sábado, 27 de mayo de 2023

!AH, HERMOSO JUNIO¡ ... A LA VUELTA DEL CALENDARIO, ESTÁS

 SÁBADO, 28 DE MAYO DE 2O22

 !AH, HERMOSO JUNIO¡ ... A LA VUELTA DEL CALENDARIO, ESTÁS

Por  “El Soñador”

 Mayo, los días se te terminan,

Vendrá Junio y su Melancolíapara mí

Lluvioso quizás, con sol  tal vez,

¡Qué más da!,  las hojas del almanaque pasarán en silencio,

Los días en quieta Nostalgia,

Habrá tanto silencio en mi Alma,

Que podré  escuchar  el delicado sonido

De las hojas del árbol al caer,

 El rayo rasgará la bóveda celestial,

La lluvia traerá vida  a la tierra,

El relámpago tropical tronará como estruendo de cañón,

   Junio, estás a una vuelta de hoja del calendario,

 

ese almanaque, que avanza  inexorablemente,

despiadadado, avanzando como un soldado

iracundo, sordo a todos los ruegos.

Un año más de vida= un año menos,

Aquí es donde colecciono mis años

donde enhebro mis historias del ayer,

Final de mes de Junio,

Quizás no te espere con la alegría que

Muchos  esperan celebrarlo,

Hace varios años que procuro ignorarte

Dichoso día, apreciable fecha,

unas veces caes en martes, otros días en jueves,

Me gustaba decir Jueves Junio,

Recordándome  cuando el día

aterricé”

Hace muchos, demasiados años

En este planeta.

 De niño ( principios años 70s ) cuando cumplia años, mi madre me ponía dentro de la camisa  alrededor del cuello un rosario y así iba ese día a la escuela.

No sé todavía, si ese día sienta algo,

O  “de vez en cuando no sienta nada.

 

sábado, 20 de mayo de 2023

“SEA YO UN VIOLÍN PARA TODOS TUS CANTARES” RODHESIA KING

 “SEA YO UN VIOLÍN PARA TODOS TUS CANTARES” RODHESIA KING

 MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS 

 Por el autor del blog - un apasionado por la historia de antaño

Ciudad de Huehuetenango,  Sábado 20 de Mayo  del año del Señor de 2023.

 QUIÉN DEDICA ESTA HISTORIA  AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO

En la biblioteca del imponente castillo de la filántropa  inglesa Rodhesia King Bornholt , se puede observar un violín.

En las  tardes y noches del los días sábados, Rodhesia ejecuta magistralmente en su violín melodías cristianas dignas de escucharse en las antiguas cortes de los emperadores, reyes y zares.

Rodhesia posee un titulo nobiliario heredado de su madre, la condesa Krysthabel  Bornholt.

De los muchos bienes heredados por sus padres, este violín ocupa un lugar especial en el corazón de la bella Rodhesia.

He aquí su historia.

En el año 1500 A.C en la región árida del desierto del Sinaí, había nacido un pequeño arbusto de acacia. Había podido sobrevivir donde muy pocos árboles lograban subsistir.

Sus ramas eran retorcidas y estropeadas por la dura intemperie. El sol la castigaba inclemente durante el día, y en las noches la helada la azotaba furiosamente.

Una noche la pequeña acacia quedose observando la reluciente y hermosa luna llena, e involuntariamente dejó escapar un profundo suspiro, y a la vez un anhelo y dijó:

— “¡Oh, Dios mío! ¡Cuánta belleza en tu creación! Esa luna llena brilla para ti y para los humanos.  , ¿Qué  puedo ofrecerte? , Nada hay en mí de valor o significado, sin embargo me ofrezco tal como soy, ¡heme aquí! Haz de mí lo que quieras, TÚ ERES EL DIVINO ARTIFICE, EN TUS MANOS TODO ES ÚTIL. Por favor no deseches ni menosprecies mi anhelo profundo de servirte, amado Creador”.

La pequeña acacia entre suspiro y suspiro, entre lloro y lloro, contemplando la luna quedose dormida. Esa misma noche soñó y soñó.

En sus sueños vio descender del cielo un ángel, que llegando donde  estaba plantada, díjole:

Mi pequeña amiga acacia, esta noche traigo un mensaje de esperanza para ti, sabrás que sirvo al único Dios, al Dios tuyo que ha escuchado tus palabras y traigo un regalo para ti.

