23 JULIO 2021
UNA MAÑANA de agosto de 1994, Gail Bustaque se despertó al sentir que su marido, Al, se levantaba. Amodorrada, le preguntó:
—¿Ya se fue Freddy a trabajar?
Bustaque
miró por la ventana y vio que la camioneta en que su hijo de 16 años se
iba al trabajo de verano estaba todavía frente a la casa. ¡Ay, no! ¡Se
ha vuelto a quedar dormido, pensó.
Sin perder tiempo fue al cuarto del muchacho, que tenía la puerta cerrada y el televisor encendido.
—¡Freddy, despierta! —dijo, llamando a la puerta—. Se te ha hecho tarde.
Son cada vez más los muchachos que ponen en peligro su vida respirando los vapores de sustancias domésticas para drogarse
CUIDADO CON LOS VENENOS CASEROS INHALABLES POR ANITA BARTHOLOMEW
SELECCIONES DEL READER'S DIGEST • Agosto 1996
Al
ver que no respondía, Bustaque entreabrió la puerta. Su hijo estaba
atravesado boca arriba en la cama, con brazos y piernas abiertos, y aún
llevaba la ropa que se había puesto el día anterior. Su padre se le
acercó y lo cogió por el hombro para despertarlo.
—Vamos, Freddy, es hora de...
Al instante retrocedió, horrorizado: el chico estaba muerto.
Incrédulo y desesperado, Bustaque se puso a darle respiración boca a boca, pero era tarde: el cuerpo ya estaba frío. En eso, reparó en una lata de desodorante ambiental en aerosol que había sobre la cama.
Más
tarde, la autopsia reveló que Freddy Bustaque —muchacho inteligente y
con don de palabra, experto en computadoras— era víctima de lo que se ha
llamado muerte súbita por inhalación (MSI). El chico había respirado los vapores del desodorante para drogarse, y los gases tóxicos que se emplean para pulverizar estos productos le habían causado un paro cardiaco.
LA MAYORÍA de los adultos saben poco o nada sobre el abuso de las sustancias tóxicas inhalables: el sinfín de productos de uso doméstico que muchos niños y adolescentes emplean para drogarse de manera rápida y barata. Entre los más comunes se cuentan la
tinta indeleble de los rotuladores, el combustible para encendedores de
bolsillo, los pegamentos, el líquido corrector mecanográfico, los
solventes para pinturas, la gasolina y una extensa variedad de
aerosoles. Hay incluso quienes se drogan con butano o con el freón de
los aparatos refrigerantes.
Al ser inhaladas, estas sustancias producen un estado pasajero de euforia, mareo, alucinaciones y confusión. También pueden causar daños graves y, como en el caso de Freddy, la muerte.
Los especialistas creen que la MSI se debe a que la sustancia inhalada aumenta la sensibilidad del corazón a la adrenalina. La persona que inhala puede exaltarse o asustarse; por ejemplo, a causa de una alucinación. Ante la consiguiente descarga de adrenalina, el corazón hipersensible comienza a latir rápida y desordenadamente, lo que puede conducir a un paro cardiaco.
El
corazón no es el único órgano expuesto a sufrir daños. MuChas de las
sustancias que se inhalan son solventes que, una vez eu los pulmones, se
vierten en el torrente sanguíneo, desde el cual pasan fácilmente a
todos los tejidos del cuerpo. Al llegar al cerebro lesionan la vaina de mielina —el recubrimiento de las fibras nerviosas—, lo cual menoscaba las facultades mentales. La inhalación habitual de estas sustancias puede causar, a la larga, lesiones cerebrales graves e irreparables.
Incluso
la crema batida enlatada, aparentemente inocua, puede ser letal. El
óxido nitroso —también llamado gas hilarante—, que se emplea como
propulsor del producto, es un anestésico que puede deprimir el sistema
nervioso central al grado de interrumpir la respiración.
