domingo, 14 de enero de 2024

"ÁTALA" DE CHATEAUBRIAND -Tragedia 6

"ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

EN LA VERSIÓN CASTELLANA DE SIMÓN RODRÍGUEZ, PUBLICADA EN PARÍS, 1801.

"Aquí la voz de Átala se extinguió, las sombras de la muerte se esparcieron alrededor de sus ojos y de su boca, sus dedos ya torpes buscaban algo que tocar
, y ella conversaba quedo con los Espíritus invisibles. Luego, haciendo un esfuerzo, procuró, pero en vano, desatarse el pequeño crucifijo que tenía al cuello: por último me rogó que lo desanudase yo, y después me dijo:

"Cuando te hablé por la primera vez junto a la lumbre, viste con su reflejo brillar esta cruz en mi pecho: este es pues el solo caudal que posee Átala. López tu padre y mío se la envió a mi

OBRAS COMPLETAS - TOMO II 487

madre cuando yo nací. Recibe ahora de mí esta herencia, hermano mío: consérvala en memoria de mis desgracias. Tú recurrirás a este Dios de los desventurados en las penas de tu vida, y darás quizá una lágrima a tu amante. Chactas, todavía tengo que hacerte la última súplica. Amigo, nuestra unión no podía menos que ser

muy corta sobre la tierra; pero después de esta vida hay otra mucho

más larga. ¡Qué terrible cosa sería el vivir separada de tí por una eternidad! Yo no hago más que adelantarme para irte a esperar al reino celestial. Si me has amado, joven idólatra, hazte instruir en la religión cristiana, en esta divina religión que preparó nuestra reunión eterna. Ella obra a tu vista un gran milagro dándome fuerzas para dejarte sin morir entre las angustias de la desesperación. Sin embargo, Chactas, no exijo de tí sino una simple promesa: yo sé demasiado lo que cuesta un juramento para pedírtelo.

Quien sabe si este voto te separaría de alguna mujer más feliz que yo . . . ¿habrá quien te ame como Átala? . . . ¡Oh madre mía, perdona a tu hija delirante! ¡Oh virgen, aplaca tu ira! ¡Yo recaigo en mis flaquezas, y te usurpo, Dios mío, unos pensamientos que no

deberían ser sino para ti".

"Partido el corazón de dolor, y ahogándome los sollozos, que se agolpaban como si el pecho se me rompiera, prometí a Átala abrazar algún día la religión cristiana. A este espectáculo el solitario levantándose como inspirado, y extendiendo los brazos hacia la bóveda de la gruta: "¡Ya es tiempo, exclamó, ya es tiempo de llamar aquí a Dios!".

"Apenas pronuncia estas palabras cuando por un impulso sobrenatural caigo arrodillado, e inclino la cabeza a los pies de Átala.

El sacerdote abre un lugar secreto, en donde tenía reservada una urna de oro cubierta con un velo de seda, se postra, y adora profundamente.

La gruta pareció de repente iluminada: las voces de los ángeles, y los trinos de las arpas celestiales se oyeron en los aires,

y cuando el solitario sacó el vaso sagrado de su tabernáculo, creí ver al mismo Dios salir del costado de la montaña".

"El sacerdote abrió el copón, tomó entre sus dos dedos una hostia blanca como la nieve, y se acercó a Átala pronunciando palabras misteriosas. Ella como una santa en éxtasis tenía los ojos clavados en el cielo. Todos sus dolores parecían haber cesado, toda su vida parecía recogida en su boca, sus labios se entreabrieron y vinieron a tomar con respeto al Dios oculto bajo el místico pan. Luego el divino viejo moja un poco de algodón en un aceite consagrado, unge las sienes de Átala, se queda por un momento mirando a la doncella

488 SIMÓN RODRÍGUEZ

moribunda, y de repente prorrumpe en estas fuertes palabras: "sal alma cristiana y ve a unirte con tu criador". Entonces yo levantando la cabeza y mirando el vaso en que estaba el santo óleo. "Padre mío, le pregunté, ¿dará la vida a Átala ese remedio? Sí hijo, me respondió el viejo arrojándose en mis brazos, la vida eterna! Átala acababa de expirar".

En este paso fue donde Chactas se vio a interrumpir su historia. Las lágrimas lo inundaban y su voz interceptada apenas le permitía articular las palabras. El ciego Sachem descubrió su pecho y sacó el crucifijo de Átala. "¡He aquí, exclamó, esta prenda de la adversidad! ¡Oh Renato! ¡Oh hijo mío! ¡Tú la ves, y yo no la veo ya! Dime, ¿después de tantos años el oro no se ha alterado? ¿No están en él estampadas mis lágrimas? ¿No podrías tú conocer la parte que una santa ha tocado con sus labios?

 ¿Cómo Chactas no es todavía cristiano? ¿Qué frivolas razones de política y de patria lo han retenido hasta ahora en los errores de sus padres? No! yo no quiero diferirlo por más

tiempo. La tierra me grita: ¿cuándo bajas a la sepultura, y qué aguardas para abrazar una religión divina? ¡Oh tierra, tu no tardarás mucho en recibirme! Luego que un sacerdote rejuvenezca en las aguas esta cabeza que las pesadumbres han encanecido, espero

reunirme con Átala. Pero acabemos lo que me resta de mi historia".

 

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