LA PRIMERA DESOBEDIENCIA DEL HOMBRE
Una interpretación y defensa del relato bíblico de la caída del hombre
BY LEANDER S. KEYSER, A.M., D.D.
PROFESSOR OF SYSTEMATIC THEOLOGY IN HAMMA DIVINITY SCHOOL, WITTENBERG COLLEGE, SPRINGFIELD, OHIO
NEW YORK
1924
DESOBEDIENCIA DEL HOMBRE*LEANDER S. KEYSER*1-14
1-14
PREFACIO
Quizás ningún problema haya causado mayor perplejidad a las personas reflexivas que el problema del origen del pecado y el sufrimiento.
— ¿Por qué se les permitió aparecer en el mundo?—
A este importante problema dedicaremos nuestra atención en este volumen, con la esperanza de brindar consuelo a las almas afligidas.
Si bien el método que emplearemos es abiertamente argumentativo, el fin no es obtener una victoria polémica. Ese sería, en efecto, un motivo indigno, del cual esperamos no ser acusados con razón.
—¿Es la enseñanza bíblica sobre el origen del pecado y el sufrimiento: adecuado y razonable?—
Este es el tema principal que se aborda en esta obra.
LA PRIMERA DESOBEDIENCIA DEL HOMBRE
CAPÍTULO I
UNA DECLARACIÓN INICIAL
El carácter histórico y la fuente sobrehumana del relato bíblico del origen del pecado, tal como se presenta en el tercer capítulo del Génesis, han sido cuestionados con frecuencia en los últimos tiempos. Algunos autores, incluso, que desean ser considerados conservadores y ser incluidos entre los «tradicionalistas», se muestran reacios a comprometerse definitivamente con la historicidad de esta parte de la Biblia. Entre quienes dudan de su veracidad histórica, sin embargo, existe una gran diversidad de opiniones: algunos la consideran un mito, otros una leyenda, tradición o folclore, y otros una parábola o alegoría. Entre quienes la consideran historia real, sin embargo, existe, hasta donde sabemos, una virtual unanimidad.
El autor declara abiertamente desde el principio que acepta el relato bíblico de la primera transgresión como historia verídica. Lo considera un acontecimiento que realmente ocurrió.
Sin cuestionar los motivos de quienes sostienen una opinión diferente, presentará varias razones que respaldan su propia convicción. Sin embargo, antes de hacerlo, intentará demostrar la insostenibilidad de diversas posturas no históricas. En aras de la claridad, conviene explicar el punto de vista y el propósito del argumento aquí expuesto.
No se trata de un debate abierto con los infieles, ni con los críticos bíblicos tan radicales que prácticamente los incluyan en la categoría de infieles. Para abordar esta cuestión, sería necesario emplear un método de razonamiento distinto al que se utilizará aquí.
Sin embargo, el autor se detiene un momento para expresar la esperanza de que incluso esos oponentes, que lean su presentación con una mente abierta y la valoren con detenimiento, puedan convencerse de que hay mucho más de lo que se han dado cuenta que decir a favor de la razonabilidad y el atractivo carácter de la enseñanza bíblica relativa al origen del pecado.
Sin embargo, el argumento principal de este volumen está dirigido a la consideración de los llamados críticos «mediadores». Nos referimos a aquellos que aceptan gran parte de la enseñanza de la Biblia, especialmente la que denominan su enseñanza religiosa. Desean ser considerados buenos cristianos y, con razón, se ofenderían si se les llamara infieles. No obstante, no consideran la Biblia como plenamente inspirada, sino que se creen justificados, tras analizarla con su aparato crítico, al aceptar una parte como divina y otra como de origen meramente humano. Como ejemplos destacados de este tipo de críticos, cabe mencionar a George Adam Smith, Marcus Dods, S. R. Driver y Charles Foster Kent. A esta clase también pertenecerían muchos de los hombres que hoy veneran la «mentalidad moderna» y se hacen llamar «Modernistas». Grandes partes de la Biblia, antes aceptadas casi universalmente como históricas, y así consideradas hoy por los cristianos conservadores, son vistas por estos críticos como mito, leyenda, alegoría o creencias primitivas y folclore. Para ilustrarlo: El Dr. A.S. Frank Knight Sanders, en su interesante libro, “Historia de los hebreos”, dice (p. 23, Sec. 32): “En los primeros once capítulos del Génesis encontramos un conjunto de relatos que transmiten las ideas del pueblo hebreo acerca de la creación del mundo, los comienzos de la vida humana, las condiciones de la humanidad primitiva, etc. Estas ideas, en su mayor parte, evidentemente las heredaron de sus antepasados semitas, y las adoptaron sin cuestionarlas seriamente”.¹ * La cursiva es nuestra.
Si bien podría argumentarse que estas afirmaciones no constituyen una negación completamente clara y rotunda, la implicación obvia que se desprende de ellas es que los primeros capítulos del Génesis no son verdaderamente históricos y, por lo tanto, no son una revelación verdaderamente divina. Simplemente narran, en forma de relato, las ideas y creencias primitivas del pueblo hebreo. Sin embargo, el Dr. Sanders anuncia que su libro fue escrito para brindar a los lectores y estudiantes una concepción auténtica del Antiguo Testamento, que, según declara, es una guía genuina en materia de religión.
El presente volumen tiene como objetivo dejar claros dos puntos: 1. El carácter insostenible de la postura adoptada por los críticos mencionados; 2. La historicidad y la razonabilidad del relato bíblico de la Caída del Hombre, así como su relación fundamental con el plan de redención a través de Cristo.
El objetivo final del autor al ejecutar este doble propósito es fortalecer la fe de los creyentes evangélicos, mostrándoles que la interpretación literal de Génesis 3 es la más racional. Desea dejarles claro que no necesitan abandonar la doctrina de la inspiración plenaria, a pesar de las especulaciones de los críticos que acaban de ser mencionados y descritos. El autor habla con total sinceridad y está convencido de que su mensaje es vital y oportuno. Está dispuesto a arriesgarse a ser acusado de darle demasiada importancia a esta cuestión, pues cree sinceramente que la Caída del hombre, tal como se registra en el tercer capítulo del Génesis, es uno de los eslabones fácticos y necesarios del plan divino de creación y redención. Es incapaz de comprender cómo el rechazo del origen sobrehumano de esa gran narrativa fundamental no provoca una grave ruptura en el proceso del propósito redentor benéfico de Dios y la introducción de dificultades innecesarias en su interpretación.
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