martes, 24 de noviembre de 2015

EL FANTASMA DE AGAR* *GEORGE OTIS ** E=MC2. ( ISRAEL))

LA GUERRA DEL YOM KIPPUR * GEORGE OTIS* 1-23

 Cuando tenía 16 de edad, leí este libro, y me hizo admirar y amar al pueblo de Israel.  Autor del blog.

EL FANTASMA DE AGAR

GEORGE OTIS

1974

CAP 1

1-23

Un Boeing a la usanza Judía

i Riiinnn ! i Rifinnn!...

 Agitándo­se en la oscuridad mi mente, nu­blada por el sueño, luchaba con dos pensamientos a la vez: ¿Dón­de está el teléfono y dónde estoy yo? Doscientos cuarenta mil kiló­metros de viaje este año ... El cruce de zonas horarias y de fron­teras mantenía mi "reloj inte­rior" en constante confusión. i Allí estaba otra vez sonando

! i Riiinnn ! i Riiinnn ! i

Al fin, lo encontré!

Una alegre voz salió del au­ricular :

Buenos días, señor; son las 6:30 y está lloviendo.

Descorrí violentamente las cortinas y miré hacia afuera. Lentamente Dios descubría la luz de un nuevo día. Indudable­mente, estaba lloviendo con sol, y los viejos taxis negros y los rojos autobuses de dos pisos indicaban que me hallaba en Londres ... Me gusta Londres.

El día anterior, Demos Shakarian  yo habíamos volado por Lunfthansa desde Braunschweig, Alemania. La rutina de esos días en Alemania embotaba el espí­ritu, salvo "la marcha" por las tortuosas calles de la vieja ciudad medieval.

 ¡ Hom­bre, con toda seguridad despertamos de su letargo a la gente de Braunschweig! Nunca en la fría historia de ese lugar se había oído nada así, como las voces de centenares de cristianos que cantaban por las calles "¡ Aleluya, aleluya

 Los disci­plinados rostros de los alemanes se des­hacían en sonrisas cuando abrían de par en par las contraventanas de los pisos su­periores para ver qué era toda esa con­moción. Centenares de personas llevaban carteles que relataban la conmovedora his­toria del amor de Jesús en la Alemania de la actualidad.

Luego tuvimos el sumo gozo de hacer una proclamación de Jesús al fin de nuestra marcha ¡ y  en la misma Catedral que Adolfo Hitler había confiscado cuarenta años antes, cuando ordenó cerrar las igle­sias !

 ¡ Sí ; fue algo grandioso !

Llamé para que me trajeran el té y los bizcochos. Y entonces me vino de impro­viso ... ¡ Era un pensamiento abrumador, que parecía no venir de ninguna parte!:

Ve a la guerra ... inmediatamente !"

Días antes, el mundo había quedado pasmado al saber que el pequeño Israel era atacado no una, sino dos veces mien­tras se hallaba en oración.

 Egipto y Siria, sincronizados hasta una fracción de se­gundo, habían lanzado sus máquinas bé­licas en la hora más vulnerable de la na­ción ... la sacrosanta mañana del Yom Kippur (Día de Expiación).

Toda Europa bullía de actividad mien­tras circulaban profusamente las noticias de la terrible cuarta guerra consecutiva en que intervenía Israel.

Mi corazón se sentía acongojado por ese pueblo, pues los infor­mes se hacían cada vez más ominosos. Esta vez no iba a ser un mañoso encuentro de seis días. Israel luchaba por su vida. ¿Lograría tener éxito?

Los- combates aéreos habían sido desas­trosos a causa de los nuevos y mortíferos proyectiles rusos SAM-6.

 Los Phantom y Mirage israelíes no tenían esta vez el dominio del aire. En efecto, se había obligado a todas las líneas aéreas a suspender sus servicios a Israel. Sólo la pequeña línea israelí, El Al, seguía intermitente y disi­muladamente trasportando soldados ju­díos y pertrechos que se necesitaban con urgencia.

Entonces vino de nuevo el pensamiento : Quiero que vayas al frente de batalla ... ¡ inmediatamente !

¿Qué podía significar esto? ¿Acaso esta impresión venía en cierto modo del Señor? ¿0 era solamente un pensamiento casual que surgía de las noticias de la guerra? ¿Qué propósito podría haber en ir al fren­te de batalla?

Los pensamientos circularon por mi mente durante algunos minutos, como la ropa que da vueltas en un secador. Ir a la guerra era incongruente, pero también intrigante. La misma imposibilidad de ha­cerlo me fascinaba.

Aparentemente, se estaba desarrollando la peor batalla de tanques de todos los tiempos. Sentía una seguridad en la imposibilidad de llegar allá.

En todo caso, sólo Dios podría lograr­lo; así que quedé confiando en eso.

Después de mi desayuno, servido muy a la inglesa, terminé de rotular mi equipaje para dirigirme a Belfast. Irlanda se­ría bastante espantosa en sí misma. Enseguida, volví a mi pieza para orar. Al parecer, era urgente que me reuniera con el Señor para considerar este asunto de la guerra. Todavía estaban fijas en mi mente esas pocas palabras sobre el frente de ba­talla. Nada parecía ahuyentarlas. Enton­ces se me ocurrió la idea de arreglar todo este asunto por medio de algunas llamadas telefónicas. Si esto era realmente de Dios, con toda seguridad, él tendría que abrir por la fuerza grandes puertas.

Primero llamé a la embajada israelí.

—¡ Cielos ! ¿Por qué quiere ir a Israel en este tiempo? me preguntaron.

Les dije que honestamente no lo sabía, pero que de vez en cuando escribía libros. Por último, me prometieron que si tenía tan pasaporte válido de los Estados Unidos y exhibía una prueba de que era escritor, no me pondrían obstáculos. Había un solo problema que deseaban señalar : era impo­sible llegar allá.

En segundo lugar, hice una llamada a nuestra embajada de los Estados Unidos. Aquí de nuevo trataron de persuadirme amigablemente :

—¡Manténgase lejos de Israel!

Pero aparentemente me servía de algo el hecho de ser escritor. Luego escuché la misma historia :

Todo esto es muy académico, ya quede ningún modo usted puede llegar allá.

Hice una tercera llamada desde mi puesto de mando, ubicado en el Hotel Hil­ton de Londres :

—¡Aló! ¿Con El Al? Deseo reservar un pasaje para Tel Aviv.

Hubo un largo silencio.

Entonces dije:

—¡ Aló ! ¡Aló! ¿Puede oírme?

Entonces la empleada de El Al me dijo:

Mire, actualmente no hacemos reser­vas. ¿No ha leído los diarios? Hay centenares de ciudadanos judíos que ahora mismo están sentados en Heathrow, pro­curando llegar a sus casas. Además, por razones obvias, no anunciamos los vuelos de salida. Pero, de todos modos, le agrade­cemos por llamar al El Al.

Sentí el golpe seco del auricular cuando colgó.

Bueno, había hecho lo posible. Me des­pedí del Hilton y me dirigí en taxi a la estación terminal de la British European Airways del aeropuerto de Heathrow.

 No había nada más que hacer, salvo seguir con mi original "plan de juego" para vi­sitar la tumultuosa Irlanda del Norte. Cuando aterrizamos por fin en el aero­puerto de Belfast parecía que, después de todo, lo había hecho en las Cumbres de Golán. ¡ Alambre de púas enrollado, ame­tralladoras ligeras, tres cacheos, equipaje arrebatado, y tensión, tensión por todas ¡>,u-tes! Habían estallado cincuenta poten­tes bombas en la zona durante las catorce horas previas a nuestra llegada.

El asunto de Israel, que yo creía sepul­tado, comenzó a aflorar otra vez en mi mente. "¿Qué pasa aquí?", pensé. Así que cuando llegué a casa de Billy y Rita Burke, decidí hacer una llamada de larga distan­cia a mi casa, al otro lado del océano. De una vez por todas tenía que conocer el pensamiento de Dios con respecto a este asunto de Israel. De esa conversación con Virginia surgió la decisión de pedirle al Señor una respuesta definida, que viniera directamente de su Palabra. Parecía que esto era un dilema apto para ponerlo de­lante (le él.

Después de orar, abrí mi Biblia al azar para ver si el Señor me ayudaba a saber si esto era una idea suya. Sabía que si resultaba ser una verdadera dirección del Señor, de algún modo se solucionaría la "imposibilidad" de viajar a Israel.

Mi dedo se posó casi en el versículo 23 del capítulo 19 de Isaías. Mientras leía las Palabras, mi corazón comenzó a latir con fuerza. "En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Siria, y sirios entrarán en Egipto, y egipcios en Siria; y los egip­cios servirán con los sirios." ¡ Ah! En ese mismo momento los egip­cios estaban sirviendo con los sirios en la mortal armonía de una guerra coordinada contra Israel. ¡ Pues, en realidad el Señor me había estado hablando!

Nuevamente levanté el auricular. Esta vez para llamar a Londres. Me comuniqué con El Al y otra vez les pedí que me reser­varan un pasaje para volar con ellos a Tel Aviv. Pero obtuve la misma respuesta:

—¡ No hay absolutamente ninguna po­sibilidad de que usted pueda conseguir asiento! ¡ Punto !

