Michael, me explicó, reduciendo su necesidad de oxígeno. Experimenté un gran alivio y en mi corazón, agradecí a Dios por haber salvado al pcqueño. Entonces pude ir a la cama y dormir.
Nos mantuvimos en estrecho contacto con el hospital durante los Próximos días, pero las noticias no eran buenas. La  f'amilia Polukard había sido informada que era posible que Michael tuviese un grave daño cerebral. Los doctores estaban preocupados por el tiempo que había pasado anntes que su corazón y pulmones funcionaran de nuevo
Un examen de su cerebro mediante un electroencefalograma había arrojado resultados "inconclusos". Los doctores decían que sólo hasta después que el niño recuperara el conocimiento, podrían saber cuánto había sido afectado.
Supimos que sus padres se habían mudado al hospital para quedarse con el niño. Las noticias reportaron que ellos estaban orando por él las veinticuatro horas del día. Personas de todas partes enviaron mensajes ánimo, diciéndoles que estaban orando con ellos. Yo no sabía que habían tantos creyentes.
Los periódicos continuaron publicando la historia de la triste condición  de Michael. Eileen y Stan Polukard continuaban hablándole a su niñito, que yacía inconsciente, conectado a una máquina de respirar, un monitor del corazón y suero intravenoso. Los doctores trataron de no infundirles falsas esperanzas.
"Recuerde", dijo un doctor a Eileen, "eI niño que usted conoció, puede que ya no exista”.
 Al tercer día, viernes, el equipo médico quitó a Michael del respirador.
Stan y Eileen continuaron su paciente vigilia de oración al lado de la cama de su hijo. Después el niño abrió los ojos lentamente y se viró hacia ellos. "Hola mami, hola papi, susurró.
El  lunes en la tarde, la víspera de Navidad, recibimos una llamada telefónica. "iMichael está en casa!", gritó mi esposa. La familia Polukard había llamado diciendo que los exámenes habían revelado que  Michael estaba completamente bien y que se lo podían llevar a su casa . ellos  nos invitaron a su hogar para celebrar juntos. Patricia y yo abrigamos a nuestras dos niñitas, entramos en el auto, y fuimos para allá rapidamente.
Michel estaba vestido con unas pijamas y sentado en el sofá de la Cuando  llegamos. "¿Sabes quién soy?", le pregunté. Por el resto de la noche, no se apartó de mi lado. A medida que hablábamos éI mencionó  que una de las primeras cosas que vio cuando abrió los ojos en el hospital fue un ángel.
"¿Un ángel?" ,le pregunté sorprendido.
Alló había realmente un ángel. Un gran ángel de papel que colgaba sobre la cama de Michael como parte de la decoración de Navidad del hospital.
Ángeles de  nuevo. Una vez más pensé en esos momentos misteriosos que mi abuela nos contaba cuando los ángeles hablaron con los pastores en el campo y le dijeron sobre el pequeño Bebé acostado en el pesebre.
Imaginé nuestro propio pesebre en la sala de nuestra casa. Y me dije:”Cuando regresemos, nuestras dos niñitas pondrán el Bebé Jesús en Su camita en el pesebre".
Miré hacia arriba y vi a Michael en los brazos de su padre y le di gracias a Aquel que envió a Su Hijo... y quien, ahora estaba seguro, énvió su ayúda, de alguna forma, para que otra pequeña cama estuviese tibia esta noche.
Pero había otra imagen en mi mente, un hombre alto y rubio, de pie, solitario en la nieve, a la orilla del lago, señalando. ¿Quién era éI?
Durante todas las semanas y meses que siguieron, no encontré a nadie que lo hubiera visto aIIí. En esta víspera de feliz Navidad, en una habitación llena de solemnidad, yo no podía evitar hacerme esa pregunta.

