LO QUE HEMOS APRENDIDO
ACERCA DEL SUICIDIO
SELECCIONES DEL READER`S DIGEST Enero de 1972
En estudios recientes se han descubierto muchos de los síntomas que delatan al suicida en potencia y se han hecho progresos auténticos en la prevención de esta calamidad
POR FRED WARSHOFSKY
FNTRARON en la sala de urgencia de la Clínica Siquiátrica de la Universidad de Basilea, en la Suiza alemana. Era un matrimonio maduro; los dos tenían ya más de 50 años. El marido venía poco menos que arrastrando a la esposa, quien de muy mala gana se acercó por fin a la mesa del consultorio y se sentó mirando fila-mente algún punto por encima y más allá del hombro del médico. El marido explicó, muy agitado, que su mujer adelgazaba de un modo alarmante, perdía el apetito y el interés por todo; habló del insomnio que padecía y —lo que era más de temer— de las amenazas de suicidio proferidas por ella.
Tras una hora de sondeos, el siquiatra fijó la causa de la depresión que padecía la señora. Poco tiempo antes, después de la boda de su último hijo, el matrimonio se había trasladado de Basilea a una remota aldea montañesa de la Suiza italiana. Separada de sus amigos, de su familia y de su iglesia, obligada a expresarse en un idioma que no hablaba bien, incapaz de adaptarse a su nueva situación, la señora había empezado a pensar que el suicidio era su única salida. Cuando el siquiatra le explicó el problema, el marido accedió en seguida a volver a Basilea, a los lugares en donde ella había echado raíces. Y en efecto, pocas semanas después la mujer había recobrado sus deseos de vivir y no volvió a hablar de suicidio.
Esta reacción inmediata ante una amenaza suicida, sirvió probablemente para salvar una vida. Es ejemplo de una técnica llamada de intervención en crisis", y constituye uno de los varios adelantos logrados en la prevención de suicidios.
Las medidas preventivas del suicidio no son nuevas. Desde hace algunos años funcionan en varios países centros de prevención de este mal, dirigidos casi siempre por sacerdotes o seglares dispuestos a escuchar compasivamente a quienes van a desahogarse con ellos. Pero últimamente la clase médica ha aprendido cosas importantes acerca del suicidio, y su prevención se trata ya de una manera más sistemática.
La necesidad de esa profilaxis es evidente. La Organización Mundial de la Salud estima que, en Occidente, se suicidan 1000 personas cada día, y hay especialistas que calculan la cifra de suicidas en 2000. Además, se supone que cada 24 horas ocurren de cinco a diez mil intentos de suicidio. Este mal es una de las diez causas principales de mortalidad en la mayoría de los países industrializados. "Una porción considerable de suicidios consumados o intentados tiene por causa algún trastorno mental, especialmente la manía depresiva", declara el Dr. Erwin Stengel, profesor emérito de siquiatría en la Universidad de Sheffield (Inglaterra).
Todos, virtualmente, experimentamos algún síntoma de depresión en un momento o en otro de la vida: en esos casos cualquier acto requiere un esfuerzo; se pierde la energía y la confianza en uno mismo. La persona deprimida tiene dificultades para dormir; se despierta muy temprano y se siente abatida por las mañanas. Domina en ella un sentimiento de culpa y de fracaso, y el futuro se le aparece sombrío.
Hay, sin embargo, varios tipos de depresión anormal, y los médicos investigadores reconocen que en uno de ellos el riesgo de suicidio es mayor que en todos los demás: la depresión endógena, a menudo hereditaria. "El estado de ánimo en este tipo de depresión es diferente de todo lo que podamos encontrar comúnmente en el resto de los seres humanos", explica el Dr. Ian Skottowe, de la Escuela Regional de Siquiatría de Wessex (Inglaterra). "Es algo específicamente mórbido; no es una simple intensificación de las, vivencias normales".
El depresivo endógeno sufre a la vez trastornos orgánicos y mentales. Pierde el apetito, el peso, la virilidad, el sueño, e incluso puede caer en el estupor. Cuando estos síntomas persisten durante algún tiempo, el peligro de suicidio es inminente. En un estudio que duró siete años y abarcó a enfermos que padecían este tipo de depresión en Gran Bretaña, se vio que la proporción de suicidios era de 307 por 100.000, esto es, 20 veces más elevada que el promedio nacional.