Esto parecía desconcertante ...

Proseguí con mis asuntos en Irlanda del Norte, y me sentí conmovido al tener la oportunidad de hablar a un grupo de jó­venes cristianos en la Universidad de la Reina, de Belfast. Trazamos planes para que a mi regreso yo diera una serie de conferencias, y llegó la hora de salir de Irlanda.

Ya había reservado mi pasaje para re­gresar a casa en el vuelo vespertino de la TWA. Este iba directo a Los Angeles por la ruta polar: en sólo once horas estaría en casa. ¡ Hombre, esto parecía bueno! Pero mientras entregaba mi equipaje en Belfast, decidí facturar las maletas sólo hasta Londres ... en caso de que Dios pu­diera aún realizar el milagro de dispoNERME  un asiento para viajar a Israel en me(lio de la guerra.

Después que aterrizamos en Londres, agarré mi equipaje y me lancé en busca de un taxi que me llevara a la estación terminal de El Al. Unos minutos después estaba allí, jadeando, junto al mostrador de El Al.

—¿Qué desea usted? preguntó la empleada, levantando la vista de lo que en ese momento ocupaba su atención.

Quiero volar a Tel Aviv con ustedes le contesté.

—¿Cuándo?

Ahora mismo.

Procuré mantener una expresión jui­ciosa mientras la miraba directamente a ¡( ojos.

Ha llegado usted muy atrasado dijo ella.

—¿Muy atrasado para qué? le pre­gunté.

La empleada me dijo:

Creo que el vuelo ya está cerrado en la puerta. ¿Reservó su pasaje?

¡ Mi corazón dio un salto!

No; no lo he reservado. Pero ¿ten­dría la bondad de llamar a la puerta y ver si quieren mantener el vuelo abierto sólo un par de minutos más? Puedo correr

a toda velocidad hacia allá. . . si hay un asiento. ¡ Tengo que llegar a Tel Aviv! Tengo un asunto importante allá. Soy escritor.

La empleada levantó el auricular y ha­bló en hebreo a alguien al otro extremo de la línea. Mientras la observaba, me sentía ya animado, ya desanimado. Al principio, ella movía la cabeza afirmati­vamente, y luego en forma negativa. Finalmente, colgó el auricular y me miró durante algunos segundos.

Bueno; dígame, ¿me llevarán? le pregunté.

Y me contestó:

—¿Sabe? No lo habría creído ... efec­tivamente hay un asiento. Hay un 50 por ciento de probabilidad a su favor; pero no detendrán el avión ni para usted ni para nadie. Tendrá que arriesgarse y efectuar rápidamente los trámites de salida de la Gran Bretaña, y procurar llegar hasta la puerta. Si puede lograrlo antes de que se cierre la pueta del avión, lo que pongo en duda, lo llevarán. Permítame llevar sus maletas.

Mientras nos elevábamos, alejándonos de la pista, miré en derredor, curiosean­do. El Boeing 707 estaba atiborrado. Era un vuelo a la usanza judía, y en mi cor.azón yo reía, lleno de alegría. ¡ A veces el Señor es demasiado, pero demasiado preciso.

2

Saga Sokolov

Tara ese rítmico y persistente canto ¡sraelí que en el atestado aeroplano llegaba hasta mí. Cin­cuenta y nueve variedades de ju­díos y un solo gentil inadaptado, todos dirigiéndonos a una nación sacudida por la guerra. ¡Y sin embargo, había más gozo que en un pasaje de graduados que re­gresaran a sus casas!

Había sido un problema para esta gente regresar a sus unida­des. Pocos sabían que había mu­chos generales israelíes que se hallaban en el extranjero cuando los sorprendió el comienzo de la lucha.

Había algo maravilloso y contagioso en el espíritu que imperaba en ese reactor de El Al. Yo mismo me sorprendí bro­meando con los judíos que iban a ambos lados de mi asiento con respecto a la co­mida que nos sirvieron a bordo.

Qué comimos, nunca lo sabré; pero mi lonja de carne tenía precisamente el color de una deliciosa tajada de jamón.

Aguarden a que les diga qué nos dio de comer El Al ... y precisamente en un día viernes, después de la puesta del sol les dije.

¿Qué quiere decir? ¿Qué estamos co­miendo aquí entonces? preguntó uno de ellos.

Averígüelo usted mismo. ¿No es ese hermoso jamón de El Al? le dije.

Casi se atoraron. Arribos gritaron a la vez:

¡ Esto no es jamón!

El que estaba sentado al lado del pasillo me miró a la cara y vio que había estado bromeando. Nos divertimos mucho en ese vuelo.

 Con todas las luces apagadas, nuestro Capitán maniobró el Boeing en un rápido descenso como si fuera una insignifican­cia. Luego lo niveló y el gran pájaro rodó suavemente sobre la pista del aeropuerto de Lod.

 

Lunes, 5 de mayo de 2025

GUERRA YOM KIPPUR *OTIS* 1-26

 EL FANTASMA DE AGAR

GEORGE OTIS

1974

CAP 1

Un Boeing a la usanza Judía

i Riiinnn ! i Rifinnn!...

 Agitándo­se en la oscuridad mi mente, nu­blada por el sueño, luchaba con dos pensamientos a la vez: ¿Dón­de está el teléfono y dónde estoy yo? Doscientos cuarenta mil kiló­metros de viaje este año ... El cruce de zonas horarias y de fron­teras mantenía mi "reloj inte­rior" en constante confusión. i Allí estaba otra vez sonando

! i Riiinnn ! i Riiinnn ! i

Al fin, lo encontré!

Una alegre voz salió del au­ricular :

—Buenos días, señor; son las 6:30 y está lloviendo.

Descorrí violentamente las cortinas y miré hacia afuera. Lentamente Dios descubría la luz de un nuevo día. Indudable­mente, estaba lloviendo con sol, y los viejos taxis negros y los rojos autobuses de dos pisos indicaban que me hallaba en Londres ... Me gusta Londres.

El día anterior, Demos Shakarian  yo habíamos volado por Lunfthansa desde Braunschweig, Alemania. La rutina de esos días en Alemania embotaba el espí­ritu, salvo "la marcha" por las tortuosas calles de la vieja ciudad medieval.

 ¡ Hom­bre, con toda seguridad despertamos de su letargo a la gente de Braunschweig! Nunca en la fría historia de ese lugar se había oído nada así, como las voces de centenares de cristianos que cantaban por las calles "¡ Aleluya, aleluya

 Los disci­plinados rostros de los alemanes se des­hacían en sonrisas cuando abrían de par en par las contraventanas de los pisos su­periores para ver qué era toda esa con­moción. Centenares de personas llevaban carteles que relataban la conmovedora his­toria del amor de Jesús en la Alemania de la actualidad.

Luego tuvimos el sumo gozo de hacer una proclamación de Jesús al fin de nuestra marcha ¡ y  en la misma Catedral que Adolfo Hitler había confiscado cuarenta años antes, cuando ordenó cerrar las igle­sias !

 ¡ Sí ; fue algo grandioso !

Llamé para que me trajeran el té y los bizcochos. Y entonces me vino de impro­viso ... ¡ Era un pensamiento abrumador, que parecía no venir de ninguna parte!:

Ve a la guerra ... inmediatamente !"

Días antes, el mundo había quedado pasmado al saber que el pequeño Israel era atacado no una, sino dos veces mien­tras se hallaba en oración.

 Egipto y Siria, sincronizados hasta una fracción de se­gundo, habían lanzado sus máquinas bé­licas en la hora más vulnerable de la na­ción ... la sacrosanta mañana del Yom Kippur (Día de Expiación).

Toda Europa bullía de actividad mien­tras circulaban profusamente las noticias de la terrible cuarta guerra consecutiva en que intervenía Israel.

Mi corazón se sentía acongojado por ese pueblo, pues los infor­mes se hacían cada vez más ominosos. Esta vez no iba a ser un mañoso encuentro de seis días. Israel luchaba por su vida. ¿Lograría tener éxito?

Los- combates aéreos habían sido desas­trosos a causa de los nuevos y mortíferos proyectiles rusos SAM-6.

 Los Phantom y Mirage israelíes no tenían esta vez el dominio del aire. En efecto, se había obligado a todas las líneas aéreas a suspender sus servicios a Israel. Sólo la pequeña línea israelí, El Al, seguía intermitente y disi­muladamente trasportando soldados ju­díos y pertrechos que se necesitaban con urgencia.

Entonces vino de nuevo el pensamiento : Quiero que vayas al frente de batalla ... ¡ inmediatamente !—

¿Qué podía significar esto? ¿Acaso esta impresión venía en cierto modo del Señor? ¿0 era solamente un pensamiento casual que surgía de las noticias de la guerra? ¿Qué propósito podría haber en ir al fren­te de batalla?

Los pensamientos circularon por mi mente durante algunos minutos, como la ropa que da vueltas en un secador. Ir a la guerra era incongruente, pero también intrigante. La misma imposibilidad de ha­cerlo me fascinaba.

