ANGELES EN MISIONES ESPECIALES –Roland Buck (7)
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Jesús. Dios ve la sangre, no
nuestras faltas, ¡y somos aceptados!
Creo que muchos de los males y frustración de los
creyentes resulta de que no vemos
cuán completo es el cuerpo de Jesús. A causa de las acusaciones de
Satán, y de que nos va recordando el pecado, fracaso y debilidad humana, con
frecuencia olvidamos lo que Jesús ha hecho. Tenemos que recordar estas otras
cosas y que Dios en su sabiduría ha provisto tiempo y manera para que sean
realizadas.
Al tomar la comunión recordamos la muerte del Señor hasta que venga. El gustó
la segunda muerte. La Palabra nos dice que llevó todos nuestros pecados en el
madero sobre su cuerpo. Nos pide ahora que miremos su cuerpo, para ver nuestros
pecados y los del mundo colocados sobre él por Dios. Toda mentira, asesinato,
adulterio, inmoralidad, engaño, rebelión, idolatría, enemistad, brujería,
satanismo; sí, todo aquello de que se nos puede acusar está sobre El. El recoge
las heces de billones de personas.
Contemplemos ahora a Jesús como una baluarte contra los ataques de Satán. Dios
dice: «Miradle, porque si no, sois débiles, enfermos, y estáis sujetos a los
ataques, el desánimo y la flojera en vuestra fuerza espiritual. Miradle, no
como algo bello, sino como ápice de la podredumbre que acarrea de toda clase de
inmoralidad concebible que se ha hecho en el mundo. ¡Todo Sodoma se halla sobre
El!» Entonces, al verle, Dios quiere que veas que en este cuerpo está TU
pecado, TU debilidad, TUS fallos, TODO aquello de que te preocupas.
Están allí, pero sin fuerza o potencia. Son ceniza de lo que eran. Cuando lo ves, el pecado pierde su asidero sobre ti. No
te puede dañar. Tus pecados son ceniza, porque la ira de Dios y su sentencia cayeron sobre aquel
cuerpo. En su cuerpo había los pecados, y sobre nosotros fue
derramada la bondad de Dios, y po- ANGELES EN MISIONES ESPECIALES
PASTOR
ROLAND BUCK
Boise, Idaho
demos estar ante Dios sabiendo que el pecado no tiene poder sobre nosotros.
Luego podernos seguir la sangre cuando jesús, nuestro sumo sacerdote, la lleva
a la presencia de Dios por nosotros, y cubre y
destruye y borra totalmente los pecados. Esto es lo que la sangre hizo
cuando nos cubrió Borró todo antecedente contra nosotros, para que el plan de
Dios para nosotros pudiera ser completado. Este
plan es restaurarnos al punto de inocencia y comuniór con Dios de que gozaban
Adán y Eva en el jardín, antes de pecar.
En Hebreos 10:5, jesús está hablando de la obra que Dios le dio para hacer; la
obra de hacerse El mismo un sacrificio para el pecado y dice: «Me preparaste un cuerpo». Un poco más abajo, en el
versículo veinte, dice que ahora podemos entrar por un camino vivo, por medio
de su carne.
Gabriel me recordó que el tabernáculo tuvo que
hacerse exactamente como Dios instruyó, y que los sacrificios tenían que
ser ejecutados con todo detalle, porque
representaban el plan de redención de Dios para toda la humanidad. Este
plan era un cuadro de Jesús y de su sacrificio. Me explicó algunas interesantes
verdades que hicieron el sacrificio de Jesús más significativo para mí.
Lo primero que había en el tabernáculo era un altar de bronce, en el que se
hacían los sacrificios. Las ofrendas tenían que ser reducidas a cenizas por el fuego, y las cenizas eran rociadas sobre los individuos
que tenían que ser aceptados por Dios. Todos los pecados de Israel eran
colocados en el sacrificio. Luego el sacrificio, habiendo sido hecho pecado, era consumido por el fuego ardiente, de modo que
cuando Israel era aceptado y las cenizas rociadas junto con la sangre, Dios
decía al pueblo de Israel: «Me habéis dado
vuestros pecados. Os los devuelvo ahora, y os dejo ver sus
cáscaras vacías, las cenizas de algo que ha perdido su poder y su vida. Ha
quedado reducido a nada, porque el fuego del juicio ha sido dirigido a un
sustituto, y vuestros pecados, en el cuerpo de este
sustituto o víctima, fueron destruidos».