A
pesar de los riesgos, el abuso de sustancias inhalables entre los
jóvenes va en aumento. Una encuesta efectuada entre 50,000 estudiantes
norteamericanos de enseñanza media por la Universidad de Michigan, bajo
los auspicios del Instituto Nacional de Lucha contra la Drogadicción, de
Estados Unidos, arrojó resultados alarmantes. De los 18,000 estudiantes
de segundo grado interrogados, 21.6 por ciento dijeron haber inhalado
sustancias tóxicas al menos una vez.
Como las campañas contra las drogas no han prestado la atención necesaria al uso de sustancias inhalables, pocos saben que éstas pueden ser tan letales como el crack y la heroína.
Se ignora cuántas muertes causan porque, según los expertos, Muchos
casos pasan inadvertidos. Earl Siegel, director adjunto del Centro de
Información de Drogas y Venenos de Cincinnati, Ohio, explica: "En los
casos de MS1, el cuerpo asimila y elimina la sustancia tóxica muy rápidamente, de manera que al practicar la autopsia suele suponerse que la víctima murió de un paro cardiaco de causa desconocida o de un ataque de asma".
EN
EL OTOÑO de 1993, Don y Deirdre Miller* se mudaron con sus cinco hijos a
una localidad rural. Hasta entonces Deirdre se había ocupado de la
instrucción de los niños en casa, pero la nueva población, pequeña y de
gente sana, sin pandi-*Los nombres de estas personas se han cambiado
para proteger su vida privada.
llas ni los demás peligros de las
grandes ciudades, le pareció lo bastante segura como para enviarlos a la
escuela. Eric, de 12 años, dejó encantados a sus compañeros de sexto
grado con su aptitud para el deporte y su sonrisa traviesa.
Una noche
de enero de 1995, Deirdre se dio cuenta de que Eric ya llevaba
demasiado tiempo en el baño. Llamó a la puerta, pero el chico no
respondió.
—¡Eric! —gritó ella, golpeando con más fuerza—. ¡Abre ya!
Intentó girar el pomo, pero la llave estaba echada. Deirdre supo que había ocurrido una desgracia.
Don
forzó la puerta y encontraron a Eric sentado en la bañera con las
piernas cruzadas, el cuerpo echado hacia delante y la cabeza bajo el
agua. Llamaron una ambulancia que lo llevó a toda prisa al hospital,
pero los esfuerzos que hicieron por salvarlo fueron inútiles.
Todos creyeron que el chico se había ahogado de manera inexplicable, hasta que un agente de la comisaría encontró una lata de gas propulsor para aerógrafo en el lavabo. Antes de que Eric hundiera la cabeza en el agua, el freón del gas ya lo había matado.
Más tarde los Miller se enteraron de que hacía
unas semanas un estudiante de segunda enseñanza había ido a parar al
hospital por inhalar el contenido de lo que los muchachos habían dado en
llamar "lata de la felicidad". A Deirdre la atormenta pensar
que, si lo hubiera sabido antes, habría podido advertir y salvar a
Eric.Desde luego, no todos los chicos que inhalan estos venenos mueren,
pero la muerte no es el único peligro. El uso prolongado de la sustancia
puede deteriorar progresivamente los órganos vitales, entre ellos el hígado y los riñones, al grado de volverlos insuficientes. En algunos casos, los daños son irreparables.
Con todo, en una encuesta realizada por la Sociedad para la
Erradicación de las Drogas en Estados Unidos en 20 ciudades de ese país,
dos tercios de los chicos de entre 9 y 15 años dijeron no creer que inhalar estas sustancias una o dos veces fuera muy peligroso.
