EL PADRE DE LA COMPUTADORA
Por john Dornberg
Selecciones del Reader,s Digest Abril de 1990
Tal vez su nombre no sea muy conocido, pero su invento
trasformó al mundo.
A PRIMERA vista, los cientos de relés eléctricos de la consola cubierta de cristal semejan un anticuado conmutador telefónico. Hay inclusive una consola con teclas y una serie de botones blancos, con números y símbolos inscritos.
Llamada Z3 la máquina –que se exhibe en el Museo Alemán de Munich— es réplica de la primera computadora en el mundo completamente funcional y controlada por programas. El modelo original,capaz de hacer 20 complejos cálculos matemáticos por minuto, fue inventado y construido por el alemán Konrad Zuse, en 1941.
Aunque actualmente las computadoras son aparatos comunes en fábricas, oficinas, hospitales y hogares, casi nadie conoce la historia del inventor que pasó años de arduo y penoso trabajo construyendo los primeros modelos. Es más: hasta mediados de los sesentas, los expertos relacionaban confusamente la historia de estas máquinas con el estadunidense Howard Aiken, que había presentado en 1944 la computadora electromecánica Mark I. El papel de pionero de Zuse fue reconocido sólo hasta que Aiken aceptó públicamente los logros del alemán en una carta personal.
El Museo Alemán exhibe también la Z4, una de las computadoras originales de Zuse. El catálogo de todos los certificados, premios y honores conferidos al inventor llena 13 páginas, impresas —naturalmente— por computadora.
No obstante, cuando visité a Zuse en su casa, en la pequeña población de Hünfeld, 130 kilómetros al noreste de Francfort, parecía deseoso de hablar tanto de arte como de computadoras, pues, tras su retiro en 1966, había reanudado su afición a la pintura. En su estudio me mostró algunas de sus obras, que han sido expuestas en varias muestras artísticas y vendidas a precios no menores de 1000 marcos. Escudriñando a través de sus gruesos anteojos con armadura de carey, el alto y canoso Zuse me contó: "En mi juventud, no sabía qué me gustaba más: si. la pintura o las computadoras. Ahora, después de muchos años de gran dedicación a las matemáticas, encuentro enorme placer al crear algo sobre el lienzo".
Nacido en Berlín el 22 de junio de 1910, Zuse pasó su niñez en Braunsberg, Prusia Oriental, y Hoyerswerda, Silesia, donde su padre trabajaba en la administración local de correos. Pronto floreció su genio, tanto en el arte como en la tecnología. Llenó carpetas inmensas con bocetos y caricaturas. Su juguete favorito era un equipo de construcción que crecía continuamente; con él, construyó grúas que llenaban habitaciones enteras, y otras máquinas.
Cuando Zuse se graduó en la preparatoria a los 17 años, su dilema era: ¿debía estudiar arte, o ingeniería mecánica? Como esta última ofrecía más oportunidades de empleo, ingresó en la Universidad Técnica de Berlín, aunque su conflicto seguía asediándolo. "Los trabajos de dibujo y diseño eran casi todos de rutina, pero yo deseaba hacer algo creativo", rememora.
Al año, Zuse abandonó los estudios, con la idea de hacerse artista comercial; pero en 1930, primer año de la Gran Depresión, millones de personas quedaron cesantes. Por tanto, tras 12 meses de andar a la deriva, regresó a la universidad, pero cambió de carrera y estudió ingeniería civil. Se graduó en 1935 y obtuvo empleo como ingeniero en estática y analista de tensiones en la Compañía Aeronáutica Henschel de Berlín. Ahí tenía que efectuar muchos Cálculos. Utilizaba calculadoras mecánicas y observó que su trabajo consumía muchísimo tiempo. Le aburría pasar los resultados de una operación matemática a otra parte del problema, anotar los resultados intermedios y etiquetarlos para poder recuperarlos después. Empezó a preguntarse si no sería posible que toda aquella labor rutinaria la ejecutara una máquina.
