Una
Revelacion Divina
del Infierno
Queda Muy Poco Tiempo!
por
Mary Katherine Baxter
Capítulo 9: Los horrores del infierno
Yo entiendo porque la gente en estas celdas del vientre del infierno eran diferentes a otras en otros lugares de tormento. Había muchas cosas que yo no entendía. Yo simplemente escuché a Jesús e hice un registro de todo ho que escuché y oí para la gloria de Dios.
“Esta mujer,” dijo Jesús, “fue el equivalente de un predocador para satanás. De la misma forma que el verdadero evangelio se nos es predicado por un verdadero ministro, así también, satanás tiene sus ministros falsificados. Ella tenía un tipo de poder satánico muy poderoso, que para recibirlo fue necesario que ella vendiese su alma. Los dones malignos de satanás son como el otro lado de la moneda de los dones Espírituales que Jesús otorga a los creyentes. Este es el poder de las tinieblas.
Muchas personas entregan sus almas a satanás. Ellos escogen servirle a él y no a mi. Su decisión significa la muerte, a menos de que se arrepientan de sus pecados y clamen a mi. Yo soy fiel y los salvaré de sus pecados. Muchos le venden sus almas a satanás creyendo que van a vivir para siempre. Pero sufrirán una muerte horrible.
Después que esta mujer murió, se fue derecho al infierno. Los demonios la trajeron delante de satanás, donde muy airada preguntó el porque los demonios tenían poder sobre ella, pues en la tierra ella pensó que era ella quien los controlaba a ellos. Allí ellos hicieron lo que ella les pidió. Ella también le pidió a satanás el reino que él le había prometido.
Pero al final, satanás se burló y la despreció. El le dijo, ‘Yo te engañe y te usé durante esos años. Yo jamás te dare mi reino.’ El diablo batió sus manos delante de la mujer, y tal parecía que toda su carne estaba siendo arrancada de sus huesos. Ella grito de dolor cuando un libro negro y grande fue traído para satanás. El lo abrió y corrió sus dedos por las páginas hasta que encontró su nombre.
Cuando se muere en la tierra, si usted ha nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, su alma va al cielo. Si usted es un pecador cuando muere, va inmediatamente a un fuego ardiente. Su alma será arrastrada por demonios con cadenas inmensas por las puertas del infierno y donde será lanzado en las fosas y atormentado. Más tarde, serás tirado delante de satanás. Ud. conoce y siente todo lo que le pasa en el infierno.
Jesús me dijo que hay un lugar en el infierno llamado el “centro de placer.” Las almas asignadas a las fosas no pueden ser llevadas a ese lugar. El también me dijo que aunque los tormentos son diferentes para cada persona, todos son quemados con fuego.
En ese tipo de tormentos escondían huesos espírituales que habían sido cortados y enterrados en diferentes partes del infierno. El alma fué literalmente rasgada en pedazos y las partes esparcidas por todo el infierno era como un tipo de juego a las escondidas demoníaco. Las almas mutiladas sintieron dolores tremendos. Los espectadores les tiraban piedras a los que se encontraban en el centro.
Jesús dijo, “Yo le quite la llave del infierno a satanás hace muchos años. Yo vine y abrí estas celdas y dejé salir a mi gente, pues en el tiempo del Antiguo Testamento, antes de haber dado mi vida en la cruz, el Paraíso estaba situado cerca del infierno. Estas celdas estaban en el Paraíso; pero ahora satanás las usa para sus malos propósitos y ha hecho más.
Oh lector, te arrepentirás de tu pecado antes que sea demasiado tarde? Pues todos vendrán delante de mí en el juicio. El Paraíso fue movido de su proximidad al infierno cuando yo morí y resucité otra vez por el poder de Dios, mi Padre.
De las celdas salían gritos que quebrantaban el corazón, así como grandes gritos de dolor. Las almas encarceladas estaban siendo quemadas vivas por este lago de fuego más caliente, sin embargo no podían morir. Los demonios, también se unieron a las carcajadas cuando satanás iba de celda en celda torturando a los perdidos.
Jesús dijo, “Satanás se alimenta con la maldad. El se gloría en el dolor y el sufrimiento y gana poder con eso.”
Yo ví cuando satanás ascendió en una nube de humo, llevando la corriente de fuego hacia la parte alta del vientre del infierno. Lo escuché cuando dió la vuelta y con una voz fuerte anunció que si todas las almas no lo adoraban, él les daría un turno en el centro de placer.
