viernes, 10 de mayo de 2024

¿POR QUÉ DEJÉ EL CATOLICISMO? POR LUIS PADROSA -1-

¿POR QUÉ DEJÉ EL CATOLICISMO?

POR LUIS PADROSA

Ex sacerdote católico

Ex religioso de la Compañía de Jesús

Director-fundador

del Instituto Loyola de orientación psicológica

Vicepresidente del Comité Internacional

de psicólogos y psiquiatras católicos.

EDITORIAL "LA AURORA" CASA UNIDA DE PUBLICACIONES

CORRIENTES 728 — BUENOS AIRES APARTADO 97 BIS — MEXICO, D. F.

IMPRESO EN LA ARGENTINA

 PROLOGO 

  ”Y crecía la palabra del Señor y el número de los discípulos se multiplicaba mucho en Jerusalem; también una gran multitud de los sacerdotes obedecía a la fe." Esto leemos en los Hechos de los Apóstoles, a continuación y como corolario de los primeros relatos de persecución del naciente Cristianismo.

 La historia se repite.

En la misma proporción en que es combatida una creencia religiosa se atrae el interés público y aun de los mismos enemigos hacia ella. La oposición y difamación de una idea invita a estudiarla, a examinarla, a cerciorarse de sus argumentos y de las afirmaciones oponentes y cuando éstas carecen de razón, como ocurrió con la contradicción pagana del Cristianismo en los primeros siglos de nuestra Era, los resultados suelen ser del todo contraproducentes para los opositores.

Tal es el caso de España.

Bastó que el actual Gobierno Español proclamara una tolerancia mucho más restringida que la que habían gozado desde hace casi un siglo los cristianos evangélicos de este país, para que el clero pusiera el grito en el cielo. Cartas pastorales y furibundos artículos inundaron la prensa, obligando al Gobierno a limitar muchísimo más menguada tolerancia concedida por la Ley.

 ¿Y cuál ha sido el resultado? Desde los días de la conversión del Rdo. Cipriano Tornos, ex confesor de la reina Isabel II, hace tres cuartos de siglo, el Cristianismo Evangélico no había obtenido tan señalados y repetidos triunfos como los conseguidos en los últimos dos años. A causa de esta injusta y exagerada campaña anti-protestante, no solamente son atraídos muchos ateos e indiferentes a los cultos evangélicos, sobre todo en las grandes ciudades, donde hay menos temor de represalias clericales, sino que la luz del Evangelio penetra en lugares al parecer inaccesibles, ganando las conciencias de elementos distinguidos del clero católico.

Nada menos que el Secretario General de las Congregaciones Marianas de España y después de todo el mundo, el Rdo. Carrillo de Albornoz, S. J., va de España a Roma y desaparece misteriosamente del escenario católico para reaparecer en Ginebra, donde hace público repudio de su fe Católica Romana en una Iglesia Evangélica de la ciudad de Calvino.

La cosmopolita urbe que ostenta en uno de sus parques el gran monumento a la Reforma con su lema "Post Tenebras Lux" acoge al ilustre eclesiástico español, quien manifiesta haber pasado de las tinieblas de un Cristianismo mediatizado, ensombrecido y anquilosado por enseñanzas y dogmas humanos desconocidos para el Cristianismo Apostólico, a la luz radiante  del glorioso Evangelio de Cristo

 Le siguen en el mismo año 1950 varios sacerdotes de diversas diócesis de España  (Gerona, Mallorca, etcétera)

 Y ahora el reputado fundador del Instituto Loyóla, el conocidísimo psiquiatra, conferenciante y orador sagrado, Rdo. Luis Padrosa Roca, deja estupefactos a propios y extraños con su conversión al Cristianismo Evangélico.

Solamente el que conoce la idiosincrasia del pueblo español y ha vivido por años en ese país donde católico significa todo y el Protestantismo es objeto de  todos los odios y vejámenes, puede tener idea del sacrificio enorme que significa  para personas de la talla y posición del Rdo. Luis Padrosa o del Rdo.  Carrillo de Albornoz una decisión de tal naturaleza.

Cuando el Cristianismo Evangélico apenas logra algunos millares de adeptos entre las clases obreras de España, mientras que es generalmente despreciado  por la aristocracia,

¿Cómo puede llegar a ganar la mente y el corazón de estas  figuras prominentes del mismo clero católico romano?

 La explicación es lógica y comprensiva.

Para el fiel católico es casi imposible un cambio de religión, porque el temor de caer en pecado le impide realizar ninguna investigación en asuntos de fe; el católico debe confiar implícitamente en su Iglesia, bajo pecado mortal; por esto su mirada se dirige tímidamente en busca del "Nihil Obstat" cuando algún libro de religión viene a caer en sus manos. De este modo evita las dudas, pero se encierra dentro de un círculo pernicioso, con grandes desventajas para sí mismo cuando tiene que discutir con otros sobre temas religiosos, y se inhabilita totalmente para ver la luz de la verdad acerca de la fe cristiana.

 Esta limitación no existe, empero, en la misma medida para los elementos del clero. Ellos están puestos para defender la religión y es natural que procuren saber algo acerca de aquello que tienen el deber de combatir.

Aun existe cierto temor en muchos sacerdotes, los cuáles no se atreven a leer un libro herético, ni sostendrían una controversia con un protestante sin permiso del obispo, autorización que raramente se consigue; pero ese temor supersticioso no podía existir en personas de la talla intelectual del Secretario General de las Congregaciones Marianas o del Rdo. Luis Padrosa.

Nadie temería, ni aun ellos mismos lo creyeron al principio, que personas tan bien asesoradas en Teología y Apologética Católica hubieran de apostatar de su fe por el hecho de permitirse investigar un poco las doctrinas y razón de ser del Cristianismo Evangélico.

 "Pero la Verdad es conocida de todos sus hijos" y Nuestro Salvador afirmaba: "Todo aquel que es de la Verdad oye mi voz." El hombre sincero y de conciencia delicada que se pone a estudiar el Evangelio queda ganado por la sublimidad y sencillez de su doctrina.

He encontrado que no hay base en el Evangelio para los dogmas de la Iglesia  Católica Romana

Tales fueron las primeras palabras con que el Rdo, Luis Padrosa, vistiendo aún hábitos talares, dejó asombrado al primer pastor evangélico con quien se puso en contacto en España.

 

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