—Bello ángel, ¿Cómo puedo servir al Creador?, sí mis ramas son retorcidas y estropeadas por los vientos y la arena del desierto. Sé qué allá en los Montes del Líbano, los leopardos rugen en sus madrigueras,  los gigantescos cedros se ríen de las ventiscas nevadas, y en lo alto de los naranjos sus azahares exhalan aromas exquisitos; pero, yo conozco que mi madera es despreciable y en lugar de frutos  deliciosos, produzco espinos. Dime: ¿Quién querría  amarme a mí?—

¡Si supieras ¡quien manda el mensaje, cambiarias de opinión, tú serás una herramienta  valiosa en los planes divinos, no importando tus ramas “retorcidas, cansadas y estropeadas” además te comunico que para  el Altísimo Dios  nada es imposible, y ÉL tiene escrito en las  tablas celestiales, que de tu madera ,que tu llamas estropeada, de allí un hombre virtuoso construirá un instrumento musical que servirá a su tiempo  y a muchas generaciones para alabar al Eterno.

Y seguidamente el mensajero celestial desapareció repentinamente. 

El pequeño arbusto de acacia, creció luchando contra los recios vientos del desierto. su alma creció vigorosamente deseando se cumpliesen las palabras  recibida del ángel. 

Cuando Dios ordeno al líder hebreo Moisés, construyese el arca de la alianza, donde debía guardar las tablas de la ley, un poco de maná, y la vara de Aarón, el árbol de acacia fue elegido para construirla

Esta cofre de madera fue forrada enteramente con planchas de oro puro, es decir  de 24 quilates.

Al terminar el trabajo, sobró una buena parte de madera de acacia, por lo que el líder Moisés, decidió guardar el excedente en un lugar apropiado.

Al transcurrir varios siglos, y al ser construido el templo de Jerusalém, también el excedente de madera de acacia, antes descrito fue almacenado en las bodegas subterraneas del Templo.

Cuando los romanos al mando del general Tito, hijo del Emperador Vespasiano, incendiaron en el año 70 DC el templo de Jerusalem, la madera de acacia no sufrió ningún daño del fuego.

No sufrió daño, por el hecho de estar almacenada  en las cámaras secretas y subterráneas que había mandado a construir el rey Salomón. Dichas cámaras  secretas estaban bajo la vigilancia y custodia de los sumos sacerdotes y de los principales levitas.

LOS SIGLOS PASARON

Hugo de Payns, su tío Andrés de Montbard, Geoffroy de Saint-Omer, Archamband de Saint –Aigman, Payer De Montidier, Godofredo Bisson, Gondemarc, Hugo Rigaud, y Rolando fueron los fundadores de una orden militar caballeresca que protegería a los pregrinos del santo sepulcro.

La orden fue fundada en 1118, y varios más tarde, realizan excavaciones en las bóvedas secretas del templo.

Entre los muchos tesoros y antigüedades, sacaron a luz las tablas de madera de acacia, a que hacemos referencia en esta historia.

Estas tablas fueron depositadas en una gruta cercana a la ciudad de Jerusalem,

 CREMONA ITALIA

AÑO DEL SEÑOR DE 1685

 El gran Llutier italiano Antonio Stradivari , encontrábase un día en su taller, cuando llegó un emisario de un noble caballero inglés con un especial encargo.

 Dicho encargo era el de fabricar un violín con la madera que se le enviaba.

 El caballero inglés en su recorrido por Tierra Santa, había decidido llevarse un recuerdo de su visita por la ciudad santa de Jerusalem.

 Estando en la tienda de  un comerciante de antigüedades, había adquirido la madera de acacia, con el propósito de construir un instrumento musical.

 Es así como de la madera de acacia guardada hacía muchos siglos en las bóvedas subterráneas del templo de Jerusalem, el prominente Antonio Sradivari, fabricó el mejor violín de su magnífica producción.

 Dicho noble inglés, era uno de los ancestros de la línea paterna de nuestra hermosa protagonista Rodhesia King

 Rhodesia, hacía un par de años que había entregado su vida al Señor Jesucristo y lo había aceptado  como Salvador de su vida.

