miércoles, 26 de mayo de 2021

NUEVOS ALIMENTOS PARA LA HUMANIDAD HAMBRIENTA- 1970

NUEVOS ALIMENTOS PARA LA HUMANIDAD HAMBRIENTA

Véase Nueva arma en la lucha contra el hambre, en SELECCIONES de febrero de 1964.

SELECCIONES DEL READ,YS DIGEST           Diciembre de 1970

Partiendo de plantas comunes y de los peces más despreciables del mar, los hombres de ciencia han encontrado una serie impresionante de proteínas útiles para ahuyentar el espectro del hambre que amenaza a la humanidad.

Por HARLAND MANCHESTER

UN MENDIGO detuvo una vez al Dr. George Washington Carver, el célebre botánico del Instituto Tuskegee, y le pidió una limosna para comprar algo que comer. Carver le dio una moneda, pero luego comentó con un amigo: "En el trayecto que va desde aquí hasta la tienda más cercana, hay su­ficiente maleza comestible y frutas silvestres para alimentar a todo un pueblo".

Esta observación tiene un valor particular en nuestros días. La po­blación del globo está creciendo más rápidamente que la producción de alimentos. Hoy es aproximada­mente de 3.600.000.000 de habitan­tes, y se calcula que se duplicará pa­ra el año 2000, o sea apenas dentro de 30 años. Muchos millones de per­sonas ya sufren hambre. La actual industria de alimentos no puede sostenerlas, y, en todo el mundo, los hombres de ciencia estudian el pro­blema de la nutrición con el mismo  criterio que el Dr. Carver. Se están aprovechando por lo menos doce fuentes de sustancias nutritivas que antes se desperdiciaban o se recha­zaban.

Lo más importante de todo son las nuevas proteínas baratas, porque sin ellas cualquier régimen alimen­ticio es inadecuado, por rico que sea en calorías, vitaminas y minerales. Las proteínas se obtienen general­mente de la carne, el pescado, la leche, el queso, o de combinaciones de vegetales, y son necesarias para formar los nuevos tejidos orgánicos durante el crecimiento del niño, lo mismo que para remplazar los teji­dos gastados en el curso de la vida. No se pueden almacenar en el cuer­po; tenemos que ingerirlas diaria­mente para conservar nuestro equi­librio biológico. Aproximadamente el 25 por ciento de la población mundial sufre hoy por escasez de proteínas.

La enfermedad más común debi­da a esta deficiencia es el kwashior­kor (niño rojo), especialmente gra­ve entre los pequeños recién deste­tados de las regiones tropicales, que se distingue por las piernas flacas, el vientre abultado y la piel escamosa. Las investigaciones novísimas rela­cionan también la deficiencia proteí­nica con el endurecimiento de las arterias, las caries dental y el retraso mental. Gran parte de la pereza característica de muchos obreros tro­picales tiene asimismo por causa —según se cree— la deficiencia pro­teínica. El organismo humano se adapta a esta deficiencia trabajando menos y descansando más; así pues, la pobreza engendra más pobreza. Sin embargo, existen fuentes abun­dantes de proteínas baratas en casi todas partes del mundo. Lo trágico es que se desperdicia la mayor parte de ellas, ya sea por los hábitos de alimentación, por los prejuicios en materia de comidas o por la falta de información técnica.

Las proteínas se componen de unas 20 sustancias químicas llama­das aminoácidos, de los cuales ocho son indispensables para la buena nutrición. Todos son producidos por diversas plantas, pero ninguna los contiene todos. Las plantas se pueden convertir en carne y en pro­ductos lácteos ricos en proteínas si se dan como alimento a los animales domésticos; pero este método, por indirecto, resulta largo e inefi­ciente; todas las industrias cárnicas y lácteas del mundo no bastan para satisfacer las necesidades de la humanidad, de modo que los cientí­ficos, pasando por alto la vaca, se han puesto a mezclar directamente los vegetales con el fin de dar a las naciones pobres algunas recetas con las cuales podrán aprovechar las plantas propias hoy desaprove­chadas.