También existe la depresión sicogenética, causada en general por factores emocionales o ambientales. En esta forma —muy frecuente—de depresión suicida, muchos enfermos se sienten, impulsados a pedir auxilio. El Dr. Erwin Ringel, siquiatra vienés fundador de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, calcula que más de la mitad de los suicidas buscan al médico antes de atentar contra su propia vida. "Es claro”, añade "que lo hacen con la esperanza de que el médico se lo impida".
A veces el grito de auxilio se enmascara con algún acto que no parece tener relación con un intento suicida. Tenemos, por ejemplo, el caso reciente de un joven japonés que secuestró un avión de pasajeros amagando a los tripulantes con una pistola de juguete y obligándolos a volar a la base aérea de Hamamatsu, 257 kilómetros al sur de Tokio, donde están acuarteladas algunas unidades de las Fuerzas de Auto-defensa del Japón.
Después de capturar al secuestrador, supieron las autoridades que, en realidad, había querido suicidarse indirectamente. "Estaba cansado de vivir y quise que me mataran las Fuerzas de Autodefensa", declaro el joven a la policía. "Nunca tuveintención de matar a ningún pasajero".
Para instruir al médico a fin de que sepa oír e interpretar el grito de auxilio, el Dr. Walter Póldinger, siquiatra de la Clínica Siquiátrica de la Universidad de Basilea, se valió de una computadora en la investigación sicológica de los casos de suicidio. La computadora hizo una lista de 35 características que se advierten con la mayor frecuencia en la personalidad y en el historial médico de 1300 individuos que optaron por quitarse la vida, de los cuales 300 lo lograron. En esa lista figuran la vida amorosa, el matrimonio y los problemas sexuales, las dificultades económicas y profesionales, las enfermedades y la hipocondría, diversos grados de soledad, la depresión, las amenazas y planes suicidas, los antecedentes familiares de suicidio y otros factores. Se asignó a cada característica un valor numérico (por ejemplo, si hubo intentos anteriores de suicidio, ese antecedente pesa más que los problemas matrimoniales del enfermo) y se trazó un perfil típico del suicida".
El perfil, elaborado por la computadora, muestra que los suicidas son gente ansiosa, tensa y nerviosa, que difícilmente establece contactos sociales. La comparación de una serie particular de problemas de alguna persona con el perfil típico puede ser útil para determinar las tendencias suicidas de esa persona.
La investigación de las causas del suicidio ha llevado a descubrir un particular estado síquico que se presenta antes del acto suicida. Ese estado se llama "síndrome pre-suicida" Y. según su definidos, el Dr. Ringel, es "nuestra mejor oportunidad de descubrir al presunto suicida antes de que intente matarse".
Tres síntomas constituyen dicho síndrome: el primero es lo que denomina el Dr. Ringel "estrechamiento progresivo". El suicida, explica, "se siente encerrado, como si estuviera en la celda de una cárcel o en una habitación cuyas paredes se van juntando. Y tiene el sentimiento de que sólo le queda una puerta de escape: la muerte". Esta vivencia de estrechamiento puede venir de afuera, como el hecho de estar realmente en la cárcel o de haber sufrido una súbita muerte en la familia. O puede proceder del interior de la personalidad, como sucede a mentido con los neuróticos o los depresivos endógenos.
El segundo síntoma es la inhibición del impulso agresivo. "Freud", declara el Dr. Ringel, "descubrió que el paciente con complejo suicida desea en realidad matar a otra persona, y, al no poder satisfacer su deseo, lo dirige contra él mismo quitándose la vida. Cuanto más dificultad tenga una persona para expresar sus instintos de agresión, mayor será el peligro que corre de suicidarse".
La tercera faceta del síndrome pre-suicida es lo que llama el Dr. Ringel "las fantasías de la muerte". Los inminentes suicidas imaginan detalles en torno a su muerte, y a menudo se recrean pensando en el medio que van a emplear para suicidarse.
"Si un paciente presenta los tres síntomas descritos", explica el Dr. Ringel, "será un candidato muy probable para el suicidio y es preciso tratarlo inmediatamente".
En el aspecto del tratamiento de las tendencias suicidas, se han conseguido grandes progresos. A mediados de los años cincuentas se introdujeron dos tipos de medicamentos que modifican la química cerebral y suprimen la depresión en un elevado porcentaje de los pacientes. Esas medicinas antidepresoras son ya de primera necesidad en el tratamiento de las enfermedades mentales.
