LA GUERRA DEL YOM KIPPUR * GEORGE OTIS* 1-23
Cuando tenía 16 de edad, leí este libro, y me hizo admirar y amar al pueblo de Israel. Autor del blog.
EL FANTASMA DE AGAR
GEORGE OTIS
1974
CAP 1
1-23
Un Boeing a la usanza Judía
i Riiinnn ! i Rifinnn!...
Agitándose en la oscuridad mi mente, nublada por el sueño, luchaba con dos pensamientos a la vez: ¿Dónde está el teléfono y dónde estoy yo? Doscientos cuarenta mil kilómetros de viaje este año ... El cruce de zonas horarias y de fronteras mantenía mi "reloj interior" en constante confusión. i Allí estaba otra vez sonando
! i Riiinnn ! i Riiinnn ! i
Al fin, lo encontré!
Una alegre voz salió del auricular :
—Buenos días, señor; son las 6:30 y está lloviendo.
Descorrí violentamente las cortinas y miré hacia afuera. Lentamente Dios descubría la luz de un nuevo día. Indudablemente, estaba lloviendo con sol, y los viejos taxis negros y los rojos autobuses de dos pisos indicaban que me hallaba en Londres ... Me gusta Londres.
El día anterior, Demos Shakarian yo habíamos volado por Lunfthansa desde Braunschweig, Alemania. La rutina de esos días en Alemania embotaba el espíritu, salvo "la marcha" por las tortuosas calles de la vieja ciudad medieval.
¡ Hombre, con toda seguridad despertamos de su letargo a la gente de Braunschweig! Nunca en la fría historia de ese lugar se había oído nada así, como las voces de centenares de cristianos que cantaban por las calles "¡ Aleluya, aleluya “
Los disciplinados rostros de los alemanes se deshacían en sonrisas cuando abrían de par en par las contraventanas de los pisos superiores para ver qué era toda esa conmoción. Centenares de personas llevaban carteles que relataban la conmovedora historia del amor de Jesús en la Alemania de la actualidad.
Luego tuvimos el sumo gozo de hacer una proclamación de Jesús al fin de nuestra marcha ¡ y en la misma Catedral que Adolfo Hitler había confiscado cuarenta años antes, cuando ordenó cerrar las iglesias !
¡ Sí ; fue algo grandioso !
Llamé para que me trajeran el té y los bizcochos. Y entonces me vino de improviso ... ¡ Era un pensamiento abrumador, que parecía no venir de ninguna parte!:
Ve a la guerra ... inmediatamente !"
Días antes, el mundo había quedado pasmado al saber que el pequeño Israel era atacado no una, sino dos veces mientras se hallaba en oración.
Egipto y Siria, sincronizados hasta una fracción de segundo, habían lanzado sus máquinas bélicas en la hora más vulnerable de la nación ... la sacrosanta mañana del Yom Kippur (Día de Expiación).
Toda Europa bullía de actividad mientras circulaban profusamente las noticias de la terrible cuarta guerra consecutiva en que intervenía Israel.
Mi corazón se sentía acongojado por ese pueblo, pues los informes se hacían cada vez más ominosos. Esta vez no iba a ser un mañoso encuentro de seis días. Israel luchaba por su vida. ¿Lograría tener éxito?
Los- combates aéreos habían sido desastrosos a causa de los nuevos y mortíferos proyectiles rusos SAM-6.
Los Phantom y Mirage israelíes no tenían esta vez el dominio del aire. En efecto, se había obligado a todas las líneas aéreas a suspender sus servicios a Israel. Sólo la pequeña línea israelí, El Al, seguía intermitente y disimuladamente trasportando soldados judíos y pertrechos que se necesitaban con urgencia.
Entonces vino de nuevo el pensamiento : —Quiero que vayas al frente de batalla ... ¡ inmediatamente !—
¿Qué podía significar esto? ¿Acaso esta impresión venía en cierto modo del Señor? ¿0 era solamente un pensamiento casual que surgía de las noticias de la guerra? ¿Qué propósito podría haber en ir al frente de batalla?
Los pensamientos circularon por mi mente durante algunos minutos, como la ropa que da vueltas en un secador. Ir a la guerra era incongruente, pero también intrigante. La misma imposibilidad de hacerlo me fascinaba.
Aparentemente, se estaba desarrollando la peor batalla de tanques de todos los tiempos. Sentía una seguridad en la imposibilidad de llegar allá.
En todo caso, sólo Dios podría lograrlo; así que quedé confiando en eso.
Después de mi desayuno, servido muy a la inglesa, terminé de rotular mi equipaje para dirigirme a Belfast. Irlanda sería bastante espantosa en sí misma. Enseguida, volví a mi pieza para orar. Al parecer, era urgente que me reuniera con el Señor para considerar este asunto de la guerra. Todavía estaban fijas en mi mente esas pocas palabras sobre el frente de batalla. Nada parecía ahuyentarlas. Entonces se me ocurrió la idea de arreglar todo este asunto por medio de algunas llamadas telefónicas. Si esto era realmente de Dios, con toda seguridad, él tendría que abrir por la fuerza grandes puertas.
Primero llamé a la embajada israelí.
—¡ Cielos ! ¿Por qué quiere ir a Israel en este tiempo? —me preguntaron.
Les dije que honestamente no lo sabía, pero que de vez en cuando escribía libros. Por último, me prometieron que si tenía tan pasaporte válido de los Estados Unidos y exhibía una prueba de que era escritor, no me pondrían obstáculos. Había un solo problema que deseaban señalar : era imposible llegar allá.
En segundo lugar, hice una llamada a nuestra embajada de los Estados Unidos. Aquí de nuevo trataron de persuadirme amigablemente :
—¡Manténgase lejos de Israel!
Pero aparentemente me servía de algo el hecho de ser escritor. Luego escuché la misma historia :
—Todo esto es muy académico, ya quede ningún modo usted puede llegar allá.
Hice una tercera llamada desde mi puesto de mando, ubicado en el Hotel Hilton de Londres :
—¡Aló! ¿Con El Al? Deseo reservar un pasaje para Tel Aviv.
