martes, 28 de julio de 2020

-REVOLUCIÓN DE 1897-QUETZALTENANGO Y SAN MARCOS


DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURALA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897 EN OCCIDENTE 
J.LIZARDO DIAZ O.
1946
 La Revolución de septiembre de 1897 en occidente
Sus motivos, sus hombres, su fracaso
 DEDICATORIA DEL AUTOR
A la memoria de mi noble y buen amigo,
licenciado Miguel T. Alvarado, joven soldado en aquella gesta libertadora.
Y como un estimulo a futuras generaciones.
 PALABRAS PRELIMINARES
"Que los asesinatos no se remedian cometiendo un nuevo crimen; que fusilar, en montón, niños y mujeres no es el mejor medio de calmar la desesperación de los pueblos sojuzgados, empobrecidos, hambrientos; que convertir en verdugo a la soldadesca triunfante de un motín, es conseguir una triste gloria marcada con la vergüenza."
Víctor Hugo
 LOS ACONTECIMIENTOS que se desarrollaron en el occidente de la república de Guatemala, con motivo de la revolución iniciada en la cabecera de San Marcos el día 7 de septiembre de 1897 contra el régimen dictatorial del presidente general José María Reyna Barrios, dejaron grabados en el corazón de los buenos hijos de los pueblos de*aquella región, una huella de luto y dolor, marcada indeleblemente con el patriótico reguero de sangre derramada en los campos de Chicruz, Tierra Blanca y en las calles de embrujo y abolengo de esa patriótica-valiente y abnegada Xelajú.
En el año 1897, el pueblo de Guatemala soportaba una de sus tantas dictaduras, presidida por el general Reyna Barrios, secundada y apoyada por el círculo de palaciegos de siempre, que no es la primera vez que convierten la patria en un pueblo de feudos y vasallos.
Los primeros cuatro años de la administración del general José María Reyna Barrios, se iniciaron el 15 de marzo de 1892, bajo los más halagadores auspicios; cuatro años de una administración ampliamente democrática, pero la ambición de mando según unos, y el deseo de enmendar errores según otros, lo llevaron a cometer verdaderos desafueros, olvidándose que los pueblos al fin se cansan de llevar sobre sus hombros la pesada carga ignominiosa de la dictadura y se lanzan altaneros corno un solo hombre para echar por los suelos a los tiranos que pisotean los sagrados cánones de la LEY Y LA JUSTICIA
¡Lástima grande que nuestros gobernantes no hayan aprendido hasta ahora, que las tiranías no, se sostienen y que al fin;
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caen con la fuerza de la razon y que, como lo ha dicho León Tolstoi: "Si los hombres no las destruyen, Dios se encarga de hacerlo!"
La disolución de la Asamblea nacional legislativa, amparando una nueva dictadura en el país y enviando a sus diputados a recorrer, a pie, la línea en construcción del ferrocarril del norte; el estado, exhausto de las rentas nacionales con motivo de la famosa Exposición Centroamericana; el tanteo de un empréstito descabellado y leonino; la convocatoria a una Constituyente acomadaticia, compuesta de empleados públicos y de los sempiternos allegados y amigos incondicionales que prorrogaron, contra viento y marea, el período presidencial hasta el 15 de marzo de 1902; el cierre de las escuelas públicas, etcétera, etcétera, fueron acontecimientos de significación que señalaban claramente los vericuetos por donde se llevaba al país encendiendo la llama de la rebelión de un pueblo sufrido, que enarboló, valientemente, el estandarte de la revolución.
En el Cementerio general de esta heroica ciudad, yacen dispersados los restos venerables de todas las víctimas que regaron con su sangre el santo árbol de la LIBERTAD; y allá al final de la calzada de La Ciénaga se yergue a medio construir un arco simbólico para perpetuar aquella gesta libertadora; sobre aquel monumento se iba a colocar un león de bronce, semejante al de Waterloo y en el frontis debía esculpirse en mármol esta leyenda: "El amor a la Libertad, los hizo héroes; el odio a los tiranos, los hizo mártires". ¡Ojalá haya algún día, alguien capaz de concluirlo!
Como un homenaje humilde, pero muy respetuoso, escribo estas líneas, llenas *de unción, ante las tumbas de aquellos seres inmolados en holocausto de nuestras libertades ultrajadas y ojalá que ellas puedan servir de ejemplo a nuestras generaciones venideras; que la sangre vertida en esa lucha titánica florezca y fructifique y que estas líneas sirvan de saludable lección a los, tiranos y palaciegos que han hecho y siguen haciendo, un guiñapo nuestras libertades.
EL AUTOR
El expresidente de la república, general José María Reyna Barrios, en una de sus características poses.
   ORIGEN DE LA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE 1897 EN OCCIDENTE 
 LA ADMINISTRACION del general José María Reyna Barrios, durante los primeros cuatro años, presagiaba para Guatemala, una nueva era de progreso y bienestar, pero el 30 de agosto de 1897 y al acercarse el término final a su período de gobierno, la Asamblea por Decreto número 204 lo prorroga hasta el 15 de marzo de 1902, con lo que se anulaba la digna actuación de su antecesor, el general don Manuel Lisandro Barillas que dejó por UNICA VEZ sentado en Guatemala, el principio de alternabilidad en el poder. Copiamos a continuación el famoso decreto, para que el pueblo conozca quiénes fueron los diputados que se prestaron a manchar las albas páginas de nuestra Constitución.
Asimismo insertamos el patriótico discurso del diputado por Quezaltenango, licenciado Mariano Pacheco López, quien valientemente puso de manifiesto el completo desbarajuste de aquella administración, que pudo haber sido digna de figurar como modelo en los anales históricos de la patria.
EL DECRETO QUE LE PRORROGA EL PERIODO
PRESIDENCIAL A REYNA BARRIOS
NOSOTROS los Representantes de la República de Guatemala convocados legítimamente por el Decreto Gubernativo número 529 de 18 de junio del corriente año y en bastante número
DECRETAMOS:
Las siguientes reformas y adiciones a la Constitución: Artículo 19—El artículo 22 queda adicionado así:
Serán preceptos constitucionales en Guatemala los contenidos en los artículos del Tratado concluido por el Congreso Jurídico Centroamericano el 15 de junio del año en curso, teniéndose por derogados o reformados en su caso, los de la Constitución que se opusieren a dicho Pacto, siempre que se lleve a la prática conforme a sus estipulaciones. De no ser asi, el presente articulo De reformas se estiman sin efecto alguno.
Artículo 2º—El artículo 42 queda así:
La Asamblea no puede dictar resoluciones con fuerza de ley, sin la concurrencia de la mayoría absoluta de los miembros de que se compone; pero para la apertura y clausura de sus sesiones, bastará la reunión de quince diputados, así como para la calificación de credenciales y para dictar todas las medidas conducentes a que no dejen de tomar posesión los electos y a que siempre haya mayoría en la Asamblea.
Artículo 3º—El inciso le del artículo 63 queda así:
12—Declarar si ha lugar o no a formación de causa contra los funcionarios a que se refieren los artículos 44 y 53, con excepción de los presidentes de los Poderes del Estado, contra quienes sólo la Asambea podrá hacer dicha declaratoria.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Artículo 4º—Las presentes reformas a la Ley Constitutiva comenzarán a regir desde la fecha de su promulgación, fecha en que, a la vez terminará la suspensión del régimen constitucional.
Artículo 5º—Se faculta al Ejecutivo para ejercer las atribuciones a que se contrae el artículo 54 de la Constitución (a excepción de los comprendidos en los incisos 49, 9' y 13) hasta el día en que se instale la Asamblea legislativa, a quien dará cuenta de los actos que en uso de tales atribuciones hubiere practicad
o.
Artículo 6º E
l período constitucional del señor General don José María Reyna Barrios terminará el 15 DE MARZO DE MIL NOVECIENTOS DOS y en consecuencia queda derogado el Decreto Número 350 del 10 de marzo del presente año, expedido por la Asamblea legislativa.
Artículo 7º—Se autoriza al Ejecutivo para convocar a elecciones de diputados a la Asamblea legislativa, quedando en consecuencia derogado el Decreto número 349 de cuatro de marzo del corriente año.
Pase al Ejecutivo para su publicación y cumplimiento.
Dado en el salón de Sesiones, en Guatemala, a los treinta días del mes de agosto de mil ochocientos noventa y siete.

Mariano Cruz,    Francisco González Campo,
Presidente.      
 Vicepresidente Arturo Ubico,
Vicepresidente.
Carlos Herrera, Carlos Márquez, Juan P. Padilla,
E. Ubico, Manuel Posadas, Luis García León, F. Briones, Antonio González Saravia, Franco. Amado, Ignacio G. Saravia, Jorge Vélez, F. Neri Prado, Anto. de Aguirre, José Rodríguez, Jorge Arriola, F. Con-
[12]
treras B., J. Simón Aguirre, Luis Molina, Federico de la Peña, V. Sáenz, J. Anto. Godoy, P. Ramos, J. Ed. Girón, E. Martínez Sobral, Salvador Osorio, Anto. Batres J., M. A. Urrutia, V. Marroquín, José Dom. Sosa, Pedro González Portocarrero, Felipe de J. Quintana, Romualdo Fuentes, F. Ayala, Sílvano Duarte, F. García Manuel E. Vega, 42 Secretario; J. A. Mandujano ler. Secretario.
Palacio del Poder Ejecutivo: Guatemala, 30 de agosto de 1897. Cúmplase.
José María Reyna Barrios.,
El Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Justici
a, Manuel Estrada C.
El Secretario de Estado en el Despacho de Hacienda y Crédito Público, J. M. González.
El Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores, Jorge Muñoz.
Por ausencia del Secretario de Estado en el Despacho de Instrucción Pública, el Subsecretario, Ramón Aceña.
Por ausencia del Secretario de Estado en el Despacho de Fomento, el Subsecretario, José D. Morán.
El Subsecretario de la Guerra, Vicente Orantes.

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Tal y como debió haber quedado el monumento a la revolución, en el final de la calzada La Ciénaga. En el pórtico se lee lo siguiente: "13 DE SEPTIEMBRE DE 1897. LA PATRIA A SUS BUENOS HIJOS, DEFENSORES DE LA CONSTITUCION. EL AMOR A LA LIBERTAD LOS HIZO HEROES. EL ODIO A LOS TIRANOS LOS HIZO MÁRTIRES".
La Municipalidad del 920 construyó de manta la parte que falta por terminar, con motivo de las fiestas de septiembre de aquel año.
El doctor Enecón Mora, siendo alcalde municipal, inició su construcción; nadie más la ha podido terminar... Y en esa fecha el presidente Estrada Cabrera dijo lo siguiente: "Lo que los quezaltecos deben poner sobre ese monumento, no es un león sino un muñeco con bocio". El sabía porqué se expresaba así.
[15]
 La iglesia de San Nicolás, frente a la cual fueron inmolados los patriotas Aparicio, hijo y Aguilar. Se precisa el monumento a a los mártires del 40, con la estatua de la libertad que cayó cuando el terremoto del 902. Se reconstruyó el monumento, dejando truncada la columna intencionalmente.
  LOS HOMBRES DE AYER
DISCURSO DEL LICENCIADO MARIANO LOPEZ PACHECO, DIPUTADO POR QUEZALTENANGO, EN LA SESION DEL 14 DE ABRIL DE 1897, CON MOTIVO DEL RUINOSO EMPRESTITO QUE PRETENDIA HACER REYNA BARRIOS
Señores Representantes
:CASUALIDAD bien rara que en esta semana se tocara un asunto por la Representación nacional tan difícil, de tanta trascedencia para el país, la semana en que Judas vino a vender a Jesucristo y en que una Asamblea, tal vez, tenga que vender a una Nación entera (En el público: muy bien, bravos y aplausos).
Señores Representantes: es en mí siempre característica la franqueza, es en mí siempre característica la independencia: y por eso vengo aquí hoy a implorar de los señores Representantes, que no seamos nosotros los que vayamos a entregar en manos extranjeras a la Nación de Guatemala (Bravos y frenéticos aplausos).
Señores Representantes: ese contrato de empréstito que se trata es ruinoso, es onerosísimo para la Nación de Guatemala; y sería vergüenza para una Representación nacional como la que aquí se encuentra reunida, venir a interpretar las expresionesones de Bolívar a Sucre: . . . "formad pueblo con esta gente!. . . " (Muy bien, entusiastas bravos y frenéticos aplausos).
Siempre he opinado señores Representantes por que en el seno de una Asamblea no deben haber militares en actual servicio, ni empleados civiles, porque ellos son los mentecatos que venden a la Nación por un mendrugo de pan, olvidándose de los cargos que la historia pudiera hacerles, y obrando en (muy bien magnífico, bravo y prolongados aplausos) contra su voluntad, contra sus intereses y tal vez en contra de los dictados de su conciencia.
Con varios Representantes he conversado en lo particular y ellos me han externado conforme sus convicciones, lo que su corazón tiene, lo que su cerebro piensa, que están en contra del empréstito, porque lo consideran ruinoso para Guatemala; y sin embargo ahora estamos viéndoles con muestras evidentes de debilidad de carácter, de falta de energía ... (Muy bien, bravos y prolongados aplausos).
Señores Representantes: no había querido hacer uso de la palabra en las presentes sesiones porque siempre, debido a mi carácter independiente, a veces uso cierta severidad en mis palabras y le imprimo tinte de tal naturaleza, que eso podría llevarme a la Penitenciaría, a lo que no tengo temor, ni me aflige llegar al cadalso, subiendo una por una sus gradas; pero no me importaría, porque recuerdo que las dificultades que suscitaron las cuestiones económicas en Francia, no las pudo remediar Nequer, ni los que lo sucedieron, ni los que llenos de miseria en ese pueblo grande, se levantaron con picas, y en tumultos supieron enseñarles a los déspotas cómo se castigan (Bravos y prolongados aplausos).
Bien, señores: yo quisiera que usáramos aquí de más independencia, que tuviéramos más carácter y que como dijo Mirabeau: "Saliéramos de aquí empujados con las puntas de las bayonetas", pero que no vendiéramos a este pueblo querido de Guatemala (Muy bien, bravos y prolongados aplausos).
Señores Representantes: no quiero ganar aplausos, ni valerme de oratoria rara que se gane este asunto; voy a valerme de números para suplicar que cambien de parecer y que mañana no vendan este pueblo tan querido para mí, a la madre patria, los hijos espúreos de Guatemala.
Por Decreto de la Asamblea de 1862 se autorizó al general y entonces presidente vitalicio Rafael, Carrera, para conseguir un empréstito en el extranjero, el cual, después de muchas gestiones, no se pudo obtener sino en tiempo de su sucesor general Cerna. En 1869 se emitió al 701/2 por ciento sin embargo de la liquidación hecha por su agente ante el gobierno de Guatemala, se computó al 65 por ciento al recibirse el dinero y se pagó anticipadamente el primer semestre de intereses y amortización y se rescató, además, parte de la deuda federal. En resumen: se contrajo una obligacion de $2.500,000 y el gobierno recibió únicamente $1.350,000.
Triunfante la gloriosa revolución liberal, uno de sus primeros pasos fue modificar las condiciones del contrato, variando la forma de amortización. Conforme al nuevo arreglo se continuó pagando los intereses así: del año 1870 al 76 se remitieron a Europa cantidades que en conjunto suman $1.377,000, es decir, más de lo recibirdoo por la nación; y con todo al final de 1-875 debíamos la suma de £745.774 que al cambio de entonces al veinte por ciento, hacían la de $4.470,444.
En la actualidad podemos ver por la Memoria de Hacienda, lo que aun se debe por aquel negocio cuya funesta consecuencia todavía se hace sentir en los presentes días.
No hablaré, señores Representantes, del segundo empréstito, el de Müller y Thomson, su historia se halla (dirigiéndose al público) encarnada en la conciencia de vos, pueblo.
¿Por qué no se ha dicho por la Secretaría de Hacienda en qué se ha invertido ese empréstito, señores? ¿Por qué, señores Representantes, estamos dando pasos en falso, cuando aun no hemos recibido el presupuesto general de gastos que debe ser para nosotros una ley más que todo, el punto de partida de las salidas y entradas que la Nación tenga para saber cuáles van a ser los fondos de amortización, de intereses en el actual empréstito y que pudiera guiarnos para vender al país, o salvarlo de la actual situación, difícil por cierto, en materia rentística?; y sin embargo que nada de esto tenemos, ¿vamos a vender a la Nación por dos millones de libras?
¡Esto es obrar con insensatez, esto es no tener patriotismo, esto es no tener conciencia, señores Representantes! (Bravos y aplausos).
Y si tal es la breve pero tristísima historia de nuestros empréstitos con el extranjero, ¿vamos a caer nuevamente en esas telas de araña que aprisionando el país, lo condena a la perpetua convulsión del desesperado? Por mi parte, señores Diputados, voto en contra y quiero que así se consigne en el acta de este día; el porvenir dirá si me engañó mi conciencia de patriota.
Y ahora bien, señores, del empréstito que se nos solicita del Ejecutivo; ahora como signatario de la moción quiero recordaron lo que hemos consignado en datos numéricos.
El empréstito que se proyecta ocasionaría desde luego un sacrificio para el país de $4.600,000 por el descuento a razón de 20 por ciento y devengaría por intereses calculados al 6 por ciento anual, $1.380,000 agregada a esta última cantidad a la parte que se quitara para amortización, que nosotros calculamos en otro millón de pesos por lo menos, tendríamos desde luego un aumento en las erogaciones fiscales de $2,380,000, cantidad que tendría que irse acumulando porque no hay el desahogo necesario en las rentas para el pago y que con el transcurso de los años, aumentaría de manera considerable nuestra deuda exterior.
Si por el contrario esas nuevas erogaciones son pagadas con puntualidad, entonces vendría a ocasionar un déficit anual de alguna consideración para el servicio ordinario, cuyo déficit habría que llenar con el aumento de contribuciones o con nuevos y sucesivos empréstitos; ambos recursos serían extremos que sin duda perjudicarían a la Nación. El déficit anual que resultaría en el supuesto anterior, consistiría en lo siguiente:
Tomando durante el año económico que está para concluir, del empréstito de Müller y Thomson que se destinó a los gastos ordinarios $1.500,000. Cantidad que se adeuda a los empleados por no haber alcanzado las rentas, $2.472,945.55. Total, $6.352,945.55.
He dado, pues, los datos numéricos, señores Representantes, porque no veo necesidad de tanta festinación para que este día algunos Diputados tengan tanto empeño en vender al país; tanto más que el señor Ministro de Hacienda, que se encuentra en la Secretaría de la Asamblea y que*para mí es querídisimo y estimado amigo, no venga a contestar los cargos que se dirigen relacionados con la Secretaría de su ramo. Se ha hecho propalar en diferentes círculos, que por espíritu de bandería política hacemos oposición al gobierno.
No es oposición sistemática la que hacemos al gobierno; y lo prueba que Diputados que profesamos distintas candidaturas, pero que unidos estamos, tratándose del Partido Liberal, somos signatarios de la moción presentada ante la Honorable Asamblea Legislativa; y si no, señores Representantes, quiero referirme a esas personas, que estando afiliadas a distintas candidaturas, estamos en contra del empréstito y en contra de la venta de la Nación.
"La República", órgano del conservatismo en Guatemala, opina que no debe concederse el empréstito; de los signatarios de la moción, tenemos: al Representante Emilio Díaz, castillista; el Representante Rutilo Maldonado, ( de la familia Maldonado Fernandez de Cuilco-Nota del blog-) es conocido como del Partido de Fuentes; y yo, conocido también por decidido e incondicional prosperista.
¿En dónde está pues, señores Representantes, el espíritu de bandería que se nos achaca, cuando aquí bien demostrado está que hemos obrado con la imparcialidad que el empréstito necesita?
Quiero, señores Representantes, que obremos con la libertad y la franqueza que debe en estos casos predominar en el ánimo de los Diputados y quiero que entremos con las armas de la razón y la justicia y no obremos con tanta festinación en un asunto de tan vital importancia para los intereses nacionales.
Guatemala, abril de 1897.
He dicho.
 Los revolucionarios se dirigen a la Artillería
La columna revolucionaria que avanzó sobre el Hospital, cuando ya habían tomado ese lugar. La Superiora de aquel centro y otras Hermanas de la Caridad. Se nota el sinnúmero de impactos en el frente de la iglesia.
EL GENERAL REYNA BARRIOS SE DECLARA DICTADOR
TELEGRAMA oficial del General Presidente de la República.—A todas las autoridades departamentales y locales de la República.—Todos los círculos sociales tienen ya conocimiento de que instalada la Asamblea Nacional Legislativa del presente año, algunos señores Diputados bajo la inspiración y la influencia de formulismos y ambiciones mal disimulados, dieron lugar a incorrecciones e irregularidades sin precedente alguno en nuestra historia parlamentaria.
Surgió de ahí la lucha entre elementos oponentes o sea Representantes excitados por las pasiones políticas y Representantes partidarios del orden y bienestar sociales. Se pretendió romper los lazos y la buena armonía entre los Poderes de la Nación y se llegó hasta el punto de dictar leyes anticonstitucionales y por lo mismo inconvenientes y aun contradictorias algunas.
Era natural, por consiguiente que la mayoría de los Diputados conociendo el terreno cubierto de sombras políticas por donde podía desviarse la Asamblea, se retiraran de sus puestos y quedó la minoría que, persistiendo en sus propósitos, antipatrióticos y hostiles, luchó insistentemente durante más de un mes, por volver a reunir la mayoría que se necesitaba para celebrar sesión, y a pesar de sus esfuerzos nunca lo consiguió; la misma minoría fue reduciéndose cada vez más hasta el número de nueve Diputados que no podían ni reunirse en junta el treinta y uno de mayo último, quedando así disuelta de hecho la Augusta Representación Nacional por la imprudencia y por la impolítica de unos cuantos señores Representantes.
Circunstancia es esta que ha puesto al Ejecutivo en el caso imprescindible de asumir los Poderes Públicos Nacionales. No obstante eso, debo hacer constar ante todos mis compatriotas en cumplimiento de mi deber, que no seré yo quien deje de mantenerse firme en mis propósitos de mantener el orden, las libertades y las garantías individuales que prescriben nuestras leyes institucionales y reglamentarias; esperando que con el decidido contingente de los buenos ciudadanos continuaremos promoviendo el progreso moral y material y realizando para el porvenir la verdadera felicidad de la patria.
Enemigo como he sido y seré siempre de medidas extremas y violentas, todos los guatemaltecos estarán libres de atropellos y
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 vejaciones, pudiendo continuar entregados como hasta hoy, a la consecución de su bienestar personal y colectivo, pues no ha sido otra mi ambición que la de cumplir lo mejor posible los deberes que me imponen mi condición de hijo del pueblo y el alto empleo que me confirma el voto de las mayorías.
El Ejecutivo queda hoy en el deber estricto de emitir todas las disposiciones que estén de acuerdo con lo que exigan los intereses generales y bien intencionados de la Nación y que no puede dictar el Poder Legislativo por las causas supradichas, deber que cumplirá mientras tanto que se convoca la Asamblea Nacional que corresponde para volver a depositar en ella el porvenir de la patria.
Cuento con la decidida cooperación de todas las autoridades políticas, administrativas y judiciales a quienes el patriotismo impone la obligación imprescindible de velar por la buena armonía entre los gobernados y por el bienestar común.
Para conocimiento de todos publíquese por bando la presente, manifestación.
(f) José María Reyna Barrios Guatemala
, 10 de junio de 1897.
MUNICIPALIDADES QUE APOYAN LA DICTADURA
Copiamos a continuación la adhesión incondicional que la Municipalidad de Cuajiniquilapa dirigió al presidente Reyna Barrios, aprobando el paso dado al declararse dictador. Esta fue la primera manifestación que recibió aquel gobernante con tal motivo y dice:
"El infrascrito Secretario certifica: que en el libro de actas de sesiones se encuentra la que dice: "Señor General Presidente de la República. Con fecha dos del corriente mes, sesionó la Municipalidad de esta villa, con el objeto de dar lectura a la manifestación de Ud.
en la que comunica asumió los Poderes de la Nación por haber quedado disuelta de hecho la Asamblea Nacional Legislativa a consecuencia de la conducta antipatriótica de algunos de los señores Representantes que guiados únicamente por la pasión de partido dejaban de velar por la misión sagrada que el pueblo les encomendara. Nosotros, amantes de la paz y del progreso, vemos que el paso que acaba Ud. de dar era indispensable y con el único objeto de asegurar la tranquilidad del país y seguir guiando los intereses nacionales por la vía del adelanto; por lo que aprobamos de lleno la disposición indicada ofreciéndole nuestra adhesión incondicional, protestando contra los Representantes que con su mal manejo se hicieron indignos de la confianza del pueblo—(f) Buenaventura Ruano.—Patricio Melgar.—Isabel Solares.—Santos Hernández—Joaquín Consuegra.—Pedro Ardón.—Por los demás Regidores y por mí, J. C. Castillo, Srio."
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Las siguientes municipalida
des en la misma forma se dirigen al Presidente: Cotzumalguapa, Xenacoj, San Andres Xexul, jacaltenango, San Cristóbal Totonicapán, San Francisco El Alto, San  Marcos, Santa María Chiquimula, San Antonio Huista, Santa Lucía Milpas Altas, Sumpango, Concepción Huehuetenango, Jutiapa, Santa Rosa, Santa María Cauqué, Las Vacas, Tenedores, Mataquescuintla, Cuilapa, San Juan el Obispo, Taxisco, San Sebastián, Petalhuleu; Quebradas, Sanarate, San Pedro Las Huertas, Ciudad Vieja, Siquinalá, Don García, Santa Ana Mixtán, Texcuaco, Santa Catarina Pinula, San Sebastián Huehuetenango, Chimaltenango, San Antonio Las Flores, Mixeo, Villa de Guadalupe, Palencia, Tectitán, San José del Golfo, San Juan Sacatepéquez y Canales.
CANDIDATURAS QUE SURJEN PARA EL
PROXIMO PERIODO PRESIDENCIAL
Ya para terminar su período presidencial el general Reyna Barrios, empezó a agitarse la lucha política en el país; se lanzaron con ese objeto varias candidaturas:
la del licenciado y coronel Próspero Morales, que contaba en occidente con una gran mayoría de partidarios; la del distinguido liberal, el noble y digno maestro José León Castillo, quien no sólo tenía sus partidarios en oriente, sino también en el mismo occidente, en donde había servido el honroso puesto de director del instituto nacional de varones; y por último la del general Daniel Fuentes Barrios, militar obscuro y sin mayores ejecutorias; pariente político del Presidente Reyna Barrios, quien estaba apoyado por varios elementos capitalistas de Quezaltenango, entre los que figuraba el probo patriota y ciudadano distinguido don Juan Aparicio, hijo, que creía encontrar en su candidato al hombre digno de salvar la difícil situación del país. No pensó este preclaro hijo de Quezaltenango la carta que se estaba jugando al patrocinar tan desacreditada candidatura, como después lo demostraron los hechos.