EL
DOCTOR Milton Tenenbein, pediatra y toxicólogo del Hospital Infantil de
Winnipeg, Canadá, tiene casi 20 años de experiencia en el tratamiento
de muchachos adictos a las sustancias inhalables. Además de las lesiones
cerebrales que normalmente se derivan de esta adicción, Tenenbein ha
observado efectos menos frecuentes, corno sordera y afecciones
pulmonares y renales, así como algunos casos de parálisis de las
extremidades debidos a neuropatía periférica, padecimiento que se presenta al cabo de sólo seis meses de inhalación intensa. Es
posible que los chicos afectados se recuperen, pero al cabo de un
tratamiento de hasta dos años de duración. Los que han sufrido lesiones
cerebrales no tienen tanta suerte. Según Teneribem, si la adicción
persiste mucho tiempo, estas lesiones son inevitables, y una vez
producidas no tienen remedio.
Cuando Joe Marshall* era adolescente, comenzó a comportarse de manera extraña y en ocasiones violenta. Preocupada, su madre lo llevó al médico, quien observó en el chico síntomas de una lesión cerebral, debida, según averiguó, a la inhalación de pintura en aerosol.
Antes Joe era un gran deportista y un buen estudiante, estimado por sus
condiscípulos y adorado por su familia, pero su adicción lo transformó
en una persona distinta y hasta peligrosa. Después del dictamen médico, pasó varios años entrando y saliendo de clínicas de deshabituación, pero siguió inhalando siempre que se le presentaba la ocasión. Finalmente lo internaron en el Instituto de Salud Mental de Colorado, en Pueblo.
Actualmente su aspecto a primera vista es normal, pero al observarlo mejor se nota que tiene la mirada perdida. Aunque antes hablaba inglés y español con fluidez, ahora dice incongruencias, apenas puede expresar sus pensamientos y padece una amnesia casi total. Por desgracia, no hay manera de reparar ni sustituir las neuronas que han muerto en su cerebro.
—Tienes mucho frío? —le pregunta la trabajadora social Lama Leonard al ver que lleva puesta una chaqueta de esquiador.
—El aire es anaranjado —responde él.
Ella supone que el joven quisiera decir que sí tiene frío, pero no encuentra las palabras para hacerlo.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta Leonard.
Joe se mira una mano, dobla despacio el meñique y el pulgar, y muestra los dedos restantes.
—Tres —dice a media lengua.
Joe tiene 32 años, y hace casi seis que lo internaron en esta institución.
Los VENENOS inhalables están al alcance de cualquier niño y adolescente,
y la mejor arma para evitar que los usen para drogarse es la conciencia
de sus efectos. Los padres harían bien en advertir del peligro a sus
hijos desde que éstos comienzan a ir a la escuela. Los estudios revelan que la adicción a las sustancias inhalables es considerablemente menos frecuente entre los chicos que saben que son peligrosas.
Quizá el mayor peligro para los niños sea la negación de los adultos, el decirnos "Mi hijo jamás haría eso",
, advierte Earl Siegel. El especialista añade: "Los padres y las
autoridades de salud deben saber que este problema ya no sólo afecta a
las clases socioeconómicas más bajas, sino a chicos de cualquier
condición".
La siguiente
guía, preparada por expertos, enumera los principales signos de que un
muchacho se droga habitualmente con sustancias inhalables:
• Manchas
de pintura, tinta de rotulador o líquido corrector en el cuerpo o en la
ropa; latas de aerosol vacías, trapos o bolsas de plástico en los
lugares que frecuenta el chico.
• Ulceras o erupciones cutáneas en la zona de la boca o la nariz.
• Aliento con olor a producto químico.
• Aturdimiento, aire de embriaguez, o andar vacilante.
• Náuseas y falta de apetito.
• Excitabilidad, ansiedad, angustia o irritabilidad.
• Dificultades en la escuela (mal desempeño, inasistencia a clases y apatía).
Para prevenir que sus hijos se aficionen a las sustancias inhalables, manténgase informado e infórmelos a ellos, antes de que alguien más los induzca a probarlas. Si lo deja para después, podría ser tarde.
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