Hubo un largo silencio.
Entonces dije:
—¡ Aló ! ¡Aló! ¿Puede oírme?
Entonces la empleada de El Al me dijo:
—Mire, actualmente no hacemos reservas. ¿No ha leído los diarios? Hay centenares de ciudadanos judíos que ahora mismo están sentados en Heathrow, procurando llegar a sus casas. Además, por razones obvias, no anunciamos los vuelos de salida. Pero, de todos modos, le agradecemos por llamar al El Al.
Sentí el golpe seco del auricular cuando colgó.
Bueno, había hecho lo posible. Me despedí del Hilton y me dirigí en taxi a la estación terminal de la British European Airways del aeropuerto de Heathrow.
No había nada más que hacer, salvo seguir con mi original "plan de juego" para visitar la tumultuosa Irlanda del Norte. Cuando aterrizamos por fin en el aeropuerto de Belfast parecía que, después de todo, lo había hecho en las Cumbres de Golán. ¡ Alambre de púas enrollado, ametralladoras ligeras, tres cacheos, equipaje arrebatado, y tensión, tensión por todas ¡>,u-tes! Habían estallado cincuenta potentes bombas en la zona durante las catorce horas previas a nuestra llegada.
El asunto de Israel, que yo creía sepultado, comenzó a aflorar otra vez en mi mente. "¿Qué pasa aquí?", pensé. Así que cuando llegué a casa de Billy y Rita Burke, decidí hacer una llamada de larga distancia a mi casa, al otro lado del océano. De una vez por todas tenía que conocer el pensamiento de Dios con respecto a este asunto de Israel. De esa conversación con Virginia surgió la decisión de pedirle al Señor una respuesta definida, que viniera directamente de su Palabra. Parecía que esto era un dilema apto para ponerlo delante (le él.
Después de orar, abrí mi Biblia al azar para ver si el Señor me ayudaba a saber si esto era una idea suya. Sabía que si resultaba ser una verdadera dirección del Señor, de algún modo se solucionaría la "imposibilidad" de viajar a Israel.
Mi dedo se posó casi en el versículo 23 del capítulo 19 de Isaías. Mientras leía las Palabras, mi corazón comenzó a latir con fuerza. "En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Siria, y sirios entrarán en Egipto, y egipcios en Siria; y los egipcios servirán con los sirios." ¡ Ah! En ese mismo momento los egipcios estaban sirviendo con los sirios en la mortal armonía de una guerra coordinada contra Israel. ¡ Pues, en realidad el Señor me había estado hablando!
Nuevamente levanté el auricular. Esta vez para llamar a Londres. Me comuniqué con El Al y otra vez les pedí que me reservaran un pasaje para volar con ellos a Tel Aviv. Pero obtuve la misma respuesta:
—¡ No hay absolutamente ninguna posibilidad de que usted pueda conseguir asiento! ¡ Punto !
Esto parecía desconcertante ...
Proseguí con mis asuntos en Irlanda del Norte, y me sentí conmovido al tener la oportunidad de hablar a un grupo de jóvenes cristianos en la Universidad de la Reina, de Belfast. Trazamos planes para que a mi regreso yo diera una serie de conferencias, y llegó la hora de salir de Irlanda.
Ya había reservado mi pasaje para regresar a casa en el vuelo vespertino de la TWA. Este iba directo a Los Angeles por la ruta polar: en sólo once horas estaría en casa. ¡ Hombre, esto parecía bueno! Pero mientras entregaba mi equipaje en Belfast, decidí facturar las maletas sólo hasta Londres ... en caso de que Dios pudiera aún realizar el milagro de dispoNERME un asiento para viajar a Israel en me(lio de la guerra.
Después que aterrizamos en Londres, agarré mi equipaje y me lancé en busca de un taxi que me llevara a la estación terminal de El Al. Unos minutos después estaba allí, jadeando, junto al mostrador de El Al.
—¿Qué desea usted? —preguntó la empleada, levantando la vista de lo que en ese momento ocupaba su atención.
—Quiero volar a Tel Aviv con ustedes —le contesté.
—¿Cuándo?
—Ahora mismo.
Procuré mantener una expresión juiciosa mientras la miraba directamente a ¡( ojos.
—Ha llegado usted muy atrasado —dijo ella.
—¿Muy atrasado para qué? —le pregunté.
La empleada me dijo:
—Creo que el vuelo ya está cerrado en la puerta. ¿Reservó su pasaje?
¡ Mi corazón dio un salto!
—No; no lo he reservado. Pero ¿tendría la bondad de llamar a la puerta y ver si quieren mantener el vuelo abierto sólo un par de minutos más? Puedo correr
a toda velocidad hacia allá. . . si hay un asiento. ¡ Tengo que llegar a Tel Aviv! Tengo un asunto importante allá. Soy escritor.
La empleada levantó el auricular y habló en hebreo a alguien al otro extremo de la línea. Mientras la observaba, me sentía ya animado, ya desanimado. Al principio, ella movía la cabeza afirmativamente, y luego en forma negativa. Finalmente, colgó el auricular y me miró durante algunos segundos.
—Bueno; dígame, ¿me llevarán? —le pregunté.
Y me contestó:
—¿Sabe? No lo habría creído ... efectivamente hay un asiento. Hay un 50 por ciento de probabilidad a su favor; pero no detendrán el avión ni para usted ni para nadie. Tendrá que arriesgarse y efectuar rápidamente los trámites de salida de la Gran Bretaña, y procurar llegar hasta la puerta. Si puede lograrlo antes de que se cierre la pueta del avión, lo que pongo en duda, lo llevarán. Permítame llevar sus maletas.
Mientras nos elevábamos, alejándonos de la pista, miré en derredor, curioseando. El Boeing 707 estaba atiborrado. Era un vuelo a la usanza judía, y en mi cor.azón yo reía, lleno de alegría. ¡ A veces el Señor es demasiado, pero demasiado preciso.
