MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS
Por. Un apasionado por la historia huehueteca/Autor del Blog
quién se inspira en su gran amor por su ciudad natalQUIÉN DEDICA ESTA HISTORIA AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO
CUENTOS DE LOBOS
A LA LUZ DE LA LUNA,
EN UNA NOCHE DE FOGATA
Sábado 26 de Febrero, del año del Señor 2022,
Tío Daniel, sus sobrinos Jorge, Ricardo, Luis; y Susana del Cielo y Mar, acompañados por Sarah Elizabeth y sus señores padres; están celebrando una noche de fogata en un terreno ubicado en el cerro de la cruz, entre San Lorenzo y Jumaj, del municipio de Huehuetenango, Guatemala, América del Centro.
Se les han unido también Felipe “el escritor”, y Estanislao “El soñador”.
Es una noche muy alegre y especial.
Han degustado una deliciosa cena de cordero a la barbacoa, tomado buen café o chocolate con leche, según cada participante decida.
Sentados alrededor de la fogata, la luz de las llamas les ilumina el rostro con un resplandor de color rojo, los ojos de algunos, dado el ángulo donde se encuentren brillan y se asemejan según la imaginación de Susana al brillo de los ojos de un lobo, por lo que riendo, expresa en voz alta una inquietud.
—Amigos, al resplandor de la fogata, los ojos de algunos me recuerdan la forma como brillan los ojos de un lobo; por favor pido a tío Daniel, a Felipe y a Estanislao, que cada uno tenga a bien, narrarnos un cuento relacionado con los lobos.
Todos apoyan la idea, y aplauden entusiastamente, pidiendo que sea tío Daniel quien inicie.
Él principia su participación de esta manera:
En mi niñez, leí en la revista llamada Selecciones, un resumen de un cuento del escritor norteamericano Jack London. Fue hace muchos años, que espero mi memoria me ayude.
Se titulaba “El llamado de la Especie”, Allí nos cuenta de un cazador que vivía en el territorio del Yukón, Canadá. Vivía solo, aislado, buscaba afanosamente pepitas de oro en un río.
Un día encuentra a un cachorro abandonado de perro en el camino, y lo adopta como su única familia.
El cachorrillo va creciendo hasta convertirse en animal de gran estampa, porque era producto del amor de una perra con un lobo.
Buck era un perro mestizo de grandes colmillos blancos, que lo defendía no solo de los ataques de los indígenas, sino también de los lobos.
No obstante, en las noches oscuras y de luna, al escucharlos aullar en la lejanía, este animal sentíase muy intrigado y a la vez atraído por los aullidos de los lobos.
Un día el perro va muy de mañana a dar una de sus correrías muy lejos del hogar y de la compañía del buscador de oro.
Al atardecer regresa muy ansioso, esperando saludar muy contento a su amo, pero encuentra la cabaña silenciosa, destruida y quemada, y flechas clavadas en las puertas, que el fuego no había destruido aún.
Con gran tristeza el perro encuentra al cazador con varias flechas clavadas en su cuerpo.
Por varios días y noches el perro ronda y permanece alrededor de lo que fue su antiguo hogar.
Cada noche, escuchaba en la lejanía aullar a una manada de lobos.
Le atraían tanto esos aullidos, que le erizaban los pelos del lomo, que una noche sale corriendo a lo profundo del bosque.
Corre y corre velozmente por la selva, hasta que llega a un lugar donde aúlla la manada. Allí se traba en mortal combate con el macho Alfa.
Buck, el perro mesclado con lobo, vence fácilmente al líder, y desde ese momento olvida todo nexo amoroso con los humanos.
La siguiente noche, buck y su manada atacan fieramente a un guerrero indio, de la tribu que asesinó a su amo y lo matan despiadadamente.
A partir de ese momento, da rienda suelta a su odio vengativo hacia esa tribu.
El pavor cunde entre los indígenas, y hablan temerosamente del gran lobo blanco, fiero y despiadado, rápido como el rayo, que elude sus lanzas y les destroza la yugular a todo guerrero que encuentre desprevenido en el bosque.
Estimados oyentes, espero les haya gustado mi relato, y ahora dejo el tiempo, con Estanislao.
—Gracias, Daniel, —mi relato lo titularé:
“San Francisco apacigua al ferocísimo lobo de Agubio”
— ¡uy! —exclama más riendo que asustada, Sarah Elizabeth.
— Cuando San Francisco de Asís, vivía en la ciudad de Agubio, de repente apareció un feroz y grande lobo. Los hombres salían armados como si fuesen a la guerra, para darle caza, pero el astuto animal los evadía, y ¡ay ¡de aquel a quien encontrase en solitario, pues su funeral ya estaba asegurado.