jueves, 12 de noviembre de 2015

LA TORMENTA DE FUEGO

 LA TORMENTA DE FUEGO
Joe Stevenson

Hacía calor cuando regresé de la iglesia aquel domingo en una mañana del mes de agosto. El estruendo de una tormenta de truenos y chispas eléctricas estaban sobre los veinticinco mil acres del espacioso terreno virgen detrás de mi casa, que se encuentra a unos doscientos metros de la carretera Mount Rose, cerca de Reno, Nevada.
Yo había tenido una rnañana ocupada. Primero había ayudado a mi esposa Janice a cargar el auto para un viaje a Las Vegas, donde ella planeaba visitar a su hermana por una semana y llevar a los niños con ella. Esto significaba que rne quedaba solo con nuestra perra B.J. y nuestros dos gatos. Me sentía triste de  ver a la familia despedirse, pero al mismo tiempo estaba deseoso de disrutar una semana llena de paz y soltería. Cualquier esposo cornprendería rni sentir.
Después que se fueron, manejé el auto hasta el carnino de tierra que llega hasta la carretera principal y hacia la Iglesia Evangélica Libre deMount Rose donde yo enseñaba a un grupo. Recuerdo el tema de esa mañana, era I Corintios.
También recuerdo la sensación de satisfacción que tuve cuando regresé y vi nuestra casa en medio de un mar de arbustos y árboles, haciendo una silueta contra el cielo azul de Nevada. Nos había tomado diez años planearla y dos años construirla. Todos la amábamos. La considerábamos la última casa en la cual viviríamos.
Esa tarde larde,alrededor de las 2:30, un rayo provocó un fuego en un matorral,  a unos tres kilómetros de nuestra casa. Yo me preocupé _ cualquier fuego en agosto es en extremo peligroso porque la vegetación está muy seca- pero el viento estaba soplando del suroeste, cosa que significaba  que el fuego se estaría alejando de nosotros. . Mi vecino Tony Brayton vino a observarlo conmigo. Ambos nos sentimos seguros de que se apagaría antes de llegar a alcanzarnos.
Por, pura precaución, cargué  algunas pertenencias en el auto. Luego saque la manguera y comencé a mojar el techo y el piso nuevo de madera que había añadido atrás de la casa. Otras personas en el área estaban vigilando el fuego también.  Tres veces sonó el teléfono; eran personas llamando para decirme que estaban orando para que el fuego no nos alcanzara. Había Consuelo y animo en esto.
Pero  abruptamente, alrededor de las 4:45, el viento dio un viraje de 180 grados. Eel viento del suroeste cambió súbitamente hacía el noroeste. Las  llamas se dirigían súbitamente hacia nosotros.
Tony quien se había ido diez minutos antes, regresó corriendo. Nos quedamos allí,  medio paralizados con lo que veíamos. Lo que había sido un pequeño fuego de matorrales, era ahora una tormenta gigante de fuego rugiendo hacía nosotros, consumiendo todo a su paso en una pared de fuego de quince a treinta pies de alto y de un kilómetro de ancho.
Venía a una velocidad increíble, absorbiendo el oxígeno del aire al nivel de la tierra frente a ella y creando tornados de fuego que se lanzaban a cincuenta pies de altura hacía el cielo lleno de humo negro. El sonido del chisporroteo era aterrador. Era como si un demonio gigante se dirigiera a destruirnos y se materializaba de la nada. Bramaba por las colinas, brincando sobre el cañón, sesenta pies de profundidad y cien pies de años como si el cañón no hubiera estado allí. Su velocidad era impresionante. En segundos estaría sobre nosotros.
Abrí la  puerta y llamé a B.J., pero no había señales de ella y no había tiempo de buscarla. Tony y yo soltamos los caballos y corrimos para salvar nuestras vidas. Mientras corríamos, dije la oración más rápida que despierto y corriendo he dicho en los cuarenta y dos años de mi vida. Dije : “Señor, pongo mi casa y todo lo que hay en ella en tus manos”. Y luego recordando lo que San Pablo dijo sobre la importancia de dar gracias por todo, bueno o malo, me las arreglé para orar (aunque no me sentía con deseos), "Señor, no importa lo que suceda, te doy gracias por ello y te alabo".
Salté a mi pequeño Omni. Tony se tiró dentro de mi otro auto y manejamos por la carretera hacia la casa de Tony. Recogimos a su esposa, le avisamos a una familia en la tercera casa, y proseguimos la escapada hacia la carretera. Detrás de nosotros, el monstruo de fuego arrasaba; rugiendo, silbando, chisporroteando, envolviéndolo todo.
Ya en la carretera, salí de mi auto y me quedé mirando una pared de llamas y fuego. ¿Cómo reaccionas cuando todo por lo que has estado doce años soñando y trabajando, es destruido en diez segundos de fuego consumidor? ¿Maldices? ¿Gritas? ¿Lloras? Otros estaban haciendo esas cosas, pero yo no, porque el pensamiento más importante en mi mente en ese momento era  un cristiano Joe, así que actúa como tal. Recuerda: "Todas las cosas obran para bien para aquellos que aman a Díos". Alaba a Dios. Así que le alabé, en voz alta, aunque sé que algunas personas pensaron que estaba loco, o conmocionado o ambas cosas.