 De esta forma, Dios había cumplido el anhelo vehemente de la “retorcida y estropeada” acacia, cuando exclamó:

 “…Qué  puedo ofrecerte? , Nada hay en mí de valor o significado, sin embargo me ofrezco tal como soy, ¡heme aquí! Haz de mí lo que quieras, TÚ ERES EL DIVINO ARTIFICE, EN TUS MANOS TODO ES ÚTIL. Por favor no deseches ni menosprecies mi anhelo profundo de servirte, amado Creador”

 Ahora vemos cumplido el sueño del árbol de  acacia, cuando las  virtuosas manos de la bella Rodhesia King Bornholt, ejecutan magistralmente y exclusivamnte melodías cristianas en su notable violín Stradivarius .

martes, 16 de mayo de 2023

NADIE ME ADVIRTIÓ- AHORA LO SÉ

  jueves, 20 de julio de 2017

ADVERTENCIA- TESTIMONIO DE UNA HIJA

Una advertencia definitiva para quien no quiera ver
la realidad del alcoholismo
TESTIMONIO DE UNA HIJA
POR CYNTHIA GORNEY
DISDE LA VENTANA de su cuarto De hospital, mi madre veía un lago apacible, perlado y vasto como el mar. Yo, que hablaba con ella por teléfono en la cocina demi casa, hice un gran esfuerzo para que no se me quebrara la voz.
—Te internaste hace cinco días y no le avisaste a nadie —dije, midiendo mis palabras.
-No quiero que vengan —respondió ella, y apenas pude entenderle— No sabría qué hacer con ustedes. Sencillamente me cansé de sentirme mal. Me dolía el estómago y tosía demasiado._
Está ebría , pensé. ¿Cómo puede estar ebría en el hospital?
 Mi madre bebía discretamente en la intimidad de su casa, donde reinaba un agradable desorden. Participaba en las actividades de su iglesia, viajaba y hacía trabajo voluntario en favor de la gente sin hogar. Mujer curiosa y de gran inteligencia, leía muchísimo, escribía en tres idiomas y tenía amigos en lugares tan distantes entre sí como Nicaragua y China. Murió de cirrosis hepática, enfermedad que también mata a hombres que duermen envueltos en una manta junto a las alcantarillas.
Escribo esto porque quiero que la gente sepa lo que ocurre cuando alguien a quien amamos muere a causa del alcoholismo. No voy a predicar ni a ofrecer consejos como los de Alcohólicos Anónimos. Lo
hice mientras mi madre aún vivía, y ella jamás dejó de beber.
EN CUANTO mis hermanos y yo salimos del ascensor, en el hospital, las enfermeras se nos acercaron rápidamente con objeto de prepararnos para lo que estábamoss_apunto de ver. Lo primero que noté a ntrar en la habitación fue la piel verdosa de mi madre. Nadie nos había dicho que antes de que la cirrosis acabe con una persona, la vuelve de color amarillo verdoso. Deseé que alguien se lo hubiera explicado a ella antes de que lo experimentara en carne propia.
—Su madre se ve bastante mal —murmuraban las enfermeras a mi alrededor.
 Y tenía una sed insoportable. Los primeros días, los médicos habían pensado que se recuperaría, y le daban agua a sorbitos. Nos pidió que le lleváramos agua a escondidas.
¡Qué irónico resultaba esto! Ella nunca nos pidió que le lleváramos alcohol a hurtadillas. A la puerta de nuestra casa llegaban los pedidos de botellas de ginebra y vodka que luego iban a parar al cubo de la basura, después de haberse vertido, con gran decoro, en altos vasos con rodajas de limón. Después de que mi madre se internó en una institución para someterse a un tratamiento y, pese a ello, siguió bebiendo, fue cuando comenzó a ocultar las botellas. Cada vez que nos visitaba, las llevaba en el fondo de su maleta, bajo la ropa.
Siempre que tratábamos de hablar de esto con ella nos hacía callar con un ademán y cambiaba el tema. Nuestras bocas se movían inaudiblemente tras el sólido muro que había levantado entre ella y nosotros. Se había sometido al tratamiento porque estaba sufriendo alucinaciones, pero tan pronto como estas desaparecieron volvió a erigir el muro, y nadie volvió a atravesarlo jamás.