Con este motivo, en cierta ocasión que el general Manuel Lisandro Barillas invitara a un almuerzo en su casa particular a los patriotas Juan Aparicio, hijo y licenciado Sinforoso Aguilar, les dijo en amena charla de sobremesa, lo siguiente:
"Mira, Sinforoso, tu actitud en los asuntos políticos, trabajando en favor de Próspero, es peligrosa; y tú, Juanito, recuerda
que Fuentes Barrios es un traidor, mi gobierno tuvo que tratarlo en. la forma que lo merecía; tengan presente que en este caso, les va la cabeza."
Don Juanito contestó: "desgraciadamente esto es efectivamente cierto, pero tengo empeñada mi palabra y no puedo retractarme".
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                   UNA DE TANTAS HOJAS SUELTAS QUE CIRCULABAN
                  CONTRA
REYNA BARRIOS
Enano pigmeo y enjuto, Dictador y Arzobispero, Es tu gracia majadero, Talento de puro bruto. En dónde está tu corona Reyna de la tachuela?Si en esta tierra no cuela La nobleza de tiranos. Si eres Reyna, no sos Rey, ¿A qué sexo perteneces? La terquedad muchas veces Es tu respuesta de ley.Tu ambición es muy leonina, Tienes fama de ladrón,Murió la ConstituciónPor esa unión peregrina.¿Qué has hecho de la Nación? Hombre torpe, afeminado Todo Banco está quebrado Por la tal Exposición.Vendiste la Hacienda pública, A tu círculo judío,Eres el hombre más pillo En materia de robar.Tonto por excelencia, Caprichudo rematadoTodo el país está arruinadoPor tu mala Presidencia.Sigue, sigue, tu camino Entre ruinas y malezas Cometiendo mil torpezas Para cumplir tu destino.Y al final de tu jornada, Serás criminal malditoPorque has cometido el delito De arruinar a Guatemala.
Fechado en Guatemala, agosto 30 de 1897. [26
 PRENSA QUE SE PUBLICO CON MOTIVO DE LAS ELECCIONES QUE DEBIAN EFECTUARSE AL DEJAR REYNA BARRIOS EL PODER
"La Guillotina", Director José Ramón Gramajo.
"La Campaña", Director José María Morales y Morales, independiente, editado en Guatemala.
"El Liberal", Director Canuto Castillo, editado en junio de 1897, de propaganda prosperista.
"El Heraldo", Director Julián Arriola C., editado en la Antigua, de propaganda castillista.
"La Ley", Director J. León Samayoa, de propaganda castillista.
"El Girondino", órgano del Club castillista del mismo nombre, editado en Totonicapán. Director Basilio J. Robles.
SE FUNDA LA "JUNTA PATRIOTICA"
Ante el desbarajuste administrativo de Reyna Barrios, en Quezaltenango se formó una junta revolucionaria con el nombre de Junta Patriótica, presidida por los licenciados Próspero Morales y Feliciano Aguilar, presidente de la Asamblea nacional legislativa y por el general Daniel Fuentes Barrios, habiéndole dado a este último y en mala hora, facultades omnímodas para dirigir un movimiento revolucionario en occidente.
Fuentes Barrios antes de encabezar este movimiento había estado en la capital de la república y el presidente Reyna Barrios le obsequió un flamante uniforme de gala; le invitó a almorzar en su casa particular y luego le dió el nombramiento de Jefe político del departamento del Quiché, cargo que no aceptó, pues al nada más llegar a Quezaltenango renunció. Se tuvo noticias a la vez, de que el ministro de gobernación y justicia, licenciado Manuel Estrada Cabrera, lo había venido a encaminar varias leguas, cuando de la capital se dirigía a Quezaltenango, departiendo en muy amigable compañía. ¿Qué pactaron estos dos hombres? Los acontecimientos posteriores lo dirán.
                                   CONOZCA EL PUEBLO LOS MERITOS DEL
                                      GENERAL FUENTES BARRIOS
San Marcos, agosto de 1897. A General Presidente.
Guatemala.
Felipe Pineda me dice de Quezaltenango, que se ha establecido un Club Patriótico con el nombre de "Unionista Federal", cuyo objeto en apariencia en trabajar por la Unión; pero en realidad su verdadero objeto es madurar proyectos que formalicen una revolución.
[ 27/

 Su punto objetivo por hoy es pensar el modo de tomar la artillería y demás pertrechos de guerra que hay en aquella plaza. Parece que tienen sus contubernios con el oriente.
Por acá se habla también de que en Soconusco se engancha gente con iguales miras.
Doy a Ud. estos datos para que con los demás que tenga, llegue Ud. al convencimiento de lo que realmente haya.
Se dice que hay 27 Diputados de la Constituyente presos en la Penitenciaría y aunque yo no lo creo, conviene que usted lo sepa.
Daniel Fuentes Barrios
    NOTA:—Publico esta hoja que me fue enviada de la capital, para hacer de ella los usos que me parecieren oportunos y nada más a propósito en la actualidad que dar a conocer los relevantes dotes personales que adornan al General Fuentes Barrios y que no cabe duda le acrecentarán ingente popularidad como candidato a la Presidencia de la República.
Marcelino Aceituno G

                                              . EL FAMOSO ACUERDO
"Palacio del Poder Ejecutivo: Guatemala, dos de agosto de mil ochocientos noventa y siete.—Debiendo ocuparse en otro puesto de la administración, al General don Daniel Fuentes Barrios, el Presidente de la República, nombra Jefe Político del departamento del Quiché, al Teniente Coronel don Abraham Taracena.--Comuníquese.—Reyna Barrios.—El Srio, en el Despacho de Gobernación y Justicia, M. Estrada Cabrera."
VARIOS PASAJES DE LA REVOLUCION
"Los Ecos de la Revolución" en su editorial de esa publicación ambulante, hizo narración detallada de los motivos que dieron origen a organizar una revolución en occidente.
Publica el acta de la "Junta Patriótica" en la que se nombra Presidente de ella, a Mariano Vicente Díaz; Vocales: Manuel J. Sandoval, Vicente Sáenz, Lic. Francisco Molina, Lic. Elfego J. Polanco, Serapio Santiago Mérida.
Redactor del Boletín, se nombró a Manuel T. Morales.
Se nombró la siguiente comisión: Lic. José Ma. Gálvez, coronel Manuel A. López y Jacinto Pacheco, para que organizaran todo lo concerniente a los servicios necesarios, de que debía disponer la revolución, tales como Cruz Roja y Comisión de aprovisionamiento de víveres, etcétera.
Los elementos dirigentes del movimiento habían venido preparando el ánimo de los occidentales, haciéndose una activa campaña por medio de la prensa independiente. El profesor José Ramón Gramajo, en su periódico "La Guillotina", hacía ver al presidente Reyna Barrios, el desbarajuste de su gobierno. Este periódico se editaba en los talleres de "El Bien público", de don Juan 28
Antonio Grimaldi y que dirigía don Juan Antonio Alvarado, salvadoreños de grata recordación; el último número se publicó el 24 de mayo de 1897.
LOS CONTRIBUYENTES A SOSTENER LA REVOLUCION
Banco de Occidente, $5,000; Banco Agrícola Hipotecario, $5,000; Banco de Guatemala, $5,000; Ana de Barillas e hijos, $5,000; Mauricio Rodríguez $5,000; Maroano Molina, $2,000; Manuel Cárdenas, Francisco Aparicio, Eusebio Ibarra, Blandina Ovalle, Josefa R. de Herrarte, Guillermo Sánchez, Pascuala de Enríquez, Ana de Huertas, Claudio López, Alfredo Mackeney, Ascoli y Cía., Kok hermanos, Laeisz y Co., Gustavo Meyer, E. Viergutz, H. Bouscayrol, M. L. Barillas, Antonio Rivera, Nicolás de la Cerda, José Cáceres, Quirino Mackeney y Terencio Lacayo, todos con la suma de $2,000.
Coronel Manuel A. López, Manuel J. Sandoval, Eduardo Mora, Luciano R. Monzón, Juan Blancafort, Elías Toledo, Fermín Peláez, E. J. Polanco, Juan P. Maldonado, Vicente Mazariegos, Furrer Hasted, Juan B. Enríquez, Pedro Peláez, Mariano Pacheco Valenzuela, Agustín Garavito, Federico Keller, Manuela de Robles, Narciso D. Escobar, Diego L. Ariza, Francisco G. de Bejottes, León Dibold, Ismael Morán, Maegli Gaegauf, A. Zadik, Francisco Madrid, Juan Castillo, Juan J. Alojos y Jenaro Estrada, con $1,000 de contribución cada uno.
Juan J. Rosal, Oscar Debans, Crescencio de la Cerda, J. Francisco Maldonado, Florencia Juárez, Antonio Vizcaíno, María C. de Barrientos, Mariano Mayolas, Rafael Díaz, Plácido Rosal, Francisco García, Guillerma Marizuya, Francisco Berthet, Juan S. Lara, Ramón López, Marcos Zadik, Rafael Soto, Matías Chinchilla, J. María Urrutia, Pía Soto de Boy, Jacinto Pacheco, Rafael Peláez, Antonio Castillo, Camilo Sánchez, Pedro A. Bruni, Gálvez y Co., Mariano Velarde, M. Weinberg, José Suasnávar, Antonio Porros, Carlos Canga Argüelles, Juan On Quó, Pablo Kuan, San Shom Lon,
Diego Polanco, Cirilo López, José Nell, Teófilo López G., Encarnación S. López, Juan Fisher, Víctor Fuentes, Mariano de Paz, Miguel Idígoras, H. Rosenberg, Domingo Reyes, Valentías Sáenz, Luis B. Zelaya, Luis Ortega, Julián Aguilera, José Ma. Pinillos, Julián Gálvez, Isidro Flores, Manuela Meoño, Zenón de León, Leoncio Castro, Benito Reyes, Zadik y Peritz, N. Weissmann, Adolfo Fisher, M. Estrada Pacheco, Benjamín de Paz, Fermín Muñoz, N. Martínez, Paganini hermanos, Antonio Alvarado, Max. Krolik, Alejandro Quemé y Nazario Belezuy. Todas estas personas con cantidades diferentes, menos de $400 cada uno.
El general Socorro de León, con cinco mil pesos.
El total de la esta contribución arroja la suma de doscientos once mil seiscientos pesos plata efectiva.
                                      NOMBRAMIENTO DE ROQUE MORALES
El gobierno de la república, sabedor de las actividades desarrolladas por la "Junta Patriótica" en occidente, dispuso inviar a Quezaltenango un Comandante de armas ad hoc, para desbaratar los planes de los revolucionarios. Roque Morales, coronel del ejército y exagente de la policía secreta del gobierno, fue el elegido. Para el efecto marchó a esa ciudad llevando instrucciones especiales del presidente y del ministro de Gobernación, licenciado Estrada Cabrera, para exterminar a los descontentos.
El día en que Roque Morales salió de la capital con rumbo a Quezaltenango, el licenciado Estrada Cabrera estuvo a encaminarlo varias leguas con el objeto de tratar íntimamente lo relacionado con la revolución.
En el hotel "San Rafael" se encontraba ese día el señor Salvador Herrera, enemigo político de Estrada Cabrera, quien al saber que había llegado a dicho lugar, trató de ocultarse; pero el ministro de Gobernación era muy listo y luego averiguó que el carruaje que se encontraba parado frente a ese hotel, era de don Salvador, por lo que ya no tardó mucho tiempo y regresó luego a la capital; el señor Herrera no pudo darse mayor cuenta de lo que aquellos hablaban.
Tan pronto como llegó a Quezaltenango Roque Morales y antes de recibir la Jefatura Política principió con sus maquinaciones, a perseguir y encarcelar a ciencuenta y cuatro ciudadanos honorables de las distintas clases sociales de aquella ciudad, quienes fueron víctimas de vejámenes y atropellos.
Ante tales acontecimientos, el diputado por Quezaltenango, licenciado Mariano López Pacheco, dirigió al presidente una enérgica protesta telegráfica, por lo que Reyna Barrios ordena su inmediata captura, vivo o muerto. Este mensaje lo recibió personalmente el jefe político, coronel Mariano Vicente Díaz, antes de entregar aquel despacho. El secretario J. Domingo Díaz, al darse cuenta de dicho mensaje, envió a su hermano Joaquín para darle aviso al licenciado López Pacheco del peligro que corría su vida y tratara de ponerse a salvo; fue Manuel Ovalle Jerez quien logró localizarlo y en compañía de Maximiliano Valenzuela con buenas bestias de silla, salieron los tres rumbo a la frontera mexicana.
El director de la policía, Florencio de León, dió facilidades para que López Pacheco no fuera molestado y pudiera escaparse. En el trayecto todos los correligionarios de aquel Diputado, que pertenecía al partido político que acuerpaba la candidatura del licenciado Próspero Morales, les facilitaron la salida a Tapachula.
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OTRO ACUERDO QUE DEBE CONOCERSE
"Palacio del Poder Ejecutivo, Guatemala, doce de agosto de mil ochocientos noventa y siete.—El Presidente de la República, Acuerda: Nombrar Jefe Político del departamento de Quezaltenango al Coronel Roque Morales, en substitución de don Maríano Vicente Díaz, a quien se le dan las gracias por sus servicios prestados.—Comuníquese.—Reyna Barrios.—El Srio. de Estado en el Despacho de Gobernación y Justicia, M. Estrada Cabrera."
                                                                                  SALUDO
La prensa local dió la noticia del nombramiento recaído en un individuo llamado Roque Morales, para el desempeño de la Jefatura Política de esta ciudad y si bien el referido nombramiento ha causado alarma y descontento general, a nadie le ha extrañado, pues todos han tenido en cuenta razones que no son del caso indicar, para explicarse tan extraña designación.
La premura del tiempo nos priva de dar a conocer al público algunos rasgos biográficos de la vida pública de este sujeto; baste sin embargo saber a los pacíficos moradores de esta metrópoli, que Roque Morales fue el Jefe de la policía secreta de la capital (respetable cuerpo, cuyo número se hace subir a cinco mil).
Llegue en buena hora el referido sujeto, sin olvidar que desde Godínez para acá, el servilismo, el espionaje y la hipocresía, son avechuchos para los cuales este clima es mortífero; pero que en cambio, el aire que vivifica  estas alturas, está saturado en libertad y honradez, donde él puede hallar lo necesario para su regeneracion.
Quezaltenango, agosto de 1897.    Unos quezaltecos
                                        A EL CELEBRE DIRECTOR DE LA POLICIA
Con los mismos fines que había sido nombrado Roque Morales Comandante de armas de Quezaltenango, el gobierno de Reyna Barrios nombró director de la policía de aquella ciudad al célebre Marqués de Soromenho, E. de Castro, quien secundó la obra iniciada por Roque Morales. Este individuo tenía la costumbre de salir a recorrer la población a caballo, escoltado por sus agentes perfectamente armados de sendas tercerolas calibre 43, para infundir pánico entre sus pacíficos moradores. Cuando estalló la revolución este sujeto se esfumó y no se supo nunca más de su paradero.
Copiamos un telegrama que de la capital le fue dirigido por Francisco Amado y dice:
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 Guatemala, agosto 20 de 1897.
A E. de Castro Soromenho.
Quezaltenango.
Querido amigo: Recibí su telegrama que me anuncia no ir a ésa, sino directamente a Huehuetenango, por cuya causa le puse un telegrama ayer, diciéndole que siguiera las indicaciones de mi anterior y que marchara a Quezaltenango, donde creo que hace falta a nuestro amigo Roque, aunque él le haya dicho que podía suprimir el viaje, no me parece conveniente porque es necesario estar entre nuestros enemigos, para enterarnos de lo que piensan, para ver lo que conviene hacer, así es que espero que Ud. pasará en ésa los días que sean necesarios, hasta comprender la situación. No se dé por entendido de conocer a Roque y entiéndase por medio de algunos de los muchachos de confianza de él. Con lo que resuelvan, espero me dé aviso para quedar enterado. Deseo que Ud. ya siga bien y que no tenga ninguna novedad en su expedición. No olvide que en ésa no hay que tocar nuestro asunto. Me despido enviándole un saludo afectuoso y repitiéndome como siempre, su amigo y servidor.
—Francisco Amado.
                          SE CAPTURA A DOS INDEFENSOS QUEZALTECOS
De Tapachula (Chiapas) llegaron a Quezaltenango, casualmente en los días en que se desarrollan estos acontecimientos, Mariano Flores, marimbista conocido y un indito, N. N., sargento del ejército, que estuvieron en aquella población fronteriza en vía de negocios. Fueron capturados acusándoles de ser elementos revolucionarios y traer correspondencia comprometedora de aquel movimiento.
 Los revolucionarios frente al Hospital, con el armamento que avanzaron a las fuerzas del gobierno.
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Grupo revolucionario en el interior del cuartel
                               ESTALLA EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO
                                                     ANTICIPADAMENTE
EL 7 DE septiembre de 1897, intempestivamente de la plaza de San Marcos se vieron aparecer varios grupos de hombres: dos jóvenes comandantes, Salvador Ochoa y Víctor López R., y un hombre de edad madura, Timoteo Molina, iban con dirección al cuartel, guarnecido por trescientos soldados; llegaron, y a la entrada de aquel cuerpo, revólver en mano, se encontraron con aquel jefe de la guardia, quien al grito de ¡Ríndanse y viva la revolución!, cedió su puesto, lleno de pánico, a la sola presencia de aquellos tres valientes, que en otras circunstancias, quizá irían buscando la muerte.
Contiguo a la tipografía y redacción de "La democracia", dirigida por el señor don Alejandro Bermúdez, se hallaban las cárceles de hombres, bien guarnecidas por escoltas.
El señor Bermúdez, en un arranque de valor y patriotismo y en compañía de algunos tipógrafos, asaltó aquellas guardias y rompiendo las rejas de las cárceles, logró después de una pequeña lucha, posesionarse de los presidiarios, a quienes armó inmediatamente con las mismas armas que unos minutos antes había avanzado. Fueron tomadas también, casi al mismo tiempo, la Administración de rentas, el telégrafo, y horas después, se formaba un triunvirato que dirigiría la revolución. Componían aquel triunvirato, el general Fuentes Barrios, el coronel Próspero Morales y el señor licenciado don Feliciano Aguilar, presidente de la Asamblea legislativa disuelta por Reyna Barrios.
Los jóvenes Francisco Martínez Barrios y Mariano Barrios Escobar, se habían dirigido en compañía de algunas otras personas, a la población de San Pedro Sacatepóquez, distante un kilómetro, con el objeto de tomar la comandancia local, lo que hicieron sin ninguna resistencia.
Convenientemente organizados y equipados unos 400 hombres, se dirigieron el día siguiente a la población de Ostuncalco, que dista de San Marcos 9 leguas y de Quezalterfango 3.
El general en jefe Fuentes Barrios, iba a la cabeza de aquella tropa, al penetrar en la plaza de Ostuncalco; la guarnición de ella no quiere rendirse y hubo necesidad de atacarla hasta quedar en poder de la revolución. En este ataque murieron con mucho heroísmo algunos soldados revolucionarios y el distinguido capitán
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Marcelino Ovando, que defendió de una muerte segura al general Fuentes Barrios cuando el comandante local le hizo un disparo a quemarropa.
Restablecido el orden, se nombraron las respectivas autoridades; mas sabiendo el general en jefe que, se dirigían a San Marcos, 500 hombres de lo más florido del ejército guatemalteco, reunidos en la población de Sija y partidarios de la revolución, hubo de regresar a San Marcos, en donde se organizó y dispuso el plan que debía ponerse en práctica para atacar a Quezaltenango.
Arreglado todo esto, el ejército revolucionario marchó sobre dicha plaza, que había sido fortificada de una manera admirable, por la posición topográfica en que se encuentra, dispuestos los jefes que el gobierno tenía allí, a defenderla hasta perder la vida. Estos. jefes eran dos: Roque Morales, situado en La Pedrera, falda del Cerro Quemado y el comandante Julián Ozaeta, que se había atrincherado en el Cuartel de artillería.
"Acta leída ante el ejército, en la plaza de San Marcos, al incorporarse las fuerzas de San Carlos Sija y Sibilia, el 8 de septiembre de 1897. Después de los considerandos se leyó este por tanto: Celebramos el solemne compromiso siguiente: 1º--Se desconoce el gobierno del general don José María Reyna Barrios por ser el único responsable de la violación de la Constitución de la república. 2—Nos adherimos al movimiento revolucionario, encabezado por el general Daniel Fuentes Barrios, bajo la promesa solemne de no dejar las armas de la mano "hasta derrocar la adrninistración de Reyna Barrios", salvo el caso que se recíban, órdenes en sentido contrario del Jefe de la revolución. 3º—Cualquier jefe, oficial o individuo de tropa que procediere en contradicción con los preceptos consignados en la presente, será considerado como traidor y tratado como tal. Se tuvo a bien nombrar jefe del Batallón al teniente coronel Santiago Gramajo, quien le dará organización de conformidad con nuestra táctica y ordenanza vigentes. En fe de que cumpliremos los compromisos contraídos de manera estricta, firmamos la presente en el lugar y fecha indicados.    Manuel H. Déleon.—Casimiro Díaz.—José Angel Calderón----Florencio Gramajo.—Eulalio de León y 48 firmas más."
El 12 del mismo mes, en el pueblo de San Mateo lanzan los sijeños, otro valiente manifiesto al ejército, para que sin miedo y vacilaciones se afiliaran todos a la revolución.
                                       LA CAPTURA DE DOS PATRIOTAS
El licenciado Sinforoso Aguilar tuvo aviso por varios amigos que le querían salvar la vida, de que pronto sería capturado por la policía, pero como este hombre integérrimo no tenía motivos
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para huir, con entereza de carácter y no queriendo dejar abandonado el honroso cargo que desempeñaba, se dispuso esperar los acontecimientos y, efectivamente fue hecho prisionero en su propia casa de habitación y llevado al Cuartel de artillería, donde se le incomunicó inmediatamente.
Don Juan Aparicio, hijo, estaba de temporada en la planta eléctrica de Zunil, que era de su propiedad y a la que había dedicado todas sus actividades.
             Abel. Valdés, Administrador de rentas y el general Avelar (salvadoreño), amigos de Aparicio, se pusieron de acuerdo con Roque Morales para capturarlo, y con engaño lo llamaron por teléfono a Zunil, para proponerle el negocio de unas bestias que habían traído de la capital, Ramiro Padilla y Juan Chávez. Don Juanito tenía a su servicio dos mexicanos que le montaban sus bestias y estos fieles servidores, al ver el peligro que corría su patrón, le rogaron se fuera con ellos y salvar la frontera mexicana, pero aquel digno patriota no aceptó y entonces lo capturaron, siendo conducido al mismo Cuartel de artillería e internado en el mismo calabozo donde estaba don Sinforoso.
              Padilla y Chávez que fueron intermediarios para la captura de aquel patriota, cuando estalló la revolución, intentaron huir tomando rumbo al Siete Orejas, pero Joaquín Díaz que los sorprendió en ese intento, les hizo ver el peligro que corrían y los llevó a la casa del doctor Juan Molina, donde estuvieron escondidos esperando el resultado de aquellos sucesos.
Durante los días que estuvieron detenidos todos estos patriotas, varios amigos hicieron gestiones ante la Superiora del hospital general de occidente, para que permitiera hacer una horadación en la pared divisoria con el Cuartel de artillería y que quedaba precisamente vecina a los calabozos donde guardaban prisión, facilitándoles así la fuga, pero aquella Superiora se opuso a que se llevara a cabo este plan, no obstante que el hospital era deudor de la dadivosa protección de don Juanito.
Un día que le llevaron el almuerzo a los presos políticos, el oficial de guardia, Justo Villagrán, entregó a Roque Morales una botella de un magnífico vino que se les enviaba; aquel militar ordenó que la dejaran pasar, diciéndole al oficial lo siguiente: "Pásenla, si fuera veneno se economizaría pólvora para fusilarlos".
    GESTIONES DE DOÑA LOlA APARICIO EN FAVOR DE LOS REOS POLITICOS
Ese mismo día 8 de septiembre, en que se suceden estos acontecimientos, doña Lola de Aparicio, acompañada de don Pedro A. Bruni, Antonio Rivera, hijo, Joaquín Herrarte y doctor Mariano J. López, llegó al Cuartel de artillería a pedirle a Roque Morales, en tono suplicante, la libertad de su esposo, pero únicamente se le permiten CINCO MINUTOS a la afligidísima señora para que
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 hable con él, siendo ésta la postrera entrevista que tuvieron, ya para ser sacrificado aquel patriota ilustre.
Como resultado de esta gestión, la afligida esposa recibe la siguiente contestación de Roque Morales: "Siento tener que manifestarle que su esposo será fusilado si la revolución que ha estallado en San Marcos llega aquí; tengo orden para proceder así, y el único medio de salvarle la vida, será que usted lograra hacer que el general Fuentes Barrios, que debe estar a tres o cuatro leguas de aquí, regrese con sus tropas a San Marcos, prescindiendo de dicha revolución; expuesta es para usted la expedición, porque peligra su vida, pero es el único medio de rescatar la vida de su marido y si usted resuelve salir, aquí tiene este salvoconducto que presentará a mis tropas".
La abnegada señora, acompañada solamente de su hermano Antonio, sale valientemente rumbo a Ostuncalco en una noche tenebrosa, obscura y fría; el camino se le hace interminable ... pero cuando llega a este lugar, toda esa abnegación y sacrificio es inútil, porque ya el jefe revolucionario Fuentes Barrios había regresado con sus fuerzas a San Marcos, como queda dicho antes: la ejecución de dos ínclitos varones, don Juan Aparicio, hijo, y el licenciado don Sinforoso Aguilar es ya un hecho.
Roque Morales exigió a doña Lola la cantidad de $50,000 plata, que aquella entregó en dos partidas con la promesa de darle libertad a su esposo.
En los archivos del telégrafo de Quezaltenango, según datos fidedignos, proporcionados por el viejo empleado del ramo, Valeriano Rosal, existe la copia del telegrama en que se nos asegura, el presidente Reyna Barrios indultaba de la pena de muerte a las víctimas de aquella tiranía; no sabemos a ciencia cierta si esto haya sido una de las tantas farsas de las que se valen nuestros presidentes para menguar su responsabilidad y echarle toda la culpa de sus actos a los subalternos, o si ciertamente este gobernante haya tenido la buena intención de concederles indulto a los reos políticos ejecutados con motivo de aquella revolución. Posteriormente se asegura que cuando el fracasado movimiento revolucionario de 1929 contra el gobierno del general Chacón, se les conmutó la pena de muerte a última hora a los coroneles Morales, Jr. y de León Régil, pero aquella orden no se quiso cumplir.
