martes, 9 de agosto de 2022

ESPAÑA - “POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS” -POR J. MOISÉS DELEON LETONA

POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

—245—

 CAPITULO XIX.

 De Francia a Guatemala pasando por las costas de España,
Cuba y México.

 Ya listos para regresar a la joven y rica América y después de despedirnos de los amigos, salimos de París por la "liare du. Nord," en la cual subimos al tren que, buscando el mar, nos condujo a Boulogne.

 En este puerto francés nos embarcarnos en el "Spaardam," que había llegado de Amsterdam y que pertenece a la "Holland American Line."

 Navegando hacia el Sur, íbamos entre las costas de Francia e Inglaterra a lo largo del Canal de la Mancha—que ya habíamos atravesado con antelación—quedando a la izquierda Dieppe, El Havre y Cherburgo. Luego, a la par de las francesas sóla­mente, ya en el Atlántico y del mismo lado, San Malo, Brest, San Nazario y La Rochela, entrando de último a las aguas espa­ñolas sobre el propio Océano.

 Miles de recuerdos hacíamos de "La Ciudad Luz" y de Francia en general; los comentarios a bordo eran todos favora­bles para el país hospitalario donde la vida intelectual condensa las aspiraciones de la Humanidad.

 Allá a lo lejos quedaron las bellísimas playas de San Se­bastián, siempre llenas de alegría, y posteriormente hacíamos escala en Bilbao, Santander, La Coruña y Vigo, importantes puertos de España.

 Debemos consignar que tanto de ella como de Cuba y México, intentamos describir someramente algo, porque no es posible tratar en un capítulo tan interesantes temas; únicamen­te damos una idea general, que reflejará parte de nuestro cariño a tales naciones.

 Inmenso fué nuestro júbilo desde que tocamos las primeras tierras ibéricas porque ahí escuchábamos el idioma materno, que es el mismo que hablan los españoles. Su suave acento endulzaba nuestros oídos después de más de dos años de sólo oír lenguas extranjeras, francesa e inglesa sobre todo. Sentía­mos gran desahogo, más libertad en el pensamiento y más sol‑

 - 246 —

 J. M. DELEON LETONA

 tura en las frases. Los modismos del idioma español, la sonori­dad de sus palabras y la riqueza de sus expresiones, así como las costumbres de las personas que veíamos en aquellos puertos, nos hablaban ya de la América y hacían que nos sintiéramos cerca del patrio suelo, aunque todavía había que cruzar el Atlán­tico, que de él nos separaba. Infinidad de nombres y apellidos-personales bien conocidos en ultramar, sonaban entre los habi­tantes de las costas por donde pasábamos; algunas diferencias, máxime en los diminutivos, llamaron nuestra atención gracio­samente.

 Es natural que se sienta simpatía por la Madre Patria, Es­paña, que se cubrió de gloria por muchos siglos, que mostró al Viejo Mundo el camino para venir al Continente Occidental, tan pronto como lo descubrió; que encontró el Pacífico del otro lado del Istmo de Panamá, el más grande de los Océanos y que es como un estuche de esmeraldas y de perlas, que sirve de re­clinatorio al Nuevo Mundo, la mayor de las cinco partes de la tierra; España, que alegóricamente representa una bella matro­na coronada de laureles con una lanza en la mano y un león a sus pies; que dió su raza, su sangre y su idioma a los 21 pue­blos hispano-americanos.

 Durante los días que permanecimos en sus puertos, nos di­mos cuenta de cómo es España laboriosa y comercial, que man­da sus productos hasta muy lejos: sus muelles, las grúas en constante funcionamiento y los carros cargados de mercaderías, que repletan las bodegas de los vapores que transportan millares de toneladas, muestran las actividades de su animado comercio con el mundo civilizado; voluminosos y pesados bultos se alza­ban de las balsas y de las grandes lanchas para luego descen­derlos verticalmente a los almacenes flotantes de las embarca­ciones, bien acondicionados y que constituyen el comercio de exportación: por los flancos donde concurrimos, la mayoría de tales productos de la industria van camino de la América Conti­nental y de la América Insular, donde son debidamente apre­ciados y se apetecen. Mas no sólo con el comercio y la indus­tria contribuye España a la vida de ultramar; los brazos fuertes y llenos de nervios de sus hijos hacendosos, vienen a trabajar tesoneramente a la América, y así veíamos que también se em­barcan centenares de españoles, que se dirigen a Cuba y Méxi­co especialmente, países hermanos en que la feracidad de las tierras y la riqueza en evolución atraen a los emigrantes, que se sienten como en su propio suelo natal, pues con el correr de los años y el cultivo de las simpatías, fundan su hogar que se colma—247--: POR TIERRAS SANTAS Y' POR TIERRAS PROFANAS de cariños en familiar convivencia. Es un acto impresionante el de hacerse a la mar en grupos considerables, que al unísono acarician las esperanzas de lo desconocido, que regularmente se presume mejor que lo conocido; la mezcla de opiniones sobre lo que se deja, la alegría de partir y la tristeza de separarse de la tierruca, cambian súbitamente los semblantes, que reflejan las complejas manifestaciones del alma; ora sonrisas, ora lágrimas pasan fugaces por los rostros delicados de las damas que asisten a decir "hasta luego" o "adiós" a los viajeros, entre los cuales hay algunos que se despiden para siempre en los muelles.

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