.Nos quedamos en la carretera durante otros diez minutos más o menos, observando como otras casas eran envueltas en llamas, estábamos muy aturdidos para hacer o decir algo. Luego las llamas alcanzaron la carretera donde estábamos  y la policía nos dijo que teníamos que movernos montaña abajo. Más tarde,supe  que   125 postes de la luz fueron consumidos ese día.
  Para ese entonces, algo pasó que resultó  ser muy extraño, aunque no nos pareció raro en el momento que sucedió. Mientras caminaba hacia mi auto, un joven con cabello obscuro.,vestido con una camiseta y pantalones de mezclilla azules me llamó: "Tú, el de la camisa blanca". Yo no conocía al joven, y en realidad yo tenía una camisa amarillo claro, aunque en ese momento no lo cuestioné. El me miró directamente y dijo: "Yo me subí sobre tu techo y le eché agua". Tony también le escuchó decir esto.
Yo estaba seguro de que se había equivocado de persona, ya que nadie hubiera podido acercarse a mi casa después que me fui. Le di las gracias de todas formas, y no pensé más sobre el asunto.
Luego, ya en el hogar de un amigo en el lago Tajo, pude comunicarme con Janice en casa de su hermana. El tener que decirle que la casa de nuestros sueños se había quemado totalmente era más difícil que el haber visto el fuego. Todo lo que dijo fue: "Gracias a Dios que tú estás bien".
La amenaza de fuego a lo largo de las hizo imposible el regresar a Reno esa noche. Llamé al departamento de bomberos repetidas veces, pero no pude conseguir información. En un momento dado llamé a una pareja de la iglesia Chauncey y Betty Fairchild que podían ver mi  casa a través del valle.
"Joe", Chauncey dijo: "Nosotros observamos todo con nuestros binoculares. Cuando vimos  las  llamas cambiar de dirección y dirigirse hacia tu casa, toda nuestra familia formó un  círculo de  de oración y oramos por tu seguridad  y la de tu casa. Y Joe, la casa está  en pie".
Le di las gracias, pero no le creí. Quizás, pensé, él podía ver todavía el caparazón de mi casa, pero yo sabia que nada había  podido sobre­vivir la tormenta de fuego. Mi casa estaba rodeada de  matorrales secos y maderas, lo cual mi espósa me había pedido  repetidas veces que recogiera y limpiara.
Cuando regresé a la casa un  poco después del amanecer de la mañana siguiente,  no podía creer lo que veían mis ojos.esto es lo que encontré: El fuego había quemado lo que había encontrado a escasos diez pies de distancia de la casa  y todo alrededor pero  nada había pasado adentro. La casa y su contenido estaban intactos.
La línea de electricidad que alimenta mi casa se había  derretido y había caído a tierra a treinta pies de la casa. Las líneas  telefónicas que estaban encima de dichos cables estaban fundidas.
 Mi jaula de pollos, a cuarenta pies de la casa, estaba chamuscada y caliente, pero los diez pollos estaban vivos.   
Ia perra y los dos gatos estaban sanos. Los gatos estaban afuera, uno en ele garaje y el otro en la escalera trasera. La perra estaba adentro, muy contenta de verme.
Un puente que queda a doscientas yardas de la casa y ni siquiera está en mi propiedad, no fue tocado,mientras que el  puente de mi vecino a sólo  quince pies de distancia, fue completamente destruido . Solo los arbustos secos están entre ambos.
 De las siete casas en mi área , tres fueron completamente destruidas.
Todas las otras sufrieron daños, dos de ellas serios. ¿Cómo puedo explicar todo esto? ¿Cómo puedo explicar el hecho de que absolutamente nada de lo que poseo fue tocado por el fuego, ya estuviera en mi propiedad  o no? Lo único que puedo decirles es lo que creo
Yo he sido cristiano casi toda mi vida, pero sé que mi fe no es tan fuerte como debiera ser. Y esto puede que sea cierto para muchas personas que van a la iglesia , sabemos que somos cristianos y pensamos que es suficiente. Pero yo creo que hay momentos cuando  Dios desea probar nuestra -y reforzarnos-. También creo que no pretendo entenderlo todo- que en ocasiones cuando podemos darle gracias a Dios frente a lo que parece un desastre. y nos ponemos sin reservas en sus manos y no somos obstáculos en su camino, que El puede y hará cosas maravillosas por nosotros.
No hemos exagerado al referirnos  la intensidad  del fuego en la mañana del 9 de agosto de 1,981. En esa época  yo estaba trabajando para el sistema Telefónico Bell de Nevada. Así que conozco algo sobre cables. Tuvo que haber tomado 1,800 grados de  calor para derretir esas líneas eléctricas que estaban a treinta pies de  altura. Quizás 2000 grados. Y sin embargo, mi casa, a treinta pies de distancia, ni siquiera había sido marcada. Para mí esa fue la forma en la que Dios me habló  claramente y me dijo: “Estoy aquí, soy real. Yo te cuido”.
 El fortaleció mi fe, porque El sabía que necesitaba ser fortalecida.
Nunca más seré   negligente en cuanto  a mi fe ni dejaré de  darle importancia. Luego está el enigma del joven, a quien nunca más he visto. ¿Cómo sabía él quién yo era? ¿Cómo sabía que era mi casa?
 Cuando finalmente regresé a mi casa, la manguera que había dejado tirada al salir, sobre el piso de madera del patio, estaba en el techo. Sin embargo Tony y yo salimos por la única vía que no estaba en llamas. ¿Cómo pudo alguien llegar allí sin nosotros verlo? Y si alguien hubiera podido llegar allí, ¿,cómo se encaramó en el techo? No hay escalera. Usted simplemente no puede subir a él. Y sabiendo que las líneas eléctricas tuvieron que haber sido la primera cosa que fue destruida, ¿cómo podía fluir el agua a través de una manguera conectada a un pozo eléctrico?
 Yo no puedo contestar estas preguntas. Pero quizás –sólo quizás haya una respuesta en la Biblia. Busque Hebreos.l3 y lea el segundo verso. La frase "hospedaron ángeles" sustitúyala con las palabras fueron rescatados por ángeles". Entonces  puede que tenga una idea sobre lo que realmente   pasó ese  día de agosto cn la carretera Mount Rose.
Para mí es algo más que un indicio. Ceo que es la verdad.
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domingo, 30 de abril de 2017