                      DECRETO NUMERO 535.—"José María Reyna Barrios, Presidente de la República,—CONSIDERANDO:—Que por hallarse amenazada la tranquilidad pública en el país y a efecto de que el Ejecutivo obre como obraría, en la actividad y energía que los casos demanden, es conveniente hacer uso de las facultades que conceden el artículo 39 de la Ley Constitutiva.—En consejo de ministros,—DECRETA:—Artículo l"—Se declara en estado de sitio toda la República y suspensas las garantías individuales a que se refiere el título II de la Ley Constitutiva.—Artículo 2"—De esta disposición se dará cuenta a la Asamblea Legislativa en sus próximas
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sesiones.—Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo: en Guatemala, a diez de septiembre de mil ochocientos noventa y siete.—José María Reyna Barrios—El Secretario de Estado en el despacho de Hacienda y Crédito Público, J. M. González.—El secretario de Estado en el despacho de Relacionei, Exeteriores, Jorge Muñoz.—El secretario de Estado en el despacho de Gobernación y Justicia, M. Estrada Cabrera.—El secretario de Estado en el despacho de Instrucción Pública, Ramón Aceña.—El secretario de Estado en el despacho de Fomento, subsecretario, José D. Morán—El secretario de Estado en el Despacho de la Guerra, V. Orantes".
SUPLEMENTO al Número 95, Tomo XXXV de "El Guatemalteco". Diario oficial de la República, en la América Central.—Guatemala, sábado 11 de septiembre de 1897.—La República ha venido desarrollando sus elementos de progreso y cultura, merced a la laboriosidad y honradez de sus habitantes y a las garantías con que la autoridad en cumplimiento de las leyes, ha protegido en todo momento las energías individuales encaminadas a la mejora y felicidad de la Nación. En medio de este concierto, por cuya conservación se ha manifestado la soberanía nacional, aparece intempestivamente una nota disonante que por patriotismo está condenada a extinguirse en su propio origen. El gobierno cumple con el deber de informar de los hechos al público, en la confianza de la fuerza incontrastable que le dan la justicia, el apoyo de la opinión pública y los elementos con que cuenta. El 7 del corriente, don Daniel Fuentes y don Próspero Morales, abusando de la confianza que trataron de inspirar, se unieron a algunos enemigos del orden y lograron sorprender a la guarnición de San Marcos con las pocas armas que en dicho cuartel encontraron, procediendo a organizar una falange, sin duda con el objeto de extender el radio de sus operaciones, pero tan mala fortuna han tenido en sus cálculos y procedimientos, que a estas horas sus parciales se encuentran divididos, y no pudiendo presentar acción, se han dispersado en grupos, a los cuales persiguen activamente las guarniciones de los departamentos circunvecinos; pues el resto del departamento de San Marcos y todos los de Occidente, prestan eficaz auxilio a los agentes del gobierno. Lograda que sea la captura de los cabecillas, lo que no tardará mucho, caerá sobre ellos el rigor de la ley como caerá también sobre los que ya han aprehendido por los representantes de la autoridad.—Fuerte, con la doble fuerza que dan los elementos materiales y morales de que dispone, el gobierno confía en que en breves días la República se encontrará como siempre, en el pleno goce de la mayor tranquilidad, porque los enemigos del orden no han podido organizarse; no han hallado eco en ninguna otra población del territorio, ni era posible que ambiciones puramente personales y tendenciosos contrarios al orden social tuvieran resonancia en la universidad honrada de nuestros conciudadanos.
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                         RENUNCIA DEL CORONEL MORALES
Palacio del Poder Ejecutivo: Guatemala, treinta de agosto de mil ochocientos noventa y siete.—Vista la renuncia que del empleo de Jefe Político del departamento de San Marcos, ha presentado el Lic. don Próspero Morales, el Presidente de la República, estimando justas y atendibles las razones en que la funda, Acuerda: Admitirla, dándole las gracias por sus servicios y dispone que se haga cargo de aquella Jefatura el Mayor de Plaza don Manuel M. Reyna.—Comuníquese.—Reyna Barrios—El Srio. de Estado en el Despacho de Gobernación y Justicia, M. Estrada Cabrera".
Comuníquese: Reyna Barrios.
El secretario de la guerra: Vicente Orantes.
                                                     LAS PRIMERAS EJECUCIONES
El día 11 de septiembre como a las 111/2 de la mañana, todo el vecindario del barrio de San Nicolás, oyó el redoble de tambores y ante las amenazas hechas por Roque Morales, era de temerse que algo funesto estaba pasando. Efectivamente, en medio de una escolta salieron del interior del Cuartel de artillería dos individuos que eran el marimbero Mariano Flores y el sargento indígena N.N. Actuaba, desgraciadamente, como secretario de la Mayoría de plaza el subteniente Higinio V. López, pariente de Flores que debía ser ejecutado. Se formó el cuadro frente a la capilla anexa a la iglesia de San Nicolás (lado oriente); se les vendan los ojos y la escolta hace fuego . .
Qué bien recuerdo ese trágico instante, pues en compañía de otros chicos del barrio estuvimos presenciando esta ejecución, regresando a nuestras casas con el pánico reflejado en nuestros semblantes de niños inocentes y cuyo cuadro no podría borrarse nunca de mi imaginación.
A don Juan Aparicio, hijo, y licenciado Sinforoso Aguilar, se les llevó a uno de los balcones de la Artillería para que presenciaran este fusilameinto.
                                    AVANZAN LAS  FUERZAS REVOLUCIONARIAS
                                         SOBRE LA PLAZA DE QUEZALTENANGO
El mismo día 11 de septiembre, vuelve Fuentes Barrios a Ostuncalco, a la cabeza de las fuerzas revolucionarias, reforzadas por los batallones de Sija y Sibilia, permaneciendo en este lugar hasta el día 13 del mismo mes. Como a las 91/2 de la mafiana se ordena la marcha sobre la plaza de Quezaltenango, llegando a las orillas de la población como a las 12 del citado día. Se organizan las columnas atacantes: la primera al mando del comandante 2do Salvador Ochoa, que avanzaría por la calle real del Calvario, centro del movimiento; la segunda al mando del coronel José María Lima, por el flanco izquierdo, que avanzó por La Democracia sobre el Cuartel
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 de artillería; y la tercera al mando del comandante 1° J. Víctor López R., que debía avanzar sobre el flanco derecho, arrancando del Cementerio para salir al paraje San José La Viña y atacar a Roque Morales, tomando por la iglesia de San Antonio sobre La Pedrera, donde aquél estaba parapetado con muy escasas fuerzas gobiernistas.
La lucha se inició bajo un fuego graneado de ambas partes, llevando desde un principio la supremacía las fuerzas revolucionarias, donde cada soldado era un león en la pelea.
    Hay varias versiones sobre la actitud que tomó el jefe de la revolución, general Fuentes Barrios, pues se asegura que peleaba al frente de sus tropas, pero que se lo impidieron los mismos revolucionarios. El caso es que cuando llegó a la Plaza de armas, estaba ya en poder de la revolución dicho lugar. Asimismo se asegura que al tomar el Cuartel de artillería, por el callejón del Instituto entró al frente de sus tropas.
                                  EL FUSILAMIENTO DE DOS PATRIOTAS QUEZALTECOS
Obedeciendo a una consigna, y cuando se oyeron los primeros disparos de las fuerzas revolucionarias sobre el Cuartel de artillería, a cosa de las 121/2 fueron sacados de su celda los reos políticos licenciado Sinforoso Aguilar y Juan Aparicio, hijo; en medio de una escolta comandada por el célebre subteniente Pioquinto Alvarado, conocido tristemente por el pueblo quezalteco como un verdadero sayón. Salen los dos compañeros de infortunio, cogidos del brazo, densamente pálidos. El licenciado Aguilar se mostró más entero en aquel momento, quizá la experiencia de la vida le confortaba en el supremo trance; pero don Juanito tuvo necesidad de buscar apoyo en el brazo de su amigo para sostenerse y no caer, pues, era muy natural: pletórico de vida, dejaba una bella esposa, con dinero y facilidades de un brillante porvenir, su agobio era muy grande al llegar a ese fin trágico.. .
Don Sinforoso antes de que se le vendaran los ojos, increpó a sus asesinos y el temple de su voz enérgica y en aquel silencio aterrador cobró repercusiones gloriosas.
Se formó el cuadro frente a la iglesia de San Nicolás, colocando a los reos del lado izquierdo y la voz de mando de Pioquinto Alvarado, provocó el llanto en los espectadores; las detonaciones de los fusiles asesinos repercutieron lúgubremente en el interior del templo de Dios, consumándose el sacrificio de dos vidas en aras de la libertad. Así cumplía su promesa Roque Morales.
             DATOS BIOGRÁFICOS
El licenciado Sinforoso Aguilar, nació en la ciudad de Quezaltenango el día 16 de julio de 1865, siendo sus padres don Alejandro Aguilar, quezalteco y doña Josefa Pérez, quichelense; recibió la instrucción primaria en la ciudad de San Marcos, haciéndose bachiller en el Instituto nacional de varones de occidente
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 el año 1883; el año siguiente se radicó en la capital hasta el año 1885 en que marchó como soldado raso a la campaña de la Unión Centroamericana, en compañía de otros jóvenes estudiantes que siguieron al caudillo en aquella gloriosa cruzada. En 1886 fue nombrado Fiscal del gobierno; luego estuvo preso con otros estudiantes por la publicación del periódico "El Centinela". En 1887 fue nombrado director del diario oficial "El Guatemalteco". En agosto del mismo año fue electo diputado a la Asamblea nacional constituyente; al recibirse de abogado en esa época fue jefe de la Sección de tierras; el 3 de noviembre de 1887 vuelve a la Fiscalía del gobierno; luego vuelve a la Sección de tierras hasta 1892 en que es elegido diputado por Guatemala; el 16 de marzo de ese mismo año pasa a la subsecretaría de Fomento, radicándose después en su pueblo natal, hasta su muerte.
                                             EL 13 FATIDICO DE DON JUANITO
Don Juan Aparicio, hijo, nació también en la ciudad de Quezaltenango, el 25 de febrero de 1856, siendo hijo de don Juan Aparicio y de doña Francisca Mérida, ambos quezaltecos.. Fue bautizado por el pres- bítero Modesto César, en la parroquia del Espíritu Santo, el 28 del mismo mes. Ingresó a la Escuela primaria de don Francisco Urrutia; luego mar-chó a la capital ingresando a la escuela de Santiago y San Ignacio.
Fue director del Banco de occidente; inició los trabajos de construcción del teatro munícipal hasta terminarlo; construyó el Hipódromo, contribuyendo al ornato de su ciudad natal; construyó su elegante chalet Villa Julia, en la  calzada  de La Cienaga; el mesón Progreso, el molino electrico de occidente; fue decidido protector del Hospital de occidente; de la Escuela de Artes y Oficios; del Instituto nacional de varones; de la Sociedad de artesanos; de la Facultad de derecho y notariado; de la Sociedad de beneficencia, instalando el servico telefónico particularmente y la planta eléctrica de Zunil.
A don Juanito le fue fatídico el 13. El palco que siempre ocupaba en el Teatro municipal era el número 13. Y cabe recordar los siguientes pasajes: su padre, don Juan Aparicio, se opuso al matrimonio de su hija Francisca con el general Justo Rufino llarrios y se llevó a efecto esa boda por intermedio de personas influyentes, que hicieron ver a don Juan la conveniencia de aquel enlace, en que estamos seguros no tuvo como base el verdadero amor. Por esa razón el general Barrios cada vez que pudo le ocasionó molestias a su suegro, al grado que un día le dijo al doctor Manuel Aparicio, hermano de aquél, lo siguiente:
"Estoy harto de las pretensiones de Juan Aparicio, o lo meto a la cárcel, o lo mato personalmente; pronto iré a Quezaltenango."
  El doctor Aparicio era gran amigo de Barrios, muy a pesar de la forma en que. trataba a su hermano. Ambos eran de carácter opuesto, habiéndole aconsejado a don Juan que se fuera un poco de tiempo a los Estados Unidos. Para el efecto, dispuso dejar como apoderado general de todos sus negocios a su hijo Juan, pero antes deseaba que éste se uniera en matrimonio con su novia, Lolita Rivera, una de las mujeres más bellas de Xelajú.
Trabajo costó a don Juan que se concediera la mano de Lolita que frisaba entre las quince primaveras, que era el motivo por lo que sus padres se oponían a este matrimonio, el cual se efectuó con toda pompa y como entonces se acostumbraba en mi pueblo, máxime tomando en cuenta la popularidad de los novios tan queridos del pueblo quezalteco.
La fiesta fue un acontecimiento y se encargó a doña Joaquina, madre del licenciado don Manuel Estrada Cabrera, la dirección de todo lo concerniente a las viandas, pues era mujer de mucho gusto en aquellos menesteres.
Cuando llegó doña Joaquina a cobrar sus honorarios, don Juan la trató muy mal (ignoro los motivos), y entonces aquella señora no tuvo más consuelo que llegar con su hijo a quejarse del injusto proceder de aquél. El licenciado Estrada Cabrera soportó aquella afrenta, pero con el tiempo su venganza fue implacable!
   Este matrimonio se efectuó el 13 de septiembre de 1882, y el día 13 de septiembre de 1897, a las 12 del día y cuando se cumplían quince años de eterna felicidad en aquel dichoso hogar, las balas de un pelotón cortaron la existencia de uno de los buenos hijos de Quezaltenango.
                               MUERE EL CELEBRE PIOQUINTO
Pero la obra criminal principiada se quería continuar y al efecto se destaca al mismo Pioquinto, al mando de su fatídica escolta, para que fuera a consumar los asesinatos de todos los presos que se encontraban en la Penitenciaría, pero al bajar la cuesta de San Nicolás (calle real), los patriotas Pedro de León Solórza-
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 no y Juan B. Enríquez, desde la esquina de la casa de Ascoli, parapetados en el recodo cercano a la que ocupa la fábrica de Cantel, hacen certeros disparos que dejan sin vida al tristemente célebre Pioquinto, poniéndose sus soldados en precipitada fuga. Así se logró salvar la vida de muchos quezaltecos. El Alcaide de la Penitenciaría, Hilario Calderón, en esos momentos salió huyendo, por lo que hubo necesidad de atacar a la guardia y desarmarla, para poner a salvo a los presos. Uno de ellos hizo uso de la palabra en esos rnomentos encabezados por los coroneles J. Encarnación Juárez, Juan B. Enríquez y comandante Mariano Balcárcel, se dirigieron a tomarse la Administración de rentas, no sin antes haberle pegado fuego al edificio de la Penitenciaría, incendiándose los locales que ocupaban los Juzgados de instancia y destruyéndose toda la documentación de ambos despachos.
                                             CONTINÚAN LOS ASESINATOS
Ese mismo día 13, como a a las 4 de la tarde y cuando el fuego era más nutrido y ensordecedor, una escolta al mando de un oficial oriundo de Coatepeque, llegó a mi casa de habitación, cercana al Cuartel de Artillería  y en la creencia de que había allí gente revolucionaria, ordenó romper la puerta de la calle y penetrar al interior donde solamente, estaban mis abuelos paternos, mi madre, otras parientes mujeres y varios niños de muy corta edad, así como un sirviente ciego.
Sin entrar en mayores explicaciones, este sicario atropelladamente toma a mi anciano abuelo, Nicolás Díaz, de las manos y lo coloca frente a un pilar, haciéndosele una descarga a quemarropa, cayendo al instante bañado en sangre y dejando estampados en la pared los sesos. nada valieron las lágrimas de súplica de las afligidas mujeres y de  de los niños inocentes, al contrario, más se ensañó aquel chacal y ordena nuevamente a su escolta colocarse "rodilla en tierra" para. consumar el crimen asesinándolos a todos; pero hubo un soldado indígena que vestía calzón con delantera de jerga, quien no obedeció aquella orden y le dijo al citado oficial. "Compadézcase de ellas,
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 vea que son mujeres y niños los que, mataremos". Ese valiente indito salvó la vida de aquellos seres desamparados de la justicia en esos instantes.
El cadáver de mi abuelo permaneció tirado en ese lugar hasta el`siguiente día que terminó el fuego; pero mientras tanto los soldados gobiernistas que iban huyendo de los revolucionarios, saltando las paredes de la casa pasaban a pisotearlo a cada momento. Por aquellas anormales circunstancias, hubo necesidad de darle sepultura en su misma casa de habitación de la calle de San Nicolás, donde estuvo varios años su cadáver hasta que trasladamos los restos al Cementerio general, algún tiempo después.
Esa misma tarde y a los pocos momentos de consumado este crimen, la misma escolta y el mismo oficial, se dirigieron a otra casa de la propiedad de mi citado abuelo, cercana a la nuestra. Allí vivía don Miguel Soilórzano, un honrado ciudadano, que estaba al cuidado de su familia; la casa fue asaltada y sin mayores trámites asesinado vilmente este señor, solamente que el cuadro fue digno de que lo perpetuara la paleta de un artista, pues su hija Anita al ver que la escolta haría fuego contra su inocente padre, en holocausto sublime y haciendo alarde de un valor espartano, se arrojó sobre él para cubrir su. pecho, cayendo instantáneamente muertos aquellos dos seres, unidos en un eterno abrazo.
Las mismas balas disparadas hirieron a Micacla Ronquillo en una pierna.
                                                 LA TOMA DE LA PLAZA DE ARMAS
Los revolucionarios lograron avanzarle a los gobiernistas una pieza de artillería que era la que defendía este lugar y desde la esquina de la casa de Ascoli atacaron las alturas de La Pedrera, donde estaba Roque Morales Dicha pieza estaba a cargo de los valientes comandantes Julio Godínez, Rafael Narciso Porres (politécnico), el aguerrido capitán Saturnino Pleités y Rafael Batres, salvadoreño. Luego la emplazaron frente al Mercado (esquina opuesta a la Penitenciaría), en cuyo lugar cayó muerto en cumplimiento de su deber, el ciudadano Jacinto Rivera. Don Policarpo Meza (tío Capo), era el proveedor del parque.
Desde los altos de la casa de Laeisz & Co., el capitán politécnico Agustín Kunze y Celso de León R. que contaban en ese entonces quince años de edad, empleados de dicha casa, distribuyeron machetes a los revolucionarios que iban desarmados.
Por esa razón, cuando las fuerzas del gobierno llegaron a la ciudad, al joven De León R. lo hicieron preso y dada su edad,, lo enviaron al hospital a que prestara servicio de enfermero.
                               EN LA ADMINISTRACION DE RENTAS
El administrador de rentas, Abel Valdés, sindicado en el complot que se fraguó para capturar a don Juanito Aparicio, estaba bien preparado para defenderse pues presumía cuál era el
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 DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA
LA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897 EN OCCIDENTE 
J.LIZARDO DIAZ O.
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fin que le esperaba al triunfar los revolucionarios. Anticipadamente hizo construir unas trincheras en las esquinas del edificio, en donde colocó al resguardo de hacienda equipado para el caso, dividido en tres secciones.
El estado de ánimo de este señor estaba bastante alterado, pues nunca bebía licor, pero esta vez a cada momento pasaba a la casa de su vecino, licenciado Mariano Figueroa, "Mil y Pico", a tomar copas del buen cognac que aquél tenía en ese entonces en su bodega, al grado que se emborrachó brutalmenteencerrándose en su cuarto. Su familia había sido trasladada con anticipación a la casa de don Julián Gálvez que era el receptor de la Administración de rentas.
Era contador de aquel despacho, Inocente Ovalle, oriundo de Santa Lucía Utatlán, persona muy bien relacionada en la ciudad y quien había convenido alojarse por las circunstancias anormales que se sucedían, en la casa de su buen amigo don José María Hernández, pero como se diera cuenta de que su jefe estaba en completo estado de embriaguez y no había quién asumiera la responsabilidad del momento, tuvo que hacerle frente a la situación crítica en que lo colocaban las circunstancias, ya que él no podía dejar en abandono aquellas oficinas.
Las cosas se sucedieron inesperadamente y el señor Ovalle, que estaba en compañía de su sobrino Moisés Ovalle y don Carlos B. Gálvez, tuvieron que afrontar la situación, pues los elementos del Resguardo a los primeros tiros abandonaron el campo. En la defensa que se hiciera cayó mortalmente herido el citado contador, señor Ovalle, sacando su cadáver de la trinchera para dejarlo depositado en la destilación de Valeriano Morales; por esa circunstancia se decía que había muerto dentro de una pipa, no siendo cierta esta versión, pues aquél murió valientemente en el cumplimiento de su deber.
El comandante Mariano Balcárcel que avanzó la trinchera les dijo a Ovalle y a Gálvez sobrevivientes del ataque, lo siguiente: "Lárguense porque los matan..." Entonces se pasaron a la casa vecina donde vivía don Adolfo Benz y de allí lograron salir a la calle, pero se encontraron con una escolta revolucionaria, que por fortuna para aquéllos, la comandaba el coronel Pedro Pérez, quien los libró de la muerte que les esperaba.
Al cuarto donde estaba durmiendo "la mona" el administrador Abel Valdés, entraron Leopoldo Culebro y un señor de apellido De León, que fueron los que lo ultimaron a balazos y puñaladas; un cincho que tenía con "culebrina" donde llevaba cincuenta mil pesos plata desapareció. Después de estos sucesos y cuando reinó la calma, fueron sepultados los cadáveres de Ovalle y Valdés en el Cementerio general; al primero se le permitió llevar caja que proporcionó Leopoldo Culebro; al segundo se le enterró como estaba.
En este ataque solamente hubo un muerto de parte de los revolucionarios, llamado Nemesio Nimatuj.
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                                   CONTINUA LA LUCHA EN LAS CALLES DE LA CIUDAD
Cuando los revolucionarios avanzaron sobre el Cementerio, la lucha con los gobiernistas fue dura, pues habían fuerzas de Olintepeque bien atrincheradas en los panteones y por esa razón murieron muchos en aquel lugar. En ese ataque se distinguió valientemente el batallón sijeño y sus jefes teniente coronel Santiago Gramajo y coronel Felipe Pineda, este último fue herido de gravedad, por lo que el año 98 lo llevaron a la capital de México donde le amputaron un pie. Pelearon allí también el general hondureño Mungía, el bachiller Palemón Marroquín, Tereso Almengor, Higinio Estrada, Reginaldo Argueta, Federico Barrios y Cenobio Velásquez, de San. En este sector se distinguió heroicamente una mujer quezalteca, llamada Felipa Mazariegos, quien en su delantal. les llevaba 'a los revolucionarios suficiente parque para que no cejaran en la lucha.
El subteniente Enecón Lima, soldado del 71, montado en brioso caballo, se libró milagrosamente de las balas enemigas; no asi su hijo bachiller Vicente Lima, que fue muerto contiguo a la cervecería de Kiene hermanos, juntamente con el noble bruto que montaba.
Frente a la casa de doña Refugio de Maldonado, calle de San Nicolás había una trinchera  una pieza Hotchiks, en cuyo lugar la lucha fue encarnizada, al atacarse de parte de los revolucionarios; distinguiéndose por su arrojo, el entonces coronel José María Lima, quien fue herido en un hombro habiendo podido curarse hasta que llegaron a Tapachula.
En esta acción murió Santiago Lavarreda (El Pixaco), quien se abalanzó sobre la Hotchiks para poderla avanzar, falleciendo en el hospital cuando se trataba de salvarle la vida; asimismo recibió una herida en la mano Moisés García. También se distinguieron peleando en el mismo punto, Mariano B. Reina y Mariano Sánchez, el primero quedó muerto en ese lugar, el segundo gravemente herido falleció en el hospital.
Frente a una casa de altos donde se sucedieron estos acontecimientos, vivía don Federico Kock, comerciante conocido en la ciudad, quien al ver el arrojo de aquella juventud, salió a la calle a brindarles una botella de cognac.
En la Loma de los Arango había otra sección gobiernista que fue completamente aniquilada, siendo enterrados allí todos aquellos soldados que murieron en esa acción.
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Un cañón de los que avanzaron frente al cuartel de artilleria
La columna revolucionaria, dirigiéndose al Palacio municipal, después de haber entrado triunfante a la ciudad. A la cabeza, los triunviros: Aguilar, Morales y Fuentes Barrios.
                                       LA RENDICION DEL COMANDANTE OZAETA
 MERECE capítulo aparte la relación de este suceso. El comandante Julián Ozaeta quedó como jefe de las fuerzas del gobierno, pues ya relataremos cómo el cobarde de Roque Morales abandonó su puesto. En todas las bocacalles cercanas al Cuartel de artillería se mandaron construir trincheras, donde habían soldados haciendo fuego. Por el lado norte del cuartel y sobre el hospital avanzó la columna revolucionaria en la cual iba a la cabeza el general Fuentes Barrios; penetrando por el callejón del Instituto de varones. En el campanario de la iglesia de San Juan de Dios y la de San Nicolás, habían francotiradores gobiernistas que hacían blancos certeros en las fuerzas revolucionarias, pero al fin fueron desalojados de esas posiciones y entonces el comandante Ozaeta, después de sostener su puesto durante veinticuatro horas de incesante fuego y cuando ya solamente quedaba a su lado su fiel asistente, estando herido en la cabeza, dispuso rendirse. La orden que había dado el general Fuentes Barrios al subteniente Lázaro Pisquiy para que fuera a provocar un incendio, penetrando por el interior del Hospital, hubo de suspenderse y al entrar victoriosas las fuerzas revolucionarias, el valiente y aguerrido comandante Ozaeta dijo al general Fuentes Barrios lo siguiente: "Señores: he cumplido con mi deber; aquí está mi espada, qué, plaza quieren que vaya a tomar". Este gesto heroico de aquel valiente militar lo quiso premiar Fuentes Barrios, diciéndole que montara su caballo y lo acompañara, que su vida quedaba garantizada.
El general Fuentes Barrios a la cabeza de las tropas vencedoras, avanzó por la calle de San Nicolás, para dirigirse al Palacio municipal donde El Ayuntamiento los esperaba para celebrar el triunfo.
Al pasar por la casa del doctor J. Antonio López, yendo entre la columna los coroneles J. Encarnación Juárez, José María Lima y otros más, el ingeniero Carlos Vela, quizá en un momento de exaltación patriótica y tal vez queriendo vengar la sangre derramada por el pueblo quezalteco, le hace un disparo al comandante Ozaeta, pero con tan mala puntería, que la bala hizo blanco en la sien izquierda del hermano de Fuentes Barrios, capitán Francisco Martínez, cayendo éste muerto instantáneamente de la mula que montaba. Al darse cuenta el mencionado Vela de su grave error, se arrojó de la bestia donde cabalgaba e intentó suicidarse, pero Fuentes Barrios
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 que inmediatamente se dio cuenta de lo que había acontecido, evitó oportunamente sus intenciones, logrando calmar el ánimo de aquel soldado revolucionario, ya que se trataba de algo puramente casual.
Pero la muerte del comandante Ozaeta estaba escrita y según me relata el amigo Tomás Vásquez R., que actuaba al servicio de los jefes revolucionarios cuando ya todos estaban reunidos en el interior del Palacio municipal, recibió orden del licenciado don Feliciano Aguilar, para que pasara al cuarto donde se había alojado al comandante Ozaeta, bajo la custodia de Manuel Díaz Villagrán y Manuel Alvarado, y efectuar un registro minucioso a su persona, pues podía tener en su poder algún documento de importancia. Vásquez cumplió su misión, encontrándole únicamente en sus bolsillos un reloj de oro y una cartera sin papeles, por lo que inmediatamente recibió orden de devolvérselos.