Los médicos usan también otros sistemas, como la sicoterapia de grupo, para tratar simultáneamente a muchos pacientes, o métodos destinados simplemente a enfrentar al paciente con la crisis inmediata que precipitó su impulso o su conato suicida. Muchos siquiatras creen que buen número de suicidios se cometen por un error al juzgar alguna crisis repentina. Ejemplo clásico de ello son Romeo y Julieta. Romeo se suicidó porque creía que Julieta había muerto. Si hubiese esperado uno o dos días, hubiera visto que Julieta vivía. Si se logra ayudar al suicida potencial para que no se abandone a la crisis, si se le puede convencer de que su Julieta está viva, se podrá conjurar virtualmente el peligro de suicidio.
Con esta idea se practica la "intervención en crisis", o forma de tratamiento que pretende impedir el suicidio prestando apoyo al paciente hasta que la crisis haya pasado Además, este tipo de tratamiento se administra al presunto suicida fuera del hospital. "Sacar a un paciente de su hogar y de su trabajo para conducirlo a un hospital lejano agrava el desajuste que sufre Ya", dice el Dr. Donald Langsley, siquiatra de la Universidad de California.
En la terapéutica de intervención en crisis del Dr. Langsley se supone asimismo que no sólo el paciente re qluiere tratamiento inmediato, sino que tal vez toda su familia neceitará ayuda. En efecto,muchas veces la situación que des emboca en un intento de suicidio se precipita por un problema familiar. Es el caso de una adolescente de 17 años de edad que tomó un frasco entero de tabletas de aspirina para morir. Al estudiar su caso, los médicos descubrieron que estaba muy deprimida desde que le aparecieron los síntomas de su condición femenina. Sus padres le habían hecho creer que todo pensamiento sexual es sucio, y que cualquier acto con muchachos es condenable. Cuando ella les confesó que había tenido ciertas relaciones, le prohibieron que viera a su novio. Entonces trató de suicidarse.
"La mayoría de las familias seenfrentan a estas crisis de adoles‑
ia sin recurrir al siquiatra", declara el Dr. Langsley. "Y cuando aparecen
síntomas sicopatológicos se suele tratar únicamente al miembro de la
familia calificado de paciente. Pero hemos descubierto que lo más
conveniente sería ayudar a toda la familia".
El problema del suicidio nunca se resolverá totalmente, pero hay muchos factores (intervención en crisis, medicamentos, sicoterapia, orientación) que ayudan evidentemente a reducir sus trágicas dimensiones. Pueden ser eficaces incluso algunos expedientes tan sencillos como invitar al solitario a una reunión social. Recordemos, por ejemplo, lo ocurrido en Berlín Occidental, donde la policía contaba con 30 suicidios, por lo menos, cada Nochebuena, y los médicos, además, tenían que hacer lavados estomacales o vendar muñecas de cien frustrados suicidas tan sólo en esa noche del año, cuando la soledad y el aislamiento resultan insoportables para algunos berlineses.
Sin embargo, desde hace 15 años el Dr. Klaus Thomas, jefe del Centro de Prevención de Suicidios de Berlín, celebra una reunión anual el día de Nochebuena en una gran iglesia, adonde acuden los solitarios de la ciudad (las viudas, los ancianos, los sin hogar). El índice de suicidios en esa noche bajó ahora a la décima parte de lo que era antes de que el Dr. Thomas demostrara prácticamente el esencial humanitarismo del hombre y su compasión por sus semejantes.
Sin aspavientos, centenares de médicos toman tiempo de sus giras regulares para llevar su pericia a regiones remotas, donde los médicos escasean y las enfermedades proliferan.
DEDICAN SUS VACACIONES AL BIEN DE LA HUMANIDAD
SELECCIONES DEI. READER'S DIGEST Agosto de 1971
POR CLARENCE HALL
AL PENETRAR, hace algunos años, en un hospital de la selva africana, me detuve en una ocasion para echar una mirada por encima del hombro de un médico que le estaba vendando a un niño el pie mordido por una serpiente. El médico debió de sentir mi presencia, porque se volvió, ¿y cuál no sería mi sorpresa al reconocer en él a un amigo mío de los Estados Unidos?
—Pero, ¡por Dios! —exclamé—¿Qué está haciendo usted aquí?
—Gracias por el alto patrocinio que usted me atribuye —respondió sonriendo—, pero, en realidad, estoy aquí simplemente de vacaciones.
