jueves, 1 de septiembre de 2022

“…CUANDO HUYE SATANÁS” C.S.LOVETT -4-

“…CUANDO HUYE SATANÁS”

C.S.LOVETT

Covina, California.

1969

El CORAZON de este libro es una PERSONA : SATANÁS.

El OBJETO de este libro es entrenar cristianos para la lucha espiritual contra el demonio y equiparlos para AHUYENTARLO.

  OLVIDESE DE LA DEMONOLOGIA

Este no es un tratado sobre los demonios.

Este libro se refiere a Satanás como nuestro enemigo especial. Quisiera que por ahora se olvide de los demonios. ¿No tiene Satanás legiones de ángeles caídos que hacen su voluntad? Así es. Multitudes de espíritus malignos (o demonios, si usted lo prefiere) cumplen las órdenes que les da. Eso es sabido. Pero su papel es menor y lo que hacen es sólo AGREGADO A LA OBRA DE SATANÁS, que es la principal.

·         Mi posición es que los demonios no hacen el trabajo de Satanás, como los ángeles de Dios no ejecutan la tarea del Espíritu Santo. Los demonios tienen y mantie­nen las conquistas satánicas; pero Satanás es el conquis­tador, el atacante. Así como el Espíritu Santo nos con­vence de que somos pecadores, nos certifica la Palabra de Dios y hace que Cristo sea real a los humanos, así también el espíritu no-santo dirige, tienta e inspira per­sonalmente a los hombres para que obren el mal. En este sentido, los demonios no pueden mencionarse más que los ángeles, como causantes de la presencia de Cristo en el ser del cristiano.

Los ángeles de Dios han sido definidos como que :

"Son espíritus al servicio de Dios, que son enviados para ayudar a los que han de recibir la salvación" (Heb. 1: 14 VP).

El Espíritu Santo, en persona, es quien forma a Cristo en nosotros; El que "da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios" (Rom. 8: 16). La diferencia entre ambos no es pequeña. Hay tanta diferencia entre la tarea del Espíritu Santo y la de los ángeles celestiales como entre el día y la noche. Lo mismo sucede entre Satanás y sus servidores.

Casi todas las obras sobre este tema enfatizan que la presencia de los demonios provoca tormentos en las personas. Satanás no tiene un pelo de tonto. Permite que se filtre información sobre los demonios para distraer con ella a escritores e investigadores. Los demonios atraen más la atención porque causan trastornos físicos. Los humanos nos excitamos cuando sufren nuestros cuerpos. Los estudios demonológicos son populares porque insinúan que hay posibilidades de curación. Y usted sabe los extremos de que somos capaces para recuperar la salud. Conozco a alguien que maneja cientos de kilómetros para ser tratado de cáncer en otro país, pues en el suyo dicha droga está prohibida.

Satanás ha usado la demonología como cortina de humo para desviar toda atención de sí. Mientras los autores escriban de sus subordinados, Satanás seguirá aprovechando el "apagón" intelectual que tanto anhela y necesita para su tarea. Además, es más fácil conseguir lectores preocupados con sus cuerpos físicos. Así que, mientras no se me dé más luz, insistiré en que los demo­nios tienen un papel menor en comparación al de Satanás. El es la fuente de todo lo que nos aflige. La Sicología Cristiana se enfoca hacia la actividad de los demonios, mientras el Príncipe de los demonios permanece como un desconocido.

·         Opino, pues, que es mejor situar aparte el estudio de la demonología mientras enfocamos los reflectores hacia Satanás. El es nuestro enemigo y sin él los demonios son impotentes. Si aprendemos cómo hacerlo huir de nosotros, poco tendremos que temer de los demonios. Así que, olvídelos mientras lee estas páginas. Piense sólo en Sa­tanás como nuestro enemigo único y más infame ; como el adversario personal de usted, que copia los métodos de acción del Espíritu Santo. Si los demonios le preocupan, recuerde solamente que ellos son a Satanás lo que los ángeles del cielo son al Espíritu Santo : servidores de­pendientes y subordinados al jefe.

El reino de Satanás es extensísimo. Para controlarlo se requiere una cadena de mando muy compleja. La jerarquía de seres que cita San Pablo es indispensable para mantener el funcionamiento del imperio. Pero Sa­tanás sólo hay uno. El fue el enemigo personal de Cristo y lo es ahora mismo de usted.

