domingo, 8 de septiembre de 2024

DESPOTISMO E INMORALIDADES DE CARRERA *- BIBLIA*172-175

 INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA ESPAÑOLA

EN LA  REPÚBLICA AMERICANA

DE GUATEMALA

FREDERICK CROWE

LONDRES, 1850

172-175

Estas circunstancias no podían dejar de alentar a los liberales en el mismo grado en que debieron haber disgustado a sus opositores. En mayo de 1845, la legislatura promulgó una medida ideada por los liberales para restaurar la libertad de prensa, que los serviles habían revocado en 1841.

 La nueva ley disponía que un jurado de diez ciudadanos (no eclesiásticos) sería seleccionado por sorteo de entre cien nominados por la municipalidad (no por el tribunal eclesiástico) de los cuales una mayoría de dos tercios era necesaria para prohibir cualquier publicación. Como resultado de la confianza así inspirada, se creó un nuevo periódico además de la "Gaceta Oficial", un simple boletín del gobierno, con el título de "La Aurora". En ocasiones, aunque tímidamente, se atrevió a abordar opiniones y sentimientos liberales, y el número del 12 de diciembre de 1845 contenía un artículo titulado "La aristocracia del talento", una traducción de la talentosa pluma del abate de Lamennais, cuyos principios veraces y estilo oriental son a la vez sorprendentes y hermosos.

 Alguna persona maliciosa tuvo la mala direccion de persuadir a Carrera de que este artículo era un ataque personal contra él. El general mandó llamar al editor responsable, lo insultó violentamente y amenazó con patearlo o dispararle a la primera reincidencia de una ofensa similar.

 El editor asustado, sin saber cuán pronto las observaciones más inocentes podrían ser interpretadas como una sátira, expresa o implícita, y no queriendo correr el riesgo tan intencionadamente aludido, se abstuvo prudentemente de publicar su periódico, que entonces tenía apenas dieciocho meses de vida. En el mes de julio, Don Mariano Padilla, doctor de la progresía de Medicna y un reformador activo de considerable habilidad, asociado con Asmitia en el gobierno como uno de los ministros, fue capacitado para presentar ante la legislatura un plan para la reforma radical de la universidad, o, en otras palabras, para su reorganización total y para liberarla de la influencia de los sacerdotes, quienes habían embrutecido su eficiencia y arruinado sus fondos. Este proyecto fue realmente decretado y ratificado por el ejecutivo, y el Dr. Padilla fue públicamente aclamado a la luz de las antorchas por los estudiantes agradecidos y encantados; pero tal era todavía el abrazo tenaz del vampiro sacerdotal, que el legislativo y el ejecutivo, respaldados como estaban por la opinión pública, no pudieron obligarlo a soltar su control; y todavía continúa chupando la sangre corrupta de esta institución, en manos sacerdotales, peor que inútil. Mientras tanto, el presidente general seguía manifestando su determinación de influir en los destinos del estado, y aunque había modificado algunos de los rasgos más rudos de su administración, su carácter privado no había adquirido rasgos muy agradables. Se habían hecho dos intentos de asesinarlo antes de que asumiera la presidencia, ambos relacionados con la especie de inmoralidad a la que es, o era, más adicto.

Un "marimbero" ciego, o ejecutante de un instrumento musical indio, lo había apuñalado en venganza por la ruina de su hija, por lo que fue asesinado en el acto por los satélites del general, y no contento con esto, el sacerdote Viteri, que era entonces funcionario civil, fue celoso al ordenar que los restos del marimbero fueran acuartelados y expuestos en diferentes partes de la ciudad.

 En una ocasión posterior, Carrera se retiraba a última hora de la casa de una de sus concubinas reconocidas —de las cuales, aunque están casadas, mantiene más de una veintenacuando le dispararon al amparo de la oscuridad. Su propiedad personal había aumentado rápidamente, y sus favoritos, por supuesto, compartían sus oportunidades de amasar riqueza por medios más que cuestionables.

En la expansión de sus gustos militares, había erigido un fuerte ostensiblemente para la protección de la ciudad, que desde su posición parecía más calculada para su destrucción. Uno de los últimos cargos civiles en los que todavía no se había introducido a un militar se cubrió así, el 28 de marzo de 1846. Don Dionicio Gatica, un civil, fue removido del puesto de Corregidor de Guatemala, para dejar lugar a Don Pedro Velásquez, un comandante militar mal reputado. El primer acto de este nuevo funcionario fue uno al que su predecesor no se hubiera prestado voluntariamente

El autor de esta narración la persona a la que el arzobispo se refirió en su correspondencia sobre los jesuitas, como residente en la capital, en carácter de misionero protestante— había sido, desde 1842, una monstruosidad para el clero y objeto de frecuentes molestias por parte de las autoridades locales a instigación de éstas, primero, por sus labores en la circulación de las Sagradas Escrituras en lengua española, y luego, más especialmente, a causa de una escuela donde se usaba libremente la Biblia, y que se le había exigido repetidamente que cerrara por la intervención de la municipalidad; pero había sido reabierta con la misma frecuencia, y ahora contaba con el apoyo de un número considerable de ciudadanos, y entre ellos no pocos de los más influyentes.

 En la época en que Viteri acababa de llegar de Roma y se encontraba en Guatemala con el arzobispo y el obispo de Comayagua, estos tres prelados habían usado su influencia unida con Carrera para obtener la expulsión violenta de esta persona odiosa. Habían declamado intemperantemente contra él desde el púlpito y por medio de la prensa, especialmente el primero con ocasión de la dedicación del templo de La Recolección, pero habían fracasado entonces tanto con Carrera como con el pueblo. Ahora bien, el arzobispo, habiéndose ausentado primero de la capital en vísperas de las llamadas festividades religiosas de "La Semana Santa", había escrito al gobierno supremo declarando su determinación de regresar a sus funciones solamente cuando "El Protestante" hubiera dejado el estado. Aunque no estaba dispuesto de ninguna manera a complacer al prelado en este particular, el presidente prefirió hacerlo en lugar de arriesgarse a las consecuencias en un momento en que su propio puesto se estaba volviendo inseguro; y Velázquez fue su herramienta para este propósito. En esta ocasión, la corte suprema de justicia, al otorgar el recurso de habeas corpus a la parte amenazada, en realidad se opuso a la bien conocida determinación del presidente, y el enaltecimiento del autor fue alcanzado sólo por engaños y violencia ilegal. Fue capturado el 2 de abril de 1846 por una fuerza armada, escoltado hasta la costa y embarcado fuera del país.*  * Los detalles de este acontecimiento, así brevemente expuestos, los encontrará el lector más detalladamente en la Tercera Parte de esta obra, junto con otros hechos relacionados con el mismo tema

La celebración de la temporada llamada Pascua por los papistas y aquellos quienes los imitaron, aunque amenazados de interrupción, se hicieron pasar como de costumbre bajo la augusta presidencia del ahora pacificado arzobispo. Pero estas solemnidades fueron seguidas inmediatamente por otras de un tipo menos común, que en realidad fueron convertidas en ocasión de un complot revolucionario

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