Jesús dijo, “todos los que ocupan las celdas del infierno escucharon el verdadero evangelio cuando vivían en la tierra. Muchas veces les ofrecí mi salvación. Muchas veces mi Espíritu los atrajo, pero no me escucharon o vinieron a mi para ser salvos.”
Jesús dijo, “Mi salvación es gratis. El que quiera, que venga y será salvo de este lugar de castigo eterno. Yo no lo echaré fuera. Si has sido una bruja o un mago, aún si tienes un acuerdo escrito con el diablo, mi poder lo romperá y mi sangre derramada te salvará. Yo quitare la maldición maligna de tu vida y te salvaré del infierno. Dame tu corazón para poder quitarte las cadenas y ponerte en libertad.
Capítulo 10: El corazón del infierno
En las noches iba con Jesús al infierno. Durante el día, el infierno siempre estaba delante mio. Yo traté de contarle a otros lo que estaba viendo, pero no me creían. Me sentí muy sola y fue solamente por la gracia de Dios que pude continuar. Toda la gloria pertenece al Señor Jesucristo.
En forma atónita yo me preguntaba cual era el objetivo de este corazón maligno. Jesús dijo, “Estas ramas, que se parecen a las arterias de un corazón, son como carreteras que suben hasta la tierra para hechar la maldad sobre ésta. Estos son los cuernos que vio Daniel, y estos representan reinos de maldad en la tierra. Algunos ya han pasado, algunos vendrán y otros están ahora mismo. Se levantarán reinos malignos y el anticristo reinará sobre mucha gente, pueblos y cosas. Si es posible, hasta los escogidos erán engañados por él. Muchos se apartarán y adorarán la bestia y su imágen.
Estas son las palabras que me habló Jesús. El me ordenó escribirlas y a ponerlas en un libro para contárselas al mundo. Estas palabras son verdaderas. Estas revelaciones me fueron dadas por el Señor Jesucristo para que todos sepan y entiendan las obras de satanás y las cosas malignas que él está preparando para el futuro. Jesús dijo, “sigueme.”
Yo grité “Jesús dónde estás? Por favor, regresa Señor.” Clamé y llamé, pero nadie me respondió.
Un gran temor —el más grande temor— se apoderó de mi alma. Por primera vez desde que Jesús me dejó, comencé a darme cuenta que estaba perdida sin ninguna esperanza. Comence a sollozar llamando a Jesús una y otra vez.
En la celda siguiente la voz de una mujer me dijo, “Estás perdida en este lugar de tormento no hay salida.”
Yo le grite a las tinieblas, “Yo no pertenezco aqui, yo soy salva y le pertenezco a Dios. Por qué estoy aqui?” Pero no había respuesta.
Un fuego ardiente apareció delante mio, pero se paró antes de tocarme. Ahora yo sentía como que mi carne estuviera siendo arrancada de mi cuerpo. El dolor mas cruel que me pudiera imaginarme corrió sobre mi. Algo invisible rasgaba mi cuerpo, mientras que espíritus malos en formas de murciélagos me mordían por todo el cuerpo.”
Otra vez las mismas carcajadas malignas salían de él. “He esperado por ti mucho tiempo, y al fin te tengo,” me dijo con un placer malicioso. “Tú trataste de escapar de mi, pero al fin te tengo.”
Yo grité otra vez, “Oh Señor Jesús, qué ha sucedido? Jesús, dónde estás?”
Satanás dijo, “Yo soy tu señor ahora,” y levantó sus brazos para llamar a un demonio a su lado. Enseguida, un espíritu feo y malo vino a la plataforma donde estaba parada y me agarró. El tenía un cuerpo grande con una cara como de un murciélago, en vez de manos tenía garras y un olor maligno salía de él.
Yo estaba muy triste y cansada. Me desmayé en las manos de Jesús. Y aunque El me restauró por completo —yo me quería ir lejos, muy lejos— de Jesús de mi familia y de todo el mundo.
Capítulo 11: Las tinieblas de afuera
Noche tras noche Jesús y yo regresamos al infierno para que yo pudiera testificar de estas verdades tan terribles. Cada vez que pasábamos por el corazón del infierno yo caminaba muy cerca de Jesús. Un enorme temor se apoderaba de mi corazón cada vez que me acordaba de lo que me había sucedido allí. Yo sabía que tenía que salir hacia adelante para salvar almas. Pero fue solamente por la misericordia de Dios que pude regresar.