Aparentemente, se estaba desarrollando la peor batalla de tanques de todos los tiempos. Sentía una seguridad en la imposibilidad de llegar allá.

En todo caso, sólo Dios podría lograr­lo; así que quedé confiando en eso.

Después de mi desayuno, servido muy a la inglesa, terminé de rotular mi equipaje para dirigirme a Belfast. Irlanda se­ría bastante espantosa en sí misma. Enseguida, volví a mi pieza para orar. Al parecer, era urgente que me reuniera con el Señor para considerar este asunto de la guerra. Todavía estaban fijas en mi mente esas pocas palabras sobre el frente de ba­talla. Nada parecía ahuyentarlas. Enton­ces se me ocurrió la idea de arreglar todo este asunto por medio de algunas llamadas telefónicas. Si esto era realmente de Dios, con toda seguridad, él tendría que abrir por la fuerza grandes puertas.

Primero llamé a la embajada israelí.

—¡ Cielos ! ¿Por qué quiere ir a Israel en este tiempo? —me preguntaron.

Les dije que honestamente no lo sabía, pero que de vez en cuando escribía libros. Por último, me prometieron que si tenía tan pasaporte válido de los Estados Unidos y exhibía una prueba de que era escritor, no me pondrían obstáculos. Había un solo problema que deseaban señalar : era impo­sible llegar allá.

En segundo lugar, hice una llamada a nuestra embajada de los Estados Unidos. Aquí de nuevo trataron de persuadirme amigablemente :

—¡Manténgase lejos de Israel!

Pero aparentemente me servía de algo el hecho de ser escritor. Luego escuché la misma historia :

—Todo esto es muy académico, ya quede ningún modo usted puede llegar allá.

Hice una tercera llamada desde mi puesto de mando, ubicado en el Hotel Hil­ton de Londres :

—¡Aló! ¿Con El Al? Deseo reservar un pasaje para Tel Aviv.

Hubo un largo silencio.

Entonces dije:

—¡ Aló ! ¡Aló! ¿Puede oírme?

Entonces la empleada de El Al me dijo:

—Mire, actualmente no hacemos reser­vas. ¿No ha leído los diarios? Hay centenares de ciudadanos judíos que ahora mismo están sentados en Heathrow, pro­curando llegar a sus casas. Además, por razones obvias, no anunciamos los vuelos de salida. Pero, de todos modos, le agrade­cemos por llamar al El Al.

Sentí el golpe seco del auricular cuando colgó.

Bueno, había hecho lo posible. Me des­pedí del Hilton y me dirigí en taxi a la estación terminal de la British European Airways del aeropuerto de Heathrow.

 No había nada más que hacer, salvo seguir con mi original "plan de juego" para vi­sitar la tumultuosa Irlanda del Norte. Cuando aterrizamos por fin en el aero­puerto de Belfast parecía que, después de todo, lo había hecho en las Cumbres de Golán. ¡ Alambre de púas enrollado, ame­tralladoras ligeras, tres cacheos, equipaje arrebatado, y tensión, tensión por todas ¡>,u-tes! Habían estallado cincuenta poten­tes bombas en la zona durante las catorce horas previas a nuestra llegada.

El asunto de Israel, que yo creía sepul­tado, comenzó a aflorar otra vez en mi mente. "¿Qué pasa aquí?", pensé. Así que cuando llegué a casa de Billy y Rita Burke, decidí hacer una llamada de larga distan­cia a mi casa, al otro lado del océano. De una vez por todas tenía que conocer el pensamiento de Dios con respecto a este asunto de Israel. De esa conversación con Virginia surgió la decisión de pedirle al Señor una respuesta definida, que viniera directamente de su Palabra. Parecía que esto era un dilema apto para ponerlo de­lante (le él.

Después de orar, abrí mi Biblia al azar para ver si el Señor me ayudaba a saber si esto era una idea suya. Sabía que si resultaba ser una verdadera dirección del Señor, de algún modo se solucionaría la "imposibilidad" de viajar a Israel.

Mi dedo se posó casi en el versículo 23 del capítulo 19 de Isaías. Mientras leía las Palabras, mi corazón comenzó a latir con fuerza. "En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Siria, y sirios entrarán en Egipto, y egipcios en Siria; y los egip­cios servirán con los sirios." ¡ Ah! En ese mismo momento los egip­cios estaban sirviendo con los sirios en la mortal armonía de una guerra coordinada contra Israel. ¡ Pues, en realidad el Señor me había estado hablando!

Nuevamente levanté el auricular. Esta vez para llamar a Londres. Me comuniqué con El Al y otra vez les pedí que me reser­varan un pasaje para volar con ellos a Tel Aviv. Pero obtuve la misma respuesta:

—¡ No hay absolutamente ninguna po­sibilidad de que usted pueda conseguir asiento! ¡ Punto !

Esto parecía desconcertante ...

Proseguí con mis asuntos en Irlanda del Norte, y me sentí conmovido al tener la oportunidad de hablar a un grupo de jó­venes cristianos en la Universidad de la Reina, de Belfast. Trazamos planes para que a mi regreso yo diera una serie de conferencias, y llegó la hora de salir de Irlanda.

Ya había reservado mi pasaje para re­gresar a casa en el vuelo vespertino de la TWA. Este iba directo a Los Angeles por la ruta polar: en sólo once horas estaría en casa. ¡ Hombre, esto parecía bueno! Pero mientras entregaba mi equipaje en Belfast, decidí facturar las maletas sólo hasta Londres ... en caso de que Dios pu­diera aún realizar el milagro de dispoNERME  un asiento para viajar a Israel en me(lio de la guerra.

Después que aterrizamos en Londres, agarré mi equipaje y me lancé en busca de un taxi que me llevara a la estación terminal de El Al. Unos minutos después estaba allí, jadeando, junto al mostrador de El Al.

—¿Qué desea usted? —preguntó la empleada, levantando la vista de lo que en ese momento ocupaba su atención.

—Quiero volar a Tel Aviv con ustedes —le contesté.

—¿Cuándo?

—Ahora mismo.

Procuré mantener una expresión jui­ciosa mientras la miraba directamente a ¡( ojos.

—Ha llegado usted muy atrasado —dijo ella.

—¿Muy atrasado para qué? —le pre­gunté.

La empleada me dijo:

—Creo que el vuelo ya está cerrado en la puerta. ¿Reservó su pasaje?

¡ Mi corazón dio un salto!

—No; no lo he reservado. Pero ¿ten­dría la bondad de llamar a la puerta y ver si quieren mantener el vuelo abierto sólo un par de minutos más? Puedo correr

a toda velocidad hacia allá. . . si hay un asiento. ¡ Tengo que llegar a Tel Aviv! Tengo un asunto importante allá. Soy escritor.

La empleada levantó el auricular y ha­bló en hebreo a alguien al otro extremo de la línea. Mientras la observaba, me sentía ya animado, ya desanimado. Al principio, ella movía la cabeza afirmati­vamente, y luego en forma negativa. Finalmente, colgó el auricular y me miró durante algunos segundos.

—Bueno; dígame, ¿me llevarán? —le pregunté.

Y me contestó:

—¿Sabe? No lo habría creído ... efec­tivamente hay un asiento. Hay un 50 por ciento de probabilidad a su favor; pero no detendrán el avión ni para usted ni para nadie. Tendrá que arriesgarse y efectuar rápidamente los trámites de salida de la Gran Bretaña, y procurar llegar hasta la puerta. Si puede lograrlo antes de que se cierre la pueta del avión, lo que pongo en duda, lo llevarán. Permítame llevar sus maletas.

Mientras nos elevábamos, alejándonos de la pista, miré en derredor, curiosean­do. El Boeing 707 estaba atiborrado. Era un vuelo a la usanza judía, y en mi cor.azón yo reía, lleno de alegría. ¡ A veces el Señor es demasiado, pero demasiado preciso.

2

Saga Sokolov

Tara ese rítmico y persistente canto ¡sraelí que en el atestado aeroplano llegaba hasta mí. Cin­cuenta y nueve variedades de ju­díos y un solo gentil inadaptado, todos dirigiéndonos a una nación sacudida por la guerra. ¡Y sin embargo, había más gozo que en un pasaje de graduados que re­gresaran a sus casas!

Había sido un problema para esta gente regresar a sus unida­des. Pocos sabían que había mu­chos generales israelíes que se hallaban en el extranjero cuando los sorprendió el comienzo de la lucha.

Había algo maravilloso y contagioso en el espíritu que imperaba en ese reactor de El Al. Yo mismo me sorprendí bro­meando con los judíos que iban a ambos lados de mi asiento con respecto a la co­mida que nos sirvieron a bordo.

Qué comimos, nunca lo sabré; pero mi lonja de carne tenía precisamente el color de una deliciosa tajada de jamón.

—Aguarden a que les diga qué nos dio de comer El Al ... y precisamente en un día viernes, después de la puesta del sol —les dije.

¿Qué quiere decir? ¿Qué estamos co­miendo aquí entonces? —preguntó uno de ellos.

Averígüelo usted mismo. ¿No es ese hermoso jamón de El Al? —le dije.