Por la confusión de aquellos momentos y en un descuido de los jefes revolucionarios, el infortunado comandante Ozaeta es sacado del cuarto donde se le custodiaba y conducido a un lugar cercano a los mingitorios, allí lo sentaron sobre un promontorio de piedras que había y lo sacrificaron impunemente. En la primera descarga queda con vida aún, y con toda entereza se quiere sostener en pie a pesar de la sangre que le manaba de sus primeras heridas, y así recibe la segunda descarga que lo desploma en una muerte injusta y cobarde que se diera a este valiente que no causó ningún daño al pueblo quezalteco, pues el deber de militar lo obligó a defender su puesto con toda lealtad, sin extralimitarse an sus funciones.
                                                       MUERTE DE DOS POLICIAS
Un grupo de revolucionarios encontró frente al mesón La Reforma, calzada de La Ciénaga, a un exagente de la policía que tenía cuentas pendientes con el pueblo por su mal comportamiento, llamado Encarnación Escobar, quien al. ver a este grupo quiso ponerse en salvo, pero al tratar de saltar la pared de la casa del obrero Pablo González R., lo alcanzaron y le dieron muerte a garrotazos.
Este mismo día fue muerto por elementos de la revolución, otro agente de la policía de apellido Valderramos; dos más del grupo de esbirros gobiernistas que logró el pueblo darles el castigo merecido.
                                                       LA REVOLUCION SE IMPONE
El día 15 la Junta patriótica lanza su memorable manifiesto al pueblo de Guatemala, que dice:
MANIFIESTO LANZADO POR LA JUNTA REVOLUCIONARIA
 Guatemaltecos:
Los desmanes de la administración del general José María Reyna Barrios nos obligan a apelar al recurso extremo de las 1asarmas, para buscar con ellas nuestras propias garantía y las de
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todo el pueblo guatemalteco: garantías que nos han sido negadas, porque bajo ese régimen que se dice constituido, se atenta contra la vida de honorables ciudadanos, se arrebata la propiedad ajena, se impide la libre locomoción y se mantiene al hombre en la oprobiosa necesidad de sujetarse a los caprichos de un solo mandarín.
Estamos en movimiento de suprema prueba: la del sacrificio por el bien común.
  Mucha sangre y mucho duelo ha dejado tras de sí la ocupación de esta ciudad, por la obstinada resistencia que opuso el servilismo a la voluntad espontánea de todos los habitantes; pero ello mismo da a comprender la pujanza de las iras populares y la seguridad del triunfo.
No abandonemos la obra comprada a tan caro precio, prosigamos con valor y entonces veremos ejemplos de moralidad y de rectitud en el porvenir.
Toda revolución en los países latinos, con raras excepciones, lleva en sí la alteración brusca de la propiedad por las expropiaciones; la intranquilidad en los hogares por los abusos en las personas; y el temor consiguiente a la incertidumbre en cuanto a la honradez de los Jefes revolucionarios.   
Pero por fortuna y para que mejor se comprendan los nobles propósitos de, la revolución, no hay hasta ahora un desorden que reparar, ni un abuso que reprimir.
La revolución del 7 de septiembre tiene solamente el deseo de salvar al pueblo de una tiranía que lo envilece y lo degrada; quiere sacarlo de esa escuela de corrupción que mantienen los gobernantes ambiciosos que todo lo pretenden para sí; y ponerlo a la altura de ser libre, consciente y soberano.
Y muestra de estos móviles sagrados es la conducta que observa el ejército revolucionario;  garantía para todos, respeto para la propiedad, inviolabilidad de la persona.
Con estas bases, y con la cooperación de los buenos patriotas, el restablecimiento del orden público será un hecho dentro de pocos días, concluida la obra de la regeneración emprendida, vamos todos a la lucha; que no baya un solo soldado en toda la república que no responda a la voz del patriotismo, llevando con el estampido de los cañones nuestra voz de aliento, para que mañana nadie tenga derecho de increparnos por nuestra indolencia y por nuestra complicidad en los grandes y repetidos delitos de lesa patria Perpetrados por el gobernante actual.
¡Corramos guatemaltecos al campo del honor nacional! ¡Corramos a probar que nuestra bravura y nuestra dignidad no consienten humillaciones, ni se dejan deprimir! En ese terreno encontraréis siempre a vuestros compañeros y amigos.
Quezaltenango, 15 de septiembre de 1897.
Feliciano Aguilar,
Presidente de la Asamplea legislativa.
Daniel Fuentes Barrios.    Coronel Próspero Morales.

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 LA MUNICIPALIDAD DE QUEZALTENANGO DESCONOCE EL GOBIERNO QUE PRESIDE EL GENERAL JOSE MARIA REYNA BARRIOS Y LANZA ESTE MANIFIESTO:
        La Municipalidad de Quezaltenango, tomando en consideración que el gobierno del general Reyna Barrios ha tratado de deprimir al país disolviendo al Poder legislativo, encarcelando a los representantes del pueblo, formando a su antojo la Asamblea constituyente para poder de esa manera, usurpar por cuatro años más la presidencia de la república, contra la voluntad de los pueblos,
      CONSIDERANDO: que el mismo general Reyna Barriose a quien en mala hora se creyó liberal, por medio de sus esbirros Roque Morales y compañeros perpetró en esta ciudad, muchos asesinatos, entre los cuales se encuentran los cometidos en la persona del presidente del Ayuntamiento, licenciado don Sinforoso Aguilar y en la del distinguido y progresista ciudadano, don Juan Aparicio, hijo, cuyos actos de barbarie solamente habían tenido lugar en esta misma ciudad, el año 1840.
         CONSIDERANDO: por último, que el 7 del presente mes se inició en la ciudad de San Marcos la simpática revolución, encabezada por los defensores de nuestra Constitución, licenciado don Feliciano Aguilar, general don Daniel Fuentes Barrios y coronel den Próspero Morales, cuyas personas por sus limpios antecedentesy por su amor al pueblo, son una garantía para todos, sin distinción de clases ni posición social.
                                         POR TANTO:
Por unanimidad de votos, Acuerda:
1"—Por sí y en representación de todos los habitantes de esta cabecera y de sus aldeas, desconocer al tiránico gobierno de don José María Reyna Barrios.
29—Se adhiere en todas sus partes al programa lanzado por la Junta revolucionaria en la ciudad de San Marcos, el 7 de septiembre del corriente año.
39—Protesta enérgicamente contra el asesinato cometido por el gobierno que hoy se desconoce, en la persona del Alcalde 1ero de esta ciudad, licenciado don Sinforoso Aguilar, lo mismo que contra todos los actos de salvajismo ejecutados en esta ciudad, por Roque Morales con autorización y por orden del traidor José María Reyna Barrios.
Dado en el salón de sesiones de la Municipalidad de Quezaltenango, a los quince días del mes de septiembre de mil ochocientos noventa y siete.
 J. Mariano Molina, Alcalde 19; J. Antonio Castillo, Alcal(le 2°; Pedro de León L., Síndico 19; J. Filiberto López C., Síndico 2,', Regidores: Pío Morales, Moisés J. García, Leonardo Juárez Reina, Pablo González R., J. Joaquín Díaz, G. López, h., Angel Díaz, Valentías Mateo. Alcalde 3% Santiago Coyoy L.; Regidores: Manuel Heletzuy, Estanislao Coyoy, Miguel Mumotie, Camilo Cortés, Anto«iáo Ixaraguá, León Sacalxot, Félix Tzum, Sotero Chávez, Gabriel Cojulún, secretario
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 Soldados revolucionarios, vecinos prominentes y pueblo quezalteco conduciendo sobre unas tablas, los cadáveres de los patriotastas licenciado Sinforoso Aguilar y Juan Aparicio   hijo para tributarle los honores que corresponden, en el salón de honor del Palacio municipal.
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La escolta d ebander de los revolucionarios, dirigiéndose  al Palacio Municipal , por la calle real de San Nicolás.
Frente al grupo que lleva la bandera, es el lugar donde fue muerto el célebre Pioquinto Alvarad.
                                                             EN EL PUENTE DE PATIO DE BOLAS

  EN ESTE histórico lugar se habían parapetado los revolucionarios, quienes estaban al mando del general Joaquín López, capitán J. Antonio Aguilar, comandante Rafael Narciso Porres y capitán Saturnino Pleités, este último, a quien podría comparársele, sin hipérbole de ninguna clase, con Leónidas, aquel general cartaginés defendiendo el Paso de las Termópilas; la defensa del puente de Patio de Bolas, es una hermosa página que debe grabarse con letras de oro en los anales de nuestra historia.
El capitán Saturnino Pleités, valiente defensor de los ideales sustentados por la revolución de 1897, demostró con su arrojo, su valor y patriotismo, que en occidente habían hombres y militares de verdad, émulos de Cambronne, aquel que defendió el último cuadro de la batalla de Waterloo.
Fue una lucha encarnizada, pues se juntaron combatiendo dos aguerridos militares: Saturnino Pleités y Silverio Contreras, quienes manejaban tan admirablemente sus piezas de artillería que en un tiro simultáneo se embalaron ambas piezas. Por último, el capitán Pleités, herido gravemente en el estómago, se cubre con la bandera y dispara el último cartucho que le causó una herida en el pie a Contreras, por lo que aquél quedó inválido para siempre.
Los restos de tan valiente defensor de la libertad, yacen en un humilde nicho en el Cementerio de Quezaltenango, atrás de la capilla del Calvario. Así duerme el sueño eterno este soldado de la idea y de la acción. Su actitud debiera ser motivo de enseñanza para el porvenir y que los jóvenes del mañana tomen como sano ejemplo el comportamiento y arrojo de este militar, para defender los derechos ciudadanos.
El representante diplomático de la república de Francia en Guatemala, escribió un opúsculo valioso enalteciendo las dotes de este valiente militar, en aquella fecha.
                                    TIBURCIO MOLINA ATACA LA REVOLUCION
       En Calel operaba el coronel Rosendo Auyón contra las fuerzas huehuetecas superiores en número y que venían al mando del coronel Tiburcio Molina, por lo que tuvo que reconcentrarse a la plaza de Quezaltenango. En Sija los gobiernistas sacrificaron inhumanamente al joven bachiller Reginaldo Argueta.
                                                        FUSILAN OTROS PATRIOTAS
       En Huehuetenango fueron sacrificados los valientes revolucionarios marquenses: licenciado Marcelo de León y Rutilo Maldonado, quienes habían llegado a esa ciudad, con el objeto de preparar los ánimos de algunos elementos que tenían ofrecido colaborar con la revolución, pero desgraciadamente no lograron su objetivo, siendo capturados y fusilados de orden del dictador Reyna Barrios.
                                              SE TOMARON EL PUERTO DE OCOS
        Ignacio Maldonado y Francisco Porras, dos valientes que actuaban en las filas revolucionarias, se apoderaron del puerto de Ocós, pero luego fueron vencidos por mayores fuerzas gobiernistas y fusilados en aquel lugar. Sus cadáveres quedaron en las playas del puerto, pero al crecer la marea, las olas enfurecidas los arrastraron mar adentro.
¡Qué mejor tumba que el mar!
                                EN COLOMBA Y COATEPEQUE
Las plazas de Colomba y Coatepeque, fueron tomadas por los comandantes Félix Octavio Gramajo y Rafael Narciso Porres, que luego las evacuaron para dirigirse a Nuevo San Carlos; no se sabe por qué razones la columna revolucionaria estando en Vado Ancho, tuvo un encuentro con fuerzas que no se pudieron identificar. Luego reciben orden de disolverse y emprender la retirada saliendo a Concepción Chiquirichapa, donde unos inditos les advirtieron que había en el camino fuerzas del gobierno y tomando por veredas para esquivar el encuentro con aquéllas, lograron llegar a Quezaltenango donde se escondieron en unas casas por donde hoy están las torres inhalámbricas.
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                                             EL INCENDIO DE BUENA-BAJ
           La Municipalidad de Momostenango se quejó al general Fuentes Barrios, de que los vecinos de Sija habían incendiado el cantón Buena-Baj, robando y asesinando a varios vecinos indígenas de aquel lugar; se siguió la averiguación y quedó demostrado lo siguiente, según el telegrama quea continuación copiamos:
    "Sija, septiembre 27 de 1897.—A general Fuentes Barrios —Quezaltenango.—De acuerdo municipalidad se ha averiguado que los robos y asesinatos cometidos entre los indígenas de Buena-Baj, han sido los autores las fuerzas huehuetecas que estuvieron acampadas a inmediaciones de dicho lugar.(f) Florencio de León.
                                     EL BATALLON DE VOLUNTARIOS
Desde el 14 de septiembre se organizó el simpático y valiente Batallón de voluntarios, formado por elementos jóvenes, estudiantes, obreros, indígenas y profesionales. Era jefe de esta valiente legión, el entonces coronel Enrique Arís, pero por los motivos que contribuyeron a estancar el movimiento revolucionario, ya no pudieron entrar en acción, pues el día 3 de octubre cuando salieron dispuestos a tomar parte en los combates de Tierra Blanca, ya la revolución estaba perdida.
                            LA COBARDE FUGA DE ROQUE MORALES
El coronel Roque, Morales previendo el triunfo de los revolucionarios, se situó en las alturas de La Pedrera, en donde emplazó varias piezas de artillería, reforzándose con algún contingente de infantería; desde este lugar hizo poca resistencia a las fuerzas revolucionarias que avanzaban victoriosas sobre aquel punto. Uno de sus lugartenientes que se llegó por San Antonio en momentos en que la revolución se imponía, fue muerto de certero balazo que le disparó el veterano del 71 Ciriaco Alonso, con un pequeño revólver que le proporcionó en ese momento el profesor don Gabriel Arriola que ocupaba el cargo de director de la Escuela de artes, cercana al lugar de los hechos.
Cuando aquellos jefes gobiernistas, entre los que se contaba el general Socorro de León, se dieron cuenta de la situación en que se encontraban dejaron en aquel lugar unos espantajos, simulando soldados y se pusieron en salvo, tomando rumbo Almolonga-San Felipe. Llevaban cuatro soldados ,y dos mulas cargadas con cajones de plata. Así abandonó aquella plaza Roque Morales, dejando que muriera en su puesto únicamente, como militar de honor, el comandante Ozaeta.
De las fuerzas revolucionarias, en esta acción solamente murió Pedro Mérida, oriundo de Tejutla.
               BANDOS REVOLUCIONARIOS
         El 17 de septiembre, el comandante de armas, coronel Juan B. Enríquez, hace publicar un bando, con el objeto de que todos los que tuvieran armas en su poder, las entregaran a las autoridades y que, como varios individuos se habían dado a la tarea de propalar noticias falsas contra el movimiento revolucionario, lo que demostraba que aun había brotes de servilismo en algunos elementos del pueblo, éstos al ser aprehendidos, serían juzgados como traidores a la revolución y pasados por las armas. Se publicó otro bando .dando cuenta al pueblo de que los valientes comandantes Félix Octavio Grarnajo y Rafael Narciso Porres,    tomado la plaza de Colomba.
      No cabe duda que Fuentes Barrios operaba bajo un premeditado plan de traición a los hombres que le confiaron el mando supremo de esta épica jornada libertaria. El capitán Augusto Rodríguez, llevando como ayudante al teniente Felipe Yancos, recibió orden de Fuentes Barrios para organizar el Cuartel de artillería. dado el desbarajuste en que quedara cuando triunfó la revolución; se hizo la reorganización urgente que el caso requería y pronto estuvieron listos los pocos elementos con que se contaba para cualquier emergencia.
   De Patio de Bolas llega el comandante Rafael Narciso Porres, de parte de los revolucionarios a solicitar otra pieza de artillería para defender aquel punto donde se estaba combatiendo en las mismas circunstancias que en Tierra Blanca. El capitán Rodríguez equipa nuevamente otra pieza y se la entrega al comandante Porres, ya lista para actuar; pero al llegar al Palacio municipal y solicitar la orden de pase de Fuentes Barrios, éste da orden de que se reconcentre al interior del citado Palacio dicha pieza; que se la entregue con parque distinto al que debería haber llevado, por lo que al llegar a Patio de Bolas se enteraron de que les era inútil.
   Los dos jefes del triunvirato revolucionario, licenciado Aguilar y coronel Próspero Morales, nada dicen a este respecto y se conforman con permanecer como simples espectadores, a pesar de que se están dando cuenta de la actitud asumida por Fuentes Barrios.
comandantes mandantes Julio Godínez, de línea y Rafael Narciso Porres, politécnico, con las piezas que capturaron a los gobiernistas, haciendo fuego sobre La Pedrera, donde eslaba parapetado Roque Morales. Se notan los estragos del incendio en el local que ocupaban los juzgados de instancia.
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Alegre vivac de los revolucionarios frente a la pequeña torre, que tiempo después se convirtió en el monumento glorificador a Centroamérica y que la mezquindad del dictador Ubico mandó destruir
                                  DESPUÉS DE LARGA ESPERA, SE ORDENA
                                 EL ATAQUE A LA PLAZA DE TOTONICAPAN.DESPUES de una espera que nadie quiso sospechar como injustificada, pero que a un espíritu observador y desconfiado le hubiera intrigado; casi a los quince días de tomada la plaza de Quezaltenango, Fuentes Barrios ordena el ataque sobre la plaza de Totonicapán. El jefe político de este departamento era don José Rodríguez, quien no contaba con suficientes elementos para defenderse, por lo que el mismo día 14 pudo haberse intentado el ataque, con la seguridad que aquel jefe militar se hubiera rendido a la revolución.
No se sabe el motivo por qué los totonicapenses no desplegaron alguna actividad para tomarse ellos la plaza o por lo menos intentarlo, para ganar tiempo y haber obligado a Fuentes Barrios que las fuerzas revolucionarias colaboraran para obtener el triunfo y así haber marchado con refuerzo de elementos de tropa suficientes, sobre Sololá, Quiché y luego sobre Chimaltenango. Entiendo que con este proceder se dejó de colaborar al efectivo triunfo de la revolución sobre estos importantes sectores de occidente y parte del centro del país; pues cuando los poderes del Estado conculcan las leyes y los derechos ciudadanos, el derecho de rebelión se impone para derrocar a los tiranos y este sagrado derecho debe saber escribirse con letras de oro y sangre en todas las Constituciones de la tierra.
Fueron como jefes de las fuerzas revolucionarias a conquistar la inexpugnable fortaleza natural de Tierra Blanca, el licenciado Feliciano Aguilar, coronel José María Lima, comandante Víctor López R. y el coronel José Barrios.
Cuando la columna revolucionaria intentó avanzar sobre la plaza de Totonicapán, era ya demasiado tarde, pues el gobierno había tenido tiempo para hacer llegar suficientes fuerzas para su defensa, cuyo contingente llegaba a DIEZ MIL HOMBRES, contra un puñado de valientes patriotas.
La artillería revolucionaria ocupaba posiciones ventajosísimas, haciendo disparos tan certeros que desmoralizaron a los gobiernistas, al grado que una granada disparada por la pieza de artillería a cargo del coronel Barrios, explotó en el propio despacho del jefe político de Totonicapán, salvándose aquél milagrosamente de la muerte, pues minutos antes había salido de aquella oficina.
"Fue en la madrugada del primero de octubre de 1897, si mal no recuerdo, cuando el grueso de la artillería al mando del general Mendizábal nos dirigió un inesperado saludo de granadas, que cayeron en distintas direcciones de nuestro campamento, en las alturas de Tierra Blanca, sin hacernos daños de mayor consideración; el entonces coronel José María Lima, jefe de la fuerza en aquel sector de la revolución, nos hace salir precipitadamente a ocupar las posiciones, desde donde la infantería nuestra dominaba perfectamente al enemigo que en considerable número se desbordaba sobre la calzada que del templo del Calvario de Totonicapán une las alturas de "Tierra Blanca".
"Al amparo de la artillería, aquella fuerza al mando del General García León iba avanzando, y no fue sino después de cuatro horas de nutrido combate que logramos replegarla a sus conocidas trincheras.
"Después de la natural fatiga de estas refriegas a que el estudiante recluta no está acostumbrado, el Coronel Lima nos notifica retirarnos al campamento, dejando las avanzadas de costumbre encomendadas a los valientes sijeños, que con nosotros compartían aquellos días de lucha, de zozobra e incertidumbre; de incertidumbre, porque no nos explicábamos el porqué de aquella larga espera, cuando repetidas veces se preparó el ataque a la Plaza de Totonicapán y otras tantas amanecíamos en las mismas posiciones. Así habíamos perdido un tiempo precioso, casi dos semanas; no obstante, en uno de nuestros nutridos ataques, ya el General García León había ordenado la desocupación de la Plaza de Totonicapán y parte del tren de guerra había tomado camino para El Quiché; pero la idea, era, según se nos refirió, esperar que en aquella Plaza se concentraran todas las fuerzas del Gobierno, para darles allí un golpe, tal vez el único. Este fue el error mayúsculo, puesto que no contábamos con artillería suficiente para poder llevar a cabo un bombardeo como se necesitaba para tal ataque, ni era lógico que una revolución se estacionara en la forma en que lo hizo. Si se hubiera ordenado el avance rápido sobre las plazas del Quiché, Sololá, Chimaltenango, etc., el triunfo habría sido seguro; pues en aquellos días las fuerzas orientales todavía se hallaban distraídas, combatiendo los últimos restos de la revolución que en la parte Oriental había levantado el profesor don José León Castillo; pero se dió tiempo a que el Gobierno pudiera trasladar las mismas fuerzas a combatirnos y así fue como el día del ataque general se nos echó encima más de diez mil hombres, contra unos trescientos a lo sumo, entre sijeños, retaltecos y estudiantes que defendíamos a últimas horas las alturas de "Tierra Blanca". No se nos enviaron refuerzos y cuando el Coronel Enrique Arís desplegaba su fuerza (el batallón de voluntarios) en las alturas de Salcajá, todo era perdido y a instancias del Coronel Lima hubo de volver a Quezaltenango para no sacrificar inútilmente la sangre de aquella bizarra juventud.
"Aquella mañana, repito, se nos dió una desagradable sorpresa; pues con la llegada de la artillería a Totonicapán perdíamos
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la esperanza de un triunfo seguro de volver a atacar dicha Plaza de parte de la revolución.,
"El Coronel Lima parecía muy contrariado y en los momentos en que se me hacía montar guardia de centinela, en la pieza que servía de albergue al telegrafista, dicho Coronel se recostó sobre el tarimón que le servía de cama y parecía meditar sobre lo grave de nuestra situación. Súbitos disparos de artillería lo hicieron levantarse y salir precipitadamente al corredor cuando, segundos después, una granada enemiga entrando por el patio hizo explosión sobre la tarima donde pocos instantes hacía se hallaba recostado; el cuarto se oscureció y fragmentos de la granada volaron sobre nuestras cabezas, saliendo el telegrafista con el aparato en la mano y dirigiéndose rápidamente a una segunda casa que se hallaba media cuadra hacia adentro del camino; quise seguirlo, pero Lima me hace alto diciéndome: "Ud. regrese porque si abandona su puesto será fusilado", ante tal requerimiento hube de regresar y de esperar allí otras granadas, pues suponía que habían puestó la puntería sobre la casa que servía de albergue a los pabellones de campaña; los tiros de artillería se sucedieron unos detrás de otros en distintas direcciones, sin que en aquel sitio cayera otra, afortunadamente.
"Cuando se calmaron los fuegos enemigos, serían las diez de la mañana, y al relevárseme de centinela fuí llamado por el Coronel Lima para ir a Quezaltenango a cumplir una urgente comisión: "ensille ese machito—me dijo—y lleve esta nota al Coronel Próspero Morales, tiene que entregarle una pieza de artillería que aquí necesitamos y vuelva pronto".
"Salí lo más ligero posible llegando a Quezaltenango cerca de la una de la tarde.
"Me dirigí al Palacio y ya en el interior desmonté y me encaminé al piso alto donde se hallaban las oficinas.
"En el primer salón inmediato a las gradas estaba el despacho del Coronel Morales; allí se encontraba rodeado de varios militares y civiles que formaban su Estado Mayor. Entregué la nota en sus propias manos. Al leerla se quedó un tanto meditativo, enseñósela a don Feliciano Aguilar y después de breve conversación, un ayudante me acompañó hacia la plaza donde se hallaban dos piezas de artillería apostadas a los lados de la torre y de un antiguo portal ya extinguido. El ayudante transmitió la orden; momentos después marchábamos con la pieza camino del frente; pero al pasar por el costado sur del Palacio, frente al edificio que ocupaba entonces el telégrafo, ví asomarse en.el balcón del segundo piso a un militar que nos hacía alto: era el General Fuentes Barrios, que nos interrogaba para dónde nos dirigíamos.
  Vamos a Tierra Blanca —le dije—"
¿Y de orden de quién?—me repitió.
 —Del Coronel Morales, le contesté.
 "REGRESE ESA PIEZA A SU PUESTO, INMEDIATAMENTE", fueron sus palabras. Contrariado por aquella inesperada orden, resolví comunicarle lo que había pasado al Coronel Morales, quien, sin darme explicaciones y más contrariado aún me recogió la nota que se me había dado.
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Mi desilusión fue tremenda, pues no me explicaba todo aquello, y retirándome—con el propósito de descansar algunas horas—fuí a alojarme a la Escuela de Artes y Oficios de la cual era Director el Br. don Gabriel Arriola P., a quien momentos después encontré en la calle y me hizo algunas observaciones sobre la verdadera situación.
"Determiné quedarme esa noche en la ciudad para marchar el día siguiente de madrugada; pero al Coronel Lima ha de haber causado extrañeza mi demora cuando me puso un telegrama que recibí como a las siete de la noche. En él me decía: "Si no se presenta hoy mismo, se le juzgará como desertor en campaña". Enseñé el telegrama a algunos amigos y me dijeron, "eso quiere decir que te fusilarán"; pero yo tenía confianza en la deferencia con que siempre me distinguió el Coronel Lima, y más que todo, sabía que al referirle lo que había ocurrido, mi demora estaría justificada: pues aun conservaba la esperanza de que don Próspero me llamara para entregarme la pieza de artillería; PUES SOPONIA QUE ALGUNAS GESTIONES HARIA ANTE EL JEFE DE LA REVOLUCION.
"Aquella noche estuve en el parque, había concierto, y mis compañeros del batallón de voluntarios paseaban contentos, mientras yo pensaba en mis camaradas de la escolta de banderas, y hacía ligera comparación entre los que allí permanecían y nosotros que estábamos soportando todas las vicisitudes del frente.
"Al día siguiente muy temprano, llegué al campamento y referí al Coronel Lima lo que había ocurrido. Esto lo contrarió demasiado, pero reprimiendo su disgusto, lo vi irse por las trincheras, a revisar el campo.
