lunes, 16 de septiembre de 2024

COSTUMBRES DE VELORIO - "RUMIAR" LA DOCTRINA-*GUATEMALA* 1850*- 272-276

INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA ESPAÑOLA

EN LA  REPÚBLICA AMERICANA

DE GUATEMALA

FREDERICK CROWE

LONDRES, 1850

272-276

Las costumbres del país con respecto al entierro de los muertos son algo singulares. En la mayoría de los lugares, excepto en las ciudades más grandes y en Honduras Británica, se prescinde de los ataúdes y el cadáver se lleva en una litera abierta. Si se trata de un niño, el cortejo asume la apariencia de alegría y regocijo. El cuerpo se adorna con ropas alegres y flores, y la compañía con sus mejores galas marcha a paso rápido, precedida por violines y otros instrumentos musicales, y no pocas veces por un feu-de-joie, de modo que se asemeja más a una fiesta nupcial de pueblo que a un funeral. Esta aparente falta de sentimiento y manifiesta desviación del buen gusto es una consecuencia de la doctrina romanizada de la regeneración bautismal, y se defiende con el argumento de que, al estar el alma del difunto en el cielo, hay más motivos para la felicidad que para el dolor. Es uno de esos métodos por los cuales el archiengañador ahogaría la voz de Dios hablando a los sobrevivientes en una solemne Providencia, ayudando a los descuidados a apartar todos los pensamientos serios de muerte brindándoles una oportunidad de entregarse a frivolidades, si no a la disipación.

En el caso de personas adultas, si se puede conseguir un sacerdote, se envía a buscar el Viático tan pronto como el peligro es evidente; luego se erige rápidamente un altar en la habitación del enfermo y se adorna con imágenes, crucifijos, velas encendidas y flores, dejando un lugar para ser ocupado por la "Costodia", el recipiente (generalmente de oro y ricamente adornado con joyas) en el que se exhibe la hostia consagrada. El Padre luego se dirige a la casa, llevando este objeto idolatrado, precedido por una campana y acompañado por ministros y niños del coro con velas encendidas en sus manos. A su paso por las calles, se le rinden diversos signos de adoración al dios de la hostia.

El lecho del moribundo suele estar rodeado de amigos equivocados que, sin tener en cuenta el estado de ánimo o incluso la inconsciencia total del moribundo, repiten a intervalos breves frases en las que aparecen los nombres del Salvador o de la Virgen, como "Jesús te ampara", "Jesús te auxilie", "Maria te favoresca"* y luego, cuando suponen que el espíritu está emprendiendo su vuelo, reiteran cerca del oído quizás inconsciente: "Jesús, Jesús, Jesús", hasta que indican que saben que la lucha ha terminado, con un fuerte estallido de lamentos y prolongados gritos de dolor desenfrenado y estruendoso. * Jesús te proteja - Jesús te ayude - María te favorezca.

 FUNERALES DE LOS RICOS. ALTARES. 273

En los distritos más rurales, se produce algo muy similar a un velorio irlandés,( Nota= similitud por  el rito católico)  en el que se permiten libremente las más desenfrenadas demostraciones de alegría y tristeza entremezcladas con los mayores excesos de todo tipo.

Entre los habitantes más refinados de la capital, hay una costumbre que acompaña a los funerales y que es digna de mención. Cuando el ataúd sin adornos, cubierto de terciopelo negro, ha sido sacado de entre las gigantescas velas que arrojaban un pálido resplandor sobre él en el sombrío apartamento, es seguido por una larga fila de amigos a pie, con velas encendidas en sus manos, desde la casa hasta la iglesia, y de allí al cementerio. Muchos se unen al cortejo mientras está en camino, algunos se quedan fuera de la iglesia, mientras los sacerdotes entonan su réquiem, que, si la familia puede pagarlo, puede hacerlo el propio Arzobispo, cuyo torpe carruaje, tirado por cuatro mulas blancas, se ve en ese caso estacionado cerca de la iglesia, atrayendo a un grupo de niños y fijando la mirada de los indios que pasan. Cuando el cadáver ha sido depositado en su nicho o bóveda, y las velas de cera medio consumidas han sido cuidadosamente recogidas por el ahorrativo sacristán (beadle), los amigos regresan lentamente y en grupos a la casa de duelo, donde el doliente principal ha permanecido, y ahora está esperando para recibirlos en una gran habitación o salón tapizado con tela negra, en un extremo del cual se sienta, sostenido a su derecha e izquierda por dos parientes cercanos o amigos especiales. Los invitados se sientan en silencio frente a él durante unos minutos en asientos que se colocan para ellos a ambos lados de la habitación, y habiendo manifestado así su participación en el dolor de la familia, se levantan uno tras otro, aprietan suavemente la mano del doliente principal, y, si son amigos íntimos, tal vez agregan una palabra o dos de condolencia. Luego se retiran, y son sucedidos por otros de la misma manera, hasta que todos los asistentes al funeral han expresado así su simpatía por el doliente.