Casi se atoraron. Arribos gritaron a la vez:

¡ Esto no es jamón!

El que estaba sentado al lado del pasillo me miró a la cara y vio que había estado bromeando. Nos divertimos mucho en ese vuelo.

 Con todas las luces apagadas, nuestro Capitán maniobró el Boeing en un rápido descenso como si fuera una insignifican­cia. Luego lo niveló y el gran pájaro rodó suavemente sobre la pista del aeropuerto de Lod.

 Una nación oscurecida por la guerra puede ocultarse bastante bien de los ojos naturales. Pero esta noche oscura resultó estar llena de agitación. El aero­puerto estaba atestado de tránsito. Ca­ñones, autobuses, remolcadores de carga, aviones de combate que corrían por las pistas, dispositivos antiaéreos, soldados y gente, mucha gente.

La estación terminal había sido oscu­recida, pero en su interior todas las luces estaban encendidas y ese mismo alegre parloteo se oía por todas partes. Gente de todo aspecto, estatura y edad había venido a ofrecer voluntariamente su ayuda para mantener el país en marcha mientras el personal estaba en los campos de batalla. i Qué fantástico pueblo! No es extraño Dios lo ame.

El "Sábado" judío había comenzado esa misma noche del viernes mientras llegá­bamos procedentes de Londres. Puesto que seguía la guerra, había más actividad que la que en otras ocasiones había visto en Israel durante el "Sábado". Pero más tar­de descubriría que con guerra o sin ella  esta  gente sigue observando bastante bien el "Sábado".

Mi! dirigí a Tel Aviv y, por último, al hotel Hilton. El enorme vestíbulo estaba completamente desierto, con excepción de los  militares

24        EL FANTASMA DE AGAR

los militares y de varios representantes de la prensa extranjera. No tuve ningún pro­blema para conseguir habitación. Sólo se sorprendieron de ver un cliente vivo y que pagaba. ¡ Hombre, dormí profundamente !

Me levanté el sábado por la mañana y bajé al café para tomar desayuno. Pero momentáneamente había olvidado qué día era. No había absolutamente nada que tu­viera que cocinarse ... ¡ ni siquiera en un Hilton ! No había huevos, ni carne, ni ha­rina de avena, ni tostadas. Sólo fiambres preparados desde antes de la puesta del sol del viernes. Era conmovedor ver una nación que honraba la Palabra de Dios de este modo particular.

Me había impresionado tanto el hecho de que había logrado llegar a Israel, que debo haber dado por descontado que Dios me tendría un hermoso tanque esperán­dome en el estacionamiento del hotel. Pero estaban a punto de venírseme encima los problemas de ir a una guerra en un pe­queño paseo de fin de semana.

Mientras comía pensé : "Bueno, ¿cómo se llega a una guerra entonces?"

Después de un delicioso desayuno, fui al escritorio que el ejército había instalado en el vestíbulo del hotel. Luego de esperar pacientemente en una fila de unos quince o veinte corresponsales, llegó finalmente mi turno de entrevistarme con el Oficial  israelí que estaba sentado al escritorio.

—Me gustaría saber qué trámites hay que efectuar para ir hoy al frente de batalla —le dije.

—¿En qué medio de transporte proyec­ta usted llegar allá? —me preguntó.

—En ninguno todavía. Vea usted; aca­bo de llegar —le contesté.

—¿A cuál frente quiere ir? —volvió a preguntar el oficial.

—Me es igual ... a cualquiera de los dos. A Suez o a las Cumbres de Golán —le respondí.

Eso es muy indefinido. ¿Quién es us­ted entonces?

Me llamo George Otis. Soy ciudadano norteamericano y vivo en Los Angeles.

El Oficial de Prensa se estaba ponien­do nervioso. La gran responsabilidad, día tras día, y la presión continua de la guerra hacían que muchos de ellos se pusieran irritables, y era comprensible que actua­ran así.

—Me refiero a qué documento trae con­sigo. Permítame ver su carnet de Perio­dista. ¡ Rápido ! No podemos pasar todo el día en esto. Mire la fila detrás de usted. Hay seiscientos corresponsales extranjeros con quienes tenemos que tratar aquí en Tel Aviv.

Cuando le contesté que no tenía, dijo:

—¿Qué es eso? ¿No tiene carnet de Periodista? ¿Qué está haciendo aquí entonces?

—No; no tengo carnet de Periodista. Mire, no soy corresponsal de ningún pe­riódico. Soy escritor de libros.   Hace pocos días estuve en Londres y sentí el impulso de venir acá para ir al frente de batalla. Ahora, ¿dónde debo llenar los formularios para obtener mi permiso?

El oficial saltó de su silla y su rostro se puso rojo.

—¡ Mire, Otis, o como se llame! —me dijo—. i No tiene carnet de Periodista! ¿Cómo puedo saber si usted ha escrito un libro en su vida? Muéstreme uno.

—Lo siento —le contesté—; pero no tengo conmigo ningún ejemplar. Tampoco sabía que ustedes iban a tener esta guerra y regalé los pocos ejemplares que general­mente llevo en mi portafolios. Pero tengo un catálogo viejo que contiene una lista de algunos de mis libros. ¿Le serviría de algo?

Se reclinó de nuevo en su silla, tratando de decidir qué hacer conmigo. Finalmente, dijo:

Mire, señor Otis, ¿tendría inconveniente en volver mañana?

sábado, 7 de junio de 2025

YOM KIPPUR 1973 *OTIS* 27-39

 **16 años tenía de edad cuando leí por primera vez el libro de Jorge Otis "El Fantasma de Agar". Un libro que me cautivó de principio a fin.        Como se dice "Me marco la vida". 

 Hoy después de muchos años tengo el privilegio de compartir sus páginas con aquellos  que asi lo quieran.**

 —Me refiero a qué documento trae con­sigo. Permítame ver su carnet de Perio­dista. ¡ Rápido ! No podemos pasar todo el día en esto. Mire la fila detrás de usted. Hay seiscientos corresponsales extranjeros con quienes tenemos que tratar aquí en Tel Aviv.

Cuando le contesté que no tenía, dijo:

—¿Qué es eso? ¿No tiene carnet de Periodista? ¿Qué está haciendo aquí entonces?

—No; no tengo carnet de Periodista. Mire, no soy corresponsal de ningún pe­riódico. Soy escritor de libros.   Hace pocos días estuve en Londres y sentí el impulso de venir acá para ir al frente de batalla. Ahora, ¿dónde debo llenar los formularios para obtener mi permiso?

El oficial saltó de su silla y su rostro se puso rojo.

—¡ Mire, Otis, o como se llame! —me dijo—. i No tiene carnet de Periodista! ¿Cómo puedo saber si usted ha escrito un libro en su vida? Muéstreme uno.

—Lo siento —le contesté—; pero no tengo conmigo ningún ejemplar. Tampoco sabía que ustedes iban a tener esta guerra y regalé los pocos ejemplares que general­mente llevo en mi portafolios. Pero tengo un catálogo viejo que contiene una lista de algunos de mis libros. ¿Le serviría de algo?

Se reclinó de nuevo en su silla, tratando de decidir qué hacer conmigo. Finalmente, dijo:

Mire, señor Otis, ¿tendría inconveniente en volver mañana?

                EL FANTASMA DE AGAR

GEORGE OTIS

1974

27-39

--Preferiría no hacerlo, si a usted no le molesta —le contesté—. ¿No podríamos encargarnos de esto ahora? Si no me apre­suroro, la guerra podría terminar antes de llegar al frente.

Cuando miré la expresión de su rostro, me di cuenta de que había dicho algo deli­cado que no contribuiría a mejorar mucho la situación.

—Lo siento —le dije.

Al parecer, se le ocurrió una idea. Pa­recía bastante buena, pero más tarde de­mostró ser sólo una manera disimulada de deshacerse de mí.

—Es amable de su parte, Otis, que haya venido  de todos modos a Israel durante nuestro tiempo de prueba. Tenemos apre­cio por ustedes, los escritores de todo tipo. Sin embargo, debe entender que nos crea problemas especiales por no tener carnet de Periodista. Y el hecho de no tener ni un solo libro que pruebe que usted es es­critor lo pone en una categoría que sobre­pasa mi autoridad. Le sugiero que vaya a la Oficina de Prensa Israelí en la Casa Sokolov . Quizá pueda ayudarle uno de los departamento de allí.

—Muchas gracias —le dije.

Muchos años de realizar trámites comerciales y  gubernamentales me han enseñado a reconocer el ardid de pasar el bulto a otro. Pero la ingeniosa variedad que experimenté durante los días siguien­tes, yendo de un lugar a otro por todos los pisos de la Oficina de Prensa Israelí, era muy superior.

Seguía recordándome a mí mismo que era cristiano y, además, un visitante en su país. Esta gente estaba ocupada con una guerra y tenía problemas al tratar con centenares de reporteros curiosos y parlanchines que les habían caído encima. Pero después de vagar kilómetros por los salones de Sokolov y de pasar horas con­testando preguntas, mi paciencia cristiana comenzó a minarse.