"Mis compañeros meditaban sobre lo grave de la situación: sobraba heroísmo, amor a la causa de la revolución; desprendimiento de la vida; pero los esfuerzos sobrehumanos de nada servirían ante un ejército cien veces superior en número y en elementos de guerra.
"Y así fue cómo el día del ataque general, arrollados en el frente y los flancos por la numerosa infantería y el incesante fuego de la artillería, la mayor parte de mis compañeros fueron hechos prisioneros, tirando en sus propias trincheras; héroes capturados en sus puestos, menos afortunados que nosotros que pudimos salvar el camino, cuando al vernos ya abrumados por el número, a pocos pasos del enemigo, el Coronel Lima, montado en su briosa mula, nos dice: "muchachos, todo es inútil, sálvense como puedan"...
"Cinco estudiantes de aquel sector que quedaban en el propio camino fuimos los únicos que pudimos escapar, pues el enemigo, cauteloso avanzaba; y si hubiera querido, fácilmente nos da alcance. Pero cierto temor, cierta desconfianza que siempre se tiene a los revolucionarios, los hizo, sin duda, detenerse en nuestro campamento, mientras al abrigo de las milperías desaparecíamos con dirección a Quezaltenango.
"Al llegar a la ciudad silenciosa, teatro de tanta tragedia, ya desocupada por la revolución, cuya paz desconsoladora semejaba la paz de un cementerio, cuyas calles—días antes—habían quedado sembradas de cadáveres, nos dolimos de tanto inútil sacrificio, de tanta sangre derramada de jefes prestigiados, obreros conocidos y colegas estudiantes que habían ofrendado su vida en la persecución de un ideal, el ideal soñado de la juventud, el ideal de la libertad, que siempre seguirá siendo nada más que un ideal.. .
Jacinto Córdoba Gonzá1ez."
 
DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA
LA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897 EN OCCIDENTE 
J.LIZARDO DIAZ O.
Publicado en 1946
Los hermanos: Coronel Ciriaco Rodas, Higinio y José, que desde la finca El Patrocinio, al frente de un puñado de valientes revolucionarios y con las pocas armas que les avanzaron a los gobiernistas en la plaza de El Palmar, contuvieron bizarramente, el primer empuje de las fuerzas al mando del coronel J. Claro Chajón, superiores en número, y que por esa razón fueron derrotados.
La forma hábil con que le hicieron frente al ejército enemigo, fue empleando bombas de cohetero, que tiraban a larga distancia entre la montaña, haciendo creer que contaban con artillería.
Después de vencer muchas dificultades, lograron salvar la frontera, pues la cabeza de estos patriotas se puso a precio por el gobierno de Reyna Barrios.
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Otro aspecto de los mismos revolucionarios, y pueblo reunido frente al Palacio municipal. Se ven varias cabezas de ganado proporcionado por algunos vecinos, para el rancho de la tropa.
 Algunos jefes y soldados, frente a la casa que después se convirtió en el elegante Pasaje Enríquez.
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                                                        EN EL CERRO DE ORO
LOS COMPONENTES de la escolta de bandera, en la cual iba a la cabeza Miguelito T. Alvarado y entre los que se encontraba el inolvidable "Moxco" Amézquita, bajito de estatura pero muy grande por su valor y temeridad, así como por su inteligencia, estaban posesionados del lugar llamado Cerro de Oro, cuando ya las demás fuerzas revolucionarias se habían replegado á la plaza de Quezaltenango. Era un grupo de jóvenes y valientes estudiantes que no pasaban de 20 años, y aunque escasos en número, hicieron una resistencia heroica, siendo copados por numerosas fuerzas gobiernistas. Fueron conducidos presos a Totonicapán y estaban sentenciados a la pena capital; pero por atender asuntos de mayor importancia para el gobierno, esta ejecución se había pospuesto.
                                              ¡A LA JUVENTUD NO SE LE FUSILA!
     Fue nombrado mayor de plaza de Totonicapán, el entonces comandante José Félix Flores. La afligida madre de Miguelito, doña María de Alvarado, que se encontraba en Totonicapán, estuvo gestionando su libertad y la de otros compañeros de aquel patriota, pero con muy mala suerte. Requirió la ayuda de su pariente, el coronel y arqueólogo Manuel María Elgueta, que tenía muy buenas relaciones con el gobierno de Reyna Barrios, pero aquél no quiso hacer nada en favor de los jóvenes revolucionarios. Doña María llegó en su dolor casi a la locura, pues en su casa habían colocados en el corredor varios cuadros de paisajes y ante ellos se arrodillaba, en la creencia que eran imágenes de su devoción a quienes oraba por la vida de su hijo. Alguien compadecido de esa justa desesperación, le dió el consejo de que fuera a ver al comandante Flores, que sin duda este militar la atendería.
   Efectivamente, doña María llegó suplicante ante aquel hombre, que entonces estaba joven y lleno de vida y le contestó, ante las frases de súplica que le dirigiera: "Señora: pierda cuidado, su hijo y los demás compañeros que guardan prisión y sentenciados a muerte, en estos momentos ordeno que pasen de las bartolinas al "cuarto de banderas" y les garantizo la vida, A LA JUVENTUD NO SE LE FUSILA!"
Aquella afligida madre salió hondamente agradecida de aquel militar que olvidando sus deberes anteponía los dictados de
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  su corazón. Un rasgo que deseáramos que muchos otros hombres con mando hubieran adoptado para salvar la vida de muchos patriotas que han sido sacrificados sin misericordia.
   Miguelito y sus compañeros fueron dados en libertad y entonces el comandante Flores, que estaba en la plenitud de su vida y lleno de energías, "se pasó de la medida", tomando muchas copas de licor por aquel acto y no sé por qué circunstancia, hubo de flagelar a varios soldados de la guarnición. El teniente de esta escolta, procedió contra su jefe y lo mandó poner en "cepo de campaña". Había qué ver al comandante Flores bramando de coraje, con varias armas y en cuclillas. Dicen que les gritaba a los soldados: "Hijos de la gran.. ., pongan más armas ... para eso soy militar que no se raja!"
  El gobierno de Reyna Barrios, tan pronto tuvo noticias de estos sucesos, ordenó la destitución del mayor de plaza, comandante José Félix Flores, pero aquel hombre había salvado la vida de otros que con el tiempo, fueron orgullo de la patria.
   Tiempo después, Carlos Raúl, hermano de Miguelito, nombró padrino de su primogénito Oscar al entonces general Flores, en gratitud de aquel acto de humanidad.
  El general Flores, en compañía de un hijo y varios subalternos, cuando lo conducían preso para la capital, a la caída del gobierno de Estrada Cabrera el año 20, fue asesinado en Patulul.
              SUPLEMENTO al número 100.—Tomo XXXV de "El Guatemalteco", Diario oficial de la República de Guatemala, en la América Central.—Guatemala, viernes 17 de septiembre de 1897.—E1 gobierno, por medio de su órgano oficial, cumple con el deber de poner en conocimiento del público, los sucesos que hasta hoy han tenido lugar con motivo de la rebelión que estalló en San Marcos y de que se dió cuenta con fecha 11 del que rige.—Sorprendida que fue la guarnición de aquella cabecera departamental, los cabecillas don Daniel Fuentes y don Próspero Morales, con la gente de que han podido disponer y que se ha prestado para alterar el orden público, se dirigieron al departamento de Quezaltenango y lograron sorprender la pequeña guarnición de San Juan Ostuncalco, no sin que ésta les hiciera una resistencia heroica que es digna de aplauso general.—Situados los revolucionarios en ese municipio, permanecieron en él amenazando la plaza de Quezaltenango, y resolvieron atacarla el lunes 13 de los corrientes, comenzando a las 11 y media a. m. la lucha que habían de emprender con las fuerzas de la artillería e infantería que estaban preparadas a la defensa de la plaza mencionada.—El combate empeñado se prolongó por todo el día, y aun en las primeras horas de la madrugada del 14 las fuerzas que permanecieron fieles al gobierno y que llevaron el cumplimiento de su deber hasta el heroísmo, aun hacían los últimos disparos sobre las fuerzas enemigas que habían logrado vencer solamente en virtud de que la mayor parte de jefes y oficiales y tropa del mismo departamento que se habían llamado al servicio en aquellas cir-
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cunstancias para garantizar las vidas y haciendas de los habitantes de la metrópoli Altense, defeccionaron y traicionaron en mala hora en favor de la Revolución, quedando al lado del Comandante de Armas Coronel Roque Morales solamente el Cuerpo de Artillería y poco más o menos trescientos hombres de infantería con su correspondiente oficialidad, procedentes de los pueblos de Olintepeque y Sibilia, quienes comprendiendo lo que importaba el honor y la disciplina militares, y el respeto que se debe a las instituciones, y a las autoridades legítimamente establecidas en un país, no siguieron el ejemplo corruptor de aquellos que, olvidándose de todo no repararon en las fatales consecuencias que podría traer consigo el hecho de pasarse a las filas enemigas, dejando abandonada la plaza que se les había confiado a su defensa, al capricho y al dominio de una falange organizada a la sombra de la traición y deslealtad, sin precente alguno en la historia del Ejército de Guatemala, siempre valiente y siempre honrado y dispuesto siempre a defender con lealtad y consecuencia el imperio de la ley y a sostener al gobierno establecido por la voluntad de las mayorías.—Son de mucha importancia los siguientes detalles: todos los demás departamentos de la sección occidental, permanecieron fieles al gobierno y están en armas para destruir al enemigo que se encuentra reducido únicamente a la plaza de Quezaltenango; y aunque cayeron en su poder algunas piezas de artillería, éstas fueron inutilizadas antes por los valientes oficiales y soldados que supieron luchar y cumplir con su deber hasta los últimos momentos, confirmando los antecedentes hermosos del Cuerpo a que pertenecen. Con la prontitud que el tiempo y las circunstancias permiten, el gobierno ha cuidado de movilizar las fuerzas necesarias que están ya en marcha, convenientemente organizadas, armadas y equipadas para asistir al teatro de los acontecimientos que se han relacionado; combatir la revolución, sofocarla e imponer a los traidores y desleales el castigo que merecen.—Se espera que en pocos días, desaparecerá la causa de la alarma que ha cundido en todos los círculos sociales y que restablecida la paz de que por tanto tiempo ha disfrutado la República, seguirá ésta en su marcha de progreso y de cultura con más anhelo y entusiasmo, pues no puede ser de otra manera, dados la prontitud, buena voluntad y decisión con que se han prestado a empuñar las armas en defensa del orden y de las verdaderas y bien intencionadas libertades de la Patria, las fuerzas de diversas partes de la República, que según sus divisiones y movimientos combinados hasta hoy, lograrán sin duda la captura de los que se han hecho acreedores a la reprobación unánime de la sociedad.
             SUPLEMENTO a "El Guatemalteco" del martes 21 de septiembre de 1897.—Decreto No. 357.—"José María Reyna Barrios, General de División y Presidente de la República,—CONSIDERANDO:—Que el gobierno está en el ineludible deber de proveerse de los recursos necesarios para sostener al Ejército encargado de debelar la facción que en Occidente es una amenaza para la tranquilidad y el honor de la República.—POR TANTO;—En Consejo de ( 75 ]
Ministros,—DECRETA:—Artículo 1"—Se levanta un empréstito por valor nominal hasta de un millón quinientos mil pesos, que se colocará a la par, pagadero por llamamientos de un veinte por ciento (20 Jo) a favor de la Secretaría de la Guerra...—Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo: en Guatemala, a veintiuno de septiembre de mil ochocientos noventa y siete.—Cúmplase.—J. M. REYNA BARRIOS.—El Srio. de Estado en el despacho de Hacienda y Crédito Público, J. M. González.—El Srio. en el despacho de Fomento, F. García.—El Srio. en el despacho de Instrucción Pública, Mariano Cruz.—El Srio. en el despacho de Relaciones Exteriores, Jorge Muñoz.—El Srio. en el despacho de Gobernación y Justicia, M. Estrada Cabrera—El Srio. de Estado en el despacho de la Guerra, Gregorio Solares".
                                                                MANIFIESTO
            "JOSE MARIA REYNA BARRIOS, General de División y Presidente de la República de Guatemala, a los jefes, oficiales y soldados del Ejército expedicionario:—Fieles al juramento de honor que prestásteis al pie de la bandera de la Patria, habéis tomado las armas para defenderla contra los que en Occidente maquinaron su ruina y pretendieron su deshonra. Sufridos en las privaciones y en las marchas, valientes como lo acostumbráis en el campo de batalla, habéis hecho morder el polvo a la facción que con más elementos y recursos ha turbado la paz de nuestros pueblos.—Supísteis defender con heroísmo la plaza de Totonicapán acosada durante tres días por fuerzas numerosas; supisteis asaltar en la memorable jornada del 3 de octubre, las formidables posesiones de Chuicruz Tierra Blanca, Coxom Cerro de Oro, Patio de Bolas, Sija y Calel y dar en esos combates el golpe de gracia a los revolucionarios que no osaron resistir un momento más el embate de vuestro arrojo y las iras del patriotismo que os hace invencibles.—Guatemala, 23 de octubre de 1897."
                                  SAN MARCOS FELICITA AL DICTADOR
Cuando ya había sido sofocada totalmente la revolución, el gobierno nombró Alcalde 1ro. Municipal, al general Manuel Soto, de la ciudad de San Marcos, y con ese motivo, en memorable sesión pública, a la que asistieron las siguientes personas: Alcalde 2do, Franco. Mejicanos; 3ro Isidro de León; Síndico 1ro Valentías Fernández; J. M. Santiago, Pedro Antonio Reina, Mauricio C. Mazariegos, Marcos Méndez, Antonio Robles, R. Barrios Auyón, Brígido Caparra, Felipe Carrascosa, Manuel Robles, J. León Reina, J. M. Reina Andrade, Andrés Cancinos, Pablo de León, J. D. Pérez, J. Fermín Maldonado, Jerónimo Barrios O., Salvador Rodríguez C., Cecilio de León, Rafael Barrios, J. Domingo de León, Octaviano Natareno, Marcos Barrios, Ventura Morales, Manuel H. de León, Santiago Maldonado, Marcelino González, Cruz Aguilar, Cleto Maldonado, Virgilio J. Escobar, Anastasio Tobar, Rodrigo J. Barrios, Pedro C. Mata, Jeremías L. Díaz, Petronilo de León, J. D. Espinosa, Rodolfo Sánchez, Carlos del Aguila, Vicente Ferrifio, Lippmann lins, Mauricio Greditzey, Augustín Scheffer, Leonardo Muñoz, Agustín de León, Timoteo de León, Franco. Vargas, Zenaido Vela y Manuel Cardona, se dispuso, entre otras cosas, elevar protesta de adhesión al gobierno que presidía como Dictador Reyna Barrios y en el punto primero de aquella célebre junta, se decía lo siguiente:
" ... Primero.—Elevar de un modo espontáneo hacia el señor General Presidente de la República y su ilustre gabinete, la manifestación de su reconocimiento más sincero, por haber restablecido la paz en el país, de que tanto necesitamos para su mejoramiento y progreso. . . "
¡Así pagaban aquellos hombres el sacrificio de un grupo de patriotas marquenses, que unos días antes habían enarbolado la bandera de la revolución en aquella histórica plaza!
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El batallón de voluntarios frente a los portales de Anguiano. A la cabeza, el capitán politécnico Agustín Kunze; otro oficial con espada y una flamante levita (estudiante de derecho).
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Frente al Cementerio general, por donde avanzó otra de las columnas revolucionarias, sobre la Plaza de armas.
Cómo era el 97 nuestro parque La Concordia.
                 FUENTES BARRIOS A LA CABEZA DE LOS DEMAS ELEMENTOS DE LA REVOLUCION, ABANDONA LA PLAZA DE QUEZALTENANGO
            EL DIA cuatro de octubre se dispone por la Junta Patriótica o sea el triunvirato que dirigía la revolución, que se evacue  la plaza de Quezaltenango, para evitar el derramamiento de sangre consiguiente y que los vecinos de esta ciudad, sufran las consecuencias de una lucha que resultaba infructuosa, saliendo todos los revolucionarios que pudieron hacerlo desde ese día, rumbo a Tapachula (Chiapas).
  En la Plaza de armas solamente se encontraba rondando por los alrededores del Palacio municipal, el prestigiado doctor Narciso Sardá R., quien vivía entonces en Quezaltenango y se hizo encuentro con mi tío J. Domingo Díaz, que andaba en busca de sus hermanos; entonces el doctor Sardá le aconseja que se ponga en salvo porque las fuerzas del gobierno avanzaban por la Calle de Morazán, y es de suponerse que a todos los que vayan capturando, los traten como enemigos. Aquél logra quitar a un soldado una de las bestias que anticipadamente enviaba el capitán Juan P. F. Padilla, y tomando el camino de Ostuncalco, le dió alcance a la columna revolucionaria en la Cuesta del Suj, donde había hecho el primer alto para tomar "una taza de café", pero como sólo había una vendedora, no alcanzó más que para dos o tres, habiendo llegado a San Marcos sin que les fuera posible poder obtener otros alimentos, ni aun zacate para las bestias que llevaban.
La noche la pasaron sin dormir y al amanecer se dirigieron a la plaza en busca de alimentos, cuando un sargento que era el que tenía a su cargo el mando de la pequeña escolta que guarnecía la población, en estado de ebriedad, ordenó a sus soldados hacer fuego contra el grupo revolucionario. Fuentes Barrios quiso llamar la atención al subalterno, escapándose milagrosamente de que la escolta lo acribillara a tiros; pero el telegrafista Francisco Arriola, logra con mucho tacto, hacer entrar en razón al dicho sargento y convencido de cómo andaba la situación, se incorpora al grupo con sus soldados y los sigue al destierro.
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La comitiva de derrotados se divide en dos grupos: Fuentes Barrios con los suyos y el licenciado Feliciano Aguilar con otros quezaltecos, ambos grupos toman distintos caminos. En la finca El Malacate se vuelven a hacer encuentro y ordena Fuentes Barrios que no se avance, haciéndose una larga espera; al fin se dan cuenta de que lo que este jefe marrullero esperaba, era un convoy de siete mulas cargadas con plata, custodiadas por Herlindo Quezada, quien al fin llega y da parte a su jefe, que en el camino se había perdido "una mulita con todo y carga". Esta preciosa carga, pero sin la mulita apareció después en Tapachula, en las bolsas de Quezada, Francisco Arriola e Higinio Estrada; con este dinerito establecieron la famosa cantina que le llamaron Tierra Blanca, en donde se reunían los revolucionarios en sus ratos de descanso (es decir, para los que habían logrado trabajo). También el coronel José Barrios estableció otra cantina con el nombre de Siete de Septiembre. En Tapachula, cuando llegaron los emigrados, Fuentes Barrios en compañía del licenciado Joaquín Valladares, se hospedó con todo lujo y confort, en el hotel La Mascota, en donde disfrutaba de los dineros que se llevó de la ciudad de Quezaltenango; los revolucionarios solamente hicieron "las del burro del alfalfero", sin disfrutar de un solo centavo de esa fortuna, pues más les hubiera valido haciendo uso de la fuerza y el derecho que les asistía, repartirse el botín en el camino, para hacer menos dura su permanencia en el exilio.
  Después de muchos días de estar en Tapachula, el grupo emigrado fué abriendo los ojos poco a poco. . . y dándose hasta entonces cabal cuenta de la actitud que había asumido Fuentes Barrios. Se dispuso fraguar un complot para asesinarlo, pero el gobernador Cándano pudo darse cuenta de lo que se intentaba contra Fuentes Barrios y procuró la salida de este jefe, a quien se internó al centro de México; Luis Sánchez le arrancó los bigotes en un encuentro que tuvieron; Jacinto Pacheco y Mariano Lima intentaron también matarlo, pero la intervención del citado gobernador hizo fracasar estos planes como he dicho antes.
   El licenciado Mariano López Pacheco, llegó a Tapachula a reunirse con los demás emigrados y preparaban ya otra revolución, pues se tenían noticias alarmantes de que los familiares de los emigrados, eran víctimas de vejámenes por parte de los jefes de las fuerzas gobiernistas que ocupaban Quezaltenango.
Como nunca han de faltar los eternos judas de toda la vida, se le dió aviso al gobernador Manuel Cándano de lo que se estaba organizando, y éste hizo comparecer a todos los emigrados a su despacho, haciéndoles ver que si  ponían en práctica su plan, él sería destituido de su empleo en  aquella república, y por lo tanto,
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les suplicaba desistieran de sus propósitos. El delator fue el coronel Bonifacio Pardo que vivía en una casa de familia alemana, de apellido Bado.
Pardo al verse aislado de sus compañeros de infortunio, enfermó gravemente.
                                                        UN BUEN CHIAPANECO
El correo de los emigrados era Vicente Cozar, pintor, de origen mexicano que vivió muchísimos años en Quezaltenango, donde falleció hace algún tiempo, pobre y sin ningún auxilio. Este, juntamente con su esposa, hacían los viajes Tapachula-Quezaltenango, para llevar noticias y la correspondencia de los emigrados, con el pretexto de comprar artículos para aquella plaza.
Por él se supo del proceder tan correcto del general Luis García León, por lo que reinó la tranquilidad en el grupo emigrado.
Murieron en el exilio, el doctor Abel Vallejo que iba ya bastante grave y cuando emigró, convencido de que su enfermedad no tendría remedio, tomó una pócima que lo llevó a la tumba. Higinio Estrada, a consecuencia de sus continuas juergas, falleció también en el exilio.
Los enterramientos de estos revolucionarios, se hicieron en la forma acostumbrada en Guatemala, lo que ocasionó los comentarios consiguientes, pues en Tapachula eran otras las costumbres a ese respecto.
                                 EL GENERAL LUIS GARCIA LEON, DIGNO MILITAR,
                RECIBE DEL PUEBLO QUEZALTECO, HONROSA DISTINCION
Cuando las fuerzas del gobierno, que comandaba el general Luis García León, ocuparon la plaza de Quezaltenango, evacuada con anterioridad por los revolucionarios, se esperaba que fueron cumplidas las órdenes terminantes que aquel jefe traía del presidente de la república, general Reyna Barrios; pero este pundonoroso militar, consciente de sus actos, se comportó dignamente con el pueblo quezalteco, garantizando la vida y tranquilidad de sus habitantes.
  Años después ... la Municipalidad de Quezaltenango, respaldada por el pueblo con mayoría abrumadora, que es el soberano, dispuso, en señal de gratitud, sin tomar ninguna represalia como se esperaba, colocar el retrato del GENERAL LUIS GARCIA LEON, en el salón de honor del Palacio municipal, en la Galería de sus hombres ilustres, en donde figura hasta la fecha, pues militares de esa talla moral, merecen BIEN DE LA PATRIA.
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                             EXTRACTO DEL PROCESO ORIGINAL CONTRA
                                   LA MUNICIPALIDAD DE QUEZALTENANGO
Están presos:
Manuel Belezuy, Estanislao Coyoy, Juan Coyoy, Miguel Mumotic, Camilo Cortés, Antonio Ixcaraguá, León Sacalxot y Félix Tzum.
Auto-cabeza del proceso:
Quezaltenango, octubre 7 de 1897.
Señor Auditor de Guerra Específico.
P.
Sírvase usted proceder inmediatamente a seguir la sumaria del caso contra la Municipalidad de esta cabecera que firmó una acta desconociendo al gobierno y cuya acta corre insertada en el periódico denominado "Los ecos de la revolución", publicación de los rebeldes. Los nombres de dichos individuos están indicados en ella.—
           Luis García León.
Auditoría de Guerra: Quezaltenango, octubre ocho de mil ochocientos noventa y siete.
Pase al Fiscal Militar para los efectos que se expresan en el artículo 303 Cód. M. 2~ P. y 141 Cód. Civ.
           Benjamín Obregón.
En nueve del mismo, en el Cuartel de Artillería y siendo las tres p. m. se notificó a los Concejales que están presos, la providencia anterior y entendidos no firmaron. Ctfo.—Obregón.
  Fiscalía Militar: Quezaltenango, once de octubre de mil ochocientos noventa y siete.
Cúmplase y mándese continuar las diligencias del caso, actuándose con el C. Luis Domínguez que tiene hecha la protesta de ley. Arto. 142 C. M. 2"! P.
            Orellana.
Luis Domínguez.
1" declaración del reo Estanislao Coyoy: niega haber tomado parte en la revolución y su firma, pues dice que fue engañado, ignorando qué clase de documento firmó. Que estuvo escondido varios díasas y de su casa de habitación lo extrajo una escolta, llevándolo al Palacio municipal, donde se encontró con que el Alcalde sustituto del licenciado don Sinforoso Aguilar, era don J. Mariano Molina, quien le obligó a estar al lado de aquel movimiento, dando sus servicios en las comisiones que le encomendaron.
2? declaración del reo Manuel Belezuy, quien dice haberse presentado voluntariamente al jefe de las fuerzas del gobierno; que estuvo escondido varios días y de su casa, lo extrajo una escolta para llevarlo al Palacio municipal, donde el Alcalde don J. Mariano Molina, que supo que sustituía al licenciado don Sinforoso Aguilar, le obligó a prestar servicios a la revolución; que ignora qué documento firmó.
Luego siguen las declaraciones de los reos: Manuel Mumotic; León Sacalxot, Camilo Cortés, Juan Coyoy, Antonio Ixearaguá y Félix Tzum, quienes declaran en el mismo tenor que sus otros compañeros y hacen recaer toda la culpa en el Alcalde 1" Municipal, don J. Mariano Molina, a quien lo hacen responsable de haberlos obligado a firmar el acta que da origen a estas diligencias y que no saben en qué forma llegó a sustituir al difunto licenciado Aguilar, que era el Alcalde 1° cuando ellos se escondieron en sus casas.
  Fiscalía Militar: Quezaltenango, octubre catorce de mil ochocientos noventa y siete.
No habiéndose logrado hasta la fecha sino solamente la captura de los ocho Concejales que han sido interrogados, dése cuenta con las presentes diligencias a la Gobernación Militar, para que en vista de ellas resuelva lo que corresponde. Arto. 580 C. F. 2,*1 P.
Orellana.                           Luis Domínguez.
Gobernación Militar y Civil: Quezaltenango, octubre catorce de mil ochocientos noventa y siete.
    Con el mérito de lo actuado redúzcase a prisión formal por el delito de sedición a los exconcejales Estanislao Coyoy, Manuel Belezuy, Juan Coyoy, Miguel Mumotic, Antonio Ixearaguá, León Sacalxot, Félix Tzum y Camilo Cortés, dénse de este auto las copias de ley, repítanse las órdenes de captura contra los demás concejales y vuelva a la Fiscalía para su continuación. 121 y 141 Cód. Militar 2`1 parte y 67 Cód. Prs. Juds.
                           García León.                                                   Raf. Castellanos G.
                                                                      Ramírez.
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El día señalado para la vista, fue el 20 del mismo mes. Gobernación Militar y Civil: Quezaltenango, veintiocho de octubre de mil ochocientos noventa y siete.
