NUMERALS
— OF THE —
BIBLE 888
BY JAMES UPJOHN,
MILWAUKEE,
1879
BIBLIA 888*UPJON*1-7
La unidad de propósito se observa en todas las diversas Escrituras.
Escritas por muchos hombres, en muchos siglos, tienen un solo autor; y ese autor presenta un solo tema. Habla una sola persona, una sola mente. Profecía y tipo, historia y ceremonia, todo apunta a Cristo; y la obra fragmentaria de diferentes épocas lleva el sello de la autoridad divina. Pero la mente sobrenatural se revela aún más en la adaptación del valor numérico de las letras al pensamiento contenido en las palabras.
Estas letras, al leerse como números, transmiten el pensamiento, además de formar las palabras. Las letras, al sumarse, se ajustan a su significado verbal.
Y bajo este velo místico se puede vislumbrar la forma del Hijo del Hombre. La palabra griega para Jesús se compone de seis letras; Sus valores numéricos son respectivamente: 8, 10, 200, 70, 400 y 200, sumando un total de 888.
Este 888 es el que buscamos en aquellos pasajes del Antiguo Testamento que hacen referencia a Cristo. El acontecimiento en la vida de un personaje que prefigura de manera singular algo en la historia de Jesús, es muy probable que sea el escondite de este número místico.
Comencemos con la Anunciación de la Santísima Virgen María. El presagio más distintivo de ese evento es el anuncio hecho a la esposa de Manoa: «El ángel del Señor se le apareció a la mujer y le dijo: “Mira, aunque eres estéril y no das a luz, concebirás y darás a luz un hijo”». Jueces 13:3. El cumplimiento de esta promesa era, humanamente hablando, imposible, pues la mujer era estéril. Y María, sin tener ni siquiera la apariencia de una posibilidad **como la que la sunamita tenía //una posibilidad de concebir con ayuda de// su marido impotente, (véase 2 Reyes, iv) **dijo al ángel: «¿Cómo será esto, pues no conozco varón?» (Lucas 1, 3, 4).** El anuncio de la sunamita fue por un profeta; y por lo tanto, no es un símbolo tan válido como el anuncio de la esposa de Manoa, que fue por un ángel. Y el anuncio del nacimiento de Isaac, aunque hecho por Dios, y el de Juan el Bautista, aunque hecho por el ángel Gabriel,// no llevan,***el 888**// en este aspecto: que en ambos casos fue hecho al marido
La Anunciación de la esposa de Manoa se asemeja, hasta ahora, más a la Anunciación de la Virgen María. Pero la excelencia de este tipo reside principalmente en la acción posterior de Manoa. No se conformó con la palabra de su esposa. Al igual que José, «meditó sobre estas cosas». Dudaba de la fidelidad de su esposa. En la mente de José había duda, y estaba dispuesto a repudiar a la mujer con la que se había casado. La angustia de ambos se alivió con una segunda visita del ángel.
El ángel del Señor se le apareció a José en sueños y le dijo: «José, no temas recibir a María tu esposa, porque lo que en ella se ha engendrado es del Espíritu Santo». Mateo 1:20.
La perplejidad de Manoa lo impulsó a orar: «Señor mío, que el hombre de Dios que enviaste vuelva a nosotros». Jueces 13:8. Manoa preguntó al ángel que había sido enviado en respuesta a su oración: «¿Eres tú el hombre que habló con la mujer?». Y él respondió: «Yo soy». Jueces 13:11. Manoa, sin percibir la naturaleza angelical de su visitante, quedó maravillado por sus prodigiosas obras. «Porque cuando la llama del altar ascendía al cielo, el ángel del Señor subió en la llama del altar». * * * Entonces Manoa supo que era un ángel del Señor.
La similitud se manifiesta en este anuncio angelical, no solo para las mujeres, sino también para ambos hombres, lo que resultó en la restauración de la confianza de los hombres en sus esposas. La Anunciación de la esposa de Manoa es el mejor ejemplo de anunciación de la Santísima Virgen María, porque en cada caso la duda, la perplejidad y la tristeza llenaron el corazón del esposo, y esas dudas fueron disipadas por una segunda visita del ángel y la repetición de la profecía. El ángel que se le apareció a Manoa fue en respuesta a su oración. Su oración fue el punto de inflexión en los acontecimientos; y en su oración encontramos el número 888. Las palabras: «Tú enviaste que volviera» son exactamente 888.
Existen muchas similitudes entre la infancia de Moisés y la de Jesús. Los tiempos eran políticamente similares. Cuando Moisés nació, había surgido un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José (Éxodo 1:8). Y en el nacimiento de Cristo, Herodes el usurpador, un extranjero,//idumeo= el padre era de edom, de Esaú,- hermano de Jacob- y de madre árabe nabatea// era rey de los judíos.
En ambos casos, desde la perspectiva judía, había un extranjero en el trono. En el corazón de ambos reyes extranjeros había celos, sospechas y temor.
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