Significado de Mirage= Espejismo
Inventor y constructor: Marcel Dassault,= nacido Marcel Bloch País: Francia
EL PRODIGIOSO AVIÓN MIRAGE
Construido por un millonario enigmático, este esbelto reactor de caza es una potente arma militar y política en los lugares donde hay conflictos y también un gran triunfo de la industria francesa.
Selecciones del Reader´s Digest Mayo de 1971
POR PAUL HENISSART
POR UN cielo sin nubes, varias escuadrillas de aviones Mirage III cruzaron sobre el llano delta del Nilo, humillando sin misericordia el orgullo de la Fuerza Aérea egipcia, alineada más abajo en vulnerables filas. Era el día 5 de junio de 1967. En pocas horas Israel ganó virtualmente una guerra de seis días, gracias en parte a aquellos cazas-bombarderos de fabricación francesa. Perversamente apodado en un tiempo "la pesadilla de Nasser", el MIrage es el mejor avión militar que existe, como lo confirman los esfuerzos de varias potencias para robar sus secretos. A este respecto el caso más importante de espionaje en la historia suiza de la posguerra fue el robo robo y venta a agentes de Israel de los planos del motor del MÍrage, que se estaba construyendo con licencia en Suiza. Y en Beirut (Líbano) dos veteranos diplomáticos rusos fueron expulsados por haber tratado de sobornar a un piloto a fin de que llevara un Mirage a la Unión Soviética.
¿Será tan bueno el jet francés cono, lo hace aparecer la conmoción que ha producido? Los fabricantes de aviones rivales tienen que confesar a regañadientes que presenta muchas, muchísimas ventajas y muy pocos defectos. Entre otras cosas, este esbelto pájaro plateado es increíblemente veloz. En sólo tres minutos puede ascender a 11.000 metros y alcanzar una velocidad de Mach 2,2 o sea, más del doble de la del sonido.
Por otra parte, las operaciones de mantenimiento han sido simplificadas hasta el punto que sólo consumen de la tercera parte a la mitad del tiempo que se requiere para otros reactores de caza, con lo cual el avión es capaz de salir en más misiones bélicas. Durante la guerra de los seis días, los Mirages de Israel hacían hasta 12 viajes, redondos diariamente sobre el Sinaí, lo que llevó a los sorprendidos egipcios a creer que Israel tenía ayuda de fuerzas aéreas extranjeras.
Estas asombrosas capacidades bélicas no impiden que el Mirage II[ sea una hermosa máquina. Su silueta aerodinámica y airosa lo hace aparecer como si estuviera en movimiento supersónico aun cuando esté quieto en tierra. Parece casi inofensivo —a pesar de sus dos cañones de 30 mm., sus portabombas, cohetes y proyectiles de aire a tierra— y es sorprendentemente pequeño. El espacio interior se aprovecha tan cuidadosamente, que algunos pilotos dicen que deben meterse en la cabina de mando con calzador. "Se siente uno parte integrante del avión, que casi se nos pega al pellejo", comenta un veterano combatiente.
Pero el Mirage está en su, elemento cuando perfora el aíre,, con un rugido ensordecedor. Pierre Rebuffet, piloto de pruebas francés entrenado en los Estados Unidos, que ha volado Mirages durante ocho años, dice con entusiasmo: "Ningún otro avión me da la misma sensación de poderío, Parece que uno sube verticalmente, como en un cohete espacial. Cuando salgo a lo azul, siento que el cielo es mío".
El Mirage III posee otra ventaja inmensa i: su precio es apenas alredededor de un millón y medio de dólares, lo cual es relativamente barato para un reactor de caza supersónico y de múltiples aplicaciones. (El Phantom F4 norteamericano cuesta aproximadamente el doble.) Para hacer su compra más atractiva aun, el Gobierno francés ofrece facilidades de pago, basando con frecuencia sus créditos en sus objetivos de polílica internacional. "El Mirage", explica un fabricante norteamericano de aviones, "es el arma militar que Francia emplea como arma política". Esto se vio muy claro en enero del año pasado, cuando el presidente Georges Pompidou aprobó la venta de 110 Mirages —virtualmente toda una fuerza aérea— a Libia, pero no permitió entregar 50 a Israel. Estos últimos habían estado en el tablero de ajedrez diplomático desde junio de 1967, cuando Charles de Gaulle prohibió el despacho de ciertas categorías de equipo militar francés al Oriente Medio. Los aviones, que Israel ya habrá comprado, han permanecido desde enton ces ,en hangares. El,Gobierno de Tel Aviv todavía abriga la esperanza de, recibirlos. Cuando Francia recientemente insinuó que podría devolver el precio de compra, que fue de 82 millones de dólares, Israel rechazó la oferta. Quiere los aviones.