Por fin, creo que una tarde Dios puso un extraño espíritu en mí. ¡De repente, me enfurecí y comencé a contar a gritos mis frustraciones! M

e oí decir cosas como éstas:

"¡ Estoy aquí a trece mil kilómetros de mi casa y todos ustedes me contestan con evasivas! No soy enemigo de ustedes. Soy amigo del pueblo de Israel. Me en­cuentro aquí, porque deseo escribir un li­bro sobre los aspectos espirituales de esta guerra y ustedes me ponen toda clase de obstáculos. Ustedes mismos permiten que los engañen dejando que vayan al frente todos los periodistas. La mayoría de ellos presenta relatos destructivos sobre Israel a su regreso. ¡ Y ustedes les dan toda clase de facilidades!

"¡ Yo estoy aquí de parte de ustedes! i Estoy ansioso por presentar un buen informe! Ustedes debieran ayudarme a ir al frente y animarme a escribir. Encuentro difícil seguir siendo amigo de ustedes bajo estas circunstancias. Israel está perdiendo amigos rápidamente por todo el mundo. No creo que puedan darse el lujo de perder uno más. 0 me dan permiso para ir al frente o me voy al aeropuerto a tratar de conseguir un vuelo para regresar a mi país. No voy a pelear más con ustedes. i Saben que merezco un sí o un no y ahora

Por entonces la gente estaba mirando a hurtadillas desde sus oficinas hacia el pasillo. ¿Quién era este bullicioso norteamericano que perturbaba la paz? Mis ojos despedían llamas.

Unos minutos más tarde un teniente vino apresuradamente hacia mí y me tomó De un brazo. Y muy suavemente me dijo:

—Venga conmigo a hablar directamen­te con el Coronel Simons.

Todavía estaba furioso y retiré mi brazo.

—¿Quién es Simons?

Pero cuando miré al teniente, vi algo en la expresión de su rostro que me tran­quilizó.

—El Coronel Simons es quien puede dar órdenes aquí —me dijo—. Usted ya ha dado suficientes vueltas. Arnie Simons es un hombre excelente.

Diez minutos después yo estaba de pie, con las manos en las caderas, mirando a un coronel de mediana estatura, que tam­bién estaba de pie y con las manos en las caderas.

—Señor Otis —me dijo él—, ya tengo conocimiento de su caso. ¿Puede estar otra vez aquí en la Casa Sokolov, mañana a las 6:15 de la mañana? Aquí hay alguien a quien quiero presentarle. Señor Otis, éste es el Mayor Nachman. He asignado a "Nachi" para que le sirva de Oficial de Escolta Militar. Estoy concediendo el per­miso para que usted vaya al frente sirio mañana por la mañana.

—Coronel Simons —le dije—, nunca podré agradecerle lo suficiente por esta tremenda ayuda. Al fin y al cabo habrá un libro y usted tendrá el primer ejemplar que salga de la imprenta. Tendré cuidado de que no tenga que lamentar esta deci­sión. En realidad, soy amigo del pueblo de Israel, como lo es todo verdadero cristiano.

Mientras tanto, mi hijo George III ha­bía llegado a Tel Aviv y decidí, de repente,

SAGA SOKOLOV  31

sacar el máximo provecho de mi buena fortuna.

Le pregunté a Simons si podía incluir a George en el permiso.

—i Oh! Creo que sí —dijo el Coronel, suspirando.

Sucedió algo cruelmente chistoso cuan­do mi hijo y yo regresamos al Hilton. Dado que la guerra había comenzado cuando yo estaba ausente de mi casa, no traje mi cámara fotográfica. Pero ahora me daba cuenta de que ésta me sería esencial para el viaje que realizaríamos al día siguiente En la mañana. Cuando subimos a un taxi, le dije al conductor:

—Al Hilton de Tel Aviv, por favor.

El taxista asintió con la cabeza. Resultó ser que esas  ésas eran algunas de las pocas palabras que realmente entendía en nuestro  idioma.

Durante el  recorrido me recliné en el asienio posterior y le dije que necesitaba una cámara. Me dirigió una mirada vaga. Hice un nuevo intento, usando diferentes  palabras; pero sencillamente no entendía.  Por último, cuando nos había había llevado casi hasta el hotel, comencé a preocuparme.Casì  no nos quedaba tiempo para comprar. Todas las tiendas cerrarían dentro de e unos veinte minutos y tenía que encontrar una cámara. Por fin me las arreglé para hacer que detuviera el taxi. Entonces comencé a hacer movimientos con las manos, como si estuviera soste­niendo una cámara y tomando fotografías. Tras un minuto,  poco más o menos, de hacer estos ademanes, se le iluminó el ros­tro y nos fuimos de allí.

Me sentí desconcertado cuando pasamos dos tiendas de artículos fotográficos; pero por fin hizo rechinar los frenos frente a ... una barbería.

Lo seguimos al inte­rior, creyendo que quizás el taxista sabía de alguna cámara usada que quisieran vender allí. En cambio, después de hablar un momento en hebreo con el propietario, abrieron un cajón inferior y sacaron una caja de ... i fotografías sucias!

De repente nos dimos cuenta del humor negro de todo el asunto y salimos de allí. Un poco más allá vi una tienda de artícu­los fotográficos y logramos entrar cuando sólo faltaban dos minutos para que ce­rraran.

Pasan cosas extrañas con las barreras idiomáticas. Esto era un tranquilizante después de un día lleno de frustraciones, pero de triunfo al fin.

Al día siguiente, muy de mañana, iría­mos a la guerra ...

Cap 3

EL JEHOVÁ DE LA ERA DEL REACTOR

¡Los estampidos sónicos perturbaban la engañosa tranquilidad de Galilea!

Parecía extraño que tan potentísima energía proviniera de los diminutos aeroplanos que, veloces como una bala, maniobraban a doce mil metros de altura sobre la antigua cuenca.

 

__Son nuestros__ dijo Nachi__,

Creo que son Mirage. 

Ahora hace casí dos días que los aviones de combate sirios no pueden pasar por Galilea.__

 Nachi, como recordarán mis lectores, era el Oficial de Escolta Militar  que me había asignado el Coronel  Simons en la Oficina de Prensa de la Beit  Sokolov. El Coronel le había ordenado que  nos llevara al frente sirio, que estaba en las Cumbres de Golán.

¡Oh ! ¡ Ojalá no fuera peligroso eontarles  más sobre el Oficial Nachman ! Como  la mayoría de los judíos que hoy viven en  Israel, su vida y antecedentes son muy  intrigantes. Pero a cde ciertos proyectos  en los que Nachi trabaja mes tras  mes, hay una amenaza, no sólo para su  vida, sino también contra los miembros de su familia, de parte de los terroristas  palestinos.

Ahora bien, tanto como esto tenemos  libertad de contar: Nachi es un de baja estatura, rechoncho y fuerte, de  unos cuarenta y cinco años. Domina cinco  idiomas: inglés, hebreo, francés, árabe y  español. No sólo es un distinguido oficial  de tanques israelí, sino también periodista.

Sin embargo, la más bella faceta de su carácter es su intenso amor por el Dios  de Abraham, de Isaac y de Jacob. Su personalidad  estaba encubierta, y es comprensible  que así fuera, por el pesar que  entonces sentía por algunos de sus íntimos  amigos, miembros de su unidad de  tanques, a quienes había perdido en los  anteriores días de combate. Al fin y al cabo, los soldados como Nachi son seres  humanos que viven y sienten. Y cuatro * guerras en rápida sucesión no infunden un aire descuidado con respecto a la matanza.

Los conductores de tanques israelíes son considerados como los mejores del mundo por los militares. Han demostrado ser valerosos, rápidos para pensar, hábiles e intrépidos. Sus técnicas de combate han sido estudiadas por todos los expertos rnilitares.
Pero principalmente y sobre todo son un pueblo que trata de subsistir en la tierra que Dios les dio por medio de una escritura irrevocable.

Traqueteando a lo largo de una estrecha carretera israelí,pasamos a cientos de camiones, autobuses, "jeeps",tanques, semitractores y casi toda clase de máquinas de guerra. Algunos, como nosotros, se dirigían hacia el frente de Golán, mientras que otros regresaban retumbando para someter sus máquinas a reparaciones o para ser asignados a una nueva misión.

¡Esparcidos aquí y allá vimos muchos de esos tanques auxiliares de combustible, semejantes a proyectiles, que habían  sido soltados por los aviones de combate antes de sus violentas batallas aéreas.

Era especialmente emocionante ver los grandes camiones israelíes (diseñados para recuperar tanques) que regresaban del frente cargados de tanques abandonados por los árabes. Se informó que, en conjunto, Israel se apoderó de más de mil millones de dólares en equipo nuevo, en  su mayor parte fabricado en Rusia, equipo que ahora está entrando a formar parte  de las unidades defensivas del ejército  judío.

Pronto subíamos por las escarpadas colinas hacia la meseta que forman las Cumbres de Golán. Cuando hubimos llegado a ésta, aparecieron las imponentes ruinas de la vieja Aduana Británica. Al mirar al cielo, vimos veintenas de aves de plumaje osuro que volaban en estrechos círculos a unos dos kilómetros detrás del  edificio. 

