miércoles, 3 de agosto de 2022

VENECIA- “POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

-El miércoles 3 de abril del año 2019,

fue un día feliz para mí. En mis manos estaba un ejemplar original  del libro que durante 7 años anhelaba tener.  Conseguir un libro publicado hace 97 años,  y del cual que nadie ha escuchado hablar es verdaderamente casi imposible  Sin embargo cuando un asunto se pone  en las manos del Gran Dios, y él obra de acuerdo a su Soberana voluntad, nada es imposible y los milagros suceden. -

 Venecia.

De Milán, seguimos nuestra ruta rumbo a Venecia, siem­pre por ferrocarril. Divisamos a lo lejos el Lago "Garla" y el "Como" a cuyas orillas se encuentra la ciudad del mismo nombre, cuna de los Papas Inocencio XI y Clemente XIII. También pasamos el río Piave, notable por estar ahí el puente en que los italianos, después de una serie de descalabros, logra­ron detener su retirada e infligir a los austro-alemanes—durante la guerra mundial—(el 11 de Noviembre de 1917) una memo­rable derrota.

Pasamos también, aunque fugazmente, por la ciudad inmor­talizada por Shakespeare en una de sus más célebres tragedias: Verona, el teatro de las conocidas luchas entre los montescos y los capuletos que destrozaron el idilio de Romeo y Julieta.

Antes de entrar a Venecia los trenes pasan por un puente tendido entre tierra firme y una isla que queda cerca del Gran Canal.

Al dejar la estación del ferrocarril hicimos uso de una de las muchas góndolas que ahí ofrecen sus servicios, para 'trasla­darnos al hotel, pues como saben nuestros lectores, en Venecia, en vez del asfalto o la piedra de las calles de otras ciudades, son las aguas del Adriático las que forman su terso y plateado pavimento.

Es un cuadro interesante para el viajero el que presentan las góndolas de todas clases y tamaños, yendo y viniendo a lo largo de los "canales," como se llaman aquí las vías lacus­tres que cruzan la población. Y así como en otras ciudades se deduce la posición social y económica de las gentes por el aspecto de sus automóviles, en la Reina del Adriático, es el lujo o la pobreza de las embarcaciones el más seguro exponente de la fortuna de los que transitan en ellas.

Venecia tiene más de 300 puentes sobre sus 175 canales. Ofrece infinidad de islas e islotes, y todas sus lagunas comu­nican con el Adriático.

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A la altura de la Plaza de San Marcos, el Adriático forma una amplia bahía en la cual está el puerto de Venecia propia­mente dicho.

Si Venecia tiene un aspecto interesante durante el día, por la noche presenta un panorama seductor. Las luces de las embarcaciones, de los muelles y de los edificios adyacentes, multiplicándose sobre las aguas, dan la ilusión de una ciudad encantada. Se oye el chapotear de los remos de las embarca­ciones pobres; y se escucha también el palpitante rumor de los motores de las góndolas de los ricos que aún viven en sus palacios de mármol a orillas de los canales.

Se ven muchas veces bajo las casas algunas puertas que están sobre el agua, como incrustadas en los muros. Hacen, respecto a las góndolas, el papel de los "garages" respecto a los automóviles. Son como diminutos puertos pertenecientes a los dueños de las góndolas.

Venecia es una ciudad bellísima. El encanto de las noches venecianas cuando alumbra la luna, es indescriptible. Su lluvia de luminosa plata cae sobre la ciudad en donde tan sólo se oye el leve ruido de algún remo que hiere la quieta superficie de las aguas. Se creyera que de aquellos balcones aún cuelgan las escalas de seda que escucharon los besos y suspiros de tantos idilios. Se creyera que aún palpitan en el ambiente las tiernas palabras del enamorado Lorenzo para Jerica, la dulce niña de ojos azules y labios de coral, que guarda en su alma tantos tesoros de ternura como monedas guarda en su arca su padre, el avaro Sylock, el Mercader de Venecia.

Otras veces, pareciera que hasta las gaviotas, los gansos y los patos no quieren reposar ni dormir, sino volar y nadar. Se les ve en continuo movimiento como buscando algo que la reina de la noche les señala, pero que ellos nunca encuentran por más que escudriñan sobre el dorso líquido de los canales y lagos venecianos. Se diría que su vuelo y su nado se facili­tan más durante este tiempo. Los mármoles y las pinturas exteriores de los palacios, por efecto de la luz de la luna, pare­cen aumentar su belleza maravillosa.

¡Cuántas almas ardientes se dirían ahí sus íntimos secre­tos, a la luz de la luna, bajo la mirada de "las castas estrellas," mientras el rumor de las aguas del Gran Canal resonaba como un melodioso himno nupcial; y la góndola del enamorado doncel se deslizaba dulcemente sobre las aguas! Vienen a nuestra mente las melancólicas figuras de los héroes que Shakespeare, "el Gran Buzo del corazón humano," hace desfilar en sus obras

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geniales: vemos, con los ojos de la imaginación, surgir la silueta negra y trágica de Otelo, el moro celoso que avanza con los ojos llameantes; y repetimos mentalmente aquel bellí­simo soneto de otro vate centroamericano que dice:

"No despiertes Desdémona. Tu dueño, El torpe moro rebosante de ira,

A la luz de la lámpara te mira

Convulso el labio y cejijunto el ceño.

No despiertes, Desdémona, que el sueño Que en blando vuelo por la estancia gira, Mientras la noche silenciosa expira, Vierta en tus ojos bienhechor beleño.

No despiertes, Desdémona, al moverte Ese demonio, que el amor ultraja De ti dudando, te dará la muerte.

