EL CIELO ES TAN REAL
CHOO THOMAS Parte 28
“ Libero tu trabajo" Después de esto, me explicó que mi ministerio había sido liberado el día que comencé a danzar. La presencia del Señor está conmigo durante cada danza. Los milagros abundan dondequiera que la presencia del Señor está.
Varias personas me han dicho que sienten una unción especial cuando danzo. Estos son cristianos llenos del Espíritu que saben cómo discernir el obrar y la presencia del Señor. Muchas personas me han dicho cuánto aprecian mi danza en el Espíritu, y algunas han experimentado el poder del Señor obrar milagros en ellos cuando danzo delante de Él.
MÁS PREPARACIÓN PARA EL MINISTERIO
Desde la primera mitad del mes de junio hasta diciembre del 2000, el Señor me mostró muchas de las visiones que ya me había mostrado. Muchas unciones especiales vinieron sobre mí, así como también varios movimientos de manos. Los movimientos de mis manos frecuentemente incluían tocar mis ojos incontables veces. También, el Señor me mostraba con frecuencia piedras preciosas, y me daba muchas enseñanzas de una manera sencilla y paso por paso. Cada una de sus enseñanzas era muy importante para mí.
Siento que cada día Él me da una voz de alerta. Cada vez que hago o digo algo malo de forma inconsciente, el Señor me lo deja saber de inmediato, para que no lo vuelva a hacer. Sé que nunca aprenderé lo suficiente de Él, pero trato lo mejor que puedo de aprender todo lo que pueda y seguirle en todos sus caminos.
No me siento feliz cuando no puedo hablar de mi Señor o leer su Palabra. Tal parece que a muchas personas no les interesa estar alrededor mío, a menos que se sientan como yo. Aún muchos cristianos llenos del Espíritu no quieren hablar de Jesús en todo tiempo. Para mí, sin embargo, Él es siempre primero, en todo momento. Aún cuando voy de compras les hablo a otros de Jesús.
Nunca me siento sola o en necesidad de otra compañía, porque hay tanto que disfruto de mi Señor cada día. Sus palabras son más dulces que la miel. Siento que he perdido mi tiempo cuando paso el día con otra persona sin que Dios sea el centro de nuestra conversación. Tengo un gran sentido de urgencia en cuanto a todo lo que concierne a Dios, porque sé que su venida está cerca.
Hay ocasiones cuando el poder de su unción en mis manos y brazos es tan fuerte que siento como si mis manos fueran a partirse. Un domingo en la mañana, mis manos tocaron mis ojos treinta y seis veces, y previo a cada uno de estos toques, mis manos hacían siete movimientos diferentes.
Cada domingo en la mañana tengo que orar y tener al menos dos horas con el Señor antes de ir a la iglesia. Así me preparo para la danza de obrar milagros. Nunca estoy pendiente de la hora, pero Él siempre me dejar ir a tiempo para estar lista para la iglesia. Nuestro Señor conoce todo acerca de nosotros, y Él promete suplir todas nuestras necesidades (ver Filipenses 4:19).
A veces, mi cuerpo pierde las fuerzas mientras estoy en la presencia del Señor, y caigo al suelo delante de Él. Cuando esto sucede, siempre alabo al Padre y me humillo delante de Él. Sólo puedo levantar mi rostro cuando termina este tiempo de oración y pronuncio las palabras "en el nombre de Jesús".
Cada domingo en la mañana, lloro mucho en la presencia del Señor. Usualmente sucede cuando estoy orando en el santuario treinta minutos antes de comenzar el tiempo de adoración. Mis lágrimas me permiten humillarme delante de Él y darle las gracias para expresarle mi amor.
Durante estas sesiones de oración, antes de la danza de obrar milagros, contemplo la presencia del Señor en el púlpito o el altar. Él siempre me habla por aproximadamente diez minutos antes de yo comenzar a danzar. Esta es la razón por la que siempre lloro, y a veces me río mientras danzo.
