lunes, 24 de noviembre de 2025

CREACIÓN Y LA CAÍDA *MACDONALD *1-3

 CREACIÓN Y LA CAÍDA:

 UNA DEFENSA Y EXPOSICIÓN DE LOS  PRIMEROS TRES CAPÍTULOS DEL GÉNESIS.

 DONALD MACDONALD

EDINBURGH

1866

CREACIÓN Y LA CAÍDA *MACDONALD *1-3

PREFACIO. En cuanto al objetivo de este volumen y a la necesidad actual de investigar el tema tratado, se ha dicho suficiente en la Introducción. Sin embargo, es necesario explicar la presunción que se atribuye al autor al asumir una tarea de tal magnitud. Al comenzar su estudio exegético de las Escrituras Hebreas, se topó con varias de las dificultades que aquí intenta resolver, y mientras buscaba información en todas las fuentes disponibles, se sorprendió al descubrir la poca satisfacción que se obtenía de las obras de los escritores más reconocidos: algunos minimizaban excesivamente dichas dificultades o solo las consideraban parcialmente, y otros habían vivido antes de que se plantearan las cuestiones más apremiantes de la actualidad. En estas circunstancias, el autor decidió examinar el tema por sí mismo; Sin embargo, en ese momento no tenía idea del alcance de sus investigaciones y, de hecho, poco del plan que finalmente siguió, que al principio pretendía abarcar solo unos pocos temas, pero debido a la cantidad de malentendidos que prevalecían sobre el tema, ***El extracto adjunto de una carta del "Times" del 2 de junio de 1855 demostrará mejor que cualquier argumento la necesidad del plan adoptado en la Parte I: "El pasado domingo de Septuagésima (cuando la lección apropiada es Génesis 1), estuve presente en una iglesia en la zona noroeste de la metrópoli y escuché un discurso, del cual me limitaré a decir que planteó esa misma cuestión esencial [la discrepancia entre los descubrimientos de la geología y la narrativa mosaica de la creación] bajo una luz que creo que todo investigador ilustrado y serio se alegraría de ver explicada, incluyendo el reconocimiento de los hechos científicos y la plena admisión de su irreconciliable contradicción con la narrativa, junto con la más sincera afirmación de la verdad de la dispensación del Nuevo Testamento y la total independencia de cualquier representación errónea relacionada con el Antiguo Testamento".***

 gradualmente asumió la forma que ahora presenta. Si bien se valió de todas las ayudas a su disposición, en la medida de lo posible, mantuvo la independencia de investigación; y si bien se ha obtenido un beneficio especial de las obras de escritores extranjeros, esto se debe, en muchos casos, a una sugerencia más que a una imitación servil.

El autor no puede jactarse de haber logrado dominar todas las dificultades de su trascendental tema; nadie puede ser más consciente de sus deficiencias que él mismo; pero, al mismo tiempo, sería una afectación negar que cree que sus trabajos pueden contribuir a arrojar algo de luz sobre esta importante y tan malinterpretada porción de la Verdad Divina. Sin embargo, estaría fuera de lugar extenderse sobre esto. Tal como está, la obra se somete al juicio de quienes se interesan inteligentemente en todo aquello que tiende a ilustrar y confirmar los Oráculos del Dios Viviente.

EDINKILLIE , ABRIL, 1856

INTRODUCCIÓN.

 Los dos términos, «Creación» y «Caída», se consideran aquí próximos, lo que sugiere líneas de pensamiento muy opuestas: uno denota la formación o el comienzo del universo de la existencia dependiente, y por implicación lo indica como producto de la presciencia y el diseño; el otro, una caída, desde un punto de vista moral, o un cambio hacia un estado previamente existente. Consideradas de forma abstracta, las ideas a las que dan lugar no tienen una conexión real ni necesaria. De hecho, a partir de un razonamiento a priori sobre el carácter y las perfecciones del Creador, podría inferirse que ambas ideas son incongruentes o incompatibles; sin embargo, están íntimamente relacionadas en la experiencia de la vida cotidiana, la observación y la conciencia, lo que atestigua inequívocamente que la morada actual del hombre es una creación caída, y que él mismo es una criatura caída. Pero otra consideración, y para el presente propósito —del cual no forma parte probar la realidad de una Creación o una Caída—, es que indican los temas de las primeras páginas de un registro muy antiguo, que tanto judíos como cristianos consideran parte de sus Sagradas Escrituras. 2. LA CREACIÓN Y LA CAÍDA. El registro en cuestión es el primer libro de la Biblia, o Génesis, (producción o generación), como se le denomina muy apropiadamente en la versión griega, a partir del tema con el que comienza.

Aparte de sus pretensiones de un origen inspirado, este registro es, en varios aspectos, sumamente interesante e importante. Su gran antigüedad, cuyos rastros, en sus descripciones de tiempos primitivos y patriarcales, están vívidamente impresos en cada página, constituye una parte considerable del interés con el que debe ser considerado. Pues puede decirse que es casi universalmente admitido que el Libro del Génesis es el documento literario más venerable que existe, y está separado por un amplio intervalo de toda composición no bíblica

 Como tal, si su contenido fuera una mera colección de poesía o novela histórica, sería invaluable, ya que ofrece indicios de los sentimientos y modos de pensar del hombre en un período muy temprano de la cultura mental; Pero el interés en el tema se ve enormemente acrecentado por la consideración de que el libro pretende ser, en ciertos detalles, un registro histórico del período que abarca, un período que comienza con el comienzo del universo material y de la tierra, la morada del hombre y el escenario de su historia. El valor que debe asignarse a la narración como exposición de hechos —dejando por el momento indeterminado el origen de la obra misma— debe verse muy afectado por la fecha temprana que, como ya se ha observado, se le asigna a su composición, y por la cual se la coloca en una conexión más estrecha con las transacciones registradas que cualquier otra producción. De hecho, cabe destacar que, en rigor, no existen documentos rivales sobre el tema, nada que pueda considerarse una historia del mismo período, y nada que pudiera compensar su pérdida si el libro mismo faltará.  Por consideraciones como estas respecto a su carácter y contenido, pero principalmente, sin duda, debido a su creencia en su origen inspirado, Lutero solía decir: «Nunca pulcrius Génesis, nunca utilis».

Esta apreciación del gran Reformador, válida para todo el libro, se aplica en especial a sus primeros capítulos, que contienen asuntos no de carácter limitado ni siquiera nacional, sino que se relacionan con verdades y enseñanzas de interés universal y aplicación perdurable.

 Los primeros capítulos del Génesis no se limitan a ninguna raza o tribu, sino que constituyen capítulos de la historia de la humanidad. Es cierto que sirven de introducción a la historia de la teocracia y a la suerte de la nación hebrea, a quienes les fueron confiados los oráculos de Dios; pero la teocracia misma es solo un capítulo, aunque muy importante, en la gran historia de la redención, de la recuperación del hombre de la Caída y de su restauración a la imagen de su Creador. Los tres primeros capítulos del Génesis, de los cuales se intenta una Vindicación y una Exposición en las páginas siguientes, son de suma importancia por su relación con las grandes cuestiones relacionadas con el origen y el estado primigenio del hombre. Comprenden tres narraciones distintas, pero, como se verá en la continuación, estrechamente relacionadas, que, desde cualquier perspectiva, tienen una relación peculiar con la historia y la felicidad de la raza humana, y con la existencia del hombre, así como con su relación original con su Creador y Gobernante Moral.

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