No despiertes, las sombras sepulcrales Ya se acercan y, en breve, una mortaja Te formarán tus sábanas nupciales ..."

La Catedral de San Marcos es una joya arquitectónica que la ciudad de Venecia muestra orgullosa a los ojos del viajero. Inmediatos a ella se encuentran el Palacio y Gran Museo de San Marcos, que contienen los cuadros de pintura más grandes del Mundo. En este Palacio se hallan las oficinas correspondientes a la antigua República de Venecia en las cuales los trabajos en madera son verdaderas filigranas que están tan bien conser­vadas como si ayer no más se hubiesen terminado. como es designada en la Historia. En uno de los salones de este Aquí se reunía el célebre "Consejo de los Diez" que presidía aquella "República aristocrática,"como es designada en la historia. En uno de los alones de este Palacio, hábilmente disimulado en la pared, se encuentra el buzón en que los nobles de aquella época denunciaban a los de su propia casta por crímenes o conspiraciones contra el Gobierno Veneciano.

Comunicando este Palacio con la prisión del Estado, y sobre un canal, se encuentra el terrible puente de los "Suspiros," por donde pasaban los reos para ser juzgados por asuntos políticos. Una sola vez hacían este angustioso trayecto, pues, si la senten­cia del Consejo los ponía en libertad, salían por una de las puertas del Palacio; pero, si desgraciadamente aquella era con­denatoria, regresaban por un subterráneo al sitio de ejecución.

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De modo que al pasar por el puente, se iba a la vida o a la muerte. He ahí el origen del nombre de este puente macabro.

Entre las cosas que más llamaron nuestra atención en el renombrado Museo de San Marcos, está la primera imprenta, tal como fué ideada por Gutenberg, así como el primer libro que se imprimió con letras de madera. Fué en este lugar donde hicimos una extensa consideración respecto a la trascendencia que ha tenido este notable invento que sirve para perpetuar los demás inventos y pensamos que, con justicia, ha sido llama­da la Imprenta, "La pólvora del pensamiento."

Hay algo de inspiración divina en el invento que dió ori­gen a esas humildes piecesitas (ahora de metal) que, cuando pasan por la mano del hombre, adquieren un poder infinito y hacen surgir mundos espirituales de las páginas de un libro, como surgieron los mundos del seno del Caos al conjuro de la palabra de Dios. Mientras las letras yacen en las cajas, parece que están dormidas; su enorme pujanza se encuentra en estado potencial, pero al pasar por el componedor, que es quien las organiza en orden de batalla, adquieren la irresistible fuerza del más formidable de los ejércitos, pues, como dijo Spencer, "las ideas gobiernan el Mundo;" y es la prensa la portadora luminosa de esas ideas que, al extenderse sobre el orbe, se infiltran en las conciencias y constituyen el único poder definitivo sobre la tierra: Y así como de la noche en que dormía el cos­mos surgió la armoniosa vida universal, en los cielos del alma humana, al influjo de la imprenta se cumple su radiante fiat lux.

En nuestra mente pasa la imprenta como una Emperatriz cubierta de piedras preciosas, esas joyas pulidas por Shakes­peare, Cervantes, Goethe, Núñez de Arce, Rubén Darío y tantos otros orfebres del pesamiento que le han bordado el manto con soles llenos de luz.

La imprenta ha robado como Prometen, el fuego sagrado de los cielos y lo lleva como una antorcha encendida que guía a la Humanidad en su marcha hacia una nueva civilización.

Existen en la Plaza de San Marcos edificios parecidos a las "Loggias" o galerías de que ya hicimos mención al hablar de Milán; y, en una de ellas fuimos invitados para visitar una de esas fábricas venecianas que trabajan el vidrio y que son famo­sas en el Mundo. Espejos, bombillas, pantallas, objetos de arte de los más variados colores y de las más caprichosas formas se fabrican, con perfección para surtir al comercio de los más lejanos lugares de la tierra.

La Gran Torre que se eleva frente a la misma Plaza de

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San Marcos, hecha toda de ladrillo, domina perfectamente toda la ciudad y gran parte de la Bahía. Desde ella nos dimos el placer de contemplar toda "la ciudad soñada" y el hermoso paisaje que presentan el Gran Canal y todos los pequeños cana­les que de éste se desprenden.

Como ya hemos dicho, las góndolas constituyen la nota ca­racterística de Venecia. Hay góndolas para el acarreo de leña, para la conducción de equipajes, para todos los objetos de la vida. Hasta los cadáveres van conducidos en negras góndolas con ribetes dorados que tienen toda la apariencia de un flotante carro fúnebre.

Las góndolas de Venecia son, generalmente, muy largas y su proa forma una especie de cuello de cisne.

Recorrimos los principales lugares de Venecia en una de estas clásicas barcas, llamándonos siempre la atención el hecho de que todas las casas tienen sus cimientos sobre el agua, en apariencia.

Durante la guerra europea se llevaron a Venecia millares de sacos de arena con el objeto de preservar del bombardeo las joyas artísticas existentes en la Catedral y el Palacio de San Marcos.

Durante ese mismo tiempo, muchas obras de arte se tras­ladaron de Venecia al interior de Italia con el mismo objeto.

Como consecuencia de su situación marítima, Venecia tiene mucha actividad en la industria de la pesca y sus habitantes consumen grandes cantidades de mariscos.

Recordamos como una circunstancia curiosa que, visitando una de las fábricas de vidrios y objetos de arte de que ya habla­mos, nos mostraron el pedido de un Señor López, de la Repú­blica del Salvador, que acababa de estar en Venecia. Nos llamó la atención el hecho, por coincidir con nuestra llegada y estar tan lejos de Centro-América

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