ANGELES EN MISIONES ESPECIALES –Roland Buck (5)
—¡Aleluya! —exclamé yo.
Estos ángeles hablaban en un lenguaje
celestial y estaban recibiendo constantemente mensajes del
Espíritu. Algunas veces recibían un mensaje y
empezaban a reír y estaban contentos. Sin duda recibían informes de grandes
victorias, y las estaban celebrando.
Mientras Gabriel. estaba hablando conmigo, Crioni, el otro ángel, jugaba con Queenie, que es mi
perra, y le hacía cosquillas tras las orejas y le pasaba la mano por el lomo. Queenie estaba muy contenta y
me hubiera gustado saber cuál era su opinión. Esta era una experienda rara para un perro, ¡y daba la impresión de que le gustaba!
Gabriel fue hacia la puerta y dio la vuelta al pomo. Dijo que tenía que marcharse
porque tenía una llamada urgente del Espíritu, pero dijo:
—He pedido a Crioni que se quede contigo mientras estoy fuera. Vuelvo enseguida.
Ocurrió algo muy raro, porque mientras estaba
MIRÁNDOLE, DE REPENTE HABIA DESAPARECIDO. No hubo ni sonido, ni
resplandor, ni nada. Simplemente había
desaparecido. Un minuto antes yo estaba hablando con un individuo corpulento y macizo y en un segundo ya no
estaba allí. Todo lo que se veía era el lugar en que estaba
antes y ahora estaba vacío.
Todo el mundo parece interesado en conocer algo
de la apariencia física de los ángeles. Todos son diferentes. Los hay de diferentes estaturas, diferente pelo y
apariencia diferente. Crioni
lleva el pelo como la mayoría de los hombres lo llevan hoy, y tiene una
apariencia como de veinticinco años. Su peso me
pareció que sería cerca de 175 kg. Es macizo,
de mucho más de dos metros de alto,
muy bien vestido con un
pullover pardo y pantalones holgados, pardos también. La camisa la lleva abrochada con un lacito que
parecía un cordón de zapatos.
Gabriel aparece con frecuencia con una túnica de color blanco resplandeciente y un cinturón
brillante dorado de unos diez o doce centímetros de ancho. Lleva
pantalones blancos y zapatos de color de cobre muy bien lustrados. ¡Su cabello
es de color de oro!
La causa del resplandor azul que había visto antes era que su vestido todo era radiante, con un brillo iridescente.
La piel parecía brillar también. ¡Y los ojos!
Los reconocería en cualquier parte. Eran como bolas de fuego,
pero mostraban una simpatía y compasión que
podía verse bien en su mirada. Parecía
como si pudieran ver a través de mi persona. Pude entender a
Juan al describir su primer encuentro con Jesús en el primer capítulo del
Apocalipsis cuando dice que sus ojos eran como «llamas de fuego».
Hay algo acerca de la presencia de Dios que crea un brillo o resplandor. Cuando
Moisés estuvo con Dios durante cuarenta días y cuarenta noches, tuvieron que
ponerle un velo sobre la cara porque brillaba tanto, al descender de la
montaña, que no podían mirarle. Cuando Moisés y Elías descendieron al monte de
la Transfiguración, directamente del cielo, y hablaban con Jesús, bus
discípulos dijeron que tenían vestidos «resplandecientes». Es decir, ¡que
brillaban literalmente!
Durante una visita, Crioni dijo que Dios le había
dado permiso para contestar las
preguntas que quisiera hacerle. Yo estaba sin poder decir palabra. No sabía qué preguntar.
Sentía gran reverencia y gozo al mismo tiempo en su presencia. Al fin cobré ánimo y le dije:
—Me he preguntado a menudo qué es lo que
hacen los ángeles durante el tiempo
que media entre sus apariciones. En la Biblia hay períodos de tres y
cuatrocientos años sin que se diga una palabra sobre los ángeles. ¿No se aburren?
Me miró sorprendido cuando le hice esta pregunta. Entonces me
contestó con la voz más rica y sonora que he
oído jamás:
—Estas apariciones mencionadas en la Biblia son las veces en que el Señor abrió
los ojos de su pueblo para que pudieran vernos. Como
siempre hay gente a la que hay que vigilar y cuidar estamos ocupados en todo
momento, SIEMPRE.
Los ángeles son seres más allá del tiempo. ¡Esto
no significa nada para ellos!
Hablamos de temas diferentes
de los que habíamos discutido antes con Gabriel, y ahora se referían
principalmente al trabajo. Me habló de otra responsabilidad que tienen los ángeles y que es de cuidar de las personas
infieles y aun malvadas. Dijo:
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—No puedes comprender nunca la profundidad
del amor de Dios, ¡porque es tan grande!
Es asombroso ver cómo la gente puede maldecir y
odiar a Dios y volverle la espalda
y con todo Dios tiene interés en allegarse a ellos porque los ama tanto.
