LA BÚSQUEDA FINAL
Rick Joyner
Rick Joyner
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El ejército demoníaco era tan grande que se extendía tan
lejos como podía ver. Estaba separado en divisiones, cada una
cargando una bandera diferente. Las divisiones más cercanas
marchaban bajo la bandera del Orgullo, la Justicia Propia, la
Respetabilidad, la Ambición Egocéntrica, el Juicio Injusto y los Celos.
Existían muchas de estas divisiones malvadas más allá del alcance de mi
visión, pero aquellas en la vanguardia de esta terrible hueste
del infierno parecían ser las más poderosas. El líder del ejército
era el mismo Acusador de los hermanos.
Las armas que llevaba este ejército también fueron
nombradas. Las espadas se llamaban Intimidación, las lanzas
Deslealtad y las flechas Acusación, Chisme, Mentira y Búsqueda de Faltas.
Algunos centinelas y compañías más pequeñas de demonios, con
nombres tales como Rechazo, Amargura, Impaciencia, Falta de
Perdón y Lujuria, fueron enviadas adelante de este ejército para preparar
el ataque principal.
Las compañías más pequeñas y los centinelas eran menores
en número, pero no por ello menos poderosas que algunas de
las divisiones grandes que los seguían. Eran más pequeñas solo por
motivos estratégicos. Así como Juan el Bautista era un hombre
solo, pero le fue dada una unción extraordinaria para bautizar a
multitudes y prepararlas para el Señor, a estas compañías
demoníacas más pequeñas se les dio un poder malévolo extraordinario
para «bautizar a las masas». Un solo demonio de amargura
hubiera podido cultivar su veneno en multitudes de personas e incluso
razas o culturas enteras. Un demonio de lujuria podría apegarse
a un solo actor, película o incluso publicidad y enviar lo que
parecen ser descargas de basura eléctrica que pegan y «desensibilizan» a las
grandes multitudes. Todo esto era para preparar el camino de la
gran hueste de maldad que seguiría.
Este ejército marchaba específicamente en contra de la
Iglesia y atacaba a todo aquel que podía. Yo sabía que estaba
buscando un derecho preferencial para ganar terreno en una movida
futura por parte de Dios, destinada a movilizar al pueblo para
entrar a la Iglesia.
La estrategia primaria de este ejército era la de causar
división en todas las escalas posibles de relaciones —iglesias
unas con otras, las congregaciones contra sus pastores, entre los
esposos, hijos contra sus padres, e incluso niños entre sí. Los
centinelas fueron enviados para ubicarse en las entradas de las iglesias,
de las familias o de los individuos, allí donde el Rechazo, Amargura,
Lujuria, etc. pudieran explotar y hacer rupturas mayores. Luego
las siguientes divisiones se filtrarían a través de estas rupturas,
para vencer a sus víctimas por completo.
La parte más sorprendente de esta visión fue que este
ejército no estaba montado sobre caballos, ¡sino principalmente
sobre cristianos!
La mayoría de ellos estaban bien vestidos, eran
respetables y tenían la apariencia de ser refinados y educados, pero
también parecían representar casi todo camino de vida. Estas
personas profesaban verdades cristianas para apaciguar sus conciencias, pero vivían conforme a los poderes de la oscuridad. A medida
que se ponían de acuerdo con aquellos poderes, los demonios asignados a ellos crecían y dirigían más fácilmente sus acciones.
Muchos de estos creyentes eran anfitriones de más de un
demonio, pero había uno que obviamente estaba al mando. La
naturaleza del líder dictaminaba cuál división estaba entrando.
Aunque todas las divisiones marchaban juntas, también parecía que al
mismo tiempo el ejército entero estaba al punto del caos. Por
ejemplo, los demonios del odio odiaban a los otros, tanto a los
demonios como a los cristianos. Los demonios de los celos estaban
celosos unos de otros. La única manera en que los líderes de esta
multitud mantenían a los demonios alejados de las peleas entre ellos era
enfocando aquel odio, aquellos celos, etc. en contra de las personas
sobre las cuales cabalgaban. Sin embargo, estas personas con frecuencia
terminaban
peleando. Supe que de esta manera algunos de los ejércitos que habían estado en contra de Israel en las Escrituras, se
habían destruido a sí mismos. Cuando su propósito en contra de
Israel se había frustrado, su ira llegó a ser incontrolable y
simplemente comenzaron a pelear unos contra otros.
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