Gabriel empezó con Hebreos 9:13,14,
cuando me habló del sacrificio y de su significado:
«Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la
becerra, rociado a los inmundos, santifica para la purificación de la carne,
¿cuánto rnas la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a
sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte
para que sirváis al Dios vivo?»
Esta clase de sacrificio era efectivo en Israel en la purificación de una vida,
de modo que el pueblo podía decir: «¡Ha sido hecho! ¡Ha sido hecho! Mis pecados
que fueron colocados allí no son sino ceniza; el pecado no tendrá más dominio
sobre mí; ha perdido su aguijón, su poder». Si ellos conseguían libertad
durante un año por medio de los sacrificios animales, ¿cuánto más la sangre de
Cristo y su sacrificio purgará de modo permanente nuestras mentes, conciencias
y emociones?
Jesús, de un modo literal, supo lo que era el
infierno, cuando su cuerpo fue herido por el recto juicio de Dios.
Cuando el enemigo viene podemos decirle: «Estos pecados con los que estás
tratando de perseguirme no son nada más que cenizas, y su poder es nulo».
Podemos decir con gozo: «Su ira ha sido desviada de mí, y dirigida a Jesús y
mis pecados fueron juzgados cuando El fue juzgado».
Mira a Jesús, el Sumo Sacerdote, llevando su sangre, cuando entra en el mismo
tabernáculo de Dios en los cielos donde están los testimonios de nuestro
pecado. Gabriel dice: «Mira cómo rocía con su
sangre el libro y pone sobre el altar los mándamientos quebrantados, y todos
estos cargos que se te hacían desaparecen en humo. Al ver que hace esto vemos
que nos trae un nuevo pacto».
En Hebreos 10:16,17 leemos: «Y éste es el pacto que haré con ellos después de
aquellos días dice el Señor: daré mis leyes en sus corazones, y en sus almas
las escribiré. Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades».
Ha transformado los pecados en ceniza. Ha borrado los antecedentes escritos y
nos ha dado un nuevo pacto. ¿Sabéis por qué lo ha hecho? ¡Porque nos AMA y nos
QUIERE! No está buscando razones para
destruirnos, sino para salvarnos.
Vedle como cordero de Dios, inmaculado, preparado desde la fundación del mundo.
Vedle como portador de nuestro pecado, presentándose ante Dios, rociando con su
sangre el libro del pacto que ahora ha sido cumplido. Todos los posibles fallos
del hombre han sido cubiertos. Todos los posibles fallos sn cubiertos por su
sangre que habla a Dios y dice: ¡Todo ha sido cumplido!
En Israel había un recordatorio del pecado año tras año. El hombre era
perdonado, pero el pecado era recordado. Mi corazón se emocionó cuando Gabriel me dijo con tono autoritario: «Cuando
vino Jesús la necesidad de perdón fue eliminada, porque el perdón recuerda a
Dios el pecado, que ya ha sido perdonado. El
destruyó por completo los antecedentes de mancha y de culpa. La
sangre de Jesús habla y dice: «Justificado,
restaurado al lugar de total inocencia a causa de Cristo. Somos
vueltos al punto que ocupábamos antas de que el pecado entrara en el mundo».
En el Antiguo Testamento el perdón ocurría a causa de la fe en el sacrificio. Pero, Gabriel dijo que cuando vino Jesús, EL FUE el
sacrificio que quitó los pecados. «Por esta razón no sois
perdonados a los ojos de Dios. Puesto que Jesús hizo el sacrificio nadie ha de
ser perdonado. Dios quiere que no haya el recuerdo de aquellos pecados como lo
había antes. ,NUNCA han de ser recordados!»
Gabriel dijo: «Es por esto que
nunca encontrarás el mensaje de perdón en el Nuevo Testamento. No hay necesidad
de perdón: «¡TODO HA SIDO HECHO"
ESTAIS PROTEGIDOS Y CUBIERTOS (EXPIACION)
.41
Me quedé como encolado a la silla... incapaz de Moverme— El mismo resplandor divino que irradiaba la cara de Moisés después de haber estado cuarenta días con Dios, multiplicado por cien desde siglos y siglos
en la presencia de Dios, caía de Gabriel y me envolvía... Su palabra y su contacto me devolvieron la fuerza.
