LAS PALMERAS QUE CUIDARON LA CASA DE DIOS-
Mi historia de los días sábado
Autor:
Un huehueteco apasionado por lo de antaño quién dedica estas historias
AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO
Hoy les traigo otro pequeño cuento, cuya esencia está basada primeramente en un hecho real que sucedió en la segunda guerra mundial. Procedamos sin más.
El día sábado 24 de Abril del año 2021, amaneció muy radiante, con un sol iluminando plenamente la ciudad donde vivían el tío Daniel y sus sobrinos. Pasadas unas horas la bella Suzanita, llamó a sus hermanos y les dijo:
___Hace unos meses que el tío Daniel no cuenta una de sus historias. Vayamos a pedirle que nos narre una interesante.__
Alegremente se dirigieron al jardín, donde se encontraba el tío Daniel observando al perro de la familia, saltando y jugueteando.
___Tío Daniel, venimos dispuestos a escuchar una de tus historias___
El tío les dijo.
Niños, les contaré acerca de que no solamente las personas pueden ser instrumentos de Dios. Los animales, plantas y aún las cosas en las manos de Dios pueden ser grandes recursos o herramientas muy útiles para beneficiar en su debido momento a aquellos que sufren o necesitan recibir un consuelo en sus vidas.
En los lugares alejados, húmedos y selváticos de Birmania y Tailandia crecen miles y miles de palmeras cocoteras. En algún lugar de estos, años antes de la terrible segunda guerra mundial. Nacieron “siete hermanas” palmeras. Con el paso del tiempo, alimentadas con las fuertes lluvias, vientos y sol tropical, estas palmeras crecieron muy verdes y vigorosas. Pronto empezaron a mostrar sus primeros frutos. Entre las pláticas que tenían entre sí decían lo siguiente,- aquí se escuchó la voz del curioso Jorgito que interrumpiendo al tío Daniel, preguntó-
__Tío Daniel, ¿pueden hablar entre sí las palmeras?__
__Te diré, querido Jorgito, un versículo del libro de los Salmos “Un día transmite el mensaje al otro día y una noche a la otra noche revela sabiduría. No hay mensaje, no hay palabras, no se oye su voz, mas por toda la tierra salió su voz” (La Biblia de las Américas)__
__!Increible¡__No lo sabía__ exclamó Ricardo
El Tío Daniel prosiguió:
__Hermanitas palmeras, yo estoy dando ya mis primeros frutos al igual que ustedes, pero no estoy plenamente satisfecha. Deseo servir a Dios con “todas mis fuerzas, con toda mi mente y con todo mi corazón”—dijo la palmera mas bonita y la más verde.
__Estoy de acuerdo, hermanas, quisiera de alguna forma adorar a Dios, pero lamentablemente, estamos sin la bendición de la locomoción, --aquí interrumpe Luis y pregunta_
__Tio Daniel, ¿Qué significa Locomoción?__
La bella e inteligente Suzanita le responde:
__Locomoción quiere decir que se mueve__
__Niños, por favor escuchen, les decía que una de las palmeras lamentaba el no poder ir de un lugar a otro, principalmente con el objetivo de ir a adorar a Dios.
___¡Cómo quisiera ¡ ir a un lugar que los humanos llaman Iglesia o casa de Dios , para escuchar y adorar al Eterno Creador__exclamó la más alta de palmeras.
__Hermanita, te recuerdo que para Dios no hay nada imposible---argumentó la mas débil de las palmeras.
Pasaron unos años más y un día, a ese caluroso, selvático, húmedo y lluvioso lugar llegaron tropas del Imperial Ejército Japonés. La segunda guerra mundial estaba en plena conflagración y hasta allí habían llevado a cientos de soldados australianos, ingleses, neozelandeses canadienses, escoceses e irlandeses como prisioneros de guerra. Más que prisioneros eran tratados brutalmente como esclavos de mano de obra para construir la línea de ferrocarril de Birmania a Tailandia., incluyendo el terrible puente sobre el río Kwai. Estos esclavos eran castigados de forma inhumana por la más leve infracción a las leyes de los nipones. Muchos fueron decapitados, torturados y metidos en sofocantes ratoneras, expuestos al fuerte sol de esas selvas o bien bajo la copiosa lluvia. Cientos de prisioneros morían en las inmundas barracas debido a las enfermedades tropicales como la malaria, el tifus, severas infecciones intestinales de diarreas. Todo esto sin contar con la más mínima pastilla de sulfa. Los hombres prisioneros se arrastraban de noche por los barracones en medio de las inmundicias para conseguir un poco de comida putrefacta. Los más fuertes se peleaban entre ellos o le robaban al compañero lo poco que lograban conseguir.
