Sábado, 6 de agosto de 2016
MISTERIOSOS CAMINOS DEL SEÑOR- veces ocurren cosas que no se pueden explicar,
MISTERIOSOS CAMINOS DEL SEÑOR A veces ocurren cosas que no se pueden explicar, pero tampoco negar. Lea estos relatos auténticos y saque sus propias conclusiones.
AQUELLA cálida
tarde veraniega, unos amigos nos habían invitado a mi esposa y a mí a
reunirnos para nadar. Estaba yo de pie en el trampolín, sintiéndome
libre como el viento, cuando se alzó una voz frenética sobre el
estrépito de la fiesta, " ¡El bebé! ", oí que gritaba una mujer. "¡Está en el fondo de la piscina!"
Nadie hacía nada. Todos se limitaban a mirarla. Cuando vi lo que me pareció una forma inmóvil bajo el agua, me sumergí ... y allí estaba un bebé. Lo saqué y lo puse junto a la alberca. Su piel estaba azulada, y no detecté respiración ni pulso. Empecé a aplicarle la resucitación cardiopulmonar. Recé: Dios mío, ayúdame a hacerlo bien.
Por fin, el pequeño tosió. Respiró una vez, y después otra. Sobreviviría. Llamaron una ambulancia, y mientras esperábamos pregunté a los demás:
—¿Por qué no hicieron caso a los gritos de auxilio de la mujer? Un amigo contestó:
—Ninguno entendió lo que decía.
—¿Qué quieres decir? Yo oí que gritaba para que ayudaran a su hijo.
—Pero ella es mexicana. Ninguno de nosotros sabe español.
—¿Español? Yo la oí gritar en inglés.
—Nosotros no. Solamente oímos español.
Hasta la fecha estoy desconcertado. Yo no entiendo una sola palabra de español.
—S. B., de Rock Island, Illinois
Nadie hacía nada. Todos se limitaban a mirarla. Cuando vi lo que me pareció una forma inmóvil bajo el agua, me sumergí ... y allí estaba un bebé. Lo saqué y lo puse junto a la alberca. Su piel estaba azulada, y no detecté respiración ni pulso. Empecé a aplicarle la resucitación cardiopulmonar. Recé: Dios mío, ayúdame a hacerlo bien.
Por fin, el pequeño tosió. Respiró una vez, y después otra. Sobreviviría. Llamaron una ambulancia, y mientras esperábamos pregunté a los demás:
—¿Por qué no hicieron caso a los gritos de auxilio de la mujer? Un amigo contestó:
—Ninguno entendió lo que decía.
—¿Qué quieres decir? Yo oí que gritaba para que ayudaran a su hijo.
—Pero ella es mexicana. Ninguno de nosotros sabe español.
—¿Español? Yo la oí gritar en inglés.
—Nosotros no. Solamente oímos español.
Hasta la fecha estoy desconcertado. Yo no entiendo una sola palabra de español.
—S. B., de Rock Island, Illinois
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