Le pedí a Crioni que me contara algunas de sus
experiencias más interesantes. Uno de los sucesos más emocionantes
me hizo dar cuenta de lo viejo que debe ser; en realidad, los ángeles fueron
creados antes de que fuera formada la tierra. Se refería al tiempo en que los
ángeles ayudaron a los hijos de Israel a salir de la tierra de Egipto. Dijo:
—Dios nos dio el derecho de
castigar a los egipcios y de usar cualquiera de
las armas de Dios. ¡Les lanzamos
rayos! ¡Desencajarnos las ruedas de sus carros de guerra!
No dijo realmente que fuera divertido,
pero dijo que estaba grabado en su mente a causa de la gran liberación de
Israel cuando el mar fue separado.
Me habló de otro acontecimiento interesante cuando
Israel se hallaba en una marcha forzada.
—Los hombres de Gabaón enviaron desesperadamente mensajeros a Josué en Gilgal.
«Envíanos ayuda —pidieron—. Ven pronto y sálvanos porque los reyes de los
amorrheos, que habitan en las montañas se han juntado contra nosotros.» Así que
Josué y el ejército de Israel partieron de Gilgal y fueron en rescate de
Gabaón. «No tengáis miedo de ellos —dijo el Señor a Josué—, porque ya han sido
derrotados. Ninguno de ellos parará delante de ti» (Josué 10:5-8).
Dios había decretado que Israel quedaría victorioso, de modo que tenían que
ganar, pero Israel estaba demasiado cansado para luchar.
Crioni dijo que los ángeles tenían órdenes de
intervenir, pero no de interferir con lo que Dios estaba
haciendo en el curso normal de la vida de un hombre.
Habían tenido una experiencia terrible cuando los
ángeles guerreros habían hecho grandes piedras de granizo y las habían lanzado contra las huestes enemigas.
«Y como iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Beth-oron, Jehová echó sobre ellos del cielo grandes piedras hasta Azeca, y murieron: muchos más murieron de las piedras
del granizo que los que los hijos de Israel habían muerto a
cuchillo» (Josué 10:11).
Los seres angélicos están continuamente ministrando a1 pueblo de muchas maneras
en los días actuales. Muchas cosas que parecen coincidencias son en realidad la obra de ángeles. No hemos
comprendido plenamente el uso que hace Dios de las huestes celestiales para
conseguir que se haga lo que El dispone, a
causa de la limitada información que tenemos de los ángeles.
Dios permitió a Pablo que pudiera ver el poder de estas fuerzas, y también a
David, que habló del tremendo número de ángeles y de la grandeza de su poder.
Pablo dijo que cada uno de ellos era enviado por Dios para ministrar a aquellos
que serán herederos de la salvación (Hebreos 1:14).
Dios no quiere
que adoremos a los ángeles, pero quiere que nos demos cuenta de
la importancia que tienen en nuestras vidas hoy. No son sólo personajes de
historias de la Biblia; son seres activos, vivos,
que trabajan para Dios en el desarrollo de su gran plan eterno.
Gabriel me dijo también que Dios decía que muchos se
dejarían llevar por la fantasía y dirían: «Vi un
ángel aquí, vi un ángel allá.» Dijo que esto
sería normal a causa de la imaginación humana, y del sincero deseo
de dar testimonio de lo que Dios hace con los ángeles, pero continuó:
—Habrá tiempos específicos en que los ojos
del pueblo serán abiertos y verán ángeles reales, no ya productos de su
imaginación.
Dijo también que Dios y sus huestes angélicas estaban tan cerca de aquellos que
no los ven como de aquellos que los ven.
Estoy contento de que Dios me haya permitido vivir en unos días tan emocionantes. Estos son los mejores días de toda la historia. Las cosas pueden parecer sombrías en algunas áreas, pero cuando proyectamos a Jesús sobre ellas, se iluminan. El nos dice: «Toda la tierra está llena de su gloria.»
MI
VISITA AL SALON DEL TRONO
La cadena de extraños sucesos en mi vida se remonta al 21 de enero de 1977,
cuando pasé a ser huésped de Dios.
Descubrí que Dios quiere que se le trate como un amigo.
Sus palabras para mí:
«Estate tranquilo. Ya te conozco»
transformaron mi vida.
Cuando dijo: «No llevo registro de'las derrotas»,
abrió la
puerta de la esperanza
~para toda la humanidad
MI
VISITA AL, SALON DEL TRONO
Un sábado por la noche, en enero de 1977,
cerca de las 10.30, estaba sentado en mi escritorio, meditando,
orando y preparando mi corazón para el domingo. Tenía la cabeza apoyada sobre
mi mano en el escritorio, cuando de repente, y sin aviso, ¡fui arrebatado de la habitación!
Oí una voz que me decía: «Ven al salón del
Trono, donde están guardados los secretos del universo.» No tuve
tiempo para contestar; el espacio no significa nada para Dios. En un abrir y cerrar de ojos... y ya estaba allí. Sólo
entonces reconocí que la voz que había oído hablar era
la voz del Todopoderoso.
Yo estaba muy nervioso, y Dios me dijo que me calmara. Dijo:
—No te azores, porque yo te conozco.
