domingo, 14 de agosto de 2022

XX- COMPARACIONES - “POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS"

POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

  XX.
Observaciones.—Comparaciones.

 Durante todo el viaje revivió en nosotros el inolvidable recuerdo que desde 1908 teníamos del Maestro, Br. Don Vicente Rivas—autor de la Geografía Universal, repetidas veces edita­da—cuando en el último año de nuestros estudios en la Escue­la Nacional de Comercio de Guatemala nos enseñaba Geografía Comercial.

 Además del cariño y gratitud que todo discípulo debe sen­tir por su preceptor, teníamos en esta circunstancia especial el placer de ir constatando prácticamente la veracidad de las me­tódicas explicaciones de aquel apóstol de las Ciencias Geográ­ficas, que tan útiles nos fueron. Y así, al cruzar las fronteras, al tener a la vista una península; a través de los mares, de los lagos, de los canales; al surcar un golfo, una bahía, un río; al recorrer una línea férrea, una carretera; al atravesar los Alpes, al admirar los desiertos; al conocer una capital, un puerto; al ver las producciones naturales e industriales de cada país ex­tranjero, de todo lo cual el Señor Rivas nos había hablado, nos parecía que el día anterior habíamos recibido su última lección, no obstante que hacía 17 años que la habíamos escuchado.

 Dos lustros, más o menos, han transcurrido después de su muerte: al cabo de ellos escribimos esta primera observación en su honor para que represente una palma de inmortales cortadas sucesivamente én los cien países que él desde su cátedra nos enseñó y asidas con el crespón violeta del reconocimiento, ofren­da floral que, emocionados y respetuosos, colocamos sobre su tumba.

 En Norte América, como en Francia e Inglaterra, las confe­rencias públicas, gratis o pagadas, desarrollan todos los temas contribuyendo eficazmente a la instrucción, al adelanto del pue­blo y del obrero. Todo el mundo lee. Los tranvías, los trenes, los barcos; los ómnibus, los carruajes, hasta las naves aéreas, son salas de lectura ambulantes.

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 El periódico es muy barato; se consigue en todas partes, como el aire, como la luz.

 Las bibliotecas, ya se sabe que abundan por doquiera al al­cance de todos. Hay en ellas millones de libros a disposición de los lectores. He aquí el busilis, la gran cuestión para pro­gresar, para estar al día, al tanto de lo que pasa en su país y en el extranjero.

 Como estas conferencias que mencionamos ya, son diarias y en diferentes sitios, uno puede asistir cuando desee, cuando puede, cuando le interesa el tema. En esta atmósfera purificado­ra, el obrero es un sér consciente. Aquí nos persuadimos de que el progreso de una nación se mide, no por sus edificios o monumentos, sino por el número de sus hombres cultos. Los sa­lones para conferencias y salas de lectura, no obstante que están unos lejos de otros, tienen fácil acceso porque los vehículos caminan muy ligero, en distintas direcciones y no son caros. Así, con toda rapidez y comodidad, se trasladan los lectores: los medios de locomoción acortan las distancias.

 Pensamos que una de las causas del progreso material de los Estados Unidos consiste en el profundo, en el concienzudo estudio de las Matemáticas y de su atinada aplicación. Todo lo reducen al número. Después de hechos todos los cálculos mate­máticamente, ejecutan sus obras colosales, yendo al éxito segu­ro porque ya todo está visto y resuelto de antemano en el es­critorio.

 Creemos que otra de las causas es el espíritu de asocia­ción. En los negocios, por ejemplo, las compañías, mediante el esfuerzo colectivo y el capital social, obtienen utilidades fabu­losas y sus operaciones toman más auge cada día. Tal es la vida de los "trusts" cuyo poder es incontrastable y cuyos millo­nes de dólares hacen que los estadounidenses tengan intereses por todo el mundo y que sus negocios marchen siempre bien, a la segura.

 Indudablemente una de las causas (tal vez la principal) de que en Norte-América y Europa gocen de tanta salud los habitantes, pues casi todos son muy sanos, es el cuidado que la Municipalidad y el Gobierno por una parte, y los particula­res por otra, tienen con todos los articulas de primera necesi­dad, no sólo en cuanto a su pureza y procedencia, sino a su perfecta conservación.

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS'

 Da gusto ver en los mercados el aseo, la limpieza en que están todos los víveres, guardados en vitrinas, a la vista del público. Para mayor comodidad, en cada dos o tres manzanas hay un mercado, sin perjuicio de las ventas ambulantes en auto­móvil y de los repartos de abastos que se hacen por el mismo medio.

 Los precios de las cosas están marcados sobre los respecti­vos artículos, de manera que no se pierde el tiempo en estar preguntando ni en regatear, pues aquellos son fijos.