Una de las recetas más utilizadas en la actualidad es una mezcla de harina de maíz precocinada, harina de soya y leche seca desgrasada, enriquecida con vitaminas y minerales, y llamada MSL (maíz-soya­-leche). En mayo de 1966 la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (AID) llevó por avión media tonelada de MSL a Bombay, para ensayar si los niños la aceptaban. Mezclada con agua hir­viendo y servida como cereal ca­liente, la MSL resultó apetecible pa­ra los almuerzos escolares. Desde entonces la AID ha distribuido, en unos 100 países, más de 450 millones de kilogramos de MSL producidos a un costo de unos 18 centavos de dólar por kilo.

"La mayor parte de esos envíos se han usado para alimentar niños", dice Frank Ellis, coordinador dele­gado del Programa de Alimentos para la Paz, de la AID, y agrega : "Confiamos en que los niños se acostumbrarán a la mezcla MSL, y que automáticamente la compra­rán para sus propios hijos, cuando los tengan". Las mezclas alimenti­cias de alto valor proteínico son tam­bién necesarias para los países que no producen maíz. Recientemente se ha perfeccionado un producto hecho de trigo y soya, con sabor de trigo, parecido a la MSL.

En Madrás (India), la empresa South India Flour Mills empezó a producir en 1967 una mezcla de alto valor proteínico. Se llama Bal Ahar —que significa "alimento nutritivo para niños"— y en ella se emplea trigo en vez de maíz, y cacahuates o maní en lugar de soya. (La India produce aproximadamente la ter­cera parte de los cacahuates del mundo, pero son de mala calidad y, hasta ahora, se han usado princi­palmente como alimento para ani­males, o como abono). En Filipinas los hombres de ciencia piensan usar

fuentes nativas de proteínas, como los cocos y el maní. En Túnez, El Salvador y Brasil se hacen estudios de factibilidad para instalar fábricas de MSL.

Durante los últimos diez años se han elaborado otras combina­ciones de cereales de gran valor pro­teínico. En 1961 el Instituto de Nu­trición de Centroamérica y Panamá (INCAP), con sede en la Ciudad de Guatemala, produjo la Incapari­na (harina hecha de semillas de algodón, maíz, sorgo, levadura y aditivos). Mezclada con agua, tiene aproximadamente el mismo valor alimenticio que un vaso de leche, y se puede vender por el equivalente de un centavo de dólar. En las prue­bas clínicas, las tristes víctimas infantiles del kwashiorkor se recu­peraron y ganaron peso en pocas semanas cuando se les dio Incapari­na.* Este alimento se produce actualmente en Guatemala para varios países centroamericanos, y también en Colombia. Su buen éxi­to ha estimulado la preparación de alimentos localmente adaptables y ricos en proteínas, en otras regiones. Entre ellos están Nutresco, en Rhodesia; Arlac, en Nigeria; Pro-Nutro, en Sudáfrica, y las bebidas de alto valor proteínico fabricadas con soya en Guayana y en Hong Kong.

El aumento de la producción mundial de soya y de semillas oleaginosas, como el maní, la semi­lla de algodón, el césamo, el girasol

Véase Nueva arma en la lucha contra el hambre, en SELECCIONES de febrero de 1964.

 y otras, podría ayudar mucho a re­solver en los próximos años el pro­blema general de las proteínas.

Ya se están haciendo muchos ensayos para adaptar estos cultivos a los gustos actuales de los consumi­dores. En Brasil la compañía Coca Cola está probando una nueva bebi­da embotellada que llama Saci, ba­sada en proteínas de soya, y le ha dado sabor de chocolate para satisfa­cer el gusto sudamericano; pero se le pueden dar otros sabores en otras partes, si la bebida se populariza.

Otra manera de atender al proble­ma de la alimentación mundial es cultivar plantas más ricas en proteí­nas. Hace algunos años Lynn Bates, estudiante graduado de la Universi­dad de Purdue, analizó una muta­ción del maíz y encontró que conte­nía una cantidad excepcionalmente grande del aminoácido lisina, cuya deficiencia limita el valor proteínico de la mayor parte de las variedades de esta gramínea. Los profesores de la universidad Edwin Mertz y O. E. Nelson, cultivaron la nueva varie­dad e hicieron pruebas de alimenta­ción en las cuales encontraron que los animales crecían tres veces más rápidamente con este alimento. Re­cientemente los científicos de la Fundación Rockefeller han produ­cido, por hibridación, maíz nativo colombiano que tiene la característi­ca de alto contenido de lisina. Este maíz se está usando ahora en la pre­paración de alimentos para niños en el destete. El nuevo maíz, llamado "Opague-2", es tan eficaz como la leche descremada para curar el kwashiorkor. Este nuevo rival del haba soya puede mejorar la calidad de las tortillas iberoamericanas.

Otros científicos creen que los métodos modernos de cosechar en el mar llenarán las necesidades pro­teinicas del hombre. Algunos cientí­ficos empleados en la Dirección de Pesqueras Comerciales de los Esta­dos Unidos han perfeccionado una nueva harina de pescado muy nutri­tiva, llamada CPP (concentrado proteínico de pescado). Hasta ahora las harinas de pescado, empleadas principalmente como alimento para los animales, habían sido rechaza­das por el hombre a causa de su olor y de que se ponen rancias; pero el CPP, que se hace moliendo peces enteros y extrayéndoles la mayor parte del agua y el aceite con un disolvente, es un polvo blanco ino­doro e insípido. Unas pocas cucha­radas que se le agreguen a la so­pa, o que se mezclen a la harina de trigo, aportan varias veces el va­lor proteínico de un bistec del mis­mo peso.

Donald Snyder, el joven químico que dirigió el proceso de obtención del CPP, calcula que se podrá ven­der por el equivalente de 55 centa­vos de dólar el kilo, lo cual hará po­sible, según dice, proteger a un niño por menos de tres dólares al año contra las enfermedades causadas por carencias proteínicas.

Para producir el CPP se pueden aprovechar los peces que hoy des­precian los pescadores comerciales. Tales peces son muy abundantes en las aguas costeras. Snyder dice: "Hay suficientes peces en el mar para satisfacer las necesidades de proteína animal de 15.000 millones de personas en actividad sostenida. Lo único que debemos hacer es cambiar algunos de nuestros hábitos de comida".

Quizá la más sorprendente de todas estas novedades es un plan para obtener proteínas comestibles del petróleo, el carbón y el gas natu­ral. En diez países los hombres de ciencia han venido cultivando leva­duras orgánicas en estos combustibles, y han obtenido un polvo sua­ve, inodoro, que, según se afirma, tiene por kilogramo el mismo valor proteínico que la carne, el pescado o los huevos. La British Petroleum Company, líder en este terreno, está construyendo dos fábricas, una cer­ca de Marsella, en Francia, y otra en Grangemouth, en Escocia, donde se producirá este alimento a partir de petróleo crudo. Otras compañías,inclusive la Standard Oil Co. de Nueva Jersey, en cooperación con Nestlé Alimentara, S. A., han fun­dado ya instalaciones piloto. Los cerdos o las gallinas prosperan con este alimento, y durante un tiempo se venderá únicamente para anima­les; pero los científicos no ven nin­guna razón para que no lo puedan consumir también los humanos.

Los países ricos no pueden reme­diar la escasez mundial de alimen­tos aportando productos conocidos abundantes en proteínas. Los depó­sitos de excedentes, antes repletos, ya están virtualmente vacíos, y los futuros excedentes no podrán man­tenerse al mismo paso del creci­miento de la población en los países que tienen hambre. Lo que sí se puede exportar es la técnica de pro­ducción de proteínas. Esta puede ser la Única solución en un mundo habitado en gran parte por hombres enfermos y hambrientos.

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