Nos paramos delante de un grupo de demonios que estaban cantando, rezando y alabando al diablo. Parecía que se estaban gozando inmensamente. Jesús dijo, “Yo te dejaré escuchar lo que están diciendo.” “Iremos a esta casa hoy y atormentaremos a los que están en ella. Recibiremos más poder del señor satanás si lo hacemos bien,” dijeron ellos. “Oh si, causaremos mucho dolor, enfermedades y muchas pruebas a todos.”
Un demonio dijo, “tenemos que velar cuidadosamente a aquellos que creen en Jesús, pues nos pueden hechar afuera.” “Si,” dijo otro, “al oir el nombre de Jesús tenemos que huir “, entonces el último espíritu malo dijo:” nosotros no vamos donde los que conocen a Jesús y el poder de su nombre.”
Jesús dijo, “Mis angeles protegen a mi pueblo de estos malos espíritus y su trabajo no prospera. Yo también protejo a muchos que no son salvos, aunque ellos no lo saben. Yo tengo muchos angeles empleados para impedir los planes malvados de satanás.”
Jesús dijo, “Hay muchos demonios en los aires y en la tierra. Yo te he permitido ver algunos de esos demonios pero a otros no. Por eso es que la verdad del evangelio tiene que ser predicada a todos. la verdad hará a los hombres libres y los protegera de la maldad. En mi nombre hay liberación y libertad. Yo tengo todo poder en el cielo y en la tierra. No le temas a satanas; teme a Dios.”
Según caminábamos en el infierno, Jesús y yo encontramos a un hombre grande y que estaba envuelto en oscuridad y tenía la apariencia de un ángel y sostenía algo en su mano izquierda.
Jesús dijo, “Créeme, si usted peca tiene un abogado con el Padre. Si te arrepientes de tus pecados, yo seré fiel en limpiarte de toda maldad. Pero si no te arrepientes, yo vendré en una hora que no crees, y seras cortado con los incrédulos y echado a las tinieblas de afuera.”
Había un fuego en el centro del disco, y gente salía y entraba, sobre y debajo de las olas de fuego. No habían demonios o malos espíritus en este lugar, solamente almas quemándose en un mar de fuego.
Yo miraba horrorizada, pensando si conocia algunos de los sirvientes caídos del Señor que marchaban hacia adelante. Yo no podía mover mi cabeza para dejar de mirar las almas marchando dentro del fuego sin que nadie tratara de pararlos.
TRASPLANTES.CRÓNICA DE 35 HORAS DRAMÁTICAS
UNA SOLEADA mañana de abril de 1979, Debbie Dubose, de 16 años, bajó saltando las escaleras del frente de su casa en Chicago Se despidió de sus padres agitando la mano y abordó el automóvil deportivo de color amarillo de su novio. A las 16:30 horas una llamada telefónica del hospital hundió en el dolor a Clyde y Naomi Dubose, los padres de Debbie: "Hubo un terrible accidente; su hija está en coma".
Justo cuando los Dubose llegaron al hospital, se declaraba la "muerte clínica" de Debbie. El cerebro había dejado de funcionar; un respirador artificial inyectaba aire en sus pulmones, manteniendo el flujo de sangre oxigenada a su corazón, que aún latía, Los atribulados padres recordaron que su hija dejaba un documento legal, en el que autorizaba que sus órganos fueran utilizados en trasplantes, y varias veces había expresado su deseo de que sirvieran para ayudar a otros. En estas circunstancias, dieron su anuencia para que se dispusiera del cuerpo de su hija.
Taylor se comunicó con la operadora para que le diera el mensaje, y apuntó la información esencial sobre Debbie Dubose. En seguida se puso en contacto con el Dr. Thomas Starzl, en ese tiempo jefe del departamento de cirugía y director del programa de trasplantes de órganos, y con el Dr. Charles Halgrimson, profesor de cirugía y subdirector del programa. Estos médicos son de los que iniciaron los trasplantes de órganos: andan por ahí más de 40 personas con hígados trasplantados que alguna vez fueron deshauciadas y que hoy son prueba viviente del éxito que ellos han tenido. Halgrimson se encarga de la fase de donación del procedimiento, cuidando que los órganos vivos sean extirpados adecuadamente. Starzl implanta las vísceras en los receptores.
Taylor se comunicó primero con Starzl, le informó lo de Debbie, y le preguntó:
Los NOMBRES de todas las personas que apare cen en este artículo son ficticios, con excepción del de Paul Taylor y de los diversos cirujanos.
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—¿Dónde está Halgrimson, Thomas?
—Acaba de irse a casa —respondió este—. Cuando le avises, dile que puede dormir en el avión rumbo a Chicago.