¿UN DOCTOR O UN ANGEL?-VINO UN EXTRAÑO

MAGNIFICOS VISITANTES
ANN WEDGEWORTH
LOS ANGELES DE DIOS EN LA TIERRS
VERSION CASTELLANA: ANTONIO VALENCIA
EDITORIAL VIDA
1981
En la Biblia hay muchas referencias a ángeles que aparecieron como hombres. El ángel Gabriel visitó a Daniel: "He aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre" (Daniel 8:15). Cuando Cristo ascendió al cielo, la Biblia declara: "Se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas" (Hechos 1:10). El apóstol Pablo dice que "hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales" (1 Corintios 15:40). Se sabe que los seres celestiales han realizado una* variedad de tareas, tales como cocer alimentos para el profeta Elías (1 R. 19:5-8) y remover la piedra de la tumba (Mateo 282).
Es fascinante la milagrosa historia de aquella persona extraña que ayudó a Kaleen Ladd en ocasión de un accidente automovilístico y que nunca le fue posible localizarla nuevamente. En aquel entonces el esposo de Kaleen, John Ladd, estaba estudiando en el Biola College. Posteriormente él escribió el siguiente relato, como tarea, mientras estudiaba en un seminario, en Portland,
¿Un doctor o un ángel?
Había transcurrido solamente una semana después del accidente, y sin embargo no podíamos localizar al médico. El había atendido a mi esposa en el lugar mismo del accidente,, le había salvado, la vida, y no obstante, parecía que él simplemente no existía.
Yo me preguntaba: ¿Era ese hombre un médico realmente? Y si lo era, ¿cómo pudo hacer lo que hizó? Y si no, ¿quién era él o... qué era? ¿Qué habría hecho usted en la misma situación? ¿Habría olvidado el asunto, o habría investigado más al respecto? Permítame decirle cómo empezó todo.,
Era septiembre de 1969, y estábamos viviendo en Whittier, California. Yo estudiaba en el Biola College y mi esposa, Kaleen, trabajaba como secretaria del director de la Cruzada de Billy Graham en Anaheim, al sur de California.
La mañana de la primera reunión dominical de la Cruzada, debíamos estar en el estadio para preparar algunos detalles de última hora. Nos sentíamos muy nerviosos con respecto a estas reuniones, ya que eran el resultado de largos meses de duro trabajo y planificación, de modo que nos preparamos rápidamente y salimos de casa. Después de recoger a un amigo, nos dirigimos hacia el estadio.
Ibamos por una calle principal, cuando, de repente un vehículo se interpuso a nuestro paso. Sólo tuve tiempo para poner el pie en 'e1 freno, antes de chocar. Parece que perdí momentáneamente el conocimiento, porque mi siguiente recuerdo del hecho es el de vera Kaleen cubierta de sangre y jadeando. Parece que nuestro amigo que venía sentado en el asiento trasero fue lanzado hacia adelante contra el respaldo del asiento de Kaleen, el cual se desprendió, lanzándola contra el parabrisas. Posteriormente supimos qué ella tenía una severa lesión cerebral. Pero en ese instante sólo reconocí que ella estaba herida de gravedad. Nuevamente perdí' el conocimiento. Pero el 'informe de la policía consigna que uno de los testigos del accidente fue un médico, que se encontraba frente a un pequeño hospital comunitario situado al otro lado de la calle. El corrió hasta el lugar y al notarla condición de Kaleen, la extrajo del vehículo y realizó una traqueotomía, es decir, hizo una incisión  en la garganta de Kaleen de modo que pudiera respirar.
Puede que usted diga ahora que todo eso está muy bien y es maravilloso. ¿Acaso no fue Dios bueno como para tener un médico justamente en la escena del accidente? Ciertamente que Dios fue bueno. Pero fue más que bueno, porque ese hombre era más que un médico.
Como usted ve, el médico realizó una operación muy complicada, o por lo menos una operacíón muy arriesgada. Esa operación requiere un instrumental especial y un gran cuidado. El la realizó con tanta pericia y finura, que todos los médicos y enfermeras que posteriormente atendieron a Kaleen, destacan la belleza de lo que a menudo es una fea cicatriz. ¡Y realizó todo eso en cosa de dos minutos! Quedó consignado en el  informe. que el primer oficial de policía llegó al lugar de la escena dos minutos después de ocurrido el accidente,  y ese "doctor" ya había terminado su trabajo.