Hasta ahora la fábrica Avions Marcel Dassault ha vendido más de 1100 Mirages: más de 400 en el país, donde constituyen la punta de lanza de la Fuerza Aérea francesa, y el resto a Australia, Sudáfrica, Paquistán, Libia, Líbano, Perú, Brasil, Argentina, Suiza, Bélgica, Colombia, España e Israel.
El creador del Mirage es Marcel Dassault, hombre de 79 años, brillante y enigmático millonario amigo de las decisiones por sorpresa y del secreto impenetrable. Tan grande es su pasión por el misterio que a menudo ordena a sus pilotos cambiar la frecuencia de la radio durante-los vuelos de prueba, para que ni siquiera la Fuerza Aérea francesa sepa lo que están haciendo. Es dueño de una compañía electrónica, de varias empresas inmobiliarias, de un banco y de la revista semanal Jours de France (que tiene una circulación superior a 800.000 ejemplares); pero su fortuna procede principalmente de Avions Marcel Dassault, una de las pocas grandes fábricas aeronáuticas de propiedad' privada que existen en Europa.
Dassault se llama modestamente, a sí mismo "un arquitecto de aviones", pero también es un pionero de la aviación y un genio de la aeronáutica. Virtualmente todos los aviones que ha proyectado en los últimos 50 años —desde aviones corrientes de pasajeros hasta interceptores de propulsión por chorro—han sido grandes éxitos técnicos, económicos y estéticos.
Hijo de un médico parisiense, Dassault nació en 1892 y su nombre verdadero era Marcel Bloch. A los 21 años fue uno de los primeros graduados de la École Nationale Supérieure d'Aéronautique, y durante la primera guerra mundial diseñó para la Fuerza Aérea francesa una hélice nueva que tuvo un éxito inmediato.
En 1940, cuando los nazis ocuparon a Francia, ofrecieron dejarlo en paz, a pesar de que era judío, si les diseñaba aviones para la Luftwaffe. Dassault se negó. Se disponía a reunirse en la resistencia con su hermano, cuando fue arrestado y enviado a Buchenwald. Allí su salud se quebrantó para siempre, y hasta el día de hoy tiene que vestir en todas las estaciones un abrigo pesado y anteojos oscuros: su propensión a los resfriados y su mala vista son consecuencias directas de la prisión que sufrió en tiempo de la guerra.
Después de la liberación, se convirtió al catolicismo y cambió su nombre por el de Dassault, que era el nom de guerre de su hermano en el movimiento de resistencia francés. También reanudó la fabricación de' aviones, y a comienzos de los años del 50-encabezaba,una activa compañía producía una formidable serie de cazas supersónicos. La industria francesa de aviación empezó a adquirir reputación internacional. Y él también.
Empezó a trabajar en el Mirage en 1952, cuando las naciones de Occidente competían entre sí para perfeccionar un interceptor ligero capaz de hacer frente al adaptable MIG-15 que Rusia había empleado con tan notable éxito en Corea. Dassault confió el proyecto a 10 ingenieros jóvenes, encabezados por Jean Roualt, hoy ingeniero jefe de la sección de investigadores y desarrollo de la compañía. Les dio un consejo muy agudo: "Traten de olvidarse de todo lo que se ha hecho hasta ahora; nuestro avión tiene que ser algo enteramente nuevo".
El resultado fue un avión de sencillez extrema. Era fuerte, veloz, maniobrable, relativamente barato de construir y pesaba apenas cinco toneladas. Una gran innovación lo hizo radicalmente distinto de los cazas anteriores: el ala en delta, fabricada de aleación de aluminio, de 27 metros cuadrados, más ligera que el ala corriente o rebajada y que permitía llevar a bordo una provisión mayor de combustible, con lo cual se aumentaba significativamente la autonomía y el tiempo de vuelo del aparato.
