viernes, 4 de junio de 2021

MARTIRIO DE SAN ROMAN -ESPAÑA-HEROÉ DE LA FE-

 

miércoles, 31 de enero de 2018

MARTIRIO DE SAN ROMAN -ESPAÑA-HEROÉ DE LA FE-

11:36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
11:37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
11:38
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 
Hebreos cap. 11
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HISTORIA DE LA INQUISICIÓN Y LA REFORMA EN ESPAÑA

SAMUEL VILA 

6. Martirio de Sanromán.

 

Finalmente, el que había mantenido su entereza por tan largo tiempo, tuvo que afrontar otra lucha másdifícil. Habiendo regresado Carlos a España, fracasada su expedición a Argel, fue entregado Sanromán a la Inquisición de Valladolid, y desde el día en que traspuso los muros de la cárcel de la Inquisición hasta el día en que salió para su muerte en la hoguera, nada sabemos de su suerte, excepto que cualesquiera medios empleados por los familiares del Santo Oficio para hacerle cambiar de ideas fueron inútiles.

Ignoramos la fecha exacta del holocausto de Sanromán, aunque se supone fundadamente que tuvo lugar en 1544. Valladolid, que ya había sido cuna de Felipe II, pudo además ostentar como blasón el haber visto esparcidas sobre su suelo las cenizas del primer mártir de la Reforma del siglo XVI, en España.

Cuando los inquisidores vieron que era imposible obtener la retractación del preso, decidieron presentarlo en el próximo auto de fe. Sanromán fue entre todos los presentados aquel día el único condenado a la hoguera. Precisamente predicó el sermón de fe en aquel auto Bartolomé Carranza, catedrático de Teología, más tarde arzobispo y, al final, reo del mismo delito por el cual quemaban ahora a Sanromán.

Merece ser destacado el incidente que tuvo lugar mientras conducían a Sanromán desde la Plaza Mayor, donde se había celebrado el auto de fe, a las afueras de la ciudad, al quemadero. Parece como si Sanromán estuviera destinado a concitar contra sí las iras más violentas de sus enemigos, que llamaban impúdica terquedad a su inflexible valor. Esto ya había ocurrido primero en Amberes, donde los frailes querían quemarlo sin contemplaciones. Luego en Ratisbona, donde a duras penas escapó de ser echado al Danubio. Ahora ocurría por última vez en Valladolid.

El incidente tuvo lugar por el siguiente motivo: Al salir la comitiva de la puerta de la ciudad encontraron la cruz llamada de término, que suele colocarse en las afueras de las poblaciones españolas y que esta vez era de madera. Al cruzarla, los acompañantes quisieron obligar a Sanromán a que se arrodillara ante ella. Este respondió prestamente y sin turbarse, que los cristianos no adoraban madera. Que él era cristiano, y sentía que Dios estaba con él, y que lo adoraba con toda reverencia en su corazón. Exhortó, pues, a los inquisidores a pasar de largo e ir directamente al sitio donde querían llevarlo. Entonces se levantó contra él un gran griterío de pueblo que le seguía, injuriándolo por no haber querido adorarla.

qué me habéis retirado el camino a la verdadera gloria?" Viendo, pues, que se frustraba su esperanza, lo hicieron volver a poner en el fuego, ya bien encendido, que lo consumió en un momento.

Cuando llegaron al lugar del suplicio, los frailes no cesaron de atormentar e importunar al pobre hombre para que se retractara de su fe. Mas él les respondía con una entereza de espíritu increíble, y les incitaba a hacer lo que habían emprendido, sin gastar así en vano tiempo y palabras. Así pues, lo colocaron en medio de una gran pila de leña que allí estaba aparejada para quemarlo, y encendieron el fuego por varias partes. Cuando él comenzó a sentir el fuego, sea para huir del humo, o por cualquier otro motivo, levantó un poco la cabeza. Los inquisidores, viendo aquello, pensaron incontinenti que con ello quería dar a entender que se arrepentía, y que quería desdecirse de la doctrina que habla sostenido hasta entonces: así que hicieron retirar la leña con tal presteza que el fuego casi no alcanzó a hacerle daño. Hecho esto tan súbitamente. Francisco comenzó a mirarlos como airado, y a decirles: "¿Qué malicia os mueve ahora? ¿Por qué estáis envidiosos de mi gran ventura? ¿Por

 qué estáis envidiosos de mi gran ventura? ¿Por

qué me habéis retirado el camino a la verdadera gloria?" Viendo, pues, que se frustraba su esperanza, lo hicieron volver a poner en el fuego, ya bien encendido, que lo consumió en un momento.

Así murió Francisco de Sanromán, sin que nadie pudiera arrebatarle su gozo ni hacerle flaquear. El ejemplo de su sacrificio ayudó posiblemente a algunos de los que habían asistido a aquel tremendo espectáculo para que, años más tarde, arrostraran ellos el mismo suplicio con igual firmeza que su predecesor.

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