2
Saga Sokolov
Tara ese rítmico y persistente canto ¡sraelí que en el atestado aeroplano llegaba hasta mí. Cincuenta y nueve variedades de judíos y un solo gentil inadaptado, todos dirigiéndonos a una nación sacudida por la guerra. ¡Y sin embargo, había más gozo que en un pasaje de graduados que regresaran a sus casas!
Había sido un problema para esta gente regresar a sus unidades. Pocos sabían que había muchos generales israelíes que se hallaban en el extranjero cuando los sorprendió el comienzo de la lucha.
Había algo maravilloso y contagioso en el espíritu que imperaba en ese reactor de El Al. Yo mismo me sorprendí bromeando con los judíos que iban a ambos lados de mi asiento con respecto a la comida que nos sirvieron a bordo.
Qué comimos, nunca lo sabré; pero mi lonja de carne tenía precisamente el color de una deliciosa tajada de jamón.
—Aguarden a que les diga qué nos dio de comer El Al ... y precisamente en un día viernes, después de la puesta del sol —les dije.
—¿Qué quiere decir? ¿Qué estamos comiendo aquí entonces? —preguntó uno de ellos.
—Averígüelo usted mismo. ¿No es ese hermoso jamón de El Al? —le dije.
Casi se atoraron. Arribos gritaron a la vez:
—¡ Esto no es jamón!
El que estaba sentado al lado del pasillo me miró a la cara y vio que había estado bromeando. Nos divertimos mucho en ese vuelo.
Con todas las luces apagadas, nuestro Capitán maniobró el Boeing en un rápido descenso como si fuera una insignificancia. Luego lo niveló y el gran pájaro rodó suavemente sobre la pista del aeropuerto de Lod.
Lunes, 5 de mayo de 2025
EL FANTASMA DE AGAR
GEORGE OTIS
1974
CAP 1
Un Boeing a la usanza Judía
i Riiinnn ! i Rifinnn!...
Agitándose en la oscuridad mi mente, nublada por el sueño, luchaba con dos pensamientos a la vez: ¿Dónde está el teléfono y dónde estoy yo? Doscientos cuarenta mil kilómetros de viaje este año ... El cruce de zonas horarias y de fronteras mantenía mi "reloj interior" en constante confusión. i Allí estaba otra vez sonando
! i Riiinnn ! i Riiinnn ! i
Al fin, lo encontré!
Una alegre voz salió del auricular :
—Buenos días, señor; son las 6:30 y está lloviendo.
Descorrí violentamente las cortinas y miré hacia afuera. Lentamente Dios descubría la luz de un nuevo día. Indudablemente, estaba lloviendo con sol, y los viejos taxis negros y los rojos autobuses de dos pisos indicaban que me hallaba en Londres ... Me gusta Londres.
El día anterior, Demos Shakarian yo habíamos volado por Lunfthansa desde Braunschweig, Alemania. La rutina de esos días en Alemania embotaba el espíritu, salvo "la marcha" por las tortuosas calles de la vieja ciudad medieval.
¡ Hombre, con toda seguridad despertamos de su letargo a la gente de Braunschweig! Nunca en la fría historia de ese lugar se había oído nada así, como las voces de centenares de cristianos que cantaban por las calles "¡ Aleluya, aleluya “
Los disciplinados rostros de los alemanes se deshacían en sonrisas cuando abrían de par en par las contraventanas de los pisos superiores para ver qué era toda esa conmoción. Centenares de personas llevaban carteles que relataban la conmovedora historia del amor de Jesús en la Alemania de la actualidad.
Luego tuvimos el sumo gozo de hacer una proclamación de Jesús al fin de nuestra marcha ¡ y en la misma Catedral que Adolfo Hitler había confiscado cuarenta años antes, cuando ordenó cerrar las iglesias !
¡ Sí ; fue algo grandioso !
Llamé para que me trajeran el té y los bizcochos. Y entonces me vino de improviso ... ¡ Era un pensamiento abrumador, que parecía no venir de ninguna parte!:
Ve a la guerra ... inmediatamente !"
Días antes, el mundo había quedado pasmado al saber que el pequeño Israel era atacado no una, sino dos veces mientras se hallaba en oración.
Egipto y Siria, sincronizados hasta una fracción de segundo, habían lanzado sus máquinas bélicas en la hora más vulnerable de la nación ... la sacrosanta mañana del Yom Kippur (Día de Expiación).
Toda Europa bullía de actividad mientras circulaban profusamente las noticias de la terrible cuarta guerra consecutiva en que intervenía Israel.
Mi corazón se sentía acongojado por ese pueblo, pues los informes se hacían cada vez más ominosos. Esta vez no iba a ser un mañoso encuentro de seis días. Israel luchaba por su vida. ¿Lograría tener éxito?
Los- combates aéreos habían sido desastrosos a causa de los nuevos y mortíferos proyectiles rusos SAM-6.
Los Phantom y Mirage israelíes no tenían esta vez el dominio del aire. En efecto, se había obligado a todas las líneas aéreas a suspender sus servicios a Israel. Sólo la pequeña línea israelí, El Al, seguía intermitente y disimuladamente trasportando soldados judíos y pertrechos que se necesitaban con urgencia.
Entonces vino de nuevo el pensamiento : —Quiero que vayas al frente de batalla ... ¡ inmediatamente !—
¿Qué podía significar esto? ¿Acaso esta impresión venía en cierto modo del Señor? ¿0 era solamente un pensamiento casual que surgía de las noticias de la guerra? ¿Qué propósito podría haber en ir al frente de batalla?
Los pensamientos circularon por mi mente durante algunos minutos, como la ropa que da vueltas en un secador. Ir a la guerra era incongruente, pero también intrigante. La misma imposibilidad de hacerlo me fascinaba.
Aparentemente, se estaba desarrollando la peor batalla de tanques de todos los tiempos. Sentía una seguridad en la imposibilidad de llegar allá.
En todo caso, sólo Dios podría lograrlo; así que quedé confiando en eso.