Y lloré... y tú también habrías llorado al descubrir la belleza de este mensaje que había sido traído directamente del corazón mágnánimo de Dios.
ESTAIS CUBIERTOS Y PROTEGIDOS
(LA EXPIACION)
El mensaje de la expiación es un mensaje de tremendo poder liberador para los cristianos. Es un mensaje que está incluido en el plan que desarrolla Dios hoy y es para toda persona que vive en la tierra o que vivirá en ella hasta el día final en que llegue el Señor. La expiación significa en realidad «cubrir» o «proteger (hebreo «kaphar», o sea cubrir, cancelar; griego «katallage», cambio, reconciliación).
El ángel Gabriel me mostró cómo dibujar un diagrama que explicara la importancia y función de la expiación.
Este triple mensaje es para aquellos que están viviendo para Dios, para aquellos que viven descuidados, y para los infieles, para que sepan algo de lo tremendo de la majestad de Dios. Este mensaje es tan importante que ha sido parte de cada visitación angélica. Es el punto focal de toda la historia y es para toda la humanidad: es el centro del plan de Dios para la redención de la humanidad. Es el punto de lanzamiento para la eternidad.
La urgencia y la importancia de este mensaje es tan significativa que me siento compelido por Dios a deciros que lo pongáis en vuestro corazón, en vuestra mente, y que habléis de él con la gente en cualquier lugar en que os halléis. Que la gente sepa lo que jesús ha hecho y lo que puede hacer.
En el centro del diagrama hay un arco semejante a un arco iris. Este es el arco que nos cubre, de la expiación o sea la sangre de Cristo. Por encima de la expiación se halla Dios y la manera que El lo ve. Por debajo se halla el hombre y la manera como se ve a sí mismo. El hombre se ve con pecados, fallas y fracasos; pero Dios nos mira a través del arco, la expiación, y nos ve santos en vez de llenos de pecado, porque el pecado ya ha sido borrado, nos ve sin faltas, o sea, intachables; y nos ve irreprochables, porque los fracasos han sido eliminados. No ve nada que nos pueda reprochar, ni aun regañar (Colosenses 1:22).
Dios no puede tolerar el pecado a causa de su misma naturaleza. Desde su punto de vista, debe haber una perfección total para que pueda aceptarnos. Desde el. punto de vista terreno, procuramos librarnos de nuestro propio pecado, con nuestros esfuerzos, pero Dios explica la santidad de un modo muy distinto.
La santidad es muy similar a la gloria de Dios. Es la irradiación de su personalidad y de su presencia. La ausencia de pecado es el resultado de la santidad, no la santidad en sí. La santidad es literalmente el carácter y la naturaleza de Dios.
¡DIOS ES SANTO!
Dios habla del camino de santidad que llega a la tierra. Por medio de su gracia, favor de Dios, inmerecido, el hombre se acerca a Dios en este camino. Jesús era y es la santidad de Dios extendida a nosotros, y nos provee el carmino porque El ES el camino. Somos aceptados ante Dios porque Jesús era santo, y somos
cubiertos con justicia de modo que DIOS NOS VE EXACTAMENTE COMO VE A JESÚS.
Vemos debajo del arco de la expiación (ver el diagrama)
la manera como el hombre se ve a sí mismo. El hombre mira el pecado, las faltas y los fracasos desde abajo, y las acusaciones que llegan contra nosotros de Satán y su gente. El deseo de Dios es que nos veamos como El nos ve. Para conseguirlo, nos ha dado su Palabra, su Espíritu, la sangre de su Hijo jesús.
De la misma manera que Dios no puede tolerar el pecado, no puede tolerar las faltas. Cuando en la antigua ley un cordero para ser sacrificado tenía una falta no era aceptable. Lo mismo debía ser el sacerdote: no perfección!
Dios dio leyes estrictas y precisas a Aarón, el sumo sacerdote, respecto a la forma en que tenía que presentar los sacrificios de los animales para la expiación de los pecados del pueblo de Israel. Dios me permitió ver al sacerdote del Antiguo Testamento cuando iba a ofrecer los sacrificios por los pecados del pueblo, para cubrir sus pecados de un año al otro. Yo había interpretado antes las Escrituras como si dijeran que el sacerdote está listo para entrar en el Lugar Santísimo, dentro del velo, porque había hecho todas las cosas rectamente antes de entrar; porque había conseguido la perfección como resultado de seguir cada una de las instrucciones de Dios. Yo pensaba siempre que ésta era una preparación suficiente. Pero Dios me hizo ver que esto no era una comprensión completa del propósito de estos ritos.
