REFORMA EVANGELICA EN ITALIA -JULIAGONZAGA-JUAN VALDES
2. — La primera
carta, del 18 de setiembre de 1535 presenta a Valdés trabando relaciones con doña Julia
Gonzaga. La frase de admiración con que
inicia la carta parece indicar que era la primera vez que la veía y gozaba de su
conversación : « En Fundi me estuve un día con aquella señora, que es grandísimo
pecado que no sea señora del mundo todo, bien que Dios creo que ha proveído assy porque también nosotros pobretos
podamos gozar de su divina conversación
y gentileza que no es punto inferior a la hermosura » 19 . Doña Julia tenía por esos
días 22 años, si es que nació, como se
supone, en 1513. Viuda desde hacía ocho años, de Vespasiano Colonna, hijo del capitán Próspero
y señor de Fondi y Traetto, vivía fiel a la memoria de su esposo en Fondi junto
con su hijastra y nuera Isabel, viuda a su vez de D. Luis de Rodomonte, hermano de
Julia, y muerto en el asalto de Vicovaro. No mucho más tarde de la visita de
Valdés pasó a habitar a Nápoles en el
palacio de los Colonna.
La Gonzaga tenía ya
un nombre en Italia por su belleza, gracias naturales, elevado nivel social, unido
todo ello a una vida recatada y muy honesta. Los poetas habían puesto su
inspiración al servicio de sus cualidades; se hicieron famosos los versos que
en 1532, en la última edición del Orlando, le había dedicado Lodovico Ariosto :
« Julia Gonzaga, che, dovunque il piede — volge e dovunque i serení occhi gira,
— non pur ogn'altra di beltá le cedema, come scesa dal ciel Dea, l'ammira » 20
. La fama aumentó con la aventura del corsario Barbarroja que en 1534 pretendió
en una emboscada robarla para poder presentar, como se dijo y se fantaseó, al
Sultán el don de la mujer más bella de Italia. Admirada y cortejada, pintada
por Sebastián del Piombo por comisión de Hipólito de Médicis, ajena de pasar a
segundas nupcias 2 \ se conser-
19 Cartas inéditas,
3. Al final de la carta encarga al Cardenal lea a Carnesecchi la parte de
la carta que se refiere a Julia. Benrath creía que conoció a Julia en el primer
viaje a Nápoles (Julia Gonzaga, 40-41); lo creemos improbable.
20 Orlando furioso,
XLVI, 8.
21 Carnesecchi dirá
en el proceso que tal era la fama de su belleza que todo galán que pasaba
por aquellas latitudes, intentaba entablar conocimiento y amistad con ella
(Proceso, 84). Marco Antonio Magno, el traductor del Alfabeto, en una nota
manuscrita
quiso consignar la declaración que ni en Italia, Francia, Alemania y
España había visto una mujer tan bella y graciosa como
7 — Fr. Domingo de
Sta. Teresa, O. C. D., Juan de Valdes.
vaba en una vida
recatada, sabiendo mantener las amistades en un terreno elevado y dominando y
espiritualizando los afectos que involuntariamente pudiera encender.
Es muy posible que
las relaciones de Valdés con la Gonzaga surgieran
con ocasión de un enojoso pleito que tenía planteado con su hijastra Isabel. De
hecho en el coloquio a que se refiere la
primera carta de Valdés, doña Julia expuso al español los términos en que estaba. La insistencia de la
marcha de este asunto en el carteo con Hércules Gonzaga y el interés que
parecen mostrar por él, tanto el Cardenal como Carnesecchi, nos inclinan a
creer que fueron precisamente Hércules,
pariente de la Gonzaga, y Carnesecchi, su amigo, quienes la recomendarían se
confiara a Juan de Valdés por creer a éste experto en asuntos judiciales o por
juzgar útil su conexión con la esferas políticas y administrativas de Nápoles.
De hecho las cartas a Cobos manifiestan que el conquense utilizó para llevar a
término el proceso, los resortes políticos.
La controversia
judiciaria durará por largo tiempo. En forma completa no termina
sino el 10 de enero de 1540, y aun entonces deberán ocuparse en
llevar a la práctica la sentencia. En 1539 se añade el asunto de
la administración de las posesiones de su casa en Lombardía.
Muerto su hermano Juan Francisco y poco después su padre
Ludovico, quedaba de heredero su sobrino Vespasiano, sobre el
cual Julia ejercía la tutela. Como tal, protestó ante el gobierno
Imperial, contra el Marqués del Vasto, Alfonso d'Avalos que, al mando
del ejército imperial, había ocupado en Lombardía algunas de
sus tierras y pedía otras provisiones en favor
de Vespasiano.
En todos estos
asuntos, Valdés fué convirtiéndose en su mano derecha; las cartas
a Cobos muestran que el conquense los tomaba con el mismo
interés que si fueran asuntos suyos. La intimidad entre ambos se hizo
naturalmente muy grande. En seguida veremos que a la vez
existía una comunión espiritual muy interesante, de mucha
importancia en el destino religioso de Valdés.
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