Después de mi desayuno, servido muy a la inglesa, terminé de rotular mi equipaje para dirigirme a Belfast. Irlanda sería bastante espantosa en sí misma. Enseguida, volví a mi pieza para orar. Al parecer, era urgente que me reuniera con el Señor para considerar este asunto de la guerra. Todavía estaban fijas en mi mente esas pocas palabras sobre el frente de batalla. Nada parecía ahuyentarlas. Entonces se me ocurrió la idea de arreglar todo este asunto por medio de algunas llamadas telefónicas. Si esto era realmente de Dios, con toda seguridad, él tendría que abrir por la fuerza grandes puertas.
Primero llamé a la embajada israelí.
—¡ Cielos ! ¿Por qué quiere ir a Israel en este tiempo? —me preguntaron.
Les dije que honestamente no lo sabía, pero que de vez en cuando escribía libros. Por último, me prometieron que si tenía tan pasaporte válido de los Estados Unidos y exhibía una prueba de que era escritor, no me pondrían obstáculos. Había un solo problema que deseaban señalar : era imposible llegar allá.
En segundo lugar, hice una llamada a nuestra embajada de los Estados Unidos. Aquí de nuevo trataron de persuadirme amigablemente :
—¡Manténgase lejos de Israel!
Pero aparentemente me servía de algo el hecho de ser escritor. Luego escuché la misma historia :
—Todo esto es muy académico, ya quede ningún modo usted puede llegar allá.
Hice una tercera llamada desde mi puesto de mando, ubicado en el Hotel Hilton de Londres :
—¡Aló! ¿Con El Al? Deseo reservar un pasaje para Tel Aviv.
Hubo un largo silencio.
Entonces dije:
—¡ Aló ! ¡Aló! ¿Puede oírme?
Entonces la empleada de El Al me dijo:
—Mire, actualmente no hacemos reservas. ¿No ha leído los diarios? Hay centenares de ciudadanos judíos que ahora mismo están sentados en Heathrow, procurando llegar a sus casas. Además, por razones obvias, no anunciamos los vuelos de salida. Pero, de todos modos, le agradecemos por llamar al El Al.
Sentí el golpe seco del auricular cuando colgó.
Bueno, había hecho lo posible. Me despedí del Hilton y me dirigí en taxi a la estación terminal de la British European Airways del aeropuerto de Heathrow.
No había nada más que hacer, salvo seguir con mi original "plan de juego" para visitar la tumultuosa Irlanda del Norte. Cuando aterrizamos por fin en el aeropuerto de Belfast parecía que, después de todo, lo había hecho en las Cumbres de Golán. ¡ Alambre de púas enrollado, ametralladoras ligeras, tres cacheos, equipaje arrebatado, y tensión, tensión por todas ¡>,u-tes! Habían estallado cincuenta potentes bombas en la zona durante las catorce horas previas a nuestra llegada.
El asunto de Israel, que yo creía sepultado, comenzó a aflorar otra vez en mi mente. "¿Qué pasa aquí?", pensé. Así que cuando llegué a casa de Billy y Rita Burke, decidí hacer una llamada de larga distancia a mi casa, al otro lado del océano. De una vez por todas tenía que conocer el pensamiento de Dios con respecto a este asunto de Israel. De esa conversación con Virginia surgió la decisión de pedirle al Señor una respuesta definida, que viniera directamente de su Palabra. Parecía que esto era un dilema apto para ponerlo delante (le él.
Después de orar, abrí mi Biblia al azar para ver si el Señor me ayudaba a saber si esto era una idea suya. Sabía que si resultaba ser una verdadera dirección del Señor, de algún modo se solucionaría la "imposibilidad" de viajar a Israel.
Mi dedo se posó casi en el versículo 23 del capítulo 19 de Isaías. Mientras leía las Palabras, mi corazón comenzó a latir con fuerza. "En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Siria, y sirios entrarán en Egipto, y egipcios en Siria; y los egipcios servirán con los sirios." ¡ Ah! En ese mismo momento los egipcios estaban sirviendo con los sirios en la mortal armonía de una guerra coordinada contra Israel. ¡ Pues, en realidad el Señor me había estado hablando!
Nuevamente levanté el auricular. Esta vez para llamar a Londres. Me comuniqué con El Al y otra vez les pedí que me reservaran un pasaje para volar con ellos a Tel Aviv. Pero obtuve la misma respuesta:
—¡ No hay absolutamente ninguna posibilidad de que usted pueda conseguir asiento! ¡ Punto !
Esto parecía desconcertante ...
Proseguí con mis asuntos en Irlanda del Norte, y me sentí conmovido al tener la oportunidad de hablar a un grupo de jóvenes cristianos en la Universidad de la Reina, de Belfast. Trazamos planes para que a mi regreso yo diera una serie de conferencias, y llegó la hora de salir de Irlanda.
Ya había reservado mi pasaje para regresar a casa en el vuelo vespertino de la TWA. Este iba directo a Los Angeles por la ruta polar: en sólo once horas estaría en casa. ¡ Hombre, esto parecía bueno! Pero mientras entregaba mi equipaje en Belfast, decidí facturar las maletas sólo hasta Londres ... en caso de que Dios pudiera aún realizar el milagro de dispoNERME un asiento para viajar a Israel en me(lio de la guerra.
Después que aterrizamos en Londres, agarré mi equipaje y me lancé en busca de un taxi que me llevara a la estación terminal de El Al. Unos minutos después estaba allí, jadeando, junto al mostrador de El Al.
—¿Qué desea usted? —preguntó la empleada, levantando la vista de lo que en ese momento ocupaba su atención.
—Quiero volar a Tel Aviv con ustedes —le contesté.
—¿Cuándo?
—Ahora mismo.
Procuré mantener una expresión juiciosa mientras la miraba directamente a ¡( ojos.
—Ha llegado usted muy atrasado —dijo ella.
—¿Muy atrasado para qué? —le pregunté.
La empleada me dijo:
—Creo que el vuelo ya está cerrado en la puerta. ¿Reservó su pasaje?
¡ Mi corazón dio un salto!
—No; no lo he reservado. Pero ¿tendría la bondad de llamar a la puerta y ver si quieren mantener el vuelo abierto sólo un par de minutos más? Puedo correr
a toda velocidad hacia allá. . . si hay un asiento. ¡ Tengo que llegar a Tel Aviv! Tengo un asunto importante allá. Soy escritor.
