jueves, 4 de enero de 2024

"ÁTALA" DE CHATEAUBRIAND 458-459

"ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

EN LA VERSIÓN CASTELLANA DE SIMÓN RODRÍGUEZ, PUBLICADA EN PARÍS, 1801.

  458-459

"Así como se ven estrellar las olas durante una borrasca; así como un torbellino en tiempo de otoño levanta las hojas secas: así como los carrizos del Meschacebé se doblan y se enderezan en una inundación repentina; así como una gran manada de ciervos brama en el centro de una selva; así se agitaba y murmuraba el consejo. Sachems, guerreros, matronas hablan por turnos o todos a un tiempo.

Los intereses se chocan, las opiniones se dividen, y el consejo va a disolverse. Pero al fin el uso antiguo prevalece, y se determina que debo ser quemado, con los tormentos acostumbrados".

"Una circunstancia vino a retardar mi suplicio. Se acercaba la fiesta de los muertos, o el convite de las almas, y es de uso el no dar muerte a los cautivos en los días consagrados a esta gran ceremonia.

Entretanto, me pusieron bajo una guardia severa, y sin duda los Sachems hicieron retirar a la hija de Simaghan, porque no la volví a ver".

En este intervalo llegaban de tropel las naciones de más de trescientas leguas en contorno, a celebrar el convite de las almas; a cuyo efecto se había construido una larga choza en un sitio excusado del desierto. El día destinado, cada nación exhumó los huesos de sus padres de sus sepulcros particulares, y colgó sus esqueletos por orden y por familias a las paredes lateralese de la sala común de los abuelos.

Los vientos (porque se había escogido el momento de una tempestad) los vientos, los bosques, las cataratas rugían por defuera, mientras que los ancianos de diversas naciones concluían entre sí tratados de comercio, de paz y de alianza sobre la osamenta de sus padres".

"Se celebran los juegos fúnebres, la carrera, la pelota, la taba.

Dos doncellas bregan por quitarse una varilla de sauce. Sus pechos se rozan, sus bocas se encuentran, sus manos se cruzan sobre la varilla que levantan por encima de la cabeza, sus bellos pies desnudos

458 SIMÓN RODRÍGUEZ

se entrelazan, sus suaves alientos se confunden, ellas se encorvan, se enredan los cabellos, miran a sus madres, se ponen coloradas (1), y todos aplauden. El juglar invoca a Michabú, Genio de las aguas. Refiere las guerras de la gran liebre contra Kichimanitu, Dios del mal. Habla del primer hombre, y de la hermosa Atachensic, la primera de todas las mujeres, precipitados del cielo por haber perdido la inocencia : de la tierra manchada con la sangre fraternal: de Juskeka el impío, inmolando al justo Tahuizaron: del diluvio cayendo a la voz del Gran Espíritu: de Massu, único que se salvó en su canoa de corteza; y del cuervo enviado al descubrimiento de la tierra. El había aun de la hermosa Endaé, sacada del país de las almas por las dulces canciones de su esposo".

"Después de estos juegos y cánticos, se disponen a dar a los abuelos una eterna sepultura. Veíase sobre la orilla del río Chata- Uche una higuera silvestre que el culto de los pueblos había consagrado.

Era costumbre de las doncellas lavar sus vestidos de corteza en este lugar, y exponerlos al ambiente del desierto, sobre las ramas del árbol antiguo, cerca del cual habían cavado un inmenso sepulcro.

Salen todos de la sala fúnebre cantando el himno a la muerte, y cada familia lleva alguna reliquia sagrada: hasta lo niños tiernos van cargados con los grandes huesos de sus padres. En esta solemne procesión llegan a la tumba, bajan las reliquias, las extienden por capas,

separando cada una con pieles de oso y de castor, levantan la tierra en túmulo, y plantan encima el árbol de las lágrimas y del sueño.

"¡Lamentemos a los hombres, caro hijo mío! Estos mismos indios cuyas costumbres conmueven tanto, estas mismas mujeres que me habían dado pruebas del más tierno interés, son los mismos que piden ahora a gritos mi suplicio; y naciones enteras difieren su partida, por tener el gusto de ver a un desgraciado joven padecer tormentos espantosos.

"A cierta distancia del gran pueblo, en un valle hacia el norte, se elevaba un bosque sombrío de cipreces y abetos llamado el bosque de la sangre, a donde se ¡legaba por entre las ruinas de aquellos monumentos antiguos, pertenecientes en otro tiempo a un pueblo desconocido en el desierto. En el centro de este bosque se extendía una vasta arena, donde se inmolaban los prisioneros de guerra, y allí se me condujo en triunfo. Todo se prepara para mi muerte: se planta el poste de Areskui: los pinos, los olmos y los cipreces secos caen al

(1) Se distingue bien el rubor en las mejillas de las jóvenes Salvajes. OBRAS COMPLETAS - TOMO II 459

golpe de la hacha: la hoguera se levanta: los espectadores forman anfiteatros de ramos y troncos de árboles: cada uno inventa un suplicio ; cual se propone arrancarme la piel del cráneo, cual quemarme los ojos con hierros encendidos, y yo empiezo mi canción de muerte".

"Yo no temo los tormentos; yo tengo valor ¡Muscogulges! y os desafío; os desprecio más que a las mujeres. Mi padre, el famoso Utalissi, hijo de Miscú ha bebido en el cráneo de vuestros más famosos desafío; os desprecio más que a las mujeres. Mi padre, el famoso Utalissi, hijo de Miscú ha bebido en el cráneo de vuestros más famosos guerreros. Vosotros no arrancaréis un suspiro de mi corazón".

 


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