MESSIAH’S SECOND ADVENT
EL SEGUNDO ADVENIMIENTO DEL MESIAS
CALVIN GOODSPEED
TORONTO
1900
MESSIAH’S SECOND ADVENT* GOODSPEED* 1-9
PREFACIO:
Deseo especialmente reconocer mi deuda con la obra del Dr. David Brown, titulada «El Segundo Advenimiento». Es justo decirme a mí mismo que ya había elaborado el plan general de mi tratamiento y había publicado un esbozo de la argumentación antes de tener el privilegio de consultar su magistral tratado.
C.G.
INTRODUCCIÓN.
Habrá un período durante el cual la justicia prevalecerá en la tierra como nunca antes, y se llamará el Milenio porque en Apocalipsis 20:4-6 se menciona que durará mil años.
Nuestro Señor vendrá en persona por segunda vez al mundo, en estrecha conexión con esta era trascendental en la historia de la Iglesia. Estas afirmaciones son aceptadas por todo el mundo cristiano, con pocas excepciones. Sin embargo, existe una gran diversidad de opiniones en cuanto a la naturaleza y duración del período milenario, y la cristiandad está profundamente dividida sobre la cuestión de la relación de la segunda venida de nuestro Señor con esta gran época.
Los premilenaristas creen que Él vendrá antes del milenio para inaugurarlo mediante la afirmación de su poder personal, y reinar con su pueblo en la tierra hasta su fin. Los postmilenaristas sostienen que Él no aparecerá hasta el final de este período, cuando vendrá en relación con las tremendas escenas de la “resurrección de justos e injustos”, y para “juzgar a vivos y muertos”.
Los premilenaristas generalmente tienen una profunda convicción de la importancia de su particular visión en cuanto a la venida del Señor, y la promueven con gran energía y persistencia. Se convierte en un tema principal de sus predicaciones desde el púlpito y de su testimonio en servicios sociales. Se celebran grandes conferencias, año tras año, en las que se reúne a los mejores talentos entre ellos para promoverla con ahínco. Se mantienen instituciones en las que esta creencia es el elemento central de la enseñanza. Se está difundiendo abundante literatura por todas partes: por correo, mediante agentes itinerantes, de puerta en puerta y de otras maneras. En las iglesias, por pocos que sean los que sostenen la postura premilenarista, se sienten no solo con la libertad, sino también con la obligación, de insistir en ella ante aquellos que no la comparten.
Por otro lado, los posmilenaristas no se sienten llamados a dar especial énfasis a su punto de vista en la predicación o el testimonio. De hecho, se ven tentados a prestarle menos atención al tema de la segunda venida de nuestro Señor de la que merece, debido al exceso de énfasis que, según creen, le dan sus hermanos premilenaristas; mucho menos existen convenciones y otros medios generales para promover la postura posmilenarista y combatir la opuesta.
Tampoco hay una abundante literatura sobre este tema para difundir, incluso si alguien estuviera dispuesto a tomarse la molestia.
Quienes desean obtener información sobre la postura posmilenarista, lejos de que se les imponga, encuentran dificultades para obtenerla cuando la buscan.
Así, los cristianos están, por así decirlo, a merced de sus amigos premilenaristas, a menos que sean capaces, sin ayuda, de resistir a los defensores de la postura premilenarista mediante un estudio independiente de la Palabra de Dios.
El silencio de los posmilenaristas se está malinterpretando. Se rumorea que poco se dice sobre su postura porque son conscientes de que no tienen argumentos válidos que la respalden.
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