La empleada levantó el auricular y habló en hebreo a alguien al otro extremo de la línea. Mientras la observaba, me sentía ya animado, ya desanimado. Al principio, ella movía la cabeza afirmativamente, y luego en forma negativa. Finalmente, colgó el auricular y me miró durante algunos segundos.
—Bueno; dígame, ¿me llevarán? —le pregunté.
Y me contestó:
—¿Sabe? No lo habría creído ... efectivamente hay un asiento. Hay un 50 por ciento de probabilidad a su favor; pero no detendrán el avión ni para usted ni para nadie. Tendrá que arriesgarse y efectuar rápidamente los trámites de salida de la Gran Bretaña, y procurar llegar hasta la puerta. Si puede lograrlo antes de que se cierre la pueta del avión, lo que pongo en duda, lo llevarán. Permítame llevar sus maletas.
Mientras nos elevábamos, alejándonos de la pista, miré en derredor, curioseando. El Boeing 707 estaba atiborrado. Era un vuelo a la usanza judía, y en mi cor.azón yo reía, lleno de alegría. ¡ A veces el Señor es demasiado, pero demasiado preciso.
2
Saga Sokolov
Tara ese rítmico y persistente canto ¡sraelí que en el atestado aeroplano llegaba hasta mí. Cincuenta y nueve variedades de judíos y un solo gentil inadaptado, todos dirigiéndonos a una nación sacudida por la guerra. ¡Y sin embargo, había más gozo que en un pasaje de graduados que regresaran a sus casas!
Había sido un problema para esta gente regresar a sus unidades. Pocos sabían que había muchos generales israelíes que se hallaban en el extranjero cuando los sorprendió el comienzo de la lucha.
Había algo maravilloso y contagioso en el espíritu que imperaba en ese reactor de El Al. Yo mismo me sorprendí bromeando con los judíos que iban a ambos lados de mi asiento con respecto a la comida que nos sirvieron a bordo.
Qué comimos, nunca lo sabré; pero mi lonja de carne tenía precisamente el color de una deliciosa tajada de jamón.
—Aguarden a que les diga qué nos dio de comer El Al ... y precisamente en un día viernes, después de la puesta del sol —les dije.
—¿Qué quiere decir? ¿Qué estamos comiendo aquí entonces? —preguntó uno de ellos.
—Averígüelo usted mismo. ¿No es ese hermoso jamón de El Al? —le dije.
Casi se atoraron. Arribos gritaron a la vez:
—¡ Esto no es jamón!
El que estaba sentado al lado del pasillo me miró a la cara y vio que había estado bromeando. Nos divertimos mucho en ese vuelo.
Con todas las luces apagadas, nuestro Capitán maniobró el Boeing en un rápido descenso como si fuera una insignificancia. Luego lo niveló y el gran pájaro rodó suavemente sobre la pista del aeropuerto de Lod.
Una nación oscurecida por la guerra puede ocultarse bastante bien de los ojos naturales. Pero esta noche oscura resultó estar llena de agitación. El aeropuerto estaba atestado de tránsito. Cañones, autobuses, remolcadores de carga, aviones de combate que corrían por las pistas, dispositivos antiaéreos, soldados y gente, mucha gente.
La estación terminal había sido oscurecida, pero en su interior todas las luces estaban encendidas y ese mismo alegre parloteo se oía por todas partes. Gente de todo aspecto, estatura y edad había venido a ofrecer voluntariamente su ayuda para mantener el país en marcha mientras el personal estaba en los campos de batalla. i Qué fantástico pueblo! No es extraño Dios lo ame.
El "Sábado" judío había comenzado esa misma noche del viernes mientras llegábamos procedentes de Londres. Puesto que seguía la guerra, había más actividad que la que en otras ocasiones había visto en Israel durante el "Sábado". Pero más tarde descubriría que con guerra o sin ella esta gente sigue observando bastante bien el "Sábado".
Mi! dirigí a Tel Aviv y, por último, al hotel Hilton. El enorme vestíbulo estaba completamente desierto, con excepción de los militares
24 EL FANTASMA DE AGAR
los militares y de varios representantes de la prensa extranjera. No tuve ningún problema para conseguir habitación. Sólo se sorprendieron de ver un cliente vivo y que pagaba. ¡ Hombre, dormí profundamente !
Me levanté el sábado por la mañana y bajé al café para tomar desayuno. Pero momentáneamente había olvidado qué día era. No había absolutamente nada que tuviera que cocinarse ... ¡ ni siquiera en un Hilton ! No había huevos, ni carne, ni harina de avena, ni tostadas. Sólo fiambres preparados desde antes de la puesta del sol del viernes. Era conmovedor ver una nación que honraba la Palabra de Dios de este modo particular.
Me había impresionado tanto el hecho de que había logrado llegar a Israel, que debo haber dado por descontado que Dios me tendría un hermoso tanque esperándome en el estacionamiento del hotel. Pero estaban a punto de venírseme encima los problemas de ir a una guerra en un pequeño paseo de fin de semana.
Mientras comía pensé : "Bueno, ¿cómo se llega a una guerra entonces?"
Después de un delicioso desayuno, fui al escritorio que el ejército había instalado en el vestíbulo del hotel. Luego de esperar pacientemente en una fila de unos quince o veinte corresponsales, llegó finalmente mi turno de entrevistarme con el Oficial israelí que estaba sentado al escritorio.
—Me gustaría saber qué trámites hay que efectuar para ir hoy al frente de batalla —le dije.
—¿En qué medio de transporte proyecta usted llegar allá? —me preguntó.
—En ninguno todavía. Vea usted; acabo de llegar —le contesté.
—¿A cuál frente quiere ir? —volvió a preguntar el oficial.
—Me es igual ... a cualquiera de los dos. A Suez o a las Cumbres de Golán —le respondí.
—Eso es muy indefinido. ¿Quién es usted entonces?
—Me llamo George Otis. Soy ciudadano norteamericano y vivo en Los Angeles.
