DOCTRINA DE LA TRINIDAD Y LA EVIDENCIA BÍBLICA
RICHARD DAVIES
CINCINNATI
1891
DOCTRINA DE LA TRINIDAD Y LA EVIDENCIA BÍBLICA* DAVIES*1-12
"Eterno e indivisible Señor, Coigual Uno en Tres, En ti se deposita toda la fe, toda la esperanza; ¡A ti te sea rendido todo el amor!"
AL LECTOR.
Si el teólogo de vasta lectura y madurez intelectual encuentra en estas páginas poco que merezca su atención, le ruego que recuerde que han sido escritas para quienes inician sus estudios bíblicos. Mi deseo es brindar al joven estudiante de teología una respuesta clara, cortés y fidedigna a las objeciones de quienes rechazan la doctrina de la Trinidad. Agradezco profundamente al Reverendo Richard Gear Hobbs, A.M., quien leyó y corrigió el manuscrito.
Que el Espíritu Santo guíe al lector de este ensayo hacia el conocimiento del verdadero Dios y la vida eterna.
EL AUTOR
LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
Cualquier indagación sobre la naturaleza del siempre bendito Dios debe realizarse con la más profunda reverencia que le debemos al único Ser absolutamente perfecto. Increado y eterno en su existencia, infinito en todas sus perfecciones, es imposible para un ser finito descubrir su naturaleza, ni siquiera comprenderla perfectamente después de que le haya sido revelada.
Las Sagradas Escrituras contienen todo lo que se conoce en la tierra acerca de la naturaleza y el modo de existencia del Ser Divino. Esta revelación de sí mismo no se encuentra en una sola declaración formulada, sino que debe extraerse del conjunto de las Escrituras, mediante la recopilación y la correcta comparación de las diferentes afirmaciones hechas acerca de él. El estudio orante de la Biblia, desde el día de Pentecostés, ha convencido a los hombres de que el Dios Todopoderoso existe como una Trinidad de personas coiguales en la unidad de la Divinidad.
Para enunciar esta doctrina de forma breve y correcta, y para protegerla de las falsas enseñanzas de Arrio y otros erroristas, los creyentes en la Trinidad se vieron en la necesidad de adoptar la frase «La Trinidad en la Unidad», que, por conveniencia, se ha abreviado como «La Trinidad».
Una exposición más extensa de la doctrina de la Trinidad se encuentra en los Artículos de Religión de la Iglesia Metodista Episcopal
“Artículo I. De la fe en la Santísima Trinidad. Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo ni partes, de infinito poder, sabiduría y bondad; creador y preservador de todas las cosas, visibles e invisibles. Y en la unidad de esta Divinidad hay tres personas, de una misma sustancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo."
La doctrina de la Trinidad en la Unidad es una cuestión de pura revelación. Al igual que la doctrina de la omnipresencia de Dios, si bien no es contraria a la razón; La mera razón humana —probablemente superior a la razón angelical— y solo Dios la comprende. A la luz de las Sagradas Escrituras la aprehendemos, pero no la comprendemos. «Nos aferramos a ella, ad prehendo; nos aferramos a ella, nuestras almas viven de ella. Pero no la captamos por completo, no la comprendemos; pues es un atributo necesario de Dios el ser incomprensible». (Estudio de las Palabras de Trench, p. 110). Siendo esto cierto, la razón humana no proporciona prueba alguna a favor ni en contra de la doctrina de la Trinidad.
La razón no la afirma ni la niega, sino que se emplea correctamente en el examen de las evidencias bíblicas sobre la solidez de la doctrina. Es dudoso que existan tipos o símbolos de la Trinidad. Intentar ilustrarlos resulta cuestionable; es mejor limitarnos al estudio de las revelaciones divinas que la conciernen.
La Biblia declara clara y repetidamente que hay un solo Dios. Pero también nos da a conocer a tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Inviste a cada una de estas tres personas con los atributos y títulos propios de la Deidad; les atribuye los actos que la Deidad ha realizado; las presenta recibiendo la suprema adoración que corresponde únicamente al Dios infinito; demostrando así que cada una de estas tres personas es real y verdaderamente Dios.
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