Pasen estas diligencias a la Auditoría de Guerra, a cargo del señor Licdo. Asturias, que seguirá conociendo en el asunto hasta su fenecimiento.
García León.                                         F. F. Aguirre P.
Auditoría de Guerra: Quezaltenango, octubre veintinueve de mil ochocientos noventa y siete.
Cúmpiase notifíquese a los reos y continúe actuando como Secretario don Luis Ortigoza. Arto. 404 Cód. M. 2• P.
Asturias. J. L. Ortigoza.
Extracto de un telegrama de orden de captura:
A autoridades civiles y militares.
Ostuncalco.
Procedan Uds. a la capta. de los reos de rebelión J. Mariano Molina, J. Anto. Castillo, Pío Morales, Pedro de León L., J. Filiberto López C., Santiago Coyoy, Moisés J. García, L. Juárez Reina, Pablo González R., J. Joaquín Díaz, G. López H., Angel Díaz, Valentías Mateo. Logrados que sean remítalos con las seguridades del caso.
Luis García León.
   La Gobernación Militar y Civil, con fecha 4 de noviembre de 1897, manda tomar confesión con cargos a los reos presos; nombra Fiscal específico a Leopoldo Leal y secretario a Luis Domínguez.
La Fiscalía Militar, con fecha 8 de noviembre del mismo año, nombra defensor de los reos, al licenciado Juan S. Lara.
El 11 del mismo mes, el Fiscal específico, da cuenta con las diligencias a la Auditoría de Guerra, confirmando ser éstos castigados por el delito de sedición.
Gobernación Militar y Civil, con fecha 13 del citado mes y año, nombra Presidente del Consejo de Guerra, que debe juzgar a los reos políticos, al comandante 1ro José María Orellana.
Para vocales del Consejo en la insaculación, salieron electos el Cap. Guillermo Santiago y Juan P. F. Padilla y tenientes, Doroteo Figueredo y José M" Palomo.
El Consejo de Guerra se efectuó el día 14 del mes de noviembre del mismo año, a la" p. m.
Este consejo, después de haber deliberado y de los trámites del caso, declaró culpables del delito de sedición a los concejales que estuvieron presentes en ese acto y a los demás que aun no habian sido capturados. Imponiendo a los detenidos, la pena de dos años de prisión, conmutables en todo o en parte, a razón de dos pesos diarios.
 El licenciado Juan S. Lara, defensor de los reos, estuvo personalmente en la audiencia y leyó su defensa en favor de aquellos, que corre agregada a la causa, pidiendo su libertad, por conceptuarlos inocentes, tomando en cuenta la condición de su raza, pues sólo los Concejales indígenas fueron capturados. Pero a pesar de esto, siempre se les condenó en la forma que dejo apuntada, siendo indultados después por el presidente Estrada Cabrera.
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Momento en que el alcalde municipal, licenciado Miguel T. Alvarado, recibe de manos del señor J. Domingo Díaz y su sobrino, autor de este trabajo, el proceso original, incoado a la Municipalidad de 1897, para que se conservara entre los documentos históricos de la Comuna quezalteca. Figuran en el grupo, los señores: Miguel Rivera; regidor; licenciado Alfonso Villagrán, síndico, y Carlos Raúl Alvarado.
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La sencilla tumba donde en común, descansan en paz la mayoría de las víctimas de la revolución; soldados del gobierno y revolucionarios duermen el sueño de los justos en este lugar, donde una significativa cruz tiene la siguiente leyenda: "A los mártires de septiembre de 1897".
    La lápida de la olvidada tumba, del capitán Saturnino Pleités, que dice: '1897. Capitán Saturnino Pleités, octubre 3 de 1897".
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                             EDGAR ZOLLINGER

EN EL  AÑO 1897 don Salvador Herrera había contratado los servicios de un joven extranjero llamado Edgar Zollinger, para que trabajara en una de sus fincas, pero ignoro el motivo por lo que no llevó a efecto dicho contrato.
 Sabedor Zollinger de que la casa Aparicio tenía en occidente valiosas propiedades, marchó a Quezaltenango e inmediatamente don Juan Aparicio, hijo, le nombró segundo administrador de la finca Palmira, anexa a Santa Cecilia. Como era muy competente en trabajos de caña, pronto conquistó el aprecio y las simpatías de su patrón, al grado de que cuando llegaba a visitar aquella propiedad, lo invitaba a su mesa, pero Zollinger muy cortesmente contestaba: "que el patrón era una cosa distinta del subalterno".
Cuando el fusilamiento del señor Aparicio, Zollinger era ya el hombre de su confianza. Doña Lola, temerosa de que al llegar a Quezaltenango las fuerzas gobiernistas, tomaran alguna represalia en contra su persona, al nada más darle sepultura a su esposo, marchó a Palmira y fue Zollinger el encargado de ir personalmente a Quezaltenango, a darse cabal cuenta de cómo andaban las cosas; a su regreso le dió informe de la forma correcta en que el general Luis García León trataba al pueblo quezalteco, por lo que aquella señora dispuso regresar a esa ciudad.
Algún tiempo después, Edgar Zollinger en recuerdo a las distinciones de aprecio de que fue objeto de parte de su difunto patrón, hizo formal promesa a doña Lola, de vengar su muerte, y al efecto, partió a la capital, adonde se le giraban ciertas cantidades de dinero para que pudiera llevar una vida decorosa y alternar con los distintos elementos que aquel juzgaba necesarios para la realización de su plan.
Entre las amistades oficiales que cultivó, estaba la del ministro de gobernación, Lic. Estrada Cabrera, quien después de los acontecimientos políticos revolucionarios de occidente, marchó en misión oficial ante el gobierno de Costa Rica, según el acuerdo que transcribimos en otra página.
Estando ya en aquella república Estrada Cabrera, marchó Zollinger (sin duda por haberlo convenido con anterioridad), para, tener varias entrevistas sin temor de ser fiscalizados por parte de otras personas pero en esta misma época, se encontraba al lado de familiares pudientes en la capital tica, don Jesús Hurtado Roldán, quezalteco y conocido violinista, quien desempeñaba un cargo en la casa comercial que aquéllos tenían.
Como vivía en el mismo hotel en que se hospedaba Estrada Cabrera y Zollinger, pudo enterarse de que en el cuarto del primero con quien cultivaba buena amistad sostenían largas y sospechosas conversaciones. Muy pronto regresó Zollinger a Guatemala y luego Estrada Cabrera.
                                                                       EL OCHO FATIDICO
 EDGAR ZOLLINGER había logrado entablar íntima amistad con una de las amantes del presidente Reyna Barrios, Josefina de la Roca, quien se prestó para que aquél llevara a cabo la venganza prometida. En efecto, el 8 de febrero de 1898, le hizo un llamado telefónico al presidente Reyna Barrios y aquél acompañado de dos ayudantes, entre quienes iba el capitán Aldana salió para la casa de su amante.
A las 8 de la noche, marchando por la 9ª Calle Poniente, y al pasar frente a la casa número 8, se encontró con Zollinger, quien al saludar a Reyna Barrios, le hizo un certero disparo que le perforó la boca, cayendo inmediatamente muerto. En seguida le dispara al capitán Aldana y le hiere en una mano. Como de antemano tenía preparada una bestia mular ensillada en la Legación Mexicana, a poca distancia de donde se suceden estos acontecimientos, salió en precipitada fuga, pero al doblar la esquina, dos agentes apostados exprofeso y con anterioridad a la hora del asesinato, le dieron fuertes garrotazos que lo hicieron caer al suelo, donde lo ultimaron a "puro leño". La foto que anexamos, demuestra el estado en que quedó el cadáver de Zollinger, quien recibió ya muerto, cinco tiros que le disparó Emilio Ubico, llamado por esta acción "matamuertos" y el que algún tiempo después murió trágicamente.
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El día 8 le fue fatídico al presidente Reynita, pues pronunciando el apellido Zollinger, se cuentan ocho letras.
El revólver con que aquél ultimó al presidente, era calibre 44, que sumados 4 y 4 dan 8 y de 8 cartuchos; sus prácticas de tiro le dieron muy buen efecto, pues el disparo lo hizo con la mano izquierda y con la derecha retuvo el sombrero al saludar a su víctima.
Así cumplió su promesa aquel fiel servidor de Aparicio.
 92-96 Ilustraciones
               DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA
LA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897 EN OCCIDENTE 
J.LIZARDO DIAZ O.
Publicado en 1946
Los jefes  licenciado Fuentes, Lima, Barrios y otros más, desfilando sobre la plaza totonicapense.
 - Los revolucionarios se dirigen a Tierra Blanca y al Coxom, Salida de La Ciénaga.La escolta de bandera de la columna revolucionaria que avanza sobre la plaza de Totonicapán.
[ 97/
 ESTRADA CABRERA ASUME LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA
  TAN LUEGO se hizo circular la noticia de la trágica muerte  del presidente Reyna Barrios, el ministro de gobernación y justicia, Lic. Manuel Estrada Cabrera, quien ya estaba en autos de lo que tenía que suceder, se presenta al Palacio Presidencial, revólver en mano y acompañado de dos o tres amigos, se da a reconocer como Primer designado a la presidencia de la república y por lo tanto, el llamado a asumir ese alto cargo.
   Fue el Jefe del Estado Mayor del presidente fallecido, general Salvador Toledo, quien dió todo su apoyo en aquellas difíciles circunstancias al licenciado Estrada Cabrera para que se le reconocieran sus derechos como primer designado y fue también este militar quien a los pocos momentos de haberle dado ese efectivo apoyo, tiene que salir para el ostracismo, escapándose milagrosamente de ser asesinado. Así pagaba Estrada Cabrera, la lealtad de aquel digno subalterno.
  Cuando el general Daniel Marroquín iba de orden de Estrada Cabrera a hacerse cargo de la Comandancia de armas de la capital, puesto para el que había sido designado, el general José Nájera Comandante de armas en función; el mayor de plaza coronel Salvador Arévalo y el de igual grado José M°' Bustamante (el andaluz), se oponen a cumplir aquella orden y hacen resistencia con las fuerzas con que contaban, muriendo en esa acción el general Marroquín.
 Fue entonces cuando la gloriosa Compañía de caballeros cadetes, defiende heroicamente el Palacio nacional y hace poner en fuga a los jefes alzados, quienes toman en esos mismos momentos rumbo a San Salvador.
  Estrada Cabrera inmediatamente nombra su gabinete y lanza el famoso decreto, por el cual asume le Presidencia de la república, y el que está hecho de su puño y letra y llevaba ya preparado con anterioridad, sólo para que lo firmaran los ministros de Reyna Barrios; luego lanza varios decretos, mandando levantar las garantías constitucionales, suspensas en todo el país; da amplia amnistía a los emigrados políticos; ordena la devolución de las propiedades confiscadas a los enemigos del gobierno de Reyna Barrios y manda abrir las escuelas cerradas por la voluntad de aquel gobernante,
 Al no más asumir el poder el licenciado Estrada Cabrera, un señor de apellido Valdés le dirige una petición de Quezaltenango, abogando por la libertad de los reos políticos reclusos en la Penitenciaría, con motivo de la recién pasada revolución del 97, y es atendido inmediatamente. El pueblo en masa, la Municipalidad en cuerpo, el jefe político, coronel Francisco Mollinedo y el general Manuel Lisandro Barillas (en lo particular), van a presenciar la salida de los reos; al aparecer Carlos Vela, que era uno de los presos, es llevado en hombros al kiosco del parque La Unión, en donde hace uso de la palabra, refiriéndose al momento político y por lo que es estruendosamente vivado.
Es nombrado acto seguido, Jefe político de Quezaltenango, el coronel Manuel A. López, de grata recordación para todos los quezaltecos. Como primer designado en el ejercicio de la Presidencia lanza un manifiesto comprometiéndose a respetar la Bandera Na-, cional y la Constitución de la república, ofreciendo que, su gobierno será una garantía para los guatemaltecos, afianzado en los princípios liberales.
Al principio de su administración fueron pocos los que se mantuvieron firmes en sostener los principios de libertad y justicia, pues cuando se inició la campaña electoral, algunos enarbolaron la bandera de la protesta y le hicieron cargos tremendos a Estrada Cabrera, pero la mayoría de los que, al llegar éste al poder habían permanecido leales, combatiendo la tiranía reynista, sucumben ante su poder omnímodo, claudicantes y serviles, volviéndose sus más leales partidarios, permaneciendo muy pocos, fuera de esta marejada política,
                                HOJAS SUELTAS CONTRA ESTRADA CABRERA
         Ya que tanto se empeñan los partidarios de la candidatura oficial en dar a conocer al pueblo quién es el interino; estudiándolo con imparcialidad deseamos nosotros contribuir en cuanto esté en la esfera de nuestras facultades, poniendo de relieve los honrados antecedentes del Lic. Manuel Estrada Cabrera, quien según sus partidarios, es un hombre digno para ocupar la primera Magistratura del Estado.
                Hablaremos con toda la verdad.    que se tomen en cuenta ciertos hechos que han querido ocultarse a la sociedad. Vamos a cuentas:
Manuel Estrada Cabrera ha tomado al pueblo de Quetzalnango y a la juventud para llevar a cabo miras perversas.
Siendo Ministro del Gabinete de Reyna Barrios se pone rn  íntima relación con don D. G. de esta ciudad con el fin de que la Empresa del Alumbrado Eléctrico de Quezaltenango pasara a ser de su propiedad, por una bicoca o quién sabe si por nada.
Para conseguir esto el Ministro trabajaría en el Ministerio y su socio en esta ciudad. Al pueblo quezalteco le hizo creer que
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 se trabaja por su bien, por su progreso y por su engrandecimiento y contra la casa monopolizadora de Aparicio.
La juventud cae en el lazo que se le había tendido y presta su contingente en favor del Ministro y compañía; pero la justicia es inexorable y siempre triunfa, y después de muchas astucias e intrigas, son derrotados por Aparicio, lo cual, aumentó el encono del Ministro; encono que debía cebarse más tarde y que había de producir fatales resultados.
En esa célebre cuestión esgrimía el señor Ministro las armas criminales, como el engaño, la farsa, la calumnia; armas que por desgracia son las que más cabezas inocentes vuelan.
Lo demás. . . ya lo sabe toda la sociedad.
Cabrera procuraba arruinar una empresa de la magnitud de la sostenida por la casa Aparicio y ... salió corrido.
Desde esa derrota no apartó un solo instante sus miradas de esa casa y procuraba buscar medios para conseguir sus fines maquiavélicos y lo consiguió.
Escuche el señor Estrada Cabrera los dictados de su, conciencia .. .
Estrada Cabrera fue el factótum de la revolución, de sus innumerables víctimas y de las desgracias de muchos pueblos y especialmente de Quezaltenango.
Siendo Ministro de Reyna se interesó como el que más por• que se nombrara a Roque Morales, Jefe Político y Comandante de Armas de Quezaltenango, a quien le dió instrucciones para que por cualquier pretexto y de cualquier manera, fusilara al malogrado don Juan Aparicio, hijo, con objeto ruin de vengar resentimientos que tiempos ha existían entre Cabrera y la familia de aquél.
                     Pruebas al canto:
Estrada Cabrera cuando Roque salió con dirección a esta ciudad, lo acompañó veinte leguas más acá, durante ese trayecto y esa noche (hasta la una de la mañana) lo aleccionó de tal manera que Roque Morales perdió el último destello de misericordia que podía tener y lo convirtió en una fiera.
No pensamos que otro haya sido el objeto del Ministro al acompañar a Morales y tratarlo con tanta intimidad, y además ¿por qué se opuso a que se procesase a su protegido, llamando al efecto al Presidente de la Corte Suprema y ordenándole de una manera terminante que traspapelara el proceso, porque cree (y con mucha razón) que en el decurso de la causa se descubran sus intrigas, de cuyo descubrimiento no saldría muy limpio?
Cuando la Asamblea se disponía a proceder contra el consabido Roque, Cabrera le envía inmediatamente a Salamá un emisario para que se ocultara, amparando .de esa manera a un criminal de lo más incalificable y en efecto, Roque Morales se ocultó y se hace correr la noticia de que había salvado la frontera.
Esto ¿qué significa? que el Presidente interino presta su apoyo incondicional al verdugo de Quezaltenango y con todo y que el señor Cabrera es de la Metrópoli de occidente.
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     El señor Estrada Cabrera estaba, más que ninguno, al corriente de la política de Reyna, pues que era nada menos que su principal consejero y el amigo más íntimo que tuvo el tirano, y sabía perfectamente que la revolución debería estallar, según lo acordaron en Palacio: Fuentes Barrios, Reyna y su fiel Ministro.
Si eso es así, que sabía todos los planes, ¿por qué no renunció su puesto de Ministro y marchó a su suelo natal para unirse al pueblo y dar el grito de alerta y derrocar al déspota.
¿Por qué en vez de dirigirse a Quezaltenango, busca pretexto y marchó a Costa Rica, en los momentos supremos en que su pueblo luchaba con heroísmo contra el tirano, o marcharía a aquella república para evitar responsabilidades o hacer creer que no había tomado participación en el plan fraguado, o iría en misión secreta de Reyna? ¿Por qué cuando Quezaltenango se levantó como un solo hombre proclamando sus derechos conculcados, el señor Estrada Cabrera se cruza de brazos y contempla impávido la guerra de hermanos que pudo evitar?
¿Por qué cuando este pueblo viril se disponía a'la lucha dando el grito de libertad, Estrada Cabrera contempla con sonrisa diabólica las desgracias del pueblo y la inmolación de víctimas tan ilustres como Juan Aparicio, hijo y Sinforoso Aguilar?
¿Por qué desatendió la solicitud del pueblo sijeño, que con justa razón pedía se procesara a Tiburcio Molina y los demás vándalos que lo saquearon?
¿Por qué en vez de proceder criminalmente contra éstos, les da un galón más en premio de sus salvajes hazañas y en recompensa a los favores prestados al gobierno contra la revolución, y corno un galardón más de gloria por los actos de barbarie contra el pueblo sijeño?
    ¿Por qué apoya incondicionalmente a Tiburcio Molina, que juntamente con Roque Morales, debieran llevar la cadena al pie por los asesinatos que cometieron? O teme aquellas palabras que Molina pronunció en cierta parte: "Si Cabrera ordena se me procese, o no me sostiene, publicaré por la prensa muchas órdenes secretas que de él tengo en mi poder y que se relacionan con los acontecimientos de septiembre"           ¡Eh! ... que estrada Cabrera nunca ha querido a Quezaltenango, eso lo sabemos todos los quezaltecos; que odiaba a Sinforoso Aguilar y a Juan Aparicio, hijo, nadie lo ignora; que él fraguó la revolución en unión de Reyna, es cierto; que él nos mandó a Roque, también es cierto.
 Esperamos que los señores Cabreristas contesten esos cargos, hasta vindicar a su candidato, poniendo de manifiesto su inocencia, para lo cual invitamos a los periódicos gobiernistas.
Si quedan resueltos estos puntos de una manera satisfactoria, haciendo justicia a Quezaltenango, procesando a sus verdugos que lo aniquilaron; si para justicia del pueblo quezalteco procura sincerar los insultos que los déspotas le infirieron; si las viudas y los huérfanos obtienen la justicia que desde sus tumbas invocan las víctimas inmoladas por la tiranía y se prueba que Estrada Cabrera es inocente, trabajaremos por la candidatura oficial.
Si al pueblo sijeño se le devuelve lo que las fuerzas del gobierno le robaron, o por lo menos se castiga a los saqueadores e incendiarios; si a San Marcos se le hace también justicia, penando como se lo merece, al asesino de los patriotas Rutilo Maldonado y Marcelo de León, cuya sangre fresca aún implora venganza, en fin. si se manifiesta de una manera palpable que Estrada Cabrera no apoya a los criminales o que su política en el Gabinete de Reyna no fue la misma de éste, incondicionalmente trabajeremos por el Gobierno.
Unos quezaltecos. 
               Quezaltenango, 28 de mayo de 1898.
NOTA.—El 16 de junio del mismo año, con un número suficiente de firmas, en las que figuran nombres de personas conocidas, muchas de los cuales han fallecido, dirigen 'á Estrada Cabrera, un telegrama, desmintiendo el valor que tenían las hojas sueltas que contra su candidatura circularon en ese tiempo. A la vez, como sus leales partidarios, protestaban incondicional apoyo al gobierno y en favor de su candidatura.
                                   ¡QUEZALTECOS!
¡O vencer o morir!
¡O la gloria o la ignominia!
¡O el triunfo de un pueblo heroico que en septiembre del año pasado escribió con sangre una página gloriosa de su historia,
o la dependencia de una raza que tantos males ha causado al país!
¡Valientes!: sabemos que al estampido primero del cañón, volaréis a defender vuestros hogares; con más razón ahora que una turba de mercenarios quiere a toda costa abatir vuestro orgullo y vuestro legendario valor!
Adelante, pues, venid a empuñar las armas que la Patria puso en vuestras manos para su defensa.
Resolved: o los laureles de la victoria; o la muerte como los defensores de Zaragoza.
Si en el campo sucumbimos, sabremos defender cada casa, cada calle, todo hogar y entregaremos escombros, esqueletos, pero jamás nuestro honor.
Quezaltecos: EL COBARDE que se vaya atrás; el HOMBRE, el valiente, el soldado aquí donde lo llama el deber.
Quezaltenango, junio 30 de 1898.
                        PRENSA EN FAVOR DE LA CANDIDATURA DE ESTRADA CABRERA
"La Idea Liberal".—Director: Mariano Bances.—Organo del Partido Liberal, editado en 1898.
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"El País".—Editores: Enrique Arís y Samuel Piedrasanta. 1898.
"El Sufragio".—Director: Miguel Angel Ceballos.
"El Volcán".—Director: Leopoldo C. Aguilar, editado en la Antigua.
"La Metralla".--Director: Félix G. Estrada; editado en Guatemala.
"El Torpedo".—Director Napoleón Rivera Cabezas, editado en Guatemala.
"El Clarín".—Director: Enrique Llano, en guasa y de política.
PRENSA EN CONTRA ESTRADA CABRERA
"PRO-PATRIA".—Directores: Manuel S. Ayau, Lic. Francisco Lainfiesta, Dr. Juan Padilla M. y José E. Sánchez. Muy independiente y combatía la candidatura de Estrada Cabrera, con toda energía.
`La Independencia".—Editado en San Marcos, órgano del Club político del mismo nombre y fundado para combatir la candidatura de Estrada Cabrera.
En su edición del 14 de julio de 1898, publica el acta de organización de aquel partido en el que figuraban a la cabeza, como esforzados luchadores: Miguel T. Alvarado, Abel Leiva, José Ramón Gramajo, Francisco Aguilar, José M" Solórzano, Salvador Guillén y Aniceto Aguilar.
UNAS HOJAS SUELTAS DEL MINISTRO
Siendo Ministro de gobernación, el Lic. Manuel Estrada Cabrera, hizo circular unas hojas sueltas misteriosamente, pero que pudo comprobarse que era obra suya.
En esas hojas se atacaba a los señores Salvador Herrera y Juan Aparicio hijo, enemigos del ministro. Las que se referían al primero, le llegaron equivocadamente por' correo, al segundo por lo que se enteraron con suma habilidad de su procedencia.
Desde esa fecha, Herrera y Aparicio, fueron grandes y buenos amigos
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                                PROCESO CONTRA ROQUE MORALES
            DOÑA LOLA RIVERA DE APARICIO, como viuda de uno de los patriotas fusilados impunemente el 13 de septiembre, inició al terminar aquella revolución, proceso contra Roque Morales, siendo testigos presenciales de dichos fusilamientos J. Joaquín Díaz, subteniente Justo Villagrán y Alberto Mayorga, pues ellos, entre otras personas, se dieron cuenta de haber visto salir en medio de una escolta comandada por Pioquinto Alvarado, al licenciado Sinforoso Aguilar y Juan Aparicio, hijo, y a la vez, la forma en que se ejecutaron; pero aquel proceso no tuvo ningún efecto legal, puesto que el gobernante era interesado en la trama urdida para darle muerte a estos patriotas.
                                 ESCRITO CONTRA EL DIPUTADO ROQUE MORALES
                                  PRESENTADO A LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
                                                                       EL AÑO 1898.
"Hay un horror a la verdad, que ya se hizo una forma social: una especie de convenio tácito de callar cuanto pueda lesionar a otro, aunque ese otro sea un perverso o un antipatriota. La verdad es una ofensa) y lo es porque nos agitamos en un ambiente de mentira, al cual estamos habituados y que ya forma un canon dentro de nuestra organización social."
(Tomado de "El Imparcial", 18 de julio, tercera página, del artículo EN HONOR A LA VERDAD, del licenciado don Clemente Marroquín Rojas.)
                   Ese párrafo transcrito se me figura como de la pluma de Alberto Masferrer, como de Tolstoi, como de Wells, o de alguno de esos otros grandes maestros que en dos palabras encierran un evangelio, sin claudicaciones, apostasías o convencionalismos, en los cuales se deja a un lado la vergüenza para pensar únicamente en el vellocino de oro. Esa premisa copiada del artículo del licenciado Marroquín Rojas, es una palabra empeñada en el futuro de su vida ciudadana, que él se encargará de confirmar y
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que yo copio al frente de las páginas que siguen, porque encierran una admonición que se impone, para saber decir la verdad, aun a costa de la amistad o de las amenazas.
Para corroborar una vez más el hecho de que el general Fuentes Barrios fue el principal jefe de la revolución del 97, así como que Roque Morales robó a doña Lola de Aparicio fuertes cantidades de dinero antes de su brillante huida, dejando abandonado el puesto que ocupaba, copio a continuación el escrito que esta señora presentó a la Asamblea Legislativa del año 1898, pidiendo que se declarara haber lugar a formación de causa, en contra del Diputado Roque Morales por el asesinato perpetrado en la persona de su esposo don Juan Aparicio; copio también para que quede una constancia expresa de la protesta del pueblo quezalteco, por el asesinato del señor Aparicio y del Alcalde 1ro licenciado don Sinforoso Aguilar, la protesta que también elevó a la Asamblea legislativa del mismo año, la Municipalidad de Quezaltenango, cuyo Alcalde 1eo era el gran patriota doctor Enecón Mora, una de las columnas principales del progreso de aquel activo pueblo.
  Si a un asesino se le premia con una diputación, quiere decir eso que el sentido moral y político está perdido enteramente entre nosotros y que subsiste aun el hecho innegable de que las elecciones de diputados las sigue haciendo el Ejecutivo, de una manera directa, mediante sus jefes políticos, saliendo casi siempre electos los menos aptos, los que envilecen con su persona el lugar sagrado del Salón legislativo; los que más que una curul diputadil merecen una celda penitenciaria.
