miércoles, 23 de marzo de 2022

ESAS MANOS GENTILES

  ESAS MANOS GENTILES

JOANNA RHODES HALL

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Por años yo había dejado de pensar en esa joven enfermera de ojos azules, hasta ese domingo en la tarde cuando mi nieto Brandon. deseaba conocer  sobre su ángel guardián.
La conversación comenzó debido a un regalo que yo le había hecho el cuadro de un ángel suspendido sobre un niñito y una niñita que están cruzando un puente viejo de madera que parece muy peligroso. Yo compartí con él Hebreos I : l4 (BD)
"Porque los ángeles son tan sólo espíritus mensajeros que Dios envía a ayudar y a cuidar a los que han de recibir la salvación".
"Tú tienes un ángel cuidándote", le dije. Brandon realrnente se emocionó e inmediatamente deseaba darle a su ángel un nombre. Mientras manejaba para llevarlo a su casa esa tarde, él sostuvo fuertemente su "cuadro del ángel", como le llamaba, y corrió hacia la casa para decirle a su rnamá que él tenía un ángel que le guardaba, que cuidaba sus pasos.
Más tarde esa noche yo pensé en mi ángel y recordé la sensación de unas manos que suavemente y con gentileza se posaron sobre mi cara
-la primera vez hace casi veinte años-. Yo iba a dar a luz a mi sexto hijo. Teníamos cinco hijas preciosas y estábamos orando por un varón.
Había sido un parto largo y difícil para una mujer de treinta y cinco años de edad, y había llegado el momento de ser llevada a la habitación de parto, donde me transfirieron con cuidado a la cama con unos artefactos para poner los pies.
" ¿ Por Qué estoy tan sensible?"', recuerdo haber pensado. "Yo he pasado por esto cinco veces, así que esto no es nuevo para mí. ¿,Por qué está la habitación de parto tan fría"'Todas  las luces brillantes estaban puestas sobre mí, pero ellas daban sólo luz, no calor. Las enfermeras bien entrenadas y el personal del hospital estaban apurados preparándose para el nacimiento de mi hijo. Pero yo tenía miedo.
Cerré mis ojos fuertemente con la esperanza de detener el dolor y el temor y sentí un paño frío que caía sobre mi frente y una palmadita suave en el costado de mi cabeza-. Yo nunca había sentido tanta gentileza en toda mi vida. Lentamente abrí los ojos y contemplé un rostro enmascarado con los oios azules más claros que haya visto en mi vida. Durante el parto, ella nunca se movió de la cabecera de mi cama. Cuando el dolor se intensificó sus manos frías golpeaban suavemente mi rostro o mi cabeza. Ella nunca habló una palabra y yo nunca vi su rostro sin la máscara.
. A la I :30 P.M. del día l3 de marzo de 1971, di a luz a un varón de nueve libras y tres onzas. Pero mi gozo fue por corto tiempo. Mientras la enfermera ponía a mi hijo en mis brazos, yo vi un rostro rojo que no estaba perfectamente formado. Su pequeña nariz. Estaba completamente  aplastada y su labio superior tenía un hueco grande en él. . Este precioso don de Dios había nacido con un labio y paladar leporino. A medida que me salían las lágrirnas por el borde de mis ojos , sentí unas lágrimas tibias cayendo en mi cabeza. Pero esta vez sentí unas palmaditas,como una madre cuando toca suavemente a su hijo  para consolarlo cuando éste, está a punto de quedarse dormido.
Mientras me sacaban del salón de parto. , miré hacia atrás, haciendo un rápido inventario de la habitación. Deseaba escribirle una nota dando las gracias a mi nueva amiga tan especial. Pero no pude  verla.
Como tampoco pude ver a la enfernera con los oios azules de nuevo.
Le pregunté a todo el mundo quién era ella, pero nadie parecía recordar a una enfermera en la cabecera de mi cama. inclusive pedí ver la enfermera encargada del turno ese día en el salón de parto. Ella dijo que con lo escaso de personal que estaban en en ese turno, era imposible que una enfermera  estuviese de pie sin hacer nada. Quizás ella no fue visible para nadie más, pero yo sé que ella estaba allí conmigo ese día. Aunque nunca más la he vuelto a ver, he sentido su prescencia. Mi hjo Neal, tuvo muchas operaciones para  corregir su labio y paladar leporino.
Tuvo numerosas infecciones de oído, fiebre alta. y muchas noches sin dormir. En las noches que yo mecía y cantaba a mi hijo, sentí esas mismas manos suaves en mi cabeza.
Hace unos meses tuve que ser operada. Una vez más tuve ese sentimiento de inquietud mientras me llevaban silenciosamente por el corredor hacia la sala de cirugía. A medida que la anestesia comenzó a hacer efecto, y cuando me estaba quedando dormida, sentí esas manos suaves en mi cabeza. Traté fuertemente de abrir los ojos, deseando ver esos ojos claros y azules una vez más, pero ya estaba muy soñolienta, y mis ojos no se abrieron.
En el salón de recuperación, mi primer pensamiento consciente fue el de mi amiga. ¿Recuerda haber tenido alguna vez una pesadilla y tener miedo de abrir los ojos? Y luego su madre le toma en sus brazos, le mece, y le sostiene cerca de ella. Así fue como yo me sentí ese día, mientras despertaba del sueño de la anestesia. Mi amiga estaba aún allí.
Estoy tan feliz de haber encontrado ese cuadro del ángel guardián cuidando al niño y la niña y también de haber podido dárselo a mi nieto mayor. Porque para un niño despierto, de cinco años, una foto vale mil
 palabras. Y para mí, trae a mi memoria el recuerdo de unas manos suaves 

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