jueves, 10 de julio de 2025

EL MESÍAS EN ISAÍAS *MEYER* 108-110

 CRISTO EN ISAÍAS

POR F.B. MEYER

LONDRES

1911

LONDRES

108-110

¡Cuántas almas cansadas sostuvo con sus palabras (R.V.); a cuántas les dirigió una palabra oportuna (A.V.)! Pregúntenle, hablando como hombres, de dónde obtuvo este poder incomparable; y Él responderá: «El Señor Dios me lo dio. En su gran amor por las almas cansadas de todas partes, me levantó para ser su Pastor. Día y noche me enseñó, despertándome mañana tras mañana con una nueva lección de compasión y misericordia, consolándome en medio de los asaltos de mis enemigos y la oscuridad de las horas oscuras, para que yo pudiera consolar a otros con el consuelo con el que yo mismo había sido consolado por mi Padre». Entonces, somos llevados a considerar la educación, la resolución, la vindicación y la súplica del verdadero Siervo de Jehová, Dios por encima de todo.

I.             LA EDUCACIÓN DEL SIERVO DIVINO.

Debemos notar la diferencia entre la versión autorizada y la nueva. En la primera, “el Señor Dios me dio la lengua de los sabios, para que la supiera”. En la segunda, “de los instruidos” o, como se lee al margen, “de los discípulos”.

 La idea es que el Señor Jesús, en su vida humana, fue alumno en la escuela del dolor humano, bajo la tutela de su Padre, de quien dijo: “No hago nada por mí mismo, sino que hablo como el Padre me enseñó”. “Amo al hombre que ha dicho la verdad que he oído de Dios” (Juan 8:28, 40). Esto concuerda también con la maravillosa palabra de la Epístola a los Hebreos: «Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por lo que padeció; y, habiendo sido perfeccionado, llegó a ser para todos los que le obedecieron el Autor de la Salvación Eterna». Su educación fue impartida por Dios mismo. «El Señor Dios me ha dado... Me despierta mañana tras mañana... El Señor Dios me ha abierto el oído».

INSTRUIDO EN TODOS LOS CONFLICTOS Y CANSANCIOS. Pasó por cada clase en la escuela del cansancio. Agobiado por el viaje, se sentó junto al pozo de Sicar; lo llevaron, tal como estaba, en la barca; miró al cielo y suspiró, a causa de la presión del dolor humano y la obstinación de la incredulidad; sufrió la tentación; una vez clamó con amargura: "¿Hasta cuándo estaré contigo y te soportaré?". Fue feliz cuando llegó la hora de volver a casa con su Padre. Las olas de la tristeza humana rompieron en su tierno corazón, y aunque poseía una paciencia inagotable, hubo un desgaste incesante de sus tejidos físicos, bajo el cual finalmente desmayó camino al Calvario.

 ERA CONSTANTE EN SU APRENDIZAJE.. "Mañana tras mañana", el Padre lo despertaba. Tras su breve sueño, entre el tomillo de la ladera, o en la tormenta del barquero, o en el sofá que el amor de las hermanas le había tendido en Betania, el Espíritu lo tocó y lo convocó a la nueva lección del frescor del día.

 Mañana tras mañana, las circunstancias siempre cambiantes de la providencia diaria lo despertaban para aprender una faceta más profunda del sufrimiento del mundo y su remedio

 ¡Ojalá fuéramos más rápidos en detectar ese mismo toque de despertar y en aprender las lecciones que nos enseñan las circunstancias de nuestra suerte sobre el tratamiento de los cansados ​​y los que sufren!

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