Aunque dominaba la mecánica y el dibujo técnico, sabía poco de ingeniería eléctrica, menos aún de los principios de las calculadoras mecánicas y virtualmente nada de lógica matemática. Discutió la cuestión con sus amigos de la época de estudiante, entre los cuales estaban Walther Buttmann, Flelmut Schreyer y Andreas Grohmann. Juntos, frecuentaban las bibliotecas para llenar las lagunas en sus conocimientos. Al mismo tiempo, Zuse renunció a su empleo en la Henschel e instaló un taller en el apartamento de sus padres en Berlín.
Cuanto más aprendía, tanto más rechazaba el método empleado en las máquinas calculadoras. Los números estaban representados por equivalentes mecánicos de los dígitos decimales; por ejemplo, ruedas dentadas que podían tomar ciertas posiciones, del cero al nueve. Zuse, en cambio, optó por el "sistema binario", con elementos que ocuparan dos posiciones, como un interruptor eléctrico que sólo se enciende o se apaga.
Para construir la máquina, fue preciso hacer a mano miles de placas de metal para la memoria. Cuando Zuse estaba diseñando las formas, se le unieron sus amigos, quienes no sólo realizaron el trabajo mecánico, sino que también aportaron dinero que les habían prestado sus familias para comprar los materiales necesarios.
La operación infalible de la máquina dependía principalmente
de la precisión de mi trabajo manual",
explicaría Groh‑
El inventor, deleitándose con su pasatiempo preferido: la pintura
mann después. "Pegué los diseños de Zuse en madera chapeada, puse el número requerido de placas metálicas entre dos tablas, que atornillé para unirlas, y luego recorté las formas con una pequeña sierra eléctrica de vaivén".
A principios de 1937 ya habían terminado la memoria mecánica funcional, y ese mismo año Zuse logró acoplarla a una unidad aritmética mecánica. Un motor eléctrico hacía funcionar la máquina. Zuse llamó zi a su primera y tosca computadora, y la programó perforando claves de ocho agujeros en una vieja película cinematográfica de 35 milímetros.
A pesar de que la zi tenía tantos defectos que nunca funcionó adecuadamente, Zuse y sus colaboradores estaban entusiasmados. Entonces, junto con Schreyer, ingeniero en telecomunicaciones, Zuse empezó a hacer experimentos con relés eléctricos para remplazar la unidad aritmética mecánica. Los grandes obstáculos eran el dinero y el tamaño; a fines de los treintas, hasta el relé más sencillo costaba varios dólares. Para una computadora con suficiente potencia y capacidad, Zuse necesitaría miles de relés, y como cada uno ocupaba un espacio de varios centímetros cúbicos, se figuró que una computadora electromecánica llenaría toda una habitación.
Cuando Schreyer obtuvo baratos unos relés de segunda mano, que luego reconstruyó para sus propósitos, Zuse resolvió armar un modelo de prueba que sólo constaría de 200 relés y tan pequeño que cupiera en su diminuto taller. En el verano de 1939, la 72 estaba casi terminada.
Pero cuando empezó la Segunda Guerra Mundial Zuse fue llamado al Ejército. Seis meses después se le permitió regresar a su antiguo empleo en la Henschel, porque los aviones eran de vital importancia para el esfuerzo bélico. En su tiempo libre, siguió trabajando en la computadora.
Al cabo, en 1940, la z2 quedó a punto para su presentación. Y funcionó tan bien que Alfred Teichmann, del Instituto Alemán de Investigación de la Aviación, se interesó en el proyecto. Teichmann era una autoridad en la "ondulación" de las alas de los aviones, y vislumbró que una computadora como la Z2 agilizaría en gran medida los cálculos que resolverían los problemas planteados en su área, y prometió ayuda económica.