Hay dos períodos del año papal, a saber, Pascua y Navidad, cuando las casas de muchas personas de todas las clases se abren al público para la exhibición de altares domésticos. Estos se erigen en uno de los salones más grandes de las espaciosas mansiones de los ricos, o en la mejor habitación de las cabañas más humildes de los pobres. Están, por supuesto, ricamente y magníficamente adornados, si no con buen gusto, a menudo a un gran costo. Las imágenes y candelabros son a veces de placa maciza; las primeras se colocan con frecuencia bajo globos o pantallas de vidrio, con flores artificiales y otros adornos.

El conjunto está generalmente ricamente grabado en un marco vivo de verdor exuberante, donde las flores exóticas (allí las europeas) y nativas combinan sus dulces y contrastan sus hermosas formas y tintes.

 Entre ellas hay guirnaldas entrelazadas y racimos de ricas frutas; naranjas doradas ensartadas juntas; piñas, granadas, coyols y tanto la flor como el elegante y delicioso fruto de la graciosa granadilla (la flor de la pasión).

Cuando se trata del supuesto día natal del Señor Jesús, el altar asume un carácter algo diferente y toma el nombre de "Nacimiento". Las imágenes que se introducen entonces son las de "la Virgen María" y "San José", y no pocas veces las de "nuestro Señor San Juaquín" y "nuestra Señora Santa Ana", quienes, como abuelo y abuela acreditados de nuestro Señor, tienen derecho a estar presentes en este evento. El centro está ocupado por la imagen de un niño, al que los otros personajes, y a veces los Tres Reyes Magos (como se les llama), están rindiendo adoración. El resto del altar, que a veces se extiende por muchos metros cuadrados, brinda espacio a la imaginación y el gusto del diseñador, y presenta toda variedad de paisajes: colinas y valles, agua, bosques, rebaños, pastores, etc., etc.; en resumen, cualquier cosa o todo. En ocasiones se ha incluido una enorme pero hermosa maqueta de la bien diseñada ciudad de Guatemala, y el gasto de este panorama pseudoeclesiástico ha ascendido en muchos casos a cientos de dólares. El marco de hojas, frutos y flores rara vez se omite, ya que los frutos al menos tienen un papel asignado en la escena final.

Los menos ocupados y los más curiosos en tales momentos pasan días enteros yendo de casa en casa para visitar "Los altares", para contemplar los arreglos y criticar el gusto o la falta de ellos, y la riqueza o la pobreza adornada que se exhibe, tal vez, con igual vanidad, y ciertamente con muy poca devoción.

Por la noche, cuando se ha excluido la mirada del público, la familia, en su mayoría la parte femenina, y un grupo de amigos privilegiados se reúnen ante el altar y pasan unos veinte minutos entonando oraciones y letanías con respuestas, tal vez acompañados por un joven Don con su guitarra y por otro, o una de las señoritas, al piano. La música con la que cantan sus devociones es a veces la de cuadrillas u óperas. Después de esto, se levantan de sus rodillas, o de una postura recostada, para

"NOVENAS". UNA ANÉCDOTA. 275

Pasar  las horas restantes de la noche en juegos juveniles: cartas, ajedrez, prendas, música y baile, o una juerga en general, los ocupan hasta que llega la hora de retirarse.

En estos "pasatiempos" (pasatiempos) no es raro que algún sacerdote favorito o visitante monje tome parte activa. Estas devociones y diversiones se repiten durante nueve noches sucesivas, y a partir de esta circunstancia el conjunto se llama "Novena".