En el hospital llevó puesto un parche ocular durante varios días. Cuando se lo quitaron, daba la impresión de que el ojo le había explotado. Una telaraña de sangre se le extendía por toda la superficie ocular, y resultaba difícil mirarla a la cara sin quedarse viendo aquello.
Su médico nos llevó a mis hermanos y a mí a un cuartito y nos explicó que el alcohol había convertido el hígádo de mi madre en algo semejante a un trozo de cuero. Si la hubieran atendido antes, quizá la habrían salvado, pero su hígado ya no funcionaba. A consecuencia de ello, sus riñones tampoco funcionaban ya, lo que le había producido peritonitis, un colapso generalizado y agotámiento cardiaco. Su vientre estaba hinchado por la acumulación de líquidos. Tenía la piel verdosa, arrugada y fláccida.
Le acaricié el cabello, que se le veía muy negro y brillante. Era lo único de ella que parecía tener vida.
El médico dijo que moriría en unos cuantos días, tal vez un poco más, y que, si queríamos, podríamos aprovechar ese tiempo para despedirnos. Luego salió del cuarto. Mis hermanos y yo nos abrazamos, con las cabezas juntas, y lloramos.
LLAMAMOS al pastor de mi madre, mi episcopalista de rostro severo que saluda con un fuerte apretón de manos. El hombre es un alcohólico en recuperación, así que me escuchó con interés cuando le dije:
—Nunca he entendido por qué no pidió ayuda.
La enfermedad impide que uno la nombre —respondió—. Está uno tan inmerso en ella que no puede tomar el teléfono y pronunciar la palabra: "Ayúdame"
.Esa tarde rasladamos a mi madre a un sanatorio para desahuciados.
PODRIR DECIR mucho más. Parte de ello tiene que ver con los momentos tristes que nos aguardan a cada uno de nosotros; el último contacto con una mano demasiado cansada para devolver el apretón. Pero otra parte tiene que ver con el estertor de una persona cuyo hígado parece un trozo de cuero.
Cuando mi madre inhalaba, se oía un pequeño gemido, y cuando exhalaba, un quejido más largo. Yo tenía que alejarme de su cuarto para no oír aquello.
Al final del pasillo había una habitación con una ventana sin cortinas y una amplia vista del lago.
Ahí estaba yo en el momento en que una enfermera fue a buscarme. Un cuanto me tomó por el codo para sostenerme, comprendí que mi madre había muerto.
Cuento todo esto porque nadie me advirtió que el alcohol estaba matándola...; no en el sentido metafórico en que hablan los hijos de los alcohólicos en los grupos de apoyo, sino literalmente y de manera tal que la dejó con la piel verde, un ojo sanguinolento y la respiración entrecortada.
Deseo que alguien escuche estas palabras. Quiero creer que en alguna parte, en una casa donde reine un agradable desorden, un hombre o una mujer que no sepa , leerá esto que escribo y dirá: "Ahora lo sé".
Mi madre sin duda se habría enfurecido conmigo si en vida de ella la hubiera humillado públicamente. Era una mujer orgullosa, y creo que murió asustada y demasiado avergonzada para pronunciar en voz alta el nombre de la enfermedad que la mató.
Yo lo hago ahora por ella: alcoholismo. Cirrosis hepática provocada por el alcoholismo. Peritonitis provocada por el alcoholismo, seguida de insuficiencia renal y paro cardiaco.
 Si alguien lee estas palabras y pide ayuda, mi traición habrá valido la pena.
-7
C 1993 POR CYNTHIA GORNEY. CONDENSADO DEL "POST" DE WASHINGTON (26-IV-1993), DE WASHINGTON, D. C. 
 SELECCIONES DEL READER'S DIGEST • Septiembre 1994
 
¡Estos jardineros!
Aviso en un catálogo de semillas editado en Surrey, Inglaterra: «Si su vecino tiene alguna flor de la cual está especialmente orgulloso, díganoslo y le proporcionaremos las semillas de otra más grande y de un color enteramente nuevo. Nos especializamos en este tipo de trabajo.
— W. R. en el Telegram, de Toronto

"CRISTIANISMO" CADA VEZ MÁS ANTICRISTIANO

 ACONTECIMIENTOS DEL TIEMPO PRESENTE

JUDAS ISCARIOTE   y el cristianismo moderno
El traidor de nuestro Señor es, al mismo tiempo, una imagen del Israel
anticristiano de los tiempos del fin y de un cristianismo que es cada vez más anticristiano.