 Observamos que en muchos países extranjeros los padres de familia, aun los millonarios, para obtener la mejor educación y preparación de sus hijos, procuran que éstos, siempre—desde niños y tomando en cuenta su edad, constitución, tendencias, etc.,—tengan alguna obligación, algún pequeño cargo, una ocu­pación en el hogar. Esta buena costumbre hace que el niño se habitúe al orden, al trabajo, a la gradual disciplina, al cum­plimiento del deber. Muchos millonarios hay que, el Domingo, el día festivo, antes de dar para los dulces a sus hijos, ven que éstos hagan algo útil en casa, de manera que el dinero lo reci­ban, no como un regalo, como un presente, sino como una retri­bución de su pequeña labor. Así aprenden prácticamente que un peso tiene cien centavos y que hay que saber cómo se gastan. Esto nos recuerda la opinión de un Profesor de Agricultura que proponía que, en vez de proferir el consabido "¿Cómo está usted?" al saludarse, se dijera "¿Qué sembró usted ayer?"

 En Estados Unidos, en cada manzana. en cada esquina; a cada cien metros en las poblaciones, y a muy cortas distancias en los campos, existen aseadas, bonitas ventas de gasolina, pan de la industria actual, líquido codiciado que, al inflamarse, pone en rapidísimo movimiento millares de automóviles y otras muchas máquinas. No podemos menos que apreciar tal adelanto, que admirarlo, pero ¡ay! nos dolió el alma al pensar que tales ventas, en Centro-América están substituidas por las de licor.
Tal es este terrible parangón. Si en vez de cantinas, si en lugar de cada venta de licor, tuviéramos escuelas, una escuela, qué felices serían estos cinco jirones del Istmo Centro-Americano!!
En aquel vigoroso país es tal la cantidad de automóviles que hay, que se calcula uno para cada dos habitantes. Hay millares de personas que tienen varios autos para viso particular de cada
una de ellas. A estas cifras fantásticas debemos agregar el

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 J. M. DELEON LETONA

 número de carros que se fabrican diariamente para las necesi­dades de la Gran Nación y las del exterior, pues la exporta­ción es considerable.

 Nosotros vimos fábricas y talleres americanos (para auto­móviles) en Europa, Asia y Africa, abundando los "Ford."

 Puede decirse que, prácticamente, cada casa particular tie­ne su "garage" además de los del servicio público, del nacional, del de bomberos, etc., que también son numerosos.

 En vista de la gran cantidad de autos y de la velocidad con que éstos corren en los Estados Unidos, alguien los ha com­parado a millones de escarabajos atacados del delirio de perse­cución.    * * *

 A medida que nos alejábamos más del País, más concentra­dos sentíamos nuestros afectos hacia él y, entre más admirába­mos el adelanto, la civilización de otras naciones, más deseába­mos el progreso de la nuestra y pensábamos que cuánto bien haría a nuestros hombres la sana mentalidad de aquellas gentes que no conciben la envidia, la crítica, la malicia. Ojalá—decía­mos como monologando—se pudiera con una especie de inyec­ción, infiltrar en nuestros factores aquella sana mentalidad y por el mismo procedimiento se nos extrajera el turbio líquido de nuestros defectos. * * *

 Los Estados Unidos es el país en donde está más desarro­llado el automovilismo. Las espléndidas, extensas y numerosas carreteras contribuyen a tal desarrollo; las vías de comunica­ción se hallan siempre bien atendidas por las autoridades y por la iniciativa individual. Constantemente se abren nuevas carreteras y se emplean en su pavimento materiales de primera clase, siendo personas expertas las encargadas de las obras, de manera que los trabajos son acabados, de larga duración y cuyo gasto es pequeño en relación con la gran utilidad que los carac­teriza. Son notables las carreteras de California, que son las mejores de los Estados Unidos y de todo el mundo, y consti­tuyen una palanca poderosa en el adelanto increíble que ha alcan­zado aquella región que comenzó a explotarse hace poco relati­vamente.

 En este país, los automóviles son muy baratos y se fabri­can en muchos Estados; así, están al alcance de todas las fortu­nas. El obrero estadounidense no concibe su vida sin su "máqui­na," pues le sirve para trasladarse de donde habita a su trabajo o viceversa, porque es el medio más rápido de que dispone.

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 El tiene su automóvil por este motivo, por imperiosa necesidad.

 Naturalmente hay, a la vez, autos de lujo a precios elevados que lucen las personas acomodadas en sus paseos por las ciuda­des y los bosques aumentando el tráfico y el bello aspecto de estos centros de población y de solaz.