Otra innovación fue la instalación de radar como parte de la estructura, lo que hizo al avión independiente del vulnerable control terrestre. Esto llevó en 1958 al célebre Mirage III —un avión de combate de múltiples aplicaciones, para todo tipo, el único, de su clase que vuela a más de Mach 2 y es capaz de despegar y aterrizar en unos 750 metros de pista sin pavimentar. Resulltó varias toneladas más pesado que su prototipo, pero tiene un motor Más poderoso, capaz de lanzar el avión al aire en unos segundos.
El Gobierno israelí, profundamente preocupado por la compra que Egipto había hecho a la Unión Soviética de aviones MIG-21, se interesó inmediatamente. En 1963 Tel Aviv pidió 72 aviones Mirage III y proclamó públicamente su fe en este aparato al emitir un nuevo sello postal, con dos símbolos de la voluntad de supervivencia de la nación: la fortaleza de roca de Masada, donde los judíos hicieron una desesperada y última resistencia contra las legiones romanas en el siglo I de la era cristiana; y sobre ellas volando, un par de aviones Mirage de caza.
Pronto el avión justificó esta fe derribando un MIG-21 en agosto de 1965, y a la vuelta de un año había abatido ocho más. Vino luego aquella mañana de junio de 1967 en que los Mirage acabaron virtualmente con el poderío aéreo de los árabes. Desde la terminación de la guerra de los seis días, los Mirages han derribado unos 90 MIG, hecho que tuvo mucho que ver con el mantenimiento de la superioridad militar de Israel sobre sus vecinos, numéricamente más fuertes.
Hoy existen docenas de versiones distintas del Mirage, cada uno con la. combinación precisa de armamento y equipos electrónicos que necesita cada país; pero todo Mirage fabricado tiene las líneas esbeltas que han dado tanta fama a los aviones de Dassault. El anciano arquitecto se reúne frecuentemente con sus ingenieros y diseñadores en lo que él llama séances de beauté (sesiones de belleza), en que inspecciona minuciosamente, desde un sillón, cada avión nuevo, cuyo modelo se ilumina con reflectores. Todo modelo lleva la huella inequívoca de esta idea que abriga su creador: "Si un avión no es bello, no volará bien".
Para formar su equipo de ingenieros, que nunca ha pasado de 800, Dassault busca técnicos de amplia preparación, conocedores de la aerodinámica, la metalurgia, los motores y otros equipos. Afirma que varios de ellos son capaces de diseñar por sí solos un avión completo, mientras que "en los Estados Unidos se necesitan centenares de ingenieros para proyectar uno". (Sólo se necesitaron 100 ingenieros de Dassault y menos de dos años de trabajo para producir el Mirage G, que no ha tenido los defectos estructurales del F-111 norteamericano, a pesar de que su perfeccionamiento costó apenas una fracción de lo que costó este último.)
Así pues, Avions Marcel Dassault sigue siendo una empresa de tamaño medio organizada en torno al genio de un hombre; pero no le ha impedido adquirir fama mundial mediante una desafiante fórmula de lndividualismo e improvisación. Y Dassault no se duerme sobre sus laureles. Ya ha invadido brillantemente el mercado de la aviación civil de los Estados Unidos con el jet ejecutivo Falcon, que lleva una tripulación de tres hombres y hasta 12 pasajeros, con autonomía de 3200 kilómetros y velocidad media de 885 k.p.h. Para 1972 espera sacar el Mercure, fino reactor para 155 pasajeros destinado a distancias cortas, entre 300 y 1600 kilómetros.
Debido en gran parte a la energía e iniciativa de Dassault, Francia va hoy adelante de sus vecinos europeos en la construcción de aviones. En la fábrica Avions Marcel Dassault, cuya producción pasó de 300 millones de dólares en 1969, los funcionarios advierten con optimismo que en el próximo decenio habrá que remplazar unos 4000 aviones militares en el mundo occidental, sin contar a los Estados Unidos. Cuando llegue el tiempo, la empresa evidentemente espera desempeñar un papel principal: por ejemplo, con toda una nueva generación de Mirages.
Un amigo ha condensado en estas pocas palabras la devoción que toda su vida sintió Dassault por los aviones: "Una serie de colosales apuestas sobre el futuro". El mismo Dassault se enorgullece de haber arriesgado y ganado tantas veces. El símbolo más espectacular de ese éxito es el Mirage. Y los que verdaderamente van a necesitar suerte son aquellos que desafíen a este raudo dardo de metal cuando cruce fugazmente por el firmamento.
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