Por Norberth Lieth
Llamada de Medianoche
Agosto 2018

Mahoma es levantado y Jesús rebajado, al Corán y la Sharia se le hace concesiones, y la Biblia es expulsada.
Las conversiones al islam son aprobadas, y en parte, ejemplificadas por lugares cristianos. A su vez, las mismas iglesias critican al primer ministro bávaro por querer  colgar cruces en las oficinas. Un alumno fue multado con 300 euros por no participar en una excursión sobre el islam, y los padres comparecen en juicio por negar la visita a la mezquita y por temer un adoctrinamiento religioso.
Estado y medios de comunicación dan la impresión como si el terrorismo islámico fuera inofensivo y equiparable con la evangelización cristiana.
Quien va a las calles en manifestaciones a favor de la vida, es atacado, insultado masivamente y estorbado; quien oficialmente lucha a favor del aborto, es celebrado en los medios de comunicación (finalmente, Bono, estrella de U2, se subió al tren del espíritu del tiempo presente y públicamente está a favor del aborto como derecho humano). 

En escuelas británicas, desde 2015, parece estar expresamente prohibido, enseñar otra cosa sobre el origen del mundo que no sea la teoría de la evolución.
Christopher-Street-Day (manifestación de homosexuales, lesbianas, etc), y el Papa Francisco comenta, que no habría diferencia entre la Biblia y el Corán.
Bill Gates pide por un gobierno mundial, y el Schwarzwälder Bote pregunta preocupado, dónde estaría el nuevo policía mundial.
La sexualización temprana de los niños está en su auge; el plan de enseñanza 21 de Suiza fomenta la tendencia anticristiana por la vía de la formación; el matrimonio para todos se ha convertido en norma social; Alemania y Europa están siendo totalmente “descristianizados”;
el mainstream de género –hace algunos años totalmente impensable– ha llegado al centro de la sociedad; inseguridad y terrorismo

domingo, 14 de mayo de 2023

EL MENSAJE ESCONDIDO

   Dramas de la Vida cotidiana 

EL MENSAJE ESCONDIDO 

 



 Por Miss I. A. R. Wylie NACIDA en Australia, Miss I. A. R. Wylie pasó a vivir en Inglaterra donde comenzó a los 20 una carrera literaria de gran éxito. Desde entonces ha escrito cuentos, novelas y artículos para las principales revistas de In­glaterra y los Estados Unielos, además de unos 20 libros.

LA HISTORIA que voy a relatar, con unos pocos cambios nece­sarios, comienza en una pequeña al­dea de las montañas del sur de Italia.Lucía Gazzoni era una de las más alegres entre las muchachas del pue­blo, una belleza de pelo oscuro y ojos de azabache que tenía un gran en­canto y una extraordinaria vivacidad. Gozaba atormentando a los muchachos que le ponían a los pies todas sus esperanzas. Aceptaba las atenciones de alguno por unos pocos, y luego, alegremente, lo dejaba; pero así lo maltratase, jamás dejabaen él huella de resentimiento, y nin­guno de sus pretendientes cesó de adorarla.En cambio, si por algún motivo dejaban de adularla, se sentía a su vez herida en su amor propio. Por eso era inevitable que tarde o tem­prano pusiera los ojos en Giuseppe Silva, quien parecía inmune a sus encantos, para tratar de agregarlo al número de sus conquistas.En apariencia, Guiseppe no perte­necía al tipo romántico. Era corto de estatura y ancho de espaldas, y sólo el brillo chispeante de sus ojos salva­ba su rostro moreno de ser totalmen­te común; pero en el pueblo se le consideraba como el mejor partido entre los jóvenes porque además de ser el único sastre de la comarca, era relativamente acomodado. Muy há­bil para diseñar un traje, podía hacer lo que se le antojara con un par de tijeras, una aguja y un pedazo de tela. En el pueblo era parecer de to­dos que habría que ir hasta Nápoles para encontrar otro que se le pudiese comparar.En los primeros días tibios de la primavera comenzaron a levantarse en la plaza del pueblo las barracas para la feria anual. La víspera de la inauguración Lucía fue a la tiende­cilla del sastre, aparentemente para comprar unos hilos; pero después de haber hecho su compra, no se decidía a salir, mostrando aire de timidez.¿Por qué se resigna a vivir en un pueblucho como  éste?—preguntó al sastre—. Todo el mundo reconoce que usted es muy hábil, y si se fuera a Nápoles podría hacer fortuna ...—No necesito más de, lo que po­seo, señorita.—Usted no es hombre de aspira­ciones—le contestó Lucía despectiva­mente.—Me parece una tontería ambicio­nar lo que realmente no se desea o lo que nunca ha de poseerse.—¿Y qué es lo que usted de veras desea?Sin responder, siguió él haciendo su costura. De pronto ella le pregun­tó con brusca alegría:—¿ Quiere llevarme mañana a la feria?Otro hubiera saltado de gusto. El, con toda calma, le respondió:—Me encantaría, señorita.Ella tuvo que contentarse con esta fría aceptación.Al menos Giuseppe tenía sobre los- otros pretendientes una ventaja ,que no le faltaba dinero y que sabía gastarlo generosamente. Lucía le fue llevando sin resistencia de barraca en barraca y él le compró cuantos dulces y baratijas exigió su capricho.' Pero pensando quizás en que ya él era demasiado viejo para cosas seme­jantes, la dejó montar sola en el carrusel, y pacientemente la esperó' entre el grupo de los espectadores.Fue entonces cuando Lucía conoció a Roberto Bellini. Iba en el caballito que hacía pareja al de ella y reía de sus demostraciones de fingido te­rror, mientras que la sujetaba con mano firme. Ella lo conocía de nom­bre. Tenía parientes en el pueblo, a quienes venía a visitar en la época de las ferias, y se sabía que era un mozo de éxito, vendedor de vinos de los productores de Italia y de Fran­cia, y que había viajado por toda Europa.

