PLATERO Y YO
POR
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
BY
GERTRUDE M. WALSH
NORTH HIGH SCHOOL. COLUMBUS, OHIO
FEDERICO DE ONÍS
ILLUSTRATED BY
MAUD AND MISKA PETERSHAM
D. C. HEATH & CO., PUBLISHERS
BOSTON NEW YORK CHICAGO
Copyright, 1922
By D. C. Heath & Co.
XXI
SARITO
Para la vendimia, estando yo una tarde roja en la
viña del arroyo, las mujeres me dijeron que un negrito
preguntaba por mí.
Iba yo hacia la era, cuando él venía ya vereda
abajo:
— ¡ Sarito !
Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña.
Se había escapado de Sevilla para torear
por los pueblos, y venía de Niebla, andando, el capote
dos veces grana, al hombro, con hambre y sin dinero.
Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal
disimulado desprecio; las mujeres,
más por los hombres que por ellas, lo evitaban.
Antes, al pasar por el lagar, se había peleado
ya con un muchacho que le
había partido una oreja de un mordisco.
Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito,
no atreviéndose a acariciarme a mí mismo, acariciaba a
Platero, que andaba por allí comiendo uva, y me miraba,
en tanto, noblemente . . .
XXII
ALMIRANTE
Tú no lo conociste. Se lo llevaron antes de que tú
vinieras. De él aprendí la nobleza. Como ves, la
tabla con su nombre sigue siempre sobre el pesebre
que fué suyo, en el que están su silla, su bocado y su
cabestro.
i Qué ilusión cuando entró en el corral por vez
primera, Platero ! Era marismeño y con él venía a
mí un cúmulo de fuerza, de vivacidad, de alegría.
¡ Qué bonito era ! Todas las mañanas, muy temprano
me iba con él ribera abajo
y galopaba por las marismas levantando las bandadas de grajos
que merodeaban por los molinos cerrados. Luego, subía
por la carretera y entraba, en duro y cerrado trote corto,
por la calle Nueva.
Una tarde de invierno vino a mi casa monsieur Dupont,
el de las bodegas de San Juan,
su fusta en la mano. Dejó sobre el velador de la salita unos
billetes y se fué con Lauro hacia el corral. Después,
ya anocheciendo, como en un sueño, vi pasar por
la ventana a monsieur Dupont con Almirante enganchado
en su charret, calle Nueva arriba, entre la lluvia.
No sé cuántos días tuve el corazón encogido.
Hubo que llamar al médico y me dieron bromuro y
éter y no sé qué más, hasta que el tiempo, que todo lo
borra, me lo quitó del pensamiento, como me quitó
a Lord y a la niña también, Platero.
Sí, Platero. ¡ Qué buenos amigos hubierais sido
Almirante y tú !
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