ANGELES EN MISIONES ESPECIALES –Roland Buck (2)
ENCUENTRO
Puedo afirmar sin lugar a dudas que lo más
importante que ha tenido lugar en toda mi vida han sido las visitas
que por parte de ángeles he recibido durante estos dos últimos años.
Dios me hizo ver muy claro que mi deber era el
compartir lo que había sucedido en mi vida con los demás y, en
consecuencia, mi deseo es transmitir las
descripciones exactas de lo que he visto, de las experiencias que he
tenido, y de los mensajes que me han sido dados.
Antes del retorno de Jesús, Dios está esclareciendo las verdades bíblicas de un
modo que no tiene precedentes en la historia. Todos los ministerios guiados por
el espíritu están siendo objeto de revelaciones muy especiales. En este
particular, Dios guió mi espíritu a reparar de una forma especial en el pasaje
de Juan 16: 12-15, donde dice así, según palabras habladas por Jesús mismo:
«Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a toda la ver-
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dad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo cuanto oiga,
y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificarás porque tomará
de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije
que tomará de lo mío y os lo hará saber.» Estas palabras fueron pronunciadas
por Jesús.
He escrito sobre mis encuentros y he transmitido los mensajes que en ellos
recibí con las limitaciones de mi entendimiento y comprensión humanos. En
consecuencia, quiero aclarar que mis referencias a lo que los ángeles me
dijeron son correctas pero no son sus mismas expresiones palabra por palabra,
con la excepción de aquellos lugares donde así lo indico. Si se tiene en cuenta que estuve conversando con los ángeles
más de cincuenta horas y que todo lo que me hicieron saber he tratado de condensarlo usando mis propias palabras y
entendimiento en este solo volumen, uno puede hacerse cargo de que me he visto
obligado a usar de mi habilidad humana para resumir las verdades que ellos me
expresaron, según las entendí. Ciertamente puedo afirmar que ni he añadido ni he quitado nada de la Palabra de Dios,
pero el Espíritu ha abierto mis ojos para ver cosas que no había visto antes de
la misma forma que revela verdades a cualquier creyente que escudriña la
Palabra.
Entre los muchos medios que el Espíritu utiliza para comunicarse con nosotros está en primer lugar la Palabra de Dios, o sea la Biblia,
las circunstancias, otros creyentes y los ángeles. También nos habla y nos
revela directamente de muchos modos, a través de sueños, visiones y dones del
mismo Espíritu; pero, en cualquier caso, es el mismo Espíritu Santo el que nos
habla. Como dice el apóstol, «hablamos sabidurías de Dios en
misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria» (l.' Corintios 2:7).
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En este pasaje, el apóstol se refiere también a mensajes recibidos de Dios
cuando dice: «sin embargo, hablamos sabiduría
entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este mundo,
ni de los príncipes de este mundo, que van desapareciendo» (1.a Corintos 2:6).
Demos gracias a Dios porque aún en épocas difíciles sigue hablándonos.
No ignoro que el hablar de experiencias fuera de lo corriente y poco comunes,
como son éstas, implica muchos riesgos. Mi primera reacción fue el tratar de
evadir el deber de comunicar el mensaje que el ángel me había revelado. Evalué
mi credibilidad y llegué a la conclusión de que sería
objeto de una crítica muy dura. Pero a través de estas páginas el lector
se irá dando cuenta de qué forma Dios me ayudó a cambiar mi punto de vista.
Algunos se han preguntado cuál ha sido el resultado o, más bien, qué es lo que
ha sucedido como resultado de estos mensajes. No hace falta decir que no tengo
medios para medir de una forma exhaustiva el impacto total, pero abunda la
evidencia de que el Espíritu Santo, fiel a su
promesa, ha provisto de alas a estos mensajes y ha hecho que dieran la vuelta al mundo a través de cintas de casette.
Hay gente en todas las partes del mundo
que se han visto liberadas mediante este refrigerio de verdades, salidas del
corazón mismo de Dios. Son a millares los
que han aceptado a Cristo. Otros
millares, que se encontraban en el desánimo, que habían abandonado
ya, han sido objeto de un reavivamiento. Cierto número de pastores a quienes me
une una amistad personal habían llegado a un
punto tal de desánimo que habían abandonado el ministerio, hoy han hallado una
nueva esperanza, y han regresado a sus puestos de servicio. Como el
Espíritu ha acompañado estos mensajes por doquiera que fuese ha hecho que sus
palabras cobrarán vida, y ha abierto una nueva puerta a la fe a los creyentes
por doquier.
A¡ tiempo que escribo estas líneas, he sido objeto
de dieciséis invitaciones distintas por parte de ángeles. A pesar de
la frecuencia de las mismas, cada dos o tres semanas, he de afirmar que aún no
me he podido acostumbrar a ellas, y no creo que lo consiga. Hay en cada una de
ellas un ambiente de santidad y de reverencia tan profundo que cada vez que las
presencio no puedo dejar de pensar en el Dios Eterno e Inmutable que los ha
enviado, en lo cerca que está de nosotros, en su amor intenso e interés
personal por nuestras familias.
Cada vez que los ángeles han venido a visitarme,
han sido portadores de un mensaje al mundo de parte de Dios. Si pudiera resumir
en una sola y simple frase la sustancia de todos los mensajes recibidos, creo
que ésta debería ser «TENGO CUIDADO DE VOSOTROS».
Al adentrarse en la lectura, mi deseo es, lector, que centres tu interés, más
que en los encuentros, en el mensaje que de los mismos se desprende. Y la
importancia de cada uno de ellos para Dios ha de ser bastante grande como para
haberle movido a enviar a un mensajero «especial» que nos los comunicara. Cada uno de los mensajes que describo en este libro lo
transmití a mi iglesia inmediatamente después del encuentro angélico en que me
fue revelado. No como citas exactas de lo que los ángeles me dijeron
sino como un compartir de las verdades hechas realidad.
Quizá le interese saber al lector que durante el
período de dos a cuatro horas que el ángel ha permanecido conmigo cada vez
que ha venido, no se llegó a citar ni un sólo versículo de la
Biblia. Antes bien, delante de mí pasaba un panorama vivo que hacía que la
verdad se hiciera real y efectiva de un modo literal. A veces me encontraba a
mí mismo como si estuviera viviendo lo que veía. Sin embargo, ni una sola vez partieron sin proporcionarme referencias
bíblicas en
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las que basar el mensaje que me habían revelado.
Debido a la naturaleza de este libro, sé que muchos
en lugar de buscar en él las razones del por qué Dios envió los mensajes buscarán razones para rechazarlo. Para otros dará
lugar a conflictos con sus conviecíones previas. Esto es del todo comprensible.
Lo que Dios hizo fue simplemente enunciar cómo son las cosas, sin tendencia a
apoyar ninguna posición teológica en particular, sino que más bien quiso
revelar su profundo amor a un mundo que se ha extraviado en su camino, pero que
ha sido hallado de nuevo por el resultado del
sacrificio de Cristo.
Las preguntas que con más frecuencia me hacen suelen ser: «¿Cómo fue que Dios
le eligió a usted?» «¿Fue a través de un profundo deseo de su parte?» «¿Fue
mediante oración y ayuno?» A todo esto, sinceramente, no sé qué decir. Me
encuentro corto e insuficiente en todos estos aspectos.
Es posible, lector, que la actividad angélica y las apariciones de los ángeles
despierten profundamente su interés. No obstante, tengo que pasarte una palabra de aviso que Dios hizo llegar a través de
Gabriel: «No busques a los
ángeles. Busca a Jesús. El es mayor que cualquier ángel.»
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BUENAS NUEVAS PARA USTED
Y SU FAMILIA
¿Sabe usted...?
¿Que si tan sólo uno de los componentes.
de su familia vive para Dios, todos
los restantes son altamente favorecidos?'`.
¿Que Dios tiene dispuesta una hueste inmensa de ángeles encargados de traer
hasta El a estas personas que son altamente favorecidas?
¿Que tienen órdenes de no hacer casode ninguna objeción, antes por el
contrario, de acelerar todo lo posible el que estas personas lleguen a hacer
una decisión?
¿Que si una de estas personas toma la decisión equivocada, los ángeles
iniciaran el ciclo de nuevo?
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BUENAS NUEVAS PARA USTED
Y SU FAMILIA
La noche del 18 de junio de 1978
me acosté a la hora de costumbre, sin ninguna premonición de que algo estaba a
punto de suceder que cambiaría por entero el curso de mi vida.
Hacia las tres de la mañana me desperté
sobresaltado al darme cuenta de que alguien estaba agarrándome el brazo y me
hacía sentar sobre la cama. Las persianas estaban tiradas y la
habitación estaba a oscuras, pero había todavía suficiente luz para que pudiera vislumbrar la silueta de un ser enorme
que se había sentado junto a mí.
He de confesar que el miedo se apoderó de mí, pues lo que fuera que me estaba
sujetando tenía tal fuerza que me resultaba imposible deshacerme de él. No
obstante, el miedo desapareció muy pronto, pues me di cuenta enseguida de que había en la habitación una presencia sobrenatural y
pronto comprendí que el ser celestial que estaba asiendo de mí era un
ángel de Dios. Y muy pronto me lo
confirmó él mismo, soltándome los
hombros e indicándome que no me asusta-
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ra. Acto seguido me dijo que Dios le había enviado porque las oraciones de su pueblo habían sido escuchadas, y que su misión era llevar el mensaje de que las oraciones no tan sólo habían sido escuchadas, sino que también habían sido contestadas. ¡Aleluya! No era un sueño, no era una visión, era algo real y muy real.
A medida que
seguimos la conversación, la voz del ángel era
tan potente y elevada que me dio la sensación de que iba a despertar de un
momento a otro a mi esposa, que se hallaba dormida junto a mí. No fue así, pero ojalá que lo hubiera sido.
Mi perra Queenie, de vez en cuando entra
en la habitación cuando se siente sola y se duerme al pie de nuestra cama. La
noche en que el ángel vino dio la casualidad de que estaba allí y parecía mostrarse interesada en todo lo que el ángel tenía
que decir. La perra estaba junto a mí y noté
cómo apretaba su cabeza contra mi pierna, tirándola la primera vez que el ángel
habló y yo le respondí. No cabe duda de que era un instante poco
común.
Sí, ya sé que todo esto suena extraño y me imagino que muchos lectores pondrán
en duda mi credibilidad. Esto no me importa; lo importante es el mensaje de
Dios, y el ángel me hizo partícipe de este mensaje con el encargo de que lo transmitiera al mundo.
La conversación duró dos horas largas,
y en ella el ángel compartió conmigo verdades magníficas de la Palabra de Dios.
Me habló del desarrollo del plan de Dios para el mundo entero y me hizo
partícipe de los cálidos sentimientos del mismísimo corazón de Dios para con
los seres humanos.
Su amor para con las personas es algo tan grande
e inmenso que podemos decir que está más interesado en la persona
que en el procedimiento. Simplemente, AMA A LA
GENTE.
El ángel me dio información que afectaba a multitud de asuntos distintos e iba
en muchas direcciones
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diferentes; no obstante, había un tema que el Señor subrayó y que seguía el
hilo de todo. Al principio no estaba seguro de cómo relatar este mensaje, hasta
tres semanas después, cuando el ángel regresó
una noche, trayéndome más de las hermosas verdades de Dios sobre los
mismos temas. Una vez más traté por todos los
medios de ver cómo era físicamente, pero
de nuevo no pude distinguir más que el perfil de la silueta de este ser
celestial en la oscuridad de nuestra habitación.
Durante la mañana que siguió a la segunda visita, mi esposa me preguntó si
habíamos tenido durante la noche anterior otro visitante celestial, pues según
me dijo, pese a que no había escuchado nada, sintió
de una forma real el calor de la presencia de Dios que llenaba toda la
habitación.
El hecho de que Dios envíe a estos mensajeros especiales con palabras del cielo
es algo tan tremendo que siento sobre mí una responsabilidad inmensa al
compartir su mensaje. Estamos viviendo en una época maravillosa y hay a través
de todo el mundo un gran despertamiento espiritual. Pero junto con esta gran
acción del Espíritu Santo, existen también renovados ataques del enemigo en
contra de la obra de Dios.
En su intento de llegar hasta Dios y tratar de dañarle, las fuerzas
satánicas están atacando la familia y el hogar,
que es lo más cercano que existe en la tierra al corazón de Dios. Los
hogares sufren y muchas veces ni siquiera saben el por qué. El ataque es mucho
más y va mucho más lejos que ser un simple ataque en contra del hogar, pues si
analizamos a fondo nos daremos cuenta de que cada vez que Dios trata de
escribir un nuevo capítulo en la historia de su obra el. enemigo y las fuerzas
satánicas aumentan y renuevan su actividad. Los enemigos de Dios siguen unas
pautas que fueron trazadas ya hace mucho tiempo. Hablando de estos ataques
satánicos, el ángel trajo a mi mente la forma en que el enemigo luchó ya en
tiempos
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pasados. Cuando
nació Moisés y Dios puso en marcha un plan cuyo objetivo era liberar a los
hijos de Israel sacándoles de la tierra de Egipto, preparó a este niño cuya
madre reconoció al instante que era un niño especial y Satanás puso también en marcha sus ataques para
desbaratar el plan de Dios.
Satanás no
sabía quién era el que Dios había escogido y en consecuencia indujo al faraón a que matara todos los niños hasta cierta edad,
en un intento de librarse así del que había sido escogido para llevar a término
el plan trazado por Dios.
Otra de estas ocasiones tuvo lugar en tiempos de la reina Esther. El enemigo
sabía que estaba a punto de llegar el tiempo en que el pueblo de Israel iba a
ser liberado de su cautiverio. En consecuencia, empezó a maquinar a través del
corazón de un hombre que se llamaba Amán de tal modo que salió un decreto en
Susa, capital del reino, que todos los judíos debían ser ejecutados. De nuevo el enemigo trató de detener el plan de Dios,
pero de nuevo fracasó.