C-Tocó en su inquieto corazón la idea de que Roberto podría ser el ca­mino para salir del hoyo del pueblo en que estaba metida ? Quizás. El caso es que se sintió feliz cuando al día siguiente fue él a su casa. Para Lucía, como para sus padres, era ob­vio á qué iba. Un joven así no hace una visita formal si no tiene serios propósitos.

Pocas semanas después Roberto hizo su propuesta de matrimonio. Salía para América como represen­tante de los productores de vinos, y quería llevarse consigo a Lucía.De la respuesta no podía dudarse. Los padres de Lucía sentían gran dolor viendo qué su hija se iba tan lejos de ellos, pero América era El Dorado para un aldeano de Italia y se felicitaban de que ella hubiese tenido tanta suerte.La noticia del compromiso se es­parció rápidamente. Cuando Giu­seppe la supo, fue a ver a los padres de Lucía y les preguntó si le permi­tían hacerle el traje de boda. Apre­suradamente agregó, para evitar ma­las interpretaciones, que ése sería su regalo. Lo aceptaron muy agrade­cidos, porque eran pobres, y el traje habría sido para ellos carga muy pesada.Así, diariamente y bien acompa­ñada, estuvo yendo Lucía al tallerci­to de Giuseppe. El se arrodillaba a sus pies e iba midiendo y probando la rica seda, tan fina y pesada que todos sabían que habría tenido que ir hasta Nápoles para comprarla. Cuando el traje estuvo terminado Lucía sonrió feliz al mirarse en el espejo. Nunca había sospechado que pudiera verse tan bella.El día de la boda fue brillante. A la noche, los padres de Lucía feste­jaron a todo el mundo en su casa. Hubo baile en la plaza, Sólo Giusep­pe estuvo ausente. Se dijo que le ha­bían llamado a ver a un pariente enfermo. Lucía estaba tan alegre y emocionada que no tuvo tiempo pa­ra pensar en él. Al día siguiente, con su marido, salió camino de América.En un principio el matrimonio anduvo tan maravillosamente como Lucía lo había soñado. Roberto era diez años mayor que ella y se mos­traba tan buen esposo como era buen negociante. Compraron una casita en los alrededores de Nueva York, y oportunamente Dios bendijo el ho­gar con dos chiquillas tan lindas y vivaces como su madre.Durante los primeros años Lucía escribió a su casa con toda regulari­dad; luego, cada vez menos. Sobre­vino la guerra. La pequeña aldea italiana fue borrándose gradualmen­te en la niebla de sus memorias infantiles. De Giuseppe no volvió a acordarse sino una vez: cuando guardó su traje de novia. Ya estaba pasado de moda, pero la tela era aún lindísima y cualquier día, quizás, le encontraría alguna aplicación.Luego, lenta e implacable, la ma­rea de la buena suerte fue bajando. Los negocios iban mal, y aunque Ro­berto era un buen vendedor, a poco sólo podía ofrecer una crecida cuenta de gastos a los productores. Después de una breve enfermedad le quita­ron las representaciones. Halló otro empleo, pero había perdido la con­fianza en sí mismo, y volvió a recaer, esta vez en términos de quedar in­habilitado para trabajar. Poco a poco fueron comiéndose sus ahorros. En un día trágico, murió de repente.Lucía no tenía a quién volver los ojos. Sus amigos estaban pasando por las mismas dificultades. Sus