DONDE COMENZO NUESTRA LUCHA

E'l conflicto del cristiano se inició de modo rastrero. Entre todos los lugares posibles, fue en un idílico jardín

donde se produjo el primer disparo. La serpiente insinuó : "¿Conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" (Gén. 3: 1). Pobrecita de Eva. No podía darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Nadie le había ha­blado de que existe un diablo personal.

¿Cómo podría sospechar aquella niña inocente que su conversación con Satanás era seguida atentamente por toda una galería de potentados; por una audiencia imponente de seres espirituales? Ignoraba que había un peligrosísimo mundo invisible que estaba al acecho.

Si hubiera tenido otros ojos que los corporales, habría contemplado una multitud de dignatarios espirituales reteniendo el aliento; de ejércitos que observaban la escena muy de cerca. Satanás iba a demostrarles lo fácil que es engañar al ser humano. El mundo demónico recibiría del maestro la primera lección objetiva de en­trenamiento.

Sin duda, Eva había charlado antes con esta bellísima mascota. Podía hablar de manera muy superior a nuestro loro o al minarete de los hindúes. Ese día se agregó una nueva nota. El animalito hablaba racionalmente y ofrecía conseguir la aspiración más noble del hombre: ser como Dios.

Con un poquito de observación, ella habría sorpren­dido el destello diabólico en la mirada del ofidio. Ya no era sólo que esta maravillosa criatura pudiera hablar. Era un cardenal del cielo. El disfraz no podía ser más perfecto. Eva quedó subyugada. El Generalísimo del Mal entraba en acción delante de su auditorio. Sus fieles afi­laban las garras para echarse sobre el mundo tan pronto como Satanás hiciera presa.

Era mucho lo que estaba en juego. Si Satanás apresaba a esta primera pareja, se apoderaría también del mundo. Según el plan divino, los hijos nacerían de los padres y así se pobla­ría la tierra. Ganándose a los primeros progenitores, Satanás recibiría en pa­trimonio a su descendencia. Si la sugestión de Satanás hacía caer a Eva, toda la raza humana vendría a ser propiedad del diablo.

Era un momento crítico y toda la esfera del averno posaba en anhelante espera. ¡Entonces sucedió! Eva comió y ahora daba también a Adán. Satanás consiguió a  Adán "de pilón," sin una palabra. El impulso natura a la devoción familiar lo había capturado de rebote, sin disparar ni un tiro. El mundo pertenecía ahora a Sa­tanás. . . .

"El mundo entero está bajo el poder del diablo" (la. Juan 5: 19 VP).

Desde entonces, Satanás ha venido entenebreciendo las mentes humanas....

"En los cuales el dios de este siglo cegó el entendi­miento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo" (2a. Cor. 4: 4).

Eva no vio a la multitud maligna arremolineada a su alrededor. Tampoco usted y yo  podemos verla. Ella no sospechó la majestad de quien le hablaba. ¿Acaso usted v yo sospechamos de dónde vienen las sugestiones que desfilan por nuestras mentes? Se necesita el ojo de la fe. Sólo en quien se mueve el Espíritu de Dios puede percibir tales cosas.

USTED TIENE UN DIABLO PERSONAL

¿Quiere usted saber qué tan en serio quisiera yo que usted tomara a Satanás? Pues bien, dele la misma im­portancia que a nuestro Señor Jesucristo. ¿Le parece de­masiado atrevida esta afirmación? Entonces permítame explicársela. Tal como usted trató personalmente con Cristo para obtener salvación, así debe tratar con la persona de Satanás para conseguir la victoria. Sin Cristo no hay salvación; sin Satanás no puede, haber victoria total. En otras palabras:

¡Para la salvación se necesita un Salvador PERSO­NAL!

¡Para la victoria se necesita un enemigo PERSONAL!

Pero falta aclarar que toda victoria es a través de nuestro Señor Jesucristo.