El ayuno nunca fue parte de mi vida cristiana, hasta que comencé a recibir revelaciones del cielo. En un momento dado, quise ayunar por tres días, pero al segundo día mi cuerpo se sintió tan débil que casi no Podía caminar, y el Señor me dijo que terminara el ayuno.
Él me dijo: «No tienes que ayunar para mostrarme cuánto aprecias más bendiciones en tu vida, porque ya conozco tu corazón': Aún así, yo deseaba ayunar cada domingo para el Señor, sólo para demostrarle cuánto le respetaba y honraba por lo que ha hecho en nosotros. Deseaba sacrificar algo para Él, así que se lo dije a mi esposo.
Yo deseaba ayunar desde el sábado después de la comida, hasta el domingo a la hora de la comida. Este sería un ayuno de veinticuatro horas cada semana. Roger me indicó que él quería participar conmigo del ayuno, y desde entonces hemos estado ayunando de esta manera. Durante estos ayunos solamente tomo agua y Roger toma café.
Nos esforzamos en hacer de cada domingo verdaderamente el dia del Señor, desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos. El Señor me dijo que cuando comience mi ministerio debemos dejar de ayunar. Él me dijo: "Necesitaras tus fuerzas para servirme" Él siempre sabe lo que es mejor para nosotros. Yo sólo sé cuán importante es para nosotros pasar cada minuto de nuestro tiempo del domingo con el Señor, en lugar de ir de compras o comer fuera y estar rodeados de personas inconversas en el día del Señor. Esto, a menos que tengamos la oportunidad de predicar el evangelio.
Mi SANIDAD
Antes de conocer al Señor Jesús, tenía problemas físicos y emocionales. Después de dos meses de asistir a la iglesia, cada problema emocional que había experimentado fue sanado y borrado. Por ejemplo, no importa cuán enojada me sienta, ya no digo malas palabras. Este cambio realmente me sorprendió, porque yo ni siquiera pedí por esta sanidad, y en ese entonces no sabía que Dios pudiera hacer tal cosa.
Fue durante este tiempo que le pedí al Señor que sanara mis problemas físicos, y lo fue haciendo poco a poco. Al mirar atrás, puedo ver cómo yo pecaba en aquel tiempo, con o sin conocimiento de ello, y comprendo que por esa razón Él no podía sanarme rápidamente. Ahora comprendo que, en muchos casos, el pecado trae enfermedad.
Soy cristiana desde marzo de 1992. Desde entonces, sólo he ido al doctor en pocas ocasiones (para exámenes físicos), pero he ido al dentista muchas veces. Al comprender que el Señor Jesús sufrió treinta y nueve latigazos por nuestras enfermedades, someto cada una de mis dolencias a Él.
A veces siento dolor, pero Él siempre me sana. Algunas veces, Él me sana instantáneamente, pero en otras ocasiones, toma su tiempo. Cualquiera que sea el caso, he aprendido que nada es imposible para nuestro Señor. Dependo totalmente de Él, porque sé que Él me cuida.
Una vez, hace alrededor de cinco años, sufrí de una severa irritación en la garganta. Nunca antes había sentido tanto dolor debido a la garganta irritada. Apenas pude dormir por dos noches consecutivas debido al dolor, pero no tenía ningún deseo de tomar medicina o ir al doctor. Cada esfuerzo por tragar era increíblemente doloroso.
En mi dolor, pensaba en las heridas que Jesús tuvo que soportar por mí, y lloraba de amor por Él, al comprender que mi dolor no podía compararse al que Él había sufrido por mí. En comparación, mi dolor no era nada. Sentía que yo lo había crucificado. Desde que tuve esa maravillosa revelación y experiencia de sanidad, si me da catarro, no dura por más de uno o dos días, mientras que antes duraban de una semana a un mes.
Sé que tengo muchos dones de mi Señor y Dios, pero hasta ahora no he tenido la oportunidad de ministrarlos a otros, excepto cuando testifico y oro. Sin embargo, sé que tengo dones de sanidad, porque cada vez que siento algún dolor en mi cuerpo, simplemente pongo mis manos en ese lugar particular para sanidad.