Nadie se atrevía ya a salir fuera de sus casas, las siembras se arruinaban, el ganado disminuía, los hombres, mujeres y niños, morían.
Un día San Francisco, compadecido del sufrimiento de estas gentes, convoca al pueblo, y les pide que vayan todos juntos a buscar al sanguinario animal.
Al llegar a la guarida, el lobo sale gruñendo, mostrando los largos colmillos, en ese instante San Francisco levanta su mano derecha y dice en voz alta:
—Hermano lobo, yo te mando en nombre de Cristo que no me hagas daño a mí, ni a ninguno de los que me acompañan, cierra tus fauces, así como los leones cerraron sus mandíbulas delante del profeta Daniel.
A la vista de todos, el lobo cerró su boca, y manso como un tierno corderillo, vino a echarse a los pies del siervo de Dios.
—Hermano lobo, has matado muchas reses y has matado a los hombres, hechos a la imagen del Dios Eterno; eres un homicida pérfido; por ello tienes merecida la muerte en la horca, a pedradas, o mejor aún a palos.
Si renuncias a tus carnicerías, yo me obligo a sustentarte con la alimentación, juntamente con los habitantes del pueblo; se que por hambre has matado, pero Dios te perdonará; si estás dispuesto a cambiar de modo de vida, y prometes no hacer daño a ninguna persona humana ni tampoco a los animales. ¿Me lo prometes?
El lobo lanzó un aullido agónico, unas lágrimas brotaron de sus ojos amarillos azulados, movió la cola e inclinó la cabeza delante del Santo varón.
— Hermano lobo, quiero una prueba de tu compromiso—
San Francisco había extendido la mano con la palma abierta hacia arriba, el lobo mansamente puso su mano sobre la del Santo.
De esta forma se iniciaba un tratado y compromiso de paz entre el lobo, San Francisco y los habitantes de la ciudad de Gubia.
“—Hermano lobo, yo te mando en nombre de Jesucristo que vengas conmigo sin miedo de nada, e iremos a firmar esta paz en nombre de Dios—“
Seguidamente, San francisco, seguido del lobo como si fuese el más manso de los perros, se dirigieron a la iglesia del pueblo.
Al llegar, San francisco vuelve a exhortar al lobo que ya no haga daño a ningún humano, o animal; y pide al pueblo que de ahora en adelante, su obligación será dar la comida a su tiempo al arrepentido animal.
“Entonces el lobo, levantando su pata derecha, la puso en la mano de San Francisco.
A vista de este hecho y de los demás que quedan mencionados, fue tanta la novedad del milagro y la mansedumbre del lobo, que todos comenzaron a clamar al Cielo, alabando y bendiciendo a Dios que les había mandado a San Francisco para que, con sus méritos, los librase de la boca de la bestia feroz.
Después de este suceso el lobo vivió dos años en Agubio y entraba familiarmente de puerta en puerta por las casas sin hacer daño a nadie, ni ser molestado por ninguno; y era generosamente alimentado por la gente, y andando por el campo y la ciudad, nunca perro alguno le ladraba.
Finalmente, después de dos años, el hermano lobo se murió de viejo, de lo cual se dolieron mucho los ciudadanos, porque viéndolo andar tan manso y tan humilde por la ciudad tenían presentes las virtudes y la santidad de San Francisco.”(Las florecillas de San Francisco, Libro anónimo del siglo XIV)
Estanislao termina su relato, y a su vez cede el tiempo a Felipe.
— ¡Gracias! — dice Felipe—Tío Daniel habló sobre “El llamado de la Especie”, Estanislao nos contó acerca de “San Francisco apacigua al ferocísimo lobo de Agubio”, mi relato lo titularé
“El lobo que buscó al Mesías”
Había una vez un lobezno muy inquieto e inteligente, llamado “peludito” quien dijo a su abuelita.
—Abuelita, cuéntame un cuento antes de dormir—
—“Mijito” te contare que un lobo antepasado nuestro, dejó escritas en su libro de memorias, el siguiente relato: Un día muy caluroso iba recorriendo las ardientes arenas del desierto de Israel, en el año 30 D.C. Iba tan hambriento y con ganas de cazar, que subido en lo alto de una roca, estaba a punto de atacar a un camello.
Le llamó la atención, que ese camello no era como los demás, con más atención examinó a su presa, y vino a darse cuenta, que en realidad era un hombre, que estaba cubierto con una piel de camello.
Este hombre era nada menos que Juan el Bautista, el enviado del Mesías.
El lobo muy curioso, se agazapó tras unos arbustos y rocas, donde estuvo un tiempo, le llamó mucho la atención que este ser extraño vestido como un camello, comiese un puñado de grillos (Chapulines o langostas)
El lobo no sabía si reír, o reflexionar por la extraña conducta en este hombre.