17:15 horas. Starzl irrumpe en la oficina del programa de trasplantes. "Comiencen a buscar los expedientes de las personas que esperan trasplantes de hígado y riñones", ordenó. "Averigüen quiénes tienen el tipo de sangre y de antígenos que son afines a los del donante. Vean si tenemos candidato a recibir páncreas".
18 horas. Al mismo tiempo que el grupo de especialistas de Denver se dirigía a toda prisa a abordar el avión, en Chicago los oftalmólogos ya se encontraban midiendo las córneas de Debbie. Dado que estas membranas deben ser extirpadas antes de trascurridas cuatro horas a partir de la muerte, el equipo de cirujanos del banco de ojos ya estaba trabajando.
19 horas. Halgrimson, su ayudante y Taylor se acomodaron en sus asientos para viajar a Chicago, y comenzaron a prepararse para la entrevista con los apesadumbrados padres de Debbie. Para Halgrimson, padre de siete hijos, esta es una de las partes más difíciles de su tarea, pero él y sus ayudantes siempre explican todo con precisión, porque desean que los familiares otorguen su consentimiento con pleno conocimiento de qué se va a hacer con el cadáver.
Entre tanto, en Denver, Starzl repasaba las listas de probables receptores. El hígado de Debbie debía ser injertado tan pronto como fuera posible, pero no después de las 18 horas siguientes a la extirpación. De pronto recordó la reciente visita a Denver de una desesperada pareja neoyorquina de apellido Jermíngs, cuya hija Shayla, de 12 años, había nacido con el hígado defectuoso. Llevaba dos años viviendo en aislamiento, con el propósito de evitar que contrajera alguna enfermedad que su débil organismo no pudiera combatir.
Starzl comparó los tipos sanguíneos y otras características. Sí, Shayla estaba a punto de recibir su trasplante. Acto seguido, marcó el número telefónico de los Jennings en Nueva York.
19:25 horas. Mientras el grupo de cirujanos de Denver viajaba hacia Chicago, apresuradamente los Jennings empacaron y se dirigieron junto con Shayla al aeropuerto; sus esperanzas renacían con fuerza.
20 horas. En la casa de Dave Sadler, en Denver, el teléfono sonó. Durante muchos meses Dave había estado a la espera de la donación de un riñón. Se enfermaba tan a menudo y debía pasar tantas horas por semana recibiendo su tratamiento de diálisis, que no había podido conservar un empleo estable. Ahora quizá podría hacer planes para el futuro.
20:40 horas. En Cheyenne (Wyoming), Alice Wiggington contestó el teléfono. " i John! ", gritó a su marido, "¡voy a recibir un riñón!"
22:05 horas. Cuando el avión descendía sobre Chicago, Paul Taylor se maravillaba del número de enfermos que podían beneficiarse de la generosidad de un solo donante. Era posible injertar las córneas, el hígado, el corazón, el páncreas y los riñones. Los dentistas rellenan defectos de las encías con la médula ósea, tratan otros padecimientos en las mismas para permitir que encajen bien las dentaduras postizas de muchas personas. Las víctimas de quemaduras podían recibir el beneficio de capas microscópicas de piel tomadas del abdomen y los muslos. La hormona del crecimiento extraída de la glándula hipófisis puede ayudar a muchos niños con crecimiento retardado. Las estructuras del oído interno ayudan a curar a los sordos.
20:20 horas. Los tres hombres bajaron apresuradamente del avión, abordaron un taxi y a toda prisa atravesaron las calles de Chicago. En el hospital, Halgrimson y su ayudante practicaron en el donador exámenes preliminares, y consiguieron que les proporcionaran enfermeras y un quirófano, aunque no habría una sala de operaciones libre sino hasta las 2:30 de la madrugada. Mientras tanto, Taylor habló con tacto a los familiares de Debbie, explicándoles los procedimientos, y consiguió que firmaran la autorización.
3 horas. Debbie yacía sobre la mesa de operaciones. Respiraba con la ayuda del respirador artificial, su sangre circulaba y el corazón latía. Era un "cadáver viviente". Con gran rapidez, Halgrimson hizo un largo corte y examinó los órganos. "El hígado tiene aspecto y tamaño normales", informó a Taylor. Este corrió al teléfono para darle la nueva a Starzl. Volvería a llamar cuando hubieran extirpado el. hígado y los riñones.
Con gran cuidado, Halgrimson aisló las arterias del hígado. Si un vaso sanguíneo importante llegaba a cortarse por accidente, al órgano no serviría para el trasplante.