Cuando hago esto, instantáneamente siento un calor que viene sobre mi cuerpo, y mi ser físico experimenta tal unción que mi cuerpo tiembla poderosamente. A veces, soy sanada inmediatamente, otras veces toma más tiempo.
Cuando el Señor no me sana instantáneamente, continúo suplicándole por mi sanidad hasta que Él la concede. El Señor me dijo: "La oración persistente es contestada, porque aquellos que realmente creen esperan ser sanados por mí. Así que continuamente piden, hasta que reciben"
También me dijo: "La oración impaciente nunca recibirá nada de mí" Quienes no conocen la Palabra de Dios lo suficiente no pueden tener la fe o la paciencia para recibir todas sus promesas. Cuando no conoces la Palabra de Dios ni sus promesas, no tendrás el deseo de orar.
DIOS ESCUCHA Y CONTESTA LA ORACIÓN
Lo primero que muchos cristianos hacen cuando están enfermos es ir al doctor, en lugar de echar fuera al diablo, orando al Padre en el nombre de Jesús, escudriñando sus corazones para ver si hay pecado en ellos y ,arrepintiéndose. Sin embargo, hay ocasiones en las que el Señor nos dirige a ir al doctor.
Tal ocasión tuvo lugar cuando mis muelas cordales me estuvieron molestando por un tiempo. El Señor no sanó esta condición por largo tiempo, así que le pregunté el porqué. Simplemente me dijo que me las sacara.
Obedecí y fui al dentista inmediatamente. El dentista me sacó una radiografía, y me extrajo las muelas. No hay nada imposible para Dios, pero en ocasiones Dios escoge no sanarnos.
Es importante para nosotros escuchar y conocer la voz de Dios en tales situaciones. A veces, sin embargo, es muy difícil entender lo que el Señor quiere que hagas. Ora siempre primero y pídele que te muestre lo que debes hacer. Entonces, no importa la decisión que venga a tu corazón, si sientes paz al respecto, obedece a Dios.
Recuerda siempre que Dios es paz. Si es una decisión de Satanás, tu mente será confundida. Pregúntale siempre al Señor cuando quieres o necesitas algo. Él se siente feliz de ayudar a aquellos que confían en Él. Nuestro Señor Dios desea que todos sus hijos dependan totalmente de Él. Si continuamente le pides por cualquier cosa que necesites o desees, tarde o temprano escucharás su voz, porque están dependiendo de Él. Es por esto que la oración persistente siempre es contestada.
Algunas personas piensan que debido a que no pueden escuchar la voz de Dios, Él no les está escuchando o no contestará sus oraciones. Al principio de mi caminar cristiano, no sabía cómo orar y nunca escuchaba su voz, pero era muy persistente en la oración y creía que recibiría lo que le pedía.
Durante los dos últimos años, casi todas mis oraciones han sido contestadas. Ahora el Señor y yo hablamos todo el tiempo, en todo lugar, pero parece que algunas oraciones toman mucho tiempo en ser contestadas. Creo que Dios contestará las oraciones de los salvados, si primeramente ellos son obedientes y sus corazones están limpios y cerca de Él.
Cuando me convertí, a pesar de que no sabía cómo orar, lo hacía muchas veces al día. Pedía por las mismas cosas una y otra vez, como una niña. En aquel entonces, necesitaba muchas cosas. Como dos meses más tarde, el Señor comenzó a contestar mis oraciones, una por una.
Como resultado, comencé a temerle a Dios de una manera reverencial y a humillarme delante de Él. Aprendí a orar con más frecuencia y leer la Biblia, a pesar de que no la entendía mucho. Comencé a hacer el hábito de leer la Palabra y orar muchas veces en el día.
El Señor nos bendice cada vez más y de continuo. Mientras más me bendice, más le temo. No podría hacer ninguna cosa en contra de su voluntad conscientemente. Esta comprensión y compromiso me guiaron a rendir las cosas mundanales que antes disfrutaba, especialmente las novelas de televisión que habían sido mi vida diaria. Una vez tomé la decisión en cuanto a esto, nunca más deseé volverlas a ver.