-Nachi -le dije-, ¿acaso esas aves
significan lo que pienso?
-Sí -me contestó; me temo que sí.
-El avanee de la artillería siria no alcanzó a llegar a Galilea, ¿verdad?
__Lamento decirle -dijo Nachi-, que efectivamente lo hicieron. Tal vez usted  recuerde, señor Otis, que esta guerra empezó  el sábado: nuestro "Sábado". Era casi imposible detener a los árabes a causa  de la sincronización de su artero ataque  y del hecho de atacar simultáneamente en. los frentes de Suez y de Golán. Evidentemente, aquí arriba no estabámos bastante preparados. Además, durante los primeros  dlas nos infligieron un terrible castigo al  introducir los nuevos proyectiles antitanque  Sagar de fabricación rusa y dirigidos  por control remoto,  ¡Su efecto era devastador "Permítarne contarle _Continuó diciendo Nachi-cuán cerca de la derrota estuvimos en cierto momento de ese primer  lunes. Personalmenté creo que si Dios  no hubiera intervenido, ese día los tanques  sirios habrían bajado directamente  hasta Tiberias. Mirando por allí, George, usted puede ver cómo las sinuosidades del  terreno forman colinas y valles. No es  fácíl ver los tanques del enemigo. Pero mucha veces podemos adivinar donde están, por los disparos de los cañones. Como le decía, esos dos primeros días recibimos une brutal palíza antes que pudiéramos determinar qué táctica deberíamos seguir  y reaprovisionarnos de material.  "En el peor momento de la batalla quedaban solamente tres, note usted, tres tanques israelíes para bloquear el pasode esa terrible horda acorazada que amenazaba deseender hasta Tiberias, a sólo una hora de aquí. Los árabes habían avanzado, constantemente desde Damasco hasta llegar eerca de este punto. Pero en cierta parte de la Biblia dice: "Jehová, el Dios de Israel peleaba por Israel" (Josué 10).
¡Pudiera haber sucedido otra vez aquí mismo ! En realidad se acercan cada vez más. 

  Pero de repente al General sirio se le ocurrió una idea. Después de algunos minutos dio una orden por radio a sus  tanques y tropas. El General habló en clave  y dijo algo así: "Los israelíes han dejado  de disparar casi por completo. No me gusta en absoluto lo que se siente en esta situación. (No podna saber que sólo.había tres tanques israelíes que todauía podían disparar,) Creo que los israelíes quieren atraernos hacia una trampa y tendernos una emboseada. ¡Deténganse inmediatamente donde están !" Echando una mirada a su reloj, continuó diciendo: "Creo que deberíamos detenernos para almorzar y reabastecernos de combustible."  "Esa pause de dos horas __continuó diciendo Nachi-__resultó para los árabes una táctica fatal. Nos dio justamente el tiempo suficiente para que nuestros tres extraordinarios tanques fueran reforzados por un considerable número de nuevos tanque, tropas, artillería y municiones.  La "pausa para almorzar" de los sirios fue el apogeo de su avanee. En un par de días, cambió todo el momento de la batalla. Hoy, si logramos pasar, le mostraré hasta dónde
hemoss llegado desde entonces, con nuestra contraofensiva, en nuestro avance hacia Damasco mismo.  "¡Oiga, George, fue inexplicable, y creo que puede haber sido la mano de Dios

sábado, 5 de marzo de 2016

 GUERRA DEL YOM KIPPUR Geoge Otis

EL FANTASMA DE AGAR
 Por George Otis
cont. del Cápitulo  4
FRAGANCIA DEL INFIERNO
Los soldados israelíes cautivaron nuestros corazones al observarlos por millares en el campo de batalla. Estos  judíos habían sido nuevamente reunidos desde diferentes partes del mundo, como una gallina junta a sus polluelos. La “diáspora” de 1900 años es tan vívidamente evidente en sus semblantes, que uno ve en el Israel moderno una fascinante variedad de rostros; algunos con el toque oriental, otros con el occidental.
 Largas  filas de soldados pasaban velozmente en sus máquinas de guerra, tratando de seguirlos el polvo y el humo. Todos llevaban  barba y miraban a través de los huecos ojos de la guerra. ¡ Y aunque  macilentos, cansados y sucios de tanto combatir, se veían entusiastas y extraordinariamente guapos ¡  Ninguno mar­chaba nl conducía sin llevar su fusil car­gado y meciéndolo en su brazo.
Se cuenta que ocurrió un pequeño pequeño episodio en Kuneitra. Esta ciudad era la moderna playa de espectáculos y la capital provincial de la gran meseta de Siria. Kuneitra había sido capturada intacta por los israelíes durante la Guerra de Seis Días. Pero cuando se inició la "Guerrra de  Octubre", los  árabes creyeron que su hermosa ciudad de las Cumbres del Golán era en realidad un escondite de miles de soldados israelíes y de mate­rial de guerra.
Así pues, por más de veinticuatro ho­ras, los  sirios dispararon millones de dó­lares en valiosas granadas y cohetes sobre su capital. Cuando pasamos por Kuneitra, fue imposible reconocer que era la misma ciudad que había visitado en 1968. Los sirios habían logrado arrasar su propia ciudad. Sólo había una cosa ... en la ciu­dad no había un solo soldado israelí y ni siquiera un "jeep".
Por  fin hablamos llegado al punto más distante del avance israelí.  Así Dámasco como nuestra propia posición estaban dentro del alcance de la artillería de uno y otro bando. 
.Era la puesta del sol Una serie de tanques israelíes estaba desplegada a distancia de unos noventa metros entre uno y otro, hasta donde se podía ver. Esa  tarde se mantenían firmes, esperando órdenes de avanzar. Al mirar más  cerca a un soldado israeí que descansaba cómodamente arrellanado en la cubierta de su enorme tanque Penturian, señale hacía alla y le dije a mi hijo:
__Ven conmigo, George; mirémosle de más cerca.__
Cuando subimos por detrás de él, vimos que estaba sentado detrás del cañón de su tanque.
Las páginas del libro que leía  captaron el resplandor de la puesta del sol
George y yo nos acercamos un poco más para VERIFICAR NUESTRA SUPOSICIÓN. Y TENÍAMOS RAZÓN. Allí,  sentado sobre la cubierta del imponente tanque, leía su devocionario.
  Fue en la cercana aldea de Massarat Bet Gan donde primero hallamos un slgnificativo recuerdo en una casa árabe destruida por un bombardeo. Era un libro que trataba de cómo organizar y financiar una revolución comunista. Su propietario debe, haber sido un "pez gordo" en Siria, porque estaba autografiado personalmente por kim II Sung mismo, , el líder comunista de Core del Norte. Si; muchos pobres árabes son inconscientemente los clientes del Príncipe de este mundo y del comunismo internacional. árabes son inconscientemente les clientes del Príncipe de este mundo y del comunismo internacional.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Cont. cap.5 EL SÍNDROME HEBREO-FANTASMA DE AGAR---GEORGE OTIS