Desde entonces, en mis viajes a muchos rincones del mundo, he encontrado a otros facultativos que (al igual que mi amigo) toman vacaciones, para beneficio de la humanidad, en lugares donde los médicos escasean y las enfermedades abundan. Salen del país sufragando sus propios gastos, en períodos de tres semanas a tres meses, y forman lo que un periódico médico norteamericano ha designado como "un nuevo tipo de curadores en el escenario mundial, esto es, el médico internacional que considera que el privilegio de ejercer la medicina en un país rico y científicamente avanzado lleva aparejada la obligación de dedicar algún tiempo atendiendo a los mil millones de seres humanos que nunca o rara vez ven un médico".
Entre los muchos organismos que reclutan médicos para el servicio limitado en el extranjero figura una entidad llamada Medical Assistance Programs, Inc. (Programas de Asistencia Médica, S. A.) Hija (le la Sociedad Médica Cristiana, que tiene unos 3000 afiliados, la MAP es en gran parte obra de J. Raymond Knighton, individuo alto, muy activo, de 48 años de edad, quien se niega a creer que haya tareas imposibles.
Convencido de que el sentido humanitarlo que inspira las vocaciones médicas se puede poner al servicio de los colegas extranjeros, en 1954 ¡lizo público un programa con fases múltiples y carácter de reto. Trazada una fase del mismo, la de "servicio misionero en período breve" (STM) para los miembros de la Sociedad Médica Cristiana (con el lema "encuentren ustedes el tiempo, y nosotros les encontraremos la actividad"), no tardó en tener voluntarios en abundancia.
Destaca entre los reclutas entusiastas de Knighton el Dr. C. Everett Koop, cirujano jefe del Hospital Infantil de Filadelfia, quien ha participado en más de una expedición médica por cuenta de la MAP. Una de ellas tuvo efecto hace pocos años, cuando los niños de la República Dominicana morían a centenares, deshidratados por la disentería. Las autoridades del país acudieron a la MAP en demanda de ayuda. El Dr. Koop voló al lugar, estudió la situación, estableció centros de re-hidratación y preparó a médicos y enfermeras locales para que pudieran atenderlos. Hoy funcionan 25 de estos centros y la mortalidad infantil ha bajado de 40 por ciento a casi cero.
Otro voluntario es el Dr. Ralph Blocksma, eminente cirujano plástico. Blocksma ha visitado a Centroamérica y Sudamérica, al Oriente Medio, África, Tailandia, Corea y Vietnam. En algunos viajes obtuvo resultados sorprendentes que trascienden los aspectos estrictamente médicos.
En 1958, por ejemplo, durante una estancia en Panamá por encargo del STM, Blocksma oyó hablar de un muchacho, indio cuna, que presentaba un desfigurarte labio leporino. Ahora bien, desconfiando de todos los extranjeros, los cunas se habían negado por espacio de siglos a permitir que abrieran escuelas y hospitales en su tierra nativa de las Islas de San Blas, frente a la costa de Panamá. También a los misioneros les tenían vedado el acceso.
Pero Blocksma llegó audazmente hasta el hogar del muchacho en avioneta y en piragua,, y, pese a la violenta oposición de los curanderos indígenas, persuadió a los padres de que le permitieran corregir la deformidad. Habiendo tenido la operación un éxito completo, el caudillo de la isla exclamó:
—j Cómo pudo un simple mortal realizar semejante milagro!
A lo que Blocksma respondió:
—Sirvo a un Dios que quiere ayudar a todo el inundo. ¿Os gustaría saber más acerca de Él?
El muchacho y sus padres se convirtieron en pequeñas celebridades y los llevaron de isla en isla para mostrar el "milagro". Los jefes de otras islas invitaron a misioneros y médicos a que fueran a visitarlos. Actualmente funcionan en las 350 islas varias misiones, clínicas y escuelas.
Si bien la mayoría de los médicos que sirven en el extranjero deben trazar sus planes con mucha anticipación, hay muchos que están listos para salir al primer aviso, cuando alguna crisis requiere su rápida intervención. Tal fue el caso en 1969, al declararse una violenta epidemia de poliomielitis entre la tribu, antes muy temida, de los indios aucas, que viven cerca de las fuentes del Amazonas. En el momento en que una llamada de onda corta llegó a la MAP, 250 aucas estaban afectados por la enfermedad y 16 habían muerto ya. Knighton localizó rápidamente un voluntario, el Dr. Juan Correa, del Centro Médico de la Universidad de Oklahoma.