El Oficial de Prensa se estaba poniendo nervioso. La gran responsabilidad, día tras día, y la presión continua de la guerra hacían que muchos de ellos se pusieran irritables, y era comprensible que actuaran así.
—Me refiero a qué documento trae consigo. Permítame ver su carnet de Periodista. ¡ Rápido ! No podemos pasar todo el día en esto. Mire la fila detrás de usted. Hay seiscientos corresponsales extranjeros con quienes tenemos que tratar aquí en Tel Aviv.
Cuando le contesté que no tenía, dijo:
—¿Qué es eso? ¿No tiene carnet de Periodista? ¿Qué está haciendo aquí entonces?
—No; no tengo carnet de Periodista. Mire, no soy corresponsal de ningún periódico. Soy escritor de libros. Hace pocos días estuve en Londres y sentí el impulso de venir acá para ir al frente de batalla. Ahora, ¿dónde debo llenar los formularios para obtener mi permiso?
El oficial saltó de su silla y su rostro se puso rojo.
—¡ Mire, Otis, o como se llame! —me dijo—. i No tiene carnet de Periodista! ¿Cómo puedo saber si usted ha escrito un libro en su vida? Muéstreme uno.
—Lo siento —le contesté—; pero no tengo conmigo ningún ejemplar. Tampoco sabía que ustedes iban a tener esta guerra y regalé los pocos ejemplares que generalmente llevo en mi portafolios. Pero tengo un catálogo viejo que contiene una lista de algunos de mis libros. ¿Le serviría de algo?
Se reclinó de nuevo en su silla, tratando de decidir qué hacer conmigo. Finalmente, dijo:
Mire, señor Otis, ¿tendría inconveniente en volver mañana?
sábado, 7 de junio de 2025
**16 años tenía de edad cuando leí por primera vez el libro de Jorge Otis "El Fantasma de Agar". Un libro que me cautivó de principio a fin. Como se dice "Me marco la vida".
Hoy después de muchos años tengo el privilegio de compartir sus páginas con aquellos que asi lo quieran.**
—Me refiero a qué documento trae consigo. Permítame ver su carnet de Periodista. ¡ Rápido ! No podemos pasar todo el día en esto. Mire la fila detrás de usted. Hay seiscientos corresponsales extranjeros con quienes tenemos que tratar aquí en Tel Aviv.
Cuando le contesté que no tenía, dijo:
—¿Qué es eso? ¿No tiene carnet de Periodista? ¿Qué está haciendo aquí entonces?
—No; no tengo carnet de Periodista. Mire, no soy corresponsal de ningún periódico. Soy escritor de libros. Hace pocos días estuve en Londres y sentí el impulso de venir acá para ir al frente de batalla. Ahora, ¿dónde debo llenar los formularios para obtener mi permiso?
El oficial saltó de su silla y su rostro se puso rojo.
—¡ Mire, Otis, o como se llame! —me dijo—. i No tiene carnet de Periodista! ¿Cómo puedo saber si usted ha escrito un libro en su vida? Muéstreme uno.
—Lo siento —le contesté—; pero no tengo conmigo ningún ejemplar. Tampoco sabía que ustedes iban a tener esta guerra y regalé los pocos ejemplares que generalmente llevo en mi portafolios. Pero tengo un catálogo viejo que contiene una lista de algunos de mis libros. ¿Le serviría de algo?
Se reclinó de nuevo en su silla, tratando de decidir qué hacer conmigo. Finalmente, dijo:
Mire, señor Otis, ¿tendría inconveniente en volver mañana?
EL FANTASMA DE AGAR
GEORGE OTIS
1974
27-39
--Preferiría no hacerlo, si a usted no le molesta —le contesté—. ¿No podríamos encargarnos de esto ahora? Si no me apresuroro, la guerra podría terminar antes de llegar al frente.
Cuando miré la expresión de su rostro, me di cuenta de que había dicho algo delicado que no contribuiría a mejorar mucho la situación.
—Lo siento —le dije.
Al parecer, se le ocurrió una idea. Parecía bastante buena, pero más tarde demostró ser sólo una manera disimulada de deshacerse de mí.
—Es amable de su parte, Otis, que haya venido de todos modos a Israel durante nuestro tiempo de prueba. Tenemos aprecio por ustedes, los escritores de todo tipo. Sin embargo, debe entender que nos crea problemas especiales por no tener carnet de Periodista. Y el hecho de no tener ni un solo libro que pruebe que usted es escritor lo pone en una categoría que sobrepasa mi autoridad. Le sugiero que vaya a la Oficina de Prensa Israelí en la Casa Sokolov . Quizá pueda ayudarle uno de los departamento de allí.
—Muchas gracias —le dije.
Muchos años de realizar trámites comerciales y gubernamentales me han enseñado a reconocer el ardid de pasar el bulto a otro. Pero la ingeniosa variedad que experimenté durante los días siguientes, yendo de un lugar a otro por todos los pisos de la Oficina de Prensa Israelí, era muy superior.
Seguía recordándome a mí mismo que era cristiano y, además, un visitante en su país. Esta gente estaba ocupada con una guerra y tenía problemas al tratar con centenares de reporteros curiosos y parlanchines que les habían caído encima. Pero después de vagar kilómetros por los salones de Sokolov y de pasar horas contestando preguntas, mi paciencia cristiana comenzó a minarse.
Por fin, creo que una tarde Dios puso un extraño espíritu en mí. ¡De repente, me enfurecí y comencé a contar a gritos mis frustraciones! M
e oí decir cosas como éstas:
"¡ Estoy aquí a trece mil kilómetros de mi casa y todos ustedes me contestan con evasivas! No soy enemigo de ustedes. Soy amigo del pueblo de Israel. Me encuentro aquí, porque deseo escribir un libro sobre los aspectos espirituales de esta guerra y ustedes me ponen toda clase de obstáculos. Ustedes mismos permiten que los engañen dejando que vayan al frente todos los periodistas. La mayoría de ellos presenta relatos destructivos sobre Israel a su regreso. ¡ Y ustedes les dan toda clase de facilidades!