Ese "doctor" permaneció en el lugar lo suficiente como para identificarse ante el policía y ver que Kaleen era llevada en una ambulancia, y entonces desapareció.
Dos días más tarde traté de encontrarlo en el pequeño hospital comunitario, pero allí nunca habían oído ni hablar de él. Más adelante traté de localizarlo en el Registro Médico del Estado de California, pero sin resultado. Hasta donde nosotros podíamos determinar, ese hombre no existía.
Si ese hombre era un médico ¿cómo pudo haber hecho lo que profesionalmente es imposible? ¿Cómo consiguió su instrumental tan rápidamente, sin mencionar el efectuar la operación en plena calle en tan corto tiempo y con tanta pericia?
Pero, por otra parte, si ese "hombre" era un ángel, todas estas preguntas tienen respuesta. Para Dios ','nada es imposible", y como su representante en aquella situación, el ángel meramente usó el poder de Dios para realizar la cirugía. ¿Y qué es el tiempo para Dios? Acaso El, que existe eternamente, ¿no pudo capacitar a su ángel para hacer en minutos lo que para un ser finito toma mucho más tiempo?, ¿Y acaso no pudo el Dios que todo lo sabe, equipar a su ángel con los instrumentos adecuados, con los cuales pudiese realizar esa tarea tan perita?
 No abrigamos duda alguna en nuestra mente ni en nuestro corazón, de que Dios consideró apropiado salvar la vida de Kaleen enviando un' ángel para hacer lo que ningún ser humano podía haber hecho en ese caso. No  obstante, no importa cómo veamos ese incidente, Dios estaba en ello, haciendo lo milagroso, ya sea mediante un hombre o un ángel. ¡Alabado sea Su Nombre!
La madre de Kaleen, Wanda Cummings (quien, con su esposo Ken, sirvió muchos años como misionera bautista), añade unos comentarios interesantes a la historia de Jim. Ella dice que cuando llegaron al hospital, se les dijo que Kaleen tenía un electroencefalograma plano, o sea, una lectura plana de la prueba de onda cerebral. Los doctores dijeron que su condición era tan grave, que ella no podría vivir o, si vivía, sería un vegetal.
Ken y Wanda aseguraron al neurocirujano que Kaleen estaba en las manos de Dios y lo que Dios escogiera hacer, ya fuera llevársela o dejarla, ellos lo aceptaban como la voluntad de Dios para su vida. Le dijeron que mucha gente estaba orando por ella y por sus médicos para que el Señor les diera sabiduría a ellos para tratarla. Este neurocirujano simplemente meneó la cabeza y les dio las gracias. A la noche siguiente se les acercó otra vez, después de ver ellos a su hija y la condición en que ella se encontraba, y les dijo: —Saben, sus oraciones deben de estar dando resultado.
Ellos habían creído que el doctor que había  operado a Kaleen era de aquel pequeño hospital particular frente al que había ocurrido el accidente, hasta que Jim, Ken Cummings, y su hijo Kenny fueron allí a dar gracias al médico. Sin embargo, la  recepcionista insistió en que no tenían médico alguno con ese nombre. En realidád, no habla médico alguno de turno esa mañana, ya que fue un domingo por la mañana cuando ocurrió el accidente.
Kaleen y Jim fueron posteriormente a la policía con el fin de encontrar al doctor, para darle las gracias. Por la policía supieron que no existía médico alguno con ese nombre en toda la región de Los Angeles.
Algún tiempo después, Kaleen volvió al hospital para hacerse un examen. El neurocirujano la llevó a una sala donde había varios médicos, neurpcirujanos y especialistas, y les dijo:quiero que miren a esta joven! Sabemos que vino al hospital con un electroencefalograma plano, y nosotros le hemos tomado muchos electroencefalogramas. El último que tomamos era perfectamente normal. Deseo que la observen. Ella es un caso extraordinario, y no lo podemos explicar facultativamente.
Todos los que conocen a Kaleen declaran que ella es un milagro caminante. Un milagro de la gracia, misericordia y protección de Dios