Un ministerio de obrar milagros 237
De manera similar, no podía sentirme feliz con nadie si la Palabra de Dios no estaba en él o ella. Todos los deseos mundanales comenzaron a morir rápidamente. Había aprendido que el Señor nunca nos obliga a hacer nada, pero cuando queremos servirle y dejar las cosas de este mundo, Él se acerca y remueve esos deseos y, en su lugar, pone deseos puros para que caminemos en total obediencia a Él. La total obediencia de sus hijos es una gran bendición para Dios.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
JUAN 15:14 (ÉNFASIS AÑADIDO)
Dtimme mis años de preparación, el Señor no me permitió hace: ningún tipo de trabajo ni dedicarme a ninguna otra cosa. Come parte de mi preparación, Él continuamente me instruía a enfocarme er Él y mantenerme orando para que sus promesas se cumplieran en m vida. La presencia del Espíritu Santo comenzó a llenarme, ungirme y rodearme mientras danzaba delante del Señor.
Él no permitía que, en momentos de tan grande unción, mis manos tocaran a otras personas para orar. Aunque yo intentara tocar a otros, mis manos no lo hacían. De igual manera, cuando estoy baje la unción de la danza, a nadie le es permitido tocar mis manos o mi cuerpo.
Mi deseo es poner las manos sobre otras personas al orar por ellos. Por ahora, sin embargo, cuando oro por los enfermos, mantengo cierta distancia. Durante esos momentos de intercesión, la unción cae sobre mí y mi cuerpo comienza a temblar. Siento tal empatía por la persona enferma por quien estoy orando, que es como si mi cuerpo sustituyera o tomara el lugar de ella en ese momento. Cuando esto sucede, veo la presencia del Señor junto a esa persona. Esto me sucede especialmente con los niños.
Creo que esto se debe a que el Señor quiere que mis manos se
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mantengan puras para que el Espíritu Santo pueda moverlas al danzar. Es por eso que al comienzo del trabajo en mi cuerpo, que describo en la segunda parte de este libro, el Señor me dijo: "Cuando comiences a danzar, tus manos no podrán tocar otras manos o cuerpos para orar».
Mi personalidad completa ha cambiado a consecuencia de las revelaciones del cielo que he tenido el privilegio de experimentar. Todos mis pensamientos han cambiado. Lo que antes había deseado, ahora no significa nada para mí.
EL AMOR DE Dios
Todo aquél que ama las cosas del mundo y a sus familias más que al Señor, le hieren a Él y no le agradan. Es importante que comprendamos que no debemos herir a nuestro Señor Jesús. Él me dijo que sus sentimientos son heridos por muchos de nosotros. Él se siente tal como nosotros nos sentimos cuando uno de nuestros hijos nos hiere. El Señor me ha dado un gran amor por los demás, el cual yo jamás había experimentado, a excepción del amor que siento hacia mi propia familia. Ahora siento un gran amor por la gente, especialmente por los pequeñitos. Cada vez que los veo, les sonrío y deseo tocarlos. Sé que este es el amor de Jesús en mí, porque Él ama a los niños.
Ahora también deseo abrazar y tocar a otros, aún a los extraños. Esta es una de las cosas que antes no deseaba hacer. De forma similar, mi deseo de predicar el evangelio de Jesucristo es incontrolable. Tal parece que no lo puedo evitar.
Antes de ver el cielo, siempre había deseado predicar, porque deseaba hacer feliz a mi Señor, e ir al cielo. Ahora mi motivación para desear predicar ha cambiado, porque conozco el lugar donde voy a ir.
Siento una gran compasión por las almas perdidas. De hecho, esta es una pasión que me consume. Antes sentía una gran compasión por las personas minusválidas que veía en la iglesia. Ahora ya no siento lástima por ellos. Me doy cuenta que ellos aman a Jesús más que otras personas que gozan de perfecta salud.