FANTASMA DE AGAR---GEORGE OTIS
Cont.  cap.5
EL SÍNDROME HEBREO
Y en verdad nuestros corazones arden de deseos de compartir con ellos al Mesías-Jesús. ¿Cómo, oh, cómo Podríamos aún esconder de ellos este amor?
Pero los cristianos tenemos también una responsabilidad. De algún modo hemos fallado en corregir este concepto satánico, permitiendo que el verdadero cristianismo, definido como tal según la Biblia, se entremezcle sin esperanzas en sus mentes con el resto de la humanidad gentil del globo. Y hemos fallado en levantarnos y álzar la voz para que este síndrome sea curado.
Ha sido una falta de los cristianos no amar a los judíos en forma tan manifiesta que ablandara sus corazones. Fallamos en no  provocarlos a celos por no demostrar el fruto y el poder del Espíritu Santo. Y quiero decirle esto: los judíos, -Que por tanto tiempo han sido atormentados, son vulnerables al genuino amor cristiano.
Han sentido odio por tanto tiempo que están maduros para el amor. Pero son sensibles también al amor espúreo, a cosas tales como los misioneros que cuelgan limosnas eomo una "zanahoria” para darles testimonio de su fe, y otras tácticas semejantes.
Ningún cristiano puede, aisladamente, hacer mucho por sí mismo. Pero si todos pensaran de este modo, nunea se corregiría nada. "¿Qué podemos hacer?", pensé.
Debe empezar alguna vez la remoción de esta estúpida brecha privativa entre cristianos y judíos. Han de hacerlo los cristianos que se levanten en cada oportunidad a manifestar la verdad y luego respaldarla con su amor en acción.
Entonces pensé: "Quizás una pequeña oportunidad acaba de volar a mi balcón de Tel Aviv. ¡Gracias, 'Jerusalem Post'!"
Regresé a mi cuar.to y levanté el auricular. Le pedí a la operadora del Hilton que tratara de comunicarme con el Director del "Jerusalem Post". A los pocos minutos, me tenía a uno de los ejecutivos al teléfono.
-Me llamo George Otis -le dije-. Soy escritor norteamerieano. Vine a Israel y creo que voy a escribir un libro sobre la "Guerra de Oetubre”- .
'Lo llamo _continué diciendo- por el artículo que aparece en su "Post” de la mañana intitulado "No se puede confiar en el Crístianismo en épocas de necesidad". Estaba leyéndolo en el preciso instante en que uno de nuestros aviones de carga pasaba por delante de mi hotel. Cada hora oigo dos o tres de éstos. Esta ayuda norteamericana significará que en algunas casas pasarán frío este invierno, cuando los ofendidos árabes nos suspendan el suministro de petróleo. La ayuda que estos aviones traen para Israel puede también sacar de su cargo a un valiente dirigente norteamericano.
"¿ Sabía usted -le dije- que el hombre que tomó la decisión de despachar esta ayuda es un confeso cristiano que ha renacido por el Espíritu Santo? Ha cometido errores y tiene dificultades, pero ¿no coincidiría usted en que ha demostrado ser digno de confianza en esta hora de necesidad de los judíos? Como cristiano norteamerieano, estoy aquf porque los amo a ustedes los judíos y quiero ayudar en algo. Pero estoy bastante desilusionado con ese injusto artículo que aparece en el "Post” de hoy”
Y para terminar, le dije:
-Si escribo un breve artículo sobre esto,¿lo publicarían?
Hubo un silencio al otro extremo. Finalmente, me dijo:
-¿Sabe qué? Si lo escribe Y es algo bueno, ¡lo publicaremos !
-Bien -le conteste. Escribiré rápidamente algo y lo depositaré hoy al mediodía en el buz6n de su "Jerusalem Post" en el edificio de la Prensa Sokolov. ¿ Está bien?
-Esperamos su artículo -me dijo el periodista.
Al día siguiente compré el diario. Entre otras noticias, el "Jerusalem Post" traía un artículo que habían intitulado "Cristiano ultrajado". En parte, decía:
"Como norteamericano me. siento profundamente molesto por ese artíeulo inexacto, perjudicial e incompleto que traía el "Post" de ayer y que se intitulaba "No se puede confiar en el Cristianismo en épocas de necesidad". He oldo y observado que grandes aviones de carga norteamericanos se posan uno tras otro en el aeropuerto de Lod, trayendo ayuda que se necesita con urgencia para la defensa de Israel. Los Estados Unidos, que tienen millones de verdaderos cristianos entre sus ciudadanos, se levantaron junto a ustedes, los judíos, en la presente necesidad.
Esto les costará a los cristianos norteamericanos no sólo dólares, sino también incomodidades y amigos. ¡Pero creemos que ustedes se lo merecen ! Ahora bien, por favor, no vuelvan a decir que no se puede confiar en los cristianos en épocas de necesidad.
"Muchos misioneros cristianos que están aquí", seguía diciendo mi artículo, "nosólo están orando por Israel y demostrándole su amor, sino también trabajando en su favor. Los cristianos creemos en combatir por el pueblo de Dios, los judíos, así como en orar por ellos. Ustedes le dieron al cristianismo su mismo fundamento ¡y jamás lo olvidaremos ! ¿ Cuándo, ¡ oh ! cuándo comprenderán ustedes francamente que los amamos?
"Todos los verdaderos cristianos que aman la Biblia están sinceramente con  Israel,
"¡ Si ustedes dejan de llamar cristiano a Adolfo Hitler, no los culparemos de que Carlos Marx fuera judío !"

jueves, 5 de noviembre de 2015

EL JEHOVÁ DE LA ERA DEL REACTOR

16 años tenía de edad cuando leí por primera vez el libro de Jorge Otis "El Fantasma de Agar". Un libro que me cautivó de principio a fin.        Como se dice "Me marco la vida"
 Hoy después de muchos años tengo el privilegio de compartir sus páginas con aquellos  que asi lo quieran.

EL FANTASMA DE AGAR
George Otis
E=mc2.
 Copyright Disclaimer Under Section 107 of the Copyright Act 1976, allowance is made for fair use for purposes such as criticism, comment, news reporting, teaching, scholarship, and research. Fair use is a use permitted by copyright statute that might otherwise be infringing. Non-profit, educational or personal use tips the balance in favor of fair us

Poco se imaginó el gran físico, Dr. Alberto Einstein, que su teoría de la relatividad se transformaría en el "alma fundamental". ¿ Cómo podía saber Einstein, un judío, que su fórmula,en la que se basa la energia atómica, armaría a fuerzas opuestas en el clímax de la historia?
La Biblia relata, ya en el libro de Génesis, cómo Dios apareció a Abram y le cambió el nombre por el de Abraham, que significa padre de muchas naciones.
Fue aquí donde Dios ratificó ese pacto eterno cuando prometió: "Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda Ia tierua de Canaán en heredad perpetua . . ,"(cap. 17 ) .
Jamás en toda la historia de la humanidad recibió hombre o pueblo alguno un llamamiento y un pacto de tal naturaleza.
Uno de los mismos nombres de Dios es Guardador del Pacto. "El es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos." En él "no hay mudanza, ni sombra de variación".
Así pues, podemos saber que la escritura de la tierra de Canaán está sellada y registrada en la "corte del Cielo".
Después de la antigua y catastrófica rebelión que hubo en el cielo, Satanás y sus rebeldes secuaces fueron echados en nuestro asediado planeta, Y en realidad, nunca ha terminado la prolongada lucha de Satanás. Todavía él odia a Dios. Las Tinieblas aún aborrecen la Luz.  El Mal detesta al Bien todavía . . . Las fuerzas satánicas están en guerra contra todo lo que Dios ama y contra todos los amados de Dios.
Abraham y los judíos fueron señalados, amados y privilegiados por Dios mismo.
"Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras." (Salmo 103).
La misma bondad de nuestro Padre CeIestial hace que los judíos estén de continuo en la mira de Satanás.
Por consiguiente, no hay que extrañar mucho que los libros de historia, así como la Biblia, registren una serie interminable de guerras, persecuciones, "ghettos", matanzas, odios, injusticias y terrores que han seguido las huellas de la descendencia de Abraham. ¡Una sola explosión del odio de Satanás incineró a seis millones de "vástagos" de Abraham y Sara por medio de un instrumento dispuesto para ello y cuyo nombre fue Adolfo Hitler ¡

El odio y los celos que destellaban de los fieros ojos del joven Ismael cuando al mirar atrás viera a Isaac parado junto al padre Abraham, todavía permanece en el nivel de furia en muchos de los descendientes árabes de Ismael.
La Serpiente dirige implacablemente su veneno hacia los judíos utilizando a los árabes. En el siglo XX se han ido la mayoría de los instrumentos de Satanás que anteriormente atormentaban a los judíos: los babilonios, filisteos, faraones, Césares y Hítleres. Pero aparentemente el príncipe de este mundo nunca halla difícil enrolar nuevos reclutas que estén dispuestos a ser utilizados para engullir al pueblo de Dios. Los actuales atormentadores de Satanás son parte de los cien millones de árabes que a su vez están apoyados  por doscientos millones de rusos.