Entonces Zuse fundó su propia empresa, y hacía fines de 1941 concluyó la z3, que podía realizar el trabajo de 20 personas. Cada una de sus dos unidades de memoria estaba en un gabinete de cerca de 1.5 metros de anchura y dos metros de altura; la unidad aritmética y de control eran aproximadamente del mismo tamaño. El costo de los materiales ascendió a 25,000 Reichmarks (marcos del Tercer Reich, unos 10,000 dólares). "La Z3 era plenamente funcional, y constituía, en realidad, una computadora para
cualquier propósito", comenta el historiador estadunidense Paul Ceruzzi, curador de tecnología de computadoras en el Instituto Smithsoilian (le Washington, D.C.
zuse usó la z3 como modelo hasta que durante un bombardeo, fue destruida. No obstante, recibió varios pedidos, y en 1944 ya tenía 20 empleados. Entre otras cosas, produjo la Z4, que pesaba cerca de tres toneladas y podía efectuar mil cómputos matemáticos por hora.
En febrero de 1945 Zuse tomó a su esposa Gisela (se habían casado el mes anterior), a sus trabajadores y un gran número de cajas que contenían las piezas de la Z4, y huyó de Berlín, destrozada por la guerra, a Gotinga. Ahí, en el Instituto de Aerodinámica Experimental, la computadora fue remontada y sometida a varias pruebas. "Mostrar mi máquina a los profesores constituyó el momento para el cual había trabajado y esperado durante diez años", declara Zuse.
El triunfo fue efímero. Al acercarse el frente de guerra, el pequeño grupo de berlineses se retiró a una aldea de los Alpes bávaros, donde la Z4 quedó guardada en un establo.
El siguiente avance no se le presentó a Zuse hasta cuatro años después de que terminó la guerra. A principios de 1949, el profesor Eduard Stiefel, del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH), de Zurich, que había oído hablar de la z4, fue a la aldea para ver la máquina. Inmediatamente se dio cuenta de que era mucho más práctica que las demás grandes computadoras, electrónicas o de relés, que se habían inventado en otras partes. Firmó un contrato de alquiler de la Z4 para el Instituto de Matemáticas Aplicadas.
El contrato con el ETH proporcionó a Zuse la base financiera que necesitaba para volver a instalar su empresa en Neukirchen, Hesse, en 1949. En los años siguientes, diseñó, perfeccionó y construyó numerosas computadoras pequeñas y medianas para institutos científicos y tecnológicos, autoridades estatales y empresas privadas. La z5, por ejemplo, fue solicitada por la firma Ernst Leitz Co., de Wetzlar, que producía lentes para cámaras y otros aparatos ópticos. En los cincuentas y sesentas, las autoridades estatales de Alemania Occidental compraron el modelo zii, programado para efectuar cálculos relacionados con estudios geodésicos y de agronomía; y, entre quienes adquirieron la Z22 —una de las computadoras más rentables de Zuse, de la cual se construyeron unas 50 unídades en sólo cinco años—, estaban varias universidades técnicas.
A principios de los sesentas, Zuse ya era un serio competidor de la IBm en el mercado de Alemania Occidental, pues realizaba negocios hasta por 25 millones de marcos anuales y ocupaba a mil personas. Sin embargo, ya se vislumbraban problemas a futuro, porque no había logrado construir computadoras comerciales más pequeñas, contaba con socios tan poderosos como Brown Boveri et Compagnie y la Siemens AG.
En 1966 Zuse pensó en jubilarse, y su empresa quedó a cargo de la Siemens. Además de tener un contrato de asesoría, daba clases y dictaba conferencias . . . y regresó a su primer amor: el arte. En sus pinturas, realizadas con colores brillantes, se combinan elementos expresionistas, surrealistas y abstractos.
Todavía sigue atentamente el desarrollo de las actuales computadoras, tan diferentes de las que él diseñó. "Mi intención inicial fue encontrar un instrumento útil que liberara a la gente de los cálculos que le quitan tanto tiempo", advierte. "Nunca soñé con los avances sociales, científicos y tecnológicos que han sido posibles con la ayuda de las computadoras. Su perfeccionamiento revelará muchos otros secretos de la naturaleza y resolverá algunos de los complejos problemas de nuestro mundo ... para beneficio de toda la humanidad".
Tengo una copia aqui, con las fotos de la revista, saludos. https://onedrive.live.com/view.aspx?cid=6947794B0D2461EA&resid=6947794B0D2461EA!387
ResponderEliminarSe agradece el comentario y el saludo. Bendiciones y gracias por visitar el blog.
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