Creo que el Señor ha puesto una gran carga en mi corazón por las almas perdidas. Es por esto que Él me mostró a mis padres y las demás personas en el infierno. Todavía lloro por mi madre.
Antes de conocer al Señor Jesús, deseé estar con mi madre después de la muerte. Para ese entonces, pensaba que ambas iríamos al mismo lugar después de morir. No sabía que había un cielo y un infierno. La obediencia que Dios bendice
Es importante para nosotros escuchar y conocer la voz de Dios en tales situaciones. A veces, sin embargo, es muy difícil entender lo que el Señor quiere que hagas. Ora siempre primero y pídele que te muestre lo que debes hacer. Entonces, no importa la decisión que venga a tu corazón, si sientes paz al respecto, obedece a Dios.
Recuerda siempre que Dios es paz. Si es una decisión de Satanás, tu mente será confundida. Pregúntale siempre al Señor cuando quieres o necesitas algo. Él se siente feliz de ayudar a aquellos que confían en Él. Nuestro Señor Dios desea que todos sus hijos dependan totalmente de Él. Si continuamente le pides por cualquier cosa que necesites o desees, tarde o temprano escucharás su voz, porque están dependiendo de Él. Es por esto que la oración persistente siempre es contestada.
Algunas personas piensan que debido a que no pueden escuchar la voz de Dios, Él no les está escuchando o no contestará sus oraciones. Al principio de mi caminar cristiano, no sabía cómo orar y nunca escuchaba su voz, pero era muy persistente en la oración y creía que recibiría lo que le pedía.
Durante los dos últimos años, casi todas mis oraciones han sido contestadas. Ahora el Señor y yo hablamos todo el tiempo, en todo lugar, pero parece que algunas oraciones toman mucho tiempo en ser contestadas. Creo que Dios contestará las oraciones de los salvados, si primeramente ellos son obedientes y sus corazones están limpios y cerca de Él.
Cuando me convertí, a pesar de que no sabía cómo orar, lo hacía muchas veces al día. Pedía por las mismas cosas una y otra vez, como una niña. En aquel entonces, necesitaba muchas cosas. Como dos meses más tarde, el Señor comenzó a contestar mis oraciones, una por una.
Como resultado, comencé a temerle a Dios de una manera reverencial y a humillarme delante de Él. Aprendí a orar con más frecuencia y leer la Biblia, a pesar de que no la entendía mucho. Comencé a hacer el hábito de leer la Palabra y orar muchas veces en el día.
El Señor nos bendice cada vez más y de continuo. Mientras más me bendice, más le temo. No podría hacer ninguna cosa en contra de su voluntad conscientemente. Esta comprensión y compromiso me guiaron a rendir las cosas mundanales que antes disfrutaba, especialmente las novelas de televisión que habían sido mi vida diaria. Una vez tomé la decisión en cuanto a esto, nunca más deseé volverlas a ver.
De manera similar, no podía sentirme feliz con nadie si la Palabra de Dios no estaba en él o ella. Todos los deseos mundanales comenzaron a morir rápidamente. Había aprendido que el Señor nunca nos obliga a hacer nada, pero cuando queremos servirle y dejar las cosas de este mundo, Él se acerca y remueve esos deseos y, en su lugar, pone deseos puros para que caminemos en total obediencia a Él. La total obediencia de sus hijos es una gran bendición para Dios.
CAPÍTULO 24
LA OBEDIENCIA QUE DIOS BENDICE
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
JUAN 15:14 (ÉNFASIS AÑADIDO)
Durante mis años de preparación, el Señor no me permitió hace: ningún tipo de trabajo ni dedicarme a ninguna otra cosa. Come parte de mi preparación, Él continuamente me instruía a enfocarme en Él y mantenerme orando para que sus promesas se cumplieran en m vida. La presencia del Espíritu Santo comenzó a llenarme, ungirme y rodearme mientras danzaba delante del Señor.
