sábado, 28 de septiembre de 2024

EL FARO CELESTIAL- *Mi historia de los días sábados*Huehuetenango

EL FARO CELESTIAL

MI HISTORIA DE LOS DÍAS SÁBADOS

Huehuetenango, Guatemala, América del Centro

El autor dedica esta historia al PADRE ETERNO, A MI SAVADOR JESUCRISTO Y  E.S.

Por el autor del blog - un apasionado por la historia de antaño

Sábado ,28 de Septiembre de 2024. 3.05 AM

Sábado ,28 de Septiembre de 2024. 4.05 AM ( Exactamente)

EL FARO CELESTIAL

  LOS OJOS DEL MESÍAS

Sucedió allá por el año 30 D.C.  en pueblo situado en un puerto marítimo de Jaffa, en la subyugada Israel , que  un humilde pescador anciano salió a alta mar, cuando ya se acercaba una gran tormenta.

     ¿A dónde vas, Matiyahú ? ¿Acaso no ves la tormenta que se aproxima?— Preguntaronle sus vecinos.

     Estoy muy preocupado, por  Samuel, y debo ir a buscarlo—

De nada valieron los ruegos de sus amigos, para que no saliese, pero prevaleció más el amor del viejo, por su único nieto. Los padres de Samuel habían muerto hacía unos años.

Los  buenos vecinos, quedaronse preocupados por la suerte de los dos pescadores, ya la tarde iba declinado y se aproximaba la noche y los buenos vecinos  rogaban a Dios que los trajese a salvo.

Pasaron algunas  horas, y los dos pequeños barcos de pesca, entraron en el puerto.

Todos se alegraron, y ya más relajados, al preguntar cómo habían logrado regresar en medio de la oscura noche, escucharon lo siguiente:

    —Al acercarnos, vimos  que brillaba una gran fogata en medio de la oscuridad, y pensamos que  nuestros vecinos la habían encendido—

—¡Pero!, vosotros sabéis que es imposible encender un fuego, en medio de tan grande vendaval —Arguyeron los vecinos.

—Solamente os decimos la verdad—replicaron Matiyahú y su nieto Samuel.

Seis meses después, Samuel viajaba por la soleada Galilea, cuando vió en una montaña , un gran número de hombres, mujeres y niños, sentados sobre la verde hierba.

 Acercándose  pudo escuchar perfectamente  las palabras dichas con gran sonoridad, pero a la vez con una gran ternura.

—“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios
.—

Estas palabras impactaron en la mente y el corazón del joven Samuel, y al terminar el discurso, buscó  al hombre que había pronunciado el discurso, para expresarle su admiración.

—Rabí, ¿Puedo hablar contigo? 

—¿Qué quieres decirme? , Joven Samuel— fue a su vez la pregunta que  escuchó este inquieto pescador.

Samuel, al contemplar de cerca los ojos del maestro, quedó atónito.

Los ojos del Mesías brillaban , llenos de luz reluciente y dorada.

Dos hermosos faros de brillante luz, una fogata luminosa que no solo le mostraba el camino a casa en una noche de tormenta invernal, sino que le mostraba el camino de la vida eterna.

—¿Quién eres Señor? ¿Soy indigno de verte a los ojos? ¿ Cómo sabes mi nombre?

—No temás,  te ví en aquella noche  borrascosa, y te traje a casa,. Ahora, te muestro el camino a casa, a tu hogar celestial. Cree en mí y serás salvo.—

—Señor, Creo con todo mi corazón—

Y así se hizo realidad en el corazón y la vida de Samuel, el pescador,  las palabras del salmo que dicen: Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán hasta tu santo monte, me conducirán hasta el templo donde habitas. Me acercaré entonces a tu altar, mi Dios, y allí, mi Dios, te alabaré al son del arpa, pues tú eres mi Dios, mi gozo y alegría  Salmos 43

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