 Hemos querido recalcar la importancia que en los Estados Unidos se da a los caminos, una de las bases del progreso del país más rico del Mundo, donde se hacen fabulosas fortunas y donde se vive tan confortablemente, gracias al trabajo y a las libertades de que en él se disfruta.

 Cuando se discutía en el "Board of Trustees" de una ciudad del Sur de California la apertura de un nuevo "higway," que uniría por un camino más corto cuatro Condados, a fin de darles salida hacia el mar, un rico finquero del interior, dijo: "La uti­lidad de las vías de comunicación no se discute. Yo compré la finca tal cuando no había caminos, por un precio ridículo. Al abrirse la primera carretera que la puso en comunicación con varios centros de consumo, su valor se decuplicó, y algún tiem­po después cuando se construyó un ramal del South Pacific (vía férrea que recorre todo el Sur y Occidente de los Estados Uni­dos) que la atraviesa, el precio de mi propiedad se aumentó cincuenta veces. Opino, pues, por la construcción de la nueva carretera que ha de centuplicar el valor.de las fincas que va a comunicar con el mar y con el resto del país, con el mundo. Cada Condado costeará, íntegramente, la parte que le corres­ponde."

 Entre tanta grandeza, entre tanta maravilla que por doquie­ra contemplamos y que saturó nuestra alma de infinito placer, figuraba siempre un bello punto blanco, muy marcado, que jamás se apartó de nosotros: el grato recuerdo de nuestra Patria!

 Al contemplar los mares, los desiertos, las siete maravillas del Mundo; al °visitar los museos, al admirar los templos y mo­numentos, al conocer los hombres más ilustres de los países directores de la vida moderna, necesariamente nos damos cuen­ta de lo que ha sido, de lo que es y de lo que será el Hombre y, ante los indescriptibles portentos que se presentan ante nuestros ojos y ante nuestra imaginación viene a nuestro cerebro la inte­rrogación bien justificada de que si "todo aquello" es obra de LA PROVIDENCIA o del hombre, mediante inspiración Divina. Tales son las divagaciones que en nuestra mente deja la con

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 templación de la Naturaleza y las Obras Maestras del Hombre, a través de los siglos y sobre la superficie del Orbe. Probable­mente la distancia a que el viajero se encuentra respecto de su suelo natal, la diversidad de razas y de idiomas y su deseo cons­tante de investigar, contribuyen a saborear mejor el proceso de la civilización humana, gracias a los viajes y a las gráficas de­mostraciones que encontramos a nuestro paso.

 Francia va a la vanguardia de las naciones civilizadas, entre otras cosas, en la aviación; cuenta con más de 5,000 aeroplanos en su ejército, teniendo numerosos y extensos talleres para la fabricación respectiva. Abundan los "Hángars" y campos de aviación en los alrededores de París y en otras ciudades fran­cesas que se comunican entre sí y con el extranjero mediante los aviones que llevan pasajeros, correspondencia, etc.

 Alemania se distingue por sus insuperables Químicos: en Medicina, Agricultura y en muchas industrias hacen aplicaciones sorprendentes. Los Estados Unidos tienen gran desarrollo en la Mecánica: sus industrias, sus empresas fabriles, son colosales. Siendo éste el País del Dólar, de la electricidad y del acero, ha construido en su territorio una inmensa red ferroviaria que parece telaraña, en la cual hay rieles de acero en vez de hilos de seda. Es tal el continuo movimiento de sus ferrocarriles, que en los centros de población como New York, Chicago, etc., cada 3 minutos entra o sale un tren de pasajeros.

 En Suiza se distingue la fabricación de instrumentos de precisión, pero su mayor distintivo es la educación.

 A propósito de la religión, recordamos que el año próximo pasado "Los Juegos Olímpicos" comenzaron en París por un solemnísimo "Te Deum,," celebrado en la Catedral, es decir, en Nuestra Señora de París, a cuyo acto asistieron los miembros más conspicuos del Gobierno, el Cuerpo Diplomático, el Consu­lar, etc. De esta manera se dió principio a la serie de pruebas y concursos con todos los elementos internacionales que asistie­ron a París con motivo de "Los Juegos Olímpicos," como es bien sabido, con beneplácito general. La clausura de las escue­las y universidades sostenidas por el Estado, principia siempre en Estados Unidos, con una oración-discurso, pronunciada por un Ministro católico o protestante.

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 Los europeos, al oír "América" se imaginan sólo riquezas fabulosas, porvenir brillante, formación de grandes capitales en muy corto tiempo.