Él no permitía que, en momentos de tan grande unción, mis manos tocaran a otras personas para orar. Aunque yo intentara tocar a otros, mis manos no lo hacían. De igual manera, cuando estoy baje la unción de la danza, a nadie le es permitido tocar mis manos o mi cuerpo.
Mi deseo es poner las manos sobre otras personas al orar por ellos. Por ahora, sin embargo, cuando oro por los enfermos, mantengo cierta distancia. Durante esos momentos de intercesión, la unción cae sobre mí y mi cuerpo comienza a temblar. Siento tal empatía por la persona enferma por quien estoy orando, que es como si mi cuerpo sustituyera o tomara el lugar de ella en ese momento. Cuando esto sucede, veo la presencia del Señor junto a esa persona. Esto me sucede especialmente con los niños.
Creo que esto se debe a que el Señor quiere que mis manos se mantengan puras para que el Espíritu Santo pueda moverlas al danzar. Es por eso que al comienzo del trabajo en mi cuerpo, que describo en la segunda parte de este libro, el Señor me dijo: "Cuando comiences a danzar, tus manos no podrán tocar otras manos o cuerpos para orar».
Mi personalidad completa ha cambiado a consecuencia de las revelaciones del cielo que he tenido el privilegio de experimentar. Todos mis pensamientos han cambiado. Lo que antes había deseado, ahora no significa nada para mí.
EL AMOR DE DIOS
Todo aquél que ama las cosas del mundo y a sus familias más que al Señor, le hieren a Él y no le agradan. Es importante que comprendamos que no debemos herir a nuestro Señor Jesús. Él me dijo que sus sentimientos son heridos por muchos de nosotros. Él se siente tal como nosotros nos sentimos cuando uno de nuestros hijos nos hiere.
El Señor me ha dado un gran amor por los demás, el cual yo jamás había experimentado, a excepción del amor que siento hacia mi propia familia. Ahora siento un gran amor por la gente, especialmente por los pequeñitos. Cada vez que los veo, les sonrío y deseo tocarlos. Sé que este es el amor de Jesús en mí, porque Él ama a los niños.
Ahora también deseo abrazar y tocar a otros, aún a los extraños. Esta es una de las cosas que antes no deseaba hacer. De forma similar, mi deseo de predicar el evangelio de Jesucristo es incontrolable. Tal parece que no lo puedo evitar.
Antes de ver el cielo, siempre había deseado predicar, porque deseaba hacer feliz a mi Señor, e ir al cielo. Ahora mi motivación para desear predicar ha cambiado, porque conozco el lugar donde voy a ir.
Siento una gran compasión por las almas perdidas. De hecho, esta es una pasión que me consume. Antes sentía una gran compasión por las personas minusválidas que veía en la iglesia. Ahora ya no siento lástima por ellos. Me doy cuenta que ellos aman a Jesús más que otras personas que gozan de perfecta salud.
Creo que el Señor ha puesto una gran carga en mi corazón por las almas perdidas. Es por esto que Él me mostró a mis padres y las demás personas en el infierno. Todavía lloro por mi madre.
Antes de conocer al Señor Jesús, deseé estar con mi madre después de la muerte. Para ese entonces, pensaba que ambas iríamos al mismo lugar después de morir. No sabía que había un cielo y un infierno. Ahora conozco cuán real ambos son. Son tan reales como el planeta Tierra.
Estoy muy agradecida del Señor por la paciencia que le ha dado a mi esposo, Roger. Su paciencia conmigo todos estos años, en su caminar conmigo en el Señor, ha sido una tremenda fuente de aliento para mí.
Mi esposo nunca se ha quejado por las cosas que yo haya deseado hacer para mi Señor. Él nunca está en desacuerdo conmigo en cuanto a las cosas relacionadas a mi vida espiritual. Le teme al Señor y le ama más que a la vida misma.
El Señor mantiene a mi esposo muy ocupado con su trabajo. Así que, me esfuerzo en tener buen cuidado de él, en la manera en que el Señor desea que una esposa cuide a su esposo. Como esposa, estoy supuesta a ser una corona para mi esposo (ver Proverbios 12A).
