POLO NORTE* WARREN *262-263*

 PARAÍSO ENCONTRADO

 LA CUNA DE LA RAZA HUMANA EN EL POLO NORTE

Estudio del mundo prehistórico

POR WILLIAM F. WARREN,

1885

POLO NORTE* WARREN *262-263*

VI

EL ÁRBOL CENTRAL.

 El Árbol de la Vida, El árbol del medio, y más alto donde crecía. Milton.

En el centro del Jardín del Edén, según Génesis iii. 3, había un árbol excepcional por su posición, carácter y relación con los hombres. Su fruto era «bueno para comer», «agradable a la vista», «árbol deseable». 1 A primera vista, quizá no parezca que el estudio de este árbol en las diferentes mitologías del mundo antiguo pueda ayudarnos a localizar el paraíso primitivo.

*****¿Era este «árbol del conocimiento» idéntico al «árbol de la vida»? Posiblemente. «La tradición del Génesis», dice Lenormant, Beginnings, pág. 84, «a veces parece admitir dos árboles, uno de la Vida y otro del Conocimiento, y en otras ocasiones parece hablar de uno solo, uniendo en sí mismo ambos atributos (Gén. ii. 17; iii. 1-7). El Símbolo de las Cruzadas en Alien National. Berlín, 1576: pág. 5. Para que todo el relato se relacione con un solo árbol, solo sería necesario traducir primero la última cláusula del cap. ii. 9: «el árbol de la vida también en medio del jardín, es decir, el árbol del conocimiento del bien y del mal» y luego la última cláusula del cap. iii. 22 "Y ahora, para que no siga extendiendo su mano y tomando del árbol de la vida", etc. —para ambas construcciones existen abundantes precedentes, siempre y cuando el "gam" se traduzca con la libertad que se usa en otros pasajes. En cuanto al primero, véase 1 Samuel 17:40; 28:3; Daniel 4:10; en cuanto al segundo, las gramáticas hebreas sobre el uso del futuro. Compárese también Proverbios 3:13, 18, donde la sabiduría es un árbol de vida.*****

En las discusiones sobre los lugares que se han propuesto habitualmente, no podría; pero si el Jardín del Edén estuviera precisamente en el Polo Norte, el hermoso árbol que se alzaba en el centro de ese Jardín habría tenido un significado cósmico visible y obvio que de ninguna manera podría pertenecer a ningún otro. Su hermoso tronco, tan recto como una flecha, como el cuerpo de uno de los "árboles gigantes de California", superando, quizás, incluso crecimientos tan gigantescos como estos, habría parecido a cualquiera que estuviera debajo la columna viviente del mismísimo cielo. A su alrededor habrían girado las "estrellas de Dios", como en homenaje; a través de sus ramas más altas, el adorador humano habría mirado hacia ese punto central inmóvil donde se alzaba el trono inmutable del Creador. ¡Cuán concebible es que ese Creador hubiera reservado para usos sagrados esta única altura natural de altar de la Tierra, y que por mandato especial hubiera protegido su único adorno particular de la profanación! (Gén. 2:16, 17.) Si en algún lugar del templo de la naturaleza debía haber un altar, solo podía ser aquí. Que estuviera aquí encuentra una confirmación nueva e inesperada en la singular coincidencia de muchas religiones y mitologías antiguas al asociar su Árbol del Paraíso con el eje del mundo o, de lo contrario, con igual inequívoca intuición, al ubicarlo en el Polo Ártico.1

"El Árbol Mítico, como el Pilar y el Monte; el Polo celestial." Massey, The Natural Genesis, vol. i, pág. 354. Los argumentos del profesor Karl Budde a favor de eliminar el Árbol del Paraíso del relato original del Génesis sobre el Jardín del Edén revelan una extraña falta de perspicacia. The Biblical Urgcschichte. Giessen, 1883: pp. 100-145-8. Incluso Kuenen se niega a aceptar una noción tan arbitraria, y M. Reville exclama con acierto: "¿Qué sería del Paraíso sin el Árbol de la Vida?"