Mas para que haya victoria debe haber lucha y para que haya lucha hace falta un enemigo. Por tanto, cada victoria que haya usted alcanzado en la vida cristiana, ha significado alguna derrota para Satanás. Cierto, tal vez usted no se daba cuenta de la presencia del diablo. Pero eso no quita que el triunfo de usted no haya sido a costa del fracaso de él. En la fe es imposible conseguir avances sin inferir alguna humillación a Satanás. Si en los contactos con Satanás ha procedido usted sin ciencia ni potencia, imagine lo que progresaría en la vida cris­tiana si comenzara usted a tratar al enemigo con pleno conocimiento de causa. ¡ Piense lo que sería su vida si aprende a rechazar a Satanás para victoria, así como aprendió a aceptar a Cristo para salvación!

Yo estoy pidiendo que se concentre usted en dos per­sonas: el Espíritu Santo y el espíritu no-santo. Que mire a ambos como:

1.    Presentes en usted.

2.    Dando a usted atención personal.

3.    Con poderes incalculables en el mundo de los espí­ritus.

4.    Listos a ejercer cualquier dominio que usted les conceda.

Sí, usted puede escoger libremente. Usted y sólo us­ted es responsable del Espíritu que más influya sus pen­samientos y acciones. En esto radica la sutileza de este asunto. El espíritu no-santo sólo puede atrapar la voluntad de usted por decisión libre de usted. Por esta decisión será usted juzgado pues obró intencionalmente.

• Cuando lea esta obrita, pruebe si estas verdades le estorban o le ayudan en la vida cristiana. Por lo pronto, anéxelas a las que pronto hallará y reserve su juicio hasta comprobarlas por sí mismo. Un dulce se prueba por su efecto en el sabor. La prueba de estas verdades se verá en el efecto que produzcan en su vida.

Comenzamos este capítulo con la afirmación de que los cristianos son seres raros, peculiares, porque dejan de lado una de las doctrinas vitales del Libro que tanto estiman. Si este manual cumple su cometido, usted seguirá siendo una rareza como cristiano. Entonces no será porque usted desconozca la Palabra que aprecia tanto. Usted será algo raro porque le ha tocado vivir en una época cuando es una rareza creer que existe un diablo personal.

¿TAMBIÉN A USTED?

Si hemos de ser sinceros, usted aceptará que está muy lejos de alcanzar el nivel que quisiera en la vida cristiana. ¿Desearía ser mejor cristiano de lo que es ac­tualmente ? Con toda seguridad que sí. Pero sin que usted se dé cuenta, su adversario personal, el diablo, le está dirigiendo por trasmano la vida. Le resulta fácil mani­pular a usted pues cuenta con un arsenal fabuloso de sabiduría taimada y de trucos ingeniosos. Hay un extraño manejando a usted sin que lo sospeche ni advierta. Lo que usted dice o hace parece ser cosa de usted, pero no lo es.

Si no cree usted que exista alguien tan astuto así, le falta informarse. El puede conseguir que usted desper­dicie día tras día; que se olvide de Cristo mientras las horas vuelan. Pue­de conseguir que usted se porte indig­namente, sin realizar que lo está haciendo. Es capaz de plantarle pen­samientos malignos mientras usted se siente limpio de­lante de Dios. Puede mantener a usted en la holganza y hacerlo pensar que está haciendo grandes progresos en Cristo. Por cosas así es que he afirmado que no existe un solo cristiano que pueda enfrentársele por sí mismo. El cristiano común jamás pensaría que Satanás le dirige la vida. No sospecha el tipo de poder que sobre él se ejerce. ¡Es posible que se ría de la pobrecilla de Eva cuando él mismo no sale mejor librado!

La mayoría de los cristianos pueden hacer el resumen de un año sin notar cambio apreciable en sus vidas. Siguen siendo los mismos de siempre. Sus personalidades no son más dulces, la dedicación de sus talentos permanece es­table, sus bolsillos siguen cerrados herméticamente y su rutina secular es tan rígida como siempre. No han rendido nuevas áreas vitales, no son más devotos ni más servi­ciales. Los años pasan por ellos sin dejar mucha huella de ascenso espiritual.

¿Es esto lo que anhelan los cristianos? No. Sin embargo, eso es lo que tienen. ¿Por qué ? Si todavía usted no ha comenzado a sospechar que un poderoso ad­versario está dedicado exclusivamente a evitar que usted viva para Cristo, pronto lo realizará cuando pueda apre­ciar las tácticas que él emplea. De eso nos ocuparemosen seguida.

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