"¡ Yo estoy aquí de parte de ustedes! i Estoy ansioso por presentar un buen informe! Ustedes debieran ayudarme a ir al frente y animarme a escribir. Encuentro difícil seguir siendo amigo de ustedes bajo estas circunstancias. Israel está perdiendo amigos rápidamente por todo el mundo. No creo que puedan darse el lujo de perder uno más. 0 me dan permiso para ir al frente o me voy al aeropuerto a tratar de conseguir un vuelo para regresar a mi país. No voy a pelear más con ustedes. i Saben que merezco un sí o un no y ahora
Por entonces la gente estaba mirando a hurtadillas desde sus oficinas hacia el pasillo. ¿Quién era este bullicioso norteamericano que perturbaba la paz? Mis ojos despedían llamas.
Unos minutos más tarde un teniente vino apresuradamente hacia mí y me tomó De un brazo. Y muy suavemente me dijo:
—Venga conmigo a hablar directamente con el Coronel Simons.
Todavía estaba furioso y retiré mi brazo.
—¿Quién es Simons?
Pero cuando miré al teniente, vi algo en la expresión de su rostro que me tranquilizó.
—El Coronel Simons es quien puede dar órdenes aquí —me dijo—. Usted ya ha dado suficientes vueltas. Arnie Simons es un hombre excelente.
Diez minutos después yo estaba de pie, con las manos en las caderas, mirando a un coronel de mediana estatura, que también estaba de pie y con las manos en las caderas.
—Señor Otis —me dijo él—, ya tengo conocimiento de su caso. ¿Puede estar otra vez aquí en la Casa Sokolov, mañana a las 6:15 de la mañana? Aquí hay alguien a quien quiero presentarle. Señor Otis, éste es el Mayor Nachman. He asignado a "Nachi" para que le sirva de Oficial de Escolta Militar. Estoy concediendo el permiso para que usted vaya al frente sirio mañana por la mañana.
—Coronel Simons —le dije—, nunca podré agradecerle lo suficiente por esta tremenda ayuda. Al fin y al cabo habrá un libro y usted tendrá el primer ejemplar que salga de la imprenta. Tendré cuidado de que no tenga que lamentar esta decisión. En realidad, soy amigo del pueblo de Israel, como lo es todo verdadero cristiano.
Mientras tanto, mi hijo George III había llegado a Tel Aviv y decidí, de repente,
SAGA SOKOLOV 31
sacar el máximo provecho de mi buena fortuna.
Le pregunté a Simons si podía incluir a George en el permiso.
—i Oh! Creo que sí —dijo el Coronel, suspirando.
Sucedió algo cruelmente chistoso cuando mi hijo y yo regresamos al Hilton. Dado que la guerra había comenzado cuando yo estaba ausente de mi casa, no traje mi cámara fotográfica. Pero ahora me daba cuenta de que ésta me sería esencial para el viaje que realizaríamos al día siguiente En la mañana. Cuando subimos a un taxi, le dije al conductor:
—Al Hilton de Tel Aviv, por favor.
El taxista asintió con la cabeza. Resultó ser que esas ésas eran algunas de las pocas palabras que realmente entendía en nuestro idioma.
Durante el recorrido me recliné en el asienio posterior y le dije que necesitaba una cámara. Me dirigió una mirada vaga. Hice un nuevo intento, usando diferentes palabras; pero sencillamente no entendía. Por último, cuando nos había había llevado casi hasta el hotel, comencé a preocuparme.Casì no nos quedaba tiempo para comprar. Todas las tiendas cerrarían dentro• de e unos veinte minutos y tenía que encontrar una cámara. Por fin me las arreglé para hacer que detuviera el taxi. Entonces comencé a hacer movimientos con las manos, como si estuviera sosteniendo una cámara y tomando fotografías. Tras un minuto, poco más o menos, de hacer estos ademanes, se le iluminó el rostro y nos fuimos de allí.
Me sentí desconcertado cuando pasamos dos tiendas de artículos fotográficos; pero por fin hizo rechinar los frenos frente a ... una barbería.
Lo seguimos al interior, creyendo que quizás el taxista sabía de alguna cámara usada que quisieran vender allí. En cambio, después de hablar un momento en hebreo con el propietario, abrieron un cajón inferior y sacaron una caja de ... i fotografías sucias!
De repente nos dimos cuenta del humor negro de todo el asunto y salimos de allí. Un poco más allá vi una tienda de artículos fotográficos y logramos entrar cuando sólo faltaban dos minutos para que cerraran.
Pasan cosas extrañas con las barreras idiomáticas. Esto era un tranquilizante después de un día lleno de frustraciones, pero de triunfo al fin.
Al día siguiente, muy de mañana, iríamos a la guerra ...
Cap 3
EL JEHOVÁ DE LA ERA DEL REACTOR
¡Los estampidos sónicos perturbaban la engañosa tranquilidad de Galilea!
Parecía extraño que tan potentísima energía proviniera de los diminutos aeroplanos que, veloces como una bala, maniobraban a doce mil metros de altura sobre la antigua cuenca.
__Son nuestros__ dijo Nachi__,
Creo que son Mirage.
Ahora hace casí dos días que los aviones de combate sirios no pueden pasar por Galilea.__
Nachi, como recordarán mis lectores, era el Oficial de Escolta Militar que me había asignado el Coronel Simons en la Oficina de Prensa de la Beit Sokolov. El Coronel le había ordenado que nos llevara al frente sirio, que estaba en las Cumbres de Golán.
¡Oh ! ¡ Ojalá no fuera peligroso eontarles más sobre el Oficial Nachman ! Como la mayoría de los judíos que hoy viven en Israel, su vida y antecedentes son muy intrigantes. Pero a cde ciertos proyectos en los que Nachi trabaja mes tras mes, hay una amenaza, no sólo para su vida, sino también contra los miembros de su familia, de parte de los terroristas palestinos.
Ahora bien, tanto como esto tenemos libertad de contar: Nachi es un de baja estatura, rechoncho y fuerte, de unos cuarenta y cinco años. Domina cinco idiomas: inglés, hebreo, francés, árabe y español. No sólo es un distinguido oficial de tanques israelí, sino también periodista.