Un día la Palabra de Dios iluminó y transformó la vida de cientos de prisioneros. Esto fue un rayo de esperanza para estas sufridas y atormentadas vidas.
Aquí es donde la gracia y misericordia de Dios se hace visible a los corazones y espíritus de las personas que pueden vislumbrar el inmenso amor de Dios.
En este punto de la narrativa, Tío Daniel , tomo un libro, en algunas páginas y leyó a sus sobrinos varíos pasajes:
LA IGLESIA SIN PAREDES
No sabría decir cuándo se construyó la iglesia de Chungkai. Quizá "construir" no sea la palabra adecuada, porque no se trataba más que de un claro en la selva. Tenía por techo la gran bóveda del firmamento, y por paredes el bosque de bambú. No había puertas. Uno podía entrar por cualquier parte. Todo era puerta.
No era fácil distinguir cuándo estaba uno en la iglesia y cuando no. Recuerdo haber observado a' dos prisioneros de guerra que llevaban una carga de bambú a través del vecindario. Mientras iban andando, uno de ellos le dijo al otro: "Quítate el sombrero, Joe, que estás en la casa de Dios."
La iglesia era una fraternidad de los que venían, en libertad y en amor, a reconocer su debilidad, a buscar la presencia de Dios, y a orar por sus hermanos. El único requisito de membresía era confesar a Jesucristo como Señor. La iglesia incluía a metodistas, bautistas, episcopales, presbiterianos, congregacionalistas y ex agnósticos.
Entre los bautizados, había dos chinos. Las tropas británicas los habían encontrado, todavía vivos, en una playa donde los japoneses habían realizado una masacre. Los soldados los trajeron a Changi, los vistieron con uniformes británicos y los equiparon con documentación falsa. Quedaron incorporados a la vida del campamento y continuaron con nosotros a Chungkai. Aquí quedaron tan impresionados por lo que habían visto y oído de los ejemplos de sus compañeros cristianos quo pidieron ser admitidos en la iglesia.
La nuestra era una iglesia del espíritu. Era el corazón palpitante que le daba vida al campamento y en gran medida había transformado una masa de individuos atemorizados en una verdadera comunidad. De ella recibíamos la inspiración que hacía posible la vida. Esa inspiración no era meramente una agradable sensación de optimismo y fervor sino literalmente el Espíritu Santo inspirando a los hombres y capacitándoles a vivir vidas más nobles, a ser vecinos bondadosos, a crear el mejoramiento para el bien de los demás, incluyendo aspectos tan terrenales como aprender a cocinar mejor el arroz. Los frutos del Espíritu Santo eran claramente visibles, "amor, gozo, paciencia, benignidad, paz, bondad, y fe".
En uno de los extremos del claro, manos piadosas habían tallado una mesa de comunión hecha con bambú, sobre la cual había una cruz y una lámpara. La cruz era un pedazo de madera tallada; la lámpara era un envase de lata con un cordón de zapato como mecha. Unas palmeras protegían este sector de las inclemencias del tiempo.
Estos símbolos eran muy significativos para nosotros. La mesa de comunión nos recordaba la sagrada fraternidad a la que pertenecíamos, una comunidad que existía por el sacrificio de quien es Señor de la Iglesia y de los que le habían seguido como apóstoles y discípulos. Nos congregábamos en torno a la mesa con la visible evidencia de su presencia entre nosotros para sanar, restaurar y salvar. La cruz nos señalaba al Padre celestial y a la vez abría su brazos para abarcarnos a todos como expresión de ese amor del cual nada nos puede arrebatar.
Cuando la luz de la lámpara titilaba en la oscuridad tropical, brindándonos la única claridad de que disponíamos para nuestro culto, nos recordaba la vida de quien es la luz de los hombres, "aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, la luz que no se apaga.
Recuerdo a un compañero de prisión en mi barraca que se estaba muriendo de malaria cerebral. Mientras se daba vueltas
y se retorcía en el jergón, mantenía una
conversación con alguien ausente. Aparentemente, se le había dado la orden de
matar a un malayo, acusado de espía, por razones de seguridad.Su
conversación era algo así: "Por supuesto que tenía que matarlo. No había
otra cosa que hacer. Pero antes que le disparara
a la cabeza, me miró, y sus ojos suplicaban misericordia. No tuve
compasión de él cuando me la pedía. El no puede
perdonarme; su esposa no puede perdonarme; nadie puede perdonarme?'
Seguía así durante horas,
reflexionando en este tenor. A medida que se aproximó a las profundidades más
oscuras del valle se acalló y de pronto exclamó: "Pero sí estoy perdonado. Tú me has dado la
paz."Estaba en paz, y en paz murió.