jueves, 17 de marzo de 2016

Angeles de Dios--ESAS MANOS GENTILES ---JOANNA RHODES HALL

ESAS MANOS GENTILES
JOANNA RHODES HALL

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Por años yo había dejado de pensar en esa joven enfermera de ojos azules, hasta ese domingo en la tarde cuando mi nieto Brandon. deseaba conocer  sobre su ángel guardián.
La conversación comenzó debido a un regalo que yo le había hecho el cuadro de un ángel suspendido sobre un niñito y una niñita que están cruzando un puente viejo de madera que parece muy peligroso. Yo compartí con él Hebreos I : l4 (BD)
"Porque los ángeles son tan sólo espíritus mensajeros que Dios envía a ayudar y a cuidar a los que han de recibir la salvación".
"Tú tienes un ángel cuidándote", le dije. Brandon realrnente se emocionó e inmediatamente deseaba darle a su ángel un nombre. Mientras manejaba para llevarlo a su casa esa tarde, él sostuvo fuertemente su "cuadro del ángel", como le llamaba, y corrió hacia la casa para decirle a su rnamá que él tenía un ángel que le guardaba, que cuidaba sus pasos.
Más tarde esa noche yo pensé en mi ángel y recordé la sensación de unas manos que suavemente y con gentileza se posaron sobre mi cara
-la primera vez hace casi veinte años-. Yo iba a dar a luz a mi sexto hijo. Teníamos cinco hijas preciosas y estábamos orando por un varón.
Había sido un parto largo y difícil para una mujer de treinta y cinco años de edad, y había llegado el momento de ser llevada a la habitación de parto, donde me transfirieron con cuidado a la cama con unos artefactos para poner los pies.
" ¿ Por Qué estoy tan sensible?"', recuerdo haber pensado. "Yo he pasado por esto cinco veces, así que esto no es nuevo para mí. ¿,Por qué está la habitación de parto tan fría"'Todas  las luces brillantes estaban puestas sobre mí, pero ellas daban sólo luz, no calor. Las enfermeras bien entrenadas y el personal del hospital estaban apurados preparándose para el nacimiento de mi hijo. Pero yo tenía miedo.
Cerré mis ojos fuertemente con la esperanza de detener el dolor y el temor y sentí un paño frío que caía sobre mi frente y una palmadita suave en el costado de mi cabeza-. Yo nunca había sentido tanta gentileza en toda mi vida. Lentamente abrí los ojos y contemplé un rostro enmascarado con los oios azules más claros que haya visto en mi vida. Durante el parto, ella nunca se movió de la cabecera de mi cama. Cuando el dolor se intensificó sus manos frías golpeaban suavemente mi rostro o mi cabeza. Ella nunca habló una palabra y yo nunca vi su rostro sin la máscara.
. A la I :30 P.M. del día l3 de marzo de 1971, di a luz a un varón de nueve libras y tres onzas. Pero mi gozo fue por corto tiempo. Mientras la enfermera ponía a mi hijo en mis brazos, yo vi un rostro rojo que no estaba perfectamente formado. Su pequeña nariz. Estaba completamente  aplastada y su labio superior tenía un hueco grande en él. . Este precioso don de Dios había nacido con un labio y paladar leporino. A medida que me salían las lágrirnas por el borde de mis ojos , sentí unas lágrimas tibias cayendo en mi cabeza. Pero esta vez sentí unas palmaditas,como una madre cuando toca suavemente a su hijo  para consolarlo cuando éste, está a punto de quedarse dormido.
Mientras me sacaban del salón de parto. , miré hacia atrás, haciendo un rápido inventario de la habitación. Deseaba escribirle una nota dando las gracias a mi nueva amiga tan especial. Pero no pude  verla.
Como tampoco pude ver a la enfernera con los oios azules de nuevo.
Le pregunté a todo el mundo quién era ella, pero nadie parecía recordar a una enfermera en la cabecera de mi cama. inclusive pedí ver la enfermera encargada del turno ese día en el salón de parto. Ella dijo que con lo escaso de personal que estaban en en ese turno, era imposible que una enfermera  estuviese de pie sin hacer nada. Quizás ella no fue visible para nadie más, pero yo sé que ella estaba allí conmigo ese día. Aunque nunca más la he vuelto a ver, he sentido su prescencia. Mi hjo Neal, tuvo muchas operaciones para  corregir su labio y paladar leporino.
Tuvo numerosas infecciones de oído, fiebre alta. y muchas noches sin dormir. En las noches que yo mecía y cantaba a mi hijo, sentí esas mismas manos suaves en mi cabeza.
Hace unos meses tuve que ser operada. Una vez más tuve ese sentimiento de inquietud mientras me llevaban silenciosamente por el corredor hacia la sala de cirugía. A medida que la anestesia comenzó a hacer efecto, y cuando me estaba quedando dormida, sentí esas manos suaves en mi cabeza. Traté fuertemente de abrir los ojos, deseando ver esos ojos claros y azules una vez más, pero ya estaba muy soñolienta, y mis ojos no se abrieron.
En el salón de recuperación, mi primer pensamiento consciente fue el de mi amiga. ¿Recuerda haber tenido alguna vez una pesadilla y tener miedo de abrir los ojos? Y luego su madre le toma en sus brazos, le mece, y le sostiene cerca de ella. Así fue como yo me sentí ese día, mientras despertaba del sueño de la anestesia. Mi amiga estaba aún allí.
Estoy tan feliz de haber encontrado ese cuadro del ángel guardián cuidando al niño y la niña y también de haber podido dárselo a mi nieto mayor. Porque para un niño despierto, de cinco años, una foto vale mil
 palabras. Y para mí, trae a mi memoria el recuerdo de unas manos suaves 