Mientras tanto iban llegando multitud de hombres y mujeres, que escuchaban atentamente al profeta.
Este abriendo su boca, les decía:
— ¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!—
El lobo se retiró a su cueva.
Mucha gente de Jerusalén, Judea y sus alrededores, llegaba confesando sus pecados, y después Juan los bautizaba en las aguas del río Jordán.
Otro día, el lobo se acercó cautelosamente y como siempre muy escondido, vio con sus propios ojos amarillentos, cuando un hombre se acercó a Juan y solicitó ser bautizado en el río Jordan.
Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan, para que este lo bautizara.
Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo:
–Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Jesús le contestó: –Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo ante Dios. Entonces Juan consintió.
En cuanto Jesús fue bautizado y salió del agua, el cielo se le abrió y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma.
Se oyó entonces una voz del cielo, que decía: 'Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.
El lobo no salía de su asombro al ver una blanquísima paloma viniéndose a posar sobre los hombros del ser que estaba en el agua.
Unos días después el lobo andaba merodeando cerca de una granja.
Vio en un corral unas suculentas gallinas y unas ovejas bien alimentadas, el hocico se le hizo agua, y ni lerdo ni perezoso, decidió robarlas.
Al escuchar el alboroto producido, el granjero salió armado con su arco y disparó una flecha al lobo.
La flecha se hundió en una anca del animal, pero el lobo con el miedo corrió velozmente a su madriguera.
Pasaron unos días y la herida se infectó gravemente. El dolor era insoportable; era cuestión de pocos días o quizás horas y ya sería demasiado tarde para su vida.
El lobo se recordó entonces de la escena vista en el río Jordán, acerca del hombre en cuyos hombros habíase posado una hermosa paloma blanca, y la voz de trueno del cielo que decía que él era el hijo de Dios.
El lobo sintió en su corazón que si llegaba ante ese ser Divino, sus problemas y dolores, se solucionarían.
Con mucho dolor en su cuerpo, arrastróse esa noche de luna brillante, pasó por arbustos y zacatales, por piedras y precipicios.
Encontró a quien buscaba; Jesús de Nazareth estaba meditando en medio de la noche en la sabiduría de los Salmos.
Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones.
Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse.
Tiendes el manto oscuro de la noche, y entonces salen los animales del bosque.
Los leones rugen por la víctima; piden que Dios les dé su comida.
Pero al salir el sol, se van y se acuestan en sus cuevas.
Entonces sale el hombre a su labor y trabaja hasta la noche.
¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; ¡la tierra está llena de todo lo que has creado! Salmo 104 -Citas de la Biblia Dios Habla Hoy
El lobo vió asombrado que muchos seres más brillantes que la luz del sol al mediodía, y armados de espadas luminosas de fuego, hacían guardia alrededor de la persona de Jesucristo.
El lobo asustado, dejó escapar un aullido estremecedor de dolor.
El hombre santo, el Mesías Divino, el Hijo del Dios Altísimo, dirigió su mirada tierna y compasiva hacia los ojos dorados del lobo, y abriendo su boca, le dijo:
— ¡No temas! ¡Sé quién eres!, se cuál es tu dolor, y que quieres; Yo soy tu creador, te hice con amor, a tí y a todo lo que existe, Ven a mí—
El lobo se acercó llorando, como el niño que busca el consuelo de su padre.
Jesucristo, con mucho amor y cuidado; con sus manos perfectas arrancó la punta de la flecha.
Al instante la herida cerró y sanó de forma milagrosa, luego con sus manos acarició la cabeza y el pecho del lobo.
El lobo agradecido de encontrase con su creador, lloraba, inclinaba la cabeza y se echaba a los pies del Mesías.
Esa noche el lobo se quedó a unos cuantos metros donde estaba Jesús, y durmió la mejor noche de su existencia. Al otro día se alejó de allí.
Así terminó su narrativa, nuestro amigo Felipe el escritor.
Después de esto, siguieron otras actividades en esa noche de fogata, y al filo de la medianoche , todos regresaron a sus hogares.
Este cuento fue inspirado en el pasaje que dice:
Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto.
Allí estuvo cuarenta días, viviendo entre las fieras y siendo puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.
Citas de la Biblia Dios Habla Hoy
MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS
Por. Un apasionado por la historia huehueteca/Autor del Blog
quién se inspira en su gran amor por su ciudad natalQUIÉN DEDICA ESTA HISTORIA AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO
LA MANSION DE LOS COLIBRIES
Reunidos El tío Daniel, sus sobrinos Luis, Jorge y Susana del cielo y Mar, juntamente con su Sarah Elizabeth, están además Felipe el escritor y Estanislao “el soñador”.
