martes, 15 de marzo de 2016

-LA BATALLA FINAL-

 LA BÚSQUEDA FINAL
Rick Joyner

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El ejército demoníaco era tan grande que se extendía tan lejos como podía ver. Estaba separado en divisiones, cada una cargando una bandera diferente. Las divisiones más cercanas marchaban bajo la bandera del Orgullo, la Justicia Propia, la Respetabilidad, la Ambición Egocéntrica, el Juicio Injusto y los Celos. Existían muchas de estas divisiones malvadas más allá del alcance de mi visión, pero aquellas en la vanguardia de esta terrible hueste del infierno parecían ser las más poderosas. El líder del ejército era el mismo Acusador de los hermanos.
Las armas que llevaba este ejército también fueron nombradas. Las espadas se llamaban Intimidación, las lanzas Deslealtad y las flechas Acusación, Chisme, Mentira y Búsqueda de Faltas. Algunos centinelas y compañías más pequeñas de demonios, con nombres tales como Rechazo, Amargura, Impaciencia, Falta de Perdón y Lujuria, fueron enviadas adelante de este ejército para preparar el ataque principal.
Las compañías más pequeñas y los centinelas eran menores en número, pero no por ello menos poderosas que algunas de las divisiones grandes que los seguían. Eran más pequeñas solo por motivos estratégicos. Así como Juan el Bautista era un hombre solo, pero le fue dada una unción extraordinaria para bautizar a multitudes y prepararlas para el Señor, a estas compañías demoníacas más pequeñas se les dio un poder malévolo extraordinario para «bautizar a las masas». Un solo demonio de amargura hubiera podido cultivar su veneno en multitudes de personas e incluso razas o culturas enteras. Un demonio de lujuria podría apegarse a un solo  actor, película o incluso publicidad y enviar lo que parecen ser descargas de basura eléctrica que pegan y «desensibilizan» a las grandes multitudes. Todo esto era para preparar el camino de la gran hueste de maldad que seguiría.
Este ejército marchaba específicamente en contra de la Iglesia y atacaba a todo aquel que podía. Yo sabía que estaba buscando un derecho preferencial para ganar terreno en una movida futura por parte de Dios, destinada a movilizar al pueblo para entrar a la Iglesia.
La estrategia primaria de este ejército era la de causar división en todas las escalas posibles de relaciones —iglesias unas con otras, las congregaciones contra sus pastores, entre los esposos, hijos contra sus padres, e incluso niños entre sí. Los centinelas fueron enviados para ubicarse en las entradas de las iglesias, de las familias o de los individuos, allí donde el Rechazo, Amargura, Lujuria, etc. pudieran explotar y hacer rupturas mayores. Luego las siguientes divisiones se filtrarían a través de estas rupturas, para vencer a sus víctimas por completo.
La parte más sorprendente de esta visión fue que este ejército no estaba montado sobre caballos, ¡sino principalmente sobre cristianos!
La mayoría de ellos estaban bien vestidos, eran respetables y tenían la apariencia de ser refinados y educados, pero también parecían representar casi todo camino de vida. Estas personas profesaban verdades cristianas para apaciguar sus conciencias, pero vivían conforme a los poderes de la oscuridad. A medida que se ponían de acuerdo con aquellos poderes, los demonios asignados  a ellos crecían y dirigían más fácilmente sus acciones.
Muchos de estos creyentes eran anfitriones de más de un demonio, pero había uno que obviamente estaba al mando. La naturaleza del líder dictaminaba cuál división estaba entrando. Aunque todas las divisiones marchaban juntas, también parecía que al mismo tiempo el ejército entero estaba al punto del caos. Por ejemplo, los demonios del odio odiaban a los otros, tanto a los demonios como a los cristianos. Los demonios de los celos estaban celosos unos de otros. La única manera en que los líderes de esta multitud mantenían a los demonios alejados de las peleas entre ellos era enfocando aquel odio, aquellos celos, etc. en contra de las personas sobre las cuales cabalgaban. Sin embargo, estas personas con frecuencia terminaban
peleando. Supe que de esta manera algunos de los ejércitos que habían estado en contra de Israel en las Escrituras, se habían destruido a sí mismos. Cuando su propósito en contra de Israel se había frustrado, su ira llegó a ser incontrolable y simplemente comenzaron a pelear unos contra otros.
 



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