domingo, 1 de mayo de 2016

MAGNIFICOS VISITANTES Por Ann Wedgeworth Pags. 100-102

 MAGNIFICOS VISITANTES 
Por Ann Wedgeworth

Algunas veces el Señor habla a su pueblo en visiones. La siguiente es una historia de cómo Dios usó una visión para retar a Louie W. Stokes, misionero en Argentina:
Era yo un adolescente que trataba de servir al Señor en mi ciudad natal de Atlanta, Georgia, pero mi vida no siempre era de victoria, y algunas veces tenía incertidumbre en cuanto a la voluntad de Dios para mi vida. Un día me encontraba bajo la casa en que vivía, arrastrándome entre el suelo y el piso del edificio. Sin darme cuenta de lo que sucedía, me estaba deslizando sobre los podridos tablones que cubrían un viejo pozo, cuando de pronto se quebraron y al fondo me fui con todo. Debido a que yo estaba solo, y no sabiendo nadie dónde me encontraba, era evidente que estaba irremediablemente perdido.
Al instante sentí unos fuertes y reconfortantes brazos que me tomaron, me levantaron, me sacaron a la superficie y me colocaron en un lugar seguro. ¡Cómo no habría de sentirme feliz! Desde entonces siempre he creído que un ángel del Señor estuvo allí y me preservó la vida, de modo que yo pudiera servir al Señor por muchos años en muchos lugares.
La experiencia más extraordinaria de mi vida ocurrió algunos años más tarde, cuando mi esposa y yo renunciamos como profesores en el Instituto Bíblico y comenzamos nuestros viajes, que todavía no han terminado. Estábamos involucrados en una campaña, o cultos de avivamiento, en la iglesia Asamblea de Ciudad Fenix, Alabama, con el pastor Emory Andrews.
Una mañana temprano, antes de aclarar el día, estaba yo orando en la cama y buscando al Señor con respecto a los cultos. Cuando de pronto, silenciosamente y sin palabras, entró en la habitación a través de la pared un ser majestuoso. El cual se deslizó con rapidez a lo largo de la habitación donde me encontraba, y sus penetrantes, ardientes ojos parecieron fundir todo mi ser. Traté de hablar, o moverme y huir, pero sólo pude permanecer inmóvil. Sus penetrantes ojos me dejaron yerto. Y entonces sus palabras parecieron pasar de su mente a la mía, y esto fue lo que él me hizo comprender: "Estos son los últimos días, y has sido escogido para que salgas y anuncies los acontecimientos venideros de acuerdo a la Palabra profética, y proclames el regreso del Señor."
Y tan silenciosamente como había entrado, se volvió y pasó a través de la pared que daba a la calle, y desapareció. Por un rato no pude ni gritar, pero al recuperar las fuerzas, sacudí a mi esposa, y con ardientes lágrimas le relaté lo mejor que pude aquello que había sucedido algunos minutos antes. La gloria del Señor llenaba la habitación, e inmediatamente desperté al pastor y a su esposa. Salimos corriendo al portal para ver si había alguien allí, pero no había señal de la alta y brillante figura que yo había visto.
En los viajes que hemos realizado por alrededor de 50 países, y en los servicios que hemos desempeñado como pastores y como misioneros de las Asambleas de Dios en el extranjero a lo largo de varias décadas, esa gloriosa visión ha sido para nosotros una fuente de aliento y de consuelo, porque los ángeles del Señor acampan alrededor de los que le temen y los defienden.
En todos estos años, sólo he relatado esta experiencia unas seis o siete veces, de modo que es casi desconocida para otros; habiendo sido una revelación sagrada y preciosa del amor y del cuidado de Dios por sus hijos. No tengo que decir que mi ministerio fue mucho más bendecido después de haber visto a un ángel del Señor, y nuestro mensaje favorito es siempre: ¡Maranata, el Señor viene!