 El respeto, el cuidado, la atención que de parte de todas las personas, sobre todo de la policía, se nota para los niños y los ancianos en los grandes centros de población, particularmen­te donde el tráfico es difícil, es digno de aplauso, de encomio y de imitación: causa gusto ver los agentes de policía—atentos, corteses—ayudar, proteger a los niños, a las mamás que van con las criaturas en sus brazos y que se les dificulta atravesar las bocacalles o bien la entrada a los tranvías, ómnibus, trenes, etc. Son los niños, son las mamás quienes suben de primero a estos vehículos; los ancianos son muy considerados también, muy bien atendidos. Los heridos de guerra, los inválidos, igualmen­te merecen la preferencia en estos lugares.

 En las capitales europeas vimos muchos hombres a quie­nes les faltaban uno o varios miembros de su cuerpo: son gue­rreros heridos en la colosal lucha de 1914 a 1918: aquí un solda­do joven con sólo un brazo, allá un oficial que perdió un ojo; adelante, un Jefe distinguido que tiene guante negro cubriendo su mano derecha de madera; después, un aviador con nariz muti­lada, un telegrafista tuberculoso, desgraciada consecuencia de los gases asfixiantes.... Para estos héroes sobrevivientes de la gran hecatombe, todo el mundo tiene una prolongada sonrisa, una simpatía espontánea; tiene mudas palabras que parecen decirles : "¡ habéis hecho honradamente, merecéis bien de la Patria!"

 En el austero rostro de estos esclavos del deber, de estos valientes inválidos, hay algo que infunde un gran respeto y que nos habla patéticamente del destino que, muchas veces, empuja a los hombres a precipicios y martirios preparados por los pro­pios hombres.

 La idea que se tiene de la Bandera Nacional—fuera de aquí—es muy amplia. Esta insignia se ve en las Iglesias, en los grandes edificios particulares, en el seno de las sociedades, en cada salón de clase en las escuelas, en los talleres, por doquie­ra (hasta sobre las viandas en los estrenos de hoteles, restaurants y en las fiestas íntimas o públicas) y siempre es con regocijo, con gran respeto y simpatía que se ostenta el sagrado emblema, ya sea en el interior o en el exterior de dichos lugares. No son,

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 pues, sólo el Gobierno y la Municipalidad quienes poseen la enseña de la Patria, mas todo el mundo, individual o colectiva­mente, la respeta y le rinde culto en los actos religiosos, oficia­les y sociales en todo tiempo.

 La bandera es de todos y para todos los ciudadanos.

 Los habitantes de países extranjeros saben que Centro-América produce: café, azúcar, cacao, hule, maderas, ganado, cte. ; que posee ricas minas de oro, plata, cte. ; saben de sus belle­zas naturales, de sus lagos, de sus montañas (y también saben de sus frecuentes revoluciones, desgraciadamente.)

 Nos platicaron de su porvenir, de las industrias, de las vías de comunicación, del comercio ...

 Da gusto ver en aquellos mercados nuestros productos que se distinguen entre los de su género por su magnífica calidad, especialmente el café y el cacao que ocupan lugar preferente en las grandes exposiciones y que han obtenido los primeros pre­mios. Ambos artículos saboreamos en diferentes establecimien­tos estadounidenses y europeos escuchando, reconocidos, los justos elogios que se hacen a los frutos centro-americanos. Las casas tostadoras y vendedoras- orgullosamente exhiben en sus vitrinas, olorosas muestras con llamativos rótulos que dicen: "¡ Café de Guatemala !", "¡ Café de Costa-Rica!", "¡ Chocolate de Nicaragua)     1

 Miembros de sociedades científicas, literarias y de otros centros sociales, así como algunos periodistas, nos hablaron con entusiasmo de los poetas, literatos, artistas, sabios, filóso­fos; oradores, polígrafos, directores de la prensa, hombres de estado y demás intelectuales prominentes de la América Istme­ña: es un alto concepto el que se tiene de ellos en el extranjero. Son conocidos los nombres de los grandes políticos y de los miembros prominentes del Catolicismo. Algunos comerciantes nos preguntaban de nuestros millonarios, de los ricos hombres de negocios.

 Nuestras Legaciones y Consulados están servidos por per­sonas cultas, inteligentes, bien relacionadas. Fué con gran placer que vimos obras literarias y de texto de algunos de nues­tros paisanos en las grandes bibliotecas, libros que son muy solicitados y que se encuentran a la par de obras de celebridad mundial. Desde luego, estas emociones que inmediatamente

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 nos transportaban al terruño, en alas de la imaginación, nos hacían pensar en que el trabajo de los connacionales muchas veces es más apreciado fuera que dentro del país.

 En los más grandes museos, tuvimos la grata sorpresa de ver bellos ejemplares del simbólico "QuetzaP—con su larga cola verde esmeralda—cuidadosamente conservado en lugar prefe­rente y entre limpísimos vidrios

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