Antes de 24 horas de haber salido de Oklahoma, Correa llegaba, con 1000 dosis de vacuna antipolio, a un modesto hospital de misión situado al borde de la selva ecuatoriana:. Sirviéndose de un pulmón de acero y de dos respiradores que tomaron prestados de un hospital público de Quito, el Dr. Correa y un médico misionero trabajaron día y noche. Antes de dos semanas habían dominado la epidemia. Luego, a bordo de una avioneta de la misión, Correa voló a cinco remotas clínicas de la selva para inmunizar a las vecinas tribus de los jíbaros y los quechuas. El resultado fue que la epidemia quedó localizada dentro de sus límites iniciales y que tres tribus se salvaron de una mortandad casi inevitable.
Hay otras muchas entidades que fomentan el servicio médico en el extranjero: para que efectúen operaciones quirúrgicas irrealizables con los medios de que disponen los cirujanos locales; para hacerse cargo temporalmente de algún hospital de misión que ha quedado vacante por defunción o enfermedad del médico titular; para ayudar a establecer nuevas clínicas en la selva y preparar enfermeras y auxiliares que las atiendan; o para demostrar nuevos procedimientos y equipos a médicos que durante mucho tiempo han estado sin contacto con los últimos adelantos de la medicina.
Pero donde la MAP va más allá que otros grupos similares es en su abundancia de servicios subsidiarios. Uno de ellos es un departamento de compras a través del cual los médicos y los hospitales de misión pueden adquirir material médico con descuentos que llegan al 70 por ciento. Ofreciéndolas gatuitamente a aquellos que no pueden pagarlas, hay suscripciones a revistas de medicina, filmes y grabaciones de conferencias sustentada~ en sociedades médicas, libros de texto y equipo usado.
La MAP ofrece asimismo un ser‑vicio de
asesoramiento a los médi‑cos cuando se enfrentan a proble‑mas que rebasan su capacidad.
Por
ejemplo, un médico ssolicitó recien‑temente desde África consejo
para corregir un caso grave de pie zam‑bo en un recién nacido. "Presenciéuna vez
una demostración de este
tratamiento, pero no recuerdo losdetalles", escribía el médico. Knigh‑ tonse
puso en contacto
con una pediatra, quien resultó socio en el
consultorio del especialista cuyo procedimiento hahía precenciado 'el médico
que escribía de África. Antes de 24 horas remitieron una descripción detallada del tratamiento.
El resultado de la consulta epistolar fue el pie normal.
En términos de mera cantidad, el servicio más voluminoso de la MAP a los médicos y hospitales del extranjero es la colecta y distribución que hace de medicamentos sobrantes y de otros artículos regalados por los fabricantes de productos farmacéuticos y de material médico. El año pasado, por ejemplo, envió unas 950 toneladas (valoradas en 16 millones de dólares) a unos 500 médicos de 64 países.
El cuartel general de la MAP, en Wheaton (Illinois), es una colmena desbordante de actividad. Su centro vital es un almacén que ocupa una superficie de más de 3500 metros cuadrados y está repleto de productos médicos. Knighton envía cada quincena una lista de más de 600 artículos disponibles a unos 100 médicos cuidadosamente seleccionados que trabajan en países en vías de desarrollo. Preside el registro de los pedidos un farmacéutico titulado. Todos los artículos están cuidadosamente empacados en cajas con flejes, metálicos, construidas especialmente para resistir los modos de trasporte más primitivos.
.-Quién financia una obra tan vasta y tan extensamente ramificada? Principalmente las contribuciones individuales, más de dos tercios de las cuales proceden de donativos pequeños; los gastos generales son bajos porque sólo se trabaja con un equipo mínimo de empleados, secundado por grupos de voluntarios sin paga.
Dice Knighton: "En un trabajo como el nuestro es imposible prever las proporciones de la demanda. Si llega dinero, lo empleamos; si no llega, no gastamos, a no ser en situaciones de urgencia. En tales casos solicitamos un préstamo bancario y rogamos a Dios que los fondos lleguen antes del vencimiento del pagaré. Sin embargo, pese a que la mayor parte del tiempo estamos de rodillas, nos arreglamos de una forma o de otra para mantener la cabeza fuera del agua".
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