Para darnos tranquilidad, ante experiencias como esta, nos reuníamos en torno a
la oración de clausura en nuestro culto vespertino:"Oh, Señor, susténtanos
durante todo el tiempo de esta vida de molestias, hasta que las sombras se
alarguen y llegue la noche y se aquiete el mundo bullicioso y la fiebre de
la vida se calme, y nuestra obra esté cumplida.
Luego, Señor, en tu misericordia, bríndanos refugio seguro, un santo reposo y
paz; por Jesucristo nuestro Señor."
La primera vez que participé de la comunión fue inolvidable. Con el corazón
expectante, los hombres habían venido para recibir la fortaleza que sólo Dios puede
dar. Los símbolos eran nuestro sustento diario: arroz
horneado como un pan y agua de arroz fermentado. Se dijeron las
solemnes palabras:Que el Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
Partíamos el pan- a medida que lo íbamosrecibiendo, pasándolo luego a nuestro
compañero.
Los símbolos fueron colocados nuevamente enla mesa, se dijo una oración de
acción de gracias,
se cantó un himno y se dio la bendición. Nos deslizamos
quedamente hacia el silencio melodioso de la noche, atesorando, mientras nos íbamos, nuestraexperiencia
de comunión con los santos.
El Espíritu Santo nos había hecho uno con nuestro prójimo, con nuestras familias, con los creyentes de todas las naciones y de todas las épocas uno con los discípulos. A ORILLAS DEL RIO KWAI LA IGLESIA SIN PAREDES - ERNEST GORDON
__Como pueden ver, estimados sobrinos –dijo el tío Daniel_las palmeras que un día anhelaban escuchar la Palabra de Dios y sobre todo ser instrumentos a su servicio, pudieron cumplir su deseo.
Ellas vieron los sufrimientos de los prisioneros y de qué manera fueron cambiadas sus vidas por escuchar y practicar la comunión cristiana. Interminables noches. A los pies de las palmeras, se postraban delante del Cordero de Dios, vidas implorantes de su amor y paz. De los frutos de todas ellas, brotó el preciado aceite que mantenía encendida la tenue y titilante luz de la humilde lámpara que disipaba la oscuridad tropical. Y sobre todo las hermanas y hermosas palmeras se constituyeron en fieles guardianas que con sus esbeltos cuerpos se esforzaban por proteger la CASA DEL SEÑOR y a sus fieles hijos redimidos por la sangre del Cordero Jesucristo. “Unas palmeras protegían este sector de las inclemencias del tiempo”- Los justos florecerá como la palmera- Sagrada Biblia-
sábado, 22 de agosto de 2020
SENTADO SOBRE UN TESORO DE PLATA -HISTORIA REAL
AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO
____Bien niños, continuemos con nuestra historia, después de la rendición de la fortaleza de Zaculeu, varios españoles recibieron extensas tierras alrededor de Huehuetenango. Entre ellos Alonso del Pulgar y el propio Espinar. como era un hombre dado al comercio introdujo la crianza de gallinas, patos,ovejas, vacas y cerdos. asimismo el cultivo de trigo y otros. El historiador Francisco de Fuentes y Guzmán escribió que al principio de sus aventuras en Guatemala Juan de Espinar vivía en una cueva, siendo su miseria tan notoria que a duras penas podía conseguir ropa y comida para su mujer e hijos. Otros historiadores refieren que utilizando a los indigenas que le servían como esclavos se dieron a la tarea de buscar oro en un río de Malacatancito. El resultado es que sacó mucho oro con lo cuál pudo adquirir cada vez más tierras hasta lograr un enorme territorio a su nombre. Pasado el tiempo pudo abastecer de carne de cerdo a las nacientes poblaciones de Quetzaltenangom Salcaj y sobre todo a la Capital de Guatemala. Se dice que en el apogeo de su riqueza, mantenía bajo su control a 3,000 hombres y mujeres que le servían. Mandaba por turnos a cuadrillas de hombres a trabajar a sus propiedades de Guatemala, y aquí en Huehuetenango los mandaba a trabajar a sus minas de oro en Malacatancito y de plata en la cordillera de los Cuchumatanes.Tambien se dice acerca de que las mujeres eran las encargadas de moler el maíz y de hacer las tortillas en las afueras de las minas.