 En la última noche se disfruta de un mayor grado de festividad: se sirve vino, licores, horchata y otros refrescos, y luego se desmontan las guirnaldas y las hileras y racimos de frutas del altar que son consumidos religiosamente por los devotos. Novenas como estas son más o menos frecuentes en otras ocasiones en familias que se declaran devotas, especialmente donde hay muchas señoritas jóvenes.

 De esta manera tratan de disipar el hastío y el remordimiento que la lectura de novelas, una vida sin un objetivo y un corazón sin Dios, invariablemente producen.

Algunos que no pueden ser engañados, o que ya están hartos de nimiedades como éstas, o que son naturalmente sosegados o melancólicos, hacen un esfuerzo por apaciguar la voz de la conciencia y mantener una esperanza moralista, mediante una escrupulosa atención a los requisitos de la Iglesia, mediante un acaparamiento parsimonioso de méritos y una ávida búsqueda de indulgencias plenarias, que se prometen a quienes asisten a ciertas ceremonias, se imponen ciertas penitencias, o realizan ciertos buenos oficios. No pocos han sido inducidos a tener buenas esperanzas de su condición, debido a la excitación mórbida de sus sentimientos, producida por sus propias obras o por objetos externos y sensibles.

 Un ejemplo de esta última descripción, relatado por una devota dama de Guatemala, también señala una de las fases distintivas del papado centroamericano.

 En todas las iglesias parroquiales metropolitanas hay imágenes del Salvador en la cruz, tan grandes como la vida, que, por la habilidad del escultor y con la ayuda de pintura roja, son objetos feos, calculados para excitar sentimientos de horror y de repugnancia.

 A una de estas, que era preeminentemente horrible, esta señora se dirigía con frecuencia y se colocaba delante de la imagen, mirándola, por un tiempo más o menos largo, hasta que tales sentimientos se despertaban, entonces se levantaba y se iba, satisfecha consigo misma y complaciente interiormente, imaginando que, porque sentía eso, en verdad debía ser muy religiosa y, en consecuencia, aceptable a Dios.

En una ocasión, mientras regresaba a casa en este En un estado de ánimo satisfecho de sí misma, se encontró con una manada de mulas sin carga; el lomo de una de estas pobres criaturas estaba abierto por una gran llaga irritada y supurante, producida por la fricción de su carga, de manera nada rara de ver en Guatemala.

Este objeto renovó de repente, de la manera más viva, todas las emociones que había experimentado tan últimamente al pie de la cruz, y al hacerlo disipó de inmediato la agradable ilusión bajo la cual la devota moralista había alimentado durante mucho tiempo su falsa confianza.

Ya no podía creer que fuera un sentimiento religioso meritorio el que se excitaba más fácilmente con los sufrimientos de un bruto que con la contemplación de la imagen del crucificado.

Esta anécdota pone al descubierto una de las principales trampas de este sistema astutamente ideado, que sin duda ha resultado fatal para muchos. Hay, en los adornos de cada iglesia papal, así como en sus ceremonias, algunas cosas calculadas para excitar los sentimientos animales o naturales independientemente del corazón y la mente, o que llegan a la mente, si es que lo hacen, sólo a través de las vías de las sensibilidades naturales.

 La religión del Cielo, tal como se revela en las Sagradas Escrituras, tiene este carácter distintivo, que toca los sentimientos convenciendo primero el entendimiento y alistando los afectos del corazón, y nunca apela a la mente a través del canal inferior de los meros sentimientos animales.

 No puede ser de otra manera que espiritualmente común e inmundo lo que se convierte en alimento moral, sin pasar primero por este complicado proceso de digestión mental.

Los animales que se denominaban limpios bajo la ley levítica eran los que "rumiaban" ( Nota del blog: = Lo que se traga, se devuelve y se vuelve a masticar= remasticar el alimento= Pensar con detenimiento y profundamente aquello que ya hemos “tragado”, de lo cual nos hemos alimentado  espiritualmente” . Considerar despacio y pensar con reflexión y madurez algún asunto, estudiar, meditar, ..RAE-REAL ACADEMIA ESPAÑOLA) . , y "tenían la pezuña hendida". ( = es decir, entre otras cosas,  se notaba su huella característica)

El adorador espiritual necesita tener cuidado de no recibir su alimento inmundo, al mismo tiempo que cuida de que sus huellas sean las del rebaño.

 

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