martes, 25 de mayo de 2021

LO QUE ME DICE LA BIBLIA - POR BILLY GRAHAM- 1969

 Cómo la fe en las verdades absolutas del Libro de los Libros es capaz de trasformar nuestra vida

LO QUE ME DICE LA BIBLIA

POR BILLY GRAHAM

BILLY GRAHAM, ministro bautista, dio prin­cipio a su famosa Cruzada por Jesucristo en 1949 y ha predicado desde entonces a más de 40 millones de personas en Norte y Sudamérica, Europa, Africa, Australia y el Oriente

SELECCIONES DEL READER'S DIGEST Agosto   DE 1969

ISILLY GRANAN, ministro bautista, dio prin­cipio a su famosa Cruzada por Jesucristo en 1949 y ha predicado desde entonces a más de 40 millones de personas en Norte y Sudamérica, Europa, Africa, Australia y el Oriente

EN LA víspera de la Navidad pasada, cuando los astronautas Borman, Lovell y Anders circunnavegaban la Luna y envia­ban a la Tierra una descripción de las magnificencias celestes que con­templaban a 370.000 kilómetros de distancia de nuestro planeta, de pronto interrumpieron su crónica para dedicar unos minutos a algo que no figuraba en el programa ela­borado en los centros de navegación espacial de Houston (Tejas), y del Cabo Kennedy. Comenzaron a leer, con voz llena de unción, el relato bíblico de la Creación: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra . . ."Expresado de modo tan espon­táneo, aquel humilde testimonio de fe constituyó para millones de per­sonas el rasgo más conmovedor del vuelo del Apolo 8, tan abundante

en peripecias emocionantes. A otros, sin embargo, les pareció paradójico que unos hombres cuya suerte pen­día de los instrumentos más com­plejos que ha forjado la ciencia moderna, sintieran en aquellos ins­tantes la necesidad de leer las mi­lenarias palabras de la Biblia. Es­cépticos tales sabían que de algunos años a esta parte está de moda entre ciertos eruditos, historiadores y hombres de ciencia el burlarse de la creencia en la Biblia, a la cual motejan de inexacta en el orden his­tórico, de disparatada en el científi­co, y de estar llena de fábulas y Mitos.

Mas hoy tal escepticismo se anto­ja curiosamente inapropiado. Vea­mos: aun cuando la Biblia no fue escrita originalmente con carácter de historia, el reciente descubri­miento de manuscritos tan anti‑guos como los del mar Muerto y las excavaciones practicadas en Is­rael, Jordania, Egipto y en Irak corroboran una vez más la incontrovertible exactitud de la Biblia. Después de 45 años de eruditos es­tudios, Robert Dick Wilson, ex-profesor de filología semítica de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), decía no hace mucho: "He adquirido la convicción de que no existe ningún hombre que posea bastantes conocimientos para po­ner en duda la veracidad del An­tiguo Testamento. Dondequiera que existe la documentación sufi­ciente para practicar una investi­gación, las afirmaciones de la Bi­blia, en su texto original, han resistido al análisis".

Universalidad y actualidad de la Biblia. Más impresionante aun que el valor histórico de la Biblia, con todo, es su perdurable influjo en la cultura universal. Recuérde­se cuántas grandes obras de la música, la pintura y la literatura se han inspirado en las enseñanzas, los relatos o los personajes de la Biblia. Citemos (los ejemplos que parecen antagónicos: así como en las obras de Shakespeare hay más de 1200 citas y alusiones bíblicas, así la obra del gran escritor Fedor Dostoievsky está saturada de te­mas bíblicos.

Circunstancia notable es que, aun cuando la Biblia fue redacta­da por muchos autores diferentes en el trascurso de varios siglos, no ha perdido nunca su actualidad, La ciencia progresa, los estilos li­terarios cambian, la filosofía sufre continuas mudanzas; pero este "Li­bro de Libros" perdura, se vende siempre más que ningún otro, ejerce poderosa atracción sobre la gente de todas las razas, cultu­ras, latitudes y épocas, influyendo incontrastablemente en el pensa­miento de naciones enteras y tras­formando la vida de' los individuos.

Por razón de mi actividad soy testigo constante de ese milagro. Me acuerdo, por ejemplo, de Fred Smith, el famoso bioquímico. Ag­nóstico, había abjurado hacía tiem­po del cristianismo. No obstante, para complacer a un amigo lo acompañó a una de las reuniones que celebro en mi cruzada. Días después decía: "No me gustó la música y el sermón me pareció ca­rente de lógica. Pero no podía bo­rrar de mi memoria cierto versícu­lo de las Escrituras que citó el orador. Correspondía a la Epístola de San Pablo a los Romanos (X,9): Porque si confesares con tu boca a Jesús por Señor y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de en­tre los muertos, serás salvo. Me re­solví a poner a prueba la verdad del versículo y, lleno de sencilla fe, acogí a Jesucristo en mi corazón".

