martes, 11 de julio de 2023

NOSTALGIA DEL HUEHUETENANGO SIGLO XX INICIO

 AVE SIN NIDO

DOCTOR HORACIO GALINDO CASTILLO

HUEHUETENANGO

 Págs. 18-19

Por último, sobre la "Pepita de mango", comienza a resplandecer con somnolente parpadeo, la primera es­trella.

Y mientras todo se hunde con lentitud y melancolía en indecisas borras de penumbra, el toque del Angelus esparce en la inmensidad, el ronco lamento de sus cam­panas.

Lentamente regreso a la ciudad y como traigo sobre los míos los ojos del niño que fui, me asombra y me sobrecoge ver los cambios que ha sufrido la ciudad.

)En la vieja casita familiar (la de mi cuna), hay aho­ra un taller de mecánica con varias bombas de gaso­lina.

Los aleros de la casa de don Manuel Bolaños, se han convertido en la más pobre y ruin de las cornisas. Ya no existe en la plazoleta de la Escuela de Niñas Número 3, la fuente con estatua de piedra que el alba­ñil Eulalio Gómez talló probablemente a golpe de al­mádana. Cierto es que era horrible, que carecía de brazos (como la Venus de Milo) y que espantaba a los niños (a mí sobre todo); pero, ¿cuántas estatuas del estilo contemporáneo, todavía más horrorosas y defor­mes, no adornan hoy día parques y avenidas de nuestra hermosa capital?

Tampoco están ya en su sitio, los leoncitos de mam­postería que por tantos años enmarcaron el portón de la casa de don Tomás del Cid ; ni las gárgolas de filudos dientes que sobresalían del tejado de don Aarón Gálvez.

Hace poco que el último balcón de esquina con enre­jado de madera, fue removido para hacer sitio a una vidriera en que se exhiben accesorios de plomería.

No será raro que uno de estos días, la casita de duen­de con alcantarilla que aún puede verse en la plazuela de Obras Públicas y el corredor con pilares torneados y altillo de la vivienda de doña Gudelia Herrera, al principio de la pendiente que baja hacia la calle de don Cupertino, caigan inexorablemente al golpe de las pio­chas demoledoras.

Tampoco esa calle se llama hoy así: es la 8º avenida de la zona 2, como el viejo callejón de Pinacho ostenta en su partida de bautismo el algebraico nombre de : "4 C. A. de la Z. 1".

Y si bien tales mudanzas remozan y modernizan la población, no menos cierto es que pronto Alcira, Cas­tellón y Alicante, habrán borrado de Huehuetenango el romántico recuerdo que todavía me hace llamar : Calle de los Mercaderes de Murcia, a la cuarta calle de la zona 1 y Callejón de la Santa Cruz de Córdoba, a la octava avenida "A" de la zona 3.

¿Será que en el ocaso de la vida, inexorablemente nos asalta ese romántico fervor hacia las cosas que fueron y sentimos nostalgia y congoja al ver cómo se derrum­ban los últimos vestigios de lo que tanto amamos?

En todo caso, más que las cornisas del edicto muni­cipal que desmochó viejas viguetas y aleros de tradi­ción, me gustaría ver conservadas aquellas reliquias del pasado, porque en ellas Huéhuetenango guardaba el más poético y cautivador de sus encantos.

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