Felipe, se expresa de esta manera:
—Hoy, el cuento correspondiente corre a cuenta de Estanislao, oigamos atentamente.
Estanislao, comienza su relato.
Había una vez un colibrí de hermoso plumaje naranja con destellos rojizos.
Estando ya en edad de buscar su compañera, necesitaba buscar o construir su nido, pero sus recursos eran muy escasos.
Decidió buscar el consejo y la oración de su amiga, la paloma mensajera de Cristo.
Esta paloma predicadora del Señor, muy sabiamente le dijo que confiasen en la providencia divina.
Además, elevaron juntos una plegaria pidiendo la bendición del Mesías de Dios.
Esta oración, salida del corazón de tiernas criaturas del Señor, se elevó como ofrenda fragante y llevada en manos de un mensajero al trono del buen Dios.
Allí mismo en la corte celestial, escuchada la petición del humilde colibrí, se dictaminó a su favor, y veamos de qué forma recibió su casa.
En la misma región donde se encontraba nuestro amigo colibrí, vivía un joven hacendado.
Su nombre era Artemius del Campo y Quinteros. Él era honrado a carta cabal; un hombre muy amoroso con su esposa y sus hijos.
Un ángel de Dios, vino a él en un sueño, y le decía:
“Artemius, Dios se ha agradado de ti, desea que empieces a construir tu mansión. El Creador te ha bendecido con muchos cientos de cabezas de ganado en tu hacienda,
Él ha visto como has ayudado a tus trabajadores y les has dado un buen salario y un nivel de vida mejor. Recibe tu recompensa ahora; yo te daré ideas y multitud de recursos.”
A la mañana siguiente, Artemius, muy sorprendido, pero contento, le contó a su amada esposa, sobre el sueño.
Su esposa, hacía unos días atrás que había tenido el mismo pensamiento de edificar una residencia, por lo que conjuntamente empezaron a hacer planes respectivos.
Pasaron los meses, y la casa de los sueños de la familia, fue hecha una realidad. Para efectos de comprensión de la bondad, providencia y caminos misterios del Señor, escribiremos que Artemius del Campo Quinteros, invirtió la cantidad de 125,000 dólares americanos en la edificación de su mansión y que muchos hombres trabajaron en la misma.
Allá arriba, en el Palacio Supremo del Rey del Universo, muy contento, el Rey dijo a un ángel mensajero, lo siguiente:
“—Avisa a nuestro pequeño amigo colibrí, que su petición acerca de ayuda para construir su humilde nido, ya está realizada. —“
El ángel mensajero llevó a conocer al pequeño colibrí a conocer la magnífica construcción del hacendado Artemius, y luego le dijo:
—Pequeño colibrí, aquí al alero del tejado, en este lugar del segundo piso, aquí harás tu nido, He puesto en el corazón del hacendado, que de órdenes para que nadie te moleste y nadie quite tu nido de este lugar, bendiciones. —
— Gracias, buen ángel; pero ¿que haremos para conseguir nuestros alimentos?—preguntó el colibrí.
—Pequeño amigo, ¡si conocieras! los planes y propósitos del creador del universo, abrirías el pico muy sorprendido, “Ciao “colibrí—
Pasaron unas semanas, y el colibrí terminó su nido, luego llevó a su compañera a vivir allí.
Al poco tiempo, llegaron los polluelos de la familia, y veamos cómo se aprovisionaron de alimento.
Rosa Linda del Campo Moliner, era hija de Artemius del Campo Quinteros.
Era una bellísima joven de largos cabellos, y de un corazón inmensamente noble y piadoso. Ella tenía el corazón de una poetisa, gustaba de observar las flores en el verde prado de su mansión.
Rosa Linda del Campo, les ponía unos pequeños trastecitos con azúcar, miel y un poco de agua cada día, además los colibríes visitaban las flores rojas del jardín de la familia.
Cada mañana, los colibríes volaban fuera de la ventana del dormitorio de Rosa Linda.
—Estimados oyentes, nuestro buen amigo Artemius del Campo y Quinteros, fue bendecido con una imponente mansión, vivió muy feliz con su familia, pero desde otra perspectiva eterna, creo yo, que el trabajo de muchos trabajadores, y los 125,000 dólares que gastó en la edificación del a misma, en realidad fue para “construirle su vivienda a las pequeñas avecillas de Dios”.
Luego de finalizar su cuento, Estanislao y sus amigos comen unas deliciosas tortillas con pollo, toman unos refrescos deliciosos y dan por terminada su reunión.
Cuento inspirado en los versos bíblicos: Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus pollos En tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. SALMO 84.3RV 1909
Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! MATEO 6.26