Smith se convirtió en uno de los más convencidos propagandistas del Evangelio en la universidad donde daba cátedra, y hasta el día de su muerte, ocurrida hace cuatro años, dio una clase semanal acerca de la Biblia en su propia casa.

Revelaciones. O pienso en Char­les Pitts, fundador de una de las más grandes empresas de construc­ción del Canadá, que hizo el ferro­carril subterráneo de Toronto y muchas otras obras de importan­cia. Era hombre áspero, duro y exigente, dado a blasfemar y sin otra ambición que hacer fortuna. Uno de sus socios decía de él: "Charles era el hombre más mal­vado y astuto que he conocido. Y conste que lo sé de buena tinta, pues he sido su abogado".

Pero Pitts tenía un punto vul­nerable: quería entrañablemente a su mujer, una linda joven de la alta sociedad, que tampoco tenía nada de interés por la religión. Con el tiempo los esposos se alejaron uno de otro. Para meditar en la conveniencia de un divorcio, ella se fue sola a la casa que poseían en Miami (Florida). Al cavilar cierto día en que los siquiatras no habían conseguido aliviar su con­turbado espíritu, movida por un impulso compró una Biblia y em­pezó a leerla.

Se pasó la noche entera leyén­dola y, de repente, experimentó lo que ella misma calificaba después de "el sentimiento más hermoso de paz y libertad". Y agregaba: "Lla­mé a Charles a Toronto y le rogué que viniese al momento". Cuando le dijo lo que le había ocurrido, Charles la miró con incredulidad. Sin embargo, después de observarla atentamente durante varios citas, Charles comprendió que la nueva fe de su mujer era sincera. Empe­zaron a leer juntos la Biblia. He aquí el versículo que a él mismo lo determinó a convertirse: "Pues, ¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero y malograr su al­ma?" Pitts vendió su empresa cons­tructora, y hoy es dueño y gerente de un hotel y de un campo de golf ... y destina a la Iglesia todo lo que en ambos gana.

Ilustran la virtud que posee la Biblia de alentar y de trasformar a los individuos, los muchos casos de prisioneros de guerra que logra­ron frustrar los esfuerzos de los comunistas para "lavarles el cerebro", repitiendo mentalmente palabras de la Biblia durante ese trance. En­tre ellos se encuentra el de Geof­frey Bull, en la China roja. En su libro When Iron Gates Yield ("Cuando las puertas de hierro ce­den") relata vívidamente cómo, cuando se hallaba sufriendo una espantosa tortura mental, compro­bó que sólo conseguía evitar un dasfallecimiento final concentran­do la mente en pasajes de las Es­crituras que sabía de memoria.

¿A qué se debe ese influjo pe­renne y ese atractivo universal de un libro tan antiguo y tan a me­nudo combatido? La sola respues­ta está en que habla, cual ningún otro, al corazón y a las necesidades del hombre. Con dramática elo­cuencia e invariable rectitud res­ponde a las interrogantes esencia­les: ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy quí? ¿Que me espera más allá de esta vida mortal?

Pero hay más: la Biblia habla con suprema autoridad. No tenemos que esgrimir complejos argumentos para demostrar que la Bi-blia no es un mero libro humano; que es de inspiración divina. Su misma perdurabilidad a través de los siglos abona el dicho de Isaías:"La hierba se agosta, y la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece eternamente"

Nada ha contribuido tanto a soca-var nuestra estabilidad como la filosofía relativista, según la cual la verdad absoluta es un espejismo, la moral de hoy será materia de escarnio mañana y no hay valores permanentes. Frente a una filosofía tan inconsistente y deleznable la Biblia se alza en toda su soberana majestad con sus principios absolutos ajenos a modas o circunstancias del momento: lo que fue verdadad ayer, sigue siéndolo hoy y lo será mañana. Una vez aceptadas sus doctrinas, tenemos estrellas por las cuales guiarnos, principios fijos, metas asequibles.

Hace algunos años Sir WinstonChurchill me invitó a visitarlo en su despacho de la calle Downing,en Londres. Era una hora aciaga en  la historia de Inglaterra y el Primer  Ministro mostraba profundo desaliento. Apenas cambiamos los saludos de rigor, me dijo:

—Joven, ¿tiene usted alguna esperanza de que el mundo se salve del caos?

Sacando del bolsillo el Nuevo Testamento que siempre llevo conmigo, repuse:

—Señor Primer Ministro, este libro es todo esperanza.

—¿Querría usted leerme alguno,  pasajes? —me replicó al punto

Por espacio de 30 minutos le leí trozos que juzgué adecuados a su estado de ánimo. Al despedirnos, me dijo efusivamente:

—Gracias; ha hecho usted rena­cer en un viejo la confianza en el futuro.

Pero no había sido yo, había sido a Biblia.