Se requiere tener ceguera espiritual, y algunos la tienen, para no ver un milagro ante sus ojos. ¡ Mírelo ! Cien millones de árabes, la mayor parte de los cuales se ha comprometido a aniquilar a tres millones de judíos. Han recibido abundantes suministros de los mejores MIG supersónicos, la última palabra en radar, computadoras, barcos, camiones, proyectiles, artillería poderosa, adiestramiento bélico, la última palabra en tanques y también la última palabra, tecnológicamente hablando, en armas antitanques.
¡No una, sino cuatro, sí, cuatro guerras violentas con el fin de matar a golpes a este diminuto país ! Honestamente, no hay una manera intelectual de explicar ni siquiera la supervivencia de Israel cuando uno suma la cuenta.
Sí; es un milagro ver la mano de Dios obrando en favor de esta nación peculiar y garantizándole la supervivencia en la tierra prometida. Es una manifestación muy conmovedora de la firmeza divina.
La Biblia es un libro cuyo final está pendiente y Dios está "escribiendo" todavía por medio de sus hechos.
En momentos de debilidad casi siento pena por el "pobre y viejo" Satanás . .
Debiera ser un estímulo para cada cristiano saber que nuestro Dios también pelea por nosotros con la misma victoriosa tenacidad con que lo hace por los judíos.
¡Y es una pelea arreglada ! Dios ha dispuesto públicamente todo el plan de los siglos en su Palabra. Y ya se conoce el resultado final de todos los combates entre la Luz y las Tinieblas que ha habido y habrá sobre el planeta Tierra. Sí; es una pelea arreglada. ¡NUESTRO BANDO GANA!
¡Cuando yo estaba en ese humeante campo de batalla, me asaltó un terrible pensamiento ! Israel acababa de pagar un horrible precio cuando se enfrentó por primera vez a los proyectiles antiaéreos SAM-6 (imposibles de detectar) y a los proyectiles antitanques Sagar (mecanismos teledirigidos, igualmente formidables). El tipo Sagar demostró ser tan eficaz que puede descartar por obsoleta la guerra de tanques.
Este nuevo pensamiento era una secuela de otro similar y desconcertante que me había sobrevenido años antes cuando conducía por el Neguev. De repente, perfilándose a lo lejos, a nuestra izquierda, y protegido por kilómetros de cerca de eslabones de cadena, apareció un complejo de edificios. Era Dimona, el laboratorio nuclear de Israel. Fue cerca de Dimona que me sobrevino ese asombroso pensamiento i "Israel ya ha terminado varios artefactos nucleares rudimentarios ! (Hoy en día ya no son rudimentarios. Nota del Blog) Algún día, cuando se vea sitiado al borde de la aniquilaación. . . como último recurso, desenvainará esta espada nuclear.
Cuando Israel dice '¡Nunca más !', quiere decir eso mismo."
Más tarde, esta "experiencia de Dimona" siguió obsesionándome durante meses.
Ahora aquí en el campo de batalla, en medio del hedor de los cadáveres sirios, me vino nuevamente a la memoria ese desconcertante recuerdo. Pero esta vez, era un poco más específico y casi me hizo erizar los cabellos. Se me aclaró un poco más el sentido del tiempo en el gran reloj de Dios. Mi "impresión" del campo de batalla fue algo así:
"Mira en derredor tuyo, hijo mío, y dime qué ves."
En mi mente contesté: "Veo y huelo el pútrido fruto de la guerra. Los restos de cientos de tanques israelíes. Un millar de esqueletos de los más modernos artefactos bélicos rusos: tanques, camiones, camiones de radar y de tránsporte de proyectiles, piezas de artillería y 'jeeps'. Veo los despojos de la guerra como consecuencia del horrible uso de las armas convencionales.
Entonces estalló en mi mente este último pensamiento:
"Echa una última mirada en derredor tuyo. Satanás, los comunistas y sus clientes árabes poco pueden soportar la pérdida de una quinta guerra de este costo.
Esta puede ser la última guerra del Medio Oriente en que se utilicen solamente armas convencionales. Porque en la quinta guerra, uno de los dos bandos, puede lanzar, en el momento de la derrota, sus armas nucleares tácticas,"
¡Sentí un estremecimiento !
Menos de dos semanas después, leia por primera vez en los diarios que los árabes especulaban sobre la posibilidad de usar armas nucleares tácticas. Ya habían pedido ayuda a los rusos. Y ya estaban especulando los costos para producir armas atómicas por sí mismos. El artículo afirmaba que por sólo 750 millones de dólares pueden hacerlo ahora. Con la creciente prosperidad que les proporciona el petróleo
árabe, esto no es prohibitivo.
¿Qué cree usted que habría sucedido si durante los últimos días humillantes de esa "Guerra del Yom Kippur" algunos árabes hubieran tenido sus manos una bomba atómica?
Pero no se atreverían . . . ¿o sí?
 sábado, 11 de marzo de 2017

EL FANTASMA DE AGAR 17 i ASALTO AÉREO !

EL FANTASMA DE AGAR
 17
 i ASALTO AÉREO ! 
JORGE OTIS
1974
 Moshe Kahn, tranquilo y laborioso padre de tres jóvenes, está sentado junto a su escritorio de Ja embajada israelí. Después de atender durante cuarenta minutos la correspondencia de la mañana, extiende el brazo para tomar el abrecartas. ¡ En cuanto rompe el extremo sellado de un sobre grueso procedente de Beirut, se produce una explosión que le vuela ambas manos y el rostro! Las bombas-cartas son uno de los nuevos y horripilantes inventos terroristas. Cada vez con  mayor frecuencia, están matando y cegando no sólo a las víctimas judías a quienes van destinadas, sino también a inocentes funcionarios postales.
pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados... provocaron a ira al Santo de Israel (Isaías cap. l).
Un camión gris y dos pequeños sedanes frenan frente al Mercedes negro mientras éste reduce la velocidad para pasar un gran camión de mudanzas que está atravesado en una calle por una "falla del motor". De repente el Mercedes de Stanley Mandel es rodeado por varias metralletas que lo apuntan amenazadora-mente. ¡ Un centenar de balas corta despiadadamente en dos partes, al guarda-espalda armado del empresario industrial Mandel !
Con los ojos vendados, abofeteado y atado, Stanley es conducido a cierta parte, donde lo torturan y preparan para utilizarlo como cebo de una extorsión. Pronto se recaudan dos millones de dólares para esta "buena obra". Entonces devuelven al ejecutivo en un tren expreso ... ¡ muerto a golpes !
Obstinados en su inicuo designio, tratan de esconder los lazos ... Inquiereniniquidades, hacen una investigación exacta ... (Salmo 64).
Un grupo ,de "estudiantes" japoneses, pulcramente vestidos y con anteojos que les dan cierto aire intelectual, sacan sendas ametralladoras de sus maletas en perfecta coordinación. ¡ 29 jovencitas que viajaban por primera vez a la Tierra Santa, caen salvajemente asesinadas a sangre fría! Segundos antes, las jóvenes habían parloteado felices en la sección de equipajes del aeropuerto de Tel Aviv.
... . porque la tierra está llena de delitos de sangre,- y la ciudad está llena de violencia (Ezequiel cap. 7).
Sin embargo, tampoco están limpias las manos de los judíos. ¡ El terror engendra terror ! ¡ Doce aeroplanos hacen explosión en el aeropuerto de Beirut ! ¡ Los Phantom derriban sobre Israel a un avión de pasajeros que vuela fuera de su recorrido ! ¡ Aldeanos libaneses mueren durante las incursiones que realizan soldados israelíes que tratan de erradicar a los terroristas árabes que se esconden entre ellos!
"¡ Somos el Septiembre Negro... todos mueren!"
Estas fueron las últimas y escalofriantes palabras que oyeron los pasajeros del Vuelo Uno de la Pan American, mientras su avión, aparcado en la Puerta No. 10 delaeropuerto de Roma, se preparaba para salir.
Sujetos a sus asientospor los cinturones de seguridad, nada pudieron hacer los indefensos pasajeros del Boeing. En pocos segundos, los 30 seres humanos no eran más que fragmentos ensangrentados. ¡ Los terroristas, activados por el odio, les habían tirado poderosos explosivos casi encima de las rodillas ! ¡Estos extraños y feroces palestinos sólo ansiaban asesinar! Cuanto más espantoso y atroz, tanto mejor, según su perverso razonamiento.
Algunos meses antes, una hermosa joven de cabellos oscuros y mirada acerada, Lela Khaled, dirigió otro intento de asalto dentro de un avión de El Al en el aeropuerto Heathrow de Inglaterra. Al ser reducida en el acto, logró instantáneamente la categoría de heroína entre muchos árabes que la admiraban. Más tarde esta joven llena de odio logró su libertad mediante la extorsión por otro grupo de palestinos que para el efecto asaltaron otro avión de pasajeros.
La Biblia predijo exactamente que en los últimos tiempos surgiría una generación violenta y que muchos "desfallecerían por el temor". Como una plaga, se han ido extendiendo por todas partes los asesinatos, los robos, la violencia, las violaciones, las mutilaciones y las atrocidades. Ahora es necesario gastar miles de millones para asegurar las empresas, las propiedades y los hogares. Y nosotros también hemos gastado 100 millones de dólares en equipo y personal de vigilancia de aeropuertos, tratando de reducir el mortal juego de los asaltos aéreos.
El odio y el pecado están inflamando los corazones, haciendo que el hombre se empeore cada vez más. Con tristeza predecimos que sobrevendrán espantosos secuestros y violencia a los grandes líderes de los Estados Unidos y de otros países a medida que se intensifique este juego de terror de los últimos tiempos. Los terroristas se han jactado abiertamente de querer perjudicar a los Estados Unidos y a su pueblo. Estamos señalados junto con los judíos. ¡ Y esto es un honor !
Aunque los asediados judíos son los recipientes de una extraordinaria proporción de esta violencia, la misma se ha extendido mucho más allá de ellos. Una filosofía del comunismo internacional sostiene que "el fin justifica los medios". Ahora funcionan escuelas de asesinato, insurrección y sabotaje en los países comunistas. Los que practican la violencia se hacen expertos; y la Universidad de la Muerte está concediendo títulos.¡ Pero Dios tendrá la última palabra respecto a estos salvajes ! Siempre lo hace. Hace doscientos años, Voltaire, el brillante racionalista francés, hizo una predicción que fue muy aplaudida. Voltaire declaró: "De aquí a cien años no habrá ni una Biblia en la tierra, salvo la que contemplen los buscadores de curiosidades antiguas."
Pero doscientos años más tarde, en nuestros días, abundan por centenares de millones. La demanda de Biblias siempre se mantiene en un alto nivel. Y la actual residencia de Voltaire está en la misma terrible dirección de la de Nietzsche, que fue el primero que declaró que "¡ Dios está muerto !"
"¡ Sí; ven pronto, Señor Jesús...
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADA DESTACADA

RECUERDOS

   RECUERDOS Sucedió que en el año de 1986, el mes   no lo recuerdo con exactitud, probablemente fue a mediados de año, que sentí en mi co...