domingo, 22 de mayo de 2016

MAGNIFICOS VISITANTES Por Ann Wedgeworth Hablando de ángeles

 MAGNIFICOS VISITANTES
Por Ann Wedgeworth

Otro misionero, Walter E. Erickson, se encontró con un extraño que le suplió una necesidad muy especial. El relata la siguiente historias
Hablando de ángeles
Llevábamos semanas viajando, evangelizando en los Andes del Perú. Habíamos atravesado la cordillera divisoria continental, hacia donde todos los ríos desaguan en las fuentes del Amazonas. Estábamos cansados de tantas semanas sobre la montura, y nuestras mulas también lo estaban.
Llegamos a una pequeña aldea en busca de alojamiento. Esta sencilla gente de las montañas era muy hospitalaria, pero no tenían alimento para nuestras mulas. Esto es tan importante como el combustible para un automóvil. Sin embargo, se nos dijo que más arriba en la falda de la montaña encontraríamos forraje natural para nuestros animales, un tosco pasto que crece en profusión a grandes altitudes, y que había una caverna donde podríamos pasar la noche.
Era una hora avanzada de la tarde cuando llegamos al lugar que ellos habían indicado, pero no había caverna alguna. Más bien era un enorme peñasco incrustado en la falda de la montaña, bajo cuyo alero era posible encontrar algún refugio de los elementos. Sin embargo, ya había llegado una recua con tres o cuatro conductores y posiblemente unas 20 a 30 mulas, que transportaban provisiones desde la lejana costa hacia el interior. Ellos ocupaban todo el espacio disponible, de modo que decidimos continuar el ascenso, y ver si podíamos encontrar algo más arriba en la montaña.
Estábamos llegando a las mayores alturas, tal vez unos 4,500 metros sobre el nivel del mar, cruzando de nuevo la cordillera divisoria continental, para regresar a nuestra base. Comenzó a nevar y me desmonté para ver si podíamos encontrar algún tipo de refugio bajo el alero de algún peñasco, cuando de repente salió de entre la tormenta de nieve un indio, que se dirigía hacia abajo en la montaña. Hemos visto frecuentemente a los indios viajando en las montañas. Por lo general son una pareja de hombres,una mujer, y tal vez un burro con un niño atado en la montura. Era una escena corriente, pero de algún modo, ésta era diferente. El indio viajaba solo y se detuvo apenas lo suficiente como para decirnos que había una cueva a una distancia de alrededor de doscientos metros más arriba en la ladera, y desapareció entre la tormenta de nieve.
Me volví a montar y seguimos subiendo, y allí, como había dicho, a un lado del sendero, encontramos la cueva. Era apenas tan grande como el espacio debajo de una mesa de razonable tamaño, posiblemente dos metros de ancho y unos ochenta centímetros de fondo. Estaba lejos de ser cómoda, pero estaba seca. Quitamos las monturas de nuestras mulas y las soltamos para que buscaran forraje como mejor pudieran. Al fin cesó la nieve, pero continuó lloviendo toda la noche. Habríamos pasado la noche más incómoda, si hubiésemos tratado de encontrar refugio de la inclemencia del tiempo bajo el alero de algún peñasco. Fue la oportuna llegada de nuestro visitante lo que salvó la situación.
Pero me pregunto: ¿era un indio, o era un ángel enviado por Dios? Fácilmente pudo haber sido esto último. Trate usted de dormir a la intemperie, arriba en los Andes peruanos, a aproximadamente 4,506 metros, en una tormenta de lluvia y nieve, y comprenderá más ampliamente lo que quiero decir.
Han pasado varios años desde aquella tarde, pero recuerdo frecuentemente con admiración a nuestro visitante, porque sé que el Señor todavía) tiene a sus ángeles cuidando a sus hijos.

domingo, 22 de mayo de 2016

Angeles--MAGNIFICOS VISITANTES Por Ann Wedgeworth

MAGNIFICOS VISITANTES
Por Ann Wedgeworth

Pags. 125-126
CAPITULO DIEZ
Sonido de trompetas
"Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro."
Mateo 24 21

Dos extraños, portadores de buenas noticias, desaparecieron de un automóvil que corría a gran velocidad en una carretera de California. Hymman O. Wood, misionero en Nigeria, relata la historia de una experiencia que tuvo su tío, el difunto Lawrence Wood, de Fresno, California.
El reverendo Wood estaba viajando solo en su auto por la carretera 99 en California central, cuando vio a dos personas que hacían señas para que los llevara. Parecían ser personas serias, de modo que los llevó en su automóvil. Mientras viajaban, la conversación giró alrededor de la venida del Señor. Dice el reverendo Wood en su relato:
Ellos confirmaron mi sentir de que el Señor venia pronto asegurándome que era cierto. Viajábamos a unos 80 kilómetros por hora, conversando aún sobre su Venida, cuando de repente desaparecieron. No los vi irse, ni las puertas del vehículo fueron abiertas ni cerradas. Desaparecieron literalmente.'
Los ángeles proclamarán el regreso de Cristo con sonido de trompeta. Mateo 24:31 nos dice: "Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro."

4 comentarios:

  1. Hola...me gustaría saber donde puedo conseguir este lindo libro en pdf o en físico. Les estaré muy agradecido por la información. Dios los bendiga.

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    1. Mi deseo es mostrar el libro completo. Por cuestión de tiempo lo haré poco a poco. mantenerse atento. Gracias por visitar este blog.

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  2. Estimado abraham lopez, si Ud tiene este magnífico libro (en PDF), ¿podría enviármelo por correo electrónico? (siempreazul66@gmai.com), le estaré muy agradecido, que Dios le bendiga y le prospere grandemente, saludos cordiales.

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  3. Pascual Osorio, no tengo el libro ni en PDF,ni digitalizado. espero poco a poco compartirlo. Gracias por visitar el blog.

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ENTRADA DESTACADA

LOS AMOTINADOS DEL BOUNTY; *1-9- *1855*

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