___Tío Daniel, he escuchado que los indigenas si no obedecían al amo, eran castigados con azotes.¿es cierto eso?__preguntó Susanita que era la más interesada en escuchar el relato--
__Lamentablemente en esos tiempos los esclavos eran así castigados___
___Queremos escuchar sobre el tesoro de plata que encontró este hombre___exclamó Ricardo después de tomarse el último trago de su chocolate
____¿Entonces les pido su atención porque ya su mamá nos llamará para la cena,___un día que el encomendero Del Espinar, fue a visitar su hacienda en los Cuchumatanes con el objeto de traer una buena cantidad de cerdos y llevarlos a vender a la ciudad capital decidió emprender el viaje de madrugada como era lo más indicado para evitar lo penoso del viaje y el calor del mediodía. Habiendo alcanzado una considerable cumbre de la elevada cordillera decidió que era la hora de preparar sus alimentos. Recogió un poco de leña y un poco de ocote que por cierto era muy abundante dado los muchos pinos a su alrededor. también juntó dos o tres piedras grandes que estaban a mano para así poder asentar bien su olla. Despues de ingerir sus alimentos , decidió apagar dicho fuego, pero en ese momento notó que entre las brasas de la casi extinguida fogata había un fondo que resplandecía y brillaba a la luz del sol como si fuese un relumbrante espejo. Intrigado buscó un palo para apartar los carbones y las cenizas y al hacerlo queda asombrado al ver un refulgente metal reposado en la tierra.
___¡Plata¡__¡Plata¡__Aleluya¡-
Luego observa que alrededor hay muchas piedras semejantes, por lo que no le cuesta mayor cosa deducir que toda esa area es un inmenso deposito del argentado metal.
___Estoy sentado sobre la misma plata__exclamaba jubiloso Juan del Espinar. Allí mismo da la vuelta para el pueblo de Huehuetenango y deja registrada la veta ante el Corregidor español.
Los niños al escuhar esta historia, tambien exclaman asombrados a viva voz
___¡Wow, como quisiéramos encontrarnos con un tesoro así¡_
Desde la cocina se oye la voz de doña Lola diciendo:
___Niños, vengan rapido que la cena está lista__
El tío Daniel en vista de esta situación decide apresurar el final del relato y puntualiza:
__Queridos sobrinos, les haré corto el final de esta historia. Otro día seguiremos hablando de esto, si les interesa. Para finalizar les diré que Juan del Espinar llegó a amasar una colosal fortuna en barras y lingotes de Plata. Llegó a ser uno de los hombres más poderosos de su tiempo en Guatemala. Recuerden que había extraído buenas cantidades de oro en sus lavaderos del río Malactancito. Igualmente recibía mucho pago de tributo por parte de los pueblos indigenas consistente en Maíz, frijol chile, sal, otras especias, Gallinas, pavos, y demás animales y mercaderías. Toda esta actividad la realizó por más de 40 años. Y ahora vayamos a probar esa deliciosa cena. Así terminó su historia el tío Daniel.
OTRO FINAL
. Asombrado y muy contento gritó a todo pulmón
___¡Plata, plata, --¡Aleluya¡_Estoy sentado sobre un inmenso tesoro. Esta es una tierra donde las piedras son de plata
No era para menos tan inmenso júbilo. Reposando sobre la tierra aparecía una torta de considerable tamaño y grosor. Su color era blanquísimo como de leche recien ordeñada. como la luna plateada de Xelajú diría Paco Pérez.
-__Tío Daniel, no se ponga poético__dijó riendo la bella Suzanita.
En ese momento la voz agradable de doña Lola se escucha desde la cocina
___Hijos míos ¡Vengan!___la cena está a la mesa, no tarden__
___ Queridos sobrinos, haré más corto el final de esta historia. En esos momentos Juan del Espinar poco le importó el motivo por el cuál había subido a la cumbre de la sierra, dió la vuelta y más corriendo que andando llegó ante el Corregidor español de Huehuetenago y dejó registrado a su nombre y propiedad la veta argentifera, es decir la mina de plata. Este encomendero llegó a amasar una colosal fortuna barras y lingotes de la mejor plata de ley, la que se conoce como plata 1,000 , unido a esto explotó una buena cantidad de pepitas de oro en sus lavaderos del río de malacatancito y también descubrio otra mina de oro en las cercanías. No contento con esto recibía tributo de los pueblos indigenas que debían llevarle cacao, miel, chile , maíz, frijol, sal negra, mano de obra, crianza de cerdos, vacas, ovejas que el mismo había dado a sus criados o esclavos para que le entregaran una buena parte de la carne y de la lana. Así mismo era comerciante de todo esto a las pueblos recien fundados de Huehuetenango, Quetzaltenango, Salcajá y de la Capital. Fueron más de 40 años de estas labores y ya pueden imaginarse niños cuán extenso era el capital que acumuló. Pero ahora sin excusas vayamos a probar esa deliciosa cena que de tanto hablar me abrió el apetito.
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