Cuando nació Jesús empezó a desdoblarse el capítulo más grande de todos los
tiempos en el plan de Dios. De nuevo las fuerzas satánicas se dijeron: «de una
forma u otra hay que detenerlo. Es el Hijo de Dios. Debemos impedir que nazca, pero no sabemos dónde se
encuentra.» Y así preguntaron, «¿dónde está? ¿Dónde va a nacer?»
Si Satanás hubiera podido penetrar las mentes, todo lo que tenía que hacer era
llegarse hasta los pastores o hasta los magos y
leerlo allí, pero allí no había nada. Finalmente descubrió el área general donde tendría lugar el,
nacimiento, y una vez más las fuerzas satánicas se pusieron en marcha siguiendo el mismo procedimiento. Una vez más
mataron a todos los niños, pero Jesús no estaba allí.
En nuestros días se está realizando un nuevo capítulo, un capítulo hermosísimo
dentro del plan de
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Dios. Dios está poniendo bajo un nuevo enfoque el concepto de la familia sobre
la tierra. Dios está revelando que su plan de salvación, un principio que puso
en marcha hace ya muchos años, no es un plan que afecte a las personas sólo
como individuos, sino que en él reserva un lugar para la familia entera, pero cada miembro de la familia debe nacer de nuevo de una
forma individual.
Al conocer esto me dije: «Este es un concepto de teología muy extraño. No
parece correcto.» Pero luego descubrí que Dios mismo fue el que inició este
proceso. Este fue el plan maravilloso que reveló ya a Moisés en el tabernáculo. El ángel me hizo reparar en el hecho de que Dios
quiso que el nombre de cada cabeza de familia de
Israel y su familia estuviera presente en la puerta del tabernáculo, pues los
anillos de plata que sostenían el velo del templo fueron hechos con los siclos
de la expiación. Esta entrega o donación de medio siclo de plata fue
hecha por cada hombre de Israel como expiación por su alma a Jehová. Los siclos
fueron fundidos, y de esta formó quedó constancia en las puertas del
tabernáculo de que Dios había incluido a todos en su plan.
Este plan de redención para las familias era tan importante que Dios requirió
de cada familia que en memoria entregara medio siclo de plata cada año a fin de
recordar este hecho. Todo esto se expone con mucha claridad en Exodo 30:12-16 y
38:25-28.
¿Recuerda el lector a Raab, que salvó a los espías de Jericó? Los espías, por
inspiración divina, dijeron: «Raab, reunirás en tu casa a tu padre y a tu
madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre, y toda la familia que
esté en tu casa será salva.» Dios obró la salvación de la familia a través del
miembro de la misma con quien se había puesto en contacto. Raab trajo a su casa
a todos los componentes de su familia
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y todos fueron
salvos porque Dios tenía interés en toda la familia.
El plan de Dios es un plan para la familia. Todos los lazos familiares del
hogar son eternos. Y cuando lleguemos al cielo experimentaremos un gozo como
jamás antes habremos soñado. Gabriel me habló
una y otra vez acerca de la importancia que la familia tiene para Dios,
y de que podemos confiar en El. a pesar de que no nos sea dado comprender en
esta vida de qué métodos se va a valer para llevar a término la relación
familiar en el cielo. «Cuán inescrutables son sus juicios, e insondables sus
caminos» (Romanos 11: 33).
El enemigo trata de desbaratar el plan de Dios disparando
toda su artillería pesada contra el hogar, haciendo que los
maridos pierdan su amor por las esposas; produciendo querellas; haciendo que
padres e hijos se odien mutuamente, y destruyendo el hogar desde sus mismísimos
cimientos. Pero Dios dice que Satán no va a salirse con la suya.
Una de las cosas más impresionantes que el ángel me
comunicó, fue el hecho de que Dios siempre tiene un plan de reserva.
Dios ha dispuesto que su obra debe llevarse a término aun cuando para hacerlo tenga que llamar a alguien que no
estaba incluido en el plan primitivo —o aunque tenga que llevarlo a término El
mismo.
Esto se nos revela de una forma maravillosa en la historia de Esther, cuando
Mardocheo acudió a ella y de forma profética le dijo que Dios la había elegido
y puesto en el lugar apropiado para llevar a cabo un trabajo particular. Esther
podía elegir el llevar a término lo que Dios le había encomendado y tenía
previsto para ella, y de esta forma ser objeto de la bendición de Dios, o podía
también confiar en que la liberación del pueblo se hubiera llevado a término
aunque ella se hubiera negado a realizar la labor que
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