domingo, 2 de abril de 2023

SABIO ANTONIO ESPARRAGOZA- HUEHUETENANGO-CHIAPAS

 Martes, 6 de marzo de 2018

Viernes, 9 de febrero de 2018

SABIO ANTONIO ESPARRAGOZA- HUEHUETENANGO-CHIAPAS


El profesor Esparragoza
y la creación de la goma
bicromatada

Carlos Jurado
Página de INTERNET UNAM
El Diccionario Larousse de ciencias y técnicas describe así a la goma bicromatada:“Procedimiento para sacar positivas artísticas, consistente en emplear para el papel una emulsión de goma arábiga, bicromato de potasio y color de acuarela.”
Este aparentemente sencillo sistema tiene muchas paternidades. Su invención definitiva se le atribuye al francés Alphonse Poitevin en 1855 aunque hubo investigaciones anteriores, como las del escocés Mungo Ponton quien en 1839 descubrió la sensibilidad a la luz de las sales del cromo. A partir de entonces investigadores de diversas latitudes, franceses, ingleses, alemanes, etcétera, hicieron aportaciones que dieron por resultado, en algunos casos, imágenes de gran belleza e interés. Sin embargo hubo uno, totalmente desconocido que a nuestro criterio merece ser mencionado de manera destacada, se trata del ciudadano guatemalteco Antonio Esparragoza, que se adelantó por mucho a su tiempo.
El profesor Antonio Esparragoza nació en el año 1800, en la ciudad de Huehuetenango, Guatemala. Fue egresado de la Universidad de San Carlos, en alguna carrera relacionada con las ciencias, y se estableció en la ciudad de Comitán, Chiapas en 1823 donde daba clases en colegios, no sabemos de qué materias. Repentinamente cambió de nacionalidad y se hizo mexicano, ya que en 1824 Chiapas se anexó a México, suceso que no le afectó en lo más mínimo y que seguramente le benefició porque con mejores
caminos estuvo en posibilidad de conseguir insumos de manera más rápida y más baratos para sus experimentos. En Comitán fue amigo muy cercano del doctor en artes don Horacio Bonifáz y en Ciudad Real del capitán retirado don Vicente Coello.
En Ciudad Real, el capitán Coello, hombre acaudalado y filántropo, patrocinaba a un grupo de artesanos fabricantes de bolsas de piel, pero estas bolsas famosas por su precioso terminado tenían el inconveniente de despedir un desagradable olor que tardaba mucho tiempo en disiparse debido a deficiencias en el curtido. Por tal razón, el profesor Esparragoza, poseedor de vastos conocimientos químicos, se ofreció a solucionar el problema.
Después de consultar viejos manuscritos, de realizar penosos viajes de consulta a la biblioteca de la Universidad de San Carlos, en Guatemala, y en exhaustivos ensayos en su laboratorio, Esparragoza, en el año de 1833, hace un doble descubrimiento: las sales de cromo son las indicadas para lograr un buen curtido para las pieles y lo más extraordinario, mezcladas con coloides como gelatina o goma los endurecía y los sensibilizaba al exponerse a la luz.
A partir de este doble descubrimiento, las actividades de Esparragoza se multiplican.
El doctor Bonifáz, que era ya un amigo inseparable, fue testigo de cómo la casa del profesor se fue transformando. Vio que los estantes fueron ocupados por frascos conteniendo líquidos coloreados con rojo de cochinilla, de azul añil y amarillo de palo de Guayacán. Vio como Esparragoza conectó un tubo negro a una ventana por un extremo y por el otro unos prismas de cristal enormes que por medio de un espejo inclinado proyectaban luces multicolores sobre un papel.
Hubo ocasiones en que Esparragoza se presentaba agitado en casa de Bonifáz para mostrarle hermosas imágenes de flores, hojas, y diversos objetos, impresas en colores sobre un papel que decía haber obtenido por exposiciones solares y lavados con agua de jazmín, proceso del cual Bonifáz no entendía mucho a pesar de las explicaciones dadas.
Así llegaron hasta el año de 1840 en el que Esparragoza contrajo matrimonio con una guapa y joven mujer de la localidad, doña Adolfina Domínguez y el capitán Coello les anunció que haría un largo viaje por Europa.
Pasaron meses en los que el profesor continuó con sus trabajos, utilizando sales de cromo y goma de Senegal para sus impresiones, cuando un buen día se presentó el capitán Coello con un gran baúl en el que, según dijo, les llevaba una sorpresa que consistió en un equipo fotográfico completo, recién adquirido en París por conducto de su amigo don Luis Daguerre, mismo que obsequió al profesor Esparragoza.
El tiempo transcurría normalmente; tertulias en la casa del doctor Bonifáz, visitas más o menos frecuentes al capitán Coello en Ciudad Real y sobre todo nuevas aportaciones del profesor Esparragoza gracias al equipo fotográfico recién llegado.
Un día del mes de abril de 1842 se presentó en las casas de Bonifáz y Esparragoza, el médico Ambrosio Faris de nacionalidad imprecisa que llevaba años en Comitán ejerciendo su supuesta profesión. Adujo que haría un viaje a la lejana capital del país para surtirse de medicinas que estaban ya agotadas en la ciudad y que por tanto suplicaba una cooperación económica misma que ya todos los notables habían cubierto.
Ése fue el último día en el que el profesor Esparragoza vio a su mujer, pues ésta desapareció junto con su dinero. Ambos personajes, el médico y la señora, jamás fueron vistos posteriormente en Comitán.
A raíz de este infausto acontecimiento, Esparragoza entró en una fuerte etapa depresiva. Casi no dormía, comía sólo mendrugos y empezó a padecer de convulsiones. Un día se despidió de sus amigos pretextando un viaje a Tuxtla, y al igual que Faris y su esposa, jamás se le volvió a ver en Comitán. A pesar de las búsquedas intensas que para hallarlo emprendieron Bonifáz y Coello, nunca más apareció.
Con el tiempo surgieron dimes y diretes; que lo habían visto subiendo a las alturas del Sumidero para arrojarse a los caudales del Grijalva, que lo habían visto abordar una diligencia arrastrando una carretilla llena de bártulos, otros decían que de oro, etcétera.
Mucho tiempo después, a su casa abandonada empezaron a colarse grupos de niños traviesos. Con las grandes hojas de papel con escritos y fórmulas del profesor, improvisaban papalotes, con los pequeños frascos jugaban a los soldaditos y así, con la colaboración de vagos e indigentes, todo el material valioso quedó destruido y disperso a pesar de las quejas y reclamos constantes de Bonifáz al ayuntamiento.
Para evitarse problemas, el municipio ordenó recoger lo poco que pudo quedar y con él se hizo una pira en el patio trasero de la casa de cultura. Se dice que el doctor Bonifáz tuvo una impresión tal que fue encamado por varios meses y que el capitán Coello organizó una parada militar frente al Palacio de Gobierno de Ciudad Real, con trompetas, tambores y todo y que el gran poeta local, don Hermenegildo Paniagua, recitó unos versos improvisados dedicados al profesor Esparragoza.
Éste fue el final de una historia, donde por azares del destino, el sureste perdió la oportunidad de enriquecer, a nivel mundial, el proceso a la goma bicromatada.
Biblioteca mínima
del Profesor Esparragoza,
rescatada y resguardada
en la Biblioteca Municipal
de Comitán, Chiapas.
 Imagen  del sitio

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