EL EVANGELIO DEL PENTATEUCO Y DAVID
CHARLES KINGSLEY
LONDRES
1879
EL EVANGELIO DEL PENTATEUCO Y DAVID**KINGSLEY*3-4
Por lo tanto, lo primero que un hombre debe aprender es la verdad acerca de la primera pregunta humana:
—¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Y cómo llegó este mundo? —
A lo que la Biblia responde en su primer versículo:
— «En el principio creó Dios los cielos y la tierra»—
Cómo creó Dios, la Biblia no nos lo dice. Si creó (como sin duda podría haberlo hecho si hubiera querido) este mundo repentinamente de la nada, ya desarrollado y completo; o si lo creó (como nos crea a ti y a mí, y a todos los seres vivos y a los seres que crecen ahora) a partir de cosas que habían existido antes, eso la Biblia no nos lo dice. Quizás si nos lo hubiera dicho, habría apartado nuestras mentes de pensar en las cosas naturales y en lo que ahora llamamos ciencia, en lugar de mantener nuestras mentes fijas, como ahora lo hace, en las cosas espirituales, y sobre todo en el Espíritu de todos los espíritus; aquel de quien está escrito: «Dios es espíritu»
— Porque la Biblia es simplemente la revelación, o el desvelamiento de Dios. No es un libro de ciencias naturales. No es meramente un libro de preceptos santos y virtuosos. No es meramente un libro donde podamos encontrar un plan de salvación para nuestras almas.—
Es un libro de la revelación, o el desvelamiento del Señor Dios, Jesucristo; lo que fue, lo que es, y lo que será para siempre.
— ¿De Jesucristo? ¿Cómo//podemos comprender lo que// se revela en el texto: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra»?—
Así pues:
—Si observan el primer capítulo de Génesis y el comienzo del segundo, verán que Dios es llamado allí con un nombre diferente al que se le da después. Se le llama Dios, Elohim, el Altísimo o Poderoso o Poderosos. Después se le llama el Señor Dios, Jehová Elohim, que significa propiamente «El Altísimo» o «Poderoso ”Yo Soy», o Jehová, palabra que les explicaré más adelante.
Esta palabra se traduce generalmente en nuestra Biblia, como en el griego, como «El Señor»; porque los judíos posteriores tenían una profunda reverencia por el nombre de Jehová, que no les gustaba escribirlo ni pronunciarlo, sino que llamaban a Dios simplemente Adonai, el Señor. De modo que tenemos tres nombres para Dios en el Antiguo Testamento.
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