Sin embargo, la más bella faceta de su carácter es su intenso amor por el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Su personalidad estaba encubierta, y es comprensible que así fuera, por el pesar que entonces sentía por algunos de sus íntimos amigos, miembros de su unidad de tanques, a quienes había perdido en los anteriores días de combate. Al fin y al cabo, los soldados como Nachi son seres humanos que viven y sienten. Y cuatro * guerras en rápida sucesión no infunden un aire descuidado con respecto a la matanza.
Los conductores de tanques israelíes son
considerados como los mejores del mundo por los militares. Han demostrado ser
valerosos, rápidos para pensar, hábiles e intrépidos. Sus técnicas de combate
han sido estudiadas por todos los expertos rnilitares.
Pero principalmente y sobre todo son un pueblo que trata de subsistir en la
tierra que Dios les dio por medio de una escritura irrevocable.
Traqueteando a lo largo de una estrecha carretera israelí,pasamos a cientos de camiones, autobuses, "jeeps",tanques, semitractores y casi toda clase de máquinas de guerra. Algunos, como nosotros, se dirigían hacia el frente de Golán, mientras que otros regresaban retumbando para someter sus máquinas a reparaciones o para ser asignados a una nueva misión.
¡Esparcidos aquí y allá vimos muchos de esos tanques auxiliares de combustible, semejantes a proyectiles, que habían sido soltados por los aviones de combate antes de sus violentas batallas aéreas.
Era especialmente emocionante ver los grandes camiones israelíes (diseñados para recuperar tanques) que regresaban del frente cargados de tanques abandonados por los árabes. Se informó que, en conjunto, Israel se apoderó de más de mil millones de dólares en equipo nuevo, en su mayor parte fabricado en Rusia, equipo que ahora está entrando a formar parte de las unidades defensivas del ejército judío.
Pronto subíamos por las escarpadas colinas hacia la meseta que forman las Cumbres de Golán. Cuando hubimos llegado a ésta, aparecieron las imponentes ruinas de la vieja Aduana Británica. Al mirar al cielo, vimos veintenas de aves de plumaje osuro que volaban en estrechos círculos a unos dos kilómetros detrás del edificio.
-Nachi -le dije-, ¿acaso esas aves
significan lo que pienso?
-Sí -me contestó; me temo que sí.
-El avanee de la artillería siria no alcanzó a llegar a Galilea, ¿verdad?
__Lamento decirle -dijo Nachi-, que efectivamente lo hicieron. Tal vez usted recuerde, señor Otis,
que esta guerra empezó el sábado: nuestro "Sábado". Era casi
imposible detener a los árabes a causa de la sincronización de su artero
ataque y del hecho de atacar simultáneamente en. los frentes de
Suez y de Golán. Evidentemente,
aquí arriba no estabámos bastante preparados. Además, durante los primeros dlas nos infligieron un terrible
castigo al introducir los nuevos proyectiles antitanque Sagar de
fabricación rusa y dirigidos por control remoto, ¡Su efecto era devastador ! "Permítarne contarle _Continuó diciendo
Nachi-cuán cerca de la derrota estuvimos en cierto
momento de ese primer lunes. Personalmenté
creo que si Dios no hubiera intervenido, ese día los tanques sirios
habrían bajado directamente hasta Tiberias. Mirando por allí,
George, usted puede ver cómo las sinuosidades del terreno forman colinas
y valles. No es fácíl ver los tanques del enemigo. Pero mucha veces
podemos adivinar donde están, por los disparos de los cañones. Como le decía, esos dos primeros días recibimos une brutal palíza antes
que pudiéramos determinar qué táctica deberíamos seguir y
reaprovisionarnos de material. "En el peor momento de la batalla
quedaban solamente tres, note usted,
tres tanques israelíes para bloquear el pasode esa terrible horda acorazada que
amenazaba deseender hasta Tiberias, a sólo una hora de aquí. Los árabes
habían avanzado, constantemente desde Damasco hasta llegar eerca de este punto. Pero en cierta parte de la Biblia dice: "Jehová, el
Dios de Israel peleaba por Israel" (Josué 10).
¡Pudiera haber sucedido otra vez aquí mismo !
En realidad se acercan cada vez más.
Pero de repente al General sirio se le
ocurrió una idea. Después de algunos
minutos dio una orden por radio a sus tanques y tropas. El General habló
en clave y dijo algo así: "Los israelíes han dejado de
disparar casi por completo. No me gusta en absoluto lo que se siente en esta
situación. (No podna saber que sólo.había tres tanques israelíes que todauía
podían disparar,) Creo que los israelíes quieren
atraernos hacia una trampa y tendernos una emboseada. ¡Deténganse
inmediatamente donde están !" Echando una mirada a su reloj,
continuó diciendo: "Creo que deberíamos detenernos para almorzar y
reabastecernos de combustible." "Esa
pause de dos horas __continuó diciendo Nachi-__resultó para los árabes una
táctica fatal. Nos dio justamente el tiempo suficiente para que nuestros tres extraordinarios
tanques fueran reforzados por un considerable número de nuevos tanque, tropas,
artillería y municiones. La "pausa para almorzar" de los sirios
fue el apogeo de su avanee. En un par de días, cambió todo el momento de la
batalla. Hoy, si logramos pasar, le mostraré hasta dónde
hemoss llegado desde entonces, con nuestra contraofensiva, en nuestro avance
hacia Damasco mismo. "¡Oiga, George, fue inexplicable, y creo que
puede haber sido la mano de Dios
sábado, 5 de marzo de 2016
GUERRA DEL YOM KIPPUR Geoge Otis

Las páginas del libro que leía captaron el resplandor de la puesta del sol
lunes, 16 de noviembre de 2015
Cont. cap.5 EL SÍNDROME HEBREO-FANTASMA DE AGAR---GEORGE OTIS
jueves, 5 de noviembre de 2015
EL JEHOVÁ DE LA ERA DEL REACTOR
EL FANTASMA DE AGAR 17 i ASALTO AÉREO !
i ASALTO AÉREO !
JORGE OTIS
1974
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