Aarón, el
sumo sacerdote, y sus sucesores, sólo podían ir a cierto lugar en el sacrificio
antes de completar su preparación para la entrada en el Lugar Santísimo dentro
del velo. Era llamado así a causa de la santidad de este lugar interior del
Tabernáculo. El arca, cubierta con el propiciatorio, se conservaba detrás del
velo en el Lugar Santísimo. Dios dijo: «Porque yo mismo estoy presente en la
nube encima del propiciatorio.» La única persona en todo el mundo que podía
haber sido considerada como totalmente justa, como totalmente preparada, tendría
que ser el sumo sacerdote.
Dios me hizo ver esta escena como si fuera un panorama vivo. Vi a Aarón, el
sumo sacerdote, trayendo un becerro joven, que había de ser sacrificado sólo
para la limpieza del sacerdote. La sangre de este becerro debía ser aplicada a
Aarón y puesta sobre todos los objetos o muebles del recinto al que iba. Pero
no podía empezar su obra en el. Lugar Santísimo hasta que tenía lugar otra
cosa.Sabía que tenía que tomar un puñado de incienso que había sido batido y
machacado en un polvo fino. Esto representaba los
azotes que Jesús iba a sufrir por nosotros. Luego, Aarón tomaba
algunos carbones encendidos directamente del fuego o sea una brasa y entraba en
el Lugar Santísimo y rápidamente ponía el puñado de incienso sobre las brasas.
Al instante se levantaba una nube de incienso que cubría todo el propiciatorio
por encima del arca. Aarón quedaba envuelto en la nube que tenía un olor dulce
de incienso y en la cual Dios se complacía. Luego cuando Dios miraba, veía a
Aarón a través de la nube, que representaba a jesucristo y sus sufrimientos.
Sólo este acto podía salvar la vida de Aarón.
La vida de Aarón se salvaba por el sacrificio sustitutivo. Su esperanza de
aceptación estaba en lo que el incienso representaba, ¡que era Jesús! Aarón estaba cubierto porque
el fuego del juicio hería al sustituto e Israel tenía otro año de prórroga.
Jesús, el hijo de Dios sin pecado, entró como el Sumo Sacerdote por los pecados
del mundo, sin pecados propios que expiar. Sus manos
estaban vacías. ¡No había protección! ¡La ira de Dios había sido
desviada
134 del hombre y Jesús recibió el golpe del
juicio de Dios sobre sí!
Se levantó una nube de incienso quemado que representaba a Jesús y su espacio
alrededor del mundo. Fue regresando en la historia hasta el principio del
hombre. Fue avanzando a partir del Calvario hasta el gran día de su venida. Al
esparcirse en el tiempo y el espacio, cubrió a toda
la gente de todas las edades que han colocado su confianza en la eterna
protección, ¡el sacrificio de Jesús!
Después de ver el panorama de esta hermosa verdad, Gabriel
me dijo que si quería leer sobre esto podía hallarlo en Levítico 16:6, 1-12.
Luego me dijo que podía leer todo lo que sucedía al pueblo después que Aarón
ofrecía el sacrificio. La sangre de los machos cabríos (también un tipo de
Jesús) que era el sacrificio por los pecados del pueblo tenía que ser traída
dentro del velo y rociada sobre el propiciatorio y delante de él. Esto cubría
los mandamientos quebrantados por los pecados de los hombres, mandamientos que
se hallaban en el Arca del Pacto.
Después de completado el rito de la expiación, se traían un macho cabrío vivo.
Aarón ponía sus manos sobre su cabeza y confesaba todos los pecados del pueblo
sobre él. Luego enviaba al macho cabrío, con todos los pecados encima, al
desierto donde no vivía nadie. Esta era la víctima propiciatoria, y se llevaba
todos los pecados del pueblo de modo que Dios pudiera aceptarlos, entonces
quitaba la evidencia del pecado.
Dios quiere que sepamos que cuando El cubre nuestro pecado no lo deja latente,
ardiendo a fuego lento, por debajo de la cubierta. Primero lo cubre. Luego lo
quita. Nuestros pecados no sólo son cubiertos sino que
son alejados tan lejos como se halla el oriente del occidente.