—Empecé a calmarme a pesar de lo espantoso de la
situación y que apenas comprendía lo que me estaba pasando.
Dios fue al grano y me dijo:
—Quiero darte una visión rápida de la verdad. —En
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Me hizo referencia de Jeremías: «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.» Al darme estos pensamientos Dios quería que viera lo que realmente piensa del hombre: que tenía al hombre en cuenta ya antes de crear la tierra; y que hizo la tierra para que el hombre tuviera un lugar en que vivir. Cuando mira al hombre, no mira al mal que ha ocurrido, sino al verdadero corazón del hombre.
Durante esta visita, Dios me permitió una gloriosa mirada en los secretos escondidos del universo; la materia, la energía, la naturaleza y el espacio, todos ellos llevan la misma marca. Cuando me dio esta asombrosa visión de la verdad, añadió una nueva belleza y unidad a la Biblia entera, que antes no poseía. Ciertas verdades bíblicas que antes veía sólo de modo oscuro ahora eran perfectamente claras y podía ver lo que Dios estaba haciendo con todos los fragmentos encajando perfectamente.
Entonces Dios me dijo que podía hacer preguntas. ¡La cabeza me daba vueltas! ¿Cómo podía un hombre hacer preguntas a Dios? Era tan espantoso estar en su presencia que ni podía pensar. Finalmente vino a mi mente la idea de preguntar si Dios hacía realmente planes individuales para cada persona, porque, por una razón u otra, tenía la impresión de que esto era una tarea de tal envergadura que era demasiado grande, ¡incluso para Dios!
Como respuesta a mi pregunta, Dios me dejó ver la vastedad de los archivos celestiales. ¡La cabeza me daba vueltas! No había manera en que mi mente finita pudiera abarcar cómo Dios podía estar al corriente de aquellos archivos inmensos. Tenía que haber billones de casos. Dijo:
—Como estás anonadado por esto y no lo puedes comprender, déjame sacar sólo el que se refiere a ti. E inmediatamente sacó mi carpeta. No me dejó ver el contenido, pero mencionó algunos detalles futuros que había en ella, para que pudiera usarlos como confirmación de esta visita.
Entonces hizo otra cosa sorprendente. Anotó en un papel 120 sucesos que dijo ocurrirían en mi vida en el futuro. No es como nosotros escribimos: la información apareció de súbito. Ni aun tuve que leerlo, pero ahora mismo, puedo decir TODO lo que había en el papel, porque quedó impreso instantáneamente en mi mente como si estuviera impreso en un papel. La prensa no tiene que leer lo que imprime. Está allí. De la misma manera, cada uno de los puntos quedó grabado en mi mente, y está allí todavía.
Aunque tenía este conocimiento, Dios me dijo que no quería que revelara ninguna de aquellas cosas hasta que llegara el tiempo en que me permitiría hacerlo.
Me dijo: «Déjame que te muestre el historial de alguien más, para que puedas entenderlo». Sacó la carpeta de Ciro, y me recordó el último versículo de Isaías 44, y los cinco primeros versículos del 45, en que dice: «Ciro es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, en diciendo a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado».
«Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar gentes delante de él, y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré las tortuosidades; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados; para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; púsete sobrenombre aunque no me conociste.» Dios veía en el futuro y sabía exactamente lo que iba a suceder.
Me dejó ver los libros registro y también los planos de muchas vidas. Un libro que vi era el del apóstol Pablo. Revelaba que sería usado para llevar el evangelio a reyes, gobernadores y hombres de autoridad. Por esta razón, Dios le dio una capacidad intelectual mayor que la normal, y a causa de su inteligencia le hizo estudiar bajo los mayores maestros de su tiempo, de los cuales el más famoso era Gamaliel. Dios escogió a Pablo para que escribiera las Epístolas, su plan para la iglesia y su cuerpo, y así le preparó para esta tarea.
Una de las cosas más emocionantes que me dejó ver fueron los registros de Abraham y Sara. Mientras los miraba vi cosas que no me eran familiares. Vi el registro de la hospitalidad de Abraham y Sara a los extraños. Tenían mucho afecto en aquellos tiempos para los desgraciados. Habían abrevado los camellos de sus huéspedes, les habían dado hospedaje y habían compartido su alimento con ellos. Dios lo tenía en cuenta y lo había escrito, pero nunca lo había visto cuando leí el libro de Génesis.
Una cosa que no pude hallar fueron los lugares en que Abraham y Sara tropezaron. Cuando Abraham mintió al rey de Egipto, diciendo que su esposa era su hermana, esto no se hallaba registrado. Cuando la fe de Sara fue débil y se rió a causa de su incredulidad en la promesa de Dios de que una mujer de su edad iba a ser madre, esto tampoco estaba registrado allí.
«Dios, ¿dónde está el otro libro?», pregunté.
«No tengo otro libro para los creyentes.»
«¿Dónde escribiste acerca de los fallos de Abraham, que incluso se registran en tus propias palabras en la Biblia?»
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