LA IMPORTANCIA DE LA OBEDIENCIA
El 28 de mayo de 2000, después de mi oración de la mañana, el Señor me mostró el exterior del edificio de nuestra iglesia, y en la visión, luego me movió hacia el interior del edificio. Vi la presencia del Señor, con su corona y túnica doradas, parado frente al púlpito. El interior de la iglesia estaba lleno de luz. La luz era tan brillante como el sol. Fue entonces que el Señor me dijo que estaba liberando mi danza de obrar milagros al mundo.
Deseo ardientemente bendecir a la iglesia con esta danza y darle gloria a mi Señor. El Señor ha invertido incontables horas en mí para ayudarme estar preparada para este trabajo.
Verdaderamente, todo lo que deseo hacer mientras estoy en la tierra no es importante para mí. Todo lo hago para mi Señor, por mis hermanos y hermanas en Cristo, y las almas perdidas. El Señor nos ha bendecido con todo lo que necesitamos y deseamos en nuestra vida. Lo que más deseamos ahora es poner a Dios primero, sin importar cuál sea la situación. Deseo que otros sean bendecidos a través de mí. En realidad, soy una persona muy privada, y prefiero pasar inadvertida. A pesar de mi timidez, el Señor no me ha dejado escoger otra cosa que ser notada por otros.
No busco una vida cómoda, ni por una hora del día. Mi corazón siente un gran deseo por hacer el trabajo de Dios, y esta aspiración llena cada momento de mi día. Por largo tiempo, me he estado levantando antes de las cuatro de la mañana para orar. Si usted ora casi la mitad del día, cada día, realmente no dispone de mucho tiempo para otras cosas.
Desde que el Señor me mostró el cielo, no duermo como solía hacerlo. No tengo mucho tiempo para relajarme. Cada día, deseo aprender muchas cosas de la Palabra de Dios, y así prepararme para mi ministerio, a pesar de que mi ministerio al presente consiste simplemente en danzar. El Señor me ha dicho que hará todo por mí, pero aún así deseo conocer todo acerca de Él y su Palabra. Siento un hambre y sed insaciables por Dios y su Palabra.
No existe una manera fácil de servir al Señor. Para agradar al Señor, tenemos que someternos a Él totalmente, incluyendo aquellas cosas que no deseamos rendir. Lo hacemos porque lo amamos.
Cuando vienen tiempos difíciles, me enfoco en la cruz de nuestro Señor, y este pensamiento me ayuda a soportar todas las cosas. Cualquiera que desee estar con el Señor Jesús para siempre, debe velar por su salvación diariamente, todos los días de su vida. No podemos ser cristianos fluctuantes, porque no sabemos cuándo Él regresará por su pueblo.
Cuando usted se acostumbre a un estilo de vida de total obediencia, no deseará vivir de otro modo. Cuando nuestra vida está en total obediencia al Señor, no tenemos que preocuparnos sobre ninguna cosa. De tiempo en tiempo, tendremos que atravesar diversas pruebas y tribulaciones. A través de éstas, aprendemos que siempre podemos depender del Señor, y que no importa lo que pase, tendremos paz y gozo en Él.
LA AMISTAD CON El MUNDO ES
ENEMISTAD CON DIOS
Deseo decirles a todos los cristianos desobedientes del mundo que, por favor, no se sientan tan cómodos con el mundo. Manténganse alertas, porque nuestro Señor Jesús viene por nosotros. Esto puede suceder en cualquier momento. Tome un momento para leer Lucas 17:26-36. Si usted es un constante desobediente y disfruta el mundo más que al Señor Jesús, quien murió por usted, no puede esperar ver su rostro.
La obediencia es muy importante para nuestro Señor. Él me ha mostrado muchos cristianos que serán dejados atrás, incluyendo algunas personas que conozco personalmente. Él viene por aquellos que estén listos y que esperan por Él, y esto sucederá antes de lo que sabemos y esperamos.
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