5 horas. Finalmente, Halgrimson levantó con cuidado el hígado de Debbie y lo introdujo en una gruesa bolsa de plástico esterilizada. Metió el paquete en otra bolsa estéril de plástico, la cual cerró perfectamente y luego la depositó sobre una compresa, también estéril, colocada encima del hielo dentro de un pequeño refrigerador.
Los rítmicos sonidos del respirador seguían escuchándose. A contínuacíón, Halgrimson comenzó a extirpar los riñones de la muchacha. Al cabo de una hora, los brillantes órganos yacían inertes en líquido conservador dentro de sendos recipientes de plástico.
6 horas. Halgrimson dejó escapar un suspiro. "Bien", dijo. "Ya no necesitamos el respirador".
7 horas. En el Aeropuerto O'Hare de Chicago, Taylor pidió que el refrigerador fuera inspeccionado personalmente y no por medio del aparato de rayos X. La empleada de seguridad lo abrió y preguntó:
—¿Qué es esto?
—Riñones —respondió Taylor. —¡Vaya! —dijo la mujer, y les hizo señal de que pasaran.
En Denver, Starzl comenzó a preparar a Shayla. Bajo las costillas le hizo una incisión de lado a lado en forma de media luna. Cuando llegara el avión de Chicago, él ya habría aislado los vasos sanguíneos de la niña, separándolos del tejido conectivo que los rodea. Pero el hígado de la paciente sería extirpado cuando Halgrimson llegara y Starzl se asegurara de que el órgano injertado funcionaría.
9:35 horas. No bien regresó al hospital de Denver, Halgrimson se aseó para la operación. Cada arteria, cada vena y vaso sanguíneo que salía o entraba del hígado de Debbie, estaba indeleblemente impreso en su mente. Su conocimiento ahorraría un tiempo crucial.
l0 horas. Starzl, Halgrimson y varios colegas empezaron a trabajar con la ayuda de poderosas lentes de aumento. Durante cinco horas conectaron vasos sanguíneos de diámetro menor que el de un lápiz.
15 horas. Por fin, los médicos vieron cómo el nuevo hígado cambiaba de color, adquiría firmeza y empezaba a producir bilis. Se miraron a los ojos. Fatigados, los dos cirujanos principales se retiraron, indicando con un gesto a sus ayudantes que se encargaran de terminar la operación.
17 horas. Luego de reanudar por espacio de dos horas sus diarias actividades de atender pacientes y enseñar a los médicos residentes, Starzl y Halgrimson volvieron para operar. Se reunieron con los doctores Richard Weil y Lawrence Koep en una sala de operaciones donde Dave Sadler ya estaba listo para recibir el riñón izquierdo de Debbie. En el quirófano contiguo, Alice Wiggington estaba siendo preparada para que se le trasplantara el riñón derecho.
` 22 horas. Los cirujanos encargados de practicar el trasplante ya habían extirpado el riñón inservible de Alice. En seguida, Weil cubrió con una gasa húmeda y helada el riñón donado, a fin de poder asirlo mejor. Con suavidad sacó el órgano del recipiente de plástico. Pasaban, las horas y los médicos y enfermeras seguían trabajando.
Finalmente, Weil dijo: "Ya está". Entonces los cirujanos suturaron la herida quirúrgica.
4 horas. Para el injerto de los dos riñones se emplearon lo horas.
AL DíA siguiente, en Chicago, los padres de Debbie se vistieron para asistir a la ceremonia religiosa en memoria de su hija. Al llegar al velatorio con el rostro lleno de lágrimas se quedaron viendo a su hija. Pero su intenso dolor se mitigaba al recordar que otras personas vivían gracias a ella.
En ese momento ya sabían que a un chico de 14 años, que había quedado ciego tres años atrás, le fue injertada una de las córneas de su hija; y que otro niño, que nació con córneas muy delgadas y glaucoma, había recibido la otra.
Un mes después, Taylor se comunicó con los Dubose. Les dijo que el hígado de su hija había sido trasplantado a una niña de 12 años, quien hasta entonces nunca se había levantado de la cama y estaba condenada a morir. También les contó sobre el hombre y la mujer que recibieron los riñones, dándoles todo tipo de detalles, salvo los nombres de los receptores. Volvió a asegurarles que la identidad de su hija nunca sería revelada.
Los Dubose agradecieron a Taylor la información, y este repuso: —¡Gracias a ustedes!
Pasarán muchos años, y varias personas a quienes el matrimonio Dubose nunca llegará a conocer, agradecerán a su hija Debbie y la bendecirán ... sin siquiera saber su nombre.
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