A causa del sacrificio de Jesús, que fue la expiación por nuestros pecados,
Dios puede mirarnos y mirar todo 136
lo que sucede en el curso normal de esta vida, y nuestros pecados no le son
visibles. Por esto es que podemos ser aceptados en el Lugar Santísimo donde se
halla El presente en la nube colocada sobre el propiciatorio.
Cuando Dios me dio esta visión panorámica de la expiación, Gabriel me trajo un mensaje del corazón de Dios,
diciéndome que los cristianos pueden estar por
completo descansados en el glorioso conocimiento de que El cuida de
todas las cosas en su reino, y que los creyentes no
necesitan sentirse abrumados una vez han entendido su posición respecto
a Dios. Me dijo que cuando Dios nos mira y ve
nuestra fe en Jesús nos considera como si fuéramos exactamente igual que Jesús.
Somos aceptados en su sangre y envueltos en su amor. Me refiero a Efesios 1:4,5, y me dijo que la
intención de Dios era que el hombre había de ser santo y sin mácula ante su
vista. «Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos, y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado
para-ser adoptados hijos, por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad.» (Efesios 1:4,5.) ¡Aleluya!
Dios nos ha dado su Palabra y Su Santo Espíritu porque quiere que el mundo nos
vea de, la misma manera que El nos ve, ¡que es como
Jesucristo!
En Tito 2:11 se halla escrito: «Porque la gracia de Dios que trae salvación a
todos los hombres se manifestó». No todos los hombres han aceptado la salvación
pero se ha hecho provisión para ello. Tiene un mensaje de justificación, de
pureza, que irradia hacia Dios; pero tiene un mensaje cuyos rayos se dirigen a
los hombres: «Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo templada, justa y piadosamente» (Tito 2:12).
Entonces Gabriel me recordó que puesto que
somos ahora justificados, hemos sido ya aceptados por Dios, de modo que estas
otras cosas que consiguen nuestros esfuerzos, y todos nuestros méritos
espirituales no son para que podamos ser aceptados por Dios, sino para que los
hombres puedan ver en nosotros una semejanza de El. «Estas cosas quiere que
afirmes para que los que creen a Dios procuren gobernarse en buenas obras.
Estas cosas son buenas y útiles a los hombres» (Tito 3:8). Los demás tienen que
ver a Jesús en nosotros, como Dios lo ve, y entonces es cuando pasamos a ser
una extensión de la belleza de Cristo.
Me dio una referencia en Colosenses 1:21,22 donde
dijo que Dios ha envuelto su mensaje en un versículo muy corto, tal como
me mostró en el diagrama de la expiación: «A vosotros también, que érais en
otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora, empero, os ha
reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de su muerte, para haceros
santos y sin mancha e irreprensibles DELANTE DE EL». Demos una mirada al
diagrama de la expiación desde el punto de vista de Dios. Luego Dios enumera
las condiciones para ser así DELANTE DE EL. Colosenses 1:23: «Si empero
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la ESPERANZA DEL
EVANGELIO que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo
del cielo...»
«Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de Su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos, y a los que predestinó a éstos también llamó; y a los que llamó a
éstos también justificó; y a los que justificó a éstos también glorificó.»
(Romanos 8:29,30.)
Está diciendo que irradiará sobre nosotros la misma atmósfera del cielo y nos
dará un anticipo de lo que va a ser allá arriba. Esta es una de las razones por
las que los creyentes son felices, El Señor nos da literalmente una muestra de
lo que nos espera porque El nos ha prometido su gloria.
«¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es
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A causa de su gran amor, Dios no nos condena y no nos condenará. Jesús dijo en sus propias palabras en Juan 3:16-17: «Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigéntito para que todo aquél que en El cree, no perezca, mas tenga vida eterna. Porque no envió a Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas para que el mundo se salve por El».
Muchos creen que Jesús vino a condenarlos, pero la verdad es que: «El que cree en El, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios». (Juan 3: 18.) Dios dijo en este pasaje que el mundo ha perdido su camino, y necesita una manera de salir. Su propósito al enviar a Jesús fue hacer un camino para que nosotros pudiéramos ir a la presencia de Dios y fuera quitada la nube de condenación
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