pa­dres habían muerto. Sus hijas, de sie­te y diez años, eran demasiado niñas para sostenerse a sí mismas.Atemorizada y descorazonada ven­dió la casa, alquiló unos cuartos en un lugar más barato y se ganaba apenas la vida enseñando italiano en una escuela de Nueva York y dando clases de inglés a los que llegaban de su patria. Muchas noches las pasaba en vela pensando en lo que seria de ellas si cualquier día caía enferma.Además, no faltaban pequeños problemas. Lucy, la menor, iba a hacer su primera comunión. Era el primer acontecimiento grande de su vida. «¿Qué traje me voy a poner, mamá?» Lucia comprendió la pre­ocupación que motivaba esta pre­gunta. ¿También en esta ocasión tendría la niña que avergonzarse de sus trapos viejos, como con tanta fre­cuencia le ocurría ?Entonces se acordó Lucía de su traje de bodas. Ahí estaba, fino y rico como siem­pre. Era increíble que teniendo una cosa tan bella, la hubiera olvidado. En seguida comenzó -a descoser el traje y a cortarlo a la medida de Lucy. Metido en el dobladillo del ruedo encontró, con gran sorpresa, un papelito cuidadosamente dobla­do. Un poco desteñido, pero visibles aún sus firmes rasgos, estaba allí un mensaje que la esperaba desde hacía cosa de 15 años: «Siempre te querré.»Lucía estuvo un largo rato entre­gada a sus recuerdos. Por primera vez, vio al hombre de piel tostada y anchas espaldas. Pensó en esa devo­ción sin palabras con que Giuseppe la había amado. Abrumada, lloró su soledad y su pena.Esa noche escribió una carta. Esta­ba dirigida a un hombre que podría ya haber muerto, y que en todo caso ya haría mucho tiempo la habría ol­vidado; pero íntimamente se sentía impulsada a decirle que al fin había visto su mensaje y que quería agra­decerle esa devoción de que ella ha­bía hecho tan poco caso. Más allá de contarle que ya su marido había muerto, no hacía referencia alguna a los infortunios que la aquejaban.Las semanas pasaron y no llegó respuesta alguna; ni ella la esperaba. Lucy hizo su primera comunión con su lindo vestido y, de todas las de la clase, ninguna estuvo tan orgullosa y feliz. Mirándola subir al altar, Lucía le daba gracias a Giuseppe por esa bondad suya. Como los viñedos en las colinas de su tierra, a través de los años seguía dando fruto.Poco después, un día, al volver a casa, encontró que un hombre la es­peraba en el oscuro vestíbulo. Al principio no le reconoció. Las anchas espaldas parecían ahora más anchas y un tanto encorvadas. El pelo, antes negro, ahora era gris. Luego, oyó suvoz: «¡Todavía es verdad, Lucía!»Aunque ella nada le había escrito' de sus infortunios, el amante cora­zón de Giuseppe los había adivinado y acudía presuroso por si ella necesi­taba de su ayuda.Esta historia termina como loscuentos de hadas. Giuseppe había reunido regular fortuna y pudo abrir su negocio de sastrería en el país que era segunda patria de la mujer ama­da y establecer para todos un hogar feliz.Selecciones del Reader Dígest Marzo 1954

ENTRADA DESTACADA

LOS AMOTINADOS DEL BOUNTY; *1-9- *1855*

  ALECK,   Y LOS AMOTINADOS DEL BOUNTY ; O, INCIDENTES EMOCIONANTES DE LA VIDA EN EL OCÉANO.   SIENDO LA HISTORIA DE LA ISLA ...