  Cuando el civismo de los pueblos se imponga; cuando se comprenda que el empleado público no es más que un servidor del Estado y no un amo; cuando los que llegan a los puestos más elevados sean personas preparadas en centros científicos; cuando la Constitución no sea lo que una vez me dijo Estrada Cabrera, "un pedazo de papel que se pone dentro de un bolsillo del que manda, sin acordarse más de él"; cuando los nepotismos políticos pierden su carta de naturaleza que les ampara desde hace muchos años; y por último, cuando los caudales de la nación no pasen tan fácilmente a los bolsillos de los que mandan, entonces, se podrá decir que gozamos de un verdadero sentido políticomoral de lo que somos y de lo que debemos ser, en nuestras relaciones de ciudadano a ciudadano y de ciudadano al poder público.
reproducción de los datos históricos de la revolución, de 1897 del profesor J. Ramón Gramajo.
                                                        ASAMBLEA LEGISLATIVA:
Dolores R. de Aparicio, mayor de edad, viuda y de este vecindario, con protesta de mis respetos, vengo a promover antejuicio contra el Coronel Roque 'Morales, toda vez que por sarcasmo del absolutismo, ese sujeto figura entre los dignos representantes de los pueblos.
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Acuso al ex Jefe Político de Quezaltenango, por el asesinato cometido en la persona de mi esposo don Juan Aparicio hijo, víctima propiciatoria sacrificada al furor de un gobierno personalista, que ha desaparecido entre el anatema de la historia y la maldición tremenda de los buenos ciudadanos.
Acuso al Coronel Roque Morales, como autor principal de ese hecho oprobioso que ha resonado en todas partes, porque la prueba completa e irrefutable que acompaño, demuestra superabundantemente que el prófugo de Quezaltenango obró de su propia cuenta, aumentando los padecimientos de mi esposo y los de otros estimables perseguidos sobre los cuales pesaban, con notoria injusticia, el odio y los recelos de uno de tantos cesarismos como se alzan en hispano América, para afrenta de las sociedades y mengua de las instituciones.
 Acuso al Coronel Roque Morales de haber perpetrado un crimen gravísimo puesto que, de las constancias resulta que no se practicaron diligencias, que no se esclareció ningún hecho delictuoso, ni se interrogó a mi marido sino que, después de explotarlo a nombre de la autoridad constituida, en la suma de quince mil pesos, se le insultó fría y cobardemente, sin permitirle ningún socorro humano. ¡Tal cumple a los entes perversos, enemigos del trabajo honrado, del nombre bien adquirido y de las virtudes cívicas connotadas! Yo tengo derecho a esperar que la Asamblea Legislativa se pondrá a la altura de su deber y a la defensa de su propio decoro, puesto que públicos han sido los acontecimientos que refiero, y es público que Roque Morales ocupa sitio en este cuerpo honorable, adonde no debieran llegar, para bien del país sino el talento, la rectitud, la ilustración, el civismo y la honradez.
A trueque de recrudecer los nunca jamás mitigados dolores, paso a relacionar los sucesos que sirvieron de pretexto para el asesinato premeditado y seguro que se cometió en la persona de mi esposo, a quien la sociedad ha justificado de antemano, con sus manifestaciones de verdadera simpatía y de generosos sentimientos.
               El día 7 de septiembre del año próximo anterior, el vecindario de San Marcos se alzó en armas contra el Gobierno despótico del general Reyna Barrios, El mandatario, sus seides y subalternos temblaron al imponerse de la noticia, y a la vez que dieron pruebas de su pusilanimidad, manifestaron sus propósitos de venganza, apoyados con el elemento con que siempre ha contado la tiranía: la fuerza armada inconsciente.
         Cuando se efectuó la revolución, mi esposo se encontraba de temporada en compañía de otros miembros de su familia en la "Estación del alumbrado eléctrico"' , sita a inmediaciones del cercano pueblo de Zunil. De ahí fue llamado por teléfono a la mañana siguiente, como a las diez a. m. por el Administrador de Rentas de Quezaltenango, don Abel Valdés, quien le comunicó que el Jefe Político y Comandante de Armas Coronel Roque Morales, le necesitaba con urgencia, para tratar un asunto de mucho interés.
A pesar de que mi marido tuvo noticia del pronunciamiento de San Marcos, no vaciló en presentarse a su verdugo, y lo hizo con
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la prontitud que acostumbraba y con la confianza ciega del que nada tiene que temer, y menos recelar de la maldad que se oculta en el corazón de algunos hombres.
Tan pronto como mi esposo llegó a la Administración de Rentas, Valdés le dijo que en la noche anterior se había celebrado una junta de capitalistas, para que aprontaran los fondos que el Gobierno pedía para sofocar la rebelión y que lo excitaba a contribuir, por vía de préstamo, con alguna suma de dinero. Mi marido suscribió quince mil pesos e hizo uso de su influencia personal para que cuanto antes se llenara el Empréstito.
Por insistencia del propio Administrador de Rentas, trató de conferenciar con el Jefe Político, a quien deseaba pedir la devolución de unos caballos que habían sido tomados de sus establos. Habiéndose mudado de traje, se encaminaba hacia la Jefatura cuando fue capturado por un grupo de policiales y conducido a la Penitenciaría, donde se le tuvo incomunicado dos horas.
     De orden del Comandante de Armas, fue extraído de la prisión por una escolta militar, para el efecto de que entregara los quince mil pesos suscritos. Custodiado llegó a la Oficina de Kock. Hermanos y Co. donde le proporcionaron el dinero que fue a depositar a la Administración. Como el Coronel Morales se negara a verlo, dirigió al Presidente de la República un telegrama que fue contestado así: Casa Presidencial, septiembre 8 de 189`.—A Juan Aparicio.—Enterado de su telegrama; se le complica a Ud. de estar en conexión con el General Fuentes. No obstante de eso, daré orden para que se le ponga en libertad, prohibiéndole que se mueva de esa Cabecera.—Reyna Barrios".
     La trama indigna quedaba al descubierto: sus mismos autores no tenían empacho en arrojar la careta con que velaron sus propósitos de venganza, su sed de riqueza y su ambición de mando. ¡Ese telegrama, que a primera vista parece imponerse, encierra mucho de sombrío y alevoso puesto que tiende a engañar a la víctima, ya en manos de su burdo victimario!
  En virtud de ese telegrama pidieron, don Antonio Rivera, h. y varios amigos, la soltura del detenido. ¡Empeño vano! La promesa era falsa y a las nueve p. m. mi marido pasó a respirar, no el aire puro de la libertad, sino el deletéreo del Cuartel de Artillería. En ese lugar sufrió tormentos y decepciones tanto más crueles cuanto que se encontraba en completo desamparo, aislado, triste y' escuchando quizás las amenazas, las burlas y los juramentos de seres viles que gozan con el ajeno dolor; que se ensañan en el infortunio y que en su maldad y torpeza ingénita, no aciertan a comprender que deshonran los distintivos militares que les obsequian sus superiores.
  Yo, que había permanecido con mis hijos en Zunil, fuí llamada por teléfono, a las doce de la noche, de parte de mi esposo. Me puse inmediatamente en camino, llegué a la ciudad. a las doce y media y volé a la prisión donde él sufría: ahí supe de sus labios, con espanto y dolor, que aun me conturban, que el Coronel Morales le amenazaba con fusilarlo tan luego como los revolucionarios hi
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cieran el primer disparo sobre la ciudad de Quezaltenango. El mismo Morales, con fiereza y sarcasmo impropio de la situación y del carácter de la persona a quien se dirigía, me confirmó la amenaza brutal, agregando que yo debía partir al instante para San Juan Ostuncalco, lugar que dista tres leguas de esta ciudad y en donde se encontraba el General Fuentes con las fuerzas revolucionarias, para disuadirlo de sus propósitos.
 Yo, débil mujer, sin influencia y sin apoyo ninguno, había de recorrer esas tres leguas en altas y sombrías horas de la madrugada, para impetrar con la elocuencia de la desesperación y las lágrimas del alma, la vida preciosa de mi marido, del padre de mis hijos, del sostén de tantos necesitados, la cual dependía del más ligero ataque a la Plaza amenazada, y esto, lo repito, había de hacerlo una mujer, entretanto que el Coronel Roque Morales, Jefe Político y Comandante de Armas, se encerraba en las trincheras, con sus fusiles y cañones, esperando no al enemigo, sino una ocasión propicia para salvar su aguerrida persona! Se habían trocado y se trocaron, efectivamente, los papeles que a cada uno correspondían. ¡Oh, noche aciaga! Los señores don Pedro A. Bruni, Licenciado don Joaquín Herrarte, Doctor don Mariano López hijo, se enteraron de estos hechos incalificables, por haberse dignado acompañarme al Cuartel.


   Ahora bien: ni la hora, ni la obscuridad de la noche, ni el estado de alarma de la población, ni los riesgos que iba a correr en el camino, ni los peligros de la llegada al Cuartel alzado, que era natural estuviera al resguardo con todo género de precauciones, ni la poca fe que me inspiraban las palabras de aquel hombre torvo y altivo, ni la casi seguridad de lo estériles que serían mis súplicas y mis lágrimas, nada pudo impedirme la inmediata resolución que tomé y que me imponían mis deberes de madre y mi corazón de esposa: partir al campamento enemigo, y con súplicas, llanto, promesas, de rodillas si era preciso, rogar, implorar, importunar al Jefe de las fuerzas rebeldes para que no quedaran sin padre mis hijos, yo sin amparo y, lo digo con orgullo, la patria sin uno de sus mejores y más laboriosos ciudadanos.
  Marché a Ostuncalco sin que me fuera permitido otra compañía que la de mi hermano. La población estaba triste y sola con mi alma; el silenc reinaba por todas partes; los revolucionarios habían abandonado la posición y se ignoraba su paradero. Descorazonada, oprimida. por angustiosos presentimientos volví a Quezaltenango, adonde llegué a las seis de la mañana del nueve de septiembre. El Coronel Morales seguía parapetado en sus trincheras, temiendo a cada momento el asalto del enemigo.
  No sabía yo qué partido tomar: busqué al Jefe Político y se negó a recibirme; solicité pasaporte para la capital y me lo negó también; indagué por último si sería posible salir, y supe que se habían librado órdenes especiales para evitar mi marcha. Ya no vi, pues, al compañero de mi vida, al padre de mis hijos, al que representaba la paz y la alegría del hogar, el consuelo y el alivio
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de los necesitados. El espíritu negro de la venganza sonreía en las tinieblas y preparaba el golpe con que debía segar una existencia consagrada al servicio de la familia, de la sociedad y de la patria!
En su incomunicación sólo se permitió a mi esposo que me dirigiera cartas para que cambiase al Jefe Político grandes sumas de billetes de banco por moneda de plata, y esto dentro de términos angustiosísimos. De modo que la iniquidad se agravaba por medio de la forzosa explotación.
Mi marido tuvo al fin un compañero en su prisión lóbrega e infecta; un compañero con quien había de emprender, a virtud de las crueldades inauditas de la tiranía, ese viaje doloroso de donde jamás se vuelve; pero en cuyo término se alcanza misericordia para los buenos, y justicia, y castigo para los hombres sin ley y sin con- ciencia, que son el azote y la vergüenza de sus semejantes. Ese compañero de infortunio fue el Licenciado don Sinforoso Aguilar.
El once de septiembre, la víspera del sacrificio, se sacó a los presos para que presenciaran desde los balcones del Cuartel, uno de esos espectáculos que apenas se explican en la Edad Media; que acusan un refinamiento de maldad, contrario a las ideas modernas, y que, por lo mismo resultan siempre contraproducentes a los tiranos: mi esposo y el Licenciado Aguilar vieron la ejecución capital de dos infelices, a quienes pronto iban a seguir el camino del martirio.
  Llegó el día 13 con su cortejo de aflicciones y amarguras: las fuerzas revolucionarias sitiaban la población y el ángel de la muerte batía sus alas fatídicas sobre los mantenedores de los principios y los defensores del absolutismo. El Coronel Morales, trémulo de pavor pero sugestionado por la idea vengadora y criminal, en vez de cumplir con sus deberes de soldado, sólo trató de ponerse en fuga, ordenando antes que al pie de la letra se cumplieran sus mandatos neroneanos, con respecto a mi esposo y al Licenciado Aguilar.
  Poco antes de que se empeñara el combate entre sitiadores y sitiados, cuando los cañones recibían su carga destructora, cuando la ansiedad reinaba por todas partes, se vió salir del Cuartel de Artillería a las 12 pm., una escolta al mando inmediato del Oficial Pioquinto Alvarado, llevando en su centro a dos hombres, serenos en sus padecimientos incalificables y resignados en su completo desamparo. Momentos después resonaron dos nutridas descargas y en el atrio de la iglesia de San Nicolás caían acribillados a balazos, mi esposo don, Juan Aparicio hijo y su desdichado compañero. ¡El crimen nefando se había consumado!
  Pronto rugió el cañón iniciando la pelea, y las notas agudas del clarín dieron señal de la sangrienta lucha entre hermanos, por causa de la tiranía. El Jefe Político y Comandante de Armas, el Coronel Roque Morales, el asesino aleve de mi esposo, no aguardó sino la consumación del hecho y los primeros disparos del enemigo, para huir vergonzosa y cobardemente de la plaza confiado, a su defensa; y hasta en la tarde del 14 de septiembre, en que las fuerzas
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revolucionarias tomaron el Cuartel, reconocieron entre otros cadáveres insepultos, el de mi esposo don Juan Aparicio hijo y el de su compañero don Sinforoso Aguilar.
  La muerte violenta de mi marido constituye un asesinato atroz de que es responsable el prófugo de Quezaltenango, el Coronel Roque Morales, como autor, si no único, no menos principal. Las circunstancias en que se cometió ese crimen, al cual no precedió forma ni figura de juicio, siquiera fuera sumarísimo, no deben consentirle en ningún tiempo y lugar la impunidad.
Las leyes no pueden atenuar siquiera ese género de hechos y bueno es recordar que los probos y sabios legisladores de 1838, de la época en que la libertad no era un mito ni servía de escabel o de máscara a los déspotas, se dió el Decreto de fecha dos de marzo, aplicable aún, puesto que se inspira en la estricta justicia y está en armonía con los preceptos vigentes, a veces ultrajado por la presión del absolutismo. Ese Decreto memorable dice así:
                "LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL ESTADO DE GUATEMALA,
Considerando:
      Que en vano se consignan en la Constitución garantías de propiedad y de seguridad personal, si no se adoptan medios más eficaces para protegerlas cuando de hecho se atenta contra ellas; que según avisos de la experiencia estos ataques se ejecutan por órdenes de funcionarios superiores, llevadas a su término por funcionarios subalternos obligados a la obediencia; que éstos evaden su responsabilidad personal cubriéndose con aquellas órdenes, mientras que los superiores atribuyen el yerro a excesos del subalterno; deseando fijar en términos claros los límites de poder de los superiores, así como los de la obediencia de los subalternos.
Decreta:
     Todo funcionario, empleado o agente del poder público, de cualquier grado que sea, es responsable en todo el rigor de la ley, de los actos que ejecute contra la Constitución o contra los derechos del ciudadano y de todo delito común que llegue a la graduación de crimen, sin que le sirva de excusa orden superior alguna, ora sea civil o militar. Comuníquese, et
c."          Dé cuenta a la. Representación Nacional el Coronel Roque Morales, del asesinato cometido en la persona de mi inocente esposo, a quien no pudieron imputarse hechos contrarios a las leyes ni en daño de las instituciones. Su vida fue pacífica, laboriosa y fecunda en beneficios positivos para su suelo natal y por eso su muerte ha despertado el sentimiento público y sobre su tumba han caído las lágrimas de la amistad y del reconocimiento, y las flores que embellecen y perfuman el lugar en donde duermen los batalladores de la vida y los mártires de su fe, de su amor a la patria y a los sanos ideales. Desde su tranquilo lecho de piedra, custodiado por el amor de su viuda y de sus hijos, don Juan Aparicio aguarda la justicia de los hombres. Toca a la Asamblea dar principio a la reparación y al castigo, puesto que el sectarismo le infirió la ofensa de colocar entre los representantes del pueblo, a un individuo como Roque Morales, cuyas manos están tintas de sangre inocente.
  Ante Dios habrá respondido de este delito aquel a quien la muerte arrebató a los Tribunales y sobre el cual pesa ya el fallo terrible de la historia. En desagravio del bien, del derroche, de la moral; en garantía de la seguridad particular y para defensa de la sociedad, responda el prófugo de la Plaza de Quezaltenango, Coronel Roque Morales, ante la Representación Nacional.
   Por tanto, y que previa la instrucción preparatoria, a cuyo efecto podrán servir los atestados y comprobantes que adjunto.
   A la Asamblea pido, que por el delito de asesinato perpetrado en la persona de mi esposo don Juan Aparicio hijo, declare que hay lugar a formación de causa contra el Diputado y Coronel Roque Morales.
Quezaltenango, 6 de abril de 1898.    Dolores R. de Aparicio.
Esta firma se presentó debidamente autenticada por Notario Público.
      LA COMUNA QUEZALTECA PROTESTA HONORABLE ASAMBLEA LEGISLATIVA.
   Guatemala.
   Habiendo llegado a conocimiento de la Corporación Municipal de esta ciudad, que las señoras doña Amelia C. de Aguilar y doña Dolores R. de Aparicio, viudas respectivamente de los malogrados ciudadanos Licenciado don Sinforoso Aguilar y don Juan Aparicio, h., se presentaron a ese Alto Cuerpo pidiendo que, previos los trámites de ley, se sirva declarar,que ha lugar a formación de causa contra Roque Morales, ex Jefe Político y Comandante de Armas de este departamento, y hoy Diputado a esta Cámara, por el delito de asesinato perpetrado en las personas, de sus ya citados esposos, que sin habérseles juzgado con arreglo a la ley fueron cruel y villanamente inmolados el funesto día 13 de septiembre de 1897. La Corporación Municipal, herida profundamente por aquel hecho en que perdió al Presidente del Ayuntamiento que lo era el Licenciado Aguilar y a uno de sus vecinos más honorables, como lo era el señor Aparicio, h., no pudo ver con indiferencia un acto a todas luces atentatorio a la vida humana y que pugna a la civilización y al progreso; por lo que, en sesión celebrada el 25 del corriente, dispuso por unanimidad de votos, interpretando así los sentimientos manifiestos del vencindario, adherirse a las solicitudes de las señoras de Aguilar y de Aparicio y de codyuvar con ellas en el sentido de que el hecho que denunciaran, tan afrentoso a la nación como al Gobierno del general Reyna no quede impune y la vindicta pública
sea satisfecha con el ejemplar castigo que debe imponerse    -
al conculcador de los principios más sagrados de nuestra legislación y de los derechos del hombre.
La Corporación que tengo la honra de presidir, inspirada en los sentimientos de justicia y de civismo de que también está animada la Asamblea, no duda absolutamente que el honorable Congreso procederá esta vez con la energía, imparcialidad y rectitud del caso, mandando que el Tribunal competente abra la investigación criminal que corresponde, juzgue el hecho e imponga en su oportunidad la pena que se merece el delincuente.
La Corporación Municipal, por mi medio, protesta sus repetos a la Honorable Asamblea Nacional Legislativa. (f) ENECON MORA, Alcalde 1".
Quezaltenango, 26 de marzo de 1898.
 DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA
LA REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897 EN OCCIDENTE 
J.LIZARDO DIAZ O.
1946

Nótese cómo quedaron las casas de la calle real de San Nicolás, con los disparos de artillería. Frente a la casa donde están empleados de la luz eléctrica arreglando las líneas rotas está marcada la tienda donde el teniente  Jorge Ubico quiso humillar a un humilde zapatero, que le marcó el alto al presumido oficial, con una filosa cuchilla del oficio.
                             LA PRIMERA REBELION CONTRA ESTRADA CABRERA
EL CORONEL y licenciado, don Próspero Morales, que fuera uno de los jefes del triunvirato de la revolución del 97, en compañía de otros compañeros, entre los que se encontraban los coroneles José María Lima y José Barrios, fue reconcentrado a la capital mexicana en octubre de aquel año. Allá continuaron sus actividades para volver a Guatemala al frente de otro movimiento revolucionario. Se llegaron a Tapachula. El coronel Lima dispuso regresar a Guatemala y para el efecto, el Presidente Estrada Cabrera le otorgó amnistía, aceptando un cargo militar y desde entonces estuvo al servicio de aquel gobierno.
Morales y Barrios, asÍ como algunos otros emigrados que se encontraban en aquella población fronteriza se dedicaron a ultimar los preparativos militares para invadir la frontera guatemalteca.
El gobierno de Guatemala gestionó urgentemente ante el de México, para que aquellos elementos se reconcentraran nuevamente a dicha capital, pero lograron burlar tales gestiones y se fueron a establecer a un lugar cercano a Tapachula llamado Los Toros.
El coronel Morales quedó viviendo en esa población; la casa que ocupaba estaba frente a la del Consulado guatemalteco. Allí recibió la visita de muchos de sus compañeros de armas del 97 y la de algunos de sus partidarios, quienes llegaron a ofrecerle todo su apoyo, para que invadiera la frontera. Personas que conocen algo de estas actividades, me dicen que todo era premeditado y de acuerdo con el presidente Estrada Cabrera, para lograr que aquel jefe revolucionario se lanzara de nuevo a la lucha y liquidarlo, pues bastante le preocupaba en su actitud rebelde.
El coronel Morales, creyendo en la buena fe de sus antiguos compañeros, organiza un pequeño ejército y se lanza a la lucha cruzando la frontera el 7 de julio de 1898. Su grupo se componía de las siguientes personas: Julio Estrada Bleuler, originario de Antigua Guatemala y quien por amistad con algunos chiapanecos que estuvieron en el colegio que en Guatemala fundara el inolvidable maestro Sóstenes Esponda, originario de Tonalá (México), logró trabajar en la finca de su acaudalado excompañero Luis Ortega, llamada Los Cerritos, donde disfrutaba de consideraciones y regular remuneración a su trabajo; Miguel Llerandi; el Dr. Treviño; el abogado Heriberto Bolón, que desempeñaba la Secretaría de aquel grupo, todos ellos mexicanos. El famoso guerrillero ecuatoriano general Plutarco Bowel, que le diera en su país el triunfo a Alfaro, llevándolo a la presidencia de la república. Salvador Guillén (a) Zapaluta, comiteco. Los coroneles salvadoreños Escandón y otro a quien le llamaban "Chilillo". El coronel José Barrios, Rosalío Reina, Jerónimo Rodas, Manuel Górriz, cuñado de don Próspero; Juan Machado y otro más que no ha sido posible recordar.
El valiente guerrillero Julio Estrada Bleuler iba a la cabeza de un grupo montado que se le llamó: "Guerrilla de Tiradores del Suchiate", compuesta de elementos valientes y patriotas; aquel jefe montaba la llegua que en Quezaltenango lucía en las carreras de septiembre el malogrado Edgar Zollinger.
El derrotero que tomaron los revolucionarios, casi fue el mismo que hizo García Granados y Barrios el año 71. Acamparon en Talismán; luego pasaron El Carmen; la finca El Malacate; San Luis Malacatán y Managua. La columna se componía a lo sumo de 40 hombres, eso sí, perfectamente equipados con armamento moderno, todos llevaban Máuseres y algunas mulas con suficientes armas de esta clase para ir proveyendo a los elementos que ellos pensaban que se agregarían ya en territorio guatemalteco. Olvidaba decir que también se sumaron a la columna, cuando tocaron tierras de Guatemala: Angel Morales, hijo de don Próspero, Mariano C. Reina, Heraclio Trejo, Roberto Bermúdez y Claudio López.
Estrada Bleuler iba a la vanguardia, con pocos elementos. Al llegar a las inmediaciones de Tacaná, con unos potentes anteojos que usaba, pudo precisar a determinada distancia, que avanzaban sobre ellos, fuerzas del gobierno y que al frente venía el coronel Víctor R. López, que el 97 fue compañero de ellos y se portó valientemente en la toma de la plaza de Quezaltenango, pero que ya para ese entonces la situación los colocaba frente a frente y defendiendo distinta causa ... !
La columna del coronel López se encaminó afortunadamente sobre Tejutla y entonces Estrada Bleuler llegó a Chinchicupe y pudo averiguar que llevaba aquel militar cosa de 800 hombres. Se posesionaron de las alturas de Serchil y luego atacaron la plaza de Tejutla, que se rindió sin hacer fuego la guarnición.
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Varios vecinos, perfectamente montados se presentaron a los revolucionarios y en seguida se dirigieron sobre la de San Marcos. El encuentro no se hizo esperar, y los "Guerrilleros del Suchiate", dirgidos hábilmente por Estrada Bleuler, desde Santa Rosa y El Mosquito, hicieron morder el polvo de la derrota a las fuerzas que en número mucho mayor, los atacaron. Sobre San Sebastián, fue el general Bowel quien dirigió el ataque y así, en poco tiempo llegaron a las cercanías de San Pedro Sacatepéquez. Jerónimo Rodas con un pequeño número de revolucionarios se quedó en Serchil haciendo resistencia, para despistar a las fuerzas del gobierno y así poder avanzar sobre aquella plaza, tan cercana a la de San Marcos. Estrada Bleuler, cuando ya las sombras de la noche habían cubierto el firmamento, pudo enterarse de que el cuartel de los gobiernistas estaba en una casa de altos, que perfectamente se divisaba bien alumbrada, habiéndola atacado intempestivamente y a una larga distancia, gracias al armamento que llevaban. En ese ataque murió un hermano del presidente Reyna Barrios, llamado Manuel,' y los demás gobiernistas salieron en precipitada fuga, logrando los revolucionarios tomar dicha plaza en poco tiempo y sin pérdida de vida alguna. En seguida avanzó el grupo donde iba el coronel Morales, jefe de aquel movimiento libertador, y acto seguido se dirigieron a San Marcos. En La Alameda capturaron al general en jefe de las fuerzas del gobierno, general Luis Molina, sus jefe de Estado mayor Manuel Sánchez, ingeniero Gregorio Contreras y Dr. Mariano J. López, a quienes el coronel Morales en un gesto de hidalguía poco conocida, les perdonó la vida y sólo los hizo sus prisioneros de guerra, guardándoles todas las consideraciones del caso, al grado que aquellos siempre tenían el mejor alojamiento y comida donde pernoctaba la columna, pues iban bajo la custodia de un capitán, a quien apodaban "Cebolla". Eso si, siempre amarradnos por aquello de las dudas. Al tomar la plaza de San Marcos, quemaron las armas viejas que había en el cuartel y luego se dirigieron rumbo a la cuesta de Cucho. En La Reforma, la guarnición se rindió sin hacer resistencia. Allí se agregaron a la columna revolucionaria, el Dr. Salomón Aguilar y Francisco B. Arríola, capturando en el camino a muchos de los gobiernistas que habían salido huyendo al tomarse San Marcos.
Estrada Bleuler a la cabeza de cinco compañeros fogueados ya en aquella lucha, se dirigieron a Cintaná y lograron llegar hasta el puente sobre el Naranjo, pero del otro lado habían fuerzas del gobierno, quienes quitaron el maderamen para obstaculizar el paso de aquel insignificante grupo de valientes. Sin perder la serenidad, el audaz guerrillero coloca a sus compañeros en lugares estratégicos y hace fuego sobre el enemigo, procurando que aquel fuera pausado y eficaz, a efecto de que se hiciera creer que iban en mayor número. Al entrar la noche logran pasar por los durmientes de hierro del puente, y bajo una tenaz llúvia, caen de improviso sobre los gobiernistas, quienes dejaron en el campo once muertos y se replegaron a la plaza de Coatepeque. Eri este ataque murió
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heroicamente Juan Machado y el súbdito español Restra Valle quien también iba con la revolución, portándose valiente y temerario.
Luego aquel incansable revolucionario, con los pocos compañeros que llevaba, ataca Coatepeque, logrando que se le rindan sesenta soldados jalapas y el jefe de ellos, quienes se incorporaron al grupo. En esos momentos apareció el coronel José Barrios que había tomado el puerto de Ocós.
En este lugar se encontraban, cuando llega el coronel Morales y sin razón alguna, ordena la retirada. Estrada Bleuler, fiel amigo y compañero de aquel jefe, pudo darse cuenta de que sus facultades fallaban... y sin hacer mayor objeción, obedece aquella orden. Llegan por Pajapa a la plaza de Pajapita. En las orillas de Vado Ancho, que era hasta donde llegaba la línea férrea en ese entonces, se encontraba el general Manuel Lisandro Barillas con más o menos 500 hombres, es decir, con fuerzas del gobierno. Estrada Bleuler siempre con sus pocos compañeros, se posesiona de una altura y colocándolos a doscientos metros de distancia cada uno, ordena atacar aquella fuerza, pero haciendo disparos dispersos y en tiempo calculado, para dar la impresión de que contaban con suficiente tropa. El general Barillas hace un fuego incesante y nutrido, pero sin acertar un solo disparo, ni aun con las piezas de artillería que llevaba, porque los audaces guerrilleros estaban bien ocultos y en posesión ventajosísima, logrando que el enemigo consumiera mucho parque sin objeto alguno.
Cuando se encontraban en Pajapita llegó hasta Vado Ancho una comisión de súbditos americanos, en calidad de parlamentarios, de parte del general Barillas, a efecto de que transaran ambos contendientes, pero ninguno estuvo de acuerdo en rendirse, ni menos entrar en pláticas de paz, por lo que aquellos tuvieron que regresarse inmediatamente, toda vez que el coronel Morales les hizo ver que avanzaban sobre ese lugar, veinte mil hombres!
Después de esta treta empleada con el objeto de contener el avance del enemigo, aquellos valientes se dividieron en dos grupos: en uno iba a la cabeza el coronel Morales, y en el otro Estrada Bleuler, buscando la salida rumbo a El Tumbador. Este último jefe logró llegar después de sostener un ligero tiroteo en La Laguna, a dicha plaza, y pudo interceptar los telegramas que le iban dirigides al coronel Víctor López R., para que fueran cercando al grupo revolucionario. Gracias a eso pudo reunirse con el coronel Morales en las cercanías de la finca El Porvenir. Sale el audaz guerrillero con sus hombres a darle una sorpresa a las fuerzas gobiernistas que estaban en Todos Santos. En ese ataque le mataron todas las mulas de carga que llevaba a su cuidado  Manuel Lezama, mexicano, y se regresaron otra vez al punto de partida, pero entonces ya los compañeros solo habían dejado abandonadas sus bestias, que pudo reconocer por la mula "Canoa" que montaba don Próspero, y el cadáver del aguerrido compañero Miguel Llerandi, muerto en esa acción.
Después de mucho caminar, logran hacerse encuentro con el grupo del coronel Morales, a quien tenían oculto en una cueva y
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ya completamente mal de la cabeza, pues apenas si pudo reconocerlo y preguntarle por su hijo Angel.
Se dispone en vista de la difícil situación en que se encuentran, que vayan parlamentarios para rendirse a las fuerzas del gobierno; llevaban un papel firmado por el coronel Morales, pidiendo gracia para sus compañeros, pues aquél se rendía con esa condición. Entre los pocos elementos que quedaron al lado de aquel jefe revolucionario, dispusieron no rendirse: Estrada Bleuler, Francisco Arriola, Bowel, Trejo, R. Bermúdez, Bernardo González (Grillo) y Rosalío Reina.
Estos quedaron escondidos en unos matorrales cercanos al lugar donde estaba don Próspero, y se dieron cuenta de que el jefe militar que llegó a su captura, era uno de los partidarios del coronel Morales cuando se lanzó su candidatura. Luego dispusieron que en una camilla arreglada de improviso, se condujera al jefe revolucionario que estaba gravísimo, y a quien Estrada Bleuler no le garantizaba más que pocos momentos de vida, pues efectivamente, al llegar a San Sebastián expiró.
El grupo rebelde aun hubo de dividirse y procurar su salida, rumbo a Tacaná, pero les fue imposible por lo accidentado de estos lugares, y después de mucho caminar sin lograr el objetivo, llegaron a la finca de un excompañero del 97, en el lugar llamado Patí. En dicha finca estuvieron escondidos varios días y luego enviaron un emisario a don Eugenio Reina, a quien le dirigió una carta don Rosalío, pidiéndole fondos para poderse abrir paso rumbo a la frontera, pero equivocadamente la recibió el Lic. don José Ma.  Reina Andrade, quien pronto se puso al habla con don Eugenio para que se les enviara bestias y dinero y llegaran a San Marcos: Entretanto, el licenciado Reina Andrade hizo gestiones telegráficas ante el presidente Estrada Cabrera, pidiéndole gracia por aquellos valientes revolucionarios, y que se les perdonara la vida, toda vez que ellos se presentaban voluntariamente.
Estrada Cabrera contestó inmediatamente aquel mensaje, garantizándoles la vida mientras sé presentaban; asimismo lo hizo el general en jefe García León. Al llegar a San Marcos, fueron detenidos en el cuartel donde se les dió un cómodo alojamiento en uno de los pabellones de los jefes. Bowel y Lizama, por ser extranjeros, se largaron a México.
Mientras tanto Roberto Bermúdez y Trejo que se habían separado de aquel grupo, fueron capturados en el camino a San Marcos y fusilados ipso facto.
Varios de los prisioneros que se hicieron en la plaza de San Marcos, después de formársele Consejo de Guerra, eran conducidos a Quezaltenango y a muchos de ellos se les aplicó la ley fuga en el camino.
Al grupo de Estrada Bleuler se les formó también Consejo de Guerra, el cual causó la alarma consiguiente en aquella cabecera, y cuando llegó el momento de nombrar defensores, Estrada Bleuler nombró al licenciado Reina Andrade, en la seguridad de que siendo amigo del gobernante, podía ejercer influencia para que no se les fusilara. Los otros compañeros nombraron a amigos suyos, que se encontraban en difícil situación política por ser partidarios de  Morales. Todo el pueblo marquense concurrió a la vista de la causa y muchos le decían al compañero Estrada Bleuler que su defensor nada haría por salvarlo, pero aquél tenía fe en el licenciado Reina Andrade y así fué.
Cuando ya se llegaba el momento de alegar en su defensa algo, por parte de los prisioneros, don Cherna le dice a su defendido que no pida nada, que se conforme con el veredicto que dicte el jurado, aquél así lo hizo.
La defensa que hiciera el licenciado Reina Andrade duró cosa de dos horas, y en más de una vez hizo derramar lágrimas a los concurrentes y aun a los elementos del jurado; fue magnífica, y cuando aquellos estaban esperando la orden de marchar a Quezaltenango, Estrada Bleuler solicita audoencia al Comandante de armas, su excompañero en la Politécnica, coronel Rodrigo Castilla.
Se le concede la audiencia y ya solos en el despacho, los dos amigos y compañeros, se dan un fuerte abrazo y después de tomar varias copas de cognac, le hace ver el Comandante de armas a Estrada Bleuler, que ha recibido orden de Estrada Cabrera de darlos libres a las 6 de la mañana del siguiente día, pero que nada diga a sus compañeros hasta que se cumpla dicha orden.
Efectivamente, al siguiente día, a las 6 de la mañana, fueron dados en libertad, pero como la señora del coronel Castilla había propalado con anterioridad la feliz nueva, todo el pueblo de San Marcos sale a recibir a los valientes revolucionarios, quienes son objeto de múltiples atenciones—bien merecidas—en todas las casas del pueblo.
Así terminó esta epopeya, que pudo haber cambiado los destinos de Guatemala, si el coronel y licenciado don Próspero Morales no se ve abatido por la decepción y el coraje de ser traicionado por sus amigos y compañeros de armas de apenas hacía pocos meses.
Estrada Bleuler fue llamado por Estrada Cabrera para que aceptara un puesto en su Estado mayor, toda vez que había sido fiel y valiente compañero del coronel Morales, a quien aquel gobernante dijo, ser su amigo, pero que en el fondo no era así. Ya había aceptado, pero el Lic. Manuel Morales Tobar, que era Ministro de Estrada Cabrera, se opuso a ese nombramiento diciéndole al presidente que no era justo que un valiente como Estrada Bleuler estuviera coleándolo como su ayudante y que le diera otro puesto mejor.
Fue nombrado Administrador de rentas por algún tiempo; luego secretario de la Dirección general de rentas y del cual cargo renunció. El año 906, fue enviado a la frontera de El Salvador, con el grado de coronel, donde peleó a las órdenes del general Moscoso.
Este valiente soldado de la libertad, vive aún en el Asilo de ancianos; ocupa una casita muy coquetona, con su jardín, llena de luz y flores, y así, olvidado de todos, espera que llegue por él la
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parca que lo respetó en los combates, pues cuenta ya con 75 años  de edad.
Precisa relatar lo que se refiere a los prisioneros de guerra . General Molina y compañeros. Estando en el lugar donde se rindió el coronel Morales, Estrada Bleuler' aprovechó un momento en que todos, por las largas caminatas, estaban bien dormidos, para despertar al general Molina y hacerle ver lo conveniente que era que se pusiese en salvo, para reunirse con las fuerzas del gobierno que acampaban muy cerca. Le indicó el camino que debía seguir para evitar que fueran a tomarlo como revolucionario y después de un fuerte apretón de manos, aquel militar logró llegar sano y salvo al lado de los gobiernistas, no sin antes haber experimentado el temor de ser fusilado por Estrada Bleuler, quien una vez más, le confirmó la hidalguía que saben usar los valientes en casos como éste. Al capitán Cebolla le llovieron reprimendas por su descuido pero cuando el momento llegó, el famoso "guerrillero del Suchiate" hizo la aclaración necesaria, devolviéndole su crédito a dicho capitán.
Y luego, cuando ya estaban por llegar los parlamentarios que fueron a pactar la rendición del grupo revolucionario, les dió libertad a los otros prisioneros, pues el ingeniero Contreras esperalba de un momento a otro ser fusilado, pero en esta ocasión, aquellos valientes, entre los que sobresalía Estrada Bleuler, demostraron que no eran viles asesinos, sino soldados idealistas de una Patria mejor!
Para finalizar conviene decir que el general Barillas ordenó al coronel Onofre Bone, que guardara determinado punto con un reducido número de tropa (pues aquel operaba bajo las órdenes de Barillas), con el objeto de que el coronel Morales tuviera fácil salida a la frontera, o su rendición se hiciera más favorable; pero Bone, enemigo de Barillas, hizo lo contrario, precipitando los acontecimientos y la rápida muerte de don Próspero.
Asimismo el hoy general Mariano Serrano, al terminar aquella campaña recibió de manos del general Barillas toda la documentación, llevando instrucciones especiales  para que entregara tales documentos a Estrada Cabrera y se le reconocieran a Barillas, los gastos que hizo de su peculio para sostener las fuerzas que tuvo a su mando. Pero la comisión, se dolía el general Barillas, que no había sido cumplida conforme ordenó . . . Y de ahí, que no se le reconocieran los gastos que hizo de sus fondos propios, ni los ascensos que conforme ley se le debieron dar a los jefes y oficiales que operaron a sus órdenes.
Estrada Cabrera demostró una vez más, el odio que le tenía al general Barillas.
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El expresidente, doctor Manuel Estrada Cabrera, al frente de su Estado mayor y cuando estaba en la plenitud de su vida (en los días de la inauguración del ferrocarril al norte).
A su lado derecho: general Flavio Ovalle y capitán Enrique Estrada Monzón; a su izquierda: coronel Mauro de León, quien con el grado de general y siendo ministro de la guerra, fue muerto por tropas subalternas, cuando iba a contener la rebelión militar del 30; coronel Domingo Solares y capitán Manuel Gómez Ponce. En el mismo orden, a su espalda: Coronel Juan B. Arias, capitán Carlos Jurado, N. Domínguez, F. López Cabrera y teniente Silviano. Miralles, muerto trágicamente con otros reos políticos, en el camino de Cuyotenango a Mazatenango, en abril de 1920.
En la foto se nota la energía del gobernante de los 22 años, que tiene que ser juzgado imparcialmente por la historia, como hábil estadista, como férreo dictador y como el que siempre supo atender los ruegos que le hicieron los hijos del pueblo; por los nacidos como él, en la pobreza..
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El autor de este libro, con el audaz guerrillero del 98, coronel Julio Estrada Bleuler, en su residencia actual del Asilo de ancianos, donde vive aislado de todos y esperando resignadamente, el final de la jornada.
Cuando evoca mejores días y mejores tiempos, y sobre todo los momentos de aquella lucha infructuosa, y a sus compañeros ya desaparecidos, se le ven rodar de sus cansados ojos muchas lágrimas.
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                                                      CONSIDERACIONES FINALES
       AL ESCRIBIR en la forma más desapasionada los acontecimientos que se originaron con motivo de la REVOLUCION DE SEPTIEMBRE DE 1897, mi principal objeto fue hacer un relato, lo más verídico posible, para dejar afianzados aquellos hechos en forma tal, a efecto de que, cuando se escriba nuestra HISTORIA, haya una fuente de seguridad dónde abrevar tales sucesos.
     El lector podrá darse cuenta cabal de los varios motivos que influyeron en el ánimo de los occidentales, que en un arranque de patriótico entusiasmo, se lanzaron a la lucha, enarbolando la bandera de la oposición a la dictadura reynista, con lo relatado anteriormente.
   Hay varios elementos que se prestaron a ensangrentar aquella próspera región y para quienes el fallo de la Historia será justo e implacable!
    El ministro de gobernación y justicia, que fungía en ese entonces, era el licenciado don Manuel Estrada Cabrera, hijo de Quezaltenango, donde se gestó aquel movimiento libertador. Era el ministro, un quezalteco humilde, que de niño había sabido de muchas privaciones, y su señora madre, doña Joaquina Cabrera luchó tesoneramente para educarlo y lograr que aquellos esfuerzos se coronaran, obteniendo su hijo el título de abogado y notario. Su profesión la ejerció por algún tiempo en su pueblo natal; luego de haber servido la alcaldía municipal de Quezaltenango, y la judicatura de Retalhuleu, ocupó en la administración del general Reyna Barrios, el Ministerio de gobernación y justicia, puesto en el que le sorprenden estos acontecimientos.
   Corriendo el tiempo, para colmar las ambiciones que despertaran en el ánimo del ministro, ya no, la silla ministerial sino la de la Presidencia, se presenta el movimiento político, final de la administración reynista y es entonces cuando con suma habilidad, Estrada Cabrera empieza su maniobra política.
   La influencia que ejercía Estrada Cabrera en el ánimo del joven gobernante se hace sentir muy pronto, pues se deja con maña política que el movimiento revolucionario vaya tomando cuerpo; que los preparativos se hagan a cara descubierta y el gobierno contribuyendo a fomentarla, para que, llegado el momento, se le dé el golpe final a las fuerzas de acción de los occidentales y en espe-
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cial las quezaltecas, quedando así anuladas, para llegar muy sabrosamente a la silla presidencial el primer designado, licenciado Estrada Cabrera.
Todo le fue favorable: la candidez de los quezaltecos y su buena fe los perdió y facilita el logro de sus ambiciones.
  Pero lo que más fuerza da a mi opinión y la de muchos que están en el secreto de estos sucesos, es la actitud que asumiera el General Fuentes Barrios, como jefe de aquel movimiento y en quien los occidentales confiaron ciegamente. La entrevista con el presidente de la república (cuñado de aquél) y con el ministro Estrada Cabrera antes de llegar a Quezaltenango y lanzarse a la revolución, nos dan la clave de lo que aquellos hombres pactaron.
  Ahora bien: no quiero ser juez inexorable con los otros dos valiosos elementos que formaron el "triunvirato revolucionario" porque ellos, también, como los demás, depositaron toda su confianza en aquel militar de oscuras ejecutorias; pero eso sí, llegó el momento en que, haciendo a un lado deferencias y rango militar, debieron haberse lanzado a la lucha, anulando en cualquier forma y de cualquier manera al hombre que se oponía descaradamente a que la revolución triunfara. Entre los revolucionarios había hombres de verdad, que pudieron haberse enfrentado personalmente a quien traicionaba los ideales de aquellos patriotas, pero todo esto ya lo pensaron demasiado tarde, cuando estaban en el ostracismo; por esa razón, yo no culpo a Fuentes Barrios del descalabro de aquella revolución, ya que todos, hombres inteligentes, se plegaron a las órdenes de un militar sin capacidades ni valor alguno.
  A Fuentes Barrios se le atacó duramente en más de una vez, y estando en la ciudad de El Salvador, en ocasión que el profesor José Ramón Gramajo publicó un folleto documentado sobre la revolución y donde se le trataba de traidor, no fue capaz de desmentir los cargos que se le hicieron, optando por el silencio que era una palpable aceptación.
Para demostrar que aquella revolución, una de las mejor organizadas hasta hoy día tenía asegurado el triunfo, voy a copiar las palabras del general García León al respecto.
                           OPINION DEL GENERAL GARCIA LEON, SOBRE LO QUE
                                     PUDO HABER SIDO LA REVOLUCION DEL 97
     A principios del año 98 y en ocasión en que estaban reunidos en el Ministerio de la guerra, los generales: Salvador Toledo (Quimiche), ministro de la guerra en ese entonces; Manuel María Aguilar (boulange); Pedro Ramos y Luis García León, se hablaba del fracaso de aquella revolución. Toledo aseguraba que nunca podía haber triunfado, puesto que el gobierno contaba con el apoyo de la casi totalidad de las fuerzas militares del país. El general García León, con tono severo y convincente, dice.
" ..... eso dices tú que no estabas enterado de lo que •significaba ese movimiento; todos eran revolucionarios: hombres, mujeres, ni-
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ños y aun los ancianos; porque no quisieron no triunfaron. ¡Era una verdadera revolución! Luego, ni el mismo presidente sabía dóndo me encontraba yo, dirigiéndome telegramas a Totonicapán, cuando estaba en Chimaltenango; todo era una confusión terrible. . . y luego tú, el jefe del Estado mayor del presidente, dirigiéndome comunicaciones telegráficas a mí, que era el General en Jefe de las fuerzas del gobierno, para darme órdenes. Acto continuo, el presidente, sin tomar en consideración mi condición de militar y en aquellas circunstancias, me telegrafía llamándome seriamente la atención, sin ningún motivo, a mí, al Jefe de las fuerzas que iban a defenderlo". Toledo contesta: "Eso lo hizo para estimularte". García León le responde: "Bonito estímulo; yo que desde niño me he criado con la espada al cinto, al terminarse la revolución y después de haberle solucionado todos los difíciles problemas en Occidente, sin recurrir a la fuerza y molestar en nada a los pueblos alzados, como recompensa a todos mis esfuerzos y lealtad, me ofrece el Ministerio de educación pública!"
      Como ya se habían agriado bastante los ánimos, el general Aguilar invita al almuerzo, pero Toledo pide unas copas de cognac. En el cuarto contiguo al despacho del. ministro, en donde se entablara esta discusión, esperaba órdenes el general Socorro de León y es a quien Toledo ordena servir aquellas copas ...
    Es el destino muchas veces, el que trueca los papeles en la vida; al general De León, cuando era jefe del Fuertc San José, en tiempos anteriores, con el grado de coronel, le servía como asistente el sargento Salvador Toledo, quien tenía como una de sus obligaciones, salirle a recibir diariamente al portón del Fuerte y detener de la brida al caballo que De León montaba. Esta vez, éste con los galones de general, sirve aquellas copas!!
    Cuando ya la revolución había sido sofocada; según el acuerdo que transcribo en seguida, el licenciado Estrada Cabrera es nombrado en. el desempeño de una comisión oficial del gobierno de Guatemala ante el de Costa Rica y cuyos motivos son ignorados hasta la fecha. Estando en aquella capital y convenido ya con anterioridad, se hacen encuentro con Edgar Zollinger, con quien sostiene pláticas secretas, planeando el asesinato del presidente Reyna Barrios. Esto sucedía en octubre del 97; en febrero del 98 Zollinger cumplía su ofrecimiento y Estrada Cabrera llegaba sin mayores esfuerzos, a ocupar la presidencia de la república.
                                  ESTRADA CABRERA VA A COSTA RICA
"Palacio del Poder Ejecutivo: Guatemala, veintidós de septiembre de mil ochocientos noventa y siete.—Teniendo que ausentarse por asuntos del servicio público el Lic. don Manuel Estrada Cabrera, ministro de Gobernación y Justicia,—El Presidente de la República,—ACUERDA:—Que durante su ausencia se encargue de dicha cartera de Gobernación y Justicia, el Licenciado don Mariano Cruz, Ministro de Instrucción Pública.—Regístrese y comuníquese.
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—REYNA BARRIOS.—El Srio. de Estado en el despacho de Fomento, F. García."
          Para que el iluso de Zollinger leal servidor de la Casa Aparicio, no llegara a constituir una sombra al gobernante, lo mejor  era sellar sus labios con la muerte y para el efecto, con determinadas instrucciones, son destacados de la Dirección de policía, horas antes de que se consumara el asesinato del presidente Reyna Barrios, el coronel Julio Roldán, el inspector de la policía, Trinidad Dardón y un individuo llamado Agustín Grajeda, quienes cumplen su cometido admirablemente, dándole muerte a palos a la segunda víctima con que inauguraba su gobierno Estrada Cabrera.
   No quiero terminar sin antes citar un pasaje que con el tiempo influyó grandemente en la destrucción moral y material de mi pueblo. Entre los oficiales que llegaron con las fuerzas del gobierno a Quezaltenango, se encontraba el exalumno de la Escuela Politécnica, teniente de línea, Jorge Ubico, joven impulsivo, con humos y pretensiones de vencedor. En una de las tiendas de la calle real de San Nicolás, donde se acostumbraba vender magnífica "olla", estuvo un día de tantos en compañía de otros militares en alegre francachela, pero quiso la casualidad que entraran a ese mismo lugar unos obreros y al calor de las copas, se llegó a entablar entre los dos grupos seria discusión. Ubico que se las quiso echar de valiente, la emprendió contra Un humilde zapatero, quien al ver que el tenientío desenvainaba el espadín, que dicho sea de paso no le correspondía llevar, le desenvainó también una de zapa de aguda punta, por lo cual el joven militar contuvo sus impulsos agresivos.
Ubico siempre fue rencoroso y nunca olvidaba una ofensa; por ese motivo el pueblo quezalteco, al correr de los años y cuando aquel llegó a la presidencia de la república, soportó todas sus iras y su destrucción moral ,y material, motivada porque el filo de una cuchilla de zapatero lo colocó ante el ridículo de sus compañeros de armas del 97, como un cobarde!
Por esa razón, no puede haber un paralelo entre la dictadura de 22 años de Estrada Cabrera y la de 14 de Ubico. El primero fue un hábil político; capaz, inteligente, que' hizo sentir la influencia de su gobierno, fuera de las fronteras de Guatemala y en su caída el año 20, se inmortaliza ante Ubico. Pudo haber abandonado el país,
garantizándose en sus bienes, su vida y la de sus familiares a la' vez, pero prefirió entregarse a sus enemigos. En su prisión del 8 de abril de 1920 hasta su muerte, purgó gran parte de sus errores y arbitrariedades; pues para aquel gobernante que había sólo saboreado la obediencia ciega de sus subalternos y paniaguados, sufrió en su celda de la Sección de policía, muchas humillaciones ... pero a pesar de todo, supo soportarlas y defenderse estoicamente, no sólo de sus enemigos, sino de los que un día fueron sus protegidos.
En cambio, Ubico, cuando se convenció desde las persianas del palacio verde, que el pueblo en masa se enfrentaba a si., dicta-
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dura; que se le había perdido el miedo a sus bravuconadas de vulgar dictador, salió huyendo de la manera más cobarde. Nadie le exigía su renuncia y no se sintió capaz para afrontar la situación y con la furia que le era peculiar, les entregó a los triunviros del 44 el poder, y luego . . . cuando desde su madriguera de la 14 caÍle, oyó el retumbar de los 105 y el tic-tac de las ametralladoras que funcionaban en manos de los plebeyos, se cobijó bajo una bandera non grata para Guatemala, y huyó al extranjero, donde murió como cualquier infeliz mortal.
Por eso Estrada Cabrera, se inmortaliza como hombre resignado a las consecuencias de su caída y el otro, como lo fue siempre, como un cobarde!
Al escribir la Historia, siempre se tergiversan los hechos y nadie quiere aparecer como culpable, ni nadie se atreve a ser acusador, pero estos mismos hechos justifican y fortifican mi criterio, perfilando hasta donde fue posible la actuación de los hombres que en distinta forma y con distintos cargos, actuaron en la revolución de 1897 y 1898, para que plumas más capacitadas que la mía, juzguen serenamente tales acontecimientos, de una época que vive y vivirá grabada eternamente en el corazón de los verdaderos quezaltecos!
                                                      COLOFON
Este trabajo se principió a escribir en la ciudad de Quezaltenango, en septiembre de 1931   y se terminó en la hacienda Nueva Linda, en septiembre de 1946.
   Su publicación la debo a la ayuda que me prestaran: Alberto Velázquez G., amigo y compañero de estudios en el colegio que dirigió su señor padre el maestro de muchas generaciones, Carlos A. Velázquez, de grata recordación. A mis excompañeros de banco: licenciado Adalberto Aguilar Fuentes y Salvador Berges. Al ingeniero don Manuel María Herrera y a don Juan Sánchez García, propietario de los talleres donde se editó.
   Por esa razón, ruego a los que bondadosamente compren este libro, no darlo en préstamo a sus amistades para que lo lean, ya que con ello me causan un perjuicio económico; pues una obra de éstas, por sencilla e insignificante que sea, cuesta trabajo y sacrificios económicos su publicación.
EL AUTOR,  Año de 1946
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ENTRADA DESTACADA

DEL PARTIDO Y CORREGIMIENTO DE TOTONICAPA Y HUEHUETENANGO 44-45

 RECORDACIÓN FLORIDA CAPITÁN ANTONIO DE FUENTES LIBRO     OCTAVO CAPITULO I DEL PARTIDO Y CORREGIMIENTO DE TOTONICAPA Y HUEHUETENA...