A semejanza de Churchill, todos pasamos por esos momentos en que desmaya nuestro ánimo y la espe­ranza se nos figura vana ilusión. Y es en la Biblia donde podemos hallar la fortaleza que necesitamos.

Fuente de energía espiritual. Veamos. ¿No hallamos consuelo en nuestra aflicción por la muerte de un ser amado? ¡Cuántas veces, al tratar de llevar consuelo a quien ha sufrido esa pérdida irreparabIce me han parecido ineptas mis pro­pias palabras! Pero, invariablemen­te, pasajes como el que sigue sur­ten efecto milagroso: 'Bienaventu­rados los que están afligidos, por­que ellos serán consolados" (San Mateo, 5,5). "Él sana a los de quebrantado corazón y cura sus llagas" (Salmos, 147,3) "Y destrui­rá a la muerte para siempre, y en­jugará el Señor las lágrimas de todos los rostros" (Isaías, 25,8).

¿Acaso nos sentimos abrumados por los afanes y los cargos de la vida? Vayamos al Salmo 54,23:

"Sobre Yahvé descarga tu cuidado, y Él te sustentará". 0 bien a San Mateo, 11,28: "Venid a mí todos los que andais fatigados y agobiados, y yo os aliviaré".

¿Nos abate un sentimiento de to­tal soledad? Cultivemos entonces la conciencia de la presencia de DIos mediante pasajes tales como este: "Y sabed que estoy con vosotros todos los días hasta la consu­mación de los siglos" (San Mateo, 28,20) o bien: "No temas ni tengas miedo, pues contigo está Yahvé, tu Dios, por donde quiera que va­yas', (Josué, 1,9).

¿Nos aterra acaso la perspectiva de la muerte? Pues leamos despa­cio y reflexivamente el Salmo 22, sin duda uno de los pasajes más bellos y confortantes de la litera­tura universal. Hace poco visitaba yo un hospital militar en,Vietnam. Vi allí un joven que había perdido ambos brazos y ambas piernas. En su cara se reflejaban el terror y la desesperación. ¿Cómo consolar a un joven en tal estado? Traté de decirle que Dios lo amaba, que le tenía reservada alguna misión en la vida y que lo sostendría en todos los trances que el porvenir le de­parase. Pero la mirada de sus ojos no se dulcificó hasta que empecé a leerle el Salmo 22. Y al recitarle: "Aunque ande yo por valle tene­broso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo", la desesperación huyó de su mirada, iluminó su ros­tro un claro rayo de esperanza. Cuando me apartaba de su cabece­ra, sus labios repetían queda pero resueltamente: "Ningún mal teme­ré".

Un mundo de prodigios. Pero además de suministrar al espíritu pasajes incomparables, adecuados a los problemas y necesidades de ca­da uno, la Biblia proporciona abun­dantes satisfacciones a quien se aplica a estudiarla de manera me­tódica y perseverante. A los que deseen sacar el mayor fruto posible de la Biblia les brindo estas reco­mendaciones:

·    Dedicar un rato todos los días, aunque sea breve, a la lectura del Libro de los Libros, escogiendo pa­ra ello la ocasión en que el espíritu esté despejado y mejor dispuesto.

·    No caer en el error de leer de­masiado aprisa, o demasiadas pá­ginas de una sola vez. Leer despa­cio para imponerse bien de las ideas que contiene.

·    Empezar por las biografías de Jesús (los Evangelios de San Ma­teo, San Marcos, San Lucas y San Juan).

·    Conviene también especial­mente la lectura de los Salmos y los Proverbios. Los Salmos nos en­señan a ponernos en relación con Dios; los Proverbios nos enseñan a llevarnos bien con nuestro prójimo.

No dejarse descorazonar por algún pasaje que no se comprenda. Llevo 30 años estudiando asidua­mente la Biblia y todavía encuen­tro en ella páginas que me descon­ciertan. Cuando tropiezo con algo que me parece enigmático, o para­dójico, o inexplicable, sigo sencilla­mente el consejo de Abrahán Lincoln, que tuvo toda su vida la costumbre de pedir luz y guía a la Biblia: "Leamos este Libro por lo que de él podamos aceptar según la razón, y el resto acojámoslo con fe, y así viviremos y moriremos como hombres de bien".

·    Leer una y otra vez las páginas que impresionen fuertemente y confiarlas a la memoria.

·    Leer libros y comentarios que arrojen luz sobre la época y los lu­gares en que ocurrieron los suce­sos y vivieron los personajes de la Biblia.

Sobre todo, hacer de la lectura diaria de la Biblia una parte obli­gada de la vida familiar. No hay hogar tan atareado en que no se pueda disponer de unos cuantos minutos para ello. Se observarán asombrosos resultados, pues la lec­tura de la Biblia puede trasformar vuestra vida igual que ha trasfor­mado las de otras muchas personas. El hallazgo de sus tesoros puede muy bien convertirnos, como se ha dicho, en "viajeros de clara y cer­tera visión en un mundo lleno de maravillas".

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