"DIOS ESTA AQUÍ"
Por Chistopher De Vinck SELECCIONES DEL READER'S DICEST SEPTIEMBRE 1998
HACE
YA MUCHOS ANOS que cursé la escuela secundaria, pero jamás olvidaré un
trabajo que me encomendaron. Debíamos escribir acerca de alguna persona
mayor de 70 años, así que visité un asilo de ancianos.
Me presenté
en la dirección, expliqué en qué consistía mi tarea y la directora me
envió al cuarto número seis. La habitación tenía una cama, una silla y un cuadro de una rosa en la pared. Una anciana tejía diligentemente en la silla.
Cuando entré, me miró entrecerrando los ojos.
—¿Sí? —preguntó.
—Soy estudiante de secundaria —expliqué tímidamente—. Tengo que escribir un ensayo.
—Entra.
Dejó de tejer y dio unas palmaditas en la cama.
—Siéntate aquí.
Me senté, y ella reanudó su tejido. —¿Qué hace? —pregunté.
—Dios está en mi canasta —dijo.
—¿Qué teje? —dije alzando un poco la voz esta vez.
Volvió a suspender su labor, sonrió y repitió:
—Dios está en mi canasta.
Miré con disimulo la canasta, por si alcanzaba a vislumbrar a Dios.
—Dios está aquí —dijo—. Oré para que viniera, y vino.
La mujer no dijo nada más. Finalmente le di las gracias y me fui.
—¿Qué impresión te causó? —preguntó la directora del asilo.
—Dice que Dios está en su canasta de tejido —respondí—. Me parece que está un poco loca.
—Lo estaba cuando llegó —explicó la directora—. Había enviudado y estaba sola. Le sugerí que rogara a Dios que le diera paz, y lo hizo.
"Poco después una asistenta la enseñó a tejer, y en seis meses estaba tejiendo calcetines para todos. Se volvió la mujer más popular del asilo".
— ¿Y ahora? —pregunté.
—Ahora tiene más de 90 años, pero todavía puede hacer punto. Sólo dice que Dios está en su canasta.
Semanas después recibí un hermoso suéter de lana, de mi talla, con una nota de la directora del asilo:
Querido Christopher:
La mujer que conociste aquí nos pidió que te enviáramos este regalo. Pensaba que tal vez te gustaría